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EEDIUNC Editorial do la Universidad Nacional de Cuyo Dixector Prof. René Gotthelf [La publicacin de esta obra ha sido recomendsda por el Comité Editorial de 1a U.N.Cuyo Universidad Nacional de Cuyo Cuentos con los hablares d’entonces Juan Carlos Rogé EDIUNC ‘Mendoza, 2004 BNR 242 CoentoscontorhablaresdPentiness AS" Juan Carlos Rog Primera edicion, Mendoza 2004 Diseno de cubierta © Dpto. de Disco Asesoria de Ei Serie: Creacién/Cuentos 0° 3 Juan Corlos Rogé ‘Cuentos con los hablares d’entonees. Mendoza, EDIUNC, 2004, 144 p, ;21 em, — (Creacién/Cuentos, n® 3) Carlos Rogé ~ Ia ed. ISBN950-39.0165.0 LITERATURA ARGENTINA /CUENTOS ARGENTINOS. IMENDOCINA /CUENTOS MENDOCINOS Prélogo A.una persona como Juan Carlos Rogé ~arquitecto de profesién, padre y abuelo de familia numerosa~ gqué puede moverlo a reandar recuerdos, recuperar imagenes y lugares, volver a la vida a los personajes tal como fueron “en aquellos tiempos”, con sus costumbres, sus modos de explicarse y vivir la vida, y con sus “decires” que los ponian en evidencia? {Qué lo lleva a degustarlos morosamente, hasta llenarse de ellos al punto de sent la necesidad de convertirlos en materia artistica’? ‘A medida que avanzamos en la lectura de sus cutentos, Ja respuesta se nos va presentando certera y clara: lo mueven el respeto, la admiracién y el ‘amor por nuestras raices, por todo aquello que se fue perfilando y afianzando hasta constitvir esa idiosincrasia con luz propia que nos hizo inconfundibles entre todos los pueblos que conforman el planeta. Laclara Keni Yome los salvaré y enc y encenderé una no es artista el que quiere sino el que puede. Rogé es de por eso, al rescate que hace cualquiera de nosotros, al muchas veces Tiere veces una de las dos composiciones pottias que forman pare de este libro, ‘CueNTos .. mpartido apego a las rafces, con sus condiciones de narrador, los vivifica, imina con su condici6n de artista de la palabra. Por eso, con este libro, y tal como se lo propusiera, ha encendido la {qué duda cabe?-_y la ha encendido con luz. perpetua porque lo hace desde el arte y con arte. En sus textos se fusionan, de un modo Jo que dice y c6mo lodice; y en sus lectores se verifica la apelacién razén, para comprenderlos, y a la emoci6n para acompafiarlos y convivirlos deleitosamente naturalidad con que narra, mientras leemos no que el narrador es uno mas de los habitantes de aquellos lugares. Aesto se s podemos sino tiempos y aqu Todos los cuentos de este volumen son de neto corte realista, en ‘concordancia absoluta con la intencién del autor: invitarnos a acompafiarlo ‘enél rescate vivo de los que fteron cimiento de nuestras peculiaridades, de nuestra originalidad. Los cuentos de Juan Carlos Rogé aparecen en un momento muy particular de nuestro pais, cuando éste requiere, més qq a, de un proyecto comtin que nos permita refundarnos como N: ‘emprender este arduo camino, los pasos, i claras y precisas a dos interrogantes. El somos? El segundo, en estrecha dependencia con el primero: qué queremos ser? El tinico modo de encontrar las contestaci6n es sacudimos el sometimiento a los actuales “poderosos del mundo” y volvernos hacia nuestra tierra de origen, regresar a nuestras raices, revivirlas y volver a nutrirnos deellas. Sélo.a partir de alli, seremos capaces de refundar nuestras tradiciones yde volveradar significado —y plena vigenciaa palabras como idiosincrasia, Prowoso identidad, tradicién, regién, Patria, de las que hoy hemos perdido una buena 4 sentido. so, hemos de buscar respuestas en obras como la de este autor. Alli, en Ios relatos que componen este libro hay suficiente materia prima para contestarnos a nosotros mismos y a los demés acerca de lo que somos y de lo que queremos ser. Rogé es claramente consciente de el mencionamos mds arriba de modo incomp! por eso, a la estrofa que y encenderé una Hama para que no mueran y me ayudaran a construir futuros cot acerca de las cul in, algunas notas para quienes quicran seguir indagando ras regionales. Los textos escritos en general, y los literarios en particular, manifiestan 10s de expresién que se ponen en juego al servicio de la intenciéin fe, pero siempre activa y eficaz~ de conformar Es en la materializacién de los enunciados textuales donde estén presentes Jas marcas que ponen en evidencia el punto de enunciacién comiin al grupo social, el punto de cenunciacién col de.esa apropiacién peculiar, una comunidad manifiesta, enuncia, su posic ante el mundo y lo hace mediante indicios especificos y procedimientos accesorios. En otras palabras, diversas estrategias lingiif a crear espacios de pertenencia sociocultural y los elementos de la organizaci6n discursiva contribuyen a reforzar la creacién de procesos identificatorios. Cussros. ‘Obviamente, en ese punto de enunciacién comin aun grupo social, se entrecruza ¢ interactia el caudal simbélico social, el imaginario colectivo, que han ido elaborando poco a poco y progres las tepresentaciones que la comunidad tiene de sf misma y de los demés. En este imaginario se hacen presentes su apego a las formas de vida y las costumbres de antafio, Iatepeticién de los caracteres de sus ascendientes, las ereencias compartidas, los tabées y el lugar que la comunidad ocupaeen el concierto de los pueblos. social originan, a su vez, un ‘modo de nombrar y en el referente pi para explicitar imp! y simbolos. turas como para la resignificacién de connotaciones: Sobradas razones las mencionadas para apreciar la refevancia de los enunciacién comin y lo comparte, logra reconstruir la vida, el pensamiento y las emociones originarias. sas son las fuentes de las que nacen la autenticidad de los personajes y de los escenarios y la verosimnlitud de los acontecimientos y de sus desenlaces. De esta manera, sus cuentos rescatan y resignifican, de un modo no s6to preservasionista sino también dinamizante, los elementos mis valiosos de la comunidad y las connotaciones culturales de ese pasado en el que se construy6 nuestra identidad. Prowoco Por eso, también, toma y enriquece las formas de expresion de aquellos. tiempos sin adulterarlas, sin afectar su esencia. Desde la perspectiva del punto de enunciacién por él rescatado, el autor de los Cuentos con los decires d’entonces, va configurando en su obra una cierta dialéctica entre pasado y presente (El aire no huele a ‘manzanas y madera, / tiene olor a olvido) en la que rescata simbolos cculturalmente disponibles en el pasado y recrea el tiempo ido para reactivar Jos conceptos normativos que permiten la interpretacién de los simbolos. Y a la par, establece una cierta dialéctica en la que va adquiriendo una cenvergadura nostélgica~y hasta con un cierto aire de reproche~-ese pasado fundante en el que nos construimos y constituimos socioculturalmente y que hoy vamos perdiendo en el olvido Hevados por la vordgine de una globalizacién aplanadora. Marfa Delia Vivante Introduccién Personas versadas en literatura, cuya autoridad respeto, y en! ‘otras no versadas pero sensibles a ia percepcién estética del arte de la escritura, entre las que quiero incluirme, me animaron y estimularon para pergefiar esta obra. Mi libro Color, sabor y picardia en la cultura. Los Regionalismos ‘de Mendoza, publicado por la EDIUNC, contiene gran parte de los térmiinos, voces y locuciones del hablar mendocino de un pasado reciente, Los ‘personajes que figuran en mis cuentos se expresan en ese idioma lugarefio yet contexto fisico, hist6rico y cultural respeta ese tiempo y suelo. Estos ‘cuentos son pues una consecuencia del mencionado libro y pintan costumbres, lugares y situaciones de dicha época, destacando la vida popular de entonces. ICR. La casa vacia La casa esta vacia. ‘Al entrar los pasos no se ahuecan como antes, algo ha cambiado. Todo. BJ aire no huele a manzanas y madera, tiene olor a olvido. Los recuerdos huyen a esconderse, silenciosos, ‘como duendes sorprendidos. Me espfan desde las cosas sin duefio, sin raz6n, que estuvieron alli todos los tiempos, yy ahora no son. Mi nficz.con sabor a campo, arroyo y huerta, est all siento los sauces milenarios que mojan en la corriente Ios flecos de sus ponchos verdes, Y sus raices vigorosas, como garras que se hunden fen las champas rosads, hiimedas, erra viva, 10 una vena de sangre transparente. yer mi cuerpo desnudo libertad sensual, y laeterna gota de cristal en ta destiladera. Son los sonidos de la siesta, cl adagio del dia, de aventuras, bertado del mundo de los grandes. ido profundo de la noche, con el soplo de la brisa que se enreda cn las copas enormes del sauzal, y las mece como un mar sin espum: suspendido en e! cielo explotado de estre laya, Infinito. lea recibirme a borbotones Jas cosas que se fueron, de asir tos recuerdos de las voces an quedado flotando en el encierro pero no puedo, se escurren entre mis dedos sin siquiera rozarlos, Imo de fuegos apagados. La casa esté vacfa, Camino por sus cuartos silenciosos horadando el pasado que los llena, ¥y desde el dvalo sepia de los cuadros, los rostros murales me observan como aun intruso de otra dimensi6n que no No, ellos son los que no