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LITERATURA DEL MEXICO ANTIGUO PREFACIO A la memoria de Angel Ma. Garibay K. AL ieuat que los arquedlogos han descubierto, durante las htimas déca- das, m4s numerosos testimonios del arte indigena y de lo que fue el flore- cimiento urbano en el México antiguo, también los fildlogos ¢ historiadores tienen ya a su alcance considerable caudal de textos con producciones lite- tarias, de origen prehispanico, en varios de los idiomas hablados en Meso- américa. A hallazgos en archivos y bibliotecas, sobre todo de México, Gua- temala, los Estados Unidos y Europa, se debe el rescate de un gran conjunto de obras, principalmente en néhuatl —la lengua de los toltecas y los aztecas-— y asimismo en varios idiomas de la familia mayense y, en menor proporcién, en otros como el otomi y el zapoteco. Desde los dias de 12 Conquista, hombres como Hernan Cortés y Bernal Diaz del Castillo, que expresaron admiracién ante ta suntuesidad de tem- plos y palacios, tuvieron también cierta noticia de los cantares y poemas, entonados por los nativos de México, como aquellos “‘a los que Moctezuma era aficionado”. ! Alusiones como ésta, y lo que el mismo Bernal consigné respecto de “las casas de los idclos, donde se guardaban muchos libros de papel, cogidos a dobleces, como a manera de pafios de Castilla”,? pueden citarse entre los mds tempranos testimonios acerca de las formas de que dispuso el hombre prehispdnico para consetvar el recuerdo de sus tradicio- nes ¢ historia, sus relatos y diversas formas de poesfa. En el concepto de literatura, en su més amplio sentido, cabe incluir esos textos preservados, por largo tiempo, a través de la tradicién oral y asimismo cuanto quedd redactado en las inscripciones, en monumentos y cédices, por medio de distintos tipos de escritura jeroglifica, 1 Bernal Diaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva Espata, edicign preparada por Joaquin Ramirez Cabafias, 2 v., México, Editorial Porria, 1935, . §, p. 272. 2 Op. city o Lp. 143. x Cierto es que la conquista espafiola afecté hondamente a todo el con- junto de instituciones culturales prehispdnicas, y socavé, por tanto, la vita- lidad de la tradicién oral y trajo consige la destruccién de los viejos libros natives, muchos de los cuales se convirtieron en cenizas. Mas la imposicién venida de fuera no logré, a la postte, la desaparicién total del universo de simbolos, pensamiento y expresién del alma ind{gena. Algunos de los sabios del México antiguo, sobrevivientes a la Conquista, se interesaron, por cuen- ta propia, en iniciar el rescate de lo que consideraban su invaluable herencia. Valiéndose de su propia lengua, pero empleando ya en ocasiones el alfabeto tecién aprendido, pusieron por escrito muchos textos que pervivian en la tradicién oral. De este modo habria de llegar hasta nosotros, para dar sdélo un ejemplo, la serie de documentos nahuas, transcritos en 1528, que hoy se conocen como Uvos anales bistéricos de la nacién mexicana. Y bubo otros genuinos humanistas, como los franciscanos Andrés de Olmos y Bernardino de Sahagin, que también participaron en Ia empresa de hacer ¢} rescate del legado de historia y cultura de Mesoainérica, Gracias, en consecuencia, al mismo hombre indigena —que no pocas veces trabajé al lado de frailes humanistas hispanos— no se perdieron para siempre muesttas extraordinarias de las que ahora llamamos litetatutas prehispdnicas de México, en néhuatl, en varias lenguas mayanses y en otras mas. EI gran conjunto de fuentes que hasta hoy se conservan —y de fas que hablaré a su debido tiempe— permiten acercarnos a los mitos y leyen- das, crdnicas y relatos histéricos, himnos tituales, otra gran variedad de poemas, discursos, composiciones para ser representadas, escritos de cardc- ter religioso, calendarico y econémico, en resumen, testimonios de primera mano que nos ponen en contacto con el pensamiento, ta cultura y la vida prehispdnicas. Estas producciones constituyen la literatura de pueblos que vivieron, durante milenios, aislados bdsicamente de contacto con el Viejo Mundo. Ofrecen la posibilidad extraordinaria de estudiar al hombre como creador de cultura, con historia, es decir con plena conciencia de sf mismo, en un dmbito diferente de aquellos en que se desartollaron las civilizaciones de Asia, Africa y Europa, El estudio y disfrute de estas literaturas conciernen, primotdialmente, al mexicano y a los pueblos todos de Iberoamérica porque, de un modo o de otto, tienen ellos en lo indigena una de sus raices culturales, en algunos casos, la de mayor profundidad. Por otta parte, cuantos se interesan por conocer toda manifestacidn de alta cultura —los estudiosos y humanistas de cualquier rumbo del planeta— podrén hallar en as creaciones literarias del México antiguo testimonios de gentes que, en términos de su propia visién del mundo, lograron atisbos en verdad dignos de valoracién y andlisis. Este libro viene a formar parte de la Biblioteca Ayacucho, que, seguin el propdsito de sus editores, aspira a convertirse en coleccién representativa de Ja cultura de Iberoamérica, desde sus origenes hasta el presente, En otros x tiempos —quizds hace tan sdlo cincuenta afios— no existia preocupacién semejante por dar su lugar, como parte del legado de nuestra América, a las culturas prehispdnicas. Entre las principales causas de ello estuvieron el prevalente raquitismo cultural; tal vez uaa suma de complejos de desdén hacia lo indigena y, desde luego, la ignotancia acerca de las fuentes para el estudio del universo de las creaciones prehispénicas. A varios investigadotes —algunes muy distinguidos, y que especificamente recibiran aqui el crédito que se merecen— debemos en buena parte el cambio de actitud. Fueton ellos los que de hecho