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NOTAS SOBRE LA RECONVENCION Rafael pe Pina MivAnt La reconvencién es una institucién procesal muy antigua, pero, no obs- tante, muy deficientemente estudiada. En torno a esta institucién existen, sin duda, algunos estudios valiosos, pero hay que reconocer que la bibliografia referente a ella es, no solamente escasa, sino pobre en sus resultados, dicho sea en términos generales, hasta el extremo de no haber Ilegado hasta ahora a una conclusién verdadera- mente digna de su objeto. Estas notas no aspiran, ciertamente, a !legar donde otros no llegaron. El autor pretende, modestamente, formular algunas aclaraciones que sir- van de base y orientacién a mds amplias consideraciones, cuando sus cir- cunstancias personales Jo permitan. Tienen, por otra parte, como finalidad constituir una sincera contribu- cién al homenaje que amigos y admiradores rinden al doctor Niceto Al- calé-Zamora, y del que, en ningtin modo, deseo estar ausente, aunque mi aportacién no sea como yo la hubiera deseado en esta ocasién, por mi es- tado de salud. * e De Ja reconvencién se han dado innumerables definiciones, Vicente y Caravantes Ja definié como “la peticién o nueva demanda que dirige el demandado contra el actor, ante el mismo juez que le emplazé, en opo- sicién a la demanda del contrario”.* Para Manresa, es “la peticién que deduce el demandado contra el actor en el mismo juicio al contestar a la demanda ejercitando cualquiera accién ordinaria que contra éste le compete”. Goldschmidt ha dado una extensa definicién de la reconvencién, dicien- do que es la “pretensién que el demandado hace valer durante el curso del proceso contra el demandante, con el propésito de atacarle, diferente en su esencia de la pretensi6n contenida en la demanda, pero que se ejer- 1 Vicente y Caravantes, Tratado histérico, eritico, filosdfico de los procedimien- tos judiciales en materia civil, Madrid, 1856, tomo m, p. 121. 2 Manresa, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, 78 ed. Madrid, 1955, tomo.1, p, 232. 906 : RAFAEL DE PINA MILAN cita a fin de que se ventile juntamente con ella, aun cuando no se la designe concretamente con el nombre de reconvencién” Carnclutti dice que se habla de reconvencién siempre que el deman- dado, en lugar de defenderse contra la pretensién del demandante, contra- ataca proponiende contra él una nueva pretensién.! Para nosotros, la reconvencién es un acto procesal del dernandado for- mulado en los términos de una demanda, y dirigido a obtener del deman- dante la satisfaccién de una pretensién legitima en el mismo juicio a que ha sido Mamado. La reconvencién ha sido entendida por los diversos autores que se han ocupado de cella como una accién, como una excepcién, como una contra- demanda, como una pretensién, como una defensa... La desorientacién de los autores al respecto es verdaderamente incomprensible, x 8 8 La reconvencién se propondrd en Ja misma contestacién a la demanda, en los casos en que proceda, segun el articulo 260 del Cédigo de Procedi- mientos Civiles para el Distrito y Territorios Federales. Esta regla se encuentra establecida en la generalidad de los cédigos de procedimientos civiles. El Cédigo de Derecho Candnico, por el contrario, aun reconociendo que las “acciones reconvencionales es mejor promover- las inmediatamente de contestado el pleito”, autoriza a que se proponga la reconvencién “utilmente en cualquier momento del pleito, antes de la sentencia” (Canon 1630). Puede, sin embargo, afirmarse que esta autorizacién es utilizada sdlo excepcionalmente, porque, en realidad, una reconvencién interpuesta des- pués de la contestacién, ha de ofrecer serios obstaculos a su examen y decisién, La norma del Cédigo de Procedimientos Civiles para el Distrito y Te- rritorios Federales es absoluta. El momento del proceso en que el deman- dado puede formular la reconvencién es el de la contestaci6n a la demanda. No aprovecharlo supone la pérdida de esta facultad, produciéndose el fenémeno de la preclusién procesal. La facultad de reconvenir en juicio es exclusiva del demandado en su calidad de parte, el demandado-parte es cl tinico posible reconviniente, dada la naturaleza y cl fin de Ja reconvencién. Pero respecto a esta facul- tad legal se ha planteado el problema de si el demandado queda facultado para formular la reconvencién aun en el caso de que omita la contesta- cién a la demanda. A nuestro parecer, la contestacién a la demanda es un requisite inexcu- sable, esencial para poder formular la reconvencién. Si no hay contesta- % Goldschmidt, Derecho procesal civil, Barcelona, 1936, p. 328. 