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646 ’ Los Doce Sentidos El hombre exted aa del hombre Sentidos notablemente externos. Sentidos internos-externos Sentidos notablemente internos. La facultad de la memoria y la facultad de amar Relaciones de los sentidos con los cuerpos etéreo, astral Tes doce sentidor de hombre y el yo. ANTI oo AN ‘Rodi Steiner Rudolf Steiner uuando se incursiona con nece- dad de acercarse al saber, al rmocimiento, se presenta frente {que busca una gran paleta de ssonalidades, de pensadores, » investigadores forjadores de cultura actual, ya sea esta aterilista,ut6pica, idealista adolf Steiner a principios del slo XX recortié el centro de tropa dando en conferencias do aquello que podiatransmitir 8 época un avance, un aspecto syersal sobre el saber de aquel tances y de los tempos. pregunts asf mismo: Yebo callar con relacién al nocimiento de la existencia 1 mundo espiritual? :Debo lar aquello que conozco por periencia, que s6 real y exis- ey que esté todo lo creado? vy aquel que descubre a este asador, filsofo y maestro, lo fine: Rudolf Steiner, el qu ens- ye que aprende,en relacién a conocimiento pedagégico- ictico, specto al saber, al. conoci- anto, Rudolf Steiner es el ini- do cristiano que revela en estro tiempo el alma conscien- 7 su telacién con Cristo. Rudolf Steiner LOS DOCE SENTIDOS DEL HOMBRE @ EDITORIAL ANTROPOSOFICA ‘Titulo origina en castellano: EI hombre, entidad sensoriay ginal perceptivs ‘Versin asellana de juan Berlin Primera edicin en castellano: Editorial Antroposica 2006 © Reservados todos los derechos favor de Editorial Antroposica ‘Hecho et depésito que marca la ley 11723 ISBN 9975066-624 cop 299.935, [Nos incumbe hoy continuar en el estudio de la rela- cién del hombre con ef mundo. Para vincular las refle- xiones de los préximos dias con lo que desarrolé ante- riormente, me parece oportuno referirme a un capitulo que traté hace bastante tiempo: la Teorla de los Sentidas desde el punto de vista antropossfico. Desde hace algsin tiempo vengo insistiendo en que la ciencia oficial tiene en cuenta sélo aquellos de nuestros sentidos para los que existen Grganos claramente locali- zados, tales come la vista, el ofdo, etc. Este enfoque no resulta muy satisfactorio debido a que es erréneo creer que la vista, por ejemplo, abarca un érea de nuestra ‘experiencia global, mas definida, limitada y circunscri- ta que la percepcicn del Yo ajeno o del significado de las, Palabras. Hoy en dia, cuando en certo sentido todo est de cabeza, se ha hecho corriente decir: "he aqui una per- sona; lo primero que percibo es su figura; sé que yo estoy dotado de una figura humana similar, y sé, asi- ‘mismo, que mi forma humana es la morada de un Yo, Por esta az6n, colijo que también en la figura humana ajena, de similar aspecto ala mia, se halla contenido un Yo". Semejante razonamiento acusa una falta absoluta de la conciencia auténtica de que la percepcién del Yo ajeno es directa e inmediata; carece de todo sentido, ‘ pues el Yo ajeno penetra en el campo de muestra per- cepcién exactamente de la misma manera como, al encontrarnos frente al mundo exterior, abarcamos cier- ta drea del mismo, mediante nuestra vista. He de atri- buirme un “sentido del Yo ajeno’, en estricta analogia a como me atribuyo el sentido de la vista. ‘Al decir esto, tenemos que poner bien en claro que ese “sentido del Yo ajeno" es totalmente distinto de la conciencia que poseemos de nuestro propio Yo. Esta ‘concienciacién del propio Yo, en realidad no es una [percepcién, en tanto que silo es el proceso de captar un Yo ajeno. Similarmente, realizamos dos actos radicalmente distintos si escuchamos palabras y entendemos su sig- nificado, o si simplemente percibimos las vibraciones de algin sonido o ruido. Si bien, en un principio, la pre- sencia de un érgano para el sentido verbal es mas dii- cil de comprobar que para el oido, el andisis completo yy exhaustivo del campo de nuestras experiencias pone fen evidencia que, dentro de este campo, hemos de dis- tinguir, por una part, el sentido tonal o sonoro, esto €3, el ofdo propiamente, y por la otra, el sentido verbal (en castellano también sentido del lenguaje ajeno 0 de la palabra ajena). Pero eso no es todo: a través de las pala~ bras, mejor dicho, a través de sus configuraciones y as0- ciaciones, podemos percibir os pensamientos de otra persona, percepciGn del pensamiento ajeno que es, a su vez, radicalmente distinta de nuestra propia actividad de pensar. La manera burda con que hoy se estudian los fersémenos psiquicos, no llega a hacer ese andlisis deli- cado de distinguir entre el pensar, que viene siendo una 5 actividad interna de muestra vida psiquica, y la activi- dad extrovertida que consiste en percibir pensamientos sgenerados por otra persona. Es cierto que, con objeto de comprender el pensamiento ajeno una ver percibido, hhemos de establecer una relacin entre ese pensamien- to recién percibido y otros ya pensados anteriormente; ‘no obstante, este pensar asociativo es completamente distinto de la percepcion del pensamiento ajeno. ‘Una vez que hayamos ordenado, organizado y ana- lizado la totalidad de nuestra experiencia global segin ‘reas especificamente distintas la una de a otra, éreas que, no obstante, tienen cierto parentesco que nos auto- Fiza a considerarlas genéricamente como sentidos,lle- .gamos.a establecer el conjunto de los doce sentidos del hombre a los que ya me referi varias veces. Uno de los ‘capitulos més débiles de la ciencia actual, es el que trata de los sentidos desde el punto de vista sicosoma- tico, ya que, en el fondo, siempre se esté hablando de los sentidos en general En el campo de las percepciones sensorias todo el ‘mundo acepta, desde luego, la radical diferencia entre el ido y la vista 0 el gusto. Similarmente, una ver captada esta diferencia entre el ofdo y la vista, es necesario dis- tinguir, asimismo,el sentido verbal, el intelectivo (0 sen- tido del pensamiento ajeno) y el sentido del Yo ajeno. La ‘mayoria de los conceptos comtinmente empleados al Inablar de a ciencia de los sentidos, se deriva del sentido ‘acti: Ia flosofia contempordnea se ha acostumbrado a fundamentar toda una teoria del conocimiento que se reduce tan s6lo aaplicar al érea total de la facultad de percepcin, algunas percepciones relativas al tacto, 6 Ahora bien sianalizamos el campo total de nuestras experiencias externas obtenidas de manera similar a como obtenemos las visuales, téctiles 0 téemicas, llega ‘mos a distinguir claramente doce sentidos ya enumera- dos en ocasiones anteriores: primero, el sentido del Yo ajeno, o sea la facultad de percibir el Yo de otro indivi- duo, facultad que, como dije, debe distinguirse de la conciencia del propio Yo; segundo, el sentido intelecti- Vo; tercero, el sentido verbal, y cuart, el ofdo 0 senti- do auditivo; en quinto lugar viene el sentido térmico; fen el sexto la vista, en el séptimo el gusto, en el octavo elolfato y en el noveno el sentido del equilibrio. ‘A propésito del sentido del equilibrio he de mani- festar que un andlisisefectivo de nuestras percepciones ppone en evidencia que existe un campo perceptive tan limitado y tan definido como el de la vista, que nos transmite la sensacién de encontrarnos en equilibrio, No podriamos estructurar nuestra conciencia completa, Si no existiera este sentido que nos transmite nuestra posicién reposada en equilibrio, 0 bien nuestro movi- miento o danza equilibrada, Luego sigue el sentido del movimiento propio, sen- tido kinestésico, que nos permite percibir si nos halla- ‘mos en reposo o en movimiento, percepcién tan nece- saria para nosotros como lo es la de la vista. En oncea- vo lugar est el sentido orgénico o sentido de la vitali- dad (sentido cenestésico) y en doceavo lugar el tacto (dase esquema en la pigina 23 ). Estos doce campos sensorios que pueden ustedes ver en el pizarrén, se dis- tinguen netamente, a la vez que tienen como denomi- nador comin la peculiaridad de ser, todos ellos, vehi- 7 culo de actividad perceptiva. Los sentidos nos transmi- ten nuestro intercambio cognoscitivo con et mundo exterior, sibien de una manera muy variada, Para empezar, tenemos cuatro sentidos que, en forma inequivoca, nos comunican con el mundo exterior a nosotros: el sentido del Yo ajeno, el intelectivo (percep cin del pensamiento ajeno), el verbal (percepcion de la palabra ajena) y el auditivo, Obviamente, toda nuestra experiencia se proyecta fuera de nosotros al percibir el ‘Yo, los pensamientos o las palabras de otra persona. La situacion no es tan evidente en relacién con el oido: pero esto se debe tan sdloa que, en forma abstracta, se ha ver~ tido sobre todos los sentidos un matiz conceptual nive- lador, matiz que se pregona como concept o idea gené- rea de la vida sensoria, sin que se estudie el funciona- ‘iento especfico de los diferentes sentidos. Claro esta que estos conceptos no pueden logratse mediante expe- rimentos exteriores, sino que requieren la facultad de interpretar las