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EL PUEBLO DE LA TRAVESIA
MOGNA, LARGA DISTANCIA,
EL PUEBLO DE LA TRAVESIA
JOSE CASAS
(2009)
Casas, José.
CD-ROM.
ISBN 978-987-05-6798-1
301. SOCIOLOGÍA
publicaciones@farqui.unsj.edu.ar
• Rubén Hidalgo
• Pobladores de Mogna.
• Omar Ferreira
• Gabriel Páez
• Laura Páez
• Sandra Vega
• Nicolás Aballay
• Marcelo Alaniz
Introducción: 5
MOGNA, LARGA DISTANCIA, EL PUEBLO DE LA TRAVESIA
Móquina queda lejos de todas partes… Yendo del pueblo, hay que dar de beber a las
bestias en “La acequia de Varela”. Más allá la travesía es sin Dios, singularmente
porque el viajero no puede eludir la desazón de pensar que camina hacia los quintos
infiernos; y que -como en la leyenda lugareña- su mula sillera es el propio Diablo
porfiando a lo largo del desierto alucinante: veinte leguas de toscas bermejas,
emergiendo –árida, tristemente- de las arenas muertas.
Por eso, a Móquina se llega con más avidez que a Buenos Aires, a cualquier otro centro
importante de atracción humana.
En Móquina se vive con el ingenuo sentido de plenitud biológica que debió asistir al
hombre de los primeros días del mundo; se vive sin esperanza, pero también sin ilusión
afiebrante.
Acaso conste en archivos intratables quién fue el primer español que se aventuró (sin
rumbo, sin segura referencia y en todo caso expuesto a los mil engaños del aborigen
resentido y receloso) por el desierto pétreo y solar. Es preferible creer que los bravos
expedicionarios de la conquista abordaban tierras de Móquina viniendo desde el
poniente nevado, con nada más que seguir el curso del río Jáchal –que nace cordilleras
adentro- arriba de las “Cuestas del Viento” y de las “Cuestas de Arena”. Y también es
probable de la toldería moquinera no moviese guerra a los intrusos, entre otras cosas
porque no se halla señal alguna de ello, a diferencia de las que se muestran en el vecino
cerro de Niquivil.
Bien es cierto que “La Chapanay” -la (?) caudillo desnaturalizado en la frecuencia de
sus correrías sanguinarias- tuvo por mucho tiempo establecido su cuartel general en
aquel oasis indígena, sombreado de algarrobos y jumales.
Pero nada autoriza a pensar que esto se debiera a favorable predisposición psicológica
del medio etnográfico, sino, pura y exclusivamente a razones de estrategia geográfica.
Salitrales.
Texto manuscrito inédito de Buenaventura Luna, cedido gentilmente para esta edición
por Petra Torres Almendro, nieta del poeta.
A MI PUEBLO (Zamba)
de gente tradicional.
Échanos la bendición.
a mi pueblito natal.
Yo no me olvido de vos.
Yo nunca te olvidaré.
siempre te recordaré.
la revenición y la sequía:
sobrevivir en el desierto.
INTRODUCION
Los pequeños pueblos no tienen historia. Los pequeños sucesos no son historia.
Así parece ser el concepto de la historiografía. Los sucesos ocurridos en los
lugares centrales y producidos por importantes personajes constituyen, al parecer,
la historia. Pero pese a ello, acá tenemos la historia empecinada, porfiada de un
pequeño pueblo perdido y olvidado en el semidesierto de la travesía. Mogna tiene
historia: la otra, la que figura de alguna manera en documentos y la historia que
los habitantes cuentan. Porque es cierto: todos tienen historia y este pueblo
expresa una muy singular. Y también es cierto que nadie escribe la historia desde
un lugar omnisciente, puro, incontaminado y por ello hay muchas historias, o
muchas maneras de verla y esta es una perspectiva, crítica a la historia oficial,
pero basada rigurosamente en fuentes documentadas.
Un pueblo que participó en las guerras civiles con las montoneras del Chacho
Peñaloza y Felipe Varela, sufriendo la represión de las fuerzas nacionales.
Un pueblo que sufrió una sequía artificial provocada por la utilización del agua,
río arriba, especialmente desde la finca de Tucunuco, entre las décadas de 1870 y
1890, lo cual podría escribirse como una página de la historia universal de la
infamia.
Un pueblo que tuvo una etapa de esplendor junto con la economía jachallera con
el tráfico de ganado hacia Chile y que decayó junto con esa economía
sosteniéndose apenas con el cultivo de semilla de alfalfa y economía de
subsistencia.
Acerca del nombre de la población antigua ha existido una confusión entre los
nombres de Mogna y Móquina.
“Este párrafo tiene más errores de concepto que letras (...) Si los naturales no
pronuncian la qui ¿cómo existen los nombres aborígenes de lugar? Niqui, Niquivil,
Niquizanga, etc., y si no pronuncian la g ¿cómo existen Angaco, Calingasta, etc.?”
Para este autor Moquina se llamaba a las salinas, al sur de Mogna, de donde se
extraía mucha de la sal que se consumía en San Juan, en tanto que Mogna era la
“población antigua”.
Ampacama “es el nombre de un Valle comprendido entre las sierras de Pie de Palo al
Oeste y las de la Huerta al Este y está atravesado por el río Bermejo, en sus cercanías
existen restos de una gran población indígena y un extenso osario el que fue
descubierto por el Prof. Rogelio Díaz L.
ETIM.: Según el Dr. López, Ampas es Río y Cama-crear, por otra parte en la región
Diaguita tiene siempre el sentido de aguada grande, río, etc. En Lule la voz dice:
Agua gredosa que brota, Ampa-agua; caá, nacer, brotar; amáa, teñir como greda”,
según Rogelio Díaz L. y Rogelio Díaz (h). (6)
LA TRAVESIA
Las Sierras Pampeanas comprenden una vasta extensión que abarca parte de las
provincias de San Juan, San Luis, La Rioja, Catamarca, Tucumán y Córdoba. En San
Juan configura las sierras de valle Fértil, de Chávez y Elizondo.
Las travesías están asociadas a desiertos, planicies, estepas, bolsones, siendo sus
características de aridez, escasas lluvias, pocos ríos, vegetación achaparrada y altas
temperaturas. Las travesías se ubican entre los 700 y los 500 metros sobre el nivel
del mar. Nacen al pie de los cerros de la precordillera andina y se extienden hasta las
faldas de las sierras pampeanas (pie de sierra), siendo zona de descenso a la gran
llanura, entrecortada por cerros de precordillera o eventualmente, de sierras
pampeanas. Travesía es “a través” o atravesando: no es por entero un desierto debido
a los ríos y los oasis que pueden encontrarse. Es una forma del desierto, no es arena
ni desolación total, aunque sí hay determinadas regiones que tienen dichas
características. Travesía es lo opuesto a montaña y es diferente a valle, aunque a
veces se confunda con este. Es una región entre serranías, una forma de planicie
relativamente extensa, con pocas precipitaciones y altas temperaturas, estando
constituida por sedimentos recientes, con cerros muy erosionados.
lo hace, pues se refiere a una extensa región con falta de agua que torna la vida
(casi) imposible.
Sarmiento fue llamado el profeta de la Pampa, por su panegírico Ricardo Rojas, pues
describió a la Pampa magistralmente aún sin conocerla. Pero también describió a una
región que sí conocía (al menos en parte); la travesía, a la cual describe de la
siguiente manera:
“Las faldas orientales de la cordillera de Los Andes, desde Mendoza hasta la cuesta
de Paclin que divide a Catamarca de Tucumán, pocas corrientes de agua dejan
escapar para humedecer la llanura que se extiende hasta las sierras de Córdoba y San
Luis, al este, que limitan este valle superior. La pampa propiamente dicha, principia
desde las faldas orientales de estas últimas montañas. Desierto es el espacio que
cubren los llanos de La Rioja, las Lagunas de Huanacache, hasta las faldas
occidentales de las dichas sierras. El Bermejo, de San Juan, que rueda greda diluida
en agua y se extingue en el Zanjón; los ríos de San Juan y Mendoza, y el Tunuyán,
que forman los lagunatos de Huanacache e intentan abrirse paso por el Desaguadero,
y se dispersan y evaporan en el Bebedero, he aquí los principales cursos de agua que
humedecen aquel desolado valle, sin salida al océano por falta de declive del terreno.
Veinte mil leguas cuadradas que forman las Travesías, están más o menos pobladas
según que el agua sea de pozos, de balde o aljibes, ofrece medios de apacentar
ganados. A la falda de Los Andes están dos ciudades, San Juan y Mendoza, que no
modifican con su lujosa agricultura, sino pocas leguas alrededor, el desolado aspecto
del país llano, ocupado en parte por médanos, en parte por lagunas, y al norte
cubierto de bosque espinoso, garabato y uña de león, que desgarran vestidos o carne,
si llegan a ponerse en contacto.(...) Por escasez de agua ni villa alcanza a ser La
Rioja, que está colocada a la parte alta de Los Llanos, igual inconveniente al que
retarda el crecimiento de San Luis, no obstante que ambas cuentan tres siglos de
fundadas.” (8)
“Para terminar con este cuadro en que, en un país estéril y mal poblado, va ha
trabarse la lucha de aquellas poblaciones semibárbaras por apoderarse de las
ciudades agrícolas, corrientes y comparativamente cultas (...) debe añadirse que esta
parte de la república a que hemos dado el nombre de Travesía, estaría condenada a
eterna pobreza y barbarie por falta de agua y elementos que fomenten la futura
existencia de grandes ciudades...” (9).
LA TRAVESIA DE MOGNA
La travesía de Mogna, que tiene un ancho de 30 a 60 km., se ubica entre las sierras
de la precordillera al oeste (Cerro Colorado y Sierra de Villicúm) y las sierras
pampeanas al este (de Valle Fértil) y al sur el Pie de Palo, que divide la región en dos
travesías; la de Mogna y Ampacama. El río Huaco y el río Jáchal la atraviesan en
pendiente oeste- sudeste hacia el río Bermejo, que corre por la depresión de norte a
sur, siendo un río intermitente, que constituye la salida de la cuenca de los Andes
centrales.
La población de Mogna está ubicada a la vera del río Jáchal al norte y al río
Colorado, un “wadi” o río seco, al sur.
El río Jáchal se pierde entre ciénagas y cursos distintos, prácticamente sin reunirse
con las aguas del Bermejo, que también se pierden en el desierto, en la región
conocida como depresión de la travesía.
Más al sur se encuentran las salinas llamadas Campo de la sal, Alto de Mogna, de
Flores, los Médanos verdes, las Ciénagas verdes. Las dunas son colinas altas de
arena, formadas por el viento que las arrastra y apila en otro lugar, en tanto que los
médanos son fijos o semifijos por la vegetación que los afirma. Las ciénagas son
lugares pantanosos y los bañados son terrenos húmedos y anegadizos. Las salinas
constituyeron en el siglo XIX una fuente de trabajo para los moquineros. La
formación de médanos, ciénagas y salinas tiene su origen en las etapas glaciares e
interglaciares, en las cuales grandes caudales superaron la capacidad de los cauces
produciendo inundaciones y como consecuencia se produjo la formación de lagos.
Después de la evaporación afloraron sales y limos provocando la formación de
salinas, barriales y ciénagas, cambios en el clima y la flora y la fauna. (10)
Esta región árida está escasamente habitada. Mogna es el pueblo de la travesía del
desierto, enclavado, como pocos pueblos, en medio de una travesía, muy aislada
geográfica y socialmente del resto del departamento de Jáchal y de la provincia. La
región de la travesía de Mogna ha sido denominada alguna vez como el Sahara
sanjuanino” y sus habitantes como “tuaregs”. (11) Mogna es un oasis en medio de la
travesía: poco poblado, amenazado siempre por la disgregación debido a las
condiciones geográficas, al clima desértico, la alta temperatura, la amplitud térmica,
por la escasez y mala calidad del agua, por las crecientes, sequías e inundaciones
como obra de la naturaleza y por el subdesarrollo económico, la pobreza y la
marginación sociales, por la emigración y despoblamiento, por la postergación y el
olvido de la mayoría de los gobiernos, como obra de los hombres, Mogna sobrevive
por más de 250 años.
Mogna está prácticamente incomunicada pues los caminos de acceso son escasos y
de difícil tránsito. El camino más usado actualmente es el que lleva por la ruta 40,
desde la antigua estación del ferrocarril de Talacasto, hoy abandonada, distante a 68
km. El otro camino, que comunica más directamente a Jáchal con Mogna,
aproximadamente diez km. al sur de Tucunuco. Este camino atraviesa Huachi Pampa
y que pasa por la llamada Quebrada.
El antiguo camino de la sal era por el que se traficaba con ese producto hacia San
Juan, (hacia fines del siglo XIX y principios del XX) hoy abandonado, iba por el
Algarrobo de Santos, Río Colorado, el Alto, Partillar, Río Las Lajas, Río Agua
Amarga, Cuesta de Estudebaker (por los primeros camiones que llegaron a Mogna),
Río Verde, El Salado, La Laja, Albardón, San Juan, según describe un moquinero el
recorrido. Este camino se hacía con carros, luego en automotores. Hay otro camino
que va por Angaco, que está abandonado también.
A Punta del Agua, que anteriormente tenía mayor población y actualmente quedan
poquísimos habitantes, se llega a caballo. En la década de 1960 un nuevo propietario
de las tierras de Punta del Agua expulsó violentamente a la mayoría de sus
habitantes. Parte de la población expulsada se instaló en Huaco y otra en Mogna. Los
vecinos más cercanos fueron los de Tucunuco, lugar que estuvo poblado cuatro veces
y otras tantas quedó deshabitado.
Bibliografía:
1. Ramírez, Pedro: Contribución a la Historia geográfica de San Juan. San Juan 1963.
2. Geografía de la Provincia de San Juan. Segundo Censo General de la Provincia. Buenos Aires. 1910.
3. Díaz Costa, L. y Díaz, R.: Toponimia geográfica de la provincia de San Juan. Mendoza, 1939.
4. Michieli, Teresa: Realidad socioeconómica de los indígenas de San Juan en el siglo XVII. Facultad de
Filosofía, Humanidades y Artes, U.N.S.J. 1996.