abrieron el camino pata la serie de estudios que hoy se llevan a cabo. Por Io que toca al presente libro, diré que, hace ya varios afios, en 1964, con el titulo de Literaturas precolombinas de México, ofteci una pri- meta forma de acercamiento a este tema.? Amplié dicho trabajo, cuando preparé si traduccién al inglés, aparecida en 1969.4 Ahora, invitado por quienes tienen a su cargo la publicaciéa de la Biblioteca Ayacucho, mi pro- pésito es presentar, con sus correspondientes introducciones y notas, ua conjunto mucho mds amplio de textos, vertides todos ellos de Ia lengua néhuatl o azteca, que se hablé en ta regién central de México desde la época del florecer teotihuacano 0 sea desde principios de la era cristiana. La intencién es reunir aqui el micleo central de lo que cabe describiz como un Corpus de Jas producciones literarias del México antigua. Al emplear aqui la expresién México antiguo, lo hago con conciencia de que estoy introduciendo una forma de limitacién. Mi propésito es dar cabida en este volumen a testimonios procedentes basicamente def dtea en la que ejercieron pleno dominio los mexicas o aztecas, conodidos también como antiguos mexicanos. Incluiré desde luego materiales antes dispersos 0 del todo no tomados en cuenta, incluso algunos que se deben a gentes que vivieron mucho antes del florecimiento de los mexicas. En todos los casos, sin embargo, se trata de composiciones fiterarias que se conservan originalmente en idioma nahuatl, la lingua franca del México antiguo. A quienes no estén familiarizados con el gran conjunto de matetiales de que se dispone para conocer y valorar las creaciones literarias del hombre prehispanico, importard sin duda obtener respuesta a preguntas como éstas: 2Cémo pudieron los pueblos del México antiguo crear, preservar y transmitir su legado literario? ¢Cémo, después de la Conquista, pudo Megar tal herencia, al menos en parte, hasta nosotros? ¢Cudles son, y dénde se encuentran, fos principales documentos nativos de tema literario? sLlegaron !os sabios indi- genas a describir y conceptualizar de algun modo las diferentes formas de su exptesién lteraria? En Ja Introduccién general habré de ocuparme de estas y otras cuestiones afines. A ellas volveré también a veces, al hacer 3 Miguel Ledn-Portilia, Literatures precolombinas de México, México, Bdisorial Pormaca, 1964, 205 p. 4 Miguel Leéa-Postilla, Precolumbian Literatures of Mexico, translaced from the Spanish by Grace Lobanov and the Author, Oklahoma Press, 1969, VIII, 192 p. xt la presentacién de algunos de los textos en particular. Por encima de todo interesa volver fécilmente asequibles los que llamaré testimonios que inte- gtan el miicleo central de Ja herencia literaria ptehispdnica. Se abriré asf la puerta a mds hondas valoraciones desde un punto de vista literatio y asi- mismo a la luz de enfoques como el de Ia historia de las ideas y de la historia de Ja cultura en general. Sélo afiadiré, al sacar a luz esta obra, que considero de elemental justicia evocar aqui la inspiracién y ayuda que recibi de dos maestros extraordina- tios, con quienes laboré varios afios, los doctores Angel Maria Garibay K. y Manuel Gamio, a quienes todos debemos aportaciones fundamentales pata la cultura de Ibercamérica. Micuer Ledn-Portinia XII INTRODUCCION GENERAL LITERATURA DEL MEXICO ANTIGUO: ORIGENES, FUENTES DOCUMENTALES, SU REDESCUBRIMIENTO Y ESTUDIO La sucuencia cultural del México antiguo abarca milenios. Su florecimien- to sin contacto con las civilizaciones del Viejo Mundo —en el marco geo- gtéfico de las dreas central y sur de México y de buena parte de Centro- américa— dio lugar a transformaciones, muchas en verdad extraordinarias. La agticultura data aqui, por lo menos, del quinto milenio a.C. El arte de la cerdmica se origina hacia el milenio tercero. Sobresalen luego pueblos que, en la zona limitrofe de Veracruz y Tabasco, frente al golfo de México, dan comienzo a una alta cultura con perfiles propios. Surgen asi —desde el segundo milenio a.C_— los primeros recintos religiosos, vestigio ya de un protourbanismo. Ef milenio inmediato a la era cristiana es-testigo de creaciones de un arte magnifico, esculturas, bajorrelieves, trabajos en mo- saico, tallado del jade. Paralelamente se inventa el calendario y una manera de escritura jeroglifica. Sistemas de organizacién social, econdémica, religiosa y politica, mucho mds complejos y efictentes, prestan apoyo a los cambios que contintian pro- duciéndose. Aparecen formas diversificadas de tradicién cultural en el Ambito del México antiguo: Teotihuacdn en el altiplano central; los focos de irradiacién de los zapotecas de Oaxaca y los, quizds mds extraordinarios ain, de] mundo maya. En sucesién, que abarca momentos de esplendor y otres de decadencia, gran ndmero de pueblos, a veces de lenguas distintas, son portadores de Ia alta cultura que, por encima de diferencias regionales, ostenta un tostro caracteristico. El legado contimia enriqueciéndose. Las gentes del México antiguo —si se prefiere, de Mesoamerica, el drea de alta cultura— tienen a su aleance medios para preservar el recuerdo de su pasado, sus conocimientos acerca del hombre, la naturaleza y los dioses, cuanto en verdad importa por ser rafz de sabiduria. Existié asi una fiteratura. Las inscripciones en multiples monumentos y aun en objetos de cerdmi- ca, los eédices y la tradicién, son testimonio de la historia y de otras formas de composicidn. A lo largo de muchas cuentas de afios logs sacerdotes, sabios, XxIIt sehores, maestros, forjaron himnos y cantos, oraciones y relatos miticos o histdricos. La palabra se transmitié una y otra vez, Los mexicas o aztecas, al tiempo ya del enfrentamiento con Jos hombres de Castilla, eran herede- ros de milenios de cultura. A las antiguas tradiciones