experiencias en intuiciGn exacta El pensamiento ordinario no tiene en cuenta, por jemplo, que la audicién, cuyo vehiculo es el aire movi- do, estoes, un elemento fisco, nos lanza realmente hacia €l mundo exterior. Basta comparar el funcionamiento exterior del oido con toda nuestra experiencia orginica interna, para darnos cuenta de que el oido, sentido exte- rior, opera en forma distinta a la vista, por ejemplo. Por simple estudio del ojo, se aprecia que este organo de la vista nos transmite un proceso relativamente interno: al dormir tenemos necesidad de cerrar el ojo, no asi el ‘odo, En fendmenos como este, en apariencia muy tri- viales y sencillos, se manifiestan verdades profunda~ i 5 mente significativas para toda la vida humana. En tanto ‘que, al dormirnos, nos vernos obligados a cerrar nuestro interior para que no lo estorben las percepciones visua- les, no existe la misma necesidad de cerrar nuestro ofdo, ya que este se halla viviendo en el mundo exterior en, forma muy distinta al ojo, que forma parte de nuestro interior; la percepcién visual es mucho mas introvertida ‘que la auitiva, No me refiero a la sensacign de lo que se fescucha, porque esto es otra cosa; la sensacién de lo tescuchado, que alienta en la experiencia musical, no es Jo mismo que el proceso auditivo propiamente tal. ‘Los cuatro sentides mencionados que tienen una funcién mediadora entre lo exterior y lo interior, son sentidos marcadamente externos. Los siguientes cuatro sentidos: el térmico, la vista, el gusto y el olfato, se halla en el imite entre o exterior y o interior; son ala vez experiencia externa e interna. Si pasamos revista a la suma total de las experiencias que nos transmite cualquiera de estos sentidos, nos damos cuenta de que ten ellos existe, por una parte, una convivencia con el ‘mundo exterior y, al mismo tiempo, una experiencia de nuestro propio interior. Si ustedes ingieren vinagre, ‘con lo cual se afecta el sentido del gusto, no cabe duda dde que ese liquido les produce una experiencia interna, fla vez que una experiencia extrovertida, comparable fala experiencia del Yo ajeno o la de las palabras ajenas. En cambio, seria desastroso si, al escuchar palabras, s€ entremezclara también una experiencia subjetiva, {intema. Si ustedes ingieren vinagre, tuercen la boca, 10 ‘que denuncia claramente que la experiencia exterior va ‘acompafiada de otra interior, y que las dos se eonfun~ ° den. Silo mismo aconteciera con las palabras, es deci, Sel escuchar una conferenciaestuviera acompafado de experiencias internas tales como las que se tienen al {ingest vinagre o al tomar vino, nunca se legaria ala ‘comprensiGn objetiva de las palabras del conferencian- te. Eh la medida en que, al tomar vinagre, se tiene una experiencia interna desagradable, y otra agradable al tomar vino, en esta misma medida se matiza y modif- cela experiencia externa, Pero semejante matizacién de Ia experiencia externa ya no es licita cuando se trata, por ejemplo, de percibir palabras ajenas. Permitanme Becir que en el momento en que estas cosas se vean a ‘50 debida luz, entramos en consideraciones de tipo mora. Existen, en efecto, personas cuya actitud en lo referente al sentido del Yo ajeno, asi como al intelecti- Yo, acusan una tal inmersion en sus cuatro sentidos tmedios:el térmico, la vista, el gusto y el olfato, qué juz~ gan a las demas personas y sus persamientos de con- formidad con estos sentidos de fuerte toque interior: no ‘oyen objetivamente los pensamientos 0 palabras aje- has, las perciben tan subjetivamente como cuando se toma vino o vinagre, o cualquiera otra bebida o manjar que produzca efectos similares. ‘Aqui vemos que, de un enfogue totalmente amoral, resulta de repente algo que es de indole mora. “Tomemos el ejemplo de una persona que tiene defcien- temente desarrollados sus cuatro sentidos exteriors. ea persona es, como si dijéramos, actfala, es decir, hace uso de sus cuatro sentidos ceflicos de manera Similar a los sentidos que propenden mas bien hacia lo animal, el cual no es capa de as percepcionesobjetivas 10 comparables a las objetivas-subjetivas que el hombre obtiene mediante sus cuatro sentidos medios. Cuando tun animal hace uso de su olfato, no puede objetivar, sino en escasfsima medida, las impresiones que ese sen tido le transmite; tiene una experiencia en alto grado subjetiva. Claro esté que en todos los hombres estin presentes también el sentido auditivo,el verbal, el inte- lectivo y el del Yo ajeno; pero las personas que, sequin toda su constitucién psiquica, tienden a identificarse mds bien con su sentido térmico 0 visual, y sobre todo, con su sentido gustativo u olfativo, lo modifican todo segiin su gusto subjetivo,o bien segun la forma subjeti- va de oler su medio circundante. La vida diaria ofrece «ejemplos de personas incapaces de toda captacién obje- tiva, y todo lo perciben como si fuera através del gusto © del olfato. Flocuente ejemplo de ello es el reciente folleto del sefior X. Este buen hombre no es capaz de ‘aptar las palabras o pensamientos ajenos: todo lo per- cibe a la manera de cémo se toma el vino o se ingiere vinagre 0 se come no importa qué manjar; incluso 10 ‘externo se le convierte siempre en experiencia subjetiva, Al colocar de esta manera los sentidos superiores en el nivel de los inferiores, pierden su categoria moral, Aqui se nos insinia la posbilidad de establecer una conexién entre la moralidad y la concepcién del mundo, algo ‘muy importante, ya que el elemento destructor que socava toda la civilizacidn lo constituye, precisamente, ‘nuestra impotencia para tender el puente entre las lla. ™adas leyes naturales yel mundo de la moralidad, Finalmente, los tims cuatro sentidos:el del equili- brio, el kinestésico (movimiento), el de la vitalidad : one oe Soe Slee ore see oeea ae cere eee eco Soe enna Sees eee ee Seo oe ee Soccer 2 mundo exterior. La persona que se mueveconsiye un fendmeno tan objetivo coo el movimiento de ae pedazo de madera y lo mismo vale con reac a Cquilibsio. Similarment, tambien el sen orgsnicy (enestésico) nos transite process totalmente je, ‘vos si bien a primera vista parece que estos process 10 e relaionan con el mundo exterior, Imagine: nos una reacin en un alambique: tarscerte con Suecdn a cienasleyes y puede deserbise objet, mente, Lo que registra la cenestesia es una reacelon de es misma indole, solo que cormpletamente desplass, da hacia el interior de nuestro orpanismo. See pro. ces. reaccién funciona como es debido en forms de proces objetivo el sentido orgnico asl informa existe algn tastoro, el sent orgdnico lo rans te tambin, sin menoscabo de que el proceso se halle encerado denro ela epidermis Al fn yal abo, un proceso objetivo no es alg que tenga, por de pronto, tna conexon particla com sl contenido de ues vida anni Lo mismo vale para el seni tcl cada vez que tocamos 0 tentamos algn objeto, se modifica te ‘esta estructura organica. Nuestra reacién al et mul sensible e un cambio organic en ues ite sor. De modo que estos cuato sents now ofreen algo notoriamente objetivo ex dei algo que nos colo. Ga enel mundo on las eatactersticas propan deen dades objetivas que pueden ser vistas yobservadas cvteriorment En resumen: aungue se trate de sertides marcade sent interno, los nos transmaiten percepiones qe B ge refieren a realidades tan objetivas como las perci ddas en el mundo exterior. Considerado como fenéme- +o fisico,no hay diferencia en que pongamos en movi siento un pedazo de madera o que sea una persona la jque se encuentre en movimiento externo, El sentido Kinestésico sirve tinicamente para registrar, es decir, para llevar a nuestra conciencia subjetiva lo que acon- tece en el mundo exterior del que formamos part. Sorprenderé saber que los sentidos declaradamente exterioresresultan ser los mas subjetives, ya que su fun- cin es transportar hacia el interior de nuestra condicién humana lo que perciben. Los cuatro sentidos medios, representan una oscilacién entre el mundo exterior y el interior, a modo e péndulo. Finalmente el cltimo grupo de sentidos nos transmite una convivencia con To que nosotros somos en virtud de pertenecer al mundo, no en. virtud de pertenecer a nosotros mismos. odriamos ampliar esta reflexion y encontrarfamos muchos aspectos caractersticos de un sentido u otro. Lo que importa es que aceptemos la idea de que la ‘Teoria de los Sentidos no debe concebirse como simple descripcién de los sentidos, segiin los érganos senso- ros mas materiales, sino mediante un andlisis comple- to del campo vivencial. Veriamos entonces, por ejem- Plo, que no es cierto que el sentido verbal carezca de ‘organo independiente, aunque la fsiologéa materalis- ta ordinaria no lo haya explorado al estilo del sentido visual y de los demas sentidos clasicos. Si tratamos de obtener una visién global del ser ‘humano, ha de lamar nuestra atencién el hecho de que 1a Vida que normalmente solemos definir como vida “ animica, se halla ligada a los sentidos superiores; para abarcarla diffcilmente