6. Rogelio Díaz L. y Rogelio Díaz (h): Toponimia geográfica de la provincia de San Juan. Mendoza.
1959.
8. Sarmiento, D.: El Chacho. Obras de Sarmiento. Buenos Aires. Tomo VII. Pág. 293.
10. Jorge Pickenhayn: Integración de Jáchal en el espacio funcional sanjuanino. FFHA. UNSJ. San
Juan 2002.
Instalación en Mogna en una fecha incierta de un grupo del pueblo capayán, que
estaba relacionado con la nación diaguita. Vivieron la dominación incaica, por 70
años, lo cual no debió modificar mayormente su realidad. Era un pueblo que vivía
en pequeños grupos dispersos, con una población no numerosa. Hacia el este la
población más cercana eran grupos de yacampis, que habitaban en Ampacama y
más hacia el norte, a lo largo del río Bermejo. Hacia el oeste la población cercana
eran los capayanes de Tucunuco, con quienes estaban emparentados. Con la caída
del imperio inca bajo la dominación española, los pueblos diaguitas recuperaron
su libertad. Este fue un período de aproximadamente 70 años, en los cuales
retornaron a su forma anterior, no obstante recibieron influencia cultural incaica.
Las primeras apariciones de los españoles pueden haberse producido hacia las
últimas décadas de 1500. La fundación de San Juan de la Frontera se realizó en
1562. Hacia el norte del valle de Tulúm era “terra incógnita”. Los primeros
españoles que avanzaron hacia el norte debieron hacerlo hacia 1580-1590, pero
no hubo fundaciones, sino instalación de grupos aislados de españoles e inicio de
las primeras encomiendas de indígenas. Hacia 1601 se registró un asentamiento
español en el valle de Jáchal.
Sesenta años en que dejan de ser reducción a partir de la caída del Virreinato y la
promulgación del fin de las mitas y encomiendas por la Asamblea de 1813, de la
nueva nación argentina. En esta etapa desaparece el cacicazgo y los indígenas se
convierten en mestizos y en gauchos. Son pastores, pero también se dedican a la
agricultura. Se desarrolla el culto a Santa Bárbara. Parte de la población participa
en las montoneras del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, que fueron muy activas
en el norte sanjuanino, sufriendo represalias. La derrota montonera marcó el fin de
una época. Martina Chapanay, la india gaucha marca esta época, desde el lado
rebelde, en tanto que desde el bando gubernamental lo marca Celestino Rodríguez,
propietario y autoridad por muchos años en Mogna.
Los indígenas vivían en pequeños poblados, distantes unos de otros, sin tener gran
crecimiento poblacional. Los capayanes de Jáchal, Iglesia y Mogna eran
agricultores dedicados al cultivo del maíz. Los habitantes del río Bermejo eran
ganaderos trashumantes, ubicados desde la confluencia del río Bermejo con el río
Jágüel (Paso del Lámar), pasando por la confluencia con el río Huaco (Punta del
Agua) y con el río Jáchal (Ampacama). Hemos visto que, en una acepción,
Ampacama significa tierra sin dueño. Pero estas tierras tuvieron dueño; allí
habitaron grupos capayanes o yacampis y luego fueron explotadas por los
españoles intermitentemente. Existen restos de una gran población indígena y un
extenso osario. Actualmente se encuentra deshabitado.
Varios autores destacan el sentido heroico de la vida que tenían los diaguitas y que
posiblemente hayan tenido también los capayanes.
Hacia 1580 los diaguitas fueron conquistados por el imperio inca. Una versión
cuenta que siendo inca Viracocha (1350-1420) una delegación de curacas
(caciques) de la región de Tucumán -la región diaguita- lo encontraron en Charcas
y le plantearon ser sus vasallos. A esto el inca respondió que ellos trataban mejor a
quienes se sometían voluntariamente que a quienes los enfrentaban. Otros textos
hablan de que fueron dominados por la fuerza militar, según plantea Bazán, ya que
los diaguitas opusieron resistencia. Los dominantes construyeron el camino del
inca, que entraba en el territorio argentino actual por la quebrada de Humahuaca y
atravesaba los valles de Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, entraba en Jáchal
por Huaco y seguía hasta Mendoza. Los incas construyeron un pucará en Paso del
Lámar, al cual trajeron una población de indígenas de Bolivia adeptos a ellos.
“En esta visita, vi en los pueblos de indios, como todos ellos, chicos y grandes,
viejos y viejas, están ocupados en el servicio de sus encomenderos y todos como
esclavos y aún pero que esclavos”
Los caciques que acordaron la rendición fueron 12; nueve del río Bermejo, uno de
Valle Fértil, uno de Jáchal y uno de Mogna.
Francisco Pacioca.
Juan Quilpi.
Gaspar.
Juan Amplamatucla.
Juan Casigua.
Pedro Guacalongo.
Garzia Capi.
Pedro San.
Pedro Yncantinuc.
con letras grandes, en medio pliego de papel que decía: Por traidores a la Real
Corona. Y habiéndolos tenido el día, mandó quitarlos y cortar cuatro cabezas de
los principales, que se pusiesen en el caballete de lo alto de las casas del
cabildo...” (4)
Doscientos treinta años después este acto de barbarie sería repetido por los
continuadores de los “civilizadores”, con el asesinato del Chacho Peñaloza y la
exposición de su cabeza en Olta.
De los caciques asesinados ocho eran de Bermejo u uno de Mogna. Ello da una
idea del papel de los indígenas de Bermejo en la lucha contra los españoles.
El resto de los prisioneros fueron perdonados y junto con sus pueblos (del
Bermejo y Mogna) trasladados a la fuerza (desnaturalizados de sus tierras), fueron
ubicados en distintos lugares del valle de Tulúm, para ser controlados de cerca y
ser utilizados en encomiendas. El grupo aborigen de Mogna fue ubicado hacia el
oeste, en el camino a Zonda, en la zona de Desamparados- Rivadavia actual.
Siendo ahorcado el cacique de Mogna, Juan Cantintucla, se nombró como su
sucesor a su tío, Felipe Talibe.
Quizás también a una parte de los capayanes se les permitió permanecer en sus
tierras y a otros se les permitió regresar al tiempo. Pero hacia fines de 1660
Mogna estaba prácticamente deshabitada, al igual que Tucunuco y posiblemente
Ampacama, afirma Teresa Michieli. (5)
En 1675 otra encomienda, de Jatamalca (Mogna), cuya dueña era Catalina de los
Rios y el cacique era Juan Aguapilla.
Bibliografía:
1. Armando Bazán: Historia del noroeste argentino, Plus Ultra, Buenos Aires, 1995, 2° edición.
2. Presbítero José Aníbal Verdaguer: Historia eclesiástica de Cuyo. Milano Tomo I. 1929. Pág.
60.
3. Tomado del libro de Pablo Cabrera Los aborígenes del país de Cuyo. Revista de la Universidad Nacional
de Córdoba. Córdoba, 1929. Pág.34 a 36.
4. Ídem ant.
5. Teresa Michieli: Realidad socioeconómica de los indígenas de San Juan en el siglo XVII.
F.F.H.y A. San Juan, 1996. Nos basamos en esta obra para el desarrollo del tema.
6. Ídem ant.
Las fundaciones españolas son consideradas actos categóricos que cierran una
etapa y determinan el inicio de la civilización: “gestas” o hechos definitorios
desde los cuales se inicia la historia. Son configuraciones simbólicas que los
conquistadores imponían y que han sido recogidos por la historiografía liberal. En
el caso de Mogna no se perfila ello, sino lo contrario. La fundación de Mogna no
fue una gesta española sino producto de la voluntad indígena. Fue una fundación
no concebida de antemano por la Junta de Poblaciones, la cual cedió ante la
voluntad de los caciques Alcane y Bermejo.
“Lima y Melo trazó una villa, para que de algún modo vivieran como los blancos.
Les repartió sus propias tierras y les dio por jefes a sus propios caciques. Después
nadie volvió a acordarse de ellos”. (1)
El cacique Don Francisco Alcane. Sus hijos: Pascual Alcane, Juana Alcane,
Juliana Alcane, Antonio Alcane, María Gracia Alcane, Domingo Alcane.
Lucas Quilpatai , Lorenza Alcane, su mujer. Sus hijos: María Juana Quilpatai,
Ana Quilpatai.
Francisco Molina - Bernarda Saavedra; su mujer. Sus hijos: Juana Molina, Fermín
Molina, Ventura Molina
Bernardo Alcane. Juana Nalis, su mujer. Sus hijos. Mariano Alcane, Felipe
Alcane, Clemente Alcane, Lorenzo Alcane, Juan Alcane, Petrona Alcane,
Pascuala Alcane; María Alcane, Josefa Alcane
Ausentes: Diego Acosta, Justo Castro, José Güalipán, Pascual Molina, Lorenzo
Páez, Luis Páez, Francisco Páez.
Francisco Castro, Ana Caica, su mujer. Sus hijos: Bernardo Castro, Enrique
Castro, Mariano Castro, Petrona Castro, Cándida Castro.
Francisco Gómez, Juana Caica, su mujer. Sus hijos: Clemencia Gómez, Margarita
Gómez, Tadeo Gómez, Diego Gómez, Lorenzo Gómez, Francisco Gómez, Juan
Francisco Gómez, Manuel Gómez, Nicolás Gómez.
Mateo Guzmán, María Caica, su mujer. Sus hijos: Juan Antonio Guzmán. Juan.
Guzmán, Pascual Guzmán, Juan, Guzmán de un año.
Bartola Caica, viuda. Sus hijos: Lorenzo Caica, Antonia Caica, Juan José Caica.
"En dicho pueblo de Mogna en 11 días del mes de agosto de 1753 años. Su
Merced dicho Justicia Mayor; en conformidad de lo mandado, por auto
precedente, mandó comparecer ante sí a Don Francisco Alcane, cacique de este
pueblo y en concurso de sus vecinos salió ha hacer prolijo reconocimiento del
sitio más a propósito para la formación del pueblo, y habiéndose informado por
relación de sus naturales el terreno más acomodado, libre de avenidas y menos
combativo de vientos, se eligió de común acuerdo un sitio medianamente
levantado de agradable vista con la vecindad de una montaña que lo circunda en
que hay abundancia de madera para edificios, y en que se encuentra suma
facilidad para sacar agua en tanta abundancia que basta a dar abastecimiento al
Pueblo y fertilizar los campos en que se ha determinado hacer el repartimiento de
tierras, distante del río media legua, poco más o menos hacia la parte del sur y
tomando una cuerda se midieron ciento cincuenta varas de medir ropa con la cual
se formó el cuadro de la dicha plaza, dándole a cada costado ciento cincuenta
varas,:e inclusive las calles que se les dio doce varas de ancho y quedando ésta
por centro del Pueblo, se midieron en contorno de dicha plaza seis cuadras en la
misma conformidad, con ciento y cincuenta varas por costado y en esta forma
quedó formado el Pueblo con sus ocho calles principales, delineadas y
amojonadas, con maderos elevados en las esquinas y medianías, quedando
suficiente extensión en todos los cuatro costados para que pueda extenderse y se
pasó a hacer el repartimiento de solares y señalamiento de sitios para iglesia y
demás obras públicas...”
Así el pueblo moquinero se negó a ir a Jáchal para ser sometidos al trabajo en las
minas y a ser nuevamente desnaturalizado perdiendo sus tierras finalmente.
Lima y Melo llega con otro español y dispone la fundación de un pueblo de indios
que ya existía. Llega, funda y se marcha. Termina su función y desaparece. Nada
le debe Mogna a este funcionario. No permanece en Mogna. En realidad ningún
español debía hacerlo pues se trataba de un pueblo de indios. Jáchal era una villa
de blancos, mestizos e indios, en tanto que Mogna era un pueblo de indios. Jáchal
fue fundada por decisión anticipada de la Junta de Poblaciones y su ejecutor fue
Juan de Echegaray. La fundación de Mogna no estaba prevista inicialmente, se
decidió ante la resistencia de los caciques Bermejo y Alcane. Alcane no es sólo el
nombre de un cacique, es el verdadero fundador de Mogna. No se trata del triunfo
de un capricho, como lo ha afirmado un autor, sino de la voluntad de resistir y
sobrevivir de un pueblo.
“...Tres leguas hacia el norte de la ciudad (de San Juan) hay un lugar llamado las
Tapiecitas, a causa de los restos de un fuerte, cuyas ruinas eran discernibles
ahora veinte o treinta años, y su colocación en aquel lugar parece explicar el
nombre de San Juan de la Frontera, por no estar reducidos los indios de Jáchal y
Mogna, cuyo cacique último vivió hasta 1830, habiendo llegado a una senectud
que pasaba de ciento veinte y más años”
Si este dato de Sarmiento fuese cierto, entonces ese cacique sería Francisco
Alcane, quien pudo haber nacido en la década de 1610 o 1620, en el lugar de la
encomienda, en San Luis. Asumió el cacicazgo en algún momento entre 1727 y
1737. Hacia 1737 figura en libros parroquiales con su esposa, Maria Gualampe,
inscribiendo a su hija Ana Joseph, de dos meses. Los cuatro Alcane fueron casi
una dinastía, quizá el último cacique de Mogna fue Juan Pascual Alcane, hijo de
Francisco, quien era ya cacique hacia 1909.
Pero aún así la fundación de Mogna no fue un acto acabado totalmente ya que el
otro pueblo indígena, el de Ampacama, no acudió en el día de la fundación –salvo
su cacique- ni se instaló en el lugar posteriormente. Matías Bermejo no acató el
traslado a Mogna, como antes no aceptó el traslado a Jáchal. Si los moquineros
estaban tercamente aferrados a su mezquina tierra, los ampacameños eran más
tercos aún. Alcane y Bermejo se habían resistido a ir a Jáchal y pedían la
fundación en su propia tierra. Cuando se les aceptó la petición y se eligió la tierra
de Mogna para la fundación, el cacique Matías Bermejo argumentó que no había
pasturas, como sí las había en su tierra. Vivían en una región cercana, pero que era
distinta a la del hábitat natural de Mogna. Podemos realizar una comparación
esquemática de ambas regiones.