entienden! fa, entrafia muerta, sus fantasmas tendri © diluirse en el olvido, como una huella en fa arena. Por aqui pasé la vida, ahora la casa estd vacta, Al salir yo me iré con Ia vida, y volverdia las sabandijas a seguir alimenténdose del tiempo muerto hasta que no quede nada Yo me llevaré mis recuerdos y vivirdn conmigo, los salvaré y encontraré las voces de humo perdidas, y encenderé una Hama para que no mueran, y me ayudarén a fabricar futuros. Y dejaré que los muertos entierren a sus muertos. Lacasa vacta Navidad 1998 i s a RE Hablares d’entonces Manda decir la sefiora Ubaldina que c6mo han amanecido y que aquf le manda estas brevas que estén ricién cortadas y que le pregunte por el regalén de su ahijao el nifto Laurito que s’enteré que anduyo medio apoliliao el pobrecito. ~ {Sts pues! Deci atu patrona que no se hubiera costiao, que ya le voy a Ortices y me le decis a dofia Encarnacién que voy a precisar a la Jesusa, que me la mand: ito només por una temporadita, que me ha Hegao gente de la ciuds a quedarse y no voy a dar abasto. A ver, repett ‘Até americana y sin hacer juicio a nada te me vas derechito a Jo del turco Nahim y que te carguen las dos bolsas di afrecho pa’ la chancha que Vrencargué y estin pagas, y de paso te trafs unas tres cajas de fésforos Banderita de las grandes, una lata de aceite Bocanegra de litro, un kilo de yerba d’esa mejorcita sin palo y un kilo de azicar refinada. Que me lo note y no te olvidis de nada y que hagan bien los envoltorios no sea cosa que lleguis con el desparramo en el canasto. A ver vos, nifiito, asomate y divisalo al vigilante de la esquina, don Ramén, y le decfs que ya es hora que se arrime, que le tengo un porte de queso’e chancho con pan casero y un vasito’e vino pa’ pasarlo, Cusntos.. {gQué no es este’l hijo'e la Rosaura?! ;Ojala lo viera no lo conoci estd de crecido y guapo! Si hasta ha di andar queriendo tener no la van ‘hacer vieja a uno! {Si qui hace que lo guaguatiaba? iAndé pa’ las casas di una vez! {Que te vuelva’ ver noms en malas juntas con e508 chinitos zafaos, boca’e carreros, malentretenidos' 1Camind! Llegate hasta lo de dofia Eleira, saludala de mi parte, y le decis ‘que digo yo qu’es una pata’e perto, que cuéndo va estar para arrimarle un pote de arequipa con canela que a ella le gusta tanto y hacerle una visita. iMovete vos, pefiasquiale el macho al jorobao Ido ese, que ya se le solt6 de nuevo y esté en el maizal haciendo estropicios! {Si ya només estoy buscando Ia escopeta y le atino una perdigonada de sal gruesa pa’ que aprenda! iDejé de fregar Ia paciencia només te salis urgando de aqy lo que te voy a africar un ct \No digo yo! To y ahorita Atendeme bien: te vas a lo de los rcos y me trafs un carretel de hilo ande, Cadena y un sobre de agujas de zurcir, y de pasada, a la trafs de Io de don Serafin el queso ‘e chancho, las patitas alifiadas y tas aceitunas negras arrugadas que le encargué. A ver vos muchachita qu’estds paviando, andé ‘la destiladera y Mend la ava pa'l mate, ponela en el brasero y antes que largue'! hervor me la trafs con el pisito de felpa grueso. 2 HABLARES D’BNTONCES Cruzate a lo de don Belizén y le decis de mi parte que me pitle una bataraza bien gorda como pa’cazuela y que me la mande maniada en esta bolsa, que se Ia voy a pagar como quedamos con unas nueces bien sanitas de Tas primeras que recojamos ahorita només que las apaliemos. Agu‘ vengo a traerle el pésame por el atraso dofia Custodia y a’ compatiarla enel sentimiento. ‘Se me hace qu’este nifio est empachao, ret a calditos; dele dos cucharadas de postre deste bebedizo cada vez que le duela la pancita y sia los dos dias no se ha mejorao, sin quitarle la bebida de incayuyo y paico que le doy, me lo Heva de mi parte a la comadre Domi que vive en el Infiernillo pasando el zanjén, onde empieza la Calle Larga, tos la conocen, va’ ver quella tiene buena mano pa’ quebrar el empacho. Manda decir la mamé que le pregunte si estén todos bien y que si le puede’ mprestar tres ventosas de las chicas que le faltan pa’ ponerle al Lisandrito que a eso de Ta oracién le ha dao un pasmo que lo tiene medi cenvarao de las paletas y también si le queda un poco de wntosinsal q rmande que Dios se lo va’ pagar. =iRigor fuera! Decile a tu mamé que gracias a Dios y ala Virgen estamos todos sanos y buenos y que ya només le mando el encargue y también un frasco de lilimento qu’es bueno pa’ los envaros. Decile que li haga unas friegas, que a Ia Clotilde de [a tia Urzulina lo bien que le sent6 cuando le dio ese aire la vez pasada, Y que después lo acufie con una franela caliente y que mas luego voy a ir a ver como sigue, no sca cosa qu’esté necesitando unas cataplasmas de lino calientes. Cuenros A vos chinita te digo! Comedite y avis vva'ser horade ira lanovena, y vos cuid otra vez. que te tuviste que poner mi pafiuelito bordao sujeto} que de milagro tenia. Ponete el delantal tabliao almidonao y las alpargatas blancas de salir. Cuando vamos pa’ Loreto nos seguis a dos o tres pasos como t'ensefiao y en la y no te movis hasta que salgamos, y cuidadito con mironiar y distraerte. Y fen cuanto nos vamos, ahorita noms, gritale al tonto que desate los perros y nos espere sentao en la puerta’e calle y junte la cancel, ~iPero vean con quién me vengo a topar! jFelices los ojos que lo ven a mi compadre Evangelino! Ya Io estaba echando de menos. M'enterao que anduvo por los Buenosaires... alguna canita'l aire se habrd tirao ,n0? =iQué mas me lo quisiera! Ya no'stoy pa’esos trotes. ZY usté su viejo ‘choto? No se quiera hacer el euzco lanudo con su compadre que sabe los bueyes que ara, jhabrase visto! ‘Me manda decir la sefiora Felicita que cémo han amanecido y que cémo les ido con el aguacero y que si le puede mandar en ese tarrito unas brasas pa’encender el fuego que anoche con el apuro que se nos metié el agua en Ta cocina no atinamas a dejar algunas al rescoldo y que disculpe. Correte a la esquina y decile al gallego Nicasio que me mande unos cuatro cucharones de aceitunas negras sajadas para empanadas, é1 ya sabe, y pedile la yapa. Tomé la plata, agarrala bien, no la vas a perder, no sids malmandada. ¥ que ti haga el envoltorio con dos papeles d’estraza, no sea que te chorriés el delantal. 24 Hapiarés D’enrosces El chino ese grandote, cl de la cara esquinada con un barbijo en la quijada, tengo sabido que no es hombre del partido, se me hace que anda huroniando vaya a saber en qué averigles y m: ‘negro Melitén que con otros dos me lo arreen pa'l callején y si se quiere retobar que no le den tiempo y le asiente un planazo entre los cachos y lo ‘enhorqueten en su caballo y que se mande mudar y alviertanlé que otra vez. no se asome por el comité si quiere cuidar el pellejo. Lasilla tijera Una vez su mujer, que haba ido por harina y azticar al almacén del turco Julidn, ese de ramos generales de a villa, vio armada una silla ti se puso a curiosearla. El turco, atento, no perdi tiempo y, pasando de atrés| del mostrador, se acere6 solicito diciendo: {Me acaban de Hlegar! Son muy eémodas bara descansar al selabuede doblar asi bara llevar y bara guardar- ¥ hacfa una demo: de las diferentes posiciones ante el asombro de la mujer que no comentaba nada pero miraba con interés la reposera. =Llevala con confianza le cargoseaba el turco— Ia anoto en libreta y Ja baga desbvés, Es barata. ‘Asi fue como ese dia su mujer lleg6 a las casas con el artefacto atado cexplic6 al marido: {Mire don Nato lo que le traje! Es pa’ que s'eche a dormitar abajo'el sauce, como es su gusto, y bote’sa silla’e totora! que envara la cintura. Don Fortunato de entrada miré medio con recelo el curioso artefacto, (0 noms se acostumbré y ahora se pasa largas horas recostado tijera a la sombra de! viejo sauce, al lado del acequién que corre junto a Ta casa, Desde hace tiempo no tiene nada que hacer. La chacra, hhuerta, el plantio, los animales, todo se lo atiende un contratista con familia. Don Fortunato ya es hombre entrado en afios, sicndo nacido y eriado en el distrito. Ha trabajado toda la vida en esa finca, El supo ayudar a su padre a Ievantar el rancho de adobén al reparo del sauce que ya era afioso, y que con el corter del tiempo se le fueron agregando cuartos de mat yar vor quichve de una plana hee de hojas muy largas que se ust en variadas aesanias, jer arenas, en este 280. 