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Escuela Sabatica Programas

“¿Cuán humildes somos?”


Objetivo del Programa:
En la vida cristiana, ser hum ilde es una virtud que necesitam os cultivar con mayor esmero.

Sugerencias para el Director:


1. Con anticipación, entregue a algún declam ador el poem a que se ofrece en este
program a, para que se lo aprenda y lo recite.

2. Para hacerlo m ás ameno, divida el Tema en partes y entréguelas a varias pers onas.

Servicio de Cantos:
Bienvenida: Bienvenidos herm anos y visitas que temprano en la m añana buscaron tiem po
para lleg ar al tem plo y rendirle adoración al Señor nuestro. Debem os sentirnos m uy
agradecidos de nuestro Dios, porque nos perm itió levantarnos para encontrarnos con ÉI.

Himno Inicia
Para adorarle, para aclamarle rey y Señor, cantemos con júbilo en nuestros corazones el
himno Núm. 271, "Oh Cristo, te adoro", del Himnario Adventista.

Lecturas Bíblicas:
(Entréguelas a tres personas diferentes) 2 Crónicas 7:14; Salm o 119:71; 1 Pedro 5:6.

Oración de Rodillas:
Alabanza o Poema: "De Rodillas, Señor" (Verlo al final de este programa)

Tema: Hay dos virtudes que Jesús reclam a com o suyas. En este m om ento, quiero hablar
más am pliam ente sobre una de ellas, porque entiendo que necesitam os aprenderla y
practicarla en nuestras vidas. (Mateo 11:29). Creo que la humildad es una virtud que debe
adornar nuestro carácter. Jesús nos manda a aprender a ser humildes de Él m ism o. Tal
parece que son pocos los m odelos de humildad que nos encontrarem os en la vida. Ser
hum ilde no se com pra, no viene en yardas, o en pesos. Hay que cultivar esta gracia que a
algunos le es tan difícil practicar. ¿Qué necesitam os tener o hacer para ser hum ildes? Ya lo
verem os.

Informe Secretarial: Viajábam os desde California hasta Las Vegas para un pasadía en
las m ontañas. Yo debía estar tem prano, porque recibiría a los invitados. De m anera que

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salim os bien tem prano. Nos perdim os tres veces en el viaje. Llegam os a las diez de la
noche. Todo se llevó a cabo, y cuando m e preguntaron la razón de mi tardanza, fui un
cobarde y no acepté los tres errores que com etí en el viaje. No m e perm ití que m e
consideraran un ignorante. Por eso di todas las excusas posibles. Pero nadie supo la
verdadera razón. Para ser hum ildes, prim ero tenem os que aceptar los errores nues tros y
pedir perdón por ellos. No es fácil, pero por ahí empezam os. (Presentar los datos de la
secretaria)

Desarrollo del Tema: El verso registrado en 2 Crónicas 7:14, se lo dirige Dios a su pueblo
que aparentemente no se había humillado. Es posible entonces identificar en las filas del
pueblo de Dios altaneros y arrogantes con corazones faltos de hum ildad. Es una lástim a
que no hayam os aprendido esto todavía.

La palabra hum ilde, com o se usa aquí, implica "doblar las rodillas, rebajarse, som eter el
orgullo, someterse debajo de, subyugarse". La idea es inclinarse en sumisión. Por eso, la
oración es un acto de hum illación y sumisión, donde nuestro yo queda bajo el control de
Dios. Al humillarnos, reconocemos que no som os más que Aquel ante el cual nos som etem os;
en este caso, Dios.

Pero ser humilde im plica m ás. Es reconocer el derecho de los demás a opinar y ser
escuchados. Cuando escucham os, reconocem os que la persona tiene espacio para em itir
sus ideas, porque no siempre vam os a estar al frente co ntrolándolo todo. Dios le habla a La
odisea señalándole su falta, pero La odisea no es hum ilde como para escuchar y ver su
condición. El Káiser II de Alemania oyó una vez la profecía de Daniel 2 y exclam ó: " No p uedo
aceptarla. No está en arm onía con m is planes de conquista." Como él, no escuchamos,
porque no estamos dispuestos a empezar a ser humildes y reconocer el derecho de otros a
superarse igualm ente.