Mogna Ampacama
“Larga distancia”
Algarrobales Pasturas
Bermejo habría estado sólo en la fundación y dio los nombres de los miembros
de su pueblo, diciendo que hablaría con ellos para decidir si se trasladarían a
Mogna. Otra tradición quiere que su pueblo estuviera cerca, pero en la otra banda
(norte) del río. Como sea, Matías Bermejo se fue a su tierra y nunca se instaló en
la población fundada. En su alianza con los moquineros, cada pueblo consiguió su
propósito. Por ello en 1754, a casi un año de la fundación, la Junta de Poblaciones
instruía a Juan de Echegaray para que redujera a los ampacameños al pueblo de
Mogna y que expulsara a los españoles que hubiese en Mogna, trasladándolos a la
Villa de Jáchal.
Pero sí sabemos que el pueblo de Mogna, que eligió otro camino para su
supervivencia, perduró. Por ello llama la atención lo escrito por Horacio Videla
sobre la fundación de Mogna:
La fundación es un momento inicial: nada termina allí sino que recién se inicia.
Mogna tuvo muchas dificultades inmediatamente a su fundación. Las
instrucciones que le daban en 1754 a un español eran:
Francisco Alcane (como era de esperar), Lorenza Alcane (su hermana) con sus
hijas Maria Juana Quillai y Ana Quillai.
Bernardo Alcane y Juana Nalis, su mujer, con sus hijos Felipe Alcane, Lorenzo
Alcane, Juan Alcane, Petrona Alcane y Josefa Alcane.
Entre los viudos figuran los hermanos Alcane y otra hermana, Petrona.
“me han dicho mis indios que si nos sacan de mi pueblo, que todos se irán a
perder”.
De todas maneras otras familias se habían integrado para entonces; si en 1753 eran
59, en 1777 eran 58 habitantes. La población había cambiado en gran parte, pero
sobrevivía al desierto y a los españoles. Llama la atención el apellido Zelan, que
aún perdura en Mogna.
“En la jurisdicción de esta (...) se hallan, más que en otras partes, dispersas
varias familias de mestizos e indios por aquellas dilatadas llanuras y quebradas,
que de tiempo inmemorial viven de esta forma, sin que los jueces sean bastantes a
vigilar sus operaciones, ni pueda alcanzarles el pasto espiritual y es presumible
Cuarenta y tres años después de la fundación (en 1796) una breve referencia sobre
Mogna dice que:
“En Mogna hay porción de indios sueltos sin tributar nunca y están llenos de
vicios propios de la dispersión: es difícil reducirlos a pueblos y sobre ellos parece
tienen providencia de la Auditoría de Chile” (12)
Y las acusaciones acerca de los “vicios”, eran continuidad de las acusaciones que
se le habían hecho, años ha, a Alcane. Los moquineros no se amoldaban a las
normas que trataban de imponerles los dominantes. La jurisdicción sobre la región
siguió dependiendo de la Capitanía de Chile, aunque ya se había producido el
reordenamiento territorial que había creado el Virreinato del Río de La Plata y que
integró a Cuyo con este.
El pueblo de indios estaba relativamente aislado pero, de hacer caso a los distintos
documentos, en Mogna se vivía una situación que salía de cauce para los
españoles. Alcane amparó a los últimos habitantes capayanes de Tucunuco, a
españoles y extranjeros marginales, a indios de otros pueblos lejanos, a negros,
zambos y mulatos, además de mestizos. Si eran ciertas las acusaciones que se
hacían a Alcane, Mogna debió ser un lugar de relativa libertad, donde los
españoles dejaron hacer, mal de su agrado.
Bibliografía:
2.Catalina Michieli: La fundación de villas en San Juan (siglo XVII) Sociedad Argentina de
Antropología. Buenos Aires. 2004.
6.Sarmiento, D.: Recuerdos de provincia. En: Civilización y barbarie. El Ateneo. Buenos Aires,
1952.Pág.580.
7. Horacio Videla. Historia de San Juan Tomo I. Pág. 278. Academia del Plata. Buenos Aires. 1962.
9. Citado por Solar Mancilla, Mario: Territorio y conflictos de poder, en Espacio y población,
coordinadora Ana Fanchin. Universidad Nacional de San Juan y Academia Nacional de Historia.
San Juan, 2004. Op. cit. Pág. 162.
Guillermo Adams fue un viajero que en 1825 recorrió un vasto derrotero, desde
Mendoza hasta Potosí, en Bolivia, guiado por un interés minero y, si bien no
escribió un libro, si dejó breves anotaciones de su recorrido. Tomamos de la parte
del texto que se refiere a Mogna, saliendo de San Juan y pasando por Angaco: (1)
“A Punta del Monte. 2 leguas. Estancia con riego. Aquí hice noche.
Moquina. 6 leguas. Pueblo con capilla. Tiene riego del río Jacal (Jáchal). Algo de
comer se encuentra pero (hay) escasez. Bastante miseria. Dormí al raso. El río
Jacal (sic) corre al este.
Vado del río Bermejo. Despoblado sobre un río salobre. Nada se encuentra que
comer.
“Algo de comer se encuentra pero escaso, bastante miseria”, “el río: Jáchal corre
al este”. Vale la pena repetirlo. En las escuetas anotaciones de su viaje, este inglés
describe a Mogna en su pobreza social y su situación en la inmensidad de la
travesía.
Departamento de Mogna:
Una capilla.
Un molino.
50 casas.
418 cuadras de terreno labrado.
20 varones mayores.
90 menores.
110 pequeños.
145 mujeres.
365: total.
Pueden influir los datos de Tucunuco, quizá incluidos en Mogna, pero para esa
época Tucunuco había sido adquirida recientemente por Doncel y los trabajos para
convertirla en una finca importante se estarían iniciando. Pese a ser modestos, los
logros eran importantes para los habitantes del desierto de Mogna dadas las
condiciones de existencia que llevaban. La fundación de Mogna, la resistencia en
la travesía, la política de adopción de marginados de Alcane, las condiciones de
libertad y la conversión en pueblo agricultor habían permitido que Mogna
sobreviviese y creciera aún en la travesía.
Para Sarmiento las travesías comprenden 20.000 leguas cuadradas con una relativa
población que dependía de la escasa provisión de agua para el ganado. Las
travesías tienen población aborigen, pobre, que fue confinada a reducciones,
como los llamados Pueblos, en La Rioja. Estas poblaciones fueron enajenadas de
sus tierras en la época colonial: (3)
Quizá el pueblo de rasgos indios perduró una siglo más a su fundación, pero hacia
1850 Mogna se estaba mestizando y con ello produciéndose la aculturación.
Sarmiento habla con conocimiento da causa, pues era gobernador de San Juan
durante el último levantamiento del Chacho y estuvo muy temeroso de este. Y es
de destacar que él habla expresamente de Mogna como una zona que se levantó
con la montonera. Así Mogna retorna a la resistencia activa; varios moquineros se
pliegan a los rebeldes del Chacho, desarrapados como ellos. Vuelven a luchar con
sus vecinos y parientes, descendientes de los capayanes de Jáchal y los yacampis
de Valle Fértil.
día siguiente salieron partidas a los Puestos y otros lugares, pero no encontraron a
nadie. Se informaba que Elizondo, el famoso caudillo de la zona de valle Fértil,
no había participado de estos hechos, pero que los moquineros que participaron
en el secuestro habían sido José Alcaraz (peón), Pedro Laprida, Benito Navarro,
Cornelio Muñoz, Bernardino Bicentela y Ángel Figueroa. El capitán era Evaristo
Álvarez, herrero, que vivía al frente de la casa de Juan Quiroga (6) en la villa de
Mogna. Estos se habrían desbandado y pese a buscarlos con rastreadores, no
dieron con ellos. Posteriormente de los detenidos trasladados a Jáchal, tres
quedaron presos: Rosendo Pereyra, Juan de Dios Narbona y Calisto Soria. En
noviembre se envió otro piquete a Mogna, de 20 hombres para custodiar y
capturar a los montoneros que pudiesen arribar allí.
El Chacho fue vencido en Caucete, cuando avanzaba hacia San Juan, y luego fue
asesinado arteramente por Irrázabal, en Olta, el 13 de noviembre de 1863. Se
cerraba un capítulo de la lucha montonera con la muerte de su jefe. Pero unos años
después la lucha se reiniciaría, con Felipe Varela.
Tucunuco era la hacienda de José Eugenio Doncel, cuya ocupación era anterior a
1850. Doncel y luego sus hijos construyeron un feudo en Tucunuco, como los
Suárez en Huaco, los Varela en Niquivil (no parientes de Felipe), donde imponían
sus propias leyes al paisanaje, a los gauchos, los que después fueron conocidos
como los “yarcos”. Allí actuaban como verdaderos terratenientes, dueños de
tierras, aguas, animales y personas.
Para esa fecha había actuado “un grupo de montoneros procedentes de Mogna.” (9)
Los montoneros eran 250 hombres en total extendidos desde Mogna hasta el
Bermejo, según agrega Guevara. Cabrera, otro informante, pero éste de Mogna,
supo de la llegada de la montonera al lugar y que provenía de Punta del Agua.
Cabrera en realidad no los vio, sino que vio las huellas y emprendió prestamente
En julio 13, Suárez insistió al gobierno provincial por los refuerzos solicitados y
que le eran denegados. El gobierno le indicaba que llevara a la villa los 20
tiradores de Iglesia y que armase 100 hombres con lanzas. Suárez escribía: (12)
Más adelante insistía; él creía que esa fuerza de 50 hombres “es indispensable que
venga a ocupar el puesto de Tucunuco que diceres vulgares hacen correr que lo
ocuparán 40 hombres montoneros, que encabeza Figueroa en los campos de
Mogna, y que es posible sea así en la mira de interrumpir la comunicación con esa
capital. (San Juan).” Los “diceres vulgares” se confirmaron y los gauchos (que se
decía eran de Mogna) ocuparon al amanecer a Tucunuco.
Además se corrió la versión que desde Huaco avanzaba otra montonera sobre la
villa de Jáchal.
Un moquinero famoso fue Calibar. Este rastreador indígena fue descripto como un
protegido de los gauchos en su obra Facundo de 1845. Donde relata algunas de
sus hazañas. En Recuerdos de Provincia (1850) vuelve a referirse a él: (14)
Para Sarmiento todos los indígenas que habitaron San Juan eran huarpes, error que
predominó por largo tiempo por lo cual la existencia del pueblo capayán
permaneció desconocida durante un tiempo. Error es una manera de decir; se
trataba de una concepción ideológica: todos los pueblos aborígenes se les
aparecían como iguales, sus diferencias étnicas no revistaban importancia. Horacio
Videla recae, -pese a contar con más información histórica que Sarmiento- en la
misma afirmación.
Por Sarmiento sabemos que Calibar era moquinero y capayán. Su apellido tiene
larga data, al igual que el de Caliba, que parece ser el original. Este último
apellido se registra empadronado en Catamarca en 1667. Existen familias en
Jáchal que aún llevan esas dos variantes como apellidos y que reconocen en sus
antepasados origen indígena. Sarmiento también se equivocó al afirmar que el
recuerdo de Calibar perduraría en tanto que el de Facundo Quiroga no. Ambos
han perdurado: Facundo tiene trascendencia nacional perenne y Calibar aún es
recordado popularmente y una calle muy importante de San Juan se denomina
Rastreador Calibar. Si, como dice Sarmiento Calibar regresó a Mogna, sus hijos
quedaron en San Juan; una de ellas Romana, mulata, era criada al servicio de una
familia tradicional de la ciudad. (15)
Martina Chapanay y Santos Guayama eran indígenas. Fueron los gauchos rebeldes
de la travesía que encarnaron la típica figura del gaucho de esta región en su
apogeo y comienzos de su decadencia.
Aunque algunos autores plantean que Martina colaboraba con las autoridades,
parece no haber sido exactamente así. En febrero de 1864, después del asesinato
de Ángel Peñaloza, el Juez de Valle Fértil informaba al gobierno de la provincia
sobre el movimiento de “los bandidos o pequeños montoneros que estaban
desarrollándose nuevamente”; un grupo de gauchos “había estado en el Bermejo
en la guarida de la bandida Martina Chapanay” y se informaba de otros
movimientos en torno al caudillo lugareño, Elizondo, para el Juez informante no
se había extinguido el bandidaje. (17)
Como sea las bandas aisladas fueron cayendo bajo las fuerzas policiales y
militares, pero Martina se alejó de esa vida y se dedicó a ayudar a los viajeros de
la travesía. Como era una excelente baqueana y rastreadora, encontraba a los
animales perdidos, guiaba a los viajeros, los hacía vadear los ríos, construyó
refugios con ramadas y agua. Según Marcos de Estrada se enmendó, acercándose
a la religión. En Mogna, ya anciana (de 76 años o de 87 años), murió a raíz de la
picada de una víbora. Si bien otros relatos dicen que habría muerto por la herida
de una puma en otra región, lo cierto es que la tradición quiere que esté enterrada
en el cementerio de Mogna, detrás de la capilla, donde tenía una gran cruz y luego
una tumba, hecha por pobladores de Mogna.
Según relatan los moquineros, el rancho donde vivía estaba situado en una
esquina del predio donde está la escuela de los Puestos (La Pompeya y Callejón
Fernández).
Mogna. El folclore popular dice que aún se conservan los bienes que habría
devuelto la famosa gaucha.
En Mogna la Chapanay
a Chumbita enamoró,
Ontiveros le disparó
y ella de pena murió.
La realidad de este hecho es dudosa, pero expresa la fama que tenía la gaucha.
Los gauchos rebeldes no podían ser bien tratados por la historiografía oficial. Pero
así como se los detracta, también se trata de pintar un cuadro de arrepentimiento,
de actos “de redención”, tal que podrían ser aceptados en la consideración social.
