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300 MILLONES Picza en un prélogo y tres actos (el primero dividido en tres cuadros) de ROBERTO ARLT PERSONAJES Rocambole Hombre Cibico Hijo de la Patrona Reina Bizantina Griselda Galin Demonio Sirvienta Muerte Patrona Nifiera Cenicionta ‘Azucena Galancito Compadre Vulcano Capitan Marinero Rufién Honrade Lacayo 300 MILLONES, Se estrena el 17 de junlo de 1932, en el Teatro del Pueblo, que por entonces ocupa un pequefio local (que hhabja sido lecheria) en la calle Corrientes 465, y dirk ge Leénidas Barletta, En el reparto se encuentra ya la mayoria de Jos intérpretes més destacados que parti cipan a Io largo de la primera etapa del grupo ess nico. Intervienen: Hugo D’Evieri (Rocambole), Tito Rey (Hombre Cibico, Hijo de ta Patrona), ‘Anita Grinspun (Reina Bizantina, Griselda), Pascual’ Naces rati (Galan), Manuel Pombo (Demonio), Amelia Diaz (Sirvienta), Juan Eresky (Muerte), Margarita Brian (Patron, Nifiera), Chela Barletta’ (Cenicienta), Jose- fa Goldar (Azucena), José Alvarez (Galancito), José Petriz (Compadre Vuslcano), José Veneziani (Capitan), Roberto Kiernast (Marinero), Joaquin Pérez Fernandez (Rufién Honrado}, Victorio Genovesi (Lacayo). Esce- negrafia: Manuel Aguiar. Luces: Luis Zornisky. A MODO DE PROLOGO Siendo repérter policial del diario “Critica”! en el afio 1927 tuve, una mafiana del mes de septiembre, que hacer una crénica del suicidio de una sirvienta espaiio- la, soltera, de veinte aflos de edad, que se maté arro |indose bajo las ruedas de un tranvia que pasaba fren te a la puerta de la casa donde tabajaba, a las cinco de la madrugada. Llegué al lugar del hecho cuando el cuerpo despeda zado habia sido retirado de alli. Posiblemente no le bu biera dado ninguna importancia al suceso (en aquelia epoca vefa cadaveres casi todos los dias) si investiga- ciones que efectué posteriormente en Ia casa de Ia sui ida, no me hubieran proporcionailo dos detalles singu Jars. ‘Me manifests 1a duefia de casa que le noche en que la sirvienta maduré su suicidio, la eriada no durmis, Un examen ocular de Ia cama de Ja criada permitié establecer que la sirvienta no se habia acostado, supo- niéndose con todo fundamento que ella pasé Ia noche sentada en su batil * de inmigranta. (Hacia un aio que hhabia Hegado de Espafia,) Al salir la criada a Ja calle para arrojarse bajo el tranvia se olvidé de apagar le uz. La suma de estos detalles simples me produjo una impresién profund: Durante meses y meses caminé teniendo ante los ojos cl especticulo de una pobre muchacha triste, que sen- fda a Ia orilla de un basi, en wn cuartujo de paredes encaladas*, piensa en su destino sin esperanza, al amarilio resplandor de una lamparita de veinticinco Dufias. De esa obsesiGn, que legé a tener caracteres doloro 9s, nacié esta obra, que posiblemente nunca bubiera escrito de no haber mediado Leénidas Barletta. } ' i | | | | ‘Cuando Barletta organiz6 el “Teatro del Pueblo” me pPidié que colaborara con él escribiendo una obra para ‘su empresa, en la cual no creia nadie, incluso yo; pero ‘a pesar de todo, un dia me puse a trabajar en ella sin a menor esperanza de éxito. El estreno, las representaciones (alcanzan a treinta) Jo cual es casi un fendmeno en un teatro de arte como el'de Barletta, me han convencido ‘de que si técnica mente no he coustruido una obra perfecta, Ia dosis de humanidad y piedad que hay en ella Nega al pablico, conmoviéndolo por le pureza de su intencién. Roberto Arte PROLOGO Decoracién: Zona astral donde la imaginacin de los hombres fabrica con Iineas de fuerza los fantas- as que los acosan o recrean en sus suctios. Marco de caverna, més allé del cual se distingue una lanura de cobre blangueada por montafias, Cam: biantes Juces violetas Je prestan al penorama la s- quedad del desierto y Ia magia irreal de los escena. ios de fantasmagoria * Concilidbuto de fantasmas pueriles @ ingenuos. En primer término Rocambole en la estampa que 1 presentan los grabados de madera de las primeras ediciones Maucel? que aparecieron en Barcelona de Espaha. Tubo* gris, jaguet* negro, pantalin a cu dros endrinos* y blancos, prendido sobre el empeine det pie por trabittas que eruzan bajo 1a suela del cal- zato. Ldtigo de cochero* de punto bajo ef sobaco. Esta arbitrariedad explica la imaginacion del ilustra dor de cromos populares en Barcelona de Espaia. El picaro puede ser confundido con un empleado de se- guros, de pompas finebres 0 de asuntos judiciales. Representa cuarenta aos. Hombre Citbico: Tronco de caldera ctibica con dos paratelogramos por piernas. Un tridngulo equildtero sustituye la cabeza. Carece de brazos como todas las estructuras que idean los inventores de hominculos y hombres mecénicos. Raine Bicantina: Veinte afios, Insignificante, a se mejanca de las reinas de carnaval. Traje coludo en rojo mayor, y en ta cabeza un chirimbolo de carey* escarlata gite'es atribsto de las monarguias de car. nestolendas, e innumerables lentejuelas, stmbolo de tos esptendores de las reyectas. Galdn: Pinta cinica: smoking* y gardenia* en el jal, Bigotuctos de pedsrasta* y enjtundia de cémico fe legua, Demonio: Un truhdn* con capa mefistofética* como todos los diablejos de circo, cejas reglamenta- vias de arco, céteas* rojas 9 pantufias negras, mds encorvadas