29 Cuero. corredores, parrales y hasta un bafo instalado, con cisterna y bomiba cuando vvino el adelanto de lacorriente. Pero su mujer, con ser muy buena compafiera, ya no se aviene a seguir viviendo en el campo. Los hijos, ya todos bien ‘casados y en buena posici6n, se fueron yendo, uno tras otto, a la ciudad y ahora en la casona quedan s6lo los dos Viejos. Los muchachos tientan a la madre para que convenza a don Nato a vender la finca y dejar el campo. de barrio 0 mejor un En la ciudad podrfan comprar una linda departamentito para ellos dos, y les quedarfa un cay Cuando su mujer se lo propone con esto que no dice nada, pero piensa: veces lo habia ofdo? No se acordaba de tantas. El otofio estaba amarillando, tfmido, las primeras hojitas del sauce. Don Fortunato, amodorrado en su sillatijera, con los ojos cerrados, sentia solcito de la tarde en la cara curtida cada vez que la sombra recortada del 4rbol se movia. Eran las caricias del campo, de su campo. En eso estaba cuando creyé escuchar una voz.conocida que lo saludaba: ~Buenas y santas, amigo Nato. Era un compadre muy querido que tenia una finguita cerca, en el Paso de las Carretas. ‘Bien haiga el compadre! ~contesté don Fortunato despabillindose~ {qué lo anda trayendo por aqui? Vengo a saludarlo, y de paso’hacerle un comento, pa'su gobierno las junto a él sigui6 -Mi'enterao por mi mujer que su patrona me lo anda chichoniando* pa’ que venda la propieda y se vayan’avecinar a la cindé. —As{ noms es la cosa compade y ya no sé qué contestar. Ella tiene sus razones pero las mfas son campana’e palo. ¥ ya que se ha co cuentemé ese comento, =Mi anoticiao, por ef pagos unos gringos platudos, bien trajiaos, que cuentan andar buscando un ~dijo el hombre poniéndose en cu ao! maneado, maniatsde ronlando: chichoneando, iasitiendo,reterando. + costno: costeado, que se toma el tshajo la molest para complacer a alguien LasHLaTuERA campito més bien grandecito, como pa'sembrar orégano, y mejor si tiene buena casa, grande, pa’dejar un encargao y poner los escritorios. Porque parece que son los dueios de una compafifa importante que viene a radicarse y han comprao por La Consulta unas vifias y tierras pa’ plantar ajo, ; Vivos {os gringos! Se ve que no quieren poner todos los giievos en el mismo cesto, ‘Y mi acordé de mi comadre que a toda costa quiere que le d’en el gusto de mudarse pa’la ciuda. Pero el hombre lo adivinaba, el silencio del Y aftadis Yo sé lo que le va'costar don Nato, lo que va'echar de menos, y lo uc le va’ ser hallarse’n la ciudé, pero figuresé que va’ estar cerca de ‘hos y de los nietos que ya estén bien grandecitos, y cn cl que va'ser pa’la patrona no tener que lidiar mas con este caserén medio 'Y las comodidades de Ia ciudé. Y no le digo que aqui estén muy solos, y aunque a su mt no se sabe de qué son porque siempre fue sano y fornido: -ompadre —lo corté don Fort los much (0 todo eso ya lo tengo nacieron los hijos. ¥ yo siempre bregando can e dejando la vida. Pero no me quejo. {Rigor fuera, to mal que har estoy agradecido, aunque ya’stoy viejo y cansao No sé cudnto v Creo que voy a darle nomas en el gusto a su comadre, dejante* lo que me va’ costar, cémo usté dice. Los dos amigos se quedaron largo rato en silencio oyendo correr el agua por el acequién, mientras Ia tarde cafa despacito trayendo el frescor del otofio. 5 dejan: ademas de, no obstant, 1 Curnros... Después vinieron los ires y venires por la venta de la propiedad. Que rastrear los titulos, que mensurar la finea, que relevar las construcciones, que sanear algunas boletas y que esto y que 1o otro. Don Fortunato no estaba para esos trotes y se desentendié de todo, dejé que uno de los hijos, se ocupara, Pasaron los dias y ya el otofio habfa amarillado el enorme ‘se mecfa mansamente sobre la figura recostada del hombre e Madana era a mudanza. Los trdmites ya se habfan acabado, cestaban firmados, Ios gringos resultaron de palabra todo habia ‘Tan bien que al pobre lo hicieron sentirse mal. escondida una esperanza de que pasara algo que Pero no pas6, tenfa que ser de Dios que asf fuera. El buen hombre no era muy creyente pero este pensamiento 0 consol6 y se acordé de un rez0 que Te ensefié su madre cuando era crfo y que en alguna parte decfa: “hagase tu voluntad act en la tierra como en el Don Fortunato se sintié en paz y una dulei pena le oprimis suavemente el pecho. Cerr6 los ojos y se estits a tijera. Un gran cansancio lo fue envolviendo. Una abeja se poss en una de sus sarmentosas manos que habfa cruzado sobre la cintura, le anduvo un rato y se vol6. El no, Io sinti6. Tampoco sintié cuando unas hojas desprendidas del sauce rozaron su mejilla, El acequién se habfa callado como si el agua se y el susurro det ramaje también se habia apagado como tarde se hubiera contenido. Todo el campo se hizo un solo si to, rotundo. El viejo sauce era silente testigo del sobre el cuerpo del hombre recostado en lors sus Kigrimas doradas a otofio de 1998, 32. El inglés % Elinglés —Uste’s hombre‘e letras, tengo sabido-, me dijo el mirindome con esos ojos hiimedos y borrosos, pero profundos, cansados de mirar s6o recuerdos. Una cara curtida por la montafia, donde los surcos del tiempo dibujaron una expresién de firmeza que la vejez no lograba suavizar, parecfa hachuelada en un durmiente de quebracho, como sobre los que habfamos estado cami angosta del abandonado tiondo con El viejo supe qué me quiso decir pero no querfa contrariarlo. Lo acompafié hasta una de las casitas de madera que se agrupaban cerca de la via, de esas del ferrocartil de los ingleses, de antes. ~Aqui vivo, me dij, y e puerta que rezongé al abrirse. Me hizo pasar a.un cuatto, limpio y ordenado, que olfa a pinotea, humo yy vejez, y mientras abria los postigos de las ventanas me sefial6 la mesa que estaba en el medio de Ia habit ‘viena que atin conservaban, a duras —Voy a poner el agua pa'l mate, afiadié, y encendié el cal Primus que estaba sobre la mesa. El bronceado de esa reliquia parecié moverse de la lama azulada antes que la pava, ennegreci y en Ia pared que tenfa enfrente, unas estampas enct Molina Campos, de aquellos almanaques de Aipargatas, tern hacerme sentir en el pasado, En el pasado del viejo que, arrimando una silla ami lado, apoyé paternalmente en mi brazo su mano milenaria de arrugas y repitié: i6n con algunas de esas eternas sillas de Cursos... —Usts's hombre ‘e letras y lejos podta ser hijo mio. Si ha c hasta’ qui pa’que li haga ver las ruinas del hotel y Io qui ha quedao ‘e los bafios y galpones dispués del gran ahi del afio pasao cuando los peiiascos y lanieve cayeron de alli, del Banderita, cerro dafiino que ya habfa hecho otro desbarrancén en el $3 y daiié al hotel. Eso qui hai visto hoy es el final de ‘una larga historia y yo le voy a contar otra porque prontito noms me via'cabar yo, qu’estoy pasao ‘¢ momento el hombre, pensando y agreg6: “Porque nunca se laconté anadies, por miramiento a los difuntos, pero usté la va’ oyir y podré escribirla, algdn fa, pa’que los mendocinos la sepan”” Me solt6 el brazo y cruz6 las manos sobre la mesa echandome una mirada que me parecié de desafio. Yo empecé a trabajar de pién pa’lo que pudiera offecerse en ese os festejos’e la inauguraci6n del monumento fio cuatro, en marzo‘ese afio. Mi acuerdo patente ite. jMire si habra pasao tiempo, del Trasandino, lo qu’era cosa importante. No cualquiera hacfa subir un tren vaquero 6 de carga por la montafia y con Ios de pasajeros, no le digo, habfa que tener mucho tino pa’ que no se zangolotiara la gente y no se apunara?. En ese entonces la punta ‘e rieles ‘yahabja llegao hasta Las Cuevas y el tren abastecfa a la gente del ferrocarril y del hotel. Aqui trafa s6lo verduras y frutas frescas y otras necesidades de Ja cindé porque’t hotel tenfa gallineros con ponedoras, pollos y patos; conejeras; chiqueros con chanchos cebaos y Techones; corrales con vacas lecheras; chivos y terneros pa’camiar y una trop caballos y mulas que se usaban pa’ que pasiaran los pasajeros quedao: Hizo otra pausa el viejo, como déndol Cuando se acabaron los festejos y dis la ocasidn yo me pude quedar porqu’el tata se lo pidié al gerente qu’era un ‘costiaa: que s6 toma el trabaj apunatse:ebfrir puns 9 STO a molestia para compa jee quichuas), al 36 nome ELiaues sgringo® buenazo pero que tenfa al trote a todos los empliaos. Pa’ que vea, una Yer, records el viejo con una media sonrisa, eché aun mozo ‘el comedor pogue ki 1 t¢ frfo a una inglesa copetuda que puso el grito en el cielo. El pobre fue a parar de ayudante’ cocina. {Ese'ra mi patrén! Yo me daba "todo y prontito només, al afi, ron ‘e corralero y caballerizo, ‘compaitar a Tos pasajetos que Horcones pa’ que vieran I’ Aconcagua o bajar hasta Los Penitentes, pasando cerca di un promontorio que tenfa una cruz blanca {que con los afios fue el Cem: ‘elos Andinistas, Algunos viajeros més osaes a veces me hacfan que los Hevara a Las Cuevas y trepar hasta la cumbre pa'ver el Cristo. Malicio yo que lo hacfan pa’ ucirse con alguna dama, En ese trabajo me tocé ser testigo di los escarceos dentre los pasiantes. iA eso queria legar!