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Infección vírica
1. Introducción
Los virus son la causa más frecuente de infección en el paciente sometido a un trasplante de órgano
sólido. Su importancia se basa en su capacidad para producir una significativa morbi/mortalidad, un notable
incremento de la estancia hospitalaria y un aumento en los costes de atención del paciente trasplantado. En
la compleja interacción existente entre el órgano trasplantado, el tratamiento inmunosupresor y la respuesta
inmunológica frente a los virus, éstos últimos han demostrado favorecer la aparición de ciertas formas de
rechazo y disfunción del injerto, la facilitación de otras infecciones y la aparición de neoplasias.
La quimioterapia antivírica ha conocido un importante desarrollo en los últimos 10 años, de tal manera
que nuestras posibilidades actuales para tratar las infecciones producidas por virus en pacientes
inmunodeprimidos son mucho mayores en estos momentos. Asimismo, es probable, que en los próximos
años muchas infecciones víricas hasta ahora escasamente accesibles al tratamiento antivírico puedan ser
tratadas satisfactoriamente.
4. Otros virus
Los receptores de un trasplante de órgano sólido tienen un elevado riesgo de desarrollar infección
anogenital por papilomavirus. Asimismo tienen una incidencia mayor que la población inmunocompetente de
tumores de cérvix asociados a dichos virus. El tratamiento de las infecciones por papilomavirus consiste en
la aplicación local de podofilox. El uso de interferon a -2 intralesional ha demostrado ser también eficaz en
esa indicación. De manera anecdótica cidofovir, tanto en aplicación local como administrado por vía
intravenosa, ha sido ensayado en esta infección vírica.
Casos de leucoencefalopatía multifocal progresiva causada por el virus JC se han descrito en receptores
de un trasplante renal. Asimismo el virus BK se ha asociado con el desarrollo de cistitis hemorrágica y
estenosis ureteral en pacientes trasplantados. Cidofovir ha mostrado ser moderadamente eficaz en el
tratamiento de la infección por el virus JC en algunos pacientes con SIDA. No existe ninguna experiencia
sobre su utilización en pacientes trasplantados donde, además, el fármaco podría tener un perfil de
toxicidad muy desfavorable.
La infección por parvovirus B19 es rara en el paciente trasplantado. Sin embargo, existen descripciones
de casos aislados de neumonía, aplasia medular y hepatitis grave en receptores de trasplante hepático y
cardíaco. El tratamiento con dosis elevadas de inmunoglobulina ha demostrado ser eficaz en el tratamiento
de la anemia grave en pacientes infectados por el VIH. Se desconoce su eficacia en el tratamiento de la
infección por parvovirus B19 en otros órganos y específicamente en la población trasplantada.
En la Tabla 3 se resume el tratamiento en el paciente trasplantado de las infecciones víricas distintas de
las producidas por virus del grupo Herpes.