quedado mirando el desarreglado y aberrante bigote del tipo y eso le haba hecho pensar en cosas misteriosas como el desorden, mientras Poquito Glvez le recomendaba lo que suelen recomendar los cantineros a los Bastantes, que era como llamaban a los asiduos semejantes a Emilio en ldica contraposicin al apodo del cantinero. Y como aqu ya me marcaron la segunda tarjeta, mejor los dejo noms con sus bigotes y sus botellas y sus tapillas (segua sin abrir la boca), y me voy entonces de a poquitos, en honor a tu nombre, amigo del alma, porque cantinero no hay cantina y ya t sabes el resto (sus labios se entreabrieron apenas para eructar); me voy levantando y me voy yndome en la ida, es un pequeo paso para el hombre (ya haba empezado a carcajearse, todava sin pronunciar palabra), porque no es lo mismo una despedida con lgrimas que una lgrima despedida (ya haba empezado tambin a llorar), porque esta mirada ma fue ma, pero ya no es ma, Garca Lorca dixit; esta mirada que tiembla desnuda por el alcohol y despide barcos increbles por las anmonas de los muelles
El problema era que Emilio no haba
dicho una sola palabra, se haba quedado mirando el desarreglado y aberrante bigote del tipo y eso le haba hecho pensar en cosas misteriosas como el desorden, mientras Poquito Glvez le recomendaba lo que suelen recomendar los cantineros a los Bastantes, que era como llamaban a los asiduos semejantes a Emilio en ldica contraposicin al apodo del cantinero. Y como aqu ya me marcaron la segunda tarjeta, mejor los dejo noms con sus bigotes y sus botellas y sus tapillas (segua sin abrir la boca), y me voy entonces de a poquitos, en honor a tu nombre, amigo del alma, porque cantinero no hay cantina y ya t sabes el resto (sus labios se entreabrieron apenas para eructar); me voy levantando y me voy yndome en la ida, es un pequeo paso para el hombre (ya haba empezado a carcajearse, todava sin pronunciar palabra), porque no es lo