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Asesinato es suicidio: cortar la rama del arbol en la cual se esta sentado Del rey Pirro, rey de la antigiiedad griega, se cuenta que después de una gran batalla y su victoria en ella, exclamé: Otra victoria asi y yo estoy perdido. Sabfa que no debfa ganar una segunda victoria de este tipo, porque esta serfa su fin. Vivimos en un sistema que en 1989 ha tenido su primera victoria de Pirro. Sin embargo, el sistema se est4 empefiando en una segunda victoria total. Se trata ahora de la victoria sobre toda resistencia humana frente a él. Si logra esta victoria, seré la segunda victoria de Pirro, y por eso el final. Pero no sola- mente el final del sistema, sino el final de la humanidad también. Sin embargo, el sistema sufre el vértigo de la segunda victoria de Pirro. 1, El contexto de la globalizacién La palabra globalizacién se ha convertido en una pala- bra de moda. Pero esa no es ninguna raz6n para deshacernos de ella. Estamos actuando en un nuevo contexto de globalizacién que se ha impuesto en el ultimo medio siglo. Globalizaci6n nos dice que el mundo es un globo y que lo es cada vez més. Desde hace mucho tiempo se sabe que el mundo es redondo. Copérnico lo sabia, y Crist6bal Colén sacé de la tesis astronémica copernicana conclusiones que transformaron esta tierra. El mun- do se globalizé y se hizo mds redondo de lo que ya era para Copérnico. Toda la historia posterior puede ser escrita como una historia de globalizaciones subsiguientes, que hicieron mds 151 FRANz J. HINKELAMMERT tedonda la tierra en el grado en que revelaron cada vez nuevas dimensiones de esta redondez. Cuando Alejandro el Grande conquisté su imperio, se decfa de é1 que con cada nuevo pais apenas conquistaba una nueva frontera. El proceso de conquista era un proceso que as- piraba a una mala infinitud imposible de alcanzar jamas. La tierra parecia infinita, sin ninguna posibilidad o visién de con- quistarla entera. No obstante, cuando la tierra resulta redonda su conquista parece posible. Por tanto, la propia tierra se trans- formé en un objeto por conquistar. Aparece la perspectiva de conquistarla entera. Ya el rey de Espafia se jactaba de su impe- rio, en el cual no se ponfa el sol. Y el colonialismo ya se referfa a la tierra entera, que era ahora el objeto de colonizacién de parte del colonizador. Los siglos XVIII y XIX fueron siglos de carrera por la colonizacién del mundo de parte de la Europa colonizadora. Su mapa mundi tenia manchas blancas que la conquista eliminarfa. A finales del siglo XIX todo el mundo estaba colonizado y repartido entre un pufiado de pafses coloni- zados, los cuales eran pequefios al lado de la extensi6n del mundo conquistado. No se conquistaba ya con cada nuevo pafs una nueva frontera, porque no habfa nuevos paises. La tierra estaba repar- tida. Sin embargo habia varios colonizadores. Ellos tenfan ahora que enfrentarse uno al otro para poder conquistar nuevos pai- ses. Empezaba la lucha por la reparticién del botin. Con eso surgié ahora la lucha por el poder mundial. Si uno eliminaba a todos los otros, podfa aspirar a ser el duefio total y global. Eso le dio a las guerras que siguieron el cardcter de guerras mundia- les, que se hacfan por el dominio entero del mundo dominado de parte de un solo poder. La tierra como objeto de la conquista era ahora disputada entre los conquistadores. Esta conquista tiene como conditio sine qua non el sa- ber de la redondez de la tierra. Este hecho no aparece mds que como un hecho de la astronomia. Pero tiene como resultado la toma de conciencia obligada del hecho de que la redondez de la tierra rebasa con mucho este hecho astronémico. 152 El nihilismo al desnudo La globalizaci6n era mds bien una palabra marginal. No obstante, en nuestro tiempo designa una nueva etapa de esta redondez de la tierra que se distingue de una manera completa- mente nueva de las anteriores, De una manera compulsiva esta vez, estamos tomando de nuevo conciencia del hecho de que la tierra es un globo. Esta nueva experiencia de la redondez de la tierra ocurrié en 1945, con la explosién de la primera bomba atémica. Esta resulté ser la primera arma global, porque su uso futuro comprometia la existencia de la propia vida humana en la tie- tra. El acceso de varios poderes a la bomba atémica no dejaba duda de que la tierra se habfa transformado en relacién a la humanidad. Si no cambiaba su modo de actuar, la humanidad no podria seguir viviendo en la tierra. El globo estaba por re- ventar. Esta tierra ya no podia ser tratada simplemente como un objeto por conquistar con existencia independiente del hecho de la conquista. Si seguia la misma actitud de conquista del objeto tierra, ésta iba a ser destruida. Conquistarla desemboc6 en el peligro de destruirla. En ese momento comenzé una nueva conciencia de la globalidad de la vida humana y de la misma existencia del pla- neta, que se hab{a globalizado de una manera nueva. Si la humanidad querfa seguir viviendo, tenfa que asumir una res- ponsabilidad que hasta ahora s6lo se podria haber sofiado. Era la responsabilidad por la tierra. Esta responsabilidad aparecié entonces como