Se teje una leyenda con respecto a Martina, en la cual, ya anciana, devuelve las
joyas que un compinche suyo habría robado de la capilla de Mogna, como aparece
en la novela de Echagüe, (19) tratándola de hacer pasable para las clases ilustradas.
Se dice que en sus últimos años colaboró con las autoridades, denunciado a los
gauchos alzados, pero en realidad era vigilada y vista con desconfianza.
“Doña Martina Chapanay, después de ser una mujer gaucha no tiene historia, una
historia segura, pero presumiblemente también una corta leyenda que decía que
cuando estuvo muy vieja y enferma, estuvo para el norte de después, porque por
aquí tenía las posadas cuando iba con arreos pasaba por Mogna.
Entonces ella había pedido morir en Mogna y también dice que en un algarrobo
vivió, hizo un ranchito y se murió ahí.... parece que ahí está sepultada pero
historia no tiene Martina Chapanay”.
No tiene historia, como no la tiene los pueblos olvidados, pero sí tiene leyenda,
Martina entra en el espacio difuso en que confunden historia y leyenda como la
indígena guerrera, la mujer hombruna, de la bandolera- montonera, la rebelde
milagrosa. De rebelde popular se ha convertido en santa de la religiosidad popular:
no ha abandonado el bando del pueblo, sino que ha sido resignificada por este.
“Que me cuide los animalitos, pero no los cuida nada, se vota a floja”.
Bibliografía:
1. Ardissone, R.: El derrotero de Adams por tierras cuyanas en 1825. Revista de Historia N 3-4.
Archivo Histórico y Administrativo. San Juan, 1959.
2. Datos tomados de Videla, H.: Historia de San Juan. Tomo IV. Academia del Plata, Universidad
Católica de Cuyo. San Juan, 1976. Pág. 207
3. Domingo F. Sarmiento: El Chacho. Op. Cit. Pág. 297
4. Idem ant. Pág 298.
5.. Idem ant. Pág 298.
6. AHA. Libro 295, fs. 253-264. Archivo Histórico de San Juan
7. AHA: Libro 295, f. 374. Archivo Histórico de San Juan.
8. AHA. Libro 322. f. 339. José María Suárez; Jáchal, 21 de julio de 1867. Archivo Histórico de
San Juan.
9. AHA. Libro 322, f. 34. José María Suárez; Jáchal, 22 de julio de 1867. Archivo Histórico de
San Juan.
10. AHA. L.322, f. 34. Declaración de Guevara: Jáchal, 22 de julio de 1867. Archivo Histórico de
San Juan. .
11. Ídem. ant.
La antigua ruta del siglo XVII, XVII y principios de XIX, que unía San Juan con
el norte a través de Mogna, había caído en desuso. Hacia el Valle Fértil las huellas
fueron antiguamente muy transitadas, de allí traían a través de quebradas el
ganado con destino al engorde en Jáchal, previo a su paso hacia Chile. Mogna era
un lugar de paso del ganado. Con el Valle Fértil se realizaba trueque de quesos,
frutas desecadas. Traían trigo para moler en el molino de la familia Rodríguez.
Pero el tránsito hacia el norte ya no se realizaba por Mogna. Como sea Mogna se
inserta de forma secundaria, en la economía de tráfico de ganado en pie a Chile y
se siembra alfalfa y trigo.
“...no nos alcanza el agua, mucho menos para la vida, pues que en los meses
pasados han llorado las familias de sed.”
“En vista de la suma escasez del agua en que se encuentra este vecindario, de tal
suerte que sólo llegan muy escasamente dos grados de agua, se demora dos días
para llegar desde que se larga de Tucunuco, de manera que se puede decir que no
solo no alcanza el agua de turno para bebida. En cuanto a los días que nos
corresponden de venida, estamos en seco, porque esta no alcanza a llegar a este
vecindario”
Carlos Doncel solicitaba la destrucción del tapón de Agua Negra y de la toma del
lecho del río Jáchal, además de la limpieza de los nacedores del Agua Negra, que
estaban “aterrados”.
El mayor uso del agua y su apropiación en Niquivil provocaba que hubiese menor
cantidad para Tucunuco y Mogna, adonde llegaba “poquísima agua”. Pero no sólo
Tucunuco y Mogna eran las víctimas ya que a la vez los hermanos Doncel hacían
sufrir a los moquineros, ya que ellos mismos acaparaban el agua, ya que en todo
caso, sus derechos estaban “protegidos por la autoridad”.
“En vista de la suma agotación del agua que hoy desgraciadamente se sufre hoy
(sic) en está sección de manera que escasamente es solo una sobrevida para este
vecindario”
Solicitaba una solución tal que “se pueda favorecer siquiera las sementeras
actuales de este vecindario.”
“Los cánon de uso de la finca de los señores Doncel son tres de primera: Los
grados de agua que usan en su molino dichos señores, no saben apreciarlos en
razón a que según ellos muelen a turno.
Los cuadros de regadío dicen ser 700 en vez de 450 que tienen empadronados.”
“... siendo mi máquina (de molino) de última clase, descompuesta al todo, puede
decirse (que) por haberlo hecho componer desde el año pasado, (por el) motivo
de la escasez de agua que hemos tenido y con este motivo no ha habido cosechas
para poder funcionar en todo este año presente hasta terminar el año.
En esta virtud si hubiese lugar a escurrirme del pago por los motivos expuestos y
es justicia que pido”.
La población de Mogna planteaba que debía proceder sea compartir el agua entre
Tucunuco y Mogna en proporción a sus regadíos, la aplicación de tal medida se
encontraba:
“... en Tucunuco se alzan toda el agua por sus dos grandes canales y que no solo
quedan algunas filtraciones que pasan por el río y los desagües de esa finca,
“Se debe velar por la buena administración del agua en el distrito que según el
decreto mencionado forman Niquivil, Tucunuco y Mogna, sirviéndose como de su
agente natural.
Una vez colocadas las compuertas, dará Ud. las instrucciones del caso al
comisionado para que vigile la distribución del agua con relación a los cultivos,
según las constancias del padrón que debe estar archivado en la oficina de esa
subdelegación”.
Segundo Nievas, que era Subdelegado de Jáchal, realizó una recorrida por todos
los distritos del departamento -que por entonces aún comprendía a Iglesia- y
elaboró un largo y detallado informe que nos permite conocer como era el Jáchal
de entonces, en particular nos interesa la descripción de Mogna, dada la situación
terrible que sucedía allí: (11)
Distrito de "Mogna":
Situado como 18 leguas al Sud Este de esta Villa. El camino que conduce a esta
población sale desde Tucunuco con dirección al Este; este camino, aunque no es
muy malo, se anda, sin embargo, puramente a caballo por razón de tener pequeñas
cuestas, (ilegible) quebrada, muy encajonada de más de una legua de largo, por
último, al llegar al río, a la entrada de "Mogna" tiene otra cuesta, aunque de fácil
acceso. Pasada la cuesta y siguiendo el camino de la orilla Este del río, que aquí es
bastante desplayada, ya las guías le anuncian que se va a llegar a Mogna. Se busca
con solícito afán ver aparecer por entre el tupido bosque de algarrobos y chañares
a algunos de esos centinelas avanzados del cultivo: el álamo y el sauce; tiempo
perdido, ¡no hay!
Por fin entramos a una calle bastante recta con alamedas de algarrobos y chañares
a ambos costados. De un lado un regular y recto canal lleno de aguas amarillas y
sucias, y del otro, terrenos que, probablemente algún día lejano fueron "labrados,
pero que, actualmente, yacen en completo abandono.
Sin pensarlo, o más bien dicho, sin advertirlo se l1ega a la población que aquí
tiene el pomposo nombre de Villa; se sufre una gran decepción respecto a la
curiosidad que a uno lo anima y el ánimo se contrista cuando, llegando al centro
de la plaza y extendiendo con curiosidad la vista en todas direcciones no
contempla sino el triste cuadro que presentan edificios abandonados que yacen en
ruinas, con techos hundidos y sus puertas desencajadas. Sin embargo, se sufre una
reacción moral al divisar aún en pie, subsistente, una pequeña capilla que ostenta
en su frontis una cruz que desafía al tiempo y a la inclemencia con sus humildes
brazos de madera.
Al piso endurecido de sus calles en otro tiempo, por el continuo trajín de hombres
y cabalgaduras, ha sustituido ahora el médano y la vegetación, espontánea. ¿Qué
ha sido, pues, de esa bulliciosa y tal vez feliz población de otro tiempo, qué
cataclismo o qué poderosa causa pudo hacerles abandonar en absoluto, sus, sin
duda, queridos lares? ¿O será cierto que el hombre hasta su hogar olvida?
cada paso se hacen, manifiestan que no es cumplida por los que alzan el agua en
"Tucunuco".
No llegando a "Mogna" el agua del río, se comprende que las que les llegan son
los desagües y de las vertientes saladas del campo de los pozos, que están al Sud –
Naciente de "Tucunuco". Semejante agua sólo la exigente necesidad puede hacerla
usar para tomar o para regar; y regando con ella, es decretar de antemano la,
pérdida de las sementeras y aún de las hortalizas.
"Mogna" tendrá una población de 200 o 300 habitantes bastante diseminados. Sus
autoridades son: un Inspector de Policía, un Juez de Paz y un Encargado de
Irrigación nombrado por el Sub Inspector de Irrigación de Jáchal.
Tiene una Escuela de ambos sexos regenteada por una Directora y una ayudante.
Sus pocas calles, que a veces separan un potrero alfalfado de un rastrojo o campo
inculto, sólo tienen cercos de rama o de los árboles ya indicados. Como resto o
recuerdo de tiempos más felices existe un molino que, aunque todavía presta algún
servicio, está ya semi arruinado.”
Por lo que se advierte la suerte de Mogna no mejoró. Una carta del 25 de octubre
de 1895 una carta de Tránsito Muñoz señalaba que llegaba muy poca agua para las
pocas siembras que habían podido hacer y esas aguas estaban en:
“pésimo estado por ser aguas de Tucunuco, un grado de agua muy salada y amarga
que más bien es un veneno para las plantas”
En Tucunuco se levantaban todos los sobrantes del río y arroyo de Agua negra, no
respetando el convenio de largar el agua cada ocho días. Se trataba de un
conflicto entre los terratenientes (Zuiser y Roco) que se apropiaban del agua de
arroyos y del río en Cruz de Piedra y el Fuerte contra los terratenientes al sur,
Niquivil y Tucunuco (la viuda de Varela y los Donceles). En esa pugna los que
menos peso tenían eran los moquineros, por ser últimos aguas abajo, los más
pobres y al no ser latifundio, sino un conjunto de pequeños propietarios pobres.
Esta vez el significado de Mogna, larga distancia, les jugaba en contra. Si antes
pudo haberlos protegido, ahora significaba que les apropiaban el agua. Era en
segundo aspecto del conflicto y el más importante: terratenientes ricos poderosos
contra campesinos pobres. Nuevamente los moquineros debían sufrir la
dominación de los poderosos.
Hacia la década de 1880 sucedió un hecho que está presente aún en la memoria de
algunos moquineros, que está expresada en el libro de Díaz Costa y que hemos
leído en un documento que luego, lamentablemente, no hemos podido rescatar.
Si en el siglo XVIII a los capayanes moquineros les intentaron quitar las tierras los
hacendados españoles desde el este, en siglo XIX terratenientes del oeste les
quitaban el agua: Treinta años los moquineros vivieron en esa situación terrible de
una muerte lenta por la falta de agua.
“Que habiéndose clasificado patente por el molino el presente año del 1876
siendo que mi máquina es de última clase, (estando) descompuesto todo, puede
decirse (que) por el no haberlo hecho componer desde el año pasado (por el)
motivo de la escasez de agua que hemos tenido y por ese motivo no ha habido
cosechas para poder funcionar en todo este presente año hasta terminar el año.
En esta virtud si hubiese lugar a escindirme del pago por los motivos expuestos y
es justicia que pido.”
“Como resto o recuerdo de tiempos más felices existe un molino, que, aunque
todavía presta algún servicio, está ya semiarruinado”.
Pero como sea, (debió haber una relativa modernización mediante), el molino
siguió funcionando hasta 1951, primero bajo la dirección del hijo de Celestino
Rodríguez, Pedro Isaac y luego de su nieto Andrés Celestino. Durante un tiempo
proporcionó el pan y el cocho para los niños de la escuela de la villa. A la muerte
de su dueño se detuvo la producción del molino. Hacia la mitad del siglo XX, el
país vivía un proceso de industrialización y urbanización muy desarrollada, donde
las zonas rurales y pequeñas poblaciones eran fuentes de emigración, en ese
marco, de Mogna, pueblo enclavado en medio del desierto, emigró gran parte de la
familia Rodríguez y el molino fue cayendo en el abandono.
“Yo lo he visto medio moliendo, quebrajando un poco de trigo, pero hacer harina,
no lo he visto. Había un señor Rodríguez que lo atendía y se utilizaba para
frangollar, por ejemplo, para los perros, el trigo, el maíz o para los chanchos; lo
Bibliografía:
de Jáchal.
9. Felipe Valdez al comisionado de Irrigación. Mogna, 6-10-1883. Archivo Municipal de Jáchal.
10. Ministerio de hacienda y Obras Públicas. San Juan, 28-09-1886. Archivo Municipal de Jáchal
11. Nievas, Segundo: Informe de Jáchal. 1887. AHA. Libro 39. Archivo Histórico de San Juan.
12. Rogelio Díaz Costa. Op. Cit. Pág. 93-94.
13. Celestino Rodríguez. Mogna, 1876. Archivo Municipal de Jáchal
14. Nievas, Segundo: Informe de Jáchal. 1887. Op. cit.
AGRICULTURA
6 – 10 12 86 (11%) 16 84 (12%)
16 – 20 4 80 (10%) 2 34 (5%)
1. Padrón general del distrito de irrigación de Municipal de Jáchal 1883. Archivo de la Municipal
de Jáchal.