que ta proa de una piragua, Porra* de estopa® roja y gesto desaforado, 4 a ESCENA I ROCAMBOLE. — (ntrando por et costado dere- dem por et tado izquierdo.) Mi padre se olvids de poner- “SEEIRASBIZANTINA, — Bn aias como hoy, cuando era persona humana, me dolia el higado. ¢Ouién dic ria que pasaria luego a ser constructora de suelios? gROCAMBOLE. —'No; los Eonstructores son ellos, GALAN. — (Incorpordndose al grupo al tiempo que se limpia tos zapatos con tm golpe de pafuelo.) ‘Somos los fantasmas de sus suetios, DEMONIO. — (Que se hia sentado silenciosamen- te) jExprésese con més propiedad! Somos los pro- tagonistas de sus suefos. ROCAMBOLE, — No esta bien esa definicién. ;Re- resentamos los deseos del horabre! DEMONIO. — Existimos sin forma, como nubes, De pronto el deseo de un hombre nos atrapa y nos imprime su forma, HOMBRE CUBICO, — Estoy confundido. REINA BIZANTINA. — Usted nos confunde. DEMONIO. — Yo me entiendo. GALAN. — 2¥ qué nos importa que usted se entien- a, sino lo entendemos nosotros? HOMBRE CUBICO. — A ver... déjenme a mi, que soy de origen puramente cientifico. REINA BIZANTINA. — Ahora ine explico su forma grotesca, GALAN. — {No es correcto eso, sefiora! Es lo mis- mo que si el Hombre Cuibico le dijera a usted que es un mamarracho*, HOMBRE CUBICO. — Nosotros somos cies de ROCAMBOLE. — Eso, ‘mango de létigo... HOMBRE CUBICO. — En torno de estos ejes como ‘en torno de este mango de létigo se acumulan los sue- fios de los hombres. De manera que el eje se conser. » ejes de fuerza como este 12 be va independiente de su forma, como el vino del ba- il ‘GALAN. — Muy bien por el hombre caldera... HOMBRE CUBICO, — Si yo tuviera brazos le daba a usted: una leccién. ROCAMBOLE. — Esto les pasa a ustedes, que son aprendices de fantasmas, pero yo soy Rocarabole des SE gue tengo uso de intligencla ‘DEMONIO, — {Qué gracial... También a usted lo fabricd la imaginacion de un novelist, GALAN. — De cualquier modo, el hombre es escla uo de su sutio... Es decir, esclavo nuestro, Asi, yo Sntes de hacer este papel de galan hice el de pirata Shelancelico y degollador, Fue un chico gue después Brsucido porque la hija de la carbonera que era st ecma no queria escaparse con el en una barca de dro. Ast desta el chico. ROCAMBOLE.— Si empezamos a contar to que dl jeron los chicos y 1o gue cada sno ha sido, es historia be munca acabar HOMBRE CUBICO, — 2¥ a mi no me encuentran absurd? zA que no adivinan wstedes quién me ima- REINA BIZANTINA. — Algun calderero * loco. HOMBRE CUBICO. — Me ofende que me trate as No, no es um calderero rat padre, 1, sino un ge6- mneiia. Ouiere inventar un aparato de buzo* gue fesista todas las presiones submerinas. Ayer, para no irinis lejos, me convitis Ia cabeza en una eliptica despucs ene paralelogramo de fuer2as, hasta que Por fin me larg6 con este trdngalo por craneo DEMONIO, — Es desagradable semejante exlabe- HOMBE CUBICO. — Y vaya a saber en qué ter GALAN, — Realmente uno hace todos los papeles. REINA BIZANTINA. — Igual que los artistas, DEMONIO. — Que un dia son porteros. ROCAMBOLE, — Y otro generales GALAN. — 0 ‘emperadores. HOMBRE CUBICO, — Sin embargo, da gusto oftse bablar. REINA BIZANTINA. — Si por mf fuera me pasaria ol santo dia y Ia noche charlando. B GALAN. — (A le Reina Bicantina.) Usted como de costumbre... REINA BIZANTINA. — Si, a visitarlo a mi corredor de sardinas. . GALAN. — Ob, el hombre..., el hombre! REINA BIZANTINA. — Camina todo el dia. Sus botines parecen Ios dei Judio Errante?, Con su som- brero se podria instalar una graseria.Y este desarra. ado, que tiembla cuando el jefe le hace una observa idn, por la noche suefia qué es emperador de Bizen- ROCAMBOLE, — Debe ser entretenido. REINA BIZANTINA. — Es triste y fantéstico. Unas veces se imagina que le hace la guerra a los reyes de Europa, otras que... DEMONIO. — (AI Galdn.) ¢Y usted contintia con sa chica?. REINA BIZANTINA. — ¢¥ qué se hizo de la joro- badita?, GALAN. — La visito todas las noches. ROCAMBOLE. — ¢Bs cierto que es muy contra: hecha? GALAN, — Horrible y mala, Ademés de ser fea, es perversa. Tiene los dedos callosos y una verruga’ en Ia nariz. A pesar de su facha, estoy obligado a fingi me desesperadamente enamorado, al punto que no queda conforme sino me-arrodillo ante ella. Fijense gue vive en un cuarto infecto. Al presentarine debo decirle reglamentariamente asi: (Declama) “Amor mio, goudndo permitirés que mis labios cubran tus labios de besos?” HOMBRE CUBICO. — {Ohl... jOh1... TROCAMBOLE. — eFor qué exe disforme hace johl, GALAN, — Después Ie digo: “Querida mia, tu indi- ferencia me hiela el alma; deja que te estreche contra ‘mi pecho””. HOMBRE CUBICO, ~ jOn!... ;Oh!.. ROCAMBOLE. — ¢Por qué diablos hace joh!, oh! HOMBRE CUBICO. — Me gustaria estar en el papel del Galin. Es més divertido que pasarse las horas con tun geémetra imbécil. 