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"El arriero"

María Tenorio

"Yo lo que no sirvo es pa' pobre", dice Ancízar López, con una sintaxis que reconozco como
típicamente colombiana. La aspiración de este joven negro es hacer dinero rápido para casarse
con Virginia, una chica blanca con medios económicos y con una madre mafiosa y amenazadora.
La entrada del protagonista en el negocio de "exportación" de cocaína plantea el nudo de la
película El arriero, producción colombiano-española del 2009 dirigida por Guillermo Calle, que
se exhibió en salas de cine del país recientemente.

Si bien esta es una película sobre el tráfico de drogas, no se centra en la violencia ni en


complicadas conspiraciones que, a decir verdad, no son temas de mi predilección. En los 93
minutos que dura El arriero encontré una historia simpática y bien contada, del estilo de una
comedia picaresca, con un protagonista que vive con una dosis de humor y otra de pragmatismo.
Ancízar es un arriero disciplinado que no consume lo que vende y a quien nunca se le muere una
mula.

Por cierto, dos vocablos propios del narcotráfico colombiano que recoge este filme son arriero y
mula. El primero es quien diseña, supervisa y coordina el transporte de la coca, vía mulas, desde
su lugar de origen hasta su destino. Mula es, por su parte, el medio de transporte de la droga: la
persona que traga la coca en cápsulas de látex en el país exportador y luego la defeca en el lugar
de destino.

A nuestro arriero, interpretado por el actor de trayectoria Julián Díaz, le toca hacer "casting" en
lugares públicos de Barranquilla para seleccionar a sus mulas. En labores de reclutamiento
conoce a Lucía (María Cecilia Sánchez), con quien se involucra sentimental, o mejor dicho,
sexualmente, estando ya casado con Virginia (Paula Castaño). Ese doble juego le traerá a
Ancízar no pocas complicaciones que darán sentido a esta historia transatlántica, que se
desarrolla en las ciudades colombianas de Barranquilla y Bogotá y en la española Madrid.

Esta cinta, basada en la novela El rebusque mayor de Alfredo Molano, bien podría formar un
díptico con María llena eres de gracia (2004), drama colombo-estadounidense, de tono más bien
trágico, sobre una joven embarazada que se convierte en mula para emigrar de su país. En esta
película, dirigida por Joshua Marston, me impactaron mucho las escenas sobre el entrenamiento
de las mulas tragando uvas sin masticarlas y el proceso de preparación e ingestión de cápsulas de
cocaína. En El arriero se presentan secuencias semejantes, mucho más esquemáticas, que me
evocaron inevitablemente las de María.
Para cerrar, una reflexión en salvadoreño. Cuando veo una película latinoamericana de buen
nivel, como El arriero, pienso en lo que se requiere para hacer cine de calidad en este país. A
diferencia nuestra, el cine colombiano es una industria establecida que cuenta, entre otras cosas,
con colectivos profesionales de trayectoria. En esta cinta, por ejemplo, los actores principales
han sido educados en escuelas de artes escénicas y tienen experiencia laboral en teatro, televisión
y cine. Esto no se forma de un día para otro. En El Salvador es necesario ir construyendo todo
este acervo si queremos un cine que nos dé imágenes propias, dignas y disfrutables.

28 abril 2010
Publicado en talpajocote.blogspot.com

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