sumaron ellos la obta de su propia creacién. Su literatura —de la que algo ha Tlegado hasta nosotros— nos petmite aproximarnos un poco a lo real y lo Jegendario en su existencia. Encontraremos tonos y matices diferentes pero, a pesar de la distancia en el tiempo, seta posible el didlogo con los antiguos textos. Para acercarnos al origen de estas creaciones de la palabra, y al modo come ha podido hacerse su tescate, vamos a recordar lo mds sobresaliente en la evolucién cultural del México antiguo. Partiremos, para ello, de la realidad que encontraron los hombres de Castilla cuando Llegaron en 1519. Luego iremos mds alld del que es sélo el rostro més conocido, y tardio, en el México prehispdnico. En busca de las raices de la literatura en idioma néhuatl, hurgaremos un poco en las fuentes de las que recibié inspiracién y, en suma, rica herencia cultural. Testimonios de creacién literaria en Mesoamérica Tanto Cortés en sus Cartas de relacién y Bernal Diaz en su Historia ver- dadera como los otros ctonistas espafioles de la Conquista, hablan con ad- miracién de la grandeza de la capital azteca, México-Tenochtitlan, con sus grandes calzadas que atravesaban el lago, sus palacios y templos, sus mer- cados y cl extraordinario recinto central donde se levantaban los setenta y ocho edificios sagrados del Templo Mayor. Pero, no sdlo Ia traza de la ciudad, su arquitectura y sus incontables monumentos y pinturas, cautivaron la atenciéa de los conquistadores. Un mero acercamiento superficial a la organizacién religiosa, politica, social y educativa de Tenochtitlan, desperté también en ellos no poco interés, En particular, se refieren en sus escritos a las casas donde se guardaban los “muchos libros de papel, cogidos a do- bleces, como a manera de pafios de Castilla”, ! La existencia entre los aztecas de libros y escribanos dedicados a copiar sus mitos, historias y tradiciones habrfa de imptesionar mds atin que a los conquistadores, a los primeros frailes misioneros, como Jo tuestran Jos numerosos testimonios de sus crénicas y relaciones. Asi, por ejemplo, fray Toribio de Benavente, el célebre Motolinia, llegado a México en 1524, sefiala que “mucho notaron estos naturales indios entre las cuentas de sus afios, el afio que vinieron y entraron en esta tierra los espafioles... asimis- 1 Diaz del Castillo, Bernal, Hittoria verdadera de la Conquista de la Nueva B. spaiia, Editorial Porrée México, 1953, Vol. I, p. 143. xIV mo los indios notaron y sefalaron para tener cuenta el afio que vinieron los doce frailes juntos...” 0 sea el ya citado de 1524,? Pero, ademas de percatarse de la existencia de libros de papel hecho de Ja cotteza del amate (ficus petiolaris), en los que con formas de escritura indigena se conservaban la historia y las tradiciones, algunos conquistado- tes y sobre todo los primeros frailes misioneros descubrieton también que en el mundo azteca habia centros educativos, los Wlamados calarécac (hileras de casas) y los telpuchealli (casas de jévenes). Alli esos libros eran explica- dos y se hacfan aprender también de memoria a los educandos, de manera sistemdtica, largas crénicas, los himnos a los dioses, poemas, mitos y le- yendas. Igualmente, tomando como base antiguos textos y discursos de los sacerdotes y los sabios, se enscfiaba a los muchachos a hablar bien. “Les ensefiaban, como dice fray Bernardino de Sahagtin, todos los versos del canto pata cantat, que se Ilamaban cantos divinos, los cuales versos estaban esctitos en sus libros por caracteres... la astrologfa indiana y las interpre- taciones de los suefios y la cuenta de los afios...”.* Asi, por este doable procedimiento, transmisi6n y memorizacidn sistemética de las crdnicas, los himnos, poemas y tradiciones y cl de Ja transcripcién de las ideas funda- mentales sobre la base de Ja escritura y el calendario prehispdnicos, preser- yaban y difundian los sacerdotes y sabios su legado religioso y literario. Pero, antes de explicar con algtin detenimiento en qué consistia esa forma de escritura azteca, asi como cl modo de memorizacién sistemdtica en Jos centros de educacién, conviene plantearse una pregunta; ¢Habjan sido los aztecas los creadotes de ese sistema educativo y de la escritura de sus cédices? Esta pregunta es obvia, ya que como se dijo arriba el mundo azteca, rostro ef mds conocido del México antiguo, Ilevaba relativamente poco tiempo de ser amo y sefior entre los pueblos prehispdnicos. De hecho los aztecas habian Ilegado al Valle de México tan sdlo a mediados del siglo XIII d.C. En 1325 se habian establecido en la isla de México-Tenochti- tlan. Hasta 1428 habian obtenido su independencia de los antiguos domi- nadores tecpanecas de Azcapotzalco. Finalmente, en menos de un siglo ha- bian logrado la hegemonia en Ja regién central y metidional de lo que hoy es la Republica Mexicana. La respuesta a la pregunta que se ha formulado nos le da la arqueotogia y las propias fuentes histéricas indigenas. Los aztecas, y al igual que ellos otros muchos pueblos, como los tezcocanos y tlaxcaltecas, todos de idioma nahuatl, eran herederos de una cultura mucho mds antigua, Buena parte de sus ideas religiosas, de su organizacién social y politica, y de sus otras instituciones, en particular sus artes pldsticas, la base de su sistema de es- 2 Benavente, Fray Toribio de (Motolinfa), Historia de los indios de la Nueva Espatia, Editorial Salvador Chavez Hayhoe, México, 1941, pp. 161-162. 