4 REINA BIZANTINA, — Déjense de interrumpir us- tedes.... (AL Galdn.) @¥ ella que dive? GALAN. ~ Se retuerce las manos y me suplica que ame retire, que la madre me puede ver, y 10 curioso es {que es hniérfana; pero ella hace més sabrosa la come- dia diciéndome: “Querido, anda, andate antes que mami nos sorprenda" DEMONIO. — Interesante testa? GALAN. — Al Hegar a este punto, yo ya no tengo ‘que contestarle nada, sing tomarla duleemente de la eintara y HOMBRE CUBICO. — Ohl... jObl... Oh! (Estos joh! son ataridos ahora.) Yo quiero bacer el papel de Galén, aunque sea con una jorobada, REINA BIZANTINA, — (AI Hombre Citbico.) iQué fogoso es usted!... Sosiéguese, hombre. DEMONIO. ~ jJal jal ROCAMBOLE. — Caldera parece nuevo en negocios aci6n... GALAN. — Le regalo et papel HOMBRE CUBICO, — $i hace poco que soy fan tasma, ROCAMBOLE. — Ya se acostubrard. Aqui, como usted me ve, con esta galera cochambrosa* y pol aas* indecentes, he hecho el papel de marqués'y guro en una novela de cuarenta tomos, REINA BIZANTINA. — ;Cuarenta tomos, sefior Ro- ceabole? ROCAMBOLE. — (Quitdndose et sombrero.) Ni uno més, ni menos, que los escribi6 el muy Ineigne sefior Ponson du ‘Terrall® DEMONIO. — ;Cuarenta tomos!. GALAN. — 2¥ usted es siempre el personaje? ROCAMBOLE. — Soy siempre el mismo persons: je a través de distintos nombres. Una ver me llamo el Hombre Gris, otra el Marqués de Chamery, otras. HOMBRE CUBICO . — Ast sf que da gusto ser per: sonajel... ROCAMBOLE. — ¥ le he becho ganar millares y nillares de francos a mi petrén, l iustre sefior Pon- son du Tevvail HOMBRE CUBICO. — ;Cuarenta tomos! € usted qué le con: 6 ROCAMBOLE. — Que han lefdo todas las tenderas, modistillas y planchadoras del mundo, DEMONIO. — ¢¥ usted sefior Rocambole, sigue fiel a su sirvienta? ROCAMBOLE. — No merece ser sirvienta, sino gran sefiora. REINA BIZANTINA. — {Qué honor para ella! ROCAMBOLE. — Mi papel es facil y simpatico, aun. que ustedes duden HOMBRE CUBICO, — ;Cémo no le vamos a creer al personaje de cuarenta tomos! ROCAMBOLE. —~ Los hombres tienen una simpatia descomunal por los pilletes y bribones. GALAN. — Posiblemente porque en’ cada hombre hay un pillete REINA BIZANTINA, — Eso cae de bien como aceite a Ia ensalada, DEMONIO. — 0 anillo al dodo. . GALAN. — c¥ su papel cul es? ROCAMBOLE. — Cuando la sirvienta se acuesta, cansada de trabajar todo el dia, yo me acerco y Ie digo: “‘Seftorita, soy el Hombre de Negocios; vengo a comunicarle que ha heredado weinta millones”. REINA BIZANTINA, — ;Cudnto? ROCAMBOLE. — Me equivoqué. Son trescientos mi- ones. HOMBRE COBICO. — jPero es una barbaridadt ¢Por qué trescientos millones? ¢No podrian ser trein- ‘a mil pesos? 2 ROCAMBOLE.— Un ciudadano, pudiendo sofiar que hereda trescientos millones, se imagina que hereda tteints mil pesos, merece que Jo fusilen por la espalda, GALAN. — (4i Hombre Cuibico,) {Habla sido tace. fio usted, Caldera! Economiza hasta en los suefios. REINA BIZANTINA . — (Diplomdrica) No esti acostumbrado a sofiar ei amigo Caldera. i HOMBRE CUBICO. — Yo no quiero que me Namen | Caldera. REINA BIZANTINA. — Bueno, no se enoje; lo lle | ‘maremos Querubin *. HOMBRE CUBICO. — Ve, ese nombre me gusta... | DEMONIO. — En cambio, mi hombre es un chiqui- lin de catorce anos. Fi también, como los hombres de ustedes, me llama antes de dormir: Soy su demonic, = 16 ‘Me Hama asi, su “demonio". Estoy obligado a presen. tarme todas’ las noches y decirle: “Soy Lucifer ® pucdo concederte todos los poderes de la tierra. Eleji, ‘qué preferis ser: gel hombre mas lindo del mundo, el mas fuerte, el mas Sablo, el mas rico?” ¥ mi muchacbito, se convierte una noche en el chico més fuerte, en el mas sabio... Creo que esta noche quiere veneer a Tony Zanzoneri’ en el primer raudn* y por knock-out * GALAN. — (Pensativamente.) El hombre... (Canti na por el estrado y se yuelve solo desde un extrema 42 los otros.) ¢Oué me dicen ustedes del hombre? como el mar REINA BIZANTINA. — Es infinitamente triste DEMONIO. — Dios ie ha dado un alma cambiante como el mar. ROCAMBOLE, — Busca el sufrimiento; eso es evi dente. HOMBRE CUBICO, — Més: busca Ia felicidad REINA BIZANTINA. — He visto hombres terribles; estaban entre Dios y I bestia. DEMONIO. — Convengamos que casi siempre estén més cerca de las bestias que de Dios, yeh! GALAN. — Sf; no todas las veces es agradable ser instrumento de'la imaginacién de los hombres. ROCAMBOLE. — A mi francamente me gusta to- HOMBRE CUBICO. — ¢Qué quiere decir con eso? ROCAMBOLE. — Que cuando hago el personaje de algin drama me gusta sufrir y sofiar como si fuera hombre de carne y hueso en ver de fantasma, REINA BIZANTINA. — gDe modo que si usted pudiera concederle treseientas millones a la sirvienta se los facilitaria? \ ROCAMBOLE. ~ Claro, ;Se imaginan ustedes lo que significan trescientos millones efectivos, contantes. y sonantes? Tresciento millones en billetes de a diez pesos, Diez billetes forman un espesor de un milimetro. HOMBRE CUBICO. — Esta hecho el eéloulo: se formaria una columna de trescientos metros de altura, GALAN. — Muy bien por Caldera, quiero decir por Querubin. ROCAMBOLE. — Eso..., un pilar alto como la torre de Biffel'... ¢Se imaginan ustedes una sirvienta con tal cantidad de dinero? ” oo GALAN. — Si el hombre supiera que todo Io que ‘suena queda impreso en esta zona astral se espantaria, ‘No podria creer en el poder de su imaginacién. ROCAMBOLE. — Yo creo que hay hombres cuya imaginacién fabrics mundos y humanidades en los lespacios. HOMBRE CUBICO. — Si es como usted dice, tam- ign deben erear monstruos espeltumantes. DEMONIO. — Es mejor no hablar de esos asun tos. REINA BIZANTINA. — Si, porque a mf se me pone 1a piel de gallina... Una vez distingu! a un monstruo galopar en las tinicbias.. GALAN, — Si el hombye tuvera Ja vista més sensi- ble nos veria ROCAMBOLE. — {Qué simple es usted!” Claro que nos ven. El hombre gue lo imaginé a usted lo ve a usted... Si nosotros somos hijos de su fantasfa, GALAN. — Lo que queria decir es que todos los hombres nos verfan como ven a los péjaros y a las subes ROCAMBOLE, — Algin dia nos verdn. HOMBRE CUBICO. — Si eso ocurre los hombres no se atreverdn a. pensar. DEMONIO. — Muy bien por Caldera! filésofo! HOMBRE CUBICO.