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I. Introducción
Si me engaño, existo.
Hagamos sonar la melodía reluciente y abrazante que nos coloca sobre el círculo de la
fe y tras suspirar, tomados del brazo, miremos la exactitud y precisión con la que nos
mira la estrella… vayamos a la lejanía de la poesía, pero antes, vestidos de realidad y
verdad, vayamos a la cercanía de la agonía. ¿Qué es un número? Una idea; una entidad
abstracta que denota cantidad. Todo lo que descansa sobre palabra alguna es invención.
Años atrás, miles de años atrás, el hombre, ya sea de manera completamente instintiva o
haciendo uso de su máximo potencial racional, se agrupó; creó un lazo de fuerza
inigualable y se vio inmerso en la zona de explosión haciendo honor al núcleo
fundacional2 de la sociedad. Sacudió manos y comenzó el oleaje, ese oleaje que junto
con algunas otras piedras han agitado el mar, nos arrastran lo suficientemente mareados
hasta el día de hoy en el que la marea sube y el tronar de la misma sobre la roca nos
1
San Agustín de Hipona
2
Los núcleos fundacionales, a diferencia de un punto de partida semejante al de una recta, plantean la
Historia y los sucesos de la misma asemejándose al fenómeno de una piedra cayendo sobre agua y
formando un oleaje en el cual la ola circular primera será la creadora de la segunda, y así
sucesivamente. (Alfonso Estuardo Ochoa Hofmann)
hace pensar en la estólida fantasía que vivimos. “Estoy bajo el agua y los latidos de mi
corazón producen círculos en la superficie.”3
Sieyes es claro al plantear que “El Tercer Estado es una nación completa” (pag 57),
“¿Qué es el Tercer Estado? Todo”, “¿Qué representa actualmente en el orden político?
Nada”, “¿Qué pide? Llegar a ser algo”. El Tercer Estado es, en realidad, el todo de la
nación. A pesar de no tener la decisión sobre su lomo, a pesar de habérsele visto robada
por ‘los privilegiados’, la nación sin el Tercer Estado es nada, pero “¿Qué sería el
Tercer Estado sin la clase privilegiada? Todo, pero un todo libre y floreciente”. (pag 59)
3
Milan Kundera, novelista checo.
4
Aquello que es verdad quizá radique fuera de lo visible o cognoscible por el hombre, es por ello que
referimos verdad únicamente a la congruencia que nos podrá dotar de certeza, pero nada más. LA
VERDAD ES MUCHO MAS, NO MERECE ESTAR SOBRE PALABRA HUMANA.
5
No me refiero al sistema valorativo ni normativo, únicamente a las entidades de congruencia que
hemos aceptado aunque sea de manera inconsciente. El negro es negro sin importar por qué, dos más
dos es cuatro. ¿Dos y dos es veintidós?
6
Ramón de Campoamor, poeta español.
La Historia, hasta el momento en el que es escrita la obra, orillaba a Sieyes a observar
cómo los privilegiados (cualquiera que sea la circunstancia por la cual lo son)
procuraban únicamente el interés particular… ése interés que siempre se encontraba en
dirección opuesta al interés colectivo. Tras la crítica a la manera denigrante en la que se
ha manifestado el ordenamiento francés, Sieyes hace tres peticiones y plantea el camino
‘indicado’ para que la nación sea libre y floreciente, nación la cual devuelva de manera
íntegra y segura los “derechos fundamentales del hombre”.
A pesar de ser interesante el análisis petitorio que Sieyes plantea por parte del Tercer
Estado, me parece crucial el rescatar los elementos del Derecho moderno, ésos los
cuales trascienden hasta nuestros días.
II. Igualdad
La mayoría de los autores contemporáneos a Emmanuel Sieyes, así como todos aquellos
escritores que tratan el tema del hombre frente a la ley, consideran a todos los hombres
como iguales. No somos iguales. Si nos abocamos a la antropología, podremos7
encontrar dentro de ella, la esencia de todo ser humano. ¿Somos únicamente esencia?