podemos extender el campo més allé del grupo comprendido entre el sentido del Yo ajeno, hasta el sentido visual. Si pasamos revista de todo lo que nos ofrece el sentido del Yo ajeno, el inte- lectivo, el verbal, el auditivo, el térmico, el visual ten ddremos aproximadamente abarcada la llamada vida animica. Y es que de estos sentidos categéricamente ‘exteriores y de sus propiedades, algo se proyecta hacia dentro del sentido témico, del que dependemos en ‘nuestra vida animica mucho més de lo que cominmen- te pensamos, En el caso del sentido visual, es obvio el enorme significado que tiene para la totaidad de la vida animica. En cambio, ya con el gusto y el olfato des- cendemos alas regiones de la animalidad y, finalmente, con el sentido del equilibrio, el kinestésico y el cenesté= sico, etc, nos hundimos por completo en muestra propia corporalidad, sus percepciones son puramente internas, ‘i pretendiéramos dibujar esquemsticamente nuestra entidad humana, tendlamos que proceder como sigue: trazar primero la regién superior, en la que descansa ‘nuestra vida interna propiamente dicha, vida intema {que presupone para su existencia, el que poseamos esos sentidos exteriores. .Qué seriamos si no tuvigramos a ‘nuestro lado otros yoes? Qué serfamos si nunca hubié- ramos percibido palabras, pensamientos, ete? Imaginenlo para todos los seis sentides superiores. En ‘cambio, todos los sentidos que se sian del gusto hacia abajo, perciben hacia adentro y registran procesosinte- ores, procesos que se vuelven més y mas confusos e indefinidos a medida que descendemos en la escala de 15 ls sendnEvidentement, em nectar Sercepi relativamente clara desu propio equi, ues elo contro desmayarny ler Demy ica, para el sentido del equi, lo mismo que oftscarse para el sentido de la vist. No obstante eta correspondent, lo que tansten ls se sntidos inferiores, se oma progzesivamente mis impreiso. 1 primero deel el gute, todavia ae desenvueive en Eerto modo ena superfce, donde existe una concen Gia cara de ese sentido Sn embargo, aunque odo muce tro cuerpo, con excep del sistema motor (en eto tmodo ese stema debe inclure tabi es un slo rao gustavo, ny pos som ls personas capaces Ge saborear los ferries manjares en el et6mago, 2 uel altura gastronomic nos alla sfcentemente Afesarllada: La gente apenas gusta de los manjares 2 tras de los dems rgenos yuna vex que legan 3 tstomag, al mayora ee indiferente como son au tue inconscenterente, el sefido gustavo se conta {'elargo de todo el tbo digestivo Eoraismo entero toma pate en gusta lo Ingerio, gusto que va men- fruando conform lo ingest va penetrando en el orgs smo, Similar onganismo entero iterviene en In forcén del sentido olatvo, x dc, en la acted pasva ene los cuerposaromicoy est actividad Se Eoncenira en lo mas superficial a pesar de que en real adel hombre entero, no so si nar, shall afectado por una flow ota susancia aromatic, recisament, te ae como el gusto y lola impregan al hombre tnter, se sabe asin, lo que et contenido en esa ‘iveriaolaiva gustav y cOmo persist hala el . ee oe a Seiten ee eee diferencia fundamental ent lo que agutmargqu con anes See = later eter = See opr pepe aller rape eee ety interna ye proceso que tiene haga en la exmpana, Sauaienine esee Shaan Ser Fence apa Eeutersas eicwoee Seen ard Sree eee ee ee v aque tiene lugar en la lengua al ingerir vinagre, nada tiene que ver con lo que nosotros experimentamos inte- riormente. Existe una intima conexi6n; el proceso obje~ ‘tivo queda unimismado con el subjetivo. Los pecados que la fisiologia modema comete en ‘este campo rayan en lo escandaloso por la raz6n de que, efectivamente, se postula para el gusto, por ejemplo, tuna relacién con el alma andloga a la que tiene la vista 0 el ofdo, Existen disertaciones filossficas que tan sélo se refieren genéricamente alas cualidades sensibles y a su relacién con el alma. Locke, e incluso Kant, hablan a ‘grosso modo de la relacién del mundo sensible exterior ‘on la subjetividad humana, siendo asi que para los seis ‘sentidos, de la vista hacia arriba (véase esquema), pre- valece una situacién totalmente distinta a la que presi- de los seis sentidos del gusto hacia abajo; es imposible abarcar ambos conjuntos con una sola teorfa. Y por haberlo hecho, la teorfa del conocimiento ha quedado invadida por esa monstruosa confusion que, mss 0 ‘menos desde tiempos de Hume o de Locke, un poqui- to antes, ha tenido un efecto devastador sobre los con- ‘ceptos modemos, incluso en la fisiologfa. En efecto, no ‘es posible desentrafiar la naturaleza e indole de los pro- ‘ces0s ni, por tanto, la naturaleza humana, side la mane- ra sefialada y utilizando conceptos preconcebidos, se estudian las cosas sin observacion imparcial ‘Queda, pues, aclarado que poseemos dos tipos de percepcién: por un lado, una vida distintamente intro- vvertida, sin la cual el hombre vive para s{ mismo, a pesar de hallarse en acttud perceptiva frente al mundo exterior; por el otro lado, ejerce una actitud, perceptiva 18 también, pero mediante la cual él se adentra vitalmente ‘en los procesos del mundo: lo que sucede en mi lengua al gustar algo, es un proceso totalmente objetivo a pesar de tener lugar dentro de mi, pero pese a su localizacion fen mi interior, es un proceso de alcance mundial, por- que lo gustado sufre una transformacin, En cambio, la imagen que se genera en mi gracias a mi acto visual no cs, de inmediato, un proceso de validez mundial; tanto si se produce como si no se produce la imagen, todo en 1 mundo sigue inalterado. Sino se hace esta distincién entre las funciones sensorias subjtivas y las objetivas, se pierden muchos puntos de vista importantes. Existen verdades matematicas y geométricas. Un cri- terio superficial no tarda en pensar: el hombre saca la ‘matematica de su cabeza o de alguna otra parte (esa ubi- «acién, por lo regular, no es muy precisa). Pero no es asi; el pensamiento matemético proviene de otras regiones dlistintas, regiones que se sitdan en el hombre mismo: el sentido del equilibrio y el kinestésico, es decir, de pro- fundidades que quedan al margen de nuestra vida ani- ‘mica ordinaria, Debajo de esa vida animica ordinaria palpita aquello que hace aflorar los entes mateméticos ue, si bien se configuran en nuestra mente, arraigan en tuna parte de nuestro ser que es a la vez cOsmica. Sélo hay subjetividad en la region del sentido visual hacia arriba (véase esquema); en cambio, con los seis sentidos ue ocupan la parte inferior de nuestro esquema arrai- ‘gamos en el mundo; pertenecemos al mundo al igual ‘que cualquier pedazo de lea y al igual que todo el resto del mundo exterior. Por lo tanto, ninguna Teoria del Espacio, por ejemplo, puede tener cardcter subjetivo, ya » ue su origen se sitéa en una regién nuestra en la que nosotros mismos somos objetivos. El espacio que atra- vvesamos.al andar y del que nos damos cuenta por medio de nuestros movimientos, es el mismo que, después de haberlo reproducido en forma de imagen mental, apli- camos a lo contemplado. El espacio nada tiene de subje- tivo, porque no tiene su origen en la regién en la que nace lo subjetivo. “Amigos mios, este modo de enfocar las cosas es com- pletamente ajeno al kantismo, desconocedor de la radi- ‘al diferencia ente las dos regiones de la vida humana; ignora que el espacio no puede ser subjetivo porque tiene su origen en la regidn objetiva del ser humano frente a la cual nos comportamos objetivamente. Si bien tenemos con el espacio una conexidn distinta a la que tenemos con el mundo exterior, él es, no obstante ‘mundo exterior legitimo y, sobre todo, se convierte en ‘mundo exterior todas las noches cuando al dormir, reti- amos nuestra parte subjetiva: el Yo y el cuerpo astral. De nada sirve acumular el mayor numero de hechos cexteriores para integrar una supuesta ciencia que leve adelante nuestra cultura, si dentro de la representacién ¥¥ concepcisn del mundo existen los conceptos més con- fusos sobre las cosas mas importantes. Comprender que, ante todo, es necesario llegar a conceptos no borra- 505, sino claros, es la misién inalienable que se nos plan- tea con todo vigor si queremos contrarrestar las fuerzas de la decadencia y trabajar en pro de las de reconstruc- cidn. De nada sirve partir de conceptos o de definicio- nes lo tinico provechoso es la contemplacién imparcial del repertorio de hechos y de sus respectivas éreas. » Nadie tiene derecho a delimitar, por ejemplo, la regidn de la vista y declararla drea sensoria, si no esta dispuesto a hacer otro tanto con la region de la percep- ‘idn de palabras, por ejemplo. Si tratamos de organizar €l campo global de nuestras experiencias en la forma como he venido haciéndolo repetidas veces, veremos que no se puede afirmar: "tenemos ojos; por lo tanto poseemos sentido visual’, sino decir: "por algo ha de ser que la vista tenga drganos fisico-sensibles tan pro- rnunciados, sin que esto nos justifique a estrechar la region de los sentidos a aquello para lo cual existen Srganos fisicos muy