~ dijo el viejo semblantiéndome con una chispa de picardfa en la mirada. Se callé y levanté la pava antes que hirviera el agua y cebs el mate gue ya tenfa preparado. El primero, el del tonto, no es pa'la visita dijo, y se sorbos, me sirvis el segundo y sigui6, después de pensar un rato: -Ya llevaba més de dos afios en el ugar y me habfan dao el cargo'e mozo “e compatifa pa’ los pasajeros porqu’el hotel se habia hecho conocer y era muy afamao hasta fuera ‘el pais. Tenfa los cuartos, con capacidd pa’ cien pasajeros, cecupaos casi todo el afio y venfan gentes‘e todas partes. Un dia llegé una mujer, sola, muy finda, fina y élegante, vestida “e negro, era francesa Ia le of decir al gerente. Parece que tenfa delicada la (0s bafios termales y el aire ‘e Ja montatia. Era ‘e . unos ojos también oscuros, grandes y jlo apenas rosadita en los cachetes. De indo a delgadona, pero bien formadita el quedaba embobao miréndola. Era de no hacer caso‘e nadies, sin ser estirada, Y mire cémo son las cosas ~dijo el viejo después de un silencio-, también cay6 por esos di “de origensajén, dospees también 1 ‘Cupstos . Alto y rubio el hombre, di unos ojos azul subido y bigote tan bien tusao* que parecfa pintao en la cara tostada por el sol. M'enteré qu’era inglés y venta por ver si podfa subir ¥ Aconcagua, jatrevido el gringo! Dej6 pasar un momento para ordenar los recuerdos: En la primer salida’ caballo, con algunos pasajeros del hotel, el inglés, que hablaba bastante clarito como los cristianos, me pidié que subiéramos ‘més arriba por la quebrada ‘ec Los Horcones como pa'it conociendo la ‘montafia, Nadies se opuso, nila viuda que venfa sentada en silla inglesa de mujet. Su figura, toda de negro, hasta los guantes y la boina echada al costao, ;Biera visto como lucfa sobre la yegua capa blanca pura que D’esa vez fue que cuando hicimos un alto en la iés se apié de un brinco y T'ayudé a la viuda ‘hacer pie a {Comedido el mozo! Yo estaba prisente cuando fa n una sonrisa que I’hacfa mi neret y élle contest6 arté pa’ no el capacho® y no podfa sacar el pie del estribo. M4s luego, cuando volyfamos, la pareja s'iba quedando atris y se I le refregaba una servill Habfa notado que era una boi repujado que cont de tanto manoseo, —Bra la bom {ubil6, en el ao veini Me fijé en la inses Y sigui6: Como iba contando, asf empez6 la historia, enel corredor det hotel dicen tragamonedas y el inglés que prontito nornés mostré I"hilacha ‘e jugador, cuando no estaba a los arrumacos con ta ‘viuda se la pasaba pegao a los aparatos esos. Parece que siempre perdfa, of ffechos,~-dijo el viejo mientras antes de pasarme el mate. la de-plata con finos anillados de oro Yetusto mate retobado? en cuero, fast né mi curiosidad y aclar6: que los ingleses le regalaron , se las mandaban d Inglaterra mn: “E.C.B.A.P. made in England” ba cor i tata cuando se Sywsao:tasado, pelo atusado, recortedo y atreglado con prolijiad, ‘eapacho: capellade de cuero del estibe mendocino que cubre el pic. “retebado: ford, 38 4 Buinatts pero el hombre no escarmentaba, Las chinitas" sirvientas del totel, gu’eran de lo més metidas y chimenteras, no como las sirvientas gringas, polacas creo, que casi no me trataban, m’enteraron qu’en una salita, que mpre'staba cerrrada, se juntaban algunos pasajeros a jugar al naipe, a eso que se lama bacaré y que corria la plata que daba miedo. El inglés estaba siempre prendido y no le mejoraba la suerte, I'iba de mal en pior. Pero né perdfa nunca la compostura. Siempre’ legante y presumido,y la viuda no se le quedaba’tras. Ya’bfa empezao"acompafiarlo a Ia salita ‘e juego y ahora tenfan mesa juntos en el comedor. Fijese que a la noche, pa’cenar, se vestian paquetisimos: ella con pollera negra ‘e seda hasta el suelo y muy ‘blanca; los pantalones negros con una lista ‘e seda brillante a Jos costaos sujetos con una faja‘e seda negra. Yo los sabfa mosquetiar'” desde las ventanas‘el corredor, todos iban muy bien trajiaos, de punta en blanco, pero la pareja les mataba el punto lejos, EL viej ‘un momento para echarle, con la cucharita medio tembleque, una pizca de yerba al mate y lo volvié a cebar retomando la palabra: jodos en el piso cuarto’e la viuda naipes en la salita, subt diarriba y qu’el gringo si hacta el disimnu: Decian las picaras que los espiaban desd “ela ropa ‘e cama que habia al final del pasillo Vaya uno y sepa, pensé yo! Pero en los hoteles saben pasar esas cosas y otras, asigtin mi alvirti6 el tata cuando le conté. “Estése callao y no re ‘Custos... Pasaban los dias y ya todos tenéan que hacer con los apichonaos pero también se hablaba de qu’el inglés habia perdido hasta Ia camisa en el juego sa lo'staba sosteniendo. “jEso se lama braguetazo!” se mento. Yo més bien le dije qu’era la viuda ‘guapo y presumido, que pa’méera wasperder por la francesa y nunca jo, y mi alegro que piense bien ‘e la qu’estaba encamotad: hombre decente y de ley qu’estaba’ ¥ “ast serd m’l muy clarito, que quedaba subiendo por la Quebrada ‘el Rio Horcones. Yo lo ‘conoeéa, habfa estado una vez. acompafiando a unos milicos, hoy se lama Plaza ‘e Mulas el lugar. ~Mire mister qu’es lején y hay que subir cargaos hasta cuatro mil ‘metros, ~le alverti- son como trece horas a paso lento ‘e mula, mas una hhora ‘e descanso a Ia mité del viaje pa’ comer algo y dejar que se repongan Jos animales. Y habréi notao, segui diciéndole, que aqui en la montafia, ‘aunque’stemos en verano, amanece més tarde y oscurece mis temprano. EL inglés me dijo que tenfa todo calculao y-asi nomas se m'hizo que debta ser porque en sus maletas y bultos habfa trafdo hasta comida en latas pa’ calentar y un calentador dealcol, ademés de unos botines clave como a las cuatro ‘e la mafiana, todos dormfan y s6to nos salieron a despedit el gerente y la viuda que le dio un abrazo y un beso al inglés mientras yo hablaba con mi patrén y los sapiaba’’ ‘Oscuro agarramos pa’ Los Horcones, las mulas eran mansas y ‘caminadoras y conocfan el paraje. A eso de las diez hicimos alto en donde topa la quebrada y troncha pa’ la izquierda, El lugarhoy se llama Cor Dispués que comimos caliente y nos tepusimos, y con las mulas descansadas, seguimos subiendo por la Quebrada ‘e Los Horcones sin parar hasta que llegamos, cerca ‘e las seis de la tarde a ese lugar que se Ilamé Plaza ‘e fencamotada: enamorade, amartelada apiaba:aspeaba, de spear, ceriosear, espe Bi mcués Malas que le conté, Armamos un bendito" bien estaquiao con una lona engomada, acomodamos las cosas, maniamos las cuatro mulas y Tes ccolgamos las comederas con afrecho y mafz. Agua no faltaba, tenfamos el rfo.a mano. Antes de comer caliente otra vez el gringo se tomé unos teses con chorritos di un’aguardiente que le decfa escocés que trafa en una petaca’e platacon funda’e cuero’e chancho’el monte, que habfa comprao en Mendoza, en la Peluqueria’e Londres, me cont6. Yo no le quise’char al mate, a esa eda no le hacfa a las bebidas. Mas dispués me dijo que s‘iba a recoger temprano porque queria dormir bastante pa’ estar bien descansao pa’l otro dia, Querfa irse en cuanto aclararan las puntas ‘¢ los cerros altos. Nos rmetimos en el bendito cada cnal abrigao a su manera, el gringo embolsao en -g0 acolchao ‘e plumas y yo con los recaos y dos ponchos ‘e pelo ‘e cabra que me emprest6 el gerente, me bajé ‘I pasamontafia y dormi como un bendito. Con las primeras luces mi ricordé el ing . _ya'staba vestido con las ropas pa'subir a la montafia, habfa desayunao livianito ccon los teses y el escocés. “A més tardar” me dijo “voy a volver a las cuatro, dé no, esperame hasta la misma hora’e mafiana y si pa’entonces no hi vuelto bajé només solo.Tomé esta petaca, guardatela, te va'cer f ‘Me dio un abrazo y sin darme tiempo a contestar se fue. Me notarle un brillito en los ojos. Toavia se me hace verlo caminando a tranco firme, espigao el gringo a pesar’e la ropa y elegante hasta pa’ andar en la ‘montaiia. Lo segui mirando hasta que 1o perdie vista entre los pefiascos. El viejo acaricié el recuerdo un momento 5: —Quedé medio asustao en esa soledé, rodiao‘e tamafias moles. No sé si usté sabré cémo es la montafia dhi arriba, pero yo que mi criao aqui lo ‘mismo m’espanta, a veces, como si se lo fuera a tragar a uno, Je juro-. Se quedé callado pensando y se paré para agregarle agua a la pava y vaciarle la yerba al mate. Volvi6 a sentarse, le subié la llama al Primus y mientras cargaba el m: ijo a su recuerdo: Bra buen hombre’se inglés ~y retomando la historia siguié—me pasé Ja mafiana haciendo tranguiar las mulas pa’desentumecerlas y que se les unt serfan como las s "endo: eefusio precarioy tn Cunros fuera cl frfo'e la noche; las Hlevé a tomar agua’ rfo, les df de comer y me quedé matiando en el bendito. Haba empezao a correr un vientito frio y "estaba queriendo descomponer. Por Ia tarde salfa a cada rato a mirar silo veia venir al inglés pero cuando empez6 a que recoger al amparo’el bendito y abrigarme porque principi6 a ry aumenté ‘el viento y el frio. Pasé la noche acurrucao, apenas dormitando por el barullo ‘el viento y el aleteo’e la Lona. Ala madrugada salf y todo estaba blanco escarcha y cafa una nevadita finita pero tupida. El viento se habfa sosegao pero tio el irfo qu’iba en aumento. ;Pobre inglés, pensé yo, las que'estaré pasando con este tiempo! Y esperaba verlo llegar en cualquier momento. Volvi a ocuparme ‘e las mulas, tan suftidas las pobres, las rasquetié pa’ despegarles la escarcha y las tapé con unas mantas’e los recaos. El bendito habfa aguantao bien y Segui matiando toda la mafiana y mascando unas sopaipillas'® que nos hizo el cocinero’el hotel y qu’el frio las haba puesto como picdra. El tiempo se me pasaba despasito, no me puedo'Ividar, esperando que apareciera el inglés. Cada vez. estaba més priocupao y me acordaba angustiao de lo que me habia dicho cuando se fue: “esperdme hhasta la misma hora de maiiana y si pa’entonces no hi vuelto baja noms, ‘No lo permita Dios pensabs, pero s’hizo la tarde y el inglés no volvia. n las cuatro, en el relé que me habia