Para ser hum ildes, necesitam os vernos com o som os, porque no somos m ejores que el
com pañero que está a nuestro lado. Necesitam os ver nuestra bajeza cuando nos
com param os con la excelencia de Dios.

Todos los años, un labrador guardaba su maíz cosechado para uso posterior. Se jac-taba
de haber descubierto la fórm ula para guardar el m aíz durante m ucho tiem po sin dañarse, y
se la recom endaba a sus vecinos. El día que un agrónom o le enseñó una manera m ás
técnica y m ás segura para hacerlo, el labrador entendió que habían otras personas que
sabían más que él y, con toda hum ildad y reconocim iento, un día se le acercó para que le
explicara m ejor el proceso.

Nuestro orgullo no nos perm ite ver cualidades positivas en la gente. No nos permite quitar
la envidia de nosotros y progresar, reconociendo nuestras limitaciones. La humil-dad es aún
una virtud que no poseem os.

Josías, cuando se enteró de lo m al que el pueblo había vivido tanto años distante de la

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Ley de Dios, su corazón se conmovió y se humilló delante de Dios al oír sus palabras (2
Crónicas 34:27). El tierno corazón de Josías encontró la verdad que ignoraba el pueblo y,
ante ese gran error, el nuevo rey se sometió y se hum illó.

Acab fue llevado por su mujer a adorar los dioses. Él mismo hizo lo malo por mucho tiem po,
pero ante la grandeza de Dios, Acab rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó y
anduvo hum illado (vers. 25, 26).

Hermanos: ¡Cuánto necesitam os ser humildes ante los co nsejos de Dios! No m irem os al
pastor que nos critica y señala nuestros errores, sino escuchem os a través de él la voz de
admonición y consejo que nos envía Dios. No tenem os que censurar aquello que tocó
nuestra Ilaga, si es Dios y su Palabra viva y eficaz la que nos ofrece su rem edio oportuno.
Hay que ser hum ildes y sencillos para recibir la razón, el consejo ajeno, o la am onestación
del Señor m ism o.

La odisea no progresa en el cam ino cristiano, porque aún está orgullosa de poseer la
verdad. No sab e, no e ntien de, no se hum ill a para com prend er el consejo di vino.
"Aprended de m í que soy m anso y hum ilde" (Mateo 11:29). Tal es el consejo que nos fija el
camino a seguir para renovar el viejo hom bre que todavía procura reverdear dentro de
nosotros. La humildad es una virtud que aún necesitam os aprender en nuestros corazones.

Marcando el Rumbo:
Relato Misionero:
Oración por los Maestros:

Estudio de la Lección de Escuela Sabática:


Himno Final:
Núm. 264, "Padre, a tus pies me postro", del Himnario Adventista

Oración Final:

(A continuación, al poema "De Rodillas, Señor", escrito por Jaime Sánchez.)

DE RODILLAS, SEÑOR
De rodillas, Señor, por las pruebas.
Con las m anos unidas sobre el pecho,
Implora a Ti, m i ser pobre y m altrecho,
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Le ayudes a vencerlas por ser duras.

No tiene el corazón arm as seguras


Que venzan del m aligno tanto asecho,
Sin sentir por la fe encendido el pecho
Y sin alzar la vista a las alturas.

De rodillas, Señor, nos encontram os


Buscando en tu piedad
Tan amoroso refugio en este m undo
en donde estam os.

De rodillas, Señor. No hay otra cosa


Que anhele de tus santas m anos,
Que esta vida vivirla victoriosa.

Por Jaime Sánchez


Sonetos Sacros #192

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