aparentes’ ‘Con ello todavia no nos movemos en el nivel de la visién superior, sino que solamente registramos cier- tos aspectos que intervienen en la vida humana ordi- naria, Somos conscientes de la necesidad de tener que distinguir entre la parte subjetiva del hombre, su vida animica intima, y aquella en la que se halla, en reali- dad, dormido. En relacién con todo lo que le transmi- ten sus sentidos, el hombre es una entidad cosmic. En la vida animica ordinaria no sabemos nada de lo que tiene lugar al mover un brazo, por lo menos no lo sabemos sin visién superior; lo que tiene lugar es sgeneracién de voluntad, proceso tan exterior a n0so- ‘ros como cualquier otro proceso externo y, no obs- ‘ante, intimamente nuestro, aunque sin entrar en ‘nuestra vida animica. En cambio, no es posible susci tar una representacién mental sin que la acompafe- ‘mos con nuestra conciencia. Por lo tanto, la triple estructuracién de la totalidad sensoria, nos conduce atin a otro descubrimiento. Veémoslo. a El sentido del Yo ajeno, el intelectivo, el verbal y el auditivo, nos transmiten experiencias que, al incorpo rarse a nuestra vida animica, cubren todo lo que ests emparentado con la epresentacién. ‘Andlogamente, todo Io concerniente al sentido tér- ico, la vista, el gust y el olfato,esté emparentado con la emotividad, En el caso de la vista, esto no es muy aparente; en cambio, silo es en el caso de los otros tres sentidos mencionados, Sin embargo, una investigacién ‘mas exhaustiva lo comprobaré también para la vista. Finalmente, todo lo relacionado con el sentido del cequilibrio, el kinestésico, el cenestésico, y también el tactil aunque en el caso de este iltimo no se note fécil- ‘mente porque este se retira hacia el interior del cuer- po), esté emparentado con la voluntad. Asf pues, en la vvida humana todo esté emparentado y, ala vez, meta- morfoseado. Con lo que antecede les he dado un resumen de lo aque dije en varias ocasiones anteriores y asf podemos basar sobre él nuestras reflexiones de mafana y de pasado mafana. ‘Semtido de Yo sje Sent inilctvo | senicos oe Sentido verbal swfalererte ido Send térmico Vista = Gusto P exaorneroe fata oP sunt de oq Sentdo kinestsico | sentsos 0 Ayer traté de trazar una especie de divisin entre las cexperiencias sensorias que pertenecen més bien a la parte superior del hombre y que constituyen propia~ ‘mente su vida animica, y las que atafen a la parte con- siderada “inferior’,experiencias estas ttimas cuyo con- tenido se halla, ante la conciencia humana, en una situa cién similar a la de cualquier experiencia externa, con la linica diferencia de que tienen lugar en el interior del ‘hombre. Vimos que las experiencias sensorias de la pri- _mera categoria son las que nos transmite el sentido del ‘Yo ajeno, el intelectivo, el verbal, el auditvo, et térmico y el visual. Vimos, asimismo, que participamos con ruestro ser en una regién intermedia donde existe algo ‘as{como una coexistencia o equivalencia entre las viven- ‘Gas internas y las externas; el la regién del gusto, del olfato y de los demés sentidos propiamente interiores ‘Al tratar de un tema como este, es dificil darse entender con una cruda terminologia que sirve perfec- tamente bien para caracterizar el mundo exterior, pero que alla tan pronto como se empieza a estudiar la enti- dad humana y la textura intima del mundo. De todas maneras la dferenciaciGn de lo que hemos definido como hombre superior e inferior, y que repre~ 4 sentan sendas facetas del acontecer universal, pone en cevidencia, asimismo, que existe una divisién que atra- viesa nuestro mundo vivencial, asi como tambin expe- rimentamos los dos polos asi creados de manera radi- calmente distinta. Sin un estudio concienzudo de esta estructuracién de la entidad humana, no sera posible aclarar el problema més importante del presente y del futuro inmediato; cual es la relacién, por una parte, entre el mundo moral en que vivimos con nuestra naturaleza humana superior y en donde desenvolve- _mos nuestra responsabilidad humana por el mundo, y por la otra, el mundo al que no podemos sustraernos, el de la necesidad natural? ‘Sabemos que en los tkimes siglos, desde mediados del XV, el progreso humano se apoyaba principalmen- teen el desarrollo de ls conceptos e ideas relacionadas con la necesidad natural. En estos siglos la humanidad prodigaba menos atencién al otro campo de la vivencia humana, es decir, al del orden moral del mundo. Hoy dia, con tal de que se Sepan interpretar, aunque sea en ‘escasa medida, los signos de la época y captar sus mag- nas tareas, es obvio que existe una honda escisién entre Ia llamada necesidad moral y la natural sta escisién ha surgido en virtud de que un gran _nimero de personas que se consideran a la altura de la ‘vida cultural presente, distinguen entre dos regiones vvivenciales: la que abarca el conocimiento y la que s6lo puede ser abarcada por la fe. Esas personas consideran ientifico tan s6lo lo que se presta a ser formulado en estrictas leyes naturale, y pretenden estatuir otro tipo de certidumbre para toda la vida ética y moral, la que 2 no conden sino una especie de ceidumbreceencal Este eras muy elaborada sobre I supucsta nee Sind de ltinguete a cerubre Gf ya fe “odes eta istincionesy fora se deben ala di uotacia de que noesta vin dea historia es muy lente y que no se nen en coef as condones Ge imernron on ia oj de muestonconenios Ininizos actual. Ya en vara ocasiones mencioné el Sjmple casi es die gue ls fifo ontempors ‘ro oe imaginan quel ictonia del hombre sen Cuerpo y ama se ban en slgunaobservcin primor Sia capo eesti, endo ae que xa dstnion ti resultado de ura reslucon del Ostvo Concio cumnc, a 8, eneloeerigisen dogma lates de Gur el hombre no debe cnceise como constiido For carp, ana y cpt io fan so por cuerpo Tima considerindose esa como portador de alguns Sinbtoe epistles Enos silos subeluients ete dogma se consalid6 sndoy mise sedan ls sof dela Fad Mela cuando de ln flosoia medieval surgi la teva agente cia ue su concept ce imaginara omre irtgrad de cuerpo yaa se spovaba ent txperencin cuando en edad eve concept no pasabs Sarimplecstumbveconsagrada através os siglo. Te aqui elgjemplo clic pata muchas obs en las ue Ta urmanidad acto cee poser un uo impar i cuando seul noes sine el poste resultado de tnprocesohotoric,Fos lege an uo gue e cia wrestled, es necro abrcat expe Metres a 2% Asi, por ejemplo, si alguien conoce sinicamente el pensamiento cientifico, es perfectamente natural que lo considere el tinico vilido, sin poder imaginarse que pueda existir otro tipo de conocimiento. En situacién lun poco més aventajada se hallaré quien, en adicién al juicio cientifico maderno que ha venido consolidéndo- se desde mediados del siglo XV conozca, siquiera en sus rudimentos, las tendencias que estaban en vigor en la temprana Edad Media, esto es, hasta entrado e siglo IV de a era cristiana. El que posea alguna informacién al respecto, juzgard a semejanza de como los mejores de nuestros neo-escolisticos interpretan la relacién. entre el hombre y el mundo del intelecto, sin que esto ‘ea suficiente para llegar también a un juicio sobre la relacién del hombre con la espiritualidad, No es sufi ciente, pues para remontarse més alld de Aristételes, fallecido en el aito 322 aC, y comprender la manera como pensaba la humanidad en aquellos tiempos, se requiere una mentalidad muy distinta de la actual. Con la disposicién mental caracteristca de nuestra €poca, que ni siquiera alcanza para comprender a Aristoteles, es totalmente imposible comprender a Platon ni, menos todavia, a Heréclito y a Thales. Un andlisis de las discusiones modernas sobre la filosofia, aristotéica, pone en evidencia que por la reproduccién indiscriminada que de sus conceptos se hizo, han sur- gido un sinnimero de confusiones, por el simple hecho de no haber tenido en cuenta que, por ejemplo, el estudio de la obra de Platén, maestro de Aristoteles, supone una configuracién mental distinta a la nuestra Si uno estudia a Aristételes avanzando hacia él desde ” la posiciin de Plat, su ligica se presenta a una luz muy dotinta de se a conempa an slo en reas peccién,apoyado en el modo de penstt propio de oes cuurecontemporinen Si bien es cierto qu la ic ait es muy abs vata y muy inteleaiad 0 debeis oviae que Arties pose, menos in conoesmieto heredado de que hubo un tempo en que exe ina vison iti th del mundo espinal. Die que ponela un conor nent heredado, dec no una itn personal, ue Sesupone had haber sido muy pobre en Avis Para hls regs gas eran alge a como las poste: fas proyecones procedentes de un mundo esprit, sombres de proyetnas, en tanto que para Pat, por eomplo, conta ese mundo todavia un mundo Undo fect y access la conclenia, Por lo oman, amigos mios, pasa nadverias las poerosas diferencias que exsten ere ls diversas Fpocis dela humanidad. Los aproximadamente se lentes aos desde la muerte de Avsttles, 32 aC, han el Concio de Nc 38 de mut cre aden a una epoca dil de investiga yo gue Igisia we