4 Camnelutti, Sistema de Derecho Procesai Civil, trad. espafiola, Buenos Aires, 1944, tomo 1, p. 688. NOTAS SOBRE LA RECONVENCION 907 cién, no puede haber reconvencién. Se me dir4 que la contestacién a la demanda es una carga procesal, no una obligacién de este género, pero, ante tal argumento puede recordarse que la no liberacién’ de Jas cargas procesales tiene siempre un efecto —en la generalidad de los casos dafioso— para quienes las omiten, y en este caso el efecto es ¢l de no poder formular la reconvencién, dado que ésta ha de formularse en el mismo escrito de contestacién, aunque por separado, y después de ella, por consiguiente. La reconvencién tiene la naturaleza de un acto procesal de parte —del demandado, mas concretamente— que desde el punto de vista legal se presenta como una demanda. Uno de los errores sobre la reconvencién que se encuentra més genera- lizado, es aquel que le atribuye la finalidad de contradecir la demanda del demandante y que se manifiesta en Ja denominacién de contrademanda aplicada al acto reconvencional, En este punto se Jlega hasta considerar sindénimos los términos reconvencién y contrademanda.* El profesor Eduardo Pallares, en su Diccionario de Dereche Procesal Civil, afirma “que la reconvencién es lo mismo que la contrademanda” y remite al lector a este vocablo para informarse de lo que aquélla significa. Es evidente que la denominacién de contrademanda pucde utilizarse para designar a la contestacién, pero no para designar a la reconvencién, aunque ésta se encuentre formulada en el escrito de contestacién. La re- convencién no le toca un pelo a la demanda del demandante. No es el objeto de la reconvencién el de contradecir la pretensién o pretensiones que e] demandante exige del demandado en la demanda, sino otro muy diferente, el de exigir de él alguna otra pretensién, que puede tener re- Jacién o no con las que al demandado se le han planteado. En la terminologia corriente cn el foro mexicano, se interpretan como significaciones equivalentes las de demanda reconvencional y contra- demanda. Ahora bien, a mi juicio, y salvando todos los respetos que haya que salvar, para que nadie se sienta molesto, Hamar a la reconvencién contra- demanda supone, en el fondo, desconocer su verdadera finalidad. Algunas veces la demanda reconvencional es denominada contra-accién, expresion que podria darse por buena si en ella la palabra accién fuese sustituida por la palabra pretensién. La reconvencién no da lugar a un nuevo proceso, pues si esto fuera asi no valdria la pena de conservarla en los ¢édigos procesales. Precisamente, su principal utilidad esta en que permite tratar pretensiones diferentes én un solo proceso. Sin embargo, autor de tanta autoridad, como Rosenberg, sostiene que ® El Gédigo de Derecho Ganénico atribuye a la reconvencidn la finalidad de “destruir 0 aminorar” la demanda inicial del juicio en que se formula: ¢fr. Canon 1690. 908 RAFAEL DE PINA MILAN “mediante la demanda principal y la reconvencién sc abren dos procesos independientes, unidos tmicamente por el debate y la resolucién comunes”.? Tan autorizada opinién no afecta al mantenimiento por nuestra parte de la contraria, que sostenemos desde nuestra iniciacién en los estudios procesales. En este caso, como en otros semejantes, entendemos que los grandes autores no s6lo tienen el monopolio de los grandes aciertos, sino también el de los grandes errores. La reconvencién, como sc ha dicho certeramente, constituye un tipo especial de ampliacién del objeto del proceso, pero no un nuevo proceso. Porque ella se funda, como la acumulacién (de autos y de acciones) en la necesidad social que cl legislador debe tencr cn cuenta, de disminuir el numero de procesos. Pero, ademas, seria absurdo admitir que en el caso de reconvencién existen dos procesos independientes, siendo asi que las pretensiones dedu- cidas en la demanda principal y en la reconvencional deben ser resueltas en una sola sentencia. Una sentencia que resolviera dos procesos distintos seria ciertamente una resolucién rara. No se trata, cuando se presenta el fendmeno procesal de la reconven- cién, de dos procesos simultdncos, sino mis exactamente de un solo proce- so, caracterizado por determinadas particularidades relativas al procedi- miento. De acuerdo con un criterio doctrinal bastante generalizado y con un criterio jurisprudencial no menos corriente, la reconvencién admite dos modalidades, la implicita y la explicita. Reconvencién implicita es aquella que se promueve