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¿Qué es la inclusión?

Por: Juan Carlos Vélez Álvarez

La Real Academia Española de la Lengua define la palabra inclusión como la


acción y el efecto de incluir, en su típica definición de diccionario. No obstante,
también hace alusión a la conexión o amistad con otra persona. Si adoptamos
esta definición como correcta, que en sus efectos prácticos es la más útil,
vemos que en nuestra sociedad la aplicación de este concepto está un poco
errada.

Tras años y años de discurso humanitario, que aboga por la pluralidad, la


tolerancia y la convivencia, seguimos pensando que incluir al otro es hacerle un
favor. Creemos que con hacer una apertura a medias de nuestros corazones y
nuestras vidas vamos a cambiar el universo ajeno. ¡Tontos nosotros! que nos
dedicamos a aceptar con limosnitas, a recibir con condiciones; incluso, le
cambiamos el tono a nuestras palabras despectivas.

Sí, ya no decimos “mongolos”, “bobos”, “táparos”, “mochos”, sino que decimos


“discapacitados”, “lisiados” o “especiales”. Es decir, suavizamos la cosa y con
eso nos convencimos de ser mejores personas; hasta pensamos que habíamos
incluido a quienes marginamos por siglos ¡Pobres de nosotros! Una vez más,
nos ganó el conformismo.

Tal vez nuestro comportamiento obedece a que siempre hemos creído que
somos los normales, los de la vida perfecta, los hijos mimados de la Madre
Naturaleza. Claro, no somos “especiales”; sí, para nada lo somos. Siempre
estamos buscando la vida hecha, la que está llena de gozos, riquezas
materiales, belleza y felicidad ¿Felicidad? ¡Ja! ¿Qué pensarán los “especiales”
de nosotros?

Claro, siempre estamos tan ocupados buscando el elixir de la vida perfecta,


que nos olvidamos de lo simple: las sonrisas, los abrazos, los besos, las
emociones; nos olvidamos hasta de nosotros ¿Así pretendemos llegar a incluir
a los demás? ¿Sin si quiera pensar en nosotros? ¿Si se nos olvidó sonreír
sinceramente?

Por eso es que no hemos aprendido a incluir. Retomemos la definición de la


Real Academia: “conexión o amistad con otra persona” En ese sentido, la
lógica humana nos lleva a pensar que para incluir a los demás hay que entablar
relaciones duraderas con las personas. Que por lo menos va a ser algo más
que una transacción de colaboración políticamente correcta. Ah, eso sí lo
hacemos con los seres “normales”, con los “no especiales”. Pero claro, nuestro
discurso dice que debemos incluir a los otros, a los “especiales”
Ahora bien, ¿qué debería ser incluir? Incluir, en primer lugar, no debe ser dejar
que el otro entre en mi mundo, como si le estuviera haciendo el favor de la
vida. Incluir, debe ser abrirnos a los otros mundos, a esos universos ajenos, y
en ocasiones lejanos, para que enriquezcan nuestras vidas. Así, la razón de
ser de las labores “humanitarias”, o “sociales”, debe enriquecernos más a
nosotros, los no especiales, que a los ricos, los “especiales”.

Y son ricos, porque el rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita;
y estas personas son tan afortunadas que siempre tienen sonrisas para dar,
abrazos, saludos, educación y cultura. Son millonarios en amor, en amistad, en
valores. Siempre por la vida haciendo de las suyas, sonriéndole a cada
momento, sin adversidades, sin preocupaciones, sin afanes, sin jefes: ¡qué
envidia!

La razón por la que les digo todo esto, amigos míos, es porque en el marco de
las Olimpiadas FIDES 2010, aprendí que ser especial es lo mejor que nos
puede pasar, porque sonreiríamos todo el tiempo, amaríamos sin importar
condiciones de cualquier tipo, viviríamos felices con lo que somos y tenemos,
sin estar mirando la vida de los demás; simplemente viviríamos la nuestra.

Pero la lección más importante, es que en mi actuar como voluntario, aprendí


que yo no estoy acá para cambiarles la vida a los deportistas; estoy para que
ellos cambien la mía.

Por ese motivo es que sinceramente los invito a que redefinan la concepción
que tienen sobre la inclusión, para que cuando quieran hacerlo, no lo lleven a
cabo según la postura retórica y política; sino de la manera más divertida y
enriquecedora. No les quieran cambiar la vida a ellos, dejen que ellos, “los
especiales”, cambien las suyas.

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