2 Sahagun, Fray Bernardino de, Historia general de fas cosas de la Nueva Espatia, edicién preparada por Angel Ma, Gatibay K. Editorial Porséa, 4 v., México, 1956, T. | p. 307. xv critura y de sus métodos de ensefanza, los habian recibido, principalmente a través de Jos culhuacanos, de la antigua cultura tolteca. Los toltecas. — De acuerdo con las crénicas indigenas y los hallazgos arqueoldgicos, Tula, le capital tolteca, florecié entre los siglos IX y XI d.C. Los toltecas, como los mixtecas de Oaxaca y los mayas de Yucatan, poseian ya diversas formas de escritura, segiin lo muestran, entre ottas cosas, sus glifes e inscripciones en piedra, al igual que algunos cédices de diversas €pocas en los que se manifiesta la influencia de esas tres antiguas culturas. Se sabe de hecho que fueron algunas gentes de origen tolteca, los famosos Hailotlaque, “los regresados”, quienes, procedentes de la Mixteca, vinieron a ensefiar a los tezcocanos el arte de la esctitura. Ademids existen numerosas referencias en los textos aztecas donde se afirma de los toltecas que, gtacias al sabio sacerdote Querzaledatl, habian tenido centros de educacién supe- tior en los que se ensefiaba la doctrina contenida en wn gran libro, ama- do Teoamoxtli, o libro divino. Ozro tanto sabemos acerca de los mayas de Yucatan, de cuyos centros de educacién hablan también abundantemente los cronistas. Pero, si gracias a los testimonios que se poseen acerca de los toltecas, mixtecas y mayas de los siglos IX a XI d.C., sabemos que Ia escritura de los eddices, las inscripciones en piedra y los centros de educacidn se temon- tan a un perfodo mucho més antiguo que el de los aztecas, es posible for- mular una nueva pregunta: ¢fueron estos pueblos los creadores de los me- dios para preservar el pensamiento y la palabra? 2O ellos mismos, toltecas, mixtecas y mayas habian recibido el arte de Ja eseritura y los sistemas de educacién oral de tiempos més antigues? La pregunta, en lo que se refiere a los mayas de Yucatdn, tiene inmediata respuesta. Los mayas de Yucatén sin duda alguna habian recibido el calendario y [a escritura de un periodo mucho mds antiguo conocido por los arquedlogos como etapa clasica, que comprende desde principios de la era cristiana hasta el siglo IX d.C., poco mds o menos. Prueba de esta afirmacién la ofrecen las incontables estelas con inscripciones, a base de una esctitura principalmente ideogrdfica y pro- bablemente en parte también fonética. Las teotibuacanos. En la regién central de México donde vivieron las gentes de Tula, habia florecido antes otra cultura, la de los teotihuaca- nos, poco mds o menos durante el mismo tiempo del esplendor cldsico de los mayas, o sea, de acuerdo con los mds recientes descubrimientos, desde principios de la era cristiana hasta el siglo VIII 0 IX d.C. En la gtan civ- dad de los dioses, Teotihuacdn, han encontrado varios arquedlogos vesti- gios indudables de esctitura. Asi, entre otros, Alfonso Caso ha demostrado que los teotihuacanos se sirvieron de diversos glifos ideogrdficos y poseye- ron asimismo medios para representar el foaalpobualli o cuenta de los dias. Otros investigadores han identificado a su vez algunos de los glifos del SVL xiubpobualli o cuenta de los aiios, que servia de base para el calendario y para tedactar los anales. También algunos de los textos indigenas de la época azteca se refieren al perfodo de Teotihuacdn, afirmando que alli vivicron los sabios, los conocedores de las cosas ocultas, los poseedores de la tradicién. Gracias a ellos, se preservaron mitos y cteencias, que hereda- dos después por la gente de Tula, habrfan -de volverse patrimonio comin de todos los pueblos de idioma néhuatl, entre ellos los aztecas, los tezco- canos, los tlaxcaltecas y otros més. Parece posible afirmar, por consiguiente, que la transmisién sistemati- ca de una antigua tradicién cultural, asi como el descubrimiento de diversas formas de escritura, existlan ya desde los tiempos cldsicos de las culturas precolombinas, principalmente entre Sos teotihuacanos, y en centros mayas como Tikal, Uaxactén, Copan, Palenque y otros. Pero, de nuevo es posible volver a formular la misma pregunta: ¢fueron estos pueblos de 1a etapa clisica log descubridores de sus antiguas formas de escritura y de esos sis- temas para presetvar la tradicién? La arqueologia nos da una respuesta que parece apuntar ya al origen mds remoto de las primeras formas de escritura en el México precolombino. Los olmecas. — En las costas del Golfo, en los limites de los actuales estados de Veracruz y Tabasco, regién conocida por los aztecas como “pais del hule”, es decir del caucho, 0 “‘tierta de los olmecas”, florecié probable- mente desde mediados del primer milenio antes de Cristo, un pueblo todavia enigmético que sé extendié por otras regiones de la Amética media, dejan- do siempre huellas de su paso. Entre esos vestigios se encuentran las mds antiguas insctipciones que hasta ahora han sido descubiertas en el México antiguo. Vale Ja pena recordar la estela “C” de Tres Zapotes, la inscrip- cidn hallada en una figurilla de jade y los glifos, todavia mds antiguos, en- contrados en Monte Albdn, Oaxaca, en las estelas del grupo conocido como “Log Danzantes”. Todas esas insctipciones que hasta ahora se reconocen como las més antiguas del México precolombino, dan testimonio de una antiquisima invencién de la escritura, de la que los mismos aztecas parecen haber tenido canciencia, ya que en un antigno texto que habla de sus orige- nes culturales m4s remotos, sefialan precisamente las costas del Golfo de México, como el lugar donde por primera vez hubo grupos de sabios, cus- todios de la tradicién y poseedores de libros de pinturas. Transcribirnos a continuacion algunos partafos, traducidos del néhmatl, en los que aztecas y tezcecanos se refieren a esto: En un cierto tempo que ya nadie puede contar, del que ya nadie ahora puede acordarse Quienes aqui vinieron a sembrar a los abuelos, a las abuelas.. , XVH por el agua én sus barcas vinieron en muchos grupos, y alla arribaron a la orilla del agua, a la costa del Norte, y alli donde fueron quedando sus barcas, se