empenseneterinar odo os documents de hubiran podido suminstrar una imagen medi ‘Rment adeciada del isposicon anna qu pre- tele resto tes siglo precristanos Ts tes post ‘stnos: As por eemplo, gran mero de personas Se permite hoy hablar pina sabe la Gress, Pro {edo la conten? A través de los exctitos de sus Sveraros. Can exepctin de muy poss estits resco ue ademas, rents my poe esdarcedo- 28 fe, todo lo gato ha quedado exterminado, y lo ic ese pe on sg cae rte oe tscritos tendencosos cayo objet fue refuara, He Poscemos la Goss ms snenoe nl fora en uc oserfamos la Arttoposofa sila conoiramen soo través de os ecios del Padre X.No obstant agente habla y opina sobre aquela con fundamento en seme: Jante documentacén externa La verdad esque la Gross ue un elemento seni y constitutive de toda la atta vie esprit dees Siglos mencionados, Aunque, claro et tosotes ye no podemos evvi,hemos de reconocer quella const Tula un elemento extremadament importante pas la tvoluctn europea ena poca mencionada {2mo caraterzarla? En el curt siglo de esta erase sola hablar della de una mane que Rubira. Sido imposible medio milenio ante, cuando exitian ‘ovine vine nina oni el mundo supraesile alos que no se pea hacer tefctencasna ante simple cna Sep Enel rasfndo dela concienca exit sempre sa ds. crn el mando ep Et tn Caractrstico de Aisttles, or ejemplo, es que paral dicho mundo yaerasimpeadicon Aunque no &imponble que haja posed algunesconocngenton Suton eno esr ese muro era pared 66, Sin embargo, el timbre qu sus concepts posean, Poster eo de los mndoseprtuaes,egua persis tendo, y slo se perdi defintivamente ene trero 0 cuarto siglo de aera crstana, San Agustin Yano tena Acceso ala Gross, pus ya habia desaperecice » La Gnosis fue, en lo esencial, el fundamento de un anterior conocimiento espiritual, reflejado en meros conceptos. Los gnésticos se movian en abstracciones, abstracciones de un mundo espiritual otrora accesible la visién directa. La gente del cuarto siglo ya no sabi ‘qué hacer con los conceptos gndsticos; he ahi la dispu- ta, que resiste toda formulacién, entre el Arrianismo y ‘1 Athanasianismo. Esa contienda y esa discusion sobre si el Hijo era consustancial con el Padre, o de diferente naturaleza y esencia, se suscita cuando ya se habia per- dido el contenido de los conceptos antiguos. La discu- sidn era puro eercicio verbal, desprovista de toda visién plastica He aqui la transicién hacia la progresiva forja del ‘ntelectualismo puro que embarg6 a la humanidad occi- dental desde mediados del siglo XV. Al surgir este inte- lectualismo, la l6gica se habia convertido en una disci- plina totalmente distinta de lo que fue en tiempos de “Aristteles, para quien eta fundamento de conocimien- tos espirituales; él coleccioné lo que sus predecesores habian experimentado por su contacto directo con el ‘mundo espirtual. En el siglo XV ya no existia concien- cia alguna de esas fuentes donde abrev6 Aristotees, y s6lo quedaba el elemento intelectual como tal, ya. no considerado como fundamento de mundos espirituales, sino simple abstraccién de! mundo sensible. Lo que para Aristételes ue resultado de los mundos desde arriba, se tomé después como resultado de los mundos desde abajo (véanse fechas). Y apoyados en ese elemento inte- Tectual procedieron los prohombres del Renacimiento como Galileo, Copérnico y Kepler (si bien este siltimo 20 todavia dotado de intuiciones),y trataron de aplicar al ‘mundo exterior, meramente natural, aquello cuyo ori- ‘gen espiritual se habia perdido. Asi pues, la evolucién de la humanidad civilizada, desde el cuarto siglo de la cra cristiana hasta mediados del XV es, en lo esencial, luna especie de gestacién del intelectualismo subterré- ‘neo que aflora en el siglo XV para atrincherarse més y ins en phic dea intligencia a observacén exterior de la naturaleza, proceso que llega a su cu TaciinenelsigoX ecu Ahora bien, si traemos a colacién lo que dije ayer sobre el sentido del Yo ajeno, el intelectivo, el verbal, fete, nos damos cuenta de que nuestra conciencia reco- ge los mensajes de estos sentidos en forma de simples imagenes; de lo contrario, no podrian surgi todas las discusiones que resultan a cada rato con fundamento en la peculiaridad de la época actual. Se ha perdido la uténtica comprensién de la vida animica, y una prue- 'ba empitica de lo que acabo de afirmar nos la ofrece el fracaso, pese a sus sinceras intenciones, de Franz Brentano con su Psicologia, Teoria del Alma. Otros a autores, menos sinceros y honrados, se han lanzado a escribir libros sobre psicologfa, pero Brentano trat6 de hacerlo con contenido y no pudo encontrarlo, ya que ‘ese contenido slo hubiera podido llegarie de la ciencia spiritual que él rechazaba. De ahi que su Psicologia permaneci en fragmento, y este fracaso constituye un hecho histérico de hondo significado, pues Brentano se daba perfecta cuenta de la vaciedad de las maromas con las que la ciencia psicolégica actual maneja toda clase de conceptos y representaciones. ‘Ahora bien, hemos de comprender que hubo un tiempo en que la vida animica resultante de los seis sentidos superiores, desde el sentido del Yo ajeno hasta el de la vista, estaba saturada de espiritualidad; todavia lo estaba en tiempos de Platén; posteriormen= te, la espiritualidad fue desapareciendo, ocupando su. lugar el intelecto. Asi legamos, hacia un lado, a todo quello que determinaba la evolucién de la humanidad. fen tiempos antiguos, es decir, cuando el Oriente domi- rnaba en lo referente a la civilizacién humana, civiliza~ ign antigua que estaba acorde con la vida animica Sentido del Yo ajeno Sentido intelectivo Sentido verbal Sentido auditivo Sentido térmico Sentido visual Cultura Oriental Estos sentidos suministran impresonés que darén pébulo a la vida espiiual que exten el alma. EL patimonio cultral Ge la humanidad se reotae a 2 desarrollo dentro de la antigua cultura oriental, y para comprenderla en su totalidad, conviene enfocarla con- forme lo acabo de describit. Pero todo eso estuvo preparindose en el subsuelo de la historia cultural. A partir dl siglo cuarto antes de Jesucristo, se empezé por desespiritualizar e intelec- fualizar la vida animica; la l6gica abstracta de Aristoteles marca el primer hito de esta desespirituali- zacién, yla expulsion de la Gnosis marca su supresién ‘completa. Ahora ya s6lo queda el segundo hombre: Sentido gustativo Sentido olfativo Sentido del equilibrio Cultura Occidental Sentido kinestésico (moviniets) Sentido cenestésico (ermicoorginiss) Sentido téctil ‘Ast pues fue ascendiendo una civilizacién que se apoya preferentemente en estos sentidos, aunque no lo reconoce. Recuerden lo que die sobre el espiritu cienti- fico que ha venido imponiéndose y que pretende apli- ‘ar por doquiera las matematicas,ciencia que, confor- ‘me describi ayer, tiene su origen en el sentido kinesté- sico y el del equilibrio, lo que implica que incluso las lamadas “derivaciones espirituales’ del cientifcismo ‘modero, proceden del hombre inferior. Pero més que nada se trabaja con el sentido téctil, pues hasta para ccaracterizar los demas sentidos se utiliza una termino- logia que, en rigor, slo es aplicable al tacto, Es verdad que la gente habla, por ejemplo, de la vista 0 del ojo 0 del sentido visual; sin embargo, yendo 3 al fondo del asunto, todos los conceptos que se aplican hhan sido tomados del sentido téctil e introducidos de contrabando al sentido visual. Furtivamente,y sin que la gente se dé cuenta, se trabaja con categorias y con- ceptos que se han pedido prestados al sentido tatil. Lo que la ciencia de hoy llama ver es, en realidad, simple- ‘mente un tocar un poco mas complejo; ocasionalmente se recurre también a categorias como el gusto y el olfa- to, etc. También nuestra manera de agrupar los fené- ‘menos exteriores para que integren un cuadro de con- junto, se puede interpretar en el mismo sentido, puesto que la anatomia y la fisiologia oficiales ya han liegado al resultado, o por lo menos a una hipétesis bien fun- damentada, de que nuestro pensamiento actual, en. ‘cuanto esta ligado al cerebro, arraiga en un sentido lfativo metamorfoseado; no esté ligado a los sentidos superiores, sino a una metamorfosis del olfato. Nuestra ‘manera peculiar de proceder en nuestra captacién del ‘mundo exterior, tan fundamentalmente distinta de la ‘manera de cémo Platén, por ejemplo, actus frente a ese mundo no es, como pudiera creerse, resultado de los sentidos superiores sino del olfato, si se me permite esta expresiGn un tanto trivial. Debemos nuestro actual perfeccionamiento humano, noa la perfeccién de nues- tos sentidos superiores sino, mds bien, a la circunstan- cia de que hemos conseguido una nariz de perro, meta morfoseada y ligeramente modificada Nuestra peculiar actitud frente al mundo exterior es radicalmente distinta de la que correspondia a una poca esprtual. Por lo tanto, si debe designarse como cultura oriental lo que, en tiempos antiguos, se mani- o festé a la humanidad por medio de los sentidos