— (Con tono tacrimoso.) Yo no ‘quiero que me amen Caldera. REINA BIZANTINA. — No; ocurrird que Jos seres ‘humanos en vez de pensar monstruosidades eavilaran cosas lindas... GALAN, — (Llevdndose la mano a la oreja.) Siento que Haman, (Wna voz remota.) — “¢Dénde estas mi reina? REINA BIZANTINA. — (Moviendo desalentadamen- te los brazos.) Ya voy, mi augusto esposo.... (Sale) ROCAMBOLE. — Maldito sea. gDénde dejé mi 1s. tigo? Es todo un (Una voz.) — “Te estoy esperando, amor... Veni, amor... Vent”. GALAN. — Es la contrahecha y el diablo... iMal- ita sea mi suerte! (Sate. (Cercera voz distente.) — “Quiero ser el hombre mis lindo del munde’” 18 x90, — Meco, Voy vom. ee) cate igjana) = “Rocambule--. eDénde estés re * ES 2a, — (anton Ya vo et gan ei "oganbol, — (Ente 4 "9 mea athe = Zions CUBICO, — (Destado a emini sae rer ee Gas st es se) a nace a gee me ean si nd deme Me ed ee cae ee on ia sears (tes) Oe a sh Sunsles oe a rr cate 2 an ys como seo de neste qua aon a a et Ce ee ea Chee a ; a siBRR CURICO. — (Slo) Gmc 2 Dio Ce Sa ete Ses re apm oat oe mS Fin det protogo 19 B 4 ACTO PRIMERO CUADRO PRIMERO Cuarto de servicio. Camita de una plaza; en fngule,ropero de madera blanca, un velador un bane auillo cantinero de tres pies. Al foro, puerta, Al eaat do de Ja puerta, un ventanilio, El cuartayo, encslags de verde claro, tiene: desolada respective de pol Grornia de ‘una novela de eniregas por tit de Va Durante unos segundos Ia escena" queda en stlenclo Un tayo de funa entra sl cuarto,y Temofos se esc chan rechinamiento de travins 9 wn distant final de vals al plane, Personaje real: Sirvienta: Mujer de veinticuatro anos. Expresion dura e insolente que de pronto se atempera en wn an famiento voiuptuoce de ensuefio barato, Recuerda a Rina, B! Angel de tos Alpes o cualquier otra pelandus- ca destinada a enternecer el corazin de estopa de ~ las lectoras de Carolina Invernicio® 0 Pérez Es Personajes de humo. 1 Muerte, Rocambole, Capitén de trasatidntico, Marsiero, Calén, Nifiera, Lacayo con patillas, 9 las amigas, Griselda y Azucena, La Cenivieriia en pahales, ESCENA T SIRVIENTA, — (Recostada en el lecho, con las ma- os bajo la nuca, guarda un momento de silencio.) Si yo fuera rica esto no me pasaria, (Permanece mueva- mente en silencio 9 se repiten los zumbidos ile los tranvias que pasan, todos tos ruidos de la noche en la eiuciad. La Sirvienta se ha incorporado ent la canta, ¥ permanece sentada en la cabecera del lecho tomdrr dose las rodillas con tas manos.) Digo que si fuera 20 \ rica est0 no me pasaria. (Se oye un ruido blando en tl piso, y la Sirvienta, envuelta en una frazada, queda fevelada encendiendo la luz. Luego se acerca al espeio } se mira.) Estoy flaca y fea... Ni la muerte me Querria ESCENA IL De junto a le puerta se desprende, cojeando con esoripulos de atotoueta” ta Muerte. Se eure ta cabe- te con ur, paiiolén que torna rds, rigido y duro sw rosiro de lineas de yeso, con ojos desniveladas a lo tar- fp de la nariz rectilinea. Ufias de lata y ojeras de betin. MUERTE, — {Me lamabas, queridita?. SIRVIENTA, — (Frente al espejo, tocdniiose el ros- tro sin volver fa cabeza.) A quien llamo es a la vida, MUERTE. — (Detenida en medio del cuarto.) Te recomendaron comieras jamén del diablo y que te abrigaras, y, en cambio, como una lujuriosa te miras los dientes en el espejo. Ademis, sos descortés: (no me ofreces asiento? ‘SIRVIENTA. — (Avanea hasta ef taburete y queda sentada on la orilla de él eon las manos apoyadas en el mentén y los codes en las rodillas. Mira frente a st. Ia Muerte, detenida, la observa.) MUERTE. — Todas ustedes son iguales. Laman a la Muerte y cuando lego me reciben con cara larga come si me hicieran un favor. Todavia no he encon- trado un alma piadosa que me ofrezca un vaso de vino. SIRVIENTA. — Ms tiene traza de rufiana* que de Muerte. Déjeme tranquila MUERTE. — (Dogmdtica, atisba en rededor.) Ves, 0 te pasa por no comer jamén del dieblo. Si pasea ras en antomovil y fueras a Jn Opera en ver de echar sangre por la boca venderias salud, y la salud es una gran cosa, hijita. Una gran cosa. Por otra parte, com- lindas sin ofrecerme asiento. SIRVIENTA. — Soy sirvienta y no tengo mas que un banguito en mi euarto, MUERTE, — Ti has ido a Ja escuela gno? SIRVIENTA. — (La mira haciendo un gesto como diciendo: “ SIRVIENTA, — (Matfummotndn) Haga lo que quie i Ramps mas. gut no se trata de pedirle un cert} ja (Aparte.) Este. hombre es tm pertesrs" hate { i ficado de buena conducts, sino de gue proceda como! ‘omy todos los aalanee GALAN. — Es una mujer fatal SIRVIENTA. — Chiquito..., las raujeres fatales solo se encuentran en el cine. Nosotros nos case. cass. SIRVIENTA. — Me gustas y te compro. Tengo L fami me gusta. Usted es... Yo tengo tresciento mi; “GALAN. — (Declaratorio.) Recorrié los mares y