sin sujecién a una formula predeterminada por el legislador, en la misma contestacién a la demanda, pero sin establecer Ia conveniente separacién entre lo que se diga en ella en relacién con la pretensién o pretensiones del demandante y lo que se diga como pretensién en Ia demanda reconvencional del de- mandado contra el demandante. Reconvencién explicita, por el contrario, es aquella que con sujecién a una férmula preestablecida dirige el demandado contra su demandante, estableciendo en el escrito de contestacién una separacién precisa entre lo que opone a la demanda (salvo que se allane a ella) y lo que pretende con su demanda reconvencional. El Cédigo de Procedimientos Civiles para el Distrito y Territorios Fe- derales no admite, a nuestro juicio, mds reconvenci6n que ta explicita. El articulo 260 de este cuerpo legal autoriza al demandado en juicio para que en Ja contestacién proponga la reconvencidn en los casos en que pro- ceda, afiadiendo el 261 que las excepciones y la reconvencién se decidiran en la misma sentencia. En nuestro sistema procesal seria imposible, mas que dificil, sostener la posibilidad legal de que la reconvencién sea admitida como implicita. ® Rosenberg, Tratado de Derecho Procesal Civil, trad. espafiola, Buenos Aires, 1955, tomo 1. NOTAS SOBRE LA RECONVENGION 909 A nuestro entender, no puede admitirse més que una verdadera y propia reconvencién, la explicita, no obstante ser muchos los que admiten como tal la reconvencién implicita, La reconvencién llamada implicita no es, desde luego, verdadera y propia reconvencién, por Io que debe ser rechazada. En Espafia, al omitir la Ley de Enjuiciamiento Civil una prescripeién directa acerca de Ja ma- nera cn que la reconvencién debe formularse, ha podido Hevar a algunos tratadistas —-pocos ciertamente—-, y hasta al mismo Tribunal Supremo de Justicia, a incurrir en el error de aceptar como posible la Hamada re- convencién implicita; pero entre nosotros esta posibilidad se encuentra negada por la Suprema Corte de Justicia, la cual ha declarado de ma- nera inequivoca que como “la reconvencién no es mds que una demanda formulada en la contestacién, esta sujeta a las reglas sefialadas por la ley relativas a la forma de toda demanda” (Semanario Judicial de la Federa- cidn, tomo xv, pagina 607). La admisién como procesalmente eficaz de la reconvencién Mamada implicita, va contra la claridad y precisién que deben caracterizar Ja for- mulacién de las pretensiones que se someten a la decisién de los jueces. La jurisprudencia espafiola ha seguido una linea poco firme respecto a la naturaleza explicita o implicita de Ja reconvencién. Diferentes sentencias del Tribunal Supremo de Justicia espafiol’ sostie~ nen el criterio de que “todas las pretensiones que formule el demandado que no se reduzcan a pretender que se le absuelva de la demanda, cons- tituyen una verdadera reconvencién”, reconociendo de este modo la exis- tencia de Ia implicita, En alguna de ellas, sin embargo, este criterio aparece algo atenuado, aclarando que: si bien la reconvencién no precisa que se formule aisladamente para que jurgador decida sobre las causas de separacién alegadas (sc trataba de un j cio de divorcio) por el demandado, se requiere indudablemente que se formule de algiin modo, que se inveque o alegue alguna petitién en forma que, aun- que no sea estrictamente procesal 0 formalistica, sea suficientemente clara y ma- nifiesta, para de ella poder, légica y legalmente, deducir un deseo o voluntad de reconvenir (sentencia de 3 de junio de 1933). No faltan tampoco manifestaciones del criterio contrario a estas tesis, como las sentencias de 14 de diciembre de 1888 y 30 de abril de 1934, en las que se defiende Ia necesidad de que la reconvencién sea explicita en todo caso. . La jurisprudencia argentina tiene declarado, por el conducto de la C4mara Federal de la Capital, que la reconvencién no puede ser impli- cita, sino expresa (explicita). * Entre elas las de 22 y 24.de junio de 1914, y las de 24 de abril de 1918, 22 de enero de 1930, 3 de junio de 1933, 29 de mayo de 1940 y 4 de junio de 1952. 