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fueron coincidentes al describir las tareas efectuadas por los auxiliares de a bordo entre
las que se incluía subir la mercadería del catering al micro. Repárese en que Orellana
dijo haberse desempeñado también como auxiliar de a bordo y Gerard dijo ser conductor
y manifestó expresamente que vio al actor realizar las tareas de esfuerzo detalladas. Así,
sostuvo que: “el testigo compartió viajes con el actor dos o tres veces…el testigo vio al
actor realizando estas tareas en la empresa…”.
Si bien estos testigos manifestaron tener juicio pendiente contra la
demandada, lo cierto es que lo son por causales diferentes a las aquí debatidas
(diferencias salariales, francos compensatorios) en tanto, como dije, sus testimonios
fueron coincidentes y concordantes con los de Martínez (quien no está incurso en esa
general de la ley) y entre sí y Gerard presenció las tareas desarrolladas por G S en los
viajes (art. 90 L.O.).
En cambio, los testigos ofrecidos por la demandada (Sassi, fs.
316/vta. y Diéguez, fs. 316 vta./317 vta.) no vieron al actor trabajando por lo que sus
manifestaciones resultan dogmáticas y no son suficientes para controvertir el relato de
los testigos mencionados precedentemente.
Así, Sassi dijo trabajar en el sector de personal y que nunca le
tocó viajar con el actor. Manifestó desconocer quién subía el catering al micro y agregó
que “la testigo nunca lo vio trabajando al actor”.
Por su parte Diéguez dijo ser responsable de selección de
conductores y capacitación y, si bien sostuvo que era el personal de suministro quien
debía cargar las meriendas, cenas y desayunos en los micros, lo cierto es que afirmó que
nunca vio trabajando al actor arriba de la unidad ni tuvo un conocimiento directo de las
tareas que se efectúan en cada unidad. Las demás características de la vinculación del
actor las conoce por comentarios y por sus contactos en la oficina de personal.
Tampoco resulta suficiente para controvertir las tareas de esfuerzo
descriptas por los testigos ofrecidos por la parte actora el peritaje técnico pues el perito
se limitó a describir las tareas supuestamente realizadas por los auxiliares de a bordo
pero sin mencionar de dónde extrajo dicha información. Al contestar la impugnación
formulada por el accionante señaló que esa información había sido brindada en forma
verbal por personal de la empresa demandada (v. respuesta 2, fs. 347) lo que le resta
valor probatorio (cfr. art. 477 CPCCN). Además, luego sostuvo que: “el material de
catering es suministrado al pie del vehículo por los proveedores externos en los
extremos de cada recorrido” (v. respuesta g, fs. 287) lo que confirma el relato efectuado
por los testigos de que eran los auxiliares de a bordo quienes debían cargar las cajas
dentro del vehículo.
Si bien al contestar las impugnaciones el perito afirmó que la
comida y la bebida era ingresada a la unidad por personal del sector suministro (v.
respuesta 3, fs. 348), lo cierto es que ello fue observado por el experto en un viaje que
realizó al momento de realizar el peritaje pero ello no implica que durante el período en
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que se desempeñó el actor dicha actividad no hubiera sido realizada por los auxiliares.
En concreto, está acreditado que el accionante debía
realizar tareas de esfuerzo y que los micros tenían una altura de 1,80 metros (v.
respuesta e, fs. 286) lo que lo obligaba a adoptar posturas anti fisiológicas en tanto la
empleadora no demostró, a través del examen preocupacional, que el accionante hubiera
ingresado a trabajar con una afección columnaria como la que ostenta en la actualidad.
Asimismo, debe tenerse presente que se trata de una persona joven que al momento del
egreso contaba con tan solo 31 años de edad.
En este contexto, coincido con el porcentaje de incapacidad
fijado en el decisorio de grado con sustento en el dictamen médico en el 15% de la total
obrera pues es sabido que los “baremos” son solo indicativos y que en definitiva el
órgano facultado legítimamente para determinar la existencia o no del grado
incapacitante y su adecuación y medida es el jurisdiccional, a través de la interpretación
de los arts. 386 y 477 del C.P.C.C.N. así como también que esa incapacidad guarda
relación de causalidad adecuada con las tareas cumplidas para la empleadora.
Obsérvese que esta última no demostró haberle otorgado al
trabajador faja lumbar a los fines de atemperar las consecuencias de los esfuerzos que debía
realizar G S para levantar la mercadería.
Por todo lo expuesto, propongo confirmar el fallo de grado
en estos puntos.
4) El actor reclamó en el escrito inicial los gastos que
debió afrontar por medicamentos y traslados (v. punto IV, d, fs. 14/15) y, si bien es
cierto que no acompañó facturas que demuestren efectivamente las erogaciones
efectuadas, se ha sostenido con criterio que comparto que “La reparación del daño
material debe incluir los gastos de asistencia médica, curaciones y gastos de farmacia,
pues aún teniendo en consideración que el trabajador tuviera obra social tales
erogaciones resultan verosímiles, aunque no exista prueba específica sobre el monto y
aunque el trabajador haya sido asistido por una obra social, pues todos los tratamientos y
medicamentos nunca son gratuitos, aún cuando sobre sus costos se obtengan descuentos”
(Sala II, Expte. Nro. 2359/00, sent. 89475 del 21/6/01, “Pellegrini, Rubén c/ Editorial
Sarmiento S.A. s/ accidente acción civil”; en igual sentido Sala III, expte. Nro.
16756/05, sent. 89181 del 31/10/07, “Urcola, Sergio c/ Coto CICSA s/ despido”).
De conformidad con tales premisas, atendiendo a las
particulares circunstancias de la causa y los gastos que verosímilmente G S debió
afrontar para su tratamiento y la compra de medicamentos y traslados, correspondería
hacer lugar a la pretensión por la suma reclamada en el escrito inicial de $ 1.000 por
considerar adecuada dicha estimación.
5) Seguidamente trataré los agravios que se proyectan sobre
la cuantificación de la reparación integral interpuestos por el actor y por la codemandada
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la SRT no resulta suficiente a tal fin. En efecto, como dije, la ART no acompañó en el
momento procesal oportuno –al contestar demanda- documental que demuestre haber
efectuado esa denuncia ni produjo la prueba idónea a tal fin (informativa dirigida a la
Superintendencia de Riesgos del Trabajo) para acreditar ese extremo, no pudiendo suplir
esa omisión con la manifestación efectuada por el perito ingeniero que no tiene sustento
documental suficiente.
En concreto, dadas las características de las tareas desempeñadas
por G S que revelan el incumplimiento de las normas sobre higiene y seguridad en el
trabajo pues no está probado que contara con elementos de protección, y en virtud de la
doctrina de la C.S.J.N. ya referida, debe modificarse lo resuelto en origen y admitirse la
condena solidaria íntegra de la aseguradora de riesgos del trabajo en el caso.
Esta circunstancia implica, claro está, que la aseguradora responda
por la totalidad del monto de condena fijado en concepto de daño material y moral.
7) La solución propuesta implica dejar sin efecto la imposición
de costas y regulación de honorarios dispuesta en origen y proceder a su determinación
en forma originaria (cfr. art. 279 CPCCN), lo que torna abstracto el tratamiento de los
recursos en ese sentido.
En virtud de lo normado por el art. 68 del CPCCN que establece
el principio general según el cual quien resulte vencido debe cargar con los gastos
causídicos en que incurrió la contraria para el reconocimiento de su derecho, cabe
declarar las costas de primera instancia a cargo de las demandadas vencidas, en forma
solidaria en lo que respecta a honorarios de letrados de la parte actora, peritos y tasa
judicial; cada accionada carga con los estipendios de sus propios abogados.
Tomando en consideración el mérito e importancia de las labores
desarrolladas, monto involucrado en el litigio, resultado de la lid y pautas arancelarias
de aplicación (arts. 38 L.O., 1, 6, 7, 9, 19, 37 y 39 de la ley 21.839 y 3 inc. b) y conc.
decreto-ley 16.638/57) corresponde regular al patrocinio y representación letrada de la
parte actora, de la codemandada Vía Bariloche S.A., de la codemandada Consolidar
ART S.A. y a los peritos médico traumatólogo Enrique José María Basso, perito
contador Gabriel Nieto, perito ingeniero Carlos Slemenson, perito médico psiquiatra
Víctor Daniel Dubrovsky y perito psicóloga María Lucía Afonso, por su actuación en
primera instancia, en el 15%, 11%, 11%, 6%, 5%, 6%, 4% y 5%, respectivamente,
porcentuales a calcular sobre el monto de condena con inclusión de intereses.
8) En atención al resultado obtenido en esta instancia,
corresponde imponer las costas de alzada a cargo de las codemandadas Consolidar ART
S.A. y Vía Bariloche S.A. (cfr. art. 68 CPCCN) y regular a los letrados firmantes de los
escritos de fs. 429/433-489/492; fs. 470/473-476/vta. y fs. 480/485, por su actuación en
la alzada, en el 4%, 3% y 3%, respectivamente, del monto definitivo de condena e
intereses (cfr. art. 14 L.A.). Los emolumentos del Dr. Diego Fernando Depirro serán
soportados solidariamente por las accionadas. Los restantes a cargo de cada cliente.
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