supe- ores, entonces el medio en que vivimos y que acabo de caracterizar, debe considerarse como lo privativo o sobresaliente de la cultura occidental: bisicamente, esta ‘cultura occidental ha sido sacada del hombre inferior. ‘Al decir cosas como estas, tengo que insist en que no se trata de valoraciones, sino de decursos histéricos. Con ‘utilizar las palabras “superior” “inferior” no quiero insi- ‘nuar, en manera alguna, que lo uno sea valioso y lo otro ‘menos valioso. La diferencia es, simplemente, que la pri- ‘mera actitud corresponde a una profundizacién del ‘mundo; la segunda a una no-profundizacién. De nada sirve entremezclar simpatias 0 antipatas, com lo cual se obstruiria el conocimiento objetivo. Si alguien quiere conservar Io que esti contenido en la cultura de los Vedas, de la Vedanta, del Yoga, tiene que acercarse a ello por el camino de los sis sentidos superiores; en cambio, Quien quiere comprender lo que propiamente se halla tan s6lo en estado incipiente requiriendo todavia mayor desarrollo para ciertas modalidades de la conducta humana; quien quiere comprender ese algo que ya alcanz6 una primera eispide en el siglo XIX, tiene que saber que se trata aqui del hombre inferior que pugna ppor aflorar a la superficie, afloracién que es un rasg0 peculiar dela cultura anglo-americana, occidental ‘Un espirita particularmente caracterstico del adve- nimiento de esta cultura es Bacon de Verulam, cuya particularidad reside en que las afirmaciones conteni- das en su "Novum Organon Scientiarum” han sido reu- nnidas con tan sorprendente ligereza que sti mensaje ‘slo puede tener significado para personas a quienes 3 les gusta quedarse en la superficie de las cosas. No obs- tante, sus afirmaciones son sumamente caracterstcas, En cierto modo, Bacon es ignorante y necio, a la vez {que extremadamente superficial; es ignorante, ya que tan pronto como empieza a hablar de las culturas anti- sguas, desbarra, nada sabe de ellas; es superficial como facilmente puede demostrarse por la inspeccidn de sus, propios escritos; por ejemplo, cuando se refiere al calor. Siendo, como es, empirico, Bacon compila toda la infor- ‘macién existente sobre el calor, pero se nota que todo lo que dice son apuntes sacados de libros sobre téenicas experimentales. Su compendio sobre el calor no ha sido compendiado por é! mismo sino por algin auxiliar, Pues claramente se ve que es un trabajo hecho con los, pies. No obstante, Bacon sigue siendo un hito dela evo- lucién moderna. Aunque su personalidad puede dejar- nos sin cuidado hemos de reconocer, sin embargo, que a través de todas sus insensateces se abre paso un ele ‘mento que es caracteristico del advenimiento de una ‘cultura que corresponde a los seis sentidos inferiores, conforme lo describ La humanidad nunca pods salir del atolladero en que se encuentra sino comprende que, aunque fue posi- ble vivir com la cultura del hombre superior (por razones {que puse en evidencia en las conferencias anteriores), no se podra vivir a la larga con la cultura del hombre infe- rior. Y es que en cada nueva encamacién, el alma huma- ya conserva reminiscencias inconscientes de una vi terrenal anterior; una y otra vez se ve remitida a e50s ele- ‘mentos pretritos, a veces ni sabe adénde, pues esa rem: sidn se manifiesta en un ansia confusa e indefinida pero 1% ‘que, no obstante, existe. Esa tendencia confusa se mani- fiesta principalmente al conceder validez objetiva a lo aque pertenece ala mencionada regién inferior, cifténdo- To en leyes que se suponen objetivas. Todo lo que ya no existe en forma tradicional y que pertenece a la region superior (véase esquema) se ha esfumado en la fe, en ‘cuanto a su caricter existencial. Hay quienes intentan conservarlo, pero no se atreven a aribuir carécter real al contenido moral del alma, concediéndole tan s6lo una cierta creencia en cuanto a su cognoscibilidad ‘Empero, amigos mios, no es posible que la humani- dad siga viviendo con este equivoco animico. Uno puede persuaditse a s{ mismo de que el contraste entre Ta fe y el saber, tal como lo fingen particularmente las iglesias protestantes, puede sustentarse con argumen- tos te6ricos, Es cierto que puede subsist como teoria, pero no se puede aplicar a la vida, no se puede vivir ‘Con ese contraste; la vida humana misma lo contradice. Es imperativo encontrar el camino para armonizar lo moral con las categorias universalmente aceptadas, pues de lo contratio se llegard siempre a decir: con fun- damento en la necesidad natural, se formulan ideas ‘sobre el principio y el fin de la Tierra; en cambio, exis- te la tendencia a darse por satisfecho con una certi- dumbre dogmética cuando se trata de atribuirnos un valor humano, valor que una vez.que Hlegue el fin del ‘mundo, tal como lo define la ciencia natural, debe sobrevivir al ocaso de la Tierra para que perdure en ‘otros mundos posteriores. 's interesante notar que la Antroposofia es impug- nada, precisamente, por este punto de vista, He de » ‘mencona esos alaques por lo que enen depos no proceden de un indviduo asada, sino de un mimeo Tespelable de individos. Se dan cuenta de que la ‘Antropoota fina tener un contenido, coneniao cog: ast gue pe omen a i ttm quel dela ceca atuales, por empl, Los necos dicen, desde luego, que el contenido antroposSice no corresponde al de as dencias naturals, que e algo dist; pero eto es una perogulada Gu no merece nla mencin lo potate ex que el contenido cog osctive de lt Antropesta se prése a er someido mmo tatamenfo que ede las Gencas naturales También hay quienes dicen que no se puede demostar, Y senes esto afirman es porque munca se han ocapa- {olde la natralezalogce de las demostacioned lo arotesco ex que se digs ls cost de. que trata la Entropesota, no deben ser objeto de canocimiento, puesto que ental cis perdenan su crite een deen seit siendo cto de a cetidumbre del fe, Pues el valor de Dios, dela inmartalida, et, reside Precsamente en que nose saben, sino qut tan slo se {ree Ala Antroposotia se le reprocha due el busca Un saber de estas cost yw impugna ec abe algan- do que, con ello, esoctvaria el carter religoo de tsa verdad, cya eligisdad reside, presume, tm rer logue nose puede saber conimnzase expr spss, gon usr yo eber coe as reglara I gente en a vida ordnaia,con un concept de confianga de {3s indole tener a misma confianea en lo desconoc ds que en los conocido! Esto implica perder la con % flanza en as entidades dvi epiniuales legos 1 cones! El nitrsligin coin, prec tmnt en la gnrancia de et evades asada loess vera manoneada se hicera dello Obit de conection! En sas oa In get de oy procede con aig rezaimespooate en verdad, con una verborzea Tira, No prem permite jo de past por hv esoy stoma in ition ellos una yo ver turcon el ego decor en opetconesy proliidaes Notes tengo miedo sis repetonss hes de man tener lo fe blron. memos el eso sigue un ein presto del es de Wurtenberg plies nao de un protec universare sobre Antopsofia, diendo La Renropost afm la erence an tnd epi fu che cual as eniaderepirualese mieven Como lab tess sll ene epi fs San Gaterdtico unversitaro. puede permiise ecriir Serene on dcean busca todos lor medio paa Sa, pes no et len qu un athcn repo Sable elie que oe escrbaninenatces, EI qu se Imoevan las mows y ile sede iment cuando tigin vido et borracho, y an en ete, el tines es solamente ube, ¥ como el famante reer no admin pee de haber ero a Eps nupuestmente sean en etado deebredad Ai tampoco que sept (pus yu sen uted tue prs los eprits ambien se mevon as messy ea, suru o del to sol) nose oda a taeda dear ea proce dear en fora tl » mente irefleiva. Yl encia de una “autoridd”capaz de semetes paste, no eres confanca slur oy se impon el mis esto rigr en ets cosas y sino nos imponemon ese rigor absolute segues hundiendonos cad ia mae en ln decadenia Es imperativo intr en queen todos ls campos see. guva conceptosdarosysaturados de contenido, una ez logrado, ya no se podeé mantener la tots de la “arin ember er, pus compen Gc ella es resultado, prcsarent, delosngenes ue acabo de sefialar. . ae “Ademds, conviene drse cuenta de que también la separaién ene saber y fe ha de considerarse como ter acidentehistrice. En parte etd condiionada Nstéricamente por lo expuesto anteriormente peo eso 10 es todo, Inportanttna esl siguene conser Sis dentto de cristanimo occidental registames como primera etapa, una covinte que es reeled de Tafusien dea Gnosis coma docrina monet de os Evangelos similarmente el resulado de en fusion se ha fan, as ven en a epoca del ecclastise, con et erttetsmo, Eta segunda fusion aunque muy Ingenioa no pasa de mera reminiscent histrca La. dlctrna dela generacignsmulténea del uerpe ume no del ala humana por el nacmients ol concep Gin es una docrina nooriaente attic. A des pojaae de la antigua expntuaidad y con el advent tento del mero inlet, Aistteles Ja desartele antigua iden de pressenc, es dec, la ten el ‘ida del alma humana anterior al nacimentoo «la Concepcin. Este rechazo de la doctina de la preeis © tencia