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El intervencionismo monetario
y crediticio
1. E L ESTADO Y E L DINERO
cuando, hacia los aos sesenta del siglo p as ad o, pret end i im-
plantar e l p at r n oro. No poda , en efecto, el g o b ie rn o ad opt ar
el pr oce di mi en t o seguido en aquellas naciones d o n d e el mer-
cado empleaba el oro como medio de i ntercamb io y d o n d e las
autoridades se limitaron a dar sancin pblica a un a situacin
de h echo. E ra preciso canjear las circulantes piezas de plata
por nuevas monedas de oro. Ello exiga tiempo, independiente-
ment e de los prob le mas financieros q u e suscitaban un as masi-
vas compras d e o ro aco mpaada s de unas no me no s impor-
tantes ventas de plata. Con similares dificultades h ub iero n de
en fr enta rs e aquellos pueblos d o n d e circulaban billetes o papel
mo neda.
In t er es aba aludir a las anteriores realidades, toda vez q u e
se advierte as cuan disti ntas eran las circunstancias en la poca
liberal de las qu e hoy, en la edad del intervencionismo, preva-
lecen.
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Vid. pfis. 686-687.
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5. L A EXPANSIN CREDITICIA
' Vid. P. A. SAMUELSON, Lord Keynes and the General Theory, Econnmetrica,
14 (1946), pg. 187; reimpreso en The New Economics, ed. S. E. Harris (Nueva
York, 1947), pig. 145.
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7 Liya de las Naciones, Economic Stability in the Posl-War World. Informe del
los supuestos xitos que tal poltica tuvo en Suecia. Cierto es que entre 1932 y 1939
el gobierno sueco duplic sus gastos e inversiones. Ello, sin embargo, no fue causa,
sino efecto, de la prosperidad por el pas a la sazn disfrutada gracias exclusiva-
mente al rearme alemn. No slo pudieron los suecos incrementar enormemente
sus exportaciones a Alemania, sino que adems se vieron libres de la competencia
germnica en el mercado internacional. Las exportaciones suecas de 1932 a 1938
aumentaron por esta razn (en miles de toneladas), segn sigue: mineral de hierro,
de 2.219 a 12.495; lingote, de 31.047 a 92.980; ferroaleaciones, de 15.453 a
28.605; otros tipos de hierro y acero, de 132.287 a 256.146; maquinaria, de 46.230
a 70.605. Haba 144.000 parados en 1932, y 165.000, en 1933. Pero, tan pronto
como el rearme alemn tom impulso, el paro fue reducindose, de 115.000 en 1934
y 62.000 en 1935, a 16.000 en 1938. El autor del milagro, sin embargo, no fue,
en este caso, Keynes, sino Hitler.
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