Jlama Panutla Enseguida siguieron ja orilla del agua, iban buscando Jos montes, algunos Ios montes blancos, y¥ los moates que humean Sus sacerdotes los guiaban, y les iba mostrat:do el caming su dios. Después vinierop, alli iegaron, al lugar que se llama ‘Tamoanchan, que quiere decic “nosotros buscames nuestra casa” Y alli en Tamoanchan estaban los sabedores de cosas, los ilamados poseedores de cddices los duefios de Ja tinta negra y rojas 4 Es imposible afitmar aqui que “esos sabedores de cosas” hayan sido precisamente los misteriosos olmecas, autores de las mds antiguas inscrip- ciones a que nos hemos referido. Lo que si es cietto es que la arqueologia muestta inscripciones anteriores a la era cristiana y los aztecas afirman en el texto ya citado que en tiempos anteriores a Teotihuacdn, por las costas del Golfo, habia hombres de grande sabiduria, duefos de la tinta negra y toja con que escribfan sus libros. El veloz recorride que hemos hecho, omitiendo intencionalmente los testimonios dejados por otros pueblos, como, por ejemplo, los huastecos, tiene el fin de mostrar que cl descubrimiento de formas para presetvar el pensamiento, por medio de los libros de pinturas y la ensefianza sistemd- tica de la tradicién, tiene sus raices muy hondas en el pasado precolombino de México. Vale la pena repetirlo, los aztecas, los tezcocanos y tlaxcaltecas, de quienes conccemos numerosos textos literarios en idioma ndhuatl, al igual que los mayas, eran herederos de antiguos pueblos que habfan cteado instituciones milenarias de cultura superior. Siendo los cddices y la memorizacidn sistemdtica de los textos los dos medios fundamentales para preservar el pensamiento literario precolombi- no, los estudiaremos a continuacién con mayor detenimiento, tal como exis- tieron entre los pueblos de idioma ndhuatl y maya al tiempo de fa Ilegada de los espafioles, o sea en 1519, 4 Informantes Indigenas de Sahagin, Codice Matritense de ia Real Academia, Fol, 192 v. XVI Cédices y memorizacion sistematica de textos Varios de los cronistas indigenas y de los frailes historiadores llegados a raiz de la Conquista, se tefieren al modo come Ia ensefianza otal y la me- morizacién de textos en las escuelas prehispdnicas servia de complemento insustituible en Ja transmisién y preservacién de las historias y doctrinas contenidas en los cédices indfgenas. Asi, por ejemplo, fray Diego de Durdn afirma que los maestros nahuas en esos centros de educacién “tenian gran- des y hermosos libros de pinturas y caracteres de todas las attes por donde las ensefiaban...”* a los estudiantes. A la par que existian los cédices, la tradicién, no sélo ta que llamaremos popular, sino la que se tecibia en Jas escuelas sobre la base de una me- morizacién sistemdtica, era medio para preservar conocimientos. En ocasio- nes los maestros hacian aprender a les estudiantes cantares, poemas y discur- sos, en los que se contenia el comentario explicativo de lo que representaban los cédices. Quienes habian memorizado los textos, concebidos como co- mentario de los cédices, podian repetir fielmente la doctrina aprendida; pedian hacer suyas las palabras del poeta ndhuatl que dijo: Yo canto las pinturas del libro, lo voy desplegando, soy cual florido papagayo, hago hablar a los cédices, en el interior de Ja casa de las pinturas. © Los cédices o libros de pinturas eran siempre la base de la ensefianza. En ellos, como se indica en otro texto indigena, “estan escritos vuestros cantos, por eso los desplegdis junto a los atabales...” Y es que, como veremos a continwacién, valiéndose de sus formas de escritura, los maestros indigenas podian consignar de manera inequiveca numerosos datos acetca de cualquier hecho o dectrina. Podian indicar las fechas, afio y dias pre- cisos de cualquier acontecimiento. Eran capaces de simbolizar conceptos abstractos acerca de sus doctrinas religiosas, mitos y ordenamientos jurt- dicos. En una palabra, podian trazar algo asi como cuadros esquemiaticos fundamentales acerca de sus doctrinas y hechos histéricos. Para mostrar la forma como practicaban esto Ios pueblos de idioma nahuatl, entre ellos, los aztecas, tezcocanos y tlaxcaltecas, indicaremos brevemente cudles eran jos tipos principales de escritura de que se sirvieron en los tiempos inme- diatamente anteriores a la conquista. Tres eran sus formas fundamentalcs de representacidn: pictografica, ideogrdfica y parcialmente fonética. 5 Duran, Fray Diego de, Historia de las Indias de Nueva Espana e Islas de Tierra Firme, 2 Vols. y atlas publicados por José F. Ramirez, México, 1867-1880, ¢. Il, p. 229. 6 Manuscrito de Cantares Mexicanos. (Biblioteca Nacional de México}. Repro- duccién facsimilar de Antonio Pefafiel, México, 1904. ix La pictogratica, o sea la meramente representativa de cosas, es la forma de escritura precolombina més elemental. Ast, por ejemplo, en casi todos los eddices en los que se menciona Ia peregrinacién de las siete tribus ve- nidas del norte, se pintan de modo. esquemdatico los teonramas o sacerdotes, que llevan a cuestas a sus dioses protectores. Otros numerosos ejemplos podrian aducirse. Entre ellos estén las pinturas esqueméticas de las calli © casas, de los Nachrli o juegos de pelota, de los slatogue o sefiores, senta- dos en sus icpalli o sillas reales, de los diversos tributos, como mantas, plumas, cacao, bultos de maiz, ete. Pero, al igual que en otras culturas antiguas, los escribanos del mundo ndhuatl pasaron de la etapa meramente pictografica a la de los glifos ideo- gtdficos, que representan simbélicamente ideas. Los ideogramas indigenas pueden dividirse en tres grupos principales: los de cardcter numeral, [os calendaticos y los que representan otras diversas ideas, algunas de ellas abs- tractas y metdfisicas, tales como la de movimiento (ollin), Ja vida (yoldizeli), la divinidad (teodl), etc. Debe notarse que los colores de las pinturas tenian también valor simbélico. Asi, por ejemplo, en una figura humana el amarillo designaba casi siempre el sexo femenino, el color morado la realeza del dlatoani o setior principal, el azul el rumbo del sur, el negro y el rojo, la escri- tura y la sabiduria, . El conocimiento e interpretacién de los diversos glifos ideogrdficos su- pone un largo y paciente estudio, que ciertamente no es de este lugar. Bastard con subtayat que la escritura a base de ideogramas, especialmente en lo que se tefiere a los ntimeros y al calendario, tuvo entre los pueblos de idioma néhuatl enorme vigencia, como forma de representacién en ex- tremo precisa y también expresiva, aun desde un punto de vista meramente estético. En la imposibilidad de entrar aqui en una exposicidn detallada, optamos por referir al lector a trabajos mds amplios sobre este punto. 7 Ademés de los glifos pictograficos e ideogrdficos, hubo en Ja escritura de los antiguos mexicanos tepresentacién de sonidos, o lo que es lo mismo, el principio de una escritura fonética. Ante todo debe notatse que la escri- tura fonética ndhuatl, conocida por algunos pocos cédices que se conservan, se empled principalmente para representar nombres de personas y de lu- gares. Sabemos que los escribanos indigenas desarrollaron un sistema de elifos de cardcter sil4bico, que representaban desinencias indicadoras de hugar, como las muy conocidas -ta (lugar de), -pant (encima de), Finalmente, Ile- garon los nahuas al andlisis de algunas letras como la a, representada por medio de la estilizacién del glifo pictogrdfico de @-#! (agua); la e, det glifo de e-¢ (frijol) y la o del de o-#i (camino). 1 Yéase Dibbie, Charles BE “El antiguo sistema de escritura en México”, en Revista Mexicana de Estudios Antropoldgicos, T. IV, p, 105 y siguientes. Leén-Portilla, Miguel, Los entigwos mexiganos, a través de sus crdmicas y can- fares, Fondo de Cultura Econémica, México, 1961, pp. 48-75. XX Valiéndese los antiguos mexicanos de esta dltima forma de escritura, asi como de sus otros glifos representativos de cosas, de ideas abstractas, numéticas © calendaricas, confeccionaron numerosos cddices en muchos de los cuales, como lo nota fray Diego de Durdn, “conservaban sus memora- bles hechos, sus guerras y victorias... todo lo tenian escrito... con glifos de afios, meses y dias en que habian acontecido”.* Y para valorar mejor ef grado de desarrollo cultural que significa la invencién y empleo de la es- cricura de jos pueblos nahuas, convendra recordar el parecer del conocido antropélogo norteamericano Alfred Kroeber, quien, al tratar del otigen de las diversas escrituras inventadas por la humanidad, dice: Si se piensa en la imtencién de ja primera idea de la escricura parcialmente fo- nética, es concebible que todos Jos sistemas del Viejo Mundo deriven de una sola invencién, aunque aun en ese caso, el sistema maya-azteca (maya-nahuarl), se mantendria como un desarrollo totalmente separado. ® Pero si en el mundo nébuatl prehispénico, se leg6, aprovechando Ja antigua herencia tolteca y teotihuacana, a estas formas de escritura, es ne- cesario recordar que los pueblos de la familia maya posefan también sus propios sistemas, todavia mds perfectos que los de la regién central de México. De los mayas, tanto cldsicos, como del periodo posterior, se con- servan un sinmimero de inscripciones en éstelas de piedra, en dinteles, en escalinatas, en el interior de algunos templos y palacios, y aun piezas de cerémica. De tiempos més recientes, aunque también anteriores a la con- quista, proceden los tres eddices mayas que hasta la fecha se conocen, el de Dresden, el de Paris y cl Hamado Tro-Cortesiano que se conserva en Madrid. De Ja escritura maya se han podido descifrar hasta ahora los plifos de carécter numérico, calend4rico y algunos otres también ideogrdficos, te- presentativos de divinidades o de sus atributes. Descubridores, antes que ninguna otra cultura humana del concepto de cero y de un calendario un diezmilésimo mds cercano del afio astronédmico que el propio calendario gregoriano actual, los mayas, fueron ciertamente maestros extraordinarios en el arte de Ja escritura. Por desgracia, a pesar de los varios intentos de no pocos investigadotes, queda un sinnimero de glifos mayas, cuyo significade no ha podido ser descubierto. Se considera que esos glifos son en su mayoria de carécter ideografico, aunque se acepta también que en muchos de ellos hay elemen- tos fonéticos, o sea representativos de sonidos. Indudablemente que, si al fin llega a descifrarse en su integridad Ja escritura de los mayas prebispé- nicos, al poder leerse las inscripciones de fas estelas, de los templos y pa- lacios, se tendrén otros numerosos textos, muchos de ellos de posible valor 8 Duran, Fray Diego de, of. c#, T. I, p. 257. 9 Kroeber, Alfred, Antropologia general, 1° ed. espafiola, corcegida por el autor, Fondo de Culrura Economica, México, 1945, p. 278. xx literario. Esto mismo puede afirmarse respecto de otras insctipciones dejadas por pueblos como los mixtecas y los enigméticas olmecas. No debe olvidarse que también entre los mayas, al igual que entre [os pucblos de la regién central de México, existieron centres de educacién, en los cuales, por medio de una memorizacién sistemética, se transmitfa y pre- servaba, sobre la base de los libros de pinturas, la antigua sabiduria, Tex- tualmente afirma fray Diego de Landa que “usaban también esta gente de ciertos caracteres o letras con las cuales esctibian en sus libros sus cosas antiguas y sus ciencias, y con estas figutas y algunas sefales de las mismas, entendian sus cosas y las daban a entender y ensefiaban”. '° Fue precisamente gracias a esos