Hones. tas montafias. GALAN, — Es que yo munca tropecé con una mu) *SIRVIENTA. — ¥ Jos bosques zdénde los defa? Jer como usted. GALAN. — (Por su cuenta.) Yo mitaba tuna mi : SEVIENTA, — (Menea ta cabeca, luego se rl) jer... mizaba-a otra ¥ ninguna me gomaben Ty 1Qué hombre este..., que Adolfo! : ul GALAN. — Onl... “Usted sabe que me lame Adolfo! jOn! (Usted promuncid mi nombre! jOh! Pes el laioso.) Y me decfa: “zPor qué ninguna, doncells {me ama? Por qué ninguna jovencita corte a al 0 mori tranquilol encuentro y me estrecha conira su. pecho?... ¢Por Fever bn, efecto, nada se perderia si us qué las cludades no se dereumiban cusade paso $ ioe ALA A jg REPO GEOE GUE quiere morix joven? gobernadores no me coronal de floes Ps or coe sa Ae etl Wie desenvuelve bajo un signa; ero no come pasto junto al Weim, nt ei iebu gn {al Me persigue el homicide “amor de una ghi conel cabrito, sani corazin esté repleto ae ermine ‘i tana. SIRVIENTA. — Eso es interesante. SIRVIENTA. — Jorobese, por sonsol... | GALAN, — (Pensativamente.) (Qué se cree que no CALAN, Lirgctndo) Bsto es imposible... Usted # sf pensar por mi cuenta {Ciao cus ke nec, me echa a perder los efectos. | “EI papel de galdn es simulténeameate ridfculo 'y dra SIRVIENTA. — Calmese; le voy a seguir el jue’) Sirvienta to mira y menea a eabeza consternada ante i I i | 33 SET atico. Ya ve, usted y yo estamos aqué con el im: “frehte y todavia no nos hemos dado un beso si SIRVIENTA. — 2¥ a usted Je gustaria besarme} GALAN. — Me gustaria quereria, a pesar de su car récter endiablado, SIRVIENTA. — (Cavilosamente.) :Queret? GALAN. — Si, me gustaria quererla muclio, au que usted no me quisiera, y humillarme ante “ “s fait ta Si un vere SERVIERER.— por qué humtazs? GALAN. — (Con repentina“angustia en ta voz) Neb sé... pero hay mujeres que nos producen ese efech to. Primero las tratamos irénicamente..., es com: SF ivcramos i stnlon oe gee Pecinae nea se yrde prov ee sect Zoe ony coraniolnoe gus cand ues ie Tadao cab as Com 8 hd SIRVIENTA. Eo muy lindo To que dee wstea sides a inde (Et Gade shat Ne & Yet senios tbl en Sensei spe Suite un hombre que dean vole ead nbn grace Sos Sea orate wb ala GALAN. — No tengo ganas de bestia, (Se to sol va hasta te pose de Te mney Hi Se Cee ina Seas! bone ee ads cantina gl SIRVIENTA. — cierto to deta ita? GALAN, — GPa gue me pregunta cet SIRVIENTA. — Es que nosotros estamos enamora:) des; de alg ics gee hoe ' GALAN = ‘No eat mutemnent ence th Pat ao now engntaman a timos?.. é — =“) GALAN, — Tendremos que decir enormidades... SIRVIENTA Dis i GALAN. Bacar Me reventn toda lag Jaren, emperand pe ied "Me tones oe SS Betas a cmd que mee yo Yy que nos bese... ‘Me gustaria que 4 f t fan porque todo el placer que proporcioaen no valea) los copetines que se beben a costa de uno. (saul i 4 ransicién.) Perdéneme..., me olvidaba que estaba haciendo el papel de Galéin.. ‘SIRVIENTA. — zY por qué ine pidi6 un beso antes? GALAN. — Por pedirio... Un galan esté obligado siempre a pedir besos como uno boxeador a dar rompadas. Es el “‘metier”. ‘SIRVIENTA. — Usted es un cinico, mente) ‘GALAN. — Es el tinico elogio que me encanta. Si, soy cinico y desvergonzado y, ademas, me gusta serlo. En cuanto dejo de ser desvergonzado se me oprime al corazén... me ataca el asma. Voy por el mundo haciendo comedia. Conozco los mil gestos que hay que dibwar para engafiar a una tonta; la sonrisa Giluida, Ja mirada sombria y en el fondo de mi mis- yo la burla hacia la inconsistencia humana. A veces estudio una pareja de enamorados, y en la expresion de clla_me'doy cuenta qué sistema utilizaré para svinagrarle ia vida a su marido, asi como en la fi Senamia de él descubro los minutos que duraré su fidelida. SIRVIENTA. — ZY cufles son las mujeres que Je gustan a usted? GALAN. — Las bien vestidas. No importa que sean feas. Entre una mujer fea bien vestida y una linda, modestamente trajeada, me quedo con ia fea La mujer no es nada mas que un vestido... una piel y un sombrero... SIRVIENTA. — Me’ gusta y lo compro a. GALAN. — Usted tiene trescientos millones y yo sme vendo. SIRVIENTA, — Perfectamente. ‘Trato hecho. Alli viene ef capitén y Azucena; aniincieles nuestro com prottiso. (Amabte- : ESCENA IV Por ta izquierda aparecen el Capitén, Griselda y Arucena. Las amigas ileyan un traje de crepe satin® marfil9 esmeralda, cefido al cuerpo de manera que dibuja una silueta elegante destinada a contrastar con.el guardapolve proletario de la menestrala. El 36 Eapeian, las Amigas y el Galan cambian irénicad iniradas de gente de otra sociedad que alterna compasion con una pelajustana* calocada en su “eg: Yera’"* por un instante. Luego se doblan a jas gencias de la comedia y ya es imposible oe si ellos son camaradas © enemigos, CAPITAN. — Mirando el mar? z br ices y GRISELDA. (4 un tiempo.) Buenady GALAN. — Seftoritas..., Capitin..., legan ustedes), ex momenton muy fell pata mt “AcaBe de on Prometerne con Ta senorte Sota, CAPITAN. "tn fellelto,storta cabalere AZUCENA, — Te flict, qusiisina, sete, también GHLAN — Gracias GRISELDA. — Espero que srs este para vos un. (Gena repeidarente of tinbre de bereston yb Sirvienta pasa asi cuarto y hase mus, Le lil actin del barco decrecey dos personajes contnan| Chora el didlogo en escena por'mt cuenta) GRISELDA, ata mujer est loce, | GALAN. — (Furiosamente) Todss‘stedcs con uney chlfladas AZUCENA. — zOué tenemos que ver nosotro: con GRISELDA. — No se olvide que somos tan fantas.