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Los acontecimientos de Pentecosts, segn Lucas, se manifiestan en que los distintos pueblos de

la tierra, aunque hablan distintas lenguas, se entienden entre s (Hch 2,11). Pablo comenta que
la accin del Espritu en la Iglesia se manifiesta en los dones que estn repartidos entre todos
los componentes de la comunidad (1 Co 12,7). Y Juan nos recuerda el cumplimiento de la
promesa de Jess resucitado de enviarnos el Espritu para llevar a cabo sumisin (Jn 20,22).

Ven, Espritu divino,


manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones esplndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce husped del alma,


descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lgrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,


divina luz, y enriqucenos.
Mira el vaco del hombre,
si t le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envas tu aliento.

Riega la tierra en sequa,


sana el corazn enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espritu indmito,
gua al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,


segn la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mrito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amn.
(Versin arromanzada de la Secuencia propia de Pentecosts).

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