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Martn Alonso
(Galde, 6, Primavera de 2014).
Identidad es una palabra peligrosa. Ninguno de sus usos contemporneos es respetable. Tony
Judt.
La nacin
Los argumentos que invocan las polticas de querencia identitaria se inscriben en dos
registros principales, el de la nacin y el de la democracia, que caminaron juntos en los
primeros compases del nacionalismo pero mantienen una relacin complicada desde hace un
siglo. El primero establece que la nacin es la unidad de lealtad colectiva que regula la
cohesin social; el principio de autodeterminacin y esa versin autctona del derecho a
decidir son ectoplasmas de este argumento que residencia la legitimidad en la pertenencia
nacional. No es fcil afrontar la cuestin del nacionalismo en unas pocas lneas pero en las
coordenadas espaciotemporales desde las que escribo me parece justificada la aprensin para
asumir esta gramtica desde premisas emancipatorias. (Por si acaso, remito a los anlisis que
llevan haciendo desde hace tiempo Javier Villanueva o Eugenio del Ro, desde la izquierda. Para
una visin ms acadmica el siempre lcido Fred Halliday en las veinte pginas dedicadas a
The perils of community: reason and unreason in nationalist ideology, en Nations and
Nationalism, abril 2000: 153-172). De todas maneras la formulacin de Jonathan Glover
(en The morality of nationalism) me parece resumir lo sustancial: las naciones deben ser
tratadas como medios no como fines. Este principio vale para cualesquiera de las categoras de
adscripcin identitaria. La perversin del socialismo real descans en la hipostatizacin
idealista del proletariado (la clase) que cuaj en el Gulag, va lo que Orwell caracteriz como
neolengua y la revisin del marxismo como socialismo en un solo pas.