| | : < Lo felicit mas. como usted CAPITAN’ Su imaginacin es base de “Rosa. bole” y su gografia la estudio en Ta rovsta “La Bofors! GRISELDA. — Lo nico que ha lefdo y ha vis AZUCENA. — Me dan ganas ‘de no scbuls Woe: Janda, GALAN: — (Apaciguado.) Usted sabe que 0 se puede | CAPITAN. — ¥ se cree seriamente millonaria, GRISELDA. ~ (AF Caprén) cVio usted ‘oan nos | swtear ; AZUCENA. — (AI Galén,) ¢¥ edmo le fue a usted? | GALAN, ~ Como al diablo CAPITAN. —¢Le hizo hacer la comedia? 36 4h AZUCENA, — {No se desmayé? GRISELDA, —";No se hacia Ia pudorosa? GALAN. gia veranozona° Gla cers a spouzosa? Estin locas ustedes. Casi me da de ca- Gheindas porque yo, siguiendo mi sistema, no queria epresentar como se Te antoy6. CAPITAN, — Es un officio bfen suco el nuestro. AZUCENA. — Me iia... pero tengo los zapatos como encolados al piso GALAN. — Yo estoy descuadsilado... Después de ta jorobada me toca la Sirvienta. Voy de mal en PGRISELDA. — ¥ yo. CAPITAN. —¥'yo. GALAN. — (Cuando me acuerdo de mis buenos vempes!... ' GRISELDA. — Debia probibirscles soar a los po- es. STRZUCRNA, ~ Verdad. Un pobre sofiando imagina fos disparates més truculentos. GALAN, — Es la falta de cultura i CAPITAN. ~ De un tiempo a esta parte ol dltimo lavaplatos se cree con derecho a tener imaginacién. GRISELDA. — La culpa la tiene el cine... crésnme. GALAN. — Qué tranquilos estdbamos antes en ‘nuestro mundo astral! GRISELDA. — (A Azucena) {Qué bien habla et Galin! (Al Galan.) 2Sabe que me enamora usted? GALAN. — Lastima..., pues no soy nada més que un poco de humo y éter. CAPITAN. — Hemos perdido nuestra fuerza anti- gua; cualgulera nos esclaviza. GALAN. — ¥ esta mujer tiene una endiabla za de obsesién, GRISELDA. — No es cierto. CAPITAN, — Bs como un imén. GALAN. — Yo siento que me sacude el ir y venir de su_ pensamiento, AZUCENA. — Lo que yo me pregunto desde hoy es en qué va a terminar esto. GALAN. — Somos como los actores de una obra de teatro. CAPITAN: — La autora es lla fuer Nima GRISELDA. — Con ta diferencia que ella sola nos AZUCENA. — De cualquier manera, tengo ut ganas barbaras de irme, iy eee CAPITAN. — Si... ua se harta de fantochadas ee — Las ligaduras que’ me ataban. se aflo. GRISELDA, — Brectivamente, are — Fila est con el pensamiento en otra uevamente ta tus decrece en escens, hast Dlarse el paisaje en la incertidumbre de’ insta GALAN. — Levantemos el vuelo, (Wanse. La “4 cena queda desieria. durente algunos Sino’ ex silencio se oye ejecutado ate dine en a Piano Asturias, de Albénie™, Todo oscurace ‘ice Iente, , como an el cuatro anterior v0 sepket tee pasos de la oriada, que coming en si Cuca ‘CUADRO TERCERO. ESCENA I eee ult ern GALAN, — Bueno, hasta eri SIRVIENTA, ~ No vengay tae GALAN. — Daré una vuelta por Ia montatia, SIRVIENTA. — No tardes, porque al anochecer, s¢ por qué, me pongo inguiata ea GALAN. — Quedate tranguila. (Se inctina sobre ta crlatura ge sostiene ta ninera'y Ya besa dicitwroters 38 Digale adiés a su paplto. (Sale saludando com la mano) SIRVIENTA. — Hasta luego, querido, (A la nite ra) gEsté bueno el tiempo? NINERA. — ‘Templado, sefiora. SIRVIENTA. — Vaya hasta el jardin. Tenga cat dado con la nena, NISERA. — Si, sefiora SIRVIENTA. — Péngase a Ja sombra, pero donde ao haya humedad ni viento NINERA, — Si, seftora SIRVIENTA. — Si se duerme traigala en seguida NINERA. — Si, sefiora. SIRVIENTA. — Pongala en ef cochecito. NINERA. — (Wada mds, sefiora? SIRVIENTA. — Vusivase dentro de media hora NINERA. — Hasta luego, sefora, SIRVIENTA. — Hasta luego. (Dutis.) ESCENA IT CRIADO. — Con su permiso, sefiora. Las nifias Griselda y Azucena preguntan por usted. ‘SIRVIENTA. — Que pasen. (Mutis de Criado,) ESCENA UT Entran Griselda y Agucena y corren al encuentro de la Sirvienta, abrazindola por turno. GRISELDA. — Tanto tiempo sin_ verte! AZUCENA. "— {Qué linda que estas! SIRVIENTA. — Ustedes sf que estin bien, GRISELDA. — Estés mas gruesa,.., qué buen color, AZUCENA. — ¢¥ la nena?... Quiero ver Ia nena. SIRVIENTA, — Esté en el jardin... Abora la hago GRISELDA. — ¢Cémo es?... ¢A quién se parece? AZUCENA. — Un momento, cillate, a ver’ si adi ving yo. ¢Es rubia? SIRVIENTA. — No, tiene el cabello negro. 39 GRISELDA. — ¢Viste como acerté yo? p SIRVIENTA. —‘La nariz es del padre... En cam. bio, la frente y la boguita igual a ta mia, AZUCENA. — {Qué mouada debe ser! Me mucro | por verla. GRISELDA, — ¢¥ Adolfo? SIRVIENTA. —'Salié hace un momentito, AZUGENA. — e¥ qué tal es Ia vida de casada, | che? GRISELDA, — 80s feliz? SIRVIENTA, — Si._., deniro de lo relativo, AZUCENA. — (Qué fifa lo decist SIRVIENTA. — Te soy sincera, no vale Ia pena de IRVIENTA, ~ Me welvo loca GALAN, Bsa enganen es ea Oe Dae sen jal hija (Cae por arr) SSIRVIENTA. — Esto es un suefio, (Volviendo el paste, con 10s Brazos al aie) ESCENA VE le en onambitico y fant aparece Rocemote dint dal cuard catonondo et brace molodvamd. » toamente GRISELDA. — Adolfo no se porta bien? CAMBOLE. — {Juro que encontrar su hija, SIRVIENTA, —"Ke es cx. ems: no sé por fk OCA a6 me parece que de un tiem io a ext frte Aco fee (La sirvienta cae de rodillas junto al oe Gri dis j Wencona se epictn tna joa ora ‘Suera Mle de ses tan furacamente, que in Sir Stele a satig'se pretense Casta, Mute de Rocambole y Sirvienta.) ESCENA IV Alboroto exterior cons de preguntas, 9 roncas Sirvienta se ‘pone dota sus amigas, puesto de gritos femeninos, eas voces detrds del teldn. ‘Le instantdneaiénte de pie, imitdn. ESCENA VII SIRVIENTA, — 046 pasa? GALAN. — (Incorpordndose del suelo donde hacia wr que esta CRIADO. — (Entra desaforadamente. a ta farsa de catdver.) Juro por mi honor que nenal. scot radamente.) [SeBora, la mujer est4 més loca que una cabra. NINERA — (Se presenta manchada de sangre.) iMe robaron la nena, me robaron la ‘nenal SIRVIENTA. — (Avianca frlamente, tomdndose las sienes con las manos.) Qué dice esta mujer? ee eee Ga dae se ls bs GRISELDA. — ¢De modo que usted se va’ eRe ae te Bey Seen a — He ee copa GRSEEDA My gs Oe ee fs ere aah ie ea a art ESCENA V Dando grandes zencadas aparece el Gatén, ef bus Aobiado, tes manos tomindase al corscsn St (GALAN. — Me han muerto, hija... Dios. (Se desploma en las vienta.) Ta gitana..., mi brazos de la Sir. 4M ef Galén y atrés, encorvatos y ; graves uno tras tro, los fantasmas det drama. Lentamente we tage ta Eecoractin brujesea del decorate, En la dete Bris del recto de los suo aparece, alcaet YP cojeanto, la Muerte, Bipie por tn esgen a cuarto de la Sirvienta.) Pe eet MUERTE. — Todavia no ests a punto la pelomtta fantasiosa. “Todo esto le pase por fi fantasoes le pasa por no comer jaméa Telén ACTO SEGUNDO Ahora el cuarto de Ja Sirvienta es prolongado en la zona del ensuedo por una carboneria de arrabal. A fos costades del foro, pilas de carbén que dejan un pasillo estrecho. AI se ocultan répidamente Rocem: Bole y la Sirvienta. No terminan de esconderse tras [pila cuando avanza hacia la escena una chiquilla de catoree afios en alpargatas. Largo vestido Tojo, y el Exbello suelte sobre las espaldas como reproducen Genoveva de Brabante’! ciortas tricromias que ilus- tran los. salones de barberos y betuncros. La nite arrastra una pala de carbén con una mano y en la otra fieva una bolsa. Comienza a Ienar la bolsa, luego s¢ etiene arrodillandase en medio de Ta escent Personajes reales: Sirvienta, La Duena de Casa Personajes de humo: Cenicienta, Compadre Vulcano, Rufién Honrado, Rocambote. ESCENA I CENICIENTA. — Dios mio, gpor qué no me diste tuna madre buena como a las ofras chicas? ;Por qué estoy sola en este mundo, Sefior de los Cielos, si yo faunce he hecho ningin mal? (Tras de la pila visible para el piiblico, en esta escena, la Sirvienta trata de precipitarse hacia la nifia, pero Rocambole la contiene ton 1m gesto, 9) uago saca de su bolsiflo un revélver La Sivvienta se sostega. La Cenicienta incorpordndo- s2:) {Dios mio, si vos existis hacé quee encuentren a ‘mi mamital (Cuando la Cenicienta pronuncia estas pa- labras penetra al aniro por el pasillo un hombre gi gantesco, el rostro manchado de carbon, gorra de visera de hule y blusa protetaria. El gandui, Uamado Compadre Vuloano, eseucha la imploracion de la Ce- nnicienta, avanza hasta ella en puntas de pie, la toma de la oreja y exclama:) VULCANO, — Ast correspondes 2 mis sacrificios. Invocando a Dios para que perjudique mi comercio. e {Dieko esto 3 compadre Vuleano suetta de ta oreja 4 fa nittu y con las manos en jarras se queda vontors pléndoia.) CENICIENTA, — Rezaba, fo VULCANO. — En ‘at catvoneria sth. prohibido term. Que wecesidad Tends de tesa, Ne eee go seaso; garda'y lustrosa come wis ibis CENICIENTA'— Tio perddncine VULCANO. — No soy tu tio No quiero sore, Ade mds no lo soy. Furdicamente no poedorees nie Ate 'o sea Satands, Si, Satanas. iY cormaponte aioe cxifcies iovocando Ta ayuda de Dios co it noses carboneria para que me perjudiaue sore ae tela no quiere saer nadavcos Dueck (EI truhdén se pasea de un lado @ otro del “estable. ciniento", mientras que Cenicienta consternada mo, mea ta eabeza. Vulcano se enjuga ta frente con ta pariuelo de cuadros, ¥ luego contintia con st tone ie bufon* consternado.} VULCANO. — No sé por qué me parece que he sig 2 Recambole on los altededores ae eee Maldito sea el Bandaleo. (Dirigtendove a fe uyseeh eNegards que soy bandatiosa con’ voes ed “pict gEAT que fengoe!corantn de pata faras Wot eos o fe trajeron fue nara que fe cortars Is noe we quemara los ojos con vitriclo. Hee (Tras ta bolsa de carbén ta cabera, en compatia de Roca esto de fantoche justiciero.) YULCANO. — $1 yo me hubiera portado honrada SHS sims gaa hs hat cara. (La Cenicienta jun sreesides por el codo al eusrpo.) Ya ves i soy eas doso. No te cortéla lengua. cOuién me lo mses ey 4s Taberna de la Sangre Is Corte la lengu pee oe $2. Que lo diga l maldito Reeambele i na so eee Ya wes Pero eseuchando los podidos de ta Gere te zon no te corte la lengoa, Sirvienta se toma ta umole que aventura un (Bi bandido se pasea de un lado a otro y luego con tinia enfdtico y magndiio.) thease ast all eae alt peyirlo, Mi santa madre me lo deca: No inde & nit. even onal orca ee Cheong h herpes mest eae i in epee Soy wm ea Pes apn ae dae ean ae ua ore eases a eas gfe reat Se eee ro oe Ree ere aia one eee Sits ms eects eee Ben Se aeassttamah P i cr Ate CEN me i vars enn to Ses ae ue Seatac eas one exploro las calles de esta ciudad, porque ¢s necesario ‘en mi carboneria igual que la hija de un general y te “CENICIENTA. — Tio... gdivertime yo?... eee eet oe eaee cial ble, a i oe pee its © Secale oo SNC ie (La Cenicienta se acerca a Vulcano y éste tmnos mo- mentos le habla ai oido. Se oye que goipean las manos afuera, y Vulcano exclama:) VULCANO. — Allf esta. Adetante, ESCENA IT jovial. 