vorecer a los poderosos.
rrilleros, sino también por el surgimiento de fraccio-
Desde Alfonsín hasta Cristina Kirchner, el hambre,
la exclusión, la represión, el mancillamiento de la
cultura, la enajenación de los recursos naturales,
los derechos conculcados, fueron la característica
central e inevitable de un sistema depredador: el ca-
pitalismo.
El mismo capitalismo que persiguió y mató a los
compañeros es el que nos lleva hoy cada dos años
a unas urnas en las que se elige qué integrante de
la burguesía será quien administre la explotación en
la Argentina.
En la actualidad, en medio de una crisis ca-
pitalista que nuevamente será pagada
con el sufrimiento del pueblo, otra
vez la cuestión del poder se pone
a la orden del día y divide aguas;
del poder burgués o del poder
revolucionario. Esa es la dis-
yuntiva en América latina. Ese
es el legado principal de Santu-
cho, Urteaga, Menna y de miles
de mujeres y hombres que forma-
ron parte del PRT.
Benito Urteaga:
un revolucionario ejemplar
Nacido en la ciudad bonaerense de San Nicolás,
Benito Urteaga fue miembro de la dirección del
PRT-ERP y cayó en combate junto a Mario Roberto
Santucho el 19 de julio de 1976.
Urteaga, así como supo construir el PRT, hizo de la
coherencia entre el discurso y la acción, entre la te-
oría y la práctica, la humildad, la audacia y la en-
trega revolucionaria rasgos principales de su
militancia que tuvieron como consecuencia generar
la referencia y expectativas de la organización en
amplios sectores del pueblo trabajador.
Entre setiembre de 1971 hasta la fuga de Rawson
en agosto de 1972, Santucho estuvo preso. Fue un
momento interno difícil no sólo por las sucesivas de-
tenciones y caídas de dirigentes partidarios y gue-
nes internas: el ERP Fracción Roja, trotskista, y el
ERP 22 de Agosto, con concepciones cercanas al
peronismo.
Benito, miembro del Buró Político, quedó al frente
del PRT en ese tiempo y mantuvo la cohesión de la
mayoría. Tras los fusilamientos de Trelew el 22 de
agosto de 1972, supo mantener la serenidad, pro-
mover el debate colectivo y continuar el camino tra-
zado por el PRT-ERP.
En abril de 1975 escribió importantes artículos sobre
la Formación Multilateral de los Cuadros, que fueron
publicados en el periódico partidario: El
Combatiente.
Combinando acciones armadas con
el trabajo partidario de masas en
enormes fábricas como la Ford,
en diciembre de 1975, Urteaga
dirigió la operación sobre el Ba-
tallón de Arsenales 601 Do-
mingo Viejo Bueno en Monte
Chingolo. Un infiltrado malogró el
ataque lo que para Urteaga y todos
los combatientes significó un duro
golpe anímico, pero la fortaleza ideoló-
gica y la construcción colectiva lograron repo-
ner el espíritu combativo que era característico
del PRT-ERP.
Varios testimonios aseguran que el 19 de julio, pese
a ser sorprendidos junto al resto de los compañe-
ros, fue el primero que salió de una habitación ha-
ciendo fuego con una pistola y que fue él quien El 19 de julio de 1976, en la localidad bonaerense de Villa Martelli, cayó
abatió al mercenario capitán Leonetti. En esta sín- combatiendo contra el ejército del capitalismo el Secretario General del
tesis se resumen algunas cualidades de quien fue PRT y Comandante en Jefe del ERP, Mario Roberto Santucho, junto a los
uno de los más esclarecidos y abnegados revolu- compañeros Benito Urteaga, Domingo Menna, Fernando Gertel, Ana
cionarios argentinos. María Lanzilloto y Liliana Delfino.
Es en la expresión de estos compañeros y de muchos otros que no figuran con nom-
bre y apellido pero que son también protagonistas de la historia de lucha de nuestro
pueblo contra la explotación y por la liberación, donde se valora la construcción colec-
tiva, donde podemos ver cómo la cohesión que brinda la organización revolucionaria,
el partido, la conciencia y la práctica revolucionaria, son una herramienta fundamental
en ese camino de lucha y de construcción de la sociedad nueva.
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El comandante Santucho nació en Santiago del Es-
tero el 12 de agosto de 1936. Su militancia inicial
fue en la facultad de Ciencias Económicas de la uni-
versidad Nacional de Tucumán, donde se recibió de
contador tras un período de actividad política estu-
diantil.
Al igual que lo hiciera años antes Ernesto Che Gue-
vara, viajó por América latina y en diferentes países
vio la situación miserable en la que vivían los tra-
bajadores, los campesinos y el pueblo pobre en ge-
neral por los efectos devastadores de la explotación
capitalista.
A su regreso a la Argentina se integró al Frente Re-
volucionario Indoamericano Popular (FRIP), una or-
ganización con componentes nacionalistas y
antiimperialistas. Posteriormente, en 1965, el
FRIP se fusionó con Palabra Obrera, una orga-
nización trotskysta y así fue que nació el Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Pocos años pasaron hasta que aparecieran
fuertes diferencias con Nahuel Moreno, líder de
Palabra Obrera, que rechazaba en los hechos
la lucha armada contra el capitalismo que había
inspirado a través de la revolución cubana a de-
cenas de partidos y organizaciones latinoame-
ricanas. Esa fue la primera gran batalla
ideológica que libró el PRT en la lucha contra el re-
formismo y que llevó a la ruptura con la corriente
morenista.