noes cristiano, sino aristotélico, y sélo se convir~ 1i6 en obsticulo dogmatico a consecuencia de la admi- sign del aristotelismo en a teologia cristiana En este punto se insiniia la pregunta significativa para cuya Tespuesta ya hemos reunido algunos ele- Imentos en nuestras conferencias de las semanas pasa~ das. Recuerden que insistf en que el materialismo del siglo XIX no carece del todo de raz6n de ser. Por que? Porque el hombre, en cuanto a entidad de organizacién fisico-material, es una imagen del desarrollo espiritual desde su muerte anterior. Entre el nacimiento y la ‘muerte no se desarrolla lo puramente animico-espiri- tual, sino lo animico-fisico, mera imagen de aquello. Efectivamente, las experiencias que el hombre tiene ‘entre el nacimiento y la muerte no ofrecen la posiil ddad de una fundamentacién cientifica de la vida post- ‘mortem; mientras se enfoque tan slo la vida del hom- bre entre el nacimiento y la muerte, no existe nada que ofrezca una prueba posible de inmortalidad. "Ahora bien el cristianismo tradicional enfoca vinica~ ‘mente la vida entre el nacimiento y la muerte, ya que sitia también la creacin del alma en el momento del nacimiento 0 de la concepcién, y de ello no es posible derivar saber alguno sobre la vida post-mortem. Sino ‘se admite la vida preexistente referente ala cual, como tustedes saben, si es posible obtener un saber auténtico, tampoco se puede obtener un saber sobre la vida des- pués de la muerte. He ahi la separacion entre saber y Greer en cuanto al problema de la inmortalidad que tiene su origen en el dogma de la impugnacién de la vida prenatal. Por abandonar el conocimiento de esta 4 vida prenatal, results la necesidad de estatuir una par- ticular certidumbre dogmatica pues, efectivamente, si se impugna la vida prenatal y si, no obstante, se pre- tende hacer afirmaciones referentes a la vida post-mor- tem, ya no es posible hacer afirmaciones que se basen en un conocimiento cientifico, Ya ven ustedes cuin sisteméticamente trabada es sa texturg de los dogmas. Es un intento sistemstico de envolver a la humanidad en la oscuridad sobre la cien- cia del espiritu. @Cémo se procede? Por un lado se com- bate la teoria de la preexistencia; entonces no puede haber conacimiento de la vida post-mortem, en cuyo «aso se ha de creer en ella con base en el dogmatismo. Se propugna la fe en el dogmatismo, impugnando el conocimiento de la vida prenatal En verdad, hay mucha sistematizacién con respecto al desarrollo del dogmatismo desde el cuarto siglo de ln era cristiana, y al desarrollo de absolutamente todas las concepciones cientificas modemas a raiz de este dogmatismo, sélo que aplicadas a la observacin de la naturaleza externa. Asimismo se puede demostrar que, de esta manera, ha venido preparndose la adhesién del hombre a la mera fe. in duda que el ser humano siente deseos bien definides de inmortalidad; privado de saber, se torna accesible ala fe dogmtica que puede dominarlo a su anto. m1 La divisiéna través de la entidad humana de la que hhablé, se manifiesta también en la existencia cotidia- na, particularmente en larelacion de dos facultades de indole psiquica que pertenecen, a la vez, al funciona lismo fisico~ corpéreo; una de ellas es la memoria ol recuerdo, la otra es la facultad de amar. El amor es una fuerza cuya indole, por lo comtin, no se estudia a fondo; solemos entregarnos a ella ingenua- mente, sin examen 0 anilisis detenido. Hemos de dejar establecido, desde un principio, que a propésito de ‘semejantes disquisiciones sobre la naturaleza humana y su relacién con el mundo, es necesario partir de la rea- lidad, no de una idea teérica. Para destacar la diferencia entre una argumentacin basada en una idea o repre- sentaciGn y otra en la realidad, he venido usando reite- radamente la comparacién un tanto banal: alguien ve una navaja de afeitar y dice: es un cuchillo; por consi uiente, la toma para cortar la care, pues navaja y Cuchillo tienen la misma funciGn. De similar simplifica- cid son, por efemplo, las concepciones que tienen cier- tas personas que secreen muy cientifcas y sabias, sobre la muerte 0 el nacimiento del hombre y del animal, con- cepciones que a veces, incluso, se hacen extensivas al reino vegetal. Primero se formula una idea global, a ‘semejanza de la que uno se hace de los dos tipos de ins- trumentos cortantes, y luego se parte de esta idea, desde luego representativa de algiin conjunto de hechos, y se examina, con un criterio tinico, la muerte del hombre, la del animal y quizd, incluso, la dela plan- ta, sin tener en cuenta que el fenémeno a que se aplica aquella idea generalizada puede ser radicalmente dis- tinto en el caso del hombre y en el del animal. Para pro- ceder debidamente, hay que partic de la realidad del animal y de la realidad del hombre, y no del fenéme- no de la muerte englobado en alguna idea genérica. De similar manera simplista se fraguan las repre- sentaciones con relacién a la memoria, por ejemplo. Esta tendencia se muestra sobre todo cuando se trata de constatar la igualdad del hombre y del animal; tentonces, el concepto de memoria se aplca a ambos en forma indiscriminada. Incluso el célebre profesor Otto Liebmann, y algunos de sus distinguidos colegas, utili zan el siguiente ejemplo: un elefante que se halla cami- ro del abrevadero, recibe algtin dafo de un transetinte. Elelefante sigue su camino, pero al regresar y volver a cencontrarse con el mismo transetinte, le lanza el agua que tenia en la trompa, y esto porque, segtin los teori- 0s del conocimiento, el elefante se acordé de aquel ddano, lo conserve en la memoria, La apariencia exterior del incidente es, desde luego, sumamente seductora para ligar con ella semejante reflexion epistemolégica, pero no lo es mas que el ‘empefio de cortar la came en la mesa con una navaja de afeitar. En ambos casos, lo que importa es partir de la realidad, y no de los conceptos generalizados logrados “ por abstraccién de alguna serie de fenémenos y luego aplicados indiscriminadamente a otto conjunto de fendmenos. Este error metodolégico se halla amplia~ mente difundido en las investigaciones cientiticas de ‘nuestro tiempo. a facultad de la memoria humana debe explicarse enteramente con fundamento en la naturaleza huma- ra. Con este objeto hay que empezar por estudiar las fases que la memoria recorre en el curso de nuestra vida. La observacisn intima pone en evidencia que, en Ja infancia, la memoria se manifiesta en forma muy dis- tinta a como la observamos en la niiez, de los seis, siete 1u ocho afios en adelante. A partir de esta edad, adopta las earacteristicas propias de una facultad psiquica, en tanto que durante la época anterior, esta ligada a las condiciones orginicas de las que va emancipandose paulatinamente. si se estudia a rlacién que existe en elnino entre los recuerdos y la formacién de conceptos, se observa que esta se apoya reciamente en las viven- cas que el nifo tiene en su medio circundante, a través de las percepciones de los doce sentidos mencionados fen conferencias anteriores, Es sumamente sugestivo, a la vez que significative, darse cuenta de que los conceptos que forma el nino dependen enteramente de sus experiencias, sobre todo de las influencias ambientales. No olvidemos que a la edad en cuestin, el niRo es imitador por naturaleza, y {ue también sus conceptos los forma por imitacién. No asf la memoria, facultad que asciende més bien del interior del nifo y tiene parentesco con toda su consti- tucién corpérea, no tanto la de los sentidos y del siste- 6 ‘ma cefdlico, sino mas bien de la regularidad o irregula~ ridad de su cuadro sanguineo; los niftos con tendencia ‘la anemia tienen dificultades para memorizar, no asi ;para la formacién de conceptos y representaciones. ‘Observen que yo no puedo hacer otra cosa més que suger quienes reciban las ideas directrices para esta clase de observaciones, tendrén que buscar en la vida misma los puntos que las corroboren; y si los encon- trarin. Encontrardn que, efectivamente, la formacién de conceptos en el nifo arranca de la organizacién cefa- Tica, estoes, dela neuro-sensoria, de sus vivencias, per- cepciones; en cambio, la facultad retentiva, aunque se tentretee con la formacién de conceptos, se desarrolla partiendo de la parte no-cefélica del organismo. ‘Continuando estas investigaciones y aplicéndolas a la formacién de la memoria en nifios de estatura baja y ‘gruesa, y en ninos con tendencia a delgadez.y altura, se notaré una manifieta relacin entre los fendmenos de crecimiento en general y la facultad de la memoria que se desarrolla. ‘Aceste respecto, convene recordar que en ocasiones anteriores expliqué que la formacién craneana del hombre es una metamorfosis de su configuracion orga nea en una vida terrestre anterior, con exclusién de la craneana o cefdlica, En otras palabras: nuestra cabeza actual es el producto de la transformacién de la parte no-cefilica del cuerpo de nuestra vida terrestre ante- rior, sobre todo el organismo