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De Memorias de Mam Blanca, de Teresa de la Parra.

Acusar a Vicente de falta de alio o limpieza, poda pasar, era una cuestin de

apreciacin; acusarlo de descortesa era a todas luces una injusticia. No era posible

ser ms corts. Slo que Evelyn, en su intransigencia inglesa y puritana, era incapaz

de apreciar el refinamiento de aquella corteza rstica. Nosotras, s. Ni ella, ni Mam,

ni Pap, ni nadie eran tampoco capaces de apreciar el buen sabor a espaol noble

y aejo del vocabulario que empleaba Vicente. Nosotros s, y porque lo

aprecibamos lo copibamos. Evelyn nos correga asegurando severa que

hablbamos vulgarmente; tambin Mam nos correga, pero ellas no tenan razn;

la razn o supremo gusto estaba de parte de Vicente y de parte nuestra. Slo

muchos aos despus pude comprenderlo bien. Fue leyendo a Lpez de Gmara,

Cieza de Len, Bernal Daz del Castillo y a otros autores de la poca, quienes

vinieron a Amrica y legaron generosos de viva voz el espaol que usaba Vicente

tal cual se usa un mueble antiguo, slido y cmodo, que se ha heredado en buena

ley.

Vicente deca, como en el magnfico siglo XVI, ansina en lugar de as; truje, en

lugar de traje; aguaitar, en lugar de mirar; mesmo, por mismo; endilgar, por

encaminar; deca esguazar, deca agora, deca cuasi, deca naide, deca cuantims,

deca aguela, deca vilde, deca dende, su espaol, en una palabra, era del Siglo de

Oro....

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