dao que trajera el _gerente pa’ medir los tiempos, empecé a poner en orden el bendito, a cerrarlo el viento. Querfa dejarlo jas mulas de montar y le até los armeses a las de: ‘a bajar apurando a los animales. Cuando Hlegué a ese lugar Ilamao ahora Confluencia, que le conté, donde sigue derechito, desaté las mulas y Jas arrié que se fueran solitas pa’las casas, ast"ba més aliviao y Inillersfo = animst de ila, equine de monta a Exmcuis me apié y por la cara ‘divinaban que algo habia pasao. Dentramos al ‘comedor y les conté todo lo mejor que pude mientras me daban de comer, y les contestaba, medio atorao, las priguntas que podia. Cuando ya no me El viejo resopl6 acordandose del ~ Me ricordé con el sol alto y fui a vyerm’en su cuarto. Yo hice memoria que no la’bfa visto anoche a la mujer, inte y yo estaba medio abombao. Subf y m’hizo pasar y Me fijé que sobre ntaos me dijo, en una c el sefior con que fuiste a la montafia volverd, Dios quiera que asi dale esta carta y si no quemala”. Yo la miré estrafiao y si conozco a nadies y me dice’ corazén que puedo confiar en vos”. Me agurré eso en la frente y me despidi6, Estaba Horando. xy me fui, El gerente me dié franco el dfa y anduve dando vueltas pensando ‘en todas estas cosas que me pasaban, y créyame que las hi seguido pensando toda la vida por eso las tengo tan fresquitas. Esa tarde Ia francesa se fue en el Trasandino. Pasaron tres © cuatro dias y Ia patrulla‘e rescate volvi6 diciendo que habfan buscao en todas las hoyadas y cuestas y los lugares por donde podia haber andado el inglés pero no encontraron ni rastro.BI tiempo arriba segufa descompuesto y el fifo y el viento cada dfa si habfa puesto pior, ya era Viento Blanco. Todos los pieses y las manos medio helaos. Crefan que a estas horas el inglés ya era difunto, vaya’saber donde. ~Asf fue como pasé ~me dijo el viejo haciendo una pausa,— nunca lo encontraron y mire qu’en todos estos afios han subido muchfsimos al espanol, castellano jersey a panto, Cums... ‘Aconcagua y casi todos por el acarreo, por ese lao que se llama La Canaleta qu’es por donde se tiene que haber ido el inglés, dicen. Es un misterio, rmunca se va'saber qué pas6. Después de un silencio me animé a preguntarle: =LY la carta, la quem6?- sentf su mirada. “No, no la quemé, la guardé y una vez que sub/ a Plaza ‘e Mulas, como al aito, con unos andinistas y tuve qu’ esperarlos, igual que al inglés, la 16 del sobre y la rompi en mil pedacitos y los tiré que se los Hevara el rensando que alguno le caerfa un dfa al inglés difunto en aquella inmensida. Cref que la viuda estarfa mejor cumplida ast. ‘Se le aguaron los ojos al viejo y se callé; después, con un esfuerzo se paré, fue hasta un aparador y volvié con una caja de lata de aquel olvidado té Mazawatte, la dejé sobre fa mesa y fa abri6 sacando la hermosa petaca de plata enfundada en cuero de pecari Es aquella que me dié el inglés, aquf se va’ perder cuando me muera, ‘ya voy pa’ los ochenta, llévela usté en pago por lo que va' escribir. Yo se ia recibf sin decir nada, noté lo bien cuidada, el metal brufiido y el cuero lubricado, no pareefa que habfan pasado sesenta aftos desde aque! dia en Plaza de Mulas, cuando se la dié el inglés como una despedida, quedé pensando. El lencio y luego, sacando un sobre, que el tiempo habia a rde que se femenina, ya de color sepia: “& mon foutre chéri El viejo tome delicadamente el sobre, levanté la pava y lo puso sobre Ialama del Primus que fo devor6 con un instanténeo Tamarazo, después me toms de un brazo y me Hevé hacia la ventana que daba al poniente. Bs la hora~ dijo. EI Tolosa era una mole oscura contra el ciclo que se apagaba a su espalda; me sefialé una figura parada en medio del puente, una silueta espigada, clegante, de negro, a la que una réfaga de la brisa vespertina le hizo flamear los faldones del frac. a, lef en una letra muy 44 i Exmauts Han pasado treinta y seis afios, pronto tendré la edad de aquel viejo || Trasandino y del Puente del Inca; hoy miré en un ieca la petaca del inglés, del Futre”, y decid ‘Mendoza, junio del 2002 ‘pute: personaje del folclor mendocinos imalanente en la mona y nunca se fo enconte; so 4 4 | | de El secreto de la Casilda y el Donato Por aquel entonces no habfan tantas fincas que le mermaran el agua y el arroyo pasaba cargadito. Cuando uno se acercaba se ofa su rezongo de hacer rodar las piedras en el fondo. Desde Las Compuertas venta sombreado de sauces por las dos orillas, trayendo el agua fresquita que daba gusto. ‘Champas' rosadas, donde se asentaban a chupar las abejas, festoneaban los bordes entre las raices desnudadas de los enormes drboles que se trenzaban como viborones a flor del agua clara. ‘Se cruzaba por un rollizo delgadén, de lamo, afirmado a un palmo de la corriente en las champas, y habia que sujetarse de un varillén més alto colgado con alambres a unas ramas. Habfa que pasar medio ligero, pero no tanto, porque el rollizo se cimbraba y el varill6n apenas si servia para rio, tocdndolo nornés. Pero, con ser mis bien correntoso, ccruzar a pata si se sabia hacer pie en las piedras firmes del fondo y se agarraba de un manojo de ramitas colgantes de los sauces. La vez pasada se llev6 un chancho grande y lo encontraron de tapén en el comparto de los Pachecos, y hace tiempo se arrastré un temnero que quedé dando vueltas, hinchado, en el salto de la finca de don Belizén, ¥ cuentan también que a al 10 se supo llevar el arroyo alguna vez. Ahora ya no es ni sombra, pero entonces haba que respetarlo al Yaucha. El rancho quedaba cerca del arroyo, a unos veinte pasos, més no, En rida y recién regada, frente al corredor, debajo de un jcoteaban a la sombra unas gallinas las migas que cayeron cuando "hampas:raigambres 2 flor de deca Cursos. Ja Casilda sacudi6 el mantel. Eran como diez o doce contando el gallo que las vigilaba muy susefior?, La mujer estaba doblando el gastado pafio cuando noté que, primero el gallo y después las Ievantaban el cogote y miraban de costado paral lado del arroyo. BIS cempezé a grufir desde Ia cocina y aparecié al trote para fa pasada, Ella también miré esperandlo ver divisaba a nadie. En eso el cuzco" empez6 a ladrar y dio una carrerita corta hacia el arroyo, a medio camino se paré al lado del horno y se puso a ladar con ganas, Se oy6 un soplido de caballo medio apagado por la pero nada mds. Por el lado det arroyo era raro que se allegara alguien, por ral lo hacfan del otro, desde Jas casas, donde se anunciaban para -ontratistas, Por all, donde el arroyo doblaba, habia puente de que dejar instalados a los peones con familia que se quedaban cuidando la hacienda durante la temporada de pastaje. En las casas tampoco quedaba gente, todos se habfan vuelto a la ciudad aprovechando la salida del patr6n. into, e! Donato, un cotudo* de edad incerta que no sabia hablar, que cuidaba los perros, regaba las plantas, cebaba mate a Jos patrones y alguna que otra cosa més. Pero eso sf, se la pasaba mironeando por todos lados como cuzco regal Enel rancho, en una cunita de mimbre fino que habia tejido el Ponciano, dormfa satisfecho después de mamar ‘de los contratistas. Todavia estaba morito’, pero el marido le ha ‘su mujer que lo iban a acristianar no bien bajara de la cot Fyasetion: orond > quien: perro chivo de raza indefnida, + Yetanada: tiempo de novierabee a abril de pastaje en campos eorlleranos, i que tiene cota @ baci. forita; nite que win no ha sido batizado, 50 [BL secero DEA Casiupa ¥ et. DONATO La Casilda sinti6 miedo. ,Quién andarfa por ese lado que no se haba dejado ver ya? Y acaballo; se ve que aba las manos para Todo esto lo pensé Ia Casilda en un santiamén, Apret6 el mantel y {junt6 tas manos contra su pecho y retrocedi6 un paso hasta quedar junto al pilar del corredor, como buscando un amparo. Sintié la garganta seca, pero, no sabiendo qué hacer, con tun esfuerzo atin6 a preguntar en voz alta i Qué se le anda ofreciendo?— Nadie contest6, El Sultan seguia ladrando furioso, ahora desde Ia orilla del arroyo, mirando quién sabe qué. Pas6 un rato que a fa mujer una etemidad, Algo se movid y la figura de un hombre se dil lado de la pasada, medio oculta por el ramaje que colgaba d ‘Tena un brazo apoyado en el tronco del arbol, el otro en Ja cintura, y una pierna descansando, con el pie cruzado, dando la impresién del que espera tranguilo, sin apuro. 4Quién anda ahf?— levanté la voz la Casilda sin pensarlo, sorprendiéndose de su propia voz. ‘Traté de distinguir mejor la silucta del hombre, pero el resplandor de la resolana, entre la casa y el arroyo, se lo impedfa. La sombra se movié un poco y se oy6 tna vor. pausada, salamera, qu iacerle dafio, soy un amigo. sin hacer caso, lasombra. ~iMentira, no lo conozco!, jno se atreva!~ grité medio ahogada la moza. El hombre hizo ademén de poner un pie en el palo y se agarré del otro. ~iNo cruce!