métodos de ensefianza como se salva- ton y Hegaron hasta el presente importantes textos literarios, legado de los pueblos que, en sucesivas etapas, poblaron el México antiguo. Como vere- mos, algunos de los sabios indigenas supervivientes a [a conquista, recor- dando las ensefianzas prehispdnicas y tal vez valiéndose de algunos antiguos cddices que pudicron conservar, pusieron por escrito, sirviéndose del alfa- beto traido de Europa por conquistadores y misioneros, numerosos textos en su propio idioma indigena, que apenas desde mediados del siglo XIX, comenzaron a ser descubiertos y traducidos por algunos investigadores. Mas, el proceso por el cual esos antiguos textos literarios, principalmente en la lengua ndhuatl o azteca, han Megado hasta nosotros, merece especial atencién. De ello trataremos en seguida con algiin detenimiento. El rescate de las literaturas prebispanicas de México La Conquista trajo consigo la destruccién de fa mayor parte de los antiguos cédices indigenas. Sin embargo, si hubo quienes se empefiaron en destruir la herencia cultural de los pueblos prehispanicos, hubo también quienes se ¢esforzaron por salvarla, hasta donde tes fue posible. Entre estos ultimos estavieron algunos frailes eximios como Andrés de Olmos, y sobre todo, Bernatdino de Sahagiin. Comparando éste la herencia literaria de griegos y latinos, con los textos indigenas que empezé a conocer, escribié que “esto mismo se usaba en esta nacién indiana y mas principalmente entre los_mexi- canos, entre los cuales los sabios retdricos y virtuosos y esforzadas eran tenidos en mucho..." 7 EI primer intento por preservar textos literarios del mundo indigena de Ja regién central de México data de los aiios comprendidos entre 1524 y 1530. Durante ese tiempo, algunos sabios nahuas que habian aprendido ya el alfabeto latino, gracias tal vez a las ensefianzas de los doce primeras 10 Landa, Fray Diego de, Relacién de las cosas de Yucatdn, México, 1938, p. 207. Tl Sahagin, Fray Bernardino de, op. cit, t. I, p. 53. XXII frailes venidos a la Nueva Espafia, redujeron a letras la explicacién y co- mentario de varios cédices o anales histéticos. Estos textos, escritos en papel indigena, se conservan actualmente en la Biblioteca Nacional de Paris, bajo el titulo de Asales de Tlatelolco o Unos Anales Histéricas de la Nacion Mexicana. Se contienen alli las genealogias de los gobernantes de Tlatelolco, México-Tenochtitlan y Azeapotzalco, asi como la mds antigua visién indi- gena de la Conquista espafiola, Por su parte fray Andrés de Olmos, Ilegado a la Nueva Espafia en 1328, recogié también —pocos afios despu¢s— considerable mimeto de duebuetta- toll, platicas o discursos de los ancianos, segiin la tradicién de los tiempos anteriores a la conquista. Se trata de los discursos que se decian en las grandes ocasiones: af morit el rey o flutoani, al ser electo un nuevo gobernante, con motivo del naci- miento de un nifio, ante los ecién casados, los consejos que daban los padres y madtes a sus hijos ¢ hijas, las platicas morales de los maestros a los educandos en fas antiguas escuelas. Recogidos estos textos de labios de ancianes supervivientes, que los habian memorizado sobre la base de sus cédices y los habian repetido en la época prehispénica, su valor resulta fun- damental para cl estudio de lo mds elevado del pensamiento ndbuatl. Se conservan estos textos, una parte en la Biblioteca del Congreso de Washing- ton y otra en las Bibliotecas Nacionales de México, Paris y Madrid. Pero, atin mds importante que la labor recopiladora de Olmos, fue la magna empresa de investigacién Ilevada a cabo por fray Bernardino de Sahagin. Habia Iegado éste a México en 1529. Interesado por penetrar en la conciencia indigena, preparé pocos afios después una “minuta” o cues- tionario de todos los puntos sobre Ios que se propuso obtener infotmacién. Entre los temas principales estaban los himnos de los dioses, los cantares profanos, los antiguos discutsos, los proverbios y refranes indigenas, las doctrinas religiosas, mitos y leyendas, el calendario, [as costumbres de los sefiores, los textos en los que se describen las diversas profesiones de los sacerdotes, los sabios, los artistas, los mercaderes y la gente del pueblo. Como él mismo lo dijo, le interesaba conocer todas “‘las cosas divinas, 0 por mejor decir idolatricas y humanas y naturales de esta Nueva Espafia”. 1° Comenzé entonces Sahagin a reunir, con Ja ayuda de sus discfpulos in- digenas de Tlatelolco, centenares de textos en diversos lugares de la regidn central de México. El mismo describe ef modo como fue recogiendo ese material: “todas las cosas que conferimos, me las dieron los ancianos (indi- 32 La traduccién al castellano de Ja crémica indigena de la Conquista contenida en este documento, ha sido publicada en el libro Visidn de tor vencidos, edicién de Miguel Leén-Portiila, version de textos nahuas de Angel Ma. Garibay K. Imprenta Uni- versitaria, 1* edicién, 1959; 74 edicién, México, 1976. 23° Sahagun, Fray Bernardino de, op. cit, T. I, p. 28. XXUI gcnas) por pinturas que aquella era la escritura que ellos antiguamente usaban”. 