700 cuadras
Si en 1850 tenía 451 cuadras, en 1883 había aumentado, pero con sólo 200 con
agua, si se recuerda la situación de “sequía artificial” pero el descenso de 1908
puede interpretarse por las tierras perdidas en esa etapa anterior.
La travesía de Mogna y del Bermejo configuraba una de las zonas más áridas de la
provincia. El río llegaba hasta allí pero generalmente con escasa agua. Quizá por
su lejanía (Mogna, larga distancia), por estar enclavada en la travesía desértica,
asediada generalmente por desastres de la naturaleza y de los hombres es que a la
larga -paradójicamente- pudo sobrevivir, manteniendo una cierta autonomía.
PROPIETARIOS DE TIERRAS
4 Navarro, Clorinda
23 Britos, Domes
3 Brimiele, Juan
2 González, Victor
1 Cabrera, Vicente
1 Páez, Clemente
6 Torrez, Elena
8 Vicentela, Sasta C. de
3 Vicentela, Rosana
7 Figueroa, Ambrosio
3 Contrera, Ramón
2 Carrizo, Evaristo
2 Figueroa, Juana C. de
4 Salinas, Gregorio
Pueblo Población
“Se necesita poner en contacto algunas zonas ricas y pobladas como son Huaco,
Punta del Agua y Mogna, que viven aisladas y que por esa causa, su desarrollo es
muy mezquino. Se requiere construir cuanto antes caminos carreteros, no solo para
dar ocupación a la numerosa mano de obra que se halla sin trabajo, sino también
para que puedan enviarse los productos. Actualmente el transporte se hace a lomo
de mula, con el consiguiente encarecimiento de los fletes.
Para enviar el trigo, maíz, semillas de alfalfa y otros frutos desde Mogna a esta
ciudad, se necesita hacer el viaje a través de desiertos, costando el flete tres
centavos, cuando tenemos el ferrocarril a solo treinta kilómetros en la estación
Tucunuco. Lo mismo podemos decir de Huaco y Punta del Agua.”
Bibliografía:
1.Hugo Chumbita: Los rebeldes de Santos Guayama. Revista Todo es Historia. N° 368. Buenos
Aires.
CAPITULO VII: MOGNA DESDE FINES DEL SIGLO XIX HASTA FINES DEL
SIGLO XX.
El conflicto por el agua pudo solucionarse hacia fines del siglo XIX pero no por
ello hubo tranquilidad para Mogna: entre fines del siglo XIX y las tres primeras
décadas del siglo XX otras calamidades afectaron a esta población.
Ya entrado el siglo XX, el sacerdote Patricio López del Campo, (español nacido
en 1866, llegado a Jáchal en 1911, fallecido en 1943) de la ciudad de Jáchal,
escribió un informe acerca de una de sus visitas regulares (la tercera en este caso,
en 1922) por las distintas parroquias que estaban a su cargo. Los lugares
recorridos fueron Jáchal, San Isidro, Villa Mercedes, Pampa Vieja, Otra Banda, La
Ciénaga, Huaco, San Roque, Nikivil, Las Flores, Iglesia, Rodeo, Tudcum,
Angualasto y Mogna. Sobre este último lugar escribió: (3)
“Lo más penoso de nuestra misión ha sido Mogna. Aquellas pobres gentes
tendrán que emigrar, por el revenimiento de sus tierras, que hasta los seculares
algarrobos se les van secando. El templo está en ruinas. Tuvimos que celebrar la
misa en el corredor de la casa parroquial, que corre pareja con el templo por lo
ruinosos y anonadante. Por cualquier parte que se hagan excavaciones, sale agua a
los 50 cm. Así es que vivimos 10 días sobre el abismo, o sobre una laguna, tapada
solamente por unos pocos cm. de tierra.
Por causas naturales o sociales Mogna sufría constantemente. Las tomas del río que
se realizaban y el canal de regadío significaban una lucha constante contra la
naturaleza. Periódicamente las crecientes destructivas del verano destruían el canal
de la toma, afectando a las personas, animales y cultivos y obligando a grandes
esfuerzos colectivos para repararlo.
Describiremos Mogna a través de dos viajes realizados desde Tucunuco: las cartas
de un joven en 1945, el capítulo “La manda” de la novela de Margarita Mugnos de
Escudero, de 1925. En una carta a su madre, el joven “Coco”, quien provenía de
Mendoza, llegó a Mogna junto con su padre, para conocer a parientes que tenían
allí y llevando una imagen de San José. Llegaron por tren a la estación de
Tucunuco y desde allí: (4)
“Como a las 6 de la mañana del día 12 (de enero de 1945) seguimos viaje por los
bosques inmensos de algarrobos, seguimos por un lugar que se llama
Guachipampa, que es una especie de desierto, ya habíamos entrado en la quebrada,
un desfiladero grandioso (...) como a la 1 almorzamos debajo de un inmenso
algarrobo, nosotros pusimos vino, pan casero y las galletas y ellos pusieron
charqui de cordero, las muchachas un pollo asado y un chivato asado y Cruz y el
tío Lucio quesillo de cabra.”
“Como a las cinco (de la tarde) paramos bajo un chañar para arreglar el santo.
Entre todos pusimos la prenda al Santo y lo colocamos sobre las andas. A poco de
terminar llegaron 4 persona más, ya nos encontramos como a cuatro o cinco km.
de Mogna. Ahí nomás se hizo una pequeña procesión con San José a la cabeza. A
medida que íbamos andando se nos iban uniendo más personas, unas a pie y
otras a caballo, llegaron a haber cuarenta jinetes. Al lado de la imagen iba un
tambor repicando al paso de la población, por ejemplo un viejecito se arrodilló en
el camino y siguió caminando en rodilla hasta que estuvo entre las varas de las
andas del santo, besó el ruedo detrás de la capa de San José y pidió llevar las
andas.”
“El río pasa muy cerca ahora. El camino desciende y a poco se abre un llano. En
amplio corral con vallado espinoso brilla al sol la blancura movediza de un
rebaño. Balan las cabras llamando al pastor que retrasa su venida.
Los promesantes siguen juntos hasta la iglesia, la construcción más alta que
domina el caserío. Al pasar junto a ella se santigua y se dispersan para buscar
alojamiento.”
“Mogna es un pueblo con contadas casas, alrededor de la plaza, que es una cuadra
alambrada, donde no hay una sola planta, solo está la iglesia en una cuadra, en la
esquina de la que sigue está la casa parroquial y un rancho, en la otra está el correo
y en la otra la comisaría y la casa de Merceditas. (...) Lo único que hay en Mogna
es algarrobos y chañar pero a mi me encanta, lo que más hay son burros, ovejas.
(...) Si el Coco estuviera aquí, empezaría, what a beautiful girls, hay cada churro,
que dan ganas de hacerse churrero”.
Eusebio de Jesús Dojorti, después Buenaventura Luna estuvo en sus años mozos
en Mogna. En su escrito donde explica que él es pueblo, escribe que fue, entre
otros oficios en distintos lugares, “arriero de tropillas en Móquina”. (6) Quizá
inspirado en su experiencia de trabajo allí, compuso una canción de contenido
trágico, cuenta de los sucesos entre dos arrieros que pasaron por Mogna:
Las actividades económicas que se realizaban eran poco redituables. Las tierras
cultivables estaban sin agua, en tanto que muchas otras estaban cubiertas con
monte natural. Predominaba la cría de cabras y ovejas, característica de regiones
áridas. La actividad más redituable era la producción de semilla de alfalfa. El
problema principal de Mogna, indicaba la autora, era la escasez del agua, debido a
que el río Jáchal, ya de volumen escaso, era utilizado intensivamente en el valle de
Jáchal y en San Roque y Niquivil, además de las pérdidas por filtración y
evaporación.
Existía una toma precaria del río realizada por los pobladores “con palos de
madera y tierra, y unas defensas, los gaviones y las patas de gallo”. (8)
“El principal centro poblado es la villa de Mogna, que cuenta con no más de 40
viviendas (ranchos) construidos de adobe y caña, a excepción de la escuela, la
comisaría y la iglesia, que son de material. En el centro de la villa se encuentra la
plaza. Está cercada por alambrado, para evitar el paso de animales; carece de
plantas, sólo se ve algún algarrobo, y la adorna un monumento a Sarmiento.
El otro centro poblado es Los Puestos, distante 3 km. de la villa cabecera. Tiene
las mismas características, con la diferencia de que el pueblo se levanta a orillas de
una huella principal. La Banda es otro núcleo, pero disperso.”
En 1969 comenzó una sequía que causó gran preocupación y que afectó a San
Juan y Mendoza. En Jáchal era notorio el descenso del caudal del río día a día lo
cual ocasionó la movilización de los afectados. En la zona regada por el río habían
empadronados 16.437 hectáreas en el Valle de Jáchal, San Roque y Cruz de
Piedra, Niquivil tenía 1.500 y Mogna 1.580, en tanto que Huaco (con río propio)
contaba con 1.600 Has. De estas tierras se cultivaba el 20%: 3.300 Has. Con 6.500
m3. El promedio normal de agua del río Jáchal era de 5 m3 (promedio tomado
desde 1957). Con 3.600 m3 de caudal en diciembre del ´68 (el 50% del promedio)
solamente se podían cultivar 1.600 Has con el perjuicio que puede imaginarse.
Para colmo de males, la disminución del caudal implicaba la concentración de
sales en unas aguas ya de por sí bastante salinas. “Vecinos y autoridades estamos
reunidos en el local policial desde donde solicitamos urgente auxilio ante falta
total de agua. Debido al calor ayer apenas se alcanzó a llegar a las tomas. Si no
hay urgente solución morirá toda nuestra hacienda”, rezaba un dramático
radiograma enviado desde Mogna el 11 de diciembre. Del agua que llegaba a
Tucunuco (2.000 m3) una parte (1.200 m3) era derivada a Mogna “por el lecho del
río, que en algunos lugares alcanza gran anchura, lo que facilita la evaporación y
pérdida por filtraciones que al cabo de casi 500 metros de recorrido ocasionan con
el calor que el agua no llegue (9). Para el 20 de diciembre, después de 20 a 23 días
sin agua y de elevada temperatura, los animales morían de sed. En enero de 1969
el gobierno nacional declaró el estado de emergencia por la sequía, declaración
que afectaba al Valle de Tulúm, Jáchal y Huaco.
“Mucha gente iba hasta la puerta de la quebrada, muchos km. arriba a veces a
buscar un poquito de agua”. No existían perforaciones entonces, salvo la de la
propiedad de la familia Hidalgo cerca de la plaza, a donde llegaban a los
animales a beber; allí las vacas “se empanzaban” de agua y morían.
El ciclo hídrico del río Jáchal es muy desparejo. Además de las sequías, las
grandes crecidas pueden ser peligrosas. En febrero de 1977 una crecida del río
afectó no sólo a Jáchal, sino también a Mogna que estuvo tres semanas sin agua,
por las roturas de la bocatoma y la interrupción del agua por los canales.
“El lejano pueblo se vio colmado de fieles que llegaron de los más distintos
departamentos de la provincia dando muestras de su fe católica. Muchos feligreses
llegaron a caballo y la mayoría en movilidades que debieron soportar las malas
condiciones del camino”. El ceremonial religioso se cumplió según los rituales
acostumbrados, los promesantes llegaban arrodillados o descalzos.
Entrevistados los maestros estos decían: “En nuestra modesta opinión es que en la
zona no se cumplen los verdaderos objetivos de educación ya que el mismo
personal no cubre las necesidades para cada grado”. En la escuela N° 166 había
más de 50 niños con sólo dos maestros. Algunos de los niños debían recorrer 5
km. en mula y otros caminando, quedándose en la escuela hasta las últimas horas
de la tarde por el calor reinante.
LA ÚLTIMA REVENICION.
A los ciclos de sequía les suceden otros de revenición. Así en 1988 comenzó una
revenición que duró hasta aproximadamente el año 2002. Se produjo la caída de
casas de edificios de la hermandad, del puesto policial, puesto sanitario, club,
afectando también a la escuela. “La salinidad impedía cultivar ya que lo secaba
todo una capa blanca de salitre”, según contaba un vecino. Para otros la
revenición habría comenzado en 1977, después del sismo ocurrido en San Juan,
cuando cambiaron las condiciones del cauce del río. Las crecientes rompen el
cauce y forman otros. El cambio de rumbo hacia el norte (la curva que da el río en
Mogna) implica un embalse de agua por debajo del pueblo. Las crecientes
producen cambios en el curso y el río cava más hondo, lo cual provocaría la
revenición. Hacia 2003 había menor revenición y se realizaban algunos cultivos,
salvo en el trayecto del camino que une la Villa con Los Puestos. Si bien los
moquineros se movilizaron no obtuvieron -como en otras tantas oportunidades-
respuesta favorable por parte del gobierno. El 80% de las tierras estuvieron
revenidas; el pueblo en torno a la plaza se convirtió en tierra rasa. Las antiguas
casas y casonas desaparecieron, quedando la extraña situación de un pueblo que
no tiene viviendas, salvo la escuela, iglesia y edificios de la hermandad.
El no poder cultivar significó que “no había pasto para los animales, ni maíz, ni
trabajo”.
Mogna, el desierto y el río. Mogna sobrevive gracias al río, pero de este provienen
muchos de sus males. Cuenta un moquinero:
“En el año 70 fue cuando ya empezó a haber mucha agua en Mogna y desapareció
Tucunuco... ahí ha tenido un descanso Mogna, que por lo menos tenía agua, pero
tenía otro problema peor, y es que cuando un año ha sido muy lluvioso, el agua de
la toma se iba por el río. Iba tan precaria por el canal que creo que ninguna otra
parte de San Juan tenía ese sufrimiento. Yo desde que he sido niño, desde que he
venido a Mogna, he conocido gente vieja y ellos me contaban que han pasado
generaciones trabajando en la bocatoma para levantar el agua para tomar. Y
Mogna estaba en una playa, métale trabajar con herramientas, maquinarias a tirar
con caballos, con burros, porque en ese momento no habían tractores... se hacía
todo con carros tirados por mulas para acarrear piedras, para... levantar el agua.