obligacién ética, pero al mismo tiempo como condicién de posibilidad de la vida futura. La exigencia ética y la condicién de posibilidad de la vida se unieron en una Gnica exigencia. Lo util y lo ético se unieron, no obstante toda una tradicién positivista que por mucho tiempo las habfa separado. Pero, en cierto sentido, la bomba atémica parecfa toda- via algo externo a la accién humana cotidiana. Parecfa que si se consegufa evitar su aplicacién por medios que correspondfan a la politica de los Estados, se podria seguir viviendo como siem- pre. Sin embargo, la nueva globalizacién toc6 de nuevo a la puerta, Esta vez con el informe del Club de Roma sobre los limites del crecimiento, que salié a la publicidad en 1972. Los 153 FRANZ J. HINKELAMMERT limites del crecimiento expresaron de una manera nueva la redondez de la tierra, su cardcter de globo. Otra vez la tierra se hacfa m4s redonda. Sdlo que la amenaza provenjia ahora de la accién humana cotidiana, no de ningtn instrumento especifico que se podria controlar por medios aparentemente externos. Toda la accién humana desde las empresas, los Estados, y la accién de cada uno, estaban involucrados en su quehacer cotidiano. Aparecfa de nuevo la responsabilidad humana por el globo. Aunque esta vez con mucha més intensidad. La humanidad te- nfa que dar respuesta a efectos cotidianos de su propia accién cotidiana. Toda la canalizacién de la accién humana por el cAlculo de utilidad (interés propio) y la maximizacién de las ganancias en los mercados, estaba ahora en cuestién. Esta criti- ca se convirtié entonces en condicién de posibilidad de la propia vida humana, y también en exigencia ética. De nuevo, lo util y lo ético se unieron en una tinica experiencia. Siguieron nuevas experiencias de la redondez de la tie- Ira, como por ejemplo la experiencia del limite de crecimiento posible de la poblacién. No obstante, en los aiios ochenta hubo otra vez un im- pacto grande cuando aparecié la biotecnologia. La vida misma habfa sido transformada en objeto de una nueva accién huma- na, una vez mAs de presencia cotidiana. Reaparecia la amenaza del globo, y volvfa a aparecer la exigencia de la responsabili- dad por el globo, s6lo que esta vez surgfa directamente a partir del método de las ciencias empiricas. Al desarrollar el conoci- miento de elementos bdsicos de la vida, el método tradicional de la ciencia empirica -el tratamiento de su objeto mediante su parcializacién— hizo aparecer una amenaza al globo que va de nuevo a la rafz de la modernidad. Ya no es posible hacer una distincién nftida entre el desarrollo de conocimientos y su apli- caci6n. En la ciencia de la vida, y por tanto en la biotecnologfa, el desarrollo del conocimiento ya es su aplicacién. No se puede desarrollar el conocimiento sobre clones humanos sin hacerlos. Lo que ahora estaba cuestionado no era tanto la maximizaci6n de la ganancia en los mercados, sino la propia percepcién de la cientificidad. 154 El nihilismo al desnudo Nuevamente aparece la necesidad de la responsabilidad humana frente a la tierra redonda. Pero esta vez se trata de una responsabilidad frente a los efectos del propio método cientifico. Eso ha desembocado en una crisis general de la convi- vencia humana. El desmoronamiento de las relaciones humanas que est4 en curso, afecta la propia posibilidad de la conviven- cia. Cuanto més aparece la exclusién creciente de sectores de la poblacién humana, el comportamiento inhumano inevitable en relacién a estos excluidos se generaliza y es asimilado en el comportamiento mutuo entre los incluidos. No aparece una po- larizaci6n entre incluidos, quienes mantienen la capacidad de convivencia, frente a excluidos, quienes la pierden, sino que la pérdida se transforma en pérdida general. El polo de los inclui- dos disuelve su capacidad de convivencia en un grado quizd4s mayor que el polo de los excluidos. Se trata de la ultima amena- za global, que puede resultar a la postre la peor, porque incapacita frente a la necesidad de enfrentar a las otras. Aparece, por con- siguiente, la responsabilidad frente a la propia capacidad de convivencia humana. Esta responsabilidad tiene algo de compulsivo, pese a que no es algo que se da de forma automatica. Vivimos més bien un tiempo de rechazo de esta responsabilidad. No obstan- te, se trata de una responsabilidad frente a la cual no existe neutralidad. Cuando un amigo que va de viaje nos entrega un objeto valioso para guardarlo, podemos rechazar esta responsa- bilidad aduciendo razones. El amigo, entonces, tiene que buscarse a otro que se lo guarde. Nuestra actitud en este caso no es irresponsable, sino que mas bien puede ser una expresién de responsabilidad. La responsabilidad por las condiciones de po- sibilidad, en cambio, no es de este tipo. Somos responsables aunque no lo queramos. Si rechazamos esta responsabilidad, no nos la quitamos de encima. Somos entonces irresponsables. Podemos escoger entre responsabilidad e irresponsabilidad, pero no podemos salirnos de la disyuntiva. O nos hacemos responsa- bles del globo globalizado, o estamos involucrados en su destruccién. 155

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