4 storing | VIB, mms de, ese Vaan CANO. — (A la Cenicienta.) Querida sobs s te Ra sa ee Oe cba, jekkf Cenicionta inciina ta cabeza saludendo at ve. VIEIO. — jOh...t en cuanto a honrado... nadie como yo... en cuanto a ruin ® cs i pastes ae ‘que yo desde chico siempre me atuve a'esia marine Ja octosidad cs Ia made de todos Ws vis VULCANO — Ves, sobrina, como celnede conmi 2 este hombre de bien? VIEJO. (Bsttrando el Baston ytocundo ata Cent | elena con ol) cota esta paloma que was & vanes VOLCANO. —‘Ta misma VIEVO.~ Flaca ent Ag NULCANO. "Ba eto se demuestra su buen licion. No es golosa. Sélo engordan las eo seas i Ademés las gordas no ustan tanto a Ph Ademis Is gordas no le postan tanto log honing i VIEJO. — Es un parecer CENICIENTA. —'Dios tio. i VIEJO, — cQué le pasa a esta cabrita? ~ Exclama, Dios io, por la alegria que Je causa ira vuestra cas? rau ‘VIEIO. — 8s clert, pelomita? CENICIENTA, —"(itemenie) Si, sefor VIEYO. — Demuesta una excelente eden, pp XULCANO. —"Son'mis sacifcion HT sudo de mi VIEJO. — (Sardétice) Se explica que quiera estar en mi ostablecimiento, (Diigiendove fa Gest cienta) Tengo muchas chicas como’, a & bien vestidas y mejor alimentadas. Todas cca ay contentas. iQué alegriat 2Es muy grande su ‘CENICIENTA, — colegio, sefior?, 46 Nee VULCANO, — Grande como un barco. Con varios pitos 9 muchas locos y hasta mésica. "VIEJO. ~ Yo 809 para mis mmuchaches com ua pa- are. A ver, nia... (EI viejo estiva el garrote) Vel Soe. (La Cenicienta gira sobre sf misma 9 et viejo WDniéndose ta paima de a mano 0 modo de visera Poore tos ojos la exarrina atentamente.) VOLCANO. — No le quitarés mérito @ la merca detia, viejo tremposo. ‘VIEJO. — Es flaca. Tiene un hombro més alto que Cenictence:) 27 sabes hablar en frances? NTA. — No, SeXor ViBIO. — gBatias danas clés CENICIENTA. — No, sefor. VIEJO. ~ Tienes novio? CENICIENTA. — No, sefor. VIBJO. — Malo... matol.. 2Qué es Jo que sabes hacer pare atraer a tos hombres? ESCENA UI Tras ta pila de carbén salta 1a Sirvienta esgrimicn- do wt revélver y tras ella Rocambole con otro pis- ralén. SIRVIENTA, — jCéllese, monstruo! dicot VULCANO. — ¢¥ esta vieja de dénde sale? VIEJO. — z¥ este sefior con un revéiver? (4 Vul cano:) Me has tendido una trampa. ROCAMBOLE. — Buenas tardes, caballeros. YULCANO. — (Bnfdtico.) Me quejaré a ta poticia {Quién es usted? Ha violado mi domici ROCAMBOLE. — ;Buenas tardes he dicho! VIEIO. — Con su revélver interrumpe nuestros tra. tos comerciales. SIRVIENTA. — ;Céllese, bandido! VIEJO. — Yo no puedo tolerar que una vieja cabra me trate de bandide. SIRVIENTA. — 1Y de ruffén espantoso! VIEJO. — Yo no puedo tolerar esto. Soy un co. merciante. Ejerzo una profesién Mcita. Pago patente. Soy iitil a la sociedad. Estoy al dfa con mi matricula. iviejo: mal eT (Et viejo patea ef piso indignado.) :Por qué viene 2 interrampit uesieas transucciones‘comeretaless ROCAMBOLE. — He dicho baepas tardes y nadie ULGANS. coe “"2Qué me importa @ mi, que Ua desee buenas tardes? Pe bast 'VIBIO. ~ cOulen diablos es Ud. para que nosotros te honremos Son nuestro catudo? SIRVIENTA (A le Cenisienta) Ven equ, pobre cranure CENICIENTA. — Si, senore,.. Usted tlene cara de buena. (Se pone al ledo de ia Sirvienta.) ‘VOLCANO, "ta" Rosambole) Usted exté violen de Jas lees. Me. amenara 2 man stm AMBOLE. — Soy el ex presidinio (Sey Ro- eee 7 presidis Soy Re VIEJO. — ;Rocarabele! VOLCANO. "iMuero soy! VIEJO. — sPero Ud. no se habia muerto? ROCAMBOLE. ali'donde hay une Herne que proteger ce malvados 0 & oa vinta de abogacon, at estaré Rocambole. ees VEO. (Quixéndose et sombrero) Si usted es Rocainbole... y-debe verlo... prudentemente revo todo To que he dicho. Siseot retro Ip que he dicho ated Stora ln he Hlnmado vleja cbse: Desc hoy lcja de ser una vieja cabra para converlirse en tuna dignisima dama, i i sees SIRVIENTA.— (Célese, monstrvo 510. — Los aebiles y los tcjos estamos obliex dot a set bufones para que no nos echonpurtapice de los rincones donde nos metemos. Ademee Te We ‘enta ¢s con el efor Vnicano, sf no me equivoco, CENICIENTA. — Sefiors, este viejito queria lle varme a un eolegi VIEJO. — Digsn si_no da gusto tanta inocencia. Lo que yo quiero es dejar constancia de que no he atentado contra su pudor. Como la encontré, queda. CENICIENTA. — Qué tiene de malo que quisiers evarme al colegio? VULCAN. —(Patético.) ¢Ven qué educacién més esmerada ha recibido? No tiene tanto asi de malicia, ‘Son mis sacrificios... el sudor de mi frente VIEJO. — Con perdén de ustedes me exeurro... No rT quiero sacarle las castafias del fuego 2 un mal hom She como este. (Seflala a Vuloano.) Sefior Rocambole, dignisima dama... siempre a sus 6rdenes. (Se retira caminando para atrds con el sombrero en la mano y i Hegar al final del pasillo exolama:) Pueden despe- Ilejarlo tranguilamente que yo no diré palabra, ‘Quien mal enda mal acaba. ESCENA IV ROCAMBOLE. — Bueno... abora que estamos so- Jos vamos a conversar, amigo Vuleano,

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