Ese ha sido un sufrimiento y en la actualidad, gracias a Dios que hoy tenemos
tractores, que con eso se puede aliviar un poco la cosa...”
NO SE PUEDE TRABAJAR
No se puede trabajar.
trigo no encontrará.
No se puede trabajar.
El carrero ya no invita
Ya no se oye traquetear.
El amarrero grita:
Mujer muy activa, ocupó varios cargos, participando en distintas instituciones. Fue
formadora del Instituto cultural sanmartiniano, del Centro de residentes jachalleros
en San Juan. Realizó numerosas publicaciones y aportes en reuniones científicas.
Publicó en 1962, como coautora, el primer libro que recogió parte de la obra de
Eusebio Dojorti: Buenaventura Luna. Mensaje de tierra adentro.
Basado en el proyecto presentado por las arquitectas Nora y Elina Lucero e Iris
Toro. Este proyecto se funda en la historia de Mogna y en los lugares de
patrimonio arquitectónico conformado por el molino, el campo santo, el
monumento a la Martina Chapanay y las casas, proponiendo la restauración de la
maquinaria del viejo molino, la reconstrucción del edificio y la construcción de
infraestructura y equipamiento, así como también tareas de restauración,
reparación y construcción en el campo santo.
Mogna es un pueblo con dos localidades: la Villa y Los puestos, de tres a cinco
km. hacia el noreste de la primera, ambas con una población equivalente y una
escuela, lo que implica una cierta dualidad, como si la antigua fundación se
hubiese separado en dos partes, no habiéndose investigado aún los orígenes de Los
Puestos. Mientras la Villa representa la zona central, con la capilla y el culto de
Santa Bárbara, Los Puestos es la localidad más alejada, con una capilla pequeña,
de San Nicolás, santo de la agricultura, y cuya comisión parroquial está compuesta
por moquineros.
ACTIVIDAD ECONÓMICA
La cuarta actividad es la venta de guano, una vez al año, que les permite un
ingreso extra a quienes tienen majadas.
LA POBLACIÓN
Villa 53 215
Total 87 360
Si bien Mogna fue fundada como pueblo de indios, que debía quedar separada, el
cacique Alcane le imprimió un carácter de lugar de acogida de mestizos y mulatos.
Nunca quedó enteramente aborigen, pero esta población se fue disolviendo en el
mestizaje y la extinción, en la aculturación y la emigración, en el olvido de sus
orígenes. Hacia 1850 arribaron algunos mestizos y más adelante españoles. En
esta etapa la población aborigen fue decayendo, prolongándose como mestizos.
“La juventud de ahora se va yendo para otro lado y se quedan. Ya no les importa
nada...”
“Yo he nacido acá y acá voy a morir. En tierra donde he nacido y me he criado y
acá, donde han muerto mis padres”.
Bibliografía:
sobre la base de una leyenda, que suele repetirse en otros lugares. La imagen de la
Santa, llevada por una tropa de arrieros de paso por Mogna se resistió a irse del
lugar. La leyenda dice que la mula que la cargaba se extravió, le siguieron la
huella y la encontraron de vuelta en la villa por la que habían pasado. Al día
siguiente, cuando quisieron emprender nuevamente la marcha, la mula escapó y
luego la encontraron cerca de la plaza. La imagen de la Santa estaba en el suelo.
Los arrieros cavilaron que la Santa quería quedarse en el lugar. A partir de allí se
le erigió una capillita pobre y se inició el proceso de identificación de la población
con la Santa. La leyenda está presente en la población, trasmitida oralmente por
generaciones. Se la tiene por verídica y es un aspecto mítico fundacional, ya que
define y consagra lo religioso católico en el “pueblo de indios” fundado. El pueblo
capayán, que había demostrado resistencia y lucha contra los conquistadores
españoles, era “ganado”, integrado por la vía religiosa, a través de una
manifestación sobrenatural. La Santa “ha elegido” quedarse en el lugar. Ello
sienta las bases para la identificación; si la comunidad le es devota, la Santa
protegerá el lugar. Para sus habitantes Mogna está amparada por la Santa, más allá
de las calamidades que la asolaron siempre. La Santa los convoca y los une.
“muy favorecido el distrito durante estos días de culto, por personas extrañas al
lugar de ambos sexos, grandes y chicos, que arriban de los distintos
Departamentos que lo rodean a éste con el fin de visitar la santa y pagar sus
ofrecimientos hechos por los milagros palpables que ésta les hace. Es tanta la
reverencia con que estos asisten, que el último día cuando es señor cura describe la
biografía de la imagen, cuando en sus pasajes hace resaltar sus martirios, en éste
instante se dejan oír llantos en alta voz de ancianas y uno que otro del sexo
masculino, acto seguido, para terminar, este hace una exclamación pidiendo
extienda su bendición a todo el Distrito y sus promesantes que con tantos
sacrificios trasladan a cumplir con ella y que los lleve con toda suerte de nuevo a
sus hogares repitiéndose por esto lágrimas en general.”
“La iglesia, de una sola nave, es amplia, con techo de mojinete, en la pared
frontera a la puerta se levanta el altar. Allí, entre flores y candeleros, la imagen
de bulto de Santa Bárbara cubierta de rosáceo manto, en una mano la palma del
martirio, concentra todas las miradas y su bella faz alumbrada por la luz oscilante
de las velas, adquiere tal expresión de vida que atrae y conmueve.
Benigna, hincada ahora ante la Santa que venera desde su niñez, la contempla
tiernamente y traduce en largo llanto su emoción religiosa.
(...) Al promediar la mañana hay mayor afluencia de fieles: llegan de todos los
rumbos; en las cercanías no queda árbol ni poste donde no se vean atadas
cabalgaduras.
Lic. José Casas
Capítulo VIII: 90
SANTA BÁRBARA DE MOGNA
(...) Por lo menos la tercera parte de estas personas no son de aquí, han venido de
Niquivil, de Huaco, de Pampa del Chañar..., en fin de todos los puntos de Jáchal.
Y vienen de más lejos, en toda la provincia esta santa tiene muchos devotos por su
fama de milagrosa.”
“-De todo esto lo que me deja pasmado es la fe sincera que evidencia la plebe.
(Dice Ciro el terrateniente de Tucunuco).
-¡Qué sería de los pobres si no tuvieran fe! – le reprochaba Flora (la maestra de
Tucunuco).
-(...) Bueno, no vamos a discutir ahora, reconozco que su creencia los sostiene.”
“aún en pie, subsistente, una pequeña capilla que ostenta en su frontis una cruz
López del Campo había solicitado dinero a la diócesis de Cuyo para reparar la
parroquia.
En 1920 Mogna sufría la revenición -la cual debió haberse originado varios años
antes- que provocó un “desastroso estado” de la capilla. Recordemos el informe de
López del Campo que describía el lamentable estado del pueblo por la revenición
y que la capilla estaba en ruinas.
“Créame a mí, que los conozco bien, que los moquineros son muy tenaces y
pleísteistas; que es un pueblo indómito, aunque con apariencia de sencillez y
humildad.” Más adelante, tratando el tema del traslado de la capilla a Los Puestos,
escribió: “...es una cuestión muy dificultosa de arreglar, porque los de Mogna no
consentirán por nada del mundo la salida de Santa Bárbara para otra parte, y están
dispuestos, si eso sucediera, como lo indicaron los vecinos, a todo, hasta el
derramamiento de sangre.” Lo dice López del Campo...
Se destaca que existía un conflicto interno profundo entre los moquineros en torno
a la ubicación de la capilla, que expresa su religiosidad pero también es posible
que existiesen otros conflictos soterrados. De cualquier manera la sangre no llegó
al río y la capilla fue reconstruida en su lugar histórico hacia 1930.
El problema acerca del control de ese dinero, “la Caja de Mogna”, fue
aumentando, al punto de que el conflicto entre la Comisión, las autoridades y el
párroco “era tal que no había arreglo posible y la concurrencia a las a las sesiones
se hacía provistos de armas los concurrentes”, según una carta del sacerdote
Levalle, del 30 de enero de 1954. Para resolver el conflicto la curia se hacía cargo
de “la Caja de Mogna” y se buscaba eliminar toda comisión.
“El Pueblo de Mogna, vive en las tierras de sus antepasados desde hace 223 años,
sin renunciar jamás a sus costumbres y tradiciones las que fueron respetadas
desde su fundador Don Eusebio de Lima y Melo en 1753... Desde entonces la
iglesia es la institución fundamental del pueblo, siendo Santa Bárbara el númen
de la existencia de los moquineros, quienes la veneraron desde aquellos lejanos
tiempos construyendo los primeros templos, administrando sus fiestas,
colaborando con los sacerdotes para el adoctrinamiento de los niños y grandes. Era
la Institución Religiosa que estaba presente en la celebración de Navidad, Semana
Santa, etc. Pero lamentablemente desde hace 20 años, cuatro Señores que no son
del lugar, ni fueron reelegidos jamás y no representan al pueblo de Mogna, ni a los
devotos de la Virgen, manejan la Capilla”.
Una Cofradía es una hermandad o congregación que forman algunos devotos con
autorización de la iglesia para dedicarse a obras de piedad, en tanto que la
Hermandad comprende privilegios dados a un grupo determinado de una
comunidad religiosa para hacerlo participar así de ciertas gracias y privilegios.
Estas diferencias expresan distintos intereses entre los locales y los afuerinos.
Con la nueva capilla levantada en 1973, -que sería la cuarta- , coexistieron las dos
capillas durante un tiempo, hasta que la antigua, levantada por los propios
moquineros, fue derruída. Al decir de algunos moquineros:
“La antigua capilla era una capillita chiquita, pero muy bonita, con altarcito. No se
tendría que haber demolido nunca, tendría que haber sido una reliquia”.
Bibliografía:
BUENAVENTURA LUNA
Este relato lo hemos encontrado en los textos inéditos de Buenaventura Luna, que
atesora Carlos Semorile, su nieto, profundo estudioso de la obra de nuestro poeta.
A quien agradecemos la publicación de esta obra.
Son tres los textos que Buenaventura escribió y que les dio distinta extensión. Uno
de ellos se denomina: Descripción de Tucunuco, pago de los gauchos pobres.
Entendemos que luego le cambió el nombre, pero que se refiere concretamente al
latifundio de Tucunuco.
fincas grandes, no por bichocos estos peones suelen durar menos. Al contrario, se
los aprecia y hasta se les acuerdan privilegios sobre otros de menos edad y de más
aptitudes para las faenas rudas. El secreto de tales preferencias reside en el
encariñamiento de esos peones con la heredad, en una de cuyas quinchas nacieron
y en las que, de niños, comenzaron a servir bajo las órdenes de los abuelos de los
patrones actuales. Ño Pantalión Juentes, junto a otros varios, ejercitaba en
Maclacasto esa extraña suerte de patriarcado. Y a menudo se le oía exclamar, con
sincero enojo y hondas nostalgias: “Estos ya no son los tiempos di´antes… Don
Eduardo tiene demasiadas ideyas, pero no sabe trabajar… Uds. hubiesen queriu
ver en el tiempo del finau Calancio, que en paz descanse… Entonces sobraba
di´un todo y a ningún cristiano se le mezquinaba una paleta p´asar y una noche u
dos de pasto pa´ la cabalgadura… Pero entonces, ¡qué Diablos corría la plata
juerte! Toditos los años, pal verano, hacíamos un viaje con trescientos u
cuatrocientos toros pa´ Chile; y, pa´ la dentrada del invierno, ya salíamos con la
mulada gorda pal lau de Bolivia….”
Ño Pantalión Juentes tiraba muy pa´ dentro el humo negro y espeso de su chala y
continuaba, tras un suspiro quejoso como si lo ahugaran los recuerdos:
“No se han de volver a ver chinos tan bien montaus y con mejores aperos y
prevenciones que la pionada que ño Calancio llevaba pa´ Bolivia… Nohotros
pasábamos en una sola polvareda por Bella Vista, por los Cauquenes, por Huaco y
Guandacol… Y una sola polvareda –sabría ser la envidia, digo yo- quedaba la
chinada en Los Llanos, Paganzillo, Aimogasta, Tinogasta, Lerma y, siempre pal
Norte, hasta la Poma y hasta las mesmas minas de Bolivia… Vendiyamos.
Nohotros volviyamos por tierra, con las mansas cargueras, mientras ño Calancio le
buscaba la güelta por la mar –cómo sabría ser eso poh, que el hombre se veniya
navegando…- con las petacas, dispensen la mala palabra, hasta el candau
llanecitas de plata…”
Y el viejo Pantalión Juentes, después de hacer sufrir largo rato a los más mozos
con el relato de aquellas andanzas con guardamonte y ricas mantas de vicuña, en
cierto modo se complacía en reconciliar con sí mismos a sus oyentes, soltándoles
esta reflexión final:
“Peru´aquellos hombres eran di´ otra laya. Sabiyan cuidar a la pionada… Y ande
quiera que pegaran el grito pa´ mandar, ai´staba uno con el sombrero en la mano y
más dispuesto qui´un soldado de Quiroga en día de regolución, pa´ decir con
gusto:
-¡Ubedezco!...