4 Acompafiado por sus discipulos, antiguos estudiantes indigenas del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, tray Bernardino dedicé asi varios afios a esta cmpresa. Cuando al fin lograba ganarse la confianza de quienes iban a ser sus informantes, les proponia los temas de su “minuta” o cuestionario. En tanto que fos indios viejos repetfan para l las antiguas doctrinas, los jévenes estudiantes de Tlatelolco iban escribiendo todo en su propia lengua, pero con caracteres latinos. Hasta donde fue posible se copiaron también no pocas de las figuras y glifos de los cédices que celosamente guardaban fos ancianos, Con un sentido critica poco comin en su época, Sahagin re- pitié varias veces su investigacién, pasando como él dice, “por un triple ce- dazo” el material recogido, hasta estar cierto de su autenticidad. El fruto de esta larga y bien planeada investigacién, a la que consagré Sahagiin la mayor parte de los sesenta afios que vivid en la Nueva Espafia, fue un ciimulo enorme de cerca de mil folios, por los dos lados, con pin- turas y textos en ndhuatl, acerca de los aspectas fundamentales de la cultura de los antiguos mexicanos. Este material de valor inapreciable, cotrid. vici- situdes que seria largo enumerar. A Sahagin Je sirvid de base, para redactar en castellano su Historia general de las cosas de Nueva Espafia, obra que no es una traduccién de los textos nabuas, sino mas bien un resumen co- mentado de ellos. La documentacién en ndhuatl, quitada a Sahagdn por orden de Felipe IT, fue a parar a Espafia. Una copia de ella se encuentra hoy dia en la Biblioteca Laurenciana de Florencia y se conoce con el nombre de Cédice Florentino. Los matuscritos mds antiguos se canservan en Madrid; son los Cédices Matritenses del Real Palacio y de la Academia de la Historia. En la biblio- gratia final indicaremos cudles son las ediciones bilingiies, todas ellas par- ciales, que hasta ahora se han preparado y publicado de los textos en idio- ma ndhuat] recogidos por Sahagtin. Pero, la obra de Sahagdn tuvo todavia otras consecnencias. Varios de sus discipulos indigenas, en quienes él supo avivar el interés por la antigua cultuta, continuaron también por cuenta propia este tipo de trabajos de transcripcién y conservacién de textos. Fueron Antonio Valeriano, de Az- capotzalco; Martin Jacobita y Andrés Leonardo, de Tlatelolco; Alonso Be- gerano y Pedro de San Buenaventura, de Cuauhtitlan, quienes redujeron a escritura latina, pero en idioma indigena, varias colecciones de cantares y toda una serie de anales histdricos. Entre estes documentos estan los Anales de Cuaubtitlén, asi como otros textos transcritos en 1558. En ambos manuscritos se conservan mitos como los de las edades o soles cosmogénicos, una de las versiones de la leyenda de Quetzaleéatl, asi como anales histéricos de los principales pueblos de la regién central de México. 14 Op. ot, T. i, p. 106. XXIV En el campo de la poesia se encuentran dos importantes textos; La Colec- cién de Cantares Mexicanos, que hoy dia se conserva en la Biblioteca Na- cional de México y el Namado Manuscrito de los romances de los sefores de la Nueva Espafia, que se guarda en la Colecciéa Latincamericana de la Universidad de Texas. Son varios centenares los poemas, en su mayoria de origen prehispénico, que pueden estudiatse en estos documentos, Algunos de ellos son composiciones de poetas tan célebres como Nezahualcdyotl, de Tetzeoco, y Tecayehuatzin, de Huexotzince y otros mds. Debe mencionarse también el Libro de tos cologuios, en el que s¢ trans- criben Jos diglogos que tuvieron lugar en el atrio del convento de San Francisco de la ciudad de México, en 1524, entre los primeros frailes venidos a la Nueva Espaiia y algunos de los principales sabios y sacerdotes indigenas que defendieron su manera de pensar y creer. Importantisimos como son todos estos textos en lengua indfgena, las colecciones de cantares y poemas en ndhuatl, revisten particular interés. De esos tepertorios procede la mayor patte de las composiciones que habremos de presentar a lo largo de nuestro estudio. Existen ademds otros importantes documentos indigenas, entre los que mencionaremos La historia tolteca-chichimeca, preservada en la Biblioteca Nacional de Paris; el Cédice Aubin, redactado en parte con el antiguo sis- tema de esctitura y en parte con anotaciones en néhuatl, escritas ya con el alfabeto latino. No siendo posible incluir en esta enumeracién ottos varios manuserites de cardcter en parte literario, referimos al tector al catélogo que de ellos hace en su magistral Historia de la literatura ndbuat! el doctor Angel Marfa Garibay K. ® Sédlo resta afiadir, que desde fines del siglo XVI y principios del XVII, varios indigenas o mestizos, como don Fernando Alvarado Tezozémoc, Chi- malpain e Ixtliladchitl, esctibieron en idioma néhuatl o en castellano sus propias historias, basadas principalmente en documentos de procedencia prchispanica. Imbuidos ya en Ia manera europea de escribir la historia, consetvaton humerosos textos netamente precolombinos, en su empefio de defender sus tradiciones y antigua forma de vida ante el mundo espajfiol. Tales son, descritas asi con brevedad, las principales fuentes de 1a fitera- tura ind{gena ndhuatl que han llegado hasta el presente. 18 Garibay K., Angel Ma., Historia de la liseratera ndbuatl, 2 Vols., México, Edi- torial Porria, 1953-54, T. [, pp. 51-56. Mencionaremes también aqui los principales cddices o libros de pinturas, en su mayeria copias de cédices prehispanicas, hechos durante el siglo XVI Entre ellos estin la Tira de la peregrinacidn y la Matricula de iributos, re- lacién histérica e! primeco y de los tribucos que se pagaban a México-Tenochtidan, el segundo. El Codice Borbduico, de contenido caleadasice y religioso, el Cédice Mendocino, rico en informacidén sobre las principales instituciones culrurales del mundo nahuatl, el Azcatlitlan y el Mexicenes, ambos acerca de la peregrinacién de los aztecas, etc. Ademés de estos codices, se conservan orres seis de origen claramente prehispani- co y estrechamente rclacionados con las instituciones y cultura del mundo nahuatl. Nos referimes a los cédices Borgia, Cospi, Fjervary-Mayer, Laud, Pintura 20 de la coleccién Goupil-Aubin y Vaticano B-3773. De todos estos cédices se dara referencia precisa en la bibliografia sobre documentacién indigena al final de este libro. xxv

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