No. De ahí emanan todos los problemas… somos mucho más que esencia. Cada
hombre, sin verse separado del todo en el que habita8, adquiere una individualidad
excepcional cognoscible única y exclusivamente por el propio ser. El ser humano,
entidad individual, supera y abruma la enunciación esencial, no modificándola, sino
complementándola de manera que los componentes básicos estructurales, al verse
fusionados con el universo personal en discurso, tornan un matiz distinto al original;
matiz imposible de repetir. “Me moriré de viejo y no acabaré de comprender al animal
bípedo que llaman hombre, cada individuo es una variedad de su especie.”9 Somos
iguales sólo a costa de la imaginación ideal. Decía William Shakespeare “Si dos
cabalgan en un caballo, uno debe ir detrás.” ¿Quién cabalga a la cabeza? ¿Quién decide
quien cabalga? ¿Qué es aquello que hace la edificación de un hombre mejor que la de
otro? Nuestra igualdad radica en la diferencia. Solamente el nacimiento nos equipara, y
no hay un hombre sobre otro tomando en cuenta una escala de superioridad, pero si hay
un hombre delante de otro tomando en cuenta la escala de habilidad. Cabalga al frente el
que maneja de manera más eficaz al caballo. Si trasladamos la idea de igualdad de
Sieyes a lo ya mencionado, ¿Será posible, entonces, que el Tercer Estado sea una nación
completa? Sieyes plantea que dicho Tercer Estado, a pesar de estar formado por
individuos y éstos tener sus intereses particulares, comparten una serie de intereses y de
derechos, los cuales los unen y los colocan a la misma distancia del círculo de la ley.
Debe quedar claro que la idea de igualdad no se satisface con el simple hecho de
compartir algo con alguien, debe quedar claro que de nuestra desigualdad surgen los
conflictos. Cada individuo posee diversas esferas, burbujas, las cuales flotan por el aire;
7
¿PODREMOS?
8
Intentar separar al hombre y estudiarlo como entidad pura y aislada es un absurdo ya que el hombre
es y se forja únicamente en unión con ese todo. Cualquier entidad superior a una simple cosa, como un
valor, no es escindible de su núcleo fundacional… esa entidad perdería congruencia, se volvería otra
entidad distinta e indiferente.
9
Miguel de Cervantes Saavedra
ese momento en el que las burbujas se unen sin reventarse es a lo que llamo armonía.
“Así como los ojos están formados para la astronomía, los oídos lo están para percibir
los movimientos de la armonía.”10 Si bien es probable y posible que se compartan
derechos e intereses, si bien ésos son los que nos colocan en la perfección de la
periferia, ¿cómo descubrirlos? ¿Compartir derechos e intereses con una esfera significa
compartirlos con todas?
“Su voluntad es siempre legal; es la ley misma. Antes de ella, por encima de ella, no
hay más que el derecho natural” (Pág. 108) Sieyes, en su exposición a cerca del ideal de
Constitución Francesa, plantea la voluntad general como la palabra a seguir, ya que,
según el francés, solamente el derecho natural se encuentra por encima de dicha
voluntad. ¿Cuál es el Derecho Natural? La respuesta suena sencilla: aquél Derecho que
emana de la naturaleza.11 Esto, más allá de ser una respuesta, es un problema ya que es
cognitivo por el ojo humano el aspecto tangible de la naturaleza, o de modo más
general, el aspecto científico de la misma (y aún así, nada sabemos de la naturaleza…
un monstruo traicionero y creador incomprensible). ¿Acaso no es todo naturaleza? Un
derecho es una entidad metafísica que el hombre utiliza como herramienta propia y a la
vez universal para caminar sobre el sendero de la paz. (¿O será todo lo contrario?)
Podríamos incurrir en la premisa más común y argumentar que el hombre al ser
“racional”, puede determinar a través de dichos procesos, lo que es un derecho (sin
necesidad de definirlo) y por qué es un derecho. Hacerlo de dicho modo sería calificar
de “perfecto” al sistema lógico que utilizamos para la argumentación, y cabe notar que
dicho sistema, al ser creación humana, no logra acercarse a la perfección, sino por el
contrario, se inunda en imperfección. Sería también insinuar que el proceso racional es
uno, único y general; que todo hombre piensa igual y arriba al mismo destino.12 De ser
así, no se estarían dibujando estas líneas, no se estaría juzgando el sistema. Démosle
vuelta a la moneda, si uno quisiese determinar los derechos naturales desde el punto de
vista axiológico, es decir, moral, no haría más que definir lo que para él vale… y eso,
eso es creación humana. Debo dejar claro que no afirmo que no haya o exista derecho
natural alguno, es decir, aquél inherente al hombre; simplemente niego la determinación
de los mismos a través de un proceso racional. Si se determinaran a través de un proceso
moral, dejarían de ser naturales y por ende, sería imposible que fuesen universales.