metabélico-motor. Similarmente, lo que en la vida actual es organismo ‘metabslico-motor, se metamorfosearé entre la muerte y el nuevo nacimiento, para objtivarse en la préxima a vida terrestre en la formacién craneana. Claro esté que esto no hay que imaginarlo materialmente; no me refie- ro al contenido material de estos sistemas, sino tnica- ‘mente a su estructura dinémica. As{ pues, por haber eslablecido que la facultad conceptual o representativa del nino depende de su formacisn craneana, podemos deducir que esa facultad se relaciona com la vida terres- tre anterior (véase el esquema rojo). ‘jo En cambio, la facultad de la memoria que entra a for- ‘mar parte de nosotros, asciende del sistema metablico- ‘motor, recién adjuntado a nuestro organismo en la vida actual. Dos son, pues, as cosas que entran aqui en con- sorcio: Io que el hombre trae consigo de vidas terrestres anteriores, y la facultad retentiva que él adquiere al recibir el complemento de un organismo nuevo. Resulta comprensible que la memoria, aditamento ‘en esta vida terrestre para su uso entre el nacimiento y ” la muerte, no es de inmediato suficiente para abarcar la vvida prenatal, esto es, la pre-existencia. Para que no cerremas en lo metodol6gico, necesitamos de una visién clara del alcance de esta memoria: comprender que ella barca tan sélo nuestras experiencias entre el nacimien toy la muerte, en tanto que se requiere el desarrollo de otra facultad superior que, a guisa de memoria, siga en retrospeccién el desenvolvimiento de nuestro poder de formar conceptos. El epistemélogo abstracto suplanta una palabra en el lugar de un hecho y dice, por eemplo: Jos conceptos matematicos son 2 prior, porque no han. dde adquirirse mediante la experiencia, ni su certeza queda supeditada a comprobacién experimental. Esta palabra: los conceptos matemticos se sittin antes dela experiencia, esto es, son prior, se puede escuchar una y otra vez entre los kantianos. Hay algo de verdad en. ello, pues ese a priori significa, simplemente, que dichos conceptos matematicos son herencia de vidas, terrenales anteriores; mas no por eso dejan de ser expe- rencias adquiridas por la humanidad en el curso de su evolucién, con la salvedad de que la humanidad, en su estado evolutivo actual, se halla tan avanzada que la mayoria de las personas, por lo menos las civilizadas, ya traen consigo esos conceptos mateméticos bastando on que se les despierten. En la didactica pedagégica existe, naturalmente, una significativa diferencia entre el despertar los conceptos _matematicos y el inculear representaciones y conceptos que suponen, para su adquisicin, el contacto con la experiencia exterior, en cuya adquisicion la facultad retentiva desempefia un papel decisive. Con cierta 6 idn de las peculiaridades de la evolucién humana, se pueden distinguir claramente dos tipos de nifios: los ‘que traen consigo una rica alforja de su vida terrenal anterior y, por lo tanto, tienen facilidad para asimilar ‘nuevos conceptos, y los menos seguros en cuanto a sut formacidn de conceptos, pero con mayor facilidad para recordar las propiedades o caracteristcas de las cosas ‘exteriors, es decir, para lo que es resultado de su pro- pia observacién. Ahora bien, las cosas exteriores como tales no se prestan para “aprenderse" facilmente, a la ‘manera de cémo han de ensefarse en la escuela; para el aprendizaje es necesario que en la escuela se formen conceptos de lo que ha sido objeto de observacicn exter- nna; no obstante, a menos que exista una pronunciada facultad retentiva, estos conceptos, carentes de respaldo por la memoria, no se pueden aprender de manera que posteriormente lo aprendido pueda reproducirse. Esto ‘nos permite observar, con toda precsién, la confluencia de dos corrientes de la evolucin humana: laformacién de conceptos y la formacién de recuerdos, Qué subyace en todo ello? Hemos visto, en uno de los dos aspectos que acabamos de estudiar, que el hom- bre elabora su capacidad de formar conceptos con base ‘en su organizaciin cefdlica. Por qué? Una inteligente ‘observacién de esta organizacién cefélica nos da la res- puesta, Los rudimentos de esta organizacién cefélica ‘empiezan a despuntar en una etapa relativamente tem- pprana de la vida embrionaria, antes de complementarla Con los rasgos distintivos del resto de la organizacién. En efecto, la embriologia constituye un elocuente testi- ‘monio de lo que la Antroposofia afirma en lo tocante a ° la evolucién del género humano. Pero no hace falta ir tan lejos; basta observar a cualquier persona adulta. En primer termino, la organizacién cefilica del adulto cons tituye lo mis perfecto de todo el onganismo humano. Puede que alguien ponga en tela de juicio esta afirma- ‘ién; pero hay otra que no es discutible, con tal que se la enfoque correctamente, a saber: la afirmacién de que nuestra acitud vivencial frente a nuestra cabeza es radi- calmente distinta de la que adoptamos frente al resto de nuestro organismo. La cabeza se anula, como si dijéra~ ‘mos, dentro de nuestra propia vida animica; poseemos dl resto de nuestro organismo una conciencia orgénica ‘muy superior a la que tenemos de nuestra cabeza. La cabeza queda por encima de la relaci6n que tiene nuestro organismo con el mundo, principalmente en virtud de su estructura interna, Muchas veces he insis- tido en que el peso del cerebro es tan elevado que aplastaria todo lo que se halla debajo de él, sino flota- ra en el liquido cerebral y perdiera, de esta manera, el inimero de gramos que corresponden al peso del liqui- do cerebral desplazado. Gracias a la presencia de ese Liquido, el peso efectivo del cerebro se reduce de 1300 ‘gramos 0 1,400 gramos, a 20 gramos. De ahi se sigue ‘que el cerebro se sustrae alas relaciones de la gravita- ‘ida a que se halla supeditado el hombre como ciuda- dano de la Tierra. Pero aun sin entrar en un estudio de la parte interna de la cabeza, basta con que la observe~ mos en su aspecto exterior: nuestra cabeza asentada sobre los hombros, parece interpretar el papel de un seftoro una sefiora pasedndose sentada en una carroza. La carroza tiene que moverse hacia delante, sin que 0 este movimiento implique un esfuerzo para el pasajero que en ella viaja. Asi, mds o menos, es la relaciGn entre nuestra cabeza y el resto de nuestro organismo. En con- traste con este, nuestra cabeza es una objetivacién fis ca de las experiencias tenidas por nuestra alma en una vvida terrenal anterior, relacionadas con la parte no cefalica del organismo. Siestudiamos los cuatro miembros constitutives de a naturaleza humana: cuerpo fisco, cuerpo etéreo, cuerpo astral y Yo, en su peculiar forma de manifestarse en la cabeza, notaremos que s6lo este ultimo posee cierta autonomia frente a la cabeza; los demas miembros se hhan creado una especie de retrato o imagen de ellos mis- ‘mos en la configuracién fisica de la cabeza. En cierta ‘casién presenté una prueba irrebatible de este hecho. En ver de una exposicion tedrica, me permiticé ilustrar- Jes esta prucba narrindoles una anécdota. Hace muchos afios asistf a una conferencia en la "Sociedad Giordano Bruno’, en la que un materialista empedernido disertaba sobre el cerebro humano. ‘Como materialista acendrado, Io mas natural fue que dibujara la estructura del cerebro y demostrara que esa estructura es expresidn de la vida psiquica. Esto es per- fectamente posible. ‘Ahora bien, el presidente de dicha Sociedad era director de un plantel de segunda ensefianza, no mate- rialista sino herbartiano, también de inveteradas con- vicciones; para él no existia més que lafilosofiaherbar- tiana, Este seftor dijo que los herbartianos podian estar bastante complacidos con la exposicién dada por el conferenciante materialista, con la tinica acaracién de 5. que lo que este dibyjé con base en su materialismo acendrado, no debia de considerarse como materia del cerebro. Asi pues, el herbartiano, a pesar de no ser materalista, acept6 de buen grado los dibujos de las regiones cerebrales, de las fibras y ductos de conexién, ‘etc, le agradé el dibujo y slo le dio otra interpretacién diciendo: ahi donde el conferenciante dice "regiones cerebrales” yo pongo "complejos representatives’; y en ‘yer de “fibras cerebrales" yo dibujo “fibras asaciativas’. Deesta manera, ahi donde el otro habia dibujado regio~ res cerebrales, el herbartiano dibujo algo que es de ‘indole ps{quica, a saber: un complejo representativo. Y ahi donde el otro habia dibujado las fibras cerebrales, el presidente dibujé fibras asociativas, por ejemplo, las estructuras fantasticas, tan maravillosamente imagina- das por John Stuart Mil, que vinculan una representa cidn con otra, Segain este autor inglés, el alma, en forma ‘completamente esponténea y automiética, teje toda clase de cosas entre los compiejos de representaciones: Herbart recoge esta idea y la describe bellamente. ‘Ast pues, estos dos sabios pudieron entenderse per- fectamente bien ante el dibujo del pizarrén.

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