Al englobar el marxismo, el leninismo, el gueva-
rismo, el antiimperialismo, la coherencia entre las
ideas y la práctica y la determinación revolucionaria
como base de un cuerpo teórico, Santucho impulsó,
en 1970, la creación del Ejército Revolucionario del
Pueblo (ERP), que había sido precedida por dece-
nas de acciones guerrilleras del PRT en todo el
país. La bandera elegida para representar al ERP
fue la del Ejército Libertador de Los Andes que en-
cabezó el general José de San Martín con una es-
trella roja en el medio que simbolizaba el
socialismo.
De esa manera se unificaba un hilo conductor his-
tórico que según el propio Santucho se había ini-
ciado con la gesta independentista encarnada en
los patriotas que habían combatido contra el colo-
nialismo español.
Precedida por las experiencias de la resistencia pe-
ronista posterior a 1955, la guerrilla peronista de los
Uturuncos en 1959, el marxista Ejército Guerrillero
de los Pobres al mando de Jorge Masetti en Salta
en 1962, y de la guerrilla rural de las Fuerzas Ar-
madas Peronistas (FAP) en Taco Ralo en 1968, la
aparición del ERP fue una síntesis histórica de la
rica tradición de resistencia activa del pueblo ar-
gentino, que durante muchos años previos había
combinado diferentes formas de lucha, tanto de
masas como de vanguardia, en su enfrentamiento
con los opresores civiles y militares.
Fue la lucha de clases y el ímpetu combativo del
pueblo argentino lo que posibilitó el desarrollo
y concreción de las enormes cualidades de mu-
chos hijos del pueblo como Santucho, que hoy
sintetizan colectivamente en tanto Partido Re-
volucionario, a lo mejor de las generaciones que
asumieron la necesidad de aspirar a mucho más
que reformas o concesiones del capitalismo.
En ese sentido, el PRT-ERP puso en negro sobre
blanco la cuestión del poder en Argentina, conti-
nuando la mejor tradición de la gesta heroica de Er-
nesto Guevara.
El Partido Revolucionario de cuadros, clandestino
en su estructura, de combate, debía ser la dirección
político militar de un ejército popular, lo que con-
vertía al partido también en un organismo de com-
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bate.
Así mismos era el instrumento estratégico político
e ideológico central de la revolución, cuyo sujeto so-
cial dirigente era la clase obrera, mientras el ERP
era la herramienta estratégica en el desarrollo de la
guerra revolucionaria que debía dirigir el Partido.
El Partido, como la más fuerte y sólida expresión di-
rigente del pueblo, y el Ejército Popular, como en-
cargado directo de la derrota militar de la burguesía
y de sus bandas armadas institucionalizadas.
Santucho impulsó y defendió al internacionalismo
revolucionario como un elemento principal de la ide-
ología partidaria, y también incorporó siempre a la
cuestión nacional en sus análisis, traduciendo eso
en la instalación y promoción de una cultura com-
bativa tanto en su organización como en el trabajo
de masas, asentada sobre la historia argentina y la-
tinoamericana.
En ese análisis, ubicó a dos desviaciones gravísi-
mas para el futuro de la revolución: el populismo y
el reformismo, que desde el propio campo popular
frenaban el ímpetu combativo del pueblo. Por eso el
PRT dio la batalla de las ideas contra esas tenden-
cias, mientras paralelamente libraba sucesivas pe-
queñas y grandes batallas contra los explotadores,
haciéndose cargo en los hechos de que la cons-
trucción revolucionaria se produce de lo pequeño a
lo grande, y de que es necesario aprender a com-
batir combatiendo.
La relación entre el valor estratégico de la lucha en
el campo y en la ciudad fue otro de los aciertos, to-
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mando como base no solamente la experiencia his-
tórica de nuestro pueblo sino también aprendiendo
de otras experiencias revolucionarias que lograron
derrotar al imperialismo y a las clases dominantes.
En uno de los últimos escritos de Santucho, publi-
cado pocos días antes de su caída en combate,
dejó en claro cuál era el tipo de autocrítica que ca-
racteriza a los revolucionarios: la que tiene como
objetivo la continuidad de la lucha en todos los te-
rrenos, la que mejora las tácticas y enriquece la es-
trategia, la que sirve para mantener el combate
pese a las adversidades.
“Persistir y vencer” fue el título de esos planteos que
mantenían el mismo objetivo: la conquista del poder
para los trabajadores y el pueblo.
Escribió al respecto en julio de 1976: “la locura
asesina del enemigo causa profundas heridas
en nuestras filas. Caen compañeros muy va-
liosos, caen familiares que nada tienen que ver,
caen activistas o simples sospechosos. Ante
ello alguno que otro compañero vacila y teme.
Pero la absoluta mayoría, unida como un solo
hombre se yergue decidida a persistir y ven-
cer, cualquiera sean los obstáculos y los sufri-
mientos. Esa elevada moral es nuestra
principal arma, ella conmueve y moverá a mi-
llones de argentinos por el ancho camino de la gue-
rra revolucionaria. Y en este momento de reflujo de
las masas, mientras despliegan sin cesar su ague-
rrida resistencia guerrillera, las fuerzas revolucio-
narias podrán analizar serenamente las
experiencias, hacer un alto en el camino, reagrupar,
reorganizar y consolidar el potencial revolucionario
para estar en condiciones de aportar vigorosa y or-
ganizadamente para la máxima extensión y poten-
cia del próximo auge obrero-popular”.
Pasaron 34 años desde que este texto fue escrito y
las condiciones de vida del pueblo y la profundidad
de la explotación se han agravado.
Después de la última dictadura sangrienta a la que
fuimos sometidos el pueblo trabajador en argentina
por parte de las clases dominantes, le siguieron una
serie de gobiernos que más allá de los matices,
siempre administraron el Estado capitalista para fa-