Y salíyamos medio de trota a cumplir cada cual con las obligaciones, porque
entonces daba gusto quedar bien con el patrón…”
Con la licencia de todos los presentes, sigo prosiando lo que les contaba las otras
noches… Quedamos en que era un sábado, a esa hora en que pal lao que el sol se
dentra –alto poniente andino de piedra y nieve- la media tarde voltiada, ya va
queriendo atropellar las tranqueras que dan campo a la noche. Mientras la chinada
Desciende el sol como pa´ descansar en un lecho de cordilleras. Todas las sombras
se alargan en Maclacasto. En las casas continúan pagando. Ño Pantalión Juentes
no “aflueja”. Como todos los taciturnos, la media vez que se decide a abrir la boca
habla con entusiasmo, sin cansancio, con deleite de saberse escuchado. Y pasa de
un tema a otro con facilidad que a él mesmo lo asuembra; y no deja quedo ni el
yesquero, ni la piedra rosilla, ni el eslabón… Es como si se alimentara nada más
que de humo; humo pobre de chala sobada y tabaco picadura juerte. Ño Pantalión
Juentes ignora, con su simplicidad paisana, que la verbosidad que a él mesmo lo
asuembra pa´ adentro es el desquite que su alma se toma después de sufrir
semanas y meses la abrumadora soledad de los campos… En los cerros, allá por
las cuestas del viento, allá por la helada desnudez de la piedra colla o por la
cordillera de Las Taguas, hay que andar callado… Porque si uno pega un grito
para espantar alguna bestia cimarrona, el primero en espantarse es uno mesmo,
porque de todas partes le devuelven el grito y en aquellas frías soledades heridas
por la voz humana, los ecos de la piedra acaban por rodiarlo al hombre, lo
acorralan y lo abruman hasta obligarlo a meterse muy adentro de su propia alma
dominada por la inmensidad. De tal suerte, el silencio se les gana al cuerpo de los
pastores de sierra adentro. Y cuando dos se topan en alguna encrucijada o
deshecho, son dos silencios que se encuentran. Dos silencios huraños y
desconfiados que antes de llegar a la comunicación inevitable, se valen de mil
pretextos para no tener que hablar primero. Dos silencios que, si van arriando
mula carguera la atajarán con el conque de apretar las riatas y tener tiempo de
observarse recíprocamente, astutos, recelosos, agudos de malicia… Pero el
instinto los acerca, hasta que después de incontables tretas y largos rodeos, esos
dos silencios acabarán haciéndose aparceros para mejor defenderse de la
abrumadora soledad de Los Andes.
DESPOBLAMIENTOS
Tucu significa coleóptero, en lengua quichua; en tanto que muko, quiere decir
removido, aplastado. Por ello etimológicamente significa “coleóptero aplastado”.
(1) Canals Frau en su artículo dice que el nombre de Tucunuco se conserva en una
pampa, un cerro, una finca y estación del ferrocarril. Actualmente la finca y el
ferrocarril no existen: la soledad y el abandono han regresado a Tucunuco.
En 1600 -agrega el autor- existía un pueblo de indios que llevaba ese nombre pero
hacia 1675 había desaparecido. Y esto fue así por la acción de las encomiendas,
como veremos.
“desde hacía muchos años porque se habían muerto los indios y familias que
habitaban el pueblo de tal modo que solamente quedaban las huellas de las ¨casas¨
y ¨rancherías¨ en donde habían habitado”.
“por tener los tribunales revueltos con chismes y falsos informes” y “por vivir
ella y sus hijas en las casas donde han estado hasta ese tiempo amancebadas,
paridas y preñadas con escándalo público.”
En sólo sesenta años los españoles, por medio de las encomiendas, habían
diezmado la población originaria y solamente quedaban tres mujeres,
prácticamente abandonadas. Es un pequeño grupo el que sobrevive, hecho que
como veremos, se repite liego en la historia de este lugar. Es el primer
poblamiento y despoblamiento de Tucunuco. Y la historia de la mujer
“Por el Poniente (oeste): Río arriba con la Barranca de los Loros y a la otra parte
del río con la loma Colorada que está para arriba de la Población que fue de
Lorenzo Páez.
Oriente (Este): Río abajo linda con la sierra donde desemboca el Río a Mogna.
Sud: Linda con el Alto de Talacasto de sierra a sierra deslinda de la Villa de Jáchal
con la Ciudad de San Juan.
Norte: linda con la cuchilla que está de (ilegible) la loma .que está de frente y se
llama de Tucunuco.
BATALLA DE TAFIN
El río Tafin es un río intermitente que atraviesa los campos de Huachi Pampa, el
sureste de la estancia de Tucunuco. Allí se produjo la batalla de Tafin en 1829,
entre fuerzas unitarias y federales.
Cuenta una tradición que en Tucunuco, ante el paso de las tropas de Aldao,
alguien, temiendo tropelías, sacó una imagen religiosa de piedra y la enterró cerca
de Los Pozos, no volviéndose a encontrarla. Federico Cantoni, cada año hacía
excavaciones con la esperanza de encontrarla, según narra su viuda.
Otra tradición, actualmente vigente, quiere que algunos viajeros, al pasar por
Tafín, han escuchado gritos de batalla y de agonía, que son atribuidos a almas en
pena que habría matado Martina Chapanay. Dentro de estas creencias podría ser
atribuido a soldados muertos en aquella lejana batalla.
Javier Jofré entregó la estancia como pago judicial a Vicente Rodríguez, de San
Juan, quien la vendió en forma “perpetua para siempre” a Eugenio Doncel, de San
Juan, el 8 de febrero de 1845, según indica el documento citado anteriormente.
El apellido Doncel, según Horacio Videla (5) llegó a San Juan hacia 1830, -aunque
a la región del Río de la Plata llegó hacia fines del siglo anterior-, como parte del
último oleaje español que llegó a la región. Esta familia fue parte de clase
dominante, teniendo bastante fortuna. Dio tres gobernadores y varios funcionarios
públicos hacia la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, cuando
estaban en pleno apogeo.
José Eugenio Doncel fue jefe liberal, electo en los comicios de 1856, diputado por
Jáchal con Santiago Lloveras durante el gobierno de Díaz. Apoyó el gobierno de
Sarmiento, fue nombrado juez de Crimen en 1862, miembro del Club de pueblo,
primera organización liberal en San Juan. Fue subdelegado en Jáchal durante la
etapa de la lucha contra las fuerzas de Felipe Varela, que había tomado a Jáchal y
la había convertido en su cuartel general, a principios de ese año. Acompañó al
gobierno interino de Santiago Lloveras, en agosto de 1867. Su hijo Carlos Doncel
(1851-1910) fue gobernador de San Juan entre 1884 y 1887, nuevamente
gobernador entre 1896 y 1898, renunciando esta vez para ser Senador.
DESCRIPCIONES DE TUCUNUCO
Tucunuco era la primera de las cuatro grandes estancias en el camino de San Juan
a Jáchal: Estas eran Tucunuco, Cruz de Piedra, San Roque y el Rincón. De la
época de Felipe Varela quedó esta poesía: (6)
Ya llegamos a Tucunuco
Ya llegamos a la Villa
"Tucunuco"
El viajero encuentra aquí todo cuanto precisa para proseguir un viaje a San Juan o
a Jáchal y reponerse de las fatigas sufridas.
¡Cuánto contraste!
Alimenta para sus diversas faenas de 150 a 100 peones que, en ranchos
desparramados alrededor de la casa de administración forman una especie de
pueblo en el cual se nota la falta de una Escuela de ambos sexos para tanto niño
que sin ocupación pululan alrededor”.
A principios de siglo, otros jinetes, esta vez militares, dejaron una descripción de
la región y tomamos la parte de Tucunuco. La Guía Geográfica Militar de 1902,
descubría el itinerario que llevaba de las Aguaditas a la estancia de Tucunuco, de
la siguiente manera: (8)
Llegaban al Balde o las Pajas donde había agua; lugar de pareada obligatoria para
todos, que estaba a mitad del camino a San Juan y único lugar con agua en
travesía (la de Matagusanos). “Tiene poco pasto enfardado y leña abundante.”
A las 3 hs. 28´ empieza una subida poco empinada, la que dura 1 h. 20´, y como se
comprenderá, es doblemente penosa por la naturaleza del camino. A las 4 hs. 48´
empieza la bajada que dura hasta la llegada al Balde.
Hay aquí agua proveniente de un pozo de balde, del cual toma su nombre el lugar.
Tiene poco pasto enfardado y leña abundante.
Subida...... 50´
Bajada...... 1 h. 46´
Total.........6 hs.34´”
Con una descripción del camino, desde el sentido contrario, desde San Juan hacía
Jáchal, podemos completar el recorrido por la travesía de Matagusanos hasta el
Balde, en un viaje realizado en 1910 por Fernández y Castro, que recogieron en un
libro: (10)
Desde este punto se denomina una gran zona, perfectamente plana de tierra
gredosa, que irrigada constituirá una de las comarcas más fértiles de la provincia.
Cuando llueve, y esto ocurre muy de tarde en tarde, hermosos pastizales
alfombran la llanura que hacen las delicias del ganado”.
“Antes que el día amanezca hay que continuar el viaje. El viaje es monótono,
siempre alternando lomas y médanos. Pasamos Tucunuco, propiedad de los
Doncel, situada sobre un recodo del Río de Jáchal.”
“Valiosa y extensa propiedad particular, hoy poco atendida, del Señor Pedro
Doncel. Hay escuela fiscal y oficina de correos y telégrafos.”
“...cuando todos son peones que sirven a sueldo al único propietario de allí, el Sr.
Doncel, y por más que sea el orden que haga observar entre sus inquilinos, no es
posible remediarlo en el todo, y esto lo confirma con un hecho que se había
cometido allí, por uno de sus capataces en meses pasados, cual fue el haber
baleado en un brazo a una mujer y aunque se pretende habría sido un accidente
casual , pero sea de ello lo que fuere, lo cierto es que no había dado cuenta a la
autoridad correspondiente, y solo se ha descubierto por las declaraciones que se
tomaron, a consecuencia de los indicios que se tuvieron de la muerte de Lino
Verón...”
Un informe de 1891, en pleno conflicto con Mogna, la oficina del Registro civil de
Mogna, agrega otro aspecto de la situación: (14)
“...que desde junio del pasado año de 1889 no concurren a esta oficina los vecinos
de Tucunuco a hacer inscribir el nacimiento de sus hijos, no obstante estar
reconvenidos por el que suscribe para que cumplan con este deber, circunstancias
que ha he puesto en conocimiento de esa subdelegación a objeto de que provea lo
conveniente al respecto. Tránsito Muñoz”.
Otra nota, de 1875, dirigida al Subdelegado de Jáchal, Dojorti (15) menciona a Luis
Doncel y Manuel Pastén de Tucunuco que tienen boletas impagas y a quienes ha
citado dos veces pero no han ido. Le pide al Subdelegado que él los haga
comparecer a Jáchal "porque aquí en esta policía no hay ley para poderlos
ejecutar"
Estos documentos indican que lo que sucedía en el lugar era propio de relaciones
patriarcales semifeudales en un fundo sin control por parte del Estado.
“Su vista abarcaba una planicie cubierta de potreros y matorrales, cortada por el
río Jáchal y limitada por altos cerros al oeste y por lomas en los demás puntos del
horizonte. Sobre este llano, ranchos de la construcción más primitiva se
diseminaban aquí y allá, ocultos entre la espesura y sólo emergían un viejo molino
y ¨las casas¨ de la estancia, enorme y vetusto edificio con algo de feudal en su
aspecto: los palomares que coronaban su fachada y murallas circundantes dábanle
es aspecto de castillo medieval almenado.
La finca fue adquirida por Federico Cantoni junto con otras personas que
conformaron la “Sociedad Anónima Olivera Tucunuco” y precisamente a los
olivos se dedicó Cantoni, quien plantó 600 has. de distintas variedades, realizó
injertos, trajo la semiñola (similar a la ciruela). Se impuso un gran esfuerzo
productivo: construir una toma, acondicionar la red de riego, criar ovejas carakul,
plantar árboles: eucaliptos, aguaribay, palmeras. Se volvió a convertir el desierto
en un vergel; la estancia se convirtió en pueblo y ya no meramente en estancia; en
1960 tenía 100 habitantes, con correo y telégrafo. Se abrió una escuela,
denominada “Congreso de Tucumán” inaugurada en 1947. Se construyó y que era
un jardín. En pinos había cuatro variedades. En la plaza se inauguró un busto a
Sarmiento.
Graciela Cibeira hizo erigir una capilla, utilizando madera traída de una capilla
destruida por el terremoto de San Juan de 1944 y con piedras traídas de las
canteras de Niquivil. La capilla fue inaugurada el 26 de diciembre de 1955. En esa
oportunidad, que fue todo un acontecimiento para el pueblo de Tucunuco, se
entronizó una imagen de la virgen de Andacollo. Graciela Cibeira cuenta que se
preguntó a los peones y que la mayoría eran de origen chileno, por lo cual
eligieron a dicha imagen. Un grupo de chinos, integrado por muchachos y niñas de
la localidad, realizó el baile tradicional a la virgen, con instrumentos y vestimentas
tradicionales.
Nuestra entrevistada nos informó que su abuelo nació en 1888, muriendo a los 78
años. “Era nacido, casado y muerto en Tucunuco”. Su abuelo trabajó para los
Doncel. En esa época sembraban trigo, exportaban ganado a Chile. Lo engordaban
y llevaban a los novillos a pie. Su abuelo fue a Chile como arriero, pero como
trabajador de la finca tenía que hacer de todo.
Cuando doña Helvecia tenía siete años vivía con su familia y una tía. Ellos vivían
enfrente a la casona. Había gente que vivía en la casa del guardahilos y en el
correo. Otro tío suyo llevaba el correo a Mogna y enviaba la correspondencia por
el tren. Recuerda que habían dos puesteros, pero lejos, en el campo. Eran don
Lic. José Casas
Capítulo IX: 111
TUCUNUCO: LOS CUATRO POBLAMIENTOS Y DESPOBLAMIENTOS
Puscama y don Remigio Díaz. Del otro lado del río Jáchal está el lugar
denominado La Banda, que ya no es parte de Tucunuco.
“Recuerdo cuando Tucunuco era campo, entre 1943 y 1944. Entre los años 45 y
46, (con la instalación de la empresa que dirigía Federico Cantoni), se empezó a
trabajar de nuevo en Tucunuco, con el desmonte. El encargado era Enrique Moya
Gil. Había muchísimos obreros, que siendo de Niquivil, de Mogna, de San Roque,
de Punta del Agua, se quedaban por la semana. Construyeron casas para los
obreros de caña y barro. No se les pagaban mucho, pero había una cantina con
provisiones suficientes para proveer a los peones, había carnicería y tambo.
Debían caminar 3 km. hasta la ruta 40 para viajar en tren o en ómnibus.