¿Cómo entonces, sostener un sistema en aquello que se desconoce? ¿Cómo desentrañar
nuestra esencia para así crear la esencia de la sinfonía?
10
Platón.
11
Quizás sea obvio que la naturaleza humana es una nada más, la esencia (aquello que no puede
cambiar). Como ya se mencionó, no nos podemos basar únicamente en la esencia. ¿Cómo conocer la
esencia si al estudiar al hombre, sus cimientos han sido complementados? ¿un hombre puede conocer
la esencia del hombre? ¿Tiene esa capacidad, o su ambiente le hacen imposible aislar al hombre y
encontrar aquello realmente universal?
12
Utilizo la palabra destino para resaltar el hecho de que, al argumentar que la razón nos lleva a un
único lugar, argumentamos que razonar nos guía a un mismo lugar y que al discernir entre dos opciones,
la elección ya ha sido tomada. (lo cual es completamente absurdo, ya que, aunque la decisión ya
hubiese sido tomada, no existiría problema racional de intereses, ni de ninguna índole).
IV. Ser o Deber Ser
V. Fantasía o Realidad
Es probable que las peticiones de Emmanuel Sieyes, así como las supuestas verdades
que argumenta, sean llevadas al extremo ya que, en el momento de la revolución
francesa, el autor vivía (junto con el grueso de la población) arrinconado, justo al borde
del sistema y necesitaba de argumentos tan extremosos para arribar al anhelado justo
medio. Esto no quiere decir que aquél análisis deba ser traído íntegro a la actualidad.
George Orwell, en su libro 1984, nos plantea una novela en la que el Estado se convierte
en un fin, un Estado que olvida al Hombre y lo orilla a olvidarse él mismo… orilla al
hombre olvidarse del hombre. En esta obra, el Estado tiene no sólo la facultad sino la
capacidad de modificar aquellas verdades o certezas que consideramos como absolutas.
Dos más dos es cinco si el Estado así lo decide; ¿dos más dos es cinco si la voluntad
general así lo decide? Dos más dos es veintidós. 20 ¿Las rosas rojas existen? Sí. ¿Las
rosas rojas realmente existen? Sí.21 Una cosa es determinar la realidad y conocer lo que
es real y otra es afirmar que dichos sucesos, que van más allá de nuestra aceptación,
valoración, o percepción, existen. La rosa roja existe, aunque la voluntad diga que no
existe. La filosofía del lenguaje plantea que dicha rosa existe únicamente porque ha sido
separada de un todo; es rosa y es roja porque el hombre así lo ha determinado y nada
más. Lo interesante aquí es superar esa filosofía del lenguaje, ya que ha sido separada
esa entidad no de manera arbitraria, sino de manera que la concepción que se pueda
tener del mundo y el entendimiento del mismo, no se ahoguen en el absurdo. La rosa
(dentro del todo22 que habita) existe, no por creación humana… todo es palabra, pero la
palabra no lo es todo.
Tras el sisma con la época feudal y el inicio de una nueva etapa, esquemas habrían de
ser rotos y la llegada de nuevos ejes modificaría la carrera de la humanidad… una nueva
palabra sustituiría la de Dios: la razón. Tras la “muerte de Dios”, el hombre crea una
figura a la cual dota de las mismas características que Dios tenía, es decir, al haber
19
La persona (singular) es inteligente, la gente (plural) es estúpida e incongruente.
20
“En este mundo traicionero, nada es verdad, nada es mentira, todo depende del color del cristal con
que se mira”.
21
Richard Rorty se preguntaría ¿Las montañas existen? Sí ¿Las montañas realmente existen? No.
22
No conocemos el todo. Quedarnos en el argumento de la filosofía del lenguaje es caer en un regreso al
infinito sin salida, es estancar el mismo argumento de la filosofía del lenguaje, porque lo que se está
argumentando es así sólo por existencia humana. Es crear, a su vez, un sistema lógico sin salida. No hay
intención de derribar el argumento lingüístico, solamente de crear otro argumento que no se ahogue a
sí mismo.
incertidumbre sobre qué religión era la correcta, qué palabra había que seguir, el
hombre intenta resolver el problema creando “El Estado”. Sieyes estaba consciente de
que una nueva etapa surgía y él quería y hacía lo posible por pertenecer a esa etapa,
Sieyes era moderno. “El imperio de la razón se extiende más y más cada día que pasa y
se impone cada vez más la restitución de los derechos usurpados.” (pág. 91) Sieyes cae
en algunas contradicciones; quiere fundamentar la creación de un nuevo sistema en el
Derecho natural, pero como ya vimos, dicho Derecho sobre pasa el imperio de la razón.
Es necesario aclarar que la obra de Sieyes se dirigía hacia un distinto lugar, Sieyes no
planteaba la creación del Derecho moderno23. Al razonar creemos que dicho proceso de
racionalización fue el correcto, o mejor dicho el adecuado, mientras que en verdad, todo
proceso racional, por más objetivo que se plantee y se lleve a cabo, denota el querer
subjetivo (y probablemente inconsciente) del ser activo racional. El Derecho moderno
se ha caracterizado por esa fe en la razón y ha olvidado el proceso de la
racionalización… ha valorado únicamente el resultado del proceso, es decir, la norma.
¿Cómo olvidar la procedencia de la norma, el motivo de la misma? La fe se ha
transformado en indiferencia… la fe se ha transformado en nihilismo, se ha
transformado en nada.24 El mismo Derecho moderno no permite la introducción de la
moral ni de la política en el discurso. Rasgos de ello los observamos también en el
ensayo francés: “Sí, pagaréis, no por generosidad, sino por justicia, no porque queréis,
sino porque debéis.” Es absurdo separar aquella aceptación moral que se tiene de una
norma, de la idea positiva de la norma, ya que, el escindirlas hace del Derecho un acto
simplemente autoritario, y por ende, irracional. ¿Por qué no pagar por generosidad, y
por querer? “Una larga y funesta experiencia nos impide, incluso, creer en la solidez de
ninguna ley buena que no fuese más que un gracioso don del más fuerte.” (pág. 94)
Sieyes intentaba romper con aquél autoritarismo que abrumaba la esfera de sus
derechos, y es a través de la creación de un nuevo sistema que plantea hacerlo, un
sistema francés propio. 25 El Derecho es ‘moral’, el Derecho es ‘política’. ¿No es
entonces la voluntad general la indicada para dichos aspectos? Tras el imperio de la
razón, el Estado se ha interpretado de manera errónea al establecerlo por encima del
hombre, y del mismo modo, al establecerlo como fin y no como medio. El hecho de que
la voluntad general no sea el equivalente a la verdad (como decía también Rousseau en
el Contrato Social) no significa que el Estado sea el encargado de modificar aquello que
le plazca, no significa que el Estado ideal (funcional) sea el fin, el Estado es un medio
para la realización humana. ¿Si no es el Estado y no es la voluntad general, entonces
quien? Lo mejor de dicha nación. Aquí entra en problema de la educación, el cual, es
crucial para complementar la verdadera sinfonía… es la batuta. “El arte de dirigir
23
Su propósito era meramente político y humano. Es un gran paso para lograr entender lo que el
Derecho es en esencia… Fue Sieyes quien planteó un sistema jurídico para cada nación, no un sistema
copiado de nación en nación… es Sieyes uno de los que identifica al hombre como creador del derecho
y por ende al hombre como único modificador del mismo. No es mi intención degradar el intento del
francés, simplemente hacer notar el error que se ha cometido al trasladar palabras literales de más de
dos siglos de antigüedad para fundamentar el sistema actual con el que nos regimos.
24
“El temor les ha dado una Constitución” En la época que Sieyes escribe, el paralelo del Nihilismo, pero
nunca tan denigrante, era el temor.
25
Trataremos este punto como uno de los medios para “hacer sonar la sinfonía”.
consiste en saber cuándo hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta.”26
Se debe aclarar que la voluntad general sí tiene cabida dentro de la decisión, tanto
fundamental como excepcional. Sieyes no se equivoca al declarar que únicamente los
pertenecientes a ésa voluntad general conocen sus verdaderas necesidades, nadie ajeno a
la circunstancia es capaz de resolver el problema, no sin realmente conocerlo. Ahora
bien, a pesar de ello, el conocimiento de los problemas así como su resolución van más
allá de la experiencia, es por ello que la voluntad general no tiene la capacidad para
modificar aquello que no conoce. “Si hubiera una nación de Dioses, éstos se
gobernarían democráticamente; pero un gobierno tan perfecto no es adecuado para los
hombres.”27 Claro está el hecho de que la educación ideal (sin sesgos preferenciales)28 ,
así como la llegada de ésta a toda la nación, harían a todos candidatos para el mando, en
cuyo caso, otro sistema se plantearía. Sólo la educación nos dará las herramientas para
ser semejantes, pero nunca iguales. Sieyes plantea también otro aspecto el cual
sobrevive hasta nuestros días: la delegación de la voluntad general en el legislador, una
de las principales falacias del sistema. A pesar de ya haber tratado el tema de la
voluntad, el hecho de que un grupo de miembros de la nación elijan un representante no
significa, ni está cerca de significar, que la voluntad del legislador es la voluntad de los
electores. Al elegir al legislador o al mandatario no se manifiesta nada más que
confianza depositada en él, o bien, ignorancia, nunca voluntad. Este aspecto es similar
al famoso contrato social29, en el que es probable que de manera romántica
caractericemos el inicio de la sociedad como un acuerdo de voluntades, lo cual no
significa que los miembros actuales de cualquier sociedad hayan aceptado. ¿Qué tan
absurdo es hablar del nacimiento de un hombre libre? Uno nace dentro del sistema
inmerso y sujeto al mismo… no conoce optativa. La emancipación del sistema es
posible pero la emancipación se da únicamente al conocer y rechazar el sistema, al
librarse de él una vez nacido. ¿Cómo aceptar algo que no se conoce? ¿La educación nos
da la optativa de aceptar? ¿Fue voluntad o imposición? ¿Si fue imposición, si la
supuesta aceptación fue tácita, por qué llamar al Derecho racional? El Derecho es un
acto de fe. Desde el punto de vista pesimista, diría Hobbes en su Leviatán "Las pasiones
que inclinan al hombre a la paz son el miedo a la muerte”. Diría Arthur Shopenhauer:
“El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo
a la soledad.” Cualquiera que fuese el núcleo fundacional, el Derecho es un acto de fe;
a pesar de haber sido creado y edificarse tras la desconfianza en el otro, tras el miedo,
delegarle la facultad a un hombre (o grupo de hombres) la protección de aquello que
vale por excelencia, es y será un acto de fe. ¿Cómo tener fe, si “lloramos al nacer
porque venimos a este inmenso escenario de dementes”?30 El camino de la fe no es un
camino dibujado por la mano de otro hombre, es un aura suprema la que nos dirige, es
la lejanía de la poesía.
26
Herbert Von Karajan, director austríaco.
27
Rousseau
28
Una educación en la que no se limite el acceso a cierto tipo de información, sino que al contrario, al
tener toda la información posible, la decisión moral y política sea en verdad una decisión.
29
Rousseau (en general todos los contractualistas)
30
William Shakespeare
VII. Hacer Sonar la Sinfonía
Todo en esta vida es fe, sin fe, nada tenemos. El Derecho es uno de los muchos actos de
fe que realizamos. ¿Por qué es tan efectivo el sistema jurídico musulmán? Por la fe que
sus miembros practican y elevan… misma fe reflejada en el sistema. Pero, ¿en qué
religión sustentarnos? Sin ponerle nombre a la religión y quizás sin deidad alguna…
¿por qué no sustentarnos en la moral? Creer en el Derecho entonces sería creer en sí
mismo. “Creo para comprender y comprendo para creer mejor.”34
“En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino
música hecha realidad.”35 ¿Qué sucede cuando la dejamos de escuchar? Surge así el
31
Nada es bueno por sí mismo, bien es una cualidad que se postra sobre la circunstancia.
32
José Ortega y Gasset
33
Véase mi ensayo “…Y Volamos”
34
San Agustín de Hipona
35
Arthur Shopenhauer, filósofo alemán.
timón nihilista de la sociedad posmoderna. “Así como los ojos están formados para la
astronomía, los oídos lo están para percibir los movimientos de la armonía.” El Derecho
debe ser sinfonía, una sinfonía escuchada que deleite, un discurso elevado al grado de la
música. El Derecho debe de ser armonía. Que el pañuelo blanco absorba las lágrimas de
la sinfonía... dejémosla comenzar a soltar carcajadas.