~ grité la mujer. El visitante se movi6 y puso el otro pie en el palo. La Casilda se sintis paralizada, se Hev6 las manos a la boca y ahog6 un grito soltando ef maintel 31 Custos... ‘que cay6 al suelo y parecié fa sefial para que saliera corriendo hacia el interior del rancho a abrazar a la guagua’ dormida, Pero algo la hizo detenerse en la puerta, se contuvo, miré a la figura que se cimbraba casi en Ja mitad de la pasada y una furia felina de hembra acosada crisp su carne. Sintié un fevo que le recorrié la espalda y todo su cuerpo joven se tens6. Dio tun salto hacia delante y lanz6 un grito ronco: Jas dos manos el desbrasador* que el Ponciano i6 su desesperada carrera hacia el bulto que se habia quedado parado a ‘medio cruzar. Al llegar al arroyo, la Casilda aleanz6 a distinguir las facciones esquinadas? del hombre. El miedo la estremeci6 cuando sintié clavados en Ios suyos es0s ojos negros, billantes, ansiosos, y la sonrisa estépica,lasciva, ‘mostrando unos dientes separados y manchados de tabaco que asomaban detrés del bigote renegrido y cerdoso. Fl desconocido dejé escuchar un ‘gruifido de risita apagada y amagé apurar el paso, estirando un brazo hacia delante con Ja mano abierta y manteniendo la otra en el varill6n. La joven iiujer afirmé sus pies desmucios en las champas y empez6 a tirar chuzazos con el desbrasador, pero sin tocarlo, gritando: —jFuera, fuera!~ mientras el cuzco ia sus pies ladraba enloquecide. El chino, con 1a mano libre, le atrapé el extremo tiznado del palo y acompafié el movimiento que le impulsaba la mujer, exclamando: —jAsi me gustan las potrancas!— pero se callé de golpe y los ojos se te redondearon de sorpresa al sentir que perdfa el equilibrio. Solt6 ta chuza y tiré unos manotazos al aire. La chalina blanca que traia colgada del hombro se le resbal6 y fue a parar al agua. mathaya!~ grité el hombre con rabia. La Casilda aprovech6 la ocasién y le apret6 el palo en el medio del pecho, empujando con todas sus fuerzas. Si de ese cuerpoa través de la madera una sensaci6n repulsiva la invadi6, El hombre se solt6 *Guagua: vor quiches de nene o nens, 1170, sas del homo, de ten oscar, de bea eslofa | BL secesto ne 1A Casita y et. Donato del varill6n alto de la pasada y se aferr6 con as dos manos al estorbo que lo pechaba y al instante la joven lo solt6 y ahf vino cuando el intruso se fue de cespaldas al arroyo agarrado al desbrasador gritando un: jJuna gran perra!~ que no alcanz6 a terminat porque ya tuvo la a de agua. '¢ vio un chapaleo de brazos y piernas tratando de encontrar apoyo, arroyo no le daba tiempo y lo arrastt6 noms, a los tumbos, por st 0 piedroso, La Casilda miraba paralizada ese mufieco que alos manotones desesperados se iba alejando. El perro salié disparado a los ladridos por la orilla y poco a poco se fueron borrando hasta que sélo quedé cl rodar sordo del arroyo. La mujer tuvo un momento de vacilaci6n, luego, como despertando de una pesadilla, corri6 al rancho, se encerr6, trancé las puertas, cerré los amargo en la boca, Se artodill6 junto al hijito dormido, se cubrié la cara con para no despertarlo, 6 e1 Donato trayendo el desbrasador y Io dejé con cuidado junto al homo, La Casilda lo miré sorprendida tratando de adivinar en los ojos perrunos del opa alguna sefial, Pero el Donato le sostenfa la mirada mansamente y al cabo de un rato, con ‘una media sonrisa, le dio la espalda y se fue. ‘Ala semana, entre gran alboroto de perros y aspavientos del Donato, llegaron a las casas el patrén y ef Ponciano. La Casilda los salié a recibir con Ja cara luminosa y arrebolada, sintiendo que la tranquilidad volvia a su corazén, Llegada Ia oraci6n, sentado en el corredor, mientras saboreaba con placer el mate que Je cebaba su mujer, el Ponciano Je conté un sucedido en el viaje: 53 Comers... —Dese cuenta que estabamos en el puquio" de la Cafiada Honda, ya rao”? se animé a preguntar. .0~. Bra un deafuera; dijeron que habfa andao averiguando vida y milagro de los de por aqui, alegando que buscaba un pariente que le debfa plata de unos animales. Parece que venia del Sur; ‘montabaun lobuno oscuro que debié volverse a su querencia porque nadies Jo volvié a ver. Se ve que el hombre no era conocedor del arroyo; vaya a saber qué quiso andar haciendo que se lo Hevé agua. ‘La mujer escuché callada, no agreg6 nada més y se levant6 a ver al nifiito que oportunamente empez6 a llorar. La tarde del bautizo, dias después, a punto de salir para la Capilla de Aguanda, alguien ech6 de menos al Donato y pregunts por él. Ene: sorpren idos, lo vieron llegar a los bufiditos, como s6lo sabia hacer cuando estaba contento; venfa muy garifo'* con una chalina blanca que Je ocultaba elcoto. Alllegar ala americana, que el patrn habfa prestado para la ocasién, jinto al Ponciano, y miré con termura, con esos: ¥y al nifio y pas6 Ta mano suaveme! chalina, Después, de un brinco, haciendo estribo en la rueda se subié a la caja de atrés y se acomods para iral bamtizo. primavera de 1996 agua de nego. i Lapiscoira En el distrito.de Villa Seca to’os conocfan a los Tobares, gente trabajadora y decente, de buena familia por las dos puntas, pero medio venida a menos ahora. Habjan tenido cinco hijos varones y los cinco ya se les habfan yido, unos pa’la capital, otros a Mendoza y el tltimo andaba ppionando en la sidrera de Vista Flores por ver de juntar unos pesos y seguirle {os pasos a los hermanos. El viejo Silverio pensaba qu’ eran unos descarifiaos, pero la madre, dofia enotro lao porque agt y vivia pendiente de sus vi {es iba pasando la vida a los Tobares, sin apuro, sacando tener qu’echar el quilo, sosegaos y modestos. No falté les dijera, en una ocasién, que hubiera sido mejor tener alguna hija mujer en ugar de tanto muchacho ingrato, as{ ahora tendrian quien los cuide pa’ cuando Jguen a viejos, prontito només. Ellos también lo habfan pensao, cada cual pa’sus adentros. Era la volunté de Dios, decfan YY vean Io que son las cosas: ya iba pa’cuarentona larga la pareja cuando un buen dfa la mujer, a la hora del mate, a la tardeci marido, medio como no qu —Antiyer cuando até el sulqui pa’ dir al abasto’el vasco Crisanto Garay me arrimé, de pasada, por el rancho de dofia Medanra, la curandera y ‘comadrona de Campo’e los Andes. Le fui'hacer una consulta por unas dolamas' que no se m'iban ni con boldo ni manzanilla y hasta habfa probao con untosinsal’. Figuresé, don Silverio, que no fue mas que verme e6mo chaque, doleacias, mal 1 unto de grasa de cerdo, injunia, asda en Ia farmacopes popular campers 37 Cuextos... bajé’cl sulqui y crucé el guardapatio, que ya desde’| corredor la Medaura me atajé diciendo: "Yo s6 a qué hai venido la Pilar, venga pa’dentro que le sobe la panza”. Al rato, dispués qu’ hizo las sobas y toqueteos, me largé de sopetén: “Usté'std grucsa’ m’hija, y va como de tres meses, creyamé”. Yo ‘me quedé pasmada y le porfié que hacfa més de tres afios que no me venfa el mes, pero ella dijo qu’eso no importaba, que a veces lo mismo pasaba, aya uno y sepa por qué. Y me cont de un caso que le tocé una vez, jempo atrds, que la vinieron a buscar de Tupungato. Bra de no crer, se llamaba Eduviges la mujer, se acuerda patente, tenfa cincuent’aios, ni jiera era casada, tuvo familia lo mas bien. Fue muy mentao en aquellos tiempos. La Pilar se tomé un respiro y sigui6: i6 que vuelva si siento algo raro y de no ella va'venir ef mes que viene a ver como sigo, Iverio habia estao mudo escuchando, con los ojos como el dos ojos de lagrimas, no se como dicen gu’es la ditima hija mujer, tardia, de padres viejos. Y asf fue noms, y de yapa la guagua' llegé a los siete meses. No se habfan equivocao Jos lechuzones”. Bra chiquita y arrugada, peluda y fierita y no pesarfa ms de quilo y medio, dijo doa Medaura cuando la recibi6. Otros que no fueran creyentes I’habrfan botao. Pa’ pior la madre no la puco amamanta, asf que le buscaron un’ama de leche que no fue féci La riscoma ‘rompuda, con todo de buen semblante 1a mujer. Tenfa un rorro como dé des ali! y con unos ofitos claros como el vasco. Vaya saber ‘uno i6 que al afo lama no pudo seguir déndole pecho a la piscoira, no le bajé mas, y dofia Medaura entonces aconsejé que le dieran leche de burra, del apoyo® qu’es més sustanciosa, y algunos purecitos de verduras endulzaos con miel y fratas de carozo de Ia estacidn en compotas. ‘Cuando la eriatura aleanz6 ya més de dieciocho meses dofia ‘que habia que acristianarla, que ya no podta seguir estando mot the d'infiel y de animal, no fuera’ser qu’encima .. Los padrinos fueron la Medauta y el no de los dos era santo de su devocién, dijo el cura de La Consulta donde levaron a la niita pa’l +» ¥ daba sus razones: la madrina por curandera y el padrino por ojo alegre. Pero unos potes de arrope yun jamoncito desgtiesao que le arrimaron los padrinos convencieron al hombre pa’que olvidara esos pecaos y asi fue que Yacristianaron y fe pusieron Milagro por todas fas que habfa pasao la pobrecita. Pero no estaba todo dicho {qu’esperanza! Cuando la Milagrito tenia como cuatro affos fue aque! temblor fuertisimo del afio del centenario, all las casas del poblao qu’ eran todas de adobe fentonces y las que no se cayeron quedaron muy dafiadas. Los Tobares ya se habfan recogido temprano, eran como las g nieron encima, iQuién dirfa! Pero miren lo que son las cosas: los pobres viejos hacfa poco ‘mandao’ hacer un cuarto’e quinc "8 guincha: dl quichas,constuecion de eats, v lados on bare 59 Cunntos. qued6 en pié del rancho y shi la encontraron a la Milagrito, su camita, en medio de unas cafias y unas varillas que babi techo. se mismo dia vino la Medaura y se la Hev6. rajuiio,en caido det La mujer, qu’era sola, vinda y sin hijos, cri6 con carifio'e madre a su ahijada. Viviaen un descampao, junto aun arroyito orllao de sauces, camino a Los Arboles, en un rancho de tres horcones que con las murallas de pirca!, bien trabada, de afuera y las de quincha de adentro hacfan cuatro cuattos corridos: del naciente, el vallesal poniente, la cordillera. Al frente un corredor sombriaba los cuartos y un parralito cubria parte del patio’ tierra, El techo eraa dos aguas, de rollizos, cafa y barro cubierto con pasta blancade cal y grasa, El primer cuarto era el de colgar y guardar los yuyos con las conanas'? y callanas" pa'los preparaos; cl segundo, la cocina, qu’era de te; en el tercero ‘vera de silla, y en un corral, unia majadita de cabras y chivos. No faltaba la ramada con la piecita pa’ los aperos y herramientas; més allé la estiladera!