La tierra, muy arenosa, era especial para olivos. Plantaban cebolla, zapallos y
había grandes campos de alfalfa pero después comenzaron con la plantación de
olivos. Hubo diez años de producción de olivos. Cada día salían dos camiones
cargados con fardos de pasto hacia Pocito. Después cortaron a todos los olivos
para leña, cuando aún estaban aún en producción. Eran hectáreas y hectáreas. Una
cosa es contar y otra ver lo que es ahora. Cada uno de los que vivía allí tenía su
plantación, su chacra. Había un arco, a escasos metros de la ruta 40 que tenía la
leyenda: ¨Bienvenidos a Tucunuco¨.
Del antiguo molino, que estaba frente a la casona, quedaba para entonces
solamente el edificio casi derrumbado, ya no funcionaba. Cuando comenzaron los
trabajos lo eliminaron.
Siempre hubo problemas con el agua, con la toma y las crecidas. La toma se hacía
a la altura del cerro Cumillango, e iba costeando el río. Pero habiendo muchas
bajadas naturales de agua, con las tormentas se rompía el canal.
Un año hubo una creciente muy grande y entró en las casas. Cuando se dejaron de
realizar a lo largo de la línea del ferrocarril los trabajos de defensa que protegían a
la finca, se deterioró todo y avanzó la creciente. Había que mantener las defensas
para resguardar los canales. Con una máquina Caterpillar arreglaban los canales.
Pero después se vendieron todas las máquinas. Luego arreglaban el canal con
caballos y carros, pero “ya no era lo mismo”.
Mogna se ha superado, porque era un pueblito menor que Tucunuco. Ahora tiene
luz, agua, casas de fin de semana. En Tucunuco no teníamos agua potable.
Usábamos candiles, lámparas a presión. Después a gas. Nunca llegó la luz
eléctrica. En Tucunuco para la novena se llevaban faroles a kerosene. En Mogna
los Montilla llevaban motores para alumbrar en la iglesia en las noches de novena.
Eran tiempos hermosos. Se vivía más tranquilo. La confianza era grande. No había
puertas.”
La escuela poseía dos grados, contando con un solo maestro, don José Segundo
Núñez. Era lo “único que vinculaba a la zona con la civilización”, cumpliendo los
roles de club social, capilla, centro de cultura. Era un rústico edificio de adobe,
que pertenecía al dueño, situado frente a la casa de aspecto señorial. En algunas
oportunidades la escuela funcionó en dicha casa. Hubo un tiempo sin escuela,
aproximadamente a fines de la década del treinta. Después, en 1966, el Ministerio
hizo construir la escuela, cuyo edificio aún se conserva y que contaba con dos
maestros.
Un artículo del Diario Tribuna (19) se titulaba “Drama de los niños de Tucunuco”.
El periódico caracterizaba a Tucunuco como una “una vasta posesión, rica en
tierras fértiles”, de alrededor de 50.000 hectáreas, teniendo agua empadronada
para sólo 2.000. Esta finca, decía el periódico, pertenece a un ex gobernador,
inmensamente rico: mencionaba sin nombrarlo a Federico Cantoni, el cual era
considerado acérrimo enemigo por el periódico, que era el principal vocero del
conservadorismo de la provincia.
“Los niños de Tucunuco necesitan de todo. Desde ropa a alimentos porque nada
tienen ni de nada disponen en sus hogares. Concurren a la escuela semidesnudos y
en sus rostros macilentos se advierten las huellas de reiteradas vigilias”. El
director invitaba a uno o dos por día a comer con él. En Tucunuco hacía falta un
comedor porque “la desnutrición está diezmando a la infancia escolar y donde la
región se está despoblando por falta de trabajo. (...) El drama de Tucunuco de
aquella niñez enferma de hambre, cuyas pálidas carnes emergen de entre los
harapos con que malamente disimulan la desnudez, descalza y macilenta, está
clamando por la acción de las autoridades. (...) Hay allí un montón de niños
argentinos que carecen de lo indispensable para alimentarse y vestir”.
Pero esos tiempos hermosos fueron terminando. Doña Graciela Ciberira, al morir
su esposo, Federico Cantoni, en 1954, llevó administradores pero estos no
pudieron cumplir con su tarea. La estancia comenzó a venirse abajo... Se fue
descuidando el regadío, la poda, la cura y se fueron secando los olivos:
paulatinamente se fue perdiendo todo lo logrado anteriormente.
“Tucunuco tenía esos altibajos. A veces tenía mucha gente y después había poca.”
Así recuerda doña Helvecia aquellos sucesos que ocurrieron en 1976. Y Graciela
Cibeira de Cantoni escribió:
Estos comentarios poco amables e injustos son reflejo de la idea sin sentido que se
elaboró por parte de la dictadura sobre la empresa que se propusieron un grupo de
porteños, que en el propósito de cambiar de estilo de vida se embarcaron en una
gran aventura que terminó mal: la de instalarse como colonos en un lugar perdido
del interior de la Argentina. Signada por la situación política que preanunciaba el
golpe de estado y luego por la dictadura militar, el esfuerzo y proyecto fue
cruelmente destruido por la represión, que marcó un caso singular, sin víctimas
afortunadamente, pero que fue una expresión de las limitaciones ideológicas de los
militares represores y la verdadera encarnadura de su ideología.
condiciones precarias. Uno de las colonos, una mujer, Muni, entrevistada en esa
oportunidad (marzo de 1976) por una revista de San Juan, relataba: (21)
Los motivaba, según Muni, nuestra entrevistada treinta años después (marzo de
2006):
En principio los colonos, pese al gran esfuerzo que realizaban preparando las
tierras, construyendo un barrio donde vivirían, dependían de la ayuda del gobierno
en insumos, alimentos. Esta ayuda comienza a menguar con el golpe de estado de
1976, que los llevó a una situación crítica. Muni relata la otra parte de los sucesos,
tres décadas después:
“Entonces cuando se produce el golpe militar, una de las versiones que circulaba
era que nosotros éramos un grupo guerrillero, lo que no sé si fue a raíz de eso o sí
el operativo lo hacen igual, o si alguien nos denunció, o si ha habido atrás
intereses. Nunca pudimos saber exactamente como fue que de golpe y de porrazo
cayó la guardia de infantería.
Y… seguía evolucionando la vida nuestra cuando un día, era la siesta (eran las tres
de la tarde), estaba el campeonato mundial de jockey en España. Estaba jugando
España con Argentina (creo, una cosa así); y era la siesta y mi marido estaba
acostado y yo salí para calentar agua porque él ya se tenía que ir a trabajar, y salgo
a la galería de la casa donde yo vivía y veo un camión… y otro camión y gente de
uniforme azul y cascos, y perros… yo no entiendo nada de uniformes
sinceramente, y hasta ese día no entendí nada y ahora sigo sin entender, con la
diferencia, de que les tengo miedo, antes no. Entro y le digo a mi marido: -¡Che!
¿qué es un uniforme azul con casco? Y me dijo: - Uniforme azul con casco, es la
guardia de infantería. - ¡Che! Está lleno de esos, corren por todos lados. Y corrían
y gritaban por todos lados, y mi marido me dijo: - Déjame que vaya a averiguar.
Se puso las zapatillas y se va, y no volvió más. Como mi marido no volvía, me
voy caminando a buscarlo. De golpe me encuentro con un tipo de uniforme con un
FAL y me lo pone acá (se señala en el estómago), y me dice: - ¿Adónde va? y le
dije:
todos los hombres los tenían atados en el suelo y a las mujeres las meten a todas
en un lugar, mujeres y niños (...) Una sufrió mucho por eso, se sufre un montón.
(...) Hemos tenido simulacro de fusilamiento a un compañero, tiros al aire, golpes.
(...) A otra compañera le dispararon cerca del pie. Terminada esa pesadilla, los
suben a los hombres al camión y se los llevan. Nosotras, las mujeres nos
quedamos solas: Un compañero me decía a mí: -Mostrales las actas de
gendarmería. Voy a mostrarles las actas de gendarmería y le digo: - Acá hay actas
de gendarmería, y me dice él: - Dame que yo se las doy, y sale él y lo agarraron y
le empezaron a pegar en el suelo, gritaban los niños... Una cosa increíble… pasa
eso, se van los tipos, quedamos todos shokeados. Una compañera, a cuyo marido
se lo estaban llevando ¡loca!, ¡loca! de saber las cosas que estaban pasando en ese
momento, corre al camión, se subió a la cabina y se fue”.
“Yo cada vez que leo, escucho o veo sobre lo que hizo el gobierno militar, siento
que lo mío fue solo una gotita de agua… nada más. Pero hay gente a la que le
pasó cosas terribles. Digo, que importante es que se pueda hablar de eso ahora,
que se lea, que se vea…”
“Más bien yo te diría que no fue una brutal represión, yo te diría que fue en lo
psicológico, lo que uno siente: yo veo un uniforme y el estómago se me hace así
(se toma las manos y se aprieta el estomago). Yo siempre digo, yo creo que con la
verdad uno siempre llega; uno hablando puede llegar a resolver algún conflicto,
siempre lo creí y lo sigo creyendo. Menos cuando tenés un arma adelante, con las
armas no hay diálogo y te dan miedo”.
Quedó solo una familia, la de Juan de Dios Pertines, extranjero, con su concubina
y su hijo. Con los años la mujer falleció y el hijo se marchó. Pertines quedó como
el solitario habitante de la Colonia Fiscal. En 1983 el gobierno de la provincia le
dio un préstamo precario gratuito, legalizando su situación. Pertines en una carta
al gobierno (23) decía que durante 20 años se ocupó de evitar la depredación de la
flora y fauna, la custodia y conservación de los edificios (escuela, iglesia, barrio y
otros caseríos). Vivía de una escasa pensión y de cobrar por permisos de pastoreo,
sin agua potable y sin electricidad, pero:
“Lo más triste de todo sea que Tucunuco es un pueblo fantasma... porque antes
fue una próspera colonia de donde no sólo salían animales para faenar sino por sus
numerosos cultivos de la mejor calidad... aquella época de oro de la Colonia de
Tucunuco.”
“Los habitantes de este hermoso pueblo nos vamos con lágrimas en el corazón”
TUCUNUCO EN LA POESIA
CANTO A TUCUNUCO
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Y se pierden en la distancia.
y la soledad
“Aunque sus personajes y acción son imaginarios, mi novela tiene contacto con la
realidad histórica de esta provincia donde se ensayaron leyes sociales por primera
vez en nuestro país.”
Su hijo publicó, entre otras de sus obras, el libro “Aguaiten”, en cuya portada hay
una foto suya de niño, en un burro de Tucunuco. Rememorando aquel tiempo
escribió:
VIAJE A VOLVER
de cada algarrobo,
bañarme en la gredosa
unido a Todo.
De su libro Aguaiten.
En 1976, Leónidas Escudero, viajó con los periodistas que entrevistaron a los
colonos en 1976, escribió: (24)
“Aquí en Tucunuco l ´azúcar es cuco”, decía una viejita que manejaba el telar. Y
como el dicho era cierto yo le llevaba un poco de azúcar, y ella me pagaba con pan
moreno, con sabor a su humildad. La harina era de esas tierras que hasta hace poco
no habían conocido más que el arado de palo.
Antes de antes, cuando vivían los indios en Tucunuco, el agua sobraba para su
incipiente agricultura. Tenían también el algarrobo, árbol sagrado de las
comunidades aborígenes recolectoras. Hubo en el lugar un asentamiento
importante, aunque inferior al de la cercana Mogna, poblaciones que empezaron a
Esta breve visión de la infancia me fue inspirada por los pioneros que ahora
acampan en Tucunuco- El clima es allí riguroso, el agua es poca y no muy buena,
están el tábano y la víbora coral; pero la tierra es excelente, el paisaje es hermoso
y el aire es puro, especial para la fundación de una esperanza.
Bibliografía:
1. Canals Frau: Una encomienda de indios capayanes. Anales del Instituto de Etnología americana.
1946. Tomo VII. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo.
2. Teresa Michieli: La disolución de la categoría jurídico-social de “indio”. Op. Cit. Pág.12.
3. Ibid ant.
4. Duplicado de deslinde de mensura y mejoramiento de la estancia de Tucunuco y Tafin.
Expediente 301, Caja N 99, Carpeta 171. Archivo, Departamento Gral. De Obras Públicas.
Fotocopia cedida gentilmente por la Profesora Leonor de Scarzo.
5. Horacio Videla. Historia de San Juan. Tomo V.
6. Encuesta Nacional de 1921. Escuela N° 63.
7. Informe del Subdelegado de Jáchal, Sr. Nievas, 20 de noviembre de 1887. Op. cit. Folios 103 a
284. Hay un salto de folios.
8. Guía geográfica Militar. San Juan 1902. Pág. 247.
9. Ibid. ant. Pág. 248 y 249.
10. Fernández, Juan R. y Castro. La Provincia de San Juan 1910. San Juan. 1911. Pág. 170.
11. Ídem ant. Pág. 180.
12. Mugnos. Op. Cit. P. 11.
13. A.H.A. San Juan. L.308. F. 245, 27 de abril de 1864.
14. Junio 30 de 1891, Mogna: de la oficina del Registro civil al Registro de Jáchal.
Archivo Municipalidad de Jáchal.
15. Mogna, Mayo 14 de 1875, enviada al Subdelegado de Jáchal. Archivo Municipalidad
de Jáchal.
16. Mugnos de Escudero, Margarita: Op. Cit. Pág. 11-12.
17. Cibeira de Cantoni: Mi vida con Federico, edición de la autora, San Juan.
18. Cibeira de Cantoni, Op. Cit. Pág. 67.
19. Diario Tribuna, septiembre de 1948.
20. Cibeira de Cantoni, Op. Cit. Pág. 62.
21. ¿Regresión o evolución? Revista Pulso Sanjuanino, N 5, junio de 1976, San Juan.
22. Ibid ant. Pág..17.
23. Carta de Pertines. Diario de Cuyo. Sin fecha
24. Revista Pulso Sanjuanino. Op. Cit. P. 18.
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DEPARTAMENTO PUBLICACIONES
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES – UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN