DEDICATORIA *
A ARSENE HOUSSAYE
Mi querido amigo, le envio un pequefio trabajo del que
ro se podria decir, ’sin set injusto, que no tiene ni pies
fi cabeza, ya que, por el contzario, todo en él hace las
veces de pies y de cabeza, alterativa y_reciprocamente,
‘Tenga la bondad de considerar cuintas notables ventajas
ello supone para todos, para usted, para mi y para el lector.
Podemos cortar por donde quersmos, yo mi sofiar, usted
el texto, el lector su lectura; en efecto. n0 vometo la reti
cxnte voluntad de éte al interminable hilo de una intriga
superlua. Quite una vértebra, y las dos partes de esta tor
fuoea fantasia se podrin juntar sin diScultad. Cértela en
fagmentos diminutos y veri que cada uno puede tener exis
tencia propia. Esperando que algunos de estos trozos tendrin
Ja suficiente vida como para agradarle y divetitle, me atrevo
1 dedicarle la serpiente entra
‘Tengo que confesarle algo. Al hojear al menos por vigt
sima ver, el famoso Gaspard de la Nuit de Aloysius Bertrand
(un Tibro que usted, yo y algunos de nuestros amigos cono-
czmes, gacaso no tiene derecho a ser caificado de famaso?),
fe me ocurrié intentar hacer algo parecido, y aplcar a la
descripcién de Ia vida moderna, o mejor dicho de una vida
1. Eta dedicatoria « Arsine Houssart acompafaba el apo
de textos publicados en Le Presse en agosto y septiembre de 1862.
a
modema y més abstracta, el procedimiento que él habia
aplicado para retratar la vida antigua, con sus rarezas tan
pintorescas.
2Quién de nosotros no sof, los dias en que se siente
ambicioso, con ef milagro de una prosa poética, musical pero
sin ritmo ni rima, sufcientemente flexible y contrastada como
para poder adaptarse a los movimientos Iiricos del alma, a
las ondulaciones del suefio, a los sobresaltos de la con-
ciencia?
Este ideal obsesivo nace sobre todo cuando uno frecuenta,
las ciudades monstruosas y se sitéa en la enctucijada de sus
iiltiples contradicciones. zAcaso no intent6 traducit en una
cancién el grito estridente del vidriero y expresar con
tuna prosa lirica todas las lastimosas sugestiones que este
grito leva hasta las buhardillas cuando atraviesa las més altas
‘brumas de la calle?
Pero, a decir verdad, me temo que esta envidia mia no
‘me haya traido suerte. Tan pronto hube empecado mi. tra-
bajo, me di cuenta de que, no solamente estaba muy lejos
de igualar a mi misterioso y brillante modelo, sino que, ade-
mis, estaba haciendo algo (si se puede lamar algo lo que
hacfa) notablemente distinto; y éste es un accidente del
que cualquiera sin duda se vanagloriarfa pero que no puede
sino humillar una mente de poeta que considera como méx-
‘ma honra poder realizar precisamente lo que se habia pro-
puesto,
Suyo afectisimo,
CB