910 RAFAEL DE PINA MILAN Por lo que se refiere a la jurisprudencia mexicana, dadas las pocas oportunidades que los tribunales superiores y supremo han tenido para esclarecer este punto, realmente, no encontramos en ella un criterio que Ppermita sentar, al respecto, afirmaciones suficientemente fundadas. * ee En los diferentes sistemas procesales se admite la reconvencién con dos modalidades, que pudiéramos llamar de reconvencién limitada y de re- convencién itimitada (o casi ilimitada). Nuestro Cédigo de Procedimientos Civiles para cl Distrito y Territo- rios autoriza la reconvencién con una gran amplitud, No obstante, nuestra legislacién procesal establece algunas limitacioncs a la formulacién de Ja demanda reconvencional. De acuerdo con ellas, la reconvencién no es admisible en el juicio su- mario, salvo cuando las acciones en que se funde estuvieren también suje- tas a este juicio (articulo 442 del Gédigo de Procedimnientos Civiles para el Distrito y Territorios}. Asimismo declara improcedente la reconvencién en el juicio de desahu- cio (artieulo 494). En el juicio arbitral, los Arbitros sélo pueden conocer de la reconven- cién en el caso en que se oponga como compensacién hasta la cantidad que importe la demanda o cuando asi se haya pactado expresamente (articulo 630). Ante los jueces de Paz, slo se admitiré la reconvencién hasta por doscientos pesos (articulo 2°, fraccién m del Titulo especial sobre la Jus- ticia de Paz). Los tratadistas espafioles reconocen que el régimen procesal de la re- convencién en su Ley de Enjuiciamiento Civil responde a un sistema de amplia libertad. Sobre la conveniengia © no de mantener en los ordenamientos proce- sales civiles la institucién de la reconvencién, se ha discutido y se sigue discutiendo mucho. En torno a esta cuestién existen criterios verdadera- mente dispares. Manresa, por ejemplo, funda la existencia de la reconvencién en el principio de la economia procesal, que afirma la necesidad y conveniencia de disminuir el mimero de procesos. Escribe que la reconvencién: ha sido instituida en beneficio piblico y de los mismos litiguntes, pues intere- sa a la sociedad que se disminuyan los pleitos y a aquéllos cl obtener la de- claracién de sus derechos con los menos dispendios ¢ incomodidades posibles. Esta es la razén principal —dice Manresa— de ja recanvencién, a la que puede agregarse Ia que da la primera de tas Leyes de Parcida antes citada. Esto —dice dicha ley— tovieron Ios sabios por razén, porque bien assi como al demandador plugo de aleanzar derecho unte aquel judgador, que assi Je sea tenudo de responder amtél. Por estas razones —concluye Manresi— nadie NOTAS SOBRE LA RECONVENCION . 911 ha puesto cn duda fas ventajas de la reconvencién, admitida también en las legislaciones extranjeras, y ta nueva ley, por lo tanto, no podia por menos de aceptarla.s La reconvencién, por el contrario —dice Manuel de la Plaza—, segtin como la concibe la Ley de Enjuiciamiento Civil Espafiola, “si puede pro- curar las ventajas que, por mds notorias se sefialan, rompe en muchos casos la unidad organica del proceso, haciéndolo desviar, cuando no hay conexién, entre la reconvencién y la demanda, por cauces insospechados susceptibles de engendrar confusién™. Solus y Perrot estiman que la reconvencién ofrece incontestables ven- tajas, tales como la de instruir y juzgar dos demandas en un mismo y tinico proceso, lo que permite-a la justicia ser mas certera en este caso, dado que el juez esta en condiciones de adquirir un conocimiento mas completo de la situacién de los litigantes, a la vez que supone un ahorro notable de tiempo y de gastos.*° No obstante, sefialan como inconvenientes de la reconvencién la com- plejidad que introduce en el proceso en que se formula, las dificiles cues- tiones de competencia que a veces plantea, y la posibilidad de que se utilice como un medio de intimidacién frente al demandante principal. A mi juicio, Ja reconvencién tiene a su favor la experiencia de muchos siglos, que la abonan como una institucién procesal digna de ser con- servada. La explicacién de que la reconvencién se encuentre presente en la ge- neralidad de las legislaciones y el que los problemas que suscita tocan no a su supresién, sino a encontrar las férmulas adecuadas para cubrir las lagunas que las legislaciones procesales presentan en relacién con ella, no es otra que su utilidad manifiesta. Claro esté que Ia reconvencién, tal y como se halla articulada en al- gunas partes, tiene sus inconvenientes —sefialados por sus propios defen- sores— pero justo es reconocer que son menores que sus veritajas. El mantenimiento caprichoso e injustificado, durante siglos, de una ins- titucién procesal como ésta, careceria de toda explicacién. 5 Manresa, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, tomo 1. 9 De Ja Plaza, Derecho Procesal Civil Espaitol, 1, 2% ed:, Madrid, £945, tomo 1, p. 164. 19 Solus y Perrot, Droit Judiciaire Privé, Paris, 1961, tomo 1, pp. 298-9.

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