® ala sombra de un sauce al frescor del arroyo; el horno’e barro con su parva de jarilla y sarmientos; atras, contra el viento, el escusao y mds allé un i con batarazas ponedoras y pollos pa’la mesa. Ahi se crié la nifia, sustanciosos y verduras frescas; asaditos elegidos del abasto del vasco, pollos criaos con mafz majao y avena, chivitos y chancl orejones de todas clases, pasas y frutas de temporada; api", dul arequipa”, dulees de aleayota", membrillo, zapallo, durazno, higos y cuanta ° Aleayota: vor Indigena, calabaza de earne bros 60 La miscoma, fruta habfa; mermeladas, jaleas y arropes. Hasta de un. viejo algarrobo que los hacheros rispetaban porqu'eta sagrao, decfan, la Medaura recogia algarrobas y hacfa patay”, afiapa y aloja*. De mafiana temprano, la leche de la cosecha el vasco les trafa una cubita de vino patero™, licoroso como vvino'e misa, que les alcanzaba pa’ todo el afio. El aire puro del campo y el euidao carifioso de su madrina hicieron jada, Nadics dirfa’ hora qu’era la misma piscoira sto verla tan rosagante y vivaracha. A la Medaura se le cafa el indo alguien la ponderaba. Lo cierto es que Ja muchachita ya sabia ‘hacer de todo porqu’ era muy alvertida y bien dispuesta y has la que fe curé laculebrill al cacique Culies, jento, que la conocié a la dofia, dicen. El salvaje, agradecido, nunca dejé que sus indios de lanza maloquiaran por estos pagos y sélo legaba de las tolderfas alguna chusma mansa a cambatachar, en las polperias de por aqui, pieles de zorros, chifies, cuyes, liebres maras y plumas de choiques, por agua asf era pues que la Medaura y la Milagro sabfan ‘querer dentrarel sol, a la hora que las plantas se duermen, a juntar, como es iyuyo, cedrén, charnta, genciana, chipica; cortezas de chafiar, mé enebro; semillas de hinojo, de mastuerzo; sumidades de tomillo, orégano, borraja, romero; tallitos de carqueja, es} muchisimas plantas més que la mentada curandera conocfa y T’ensefiaba’ la pero: vino casero de was 2 fal eel, euferasma de baba, salva, Cumvros.. nifia. Nunca cortaban de mds, lo lo necesario pa’ los preparaos qu’ iban 2 trampas, p*hacer tos. La Medaura, como hi de toditas partes, hasta de la ciudé "prendiendo, escuchando y mirando y, je daba las razones que tenia pa’ conocer ese mal y q fue a quebrar mano santa lac ispués a curar envaros y reumas. ;Tenfa una igui6 hasta grande, llegando a ser, ademés de curandera y comadrona como su madrina, muy renombrada compositorsé, cosa que aprendis solita despaletando y mancando chives pa’ componerlos, dispués. Una vez, cuentan, hasta descoyunt6 un temnero y ya lo daban por nuerto cuando en los momentos lo dej6 compuesto y saliétrotando el animal, iBieran visto! La muchachita supo ira Ia escuela’ delantada porque aprendié a ler en la casa, con dofia Medaura qu’ era muy leida, Estaba por cumplir seis aiios pero la méestra I’anoté con los de ocho. ‘Todos los dias iba a l’escuela, que en la overa qu’era blanda’e boca gro habfa salido bien de a caballo, ;Daba gusto verla galopiar con sudelantalcito blanco tabliao con un gran mofio atrés y su bolsita de cretona ‘con Ja pizarrita, las tizas de colores y la esponjita! En cl iltimo grado fue Mabanderada y dijo el discurso de fin de afio con autoridades y todo. Dofia Medavra Horaba a moco tendido en Ia fiesta, se acuerdan, y las llenaron de’ logios a las dos.. {Lo bien que se lo merecfan! Dispués vino la Escuela Normal, en Tunuyén, donde tenia que viajar a Milagro, me decian, todos los dias en la mensajerfa que venfa de Tupungato, por la mafiana, y se volvia por la tarde. Era un viaje muy sacrificao, en 1pos, zangolotidndose por una giiella piedregosa que por shi rales de médanos qu’eran pura polvadera, La muchacha illo: ehieo travieso, vivaraco. compositor: componeder de luxacioes y fracturas. cy La piscoma se aguant6 sin chistar. los cuatro afios hasta salir de méestra. Y lo bien contenta que los pasé porqu’era muy aplicada y juiciosa, Dicon que Vanduvieron ronciando” algunos mozos guapos y de buen pasar, siendo faba empezando a querer estar en eda de merecer y se habia caso porque tenfa sus miras puestas en otro lao, En la Escuela Normal también sali6 abanderada y se recibié'con el diploma di honor. La gente se acuerda que, cuando se lo centregaron, Ia pobre Medat taba sentada en la primera fila, se aug6 de tantos pucheros y frunci ligrimas y tuvieron que ausitiarla con unos traguitos de ferné que le quedaron gustando y pidié més. D’esa vez empez6 a ponerle unas gotitas en algunos preparac Ese mismo verano, pa’ la Noche Buena, las dos mujeres qu’eran muy ‘devotas, ataron el sulqui temprano y se costiaron™ pa’ Tunuysin, a la Misa’el Cuando ya venfan de vuelta, por esas oscuranas, al trotecito del viejo gro se animé a pedirle la bendicién a su madrina pa’que la dejara dirse a los Buenos Aires a sé estudiando, ahora pa’ médica, queria ser dotorala muchacha. A la Meds se le tiene que haber hecho un nudo en la garganta y haber estao a punto'e {que le diera un soponcio”. Pero queria tanto a su ahijada, como si fuera la hija que tanto desié y no tuvo, que no quiso ni pensar que s'iba quedar sola su alma ojala que ya estaba entrando en afios. Se trag6 los lagrimones que Je corrfan por la cara y le mojaban la mantilla y con voz. ronea y cortada le dijo: ={Qu’el Tata Dios y la Virgen te acompatien hija junto con mi bendicién!—¥ Pabrazé juert. ‘Arreglaron las cosas, dejaron una casera, y se tomaron el énibu pa'la ciudé y dispués el tren pa’la capital. Doria Med: vaba una carta de recomendacién del pérroco’e Tunuyén que hact gorda de qu’era curandera porque I’estaba tan agradecido’ e que le habia curao ‘yonciander de roncear,rondar, pretender enarora. 2 ontaron: costearon, de coset, (onus el trabelo o la molestia para complacer a alguien, foponcto: vahldo, desmayo. 683 Cussr0s los parisitos y otra vez las verrugas, cosa que no habja lograo ni dotor. La carta cra pa’ las monjitas de Maria" usiliadora, donde lar ny Ie dieron pensién a la Milagro y como estaban neces \dora pa'l colegio la nombraron ahi només. Prontito la muchacha s’hizo querer por las monjitas y empez6 a medicarles sus remedios caseros y aensefiarles las comidas de sus pagos. La Medaura se habfa vuelto con ‘el coraz6n estrujao pero contenta de saber que su abijada quedaba en tan buenas manos, D’entonces no supe bien qué pas6: la Milagro, cada vez mds linda venta unos dias pa'julio y en las vacaciones de verano. Se las pasaba ‘gozando del campo y contando de la vida'purona y rezonguera qui la gente de la capital; y de las cosas que aprendia en la Fact Medecina. M’enteré qu'en los primeros tiempos la miraron medio esquinao porqu’era la vinica mujer, creo que la primera, jsi seran! Pero se fueron acostumbrando y aprendieron a rispetarla por ser buena compaiera y la ms estudiosa. El tiempo pas6 volando y cuando menos quisieron acordar e médica dotora y le dieron la medalla de oro qu’ loma y la medalla. Se habfa mandao hacer, como la ciudd, un ves uquete pa'la ocasién. Dicen qu’entré a la funcién mas priparada, esta vez, pa'no tirarse un planchén dela desconocida que con seguridé eran todos portefios agua’el chancho, que gustan mofarse de los del interior, jhabrase visto! Asf qu’en cuanto se sent6, sacé con disimulo de la cartera, pa'entonarse, una petaquita con ferné, regalo del vasco Crisanto, y se mand6 unos taquitos tapandosé con jo. ;Ahora que salga només la Milagro a lucirse que su madrina no se va’desgonzar, ;ve oh! Dias més tarde dofia Medaura y su ahijada se volvieron pa’ Mendoza, en un camarote del G.0.A.» No si hallaban en la capital, Las monjitas SGLOAS figlos del Ferrocerl Gran Oeste Argentino 64 La riscomra, fueron en tropel a desp: Tas m campana. ;Tanto carifio se merecido que lo tenfa! Ja Milagro junto con el titulo; y to bien Se fueron al antiguo rancho de Campo'e los Andes que ahora tenfa varios cetantos: bafio instalao, agua corriente y luzelétrica. Para esa época se muri6 el rosillo que ya se estaba queriendo pasar de viejo el pobre, y fue ‘cuando sucedié aquello; paren Ja oreja: Un par de piones, que les mand6 el vasco Crisanto, se