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Los procesos artsticos y culturales no se reducen a la concepcin del trabajo

enajenado. En el arte, la superacin de la enajenacin es presente, levantando una


perspectiva de utopa, o de crtica de la realizacin de las faculdades humanas, ms
all de las atividades de produccin econmica. Su autonoma, por tanto, debe ser
preservada. El arte funda la experiencia sensorial y profundiza la percepcin del
complejo histrico. La cultura, en este siglo, se insiere en el universo econmico como
actividad de explotacin y expansin del capital, pero participa tambin del nivel
simblico como uno de los mecanismos de sedimentacin del imaginario dominante.
Los vehculos de difusin de la informacin y de la cultura de masas son los medios
preferidos de ejercicio de la hegemona.

Sin embargo, aunque sea diversa en su destinacin (nel uso, por tanto), la obra de
arte se mantiene en un puesto delicado: su destino es la belleza y la satisfacin de la
subjetividad y, por eso, es un elemento de conformacin de lo imaginario. Pero ella
puede ser crtica, a despecho de que se desarrolle por medio de la industria cultural. El
capitalismo utiliza la cultura para amalgamar el todo social, pero ello no detiene el
dominio total del ato de creacin, aunque sea el detentor de los medios de produccin
del arte dominante. El conflito de clases deja su seal en las obras culturales: eso
puede restituir el aspecto crtico del arte, an en su forma masificada.

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