llevaron, en una rastra, al animal hasta el pie del algarrobo donde la Medaura mandé hacer el pozo pa'enterrarlo, Al mediodfa la Milagro se acomidié y les trajo una fuentada de mazamorra con caldo caliente, unas tortas con chicharrones y ‘una jarrita’e vino. Los hombres comieron como mudos y vaci ‘Cuando ya’ staban por seguir cavando a la Medaura le dio listima del trabajo tan pesao y los despach6 hasta el otro dfa. Agradecidos se fucron los piones y las mujeres se quedaron tn rato, sentadas a la sombra, en los raigones del viejo algarrobo. Como velando al alvirti6 unas pitito volando al fondo’el pozo. Se arrimé a ci picotiaban una redondela qu’estaba como pegad: su madrina pa’que mirara cosa tan rara, Al-rato, cuando las pititorras se ‘cansaron de picotiar sin moverla'la redondela, fa Medaura empez6 a ponerse pélida y a resollar cada vez con més ganas. Milagro que no __ Y sin esperar se sent6 en el borde'l pozo y se descolgs pa’deatro. Ahi només se puso a escarbar a dos manos alrededor de la redondela. La Milagro bajé y se puso’ayudarla, Salié una botija’e barro cocido sellada con cera de abeja. Les costé sacarla, era muy pesada. Volvieron a tapar pittora pljro pequefo may comin y abundante en Mendora 65 Cums... el hoyo con tierra bien apretada cosa que no se notara. En una chalina doblada pusieron la botija que serfa como de tres cuatro itros y pesaba més de cuarenta quilos y una de cada punta cargaron el bulto y se fueron resoplando al rancho. Sobre la mesa de la cocina, con un cuchillo, consiguieron destapar la botija y cayeron una punta’e monedas de oro. Las mujeres se miraron sin saber qué decir, se haban quedao pasmadas. La Medaura se despabilé primero y corr puertas y cerrar Ios postigos y poner pasadores, pero antes mandé agro que soltara jeron a vaciar la botija y contar las I setecientos cincuenta y tantos. Hicieron cien montoncitos, itas. Las dos mujeres no podfan crer lo qu’estaba ilo con valeriana y la Medaura lagro quiso saber c6mo haba sospechao eso de la botija enterrada. Sepa m’hija, ~cont6 la mujer— qu'era costumbre en Ios tiempos di antes, cuando no habfa bancos ni lugar siguro pa’ guardar la plata y otras cosas valiosas, que algunos escondfan, en esto qu’en Mendoza aman entierro, sus tesoros, siempre en una botija’e barro cocido tapada con cera, no s"estropea bajo la tierra. En otros laos le aman tapao o botija només. Esta qu’himos encontrao vaya’ saber de quién habré sido, no tiene rastro ni sefial y este lugar no hai tenido otros duefios que no fueran mis agtielos que tenfan aqui un puesto y el gobierno se los dio en propiedé por haberlo’ cupao tantos afios y por haber tenido a raya a los indios de Culicé gracias a las ‘curaciones de dofia Encamaci6n. Yo tengo los papeles firmaos y sellaos por un escribano’e la presidencia’e Sarmiento por nacionales en ese’ntonces. Vamos a consultarlo, con discrecién al vasco Garay que tiene un hijo abogao pa’ que nos diga qué debimos hacer. smés fue, dispués de muchos ires y venires, dofia Medaura ‘como duefia del entierro, que fue a parar ala capital, al ‘que se lo cambié por mAs de cuatrocientos mil délares de ahora qu’en esa época era muchisima plata. Pero la riqueza no les cambié la vida a las mujeres: dofia Medaura s6lo se mandé hacer una 66 La mscoma casa'e material con todas las comodidades, estilo rancho, decia, pero conscrv6 el viejo, de pirea, pa'los preparaos de curandera y tener donde recibira la gente que la buscaba, oficio que no dejé nunca. También hizo cerear el campo que habia sido el puesto’e los agiclos pa’tener su criadero’e yuyos, plantas y drboles bien cuidao, y ha que mandé buscar en otros laos y que se daban bien aqut. La primero, siguid estudiando y se dotor6 en los Estaos Unidos, en la univ nds destacada d'esos pagos: Jarva se llama, donde presents una tesi de las plantas medicinales que le valié el premio'e I" Academia de Cencias Médicas. Dofia Medaura qu‘era corajuda como corazén y se fue pa’ la ca en tun correo que llevaba premio. El viaje en ari! quer serenito pero por éhi se metfan en unos pozos di aire y daban unos con el Jestis en fa boca. Todo el viaje se lo passé barquinazos que la afiitos, y otras con todas las autoridades; iban todos vestidos con sotanas yun sombrerito rarisimo con una borla colgando, y la Milagro también. jCosa’e gringos digo yo! Cuando la linda y famosa dotora volvi6, por aqui eran los tiempos de la rivolucién de los milicos que voltié al Peludo Yrigoyen y de yapa estaba la crisi mondial que también castigaba al pais. La Medaura fe habia guardao a su ahijada la mité’e la plata del entierto en moneda fuerte y asi pudo mandar edificar ese Intituto d’ Investigaciones de Fitomedicamentos que ya se hai hecho conocido en todo el mundo y le sobré pa’yudar a estudiar, afios mis tarde a més di uno de los nietos de aquellos lechuzones... iMirenlan a la Piscoira, quién hubiera imaginao! Agosto 2001 Lachina EI Ford me venia calentando y no sabia por qué. Antes de salir le habfa hecho revisar el agua y el aceite, ademas hacfa un frfo tremendo, seguro que iba ‘Cuando paré frente al palenque, al lado de la bomba de nafta, en el amos generales La Florida, pasando Chilecito, ya salfa vapor por las juntas y troneras del cap6. La tarde estaba entrando ‘apurada entre las dos luces de la oraci6n. En invierno oscurece ligero en el que levants con cuidado un lateral del cap6 y ayadado por una linterna mir6 adentro con seguridad de entendido. Tocé algo y me dijo: es la correa del ventilador {u'esté floja, parece gastada, mejor la cambia, no sea que lo deje por shi, y prontito va'helar. Esti bien, le contesté, también mirale el agua y el aceite y iename el tangue, yo estaré adentro, hace mucho fifo. ac Entré, cerré la puerta y debf esperar un rato para acostumbrarme a la penumbra del temptado lugar. Sent ra. cosas de almacén de campo: madera, cuero, grasa, gran lefia quemada y otros indefinidos pero inconfund salamandra parpadeaba el hornalla y su resplandor se agitaba, en io, sobre las tablas gastadas del piso. Enfrente todo un largo mostrador con los extremos ocupados con frascos, potes, tarros y vasijas, dejaba librada la parte central donde se acodaba un hombre de edad mediana de aspecto bonachén, A los costados, junto a cajones, bolsas y bordelesas, habfa unas pocas mesas y sillas, y en las paredes se adivinaba toda clase de herramientas y aperos colgados. La nica luz, temblorosa y amarillenta, venta de un candil de querosén sobre un cajén arriba del mostrador. 1 Cuentos. En una de las mesas, sentado de espaldas al candi emponchada y con un sombrero de ala ancha que le oscurecfa Ja cara me saludé al pasar con una vo7, pausada y grave: ~;Buenas noches lo acompafic!— me detuve a contestar el saludo: ~iBuenas noches sefior!~y obedeciendo a un impulso de mi profesién de viajante de comercio que sabe ganarse la confianza de la gente, agregué: ~{Me permite que lo invite a un trago? La noche esta firfa y los dos, estamos solos. ~Se agradece ~dijo la misma vor-, asientesé pero no me llame sefior, el Sefior esté en el cielo. Pedi ginebra al hombre del mostrador y trajo una limeta', casi Ilena, con dos vasos. No hizo ademfn de servir sino que espers que uno de Tos dos Io "Deel don Soriano —Le dij es larga y va'yelar. Don Soriano se fue, anadeando su corta y rolliza figura, sin agregar palabra, y se instal6 detrés de su most ‘Llené los vasos hasta colmarlos, como es costumbre, y dij: iA su salt YY me contests: —iA la suya y prosperidst. Después del segundo o tercer sorbo, en silencio, como para tener de qué hablar, coment ~Parece tranquilo el lugar 3n0? Silencio. Cref que no me habja ofdo porque tardé en contestar, se notaba que algtin recuerdo lo demoraba, Llené de nuevo los vasos y noté ‘que su mano izquierda, grande y nudosa, temblaba ligeramente. A pesar de la mezquina luz del candil, de cerca, se marcaban las facciones duras del hombre que acusaban esa edad incierta entre los 40 y los 60 del criollo curtido en el campo. ‘meta: botella de videio para gincbra nD | b t Lacuuna, ~iNo se vaya’ crer! large al final, no siempre fue asf. Aqui se cortfan ccuadreras los domingos, se jugaba a la taba y al truco y se guitarriaba. Habfa asao de costillas, locro y empanadas. ¥ corria el carlén patero*, El chinaje® se alborotaba y los guitarreros se turnaban pa'las cuecas, gatos, zambas y escondidos, y no le cuento las tonadas con cogollos*, Nadies faltaba. ;Y qué hablar del 25"e mayo y el 9 de julio! Todos salfan con sus mejores pilchas domingueras, y los animales bien tusaos, hucfan los aperos tachonaos de patacones y bolivianos. ;Daba gusto, ereyamé! Y sime disculpa voy a servirme otro trago, yo soy no me debe seguir porque tiene que manejar. Y ya qu’es de afuera y a mf se m'esté calentando el pico, le voy acontar una historia que ya la tengo contadaen otras ocasiones yy que fa seguiré contando mientras haiga quién m'escuche. Después de saborear un fargo trago empez6: ~Supo andar por estos pagos, cuarido mandaban los gansos*,un criollo gaucho Maidana, apadrinao por el dotor Cedelmiro Correa, caudillo polit

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