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Antonio Gramsci Cuadernos de la eareel Edicién eritica del Instituto Gramsei A cargo de Valentino Gerratana Tomo 1 Cuadernos 1 (XVI) 1929-1930 2 (XXIV) 1929.1933 o Ediciones Era ‘Traduccion de ‘Ana Maria Palos Revisada por José Luis Gonzélez Primera edicién on italiano: 1975 ‘Titulo original: Quaderné del carcere © 1975, Giulio Einaudi editore sp. Turia Primera edicién en espafiol: 1981 ISBN: 968-41 1-064-2 Derechos reservados en lengua espaiiola © 1981, Ediciones Fra, S.A. ‘Avena 102, México 13,.D. F. ‘Impreso y hecho en México Printed and Made ix Mexico INDICE rt 37 Prefacio, de Valentino Gerratana Cronologia de la vida de Antonio Gramsci Cuadernos de Ja carcel TOMO 1 73 197 309 323 Cuaderno 1 (XVI) 1929-1930 Primer cuaderno Cuaderno 2 (XXIV) 1929-1933 Miscelanea T Apéndice I. Descripeién de los cuadernos 1. Notas TOMO 2 Cuaderno 3 (XX) 1930 Cuaderno 4 (XML) 1930-1932 Cuaderno 5 (IX) 1930-1932 TOMO 3 Cuaderno 6 (VIII) 1930-1932 Cuaderno 7 (VII) 1930-1931 Cuaderno 8 (XXVIII) 1931-1932 Tomo 4 Cuaderno 9 (XIV) 1932 Cuaderno 10 (XXXIIE) 1932-1935 La filosoffa de Benedetto Croce Cuaderno 11 (XVII) 1932-1933 Cuaderno 12 (XXIX) 1932 Apuntes y notas para un geupo de ensayos sobre la historia de Jos intelectuales Tomo 5 Cuaderno 13 (XXX) 1932-1934 Notas breves sobre la politica de Maquiavelo Cuaderno 14 (1) 1932-1935 Cuaderno {5 (IT) 1933 Cuaderno 16 CXXID 1933-1934 ‘Temas de cultura. 1 Cuaderno 17 (IV) 1933-1935 Cuaderno 18 (XXXILIV bis) 1934 Nicolés Maquiavelo IT Cuaderno 19 (X) 1934-1935 Tomo 6 Cuaderno 20 (XXV) 1934-1935 Accién Catélica / Catélicos integrales / jesuitas / modernistas Cuaderno 21 (XVII) 1934-1935 Problemas de Ia cultura nacional italiana. 1° Literatura popular Cuaderno 22 (V) 1934 Americanismo y fordismo Cuaderno 23 (VI) 1934 Critica literaria Cuaderno 24 (XXVIT) 1934 Periodismo Cuaderno 25 (XXIII) 1934 Al margen de la historia. Historia de los grapos sociales subalternos Cuaderno 26 (XI) 1935 Temas de cultura. 2° Caaderno 27 (XI) 1935 Observaciones sobre el “folklore” Cuaderno 28 (III) 1935 Lorianismo Cuaderno 29 (XX) 1935 Notas para una introduccién al estudio de la gramatica fNDICES PREFACIO Los criterios seguidos en la realizaci6n de esta nueva edicién de los Ctea- dernos de la carcel de Antonio Gramsci, aun correspondiendo en sti ins- Piracién a aquéllos anunciados oportunamente cuando tal adicién fue Proyectada,’ no pueden fundamentarse adecuadamente sin insistir en la trabajosa génesis de la obra y de sv fortuna. Por lo general, las contro- vorsias interpretativas originadas por la obra gramsciana prefieren pres- cindir de este aspecto. Se tiende a considerar esta génesis como un simple hecho, una circunstancia externa, esto es, algo a 10 que no debe darse un peso excesivo en ta evaluacién de la importancia y del significado tedrico de la obra. En tal actitud es posible reconocer un elemento positivo: el rechazo a reducir el valor de la obra gramsciana a los limites de una di- mensidn heroico-sentimental de “testimonio de la época”, solamente sus- ceptible de evocaciones conmemorativas. Sin embargo, no hay duda de que separar la trama de determinadas nociones teéricas sobre el modo como aquélla se ha formado, nos expone més fécilmente al riesgo de mal- interpretarlo, y, en el caso de Gramsci, tal cosa ha sucedido més de una vez. Algo seinejante, por lo demgs, ha sucedido también con Ios juicios sobre el hombre Gramsci. La sombra de la leyenda ha acompafado siem- pre su actividad y su obra. Objeto de odios implacables y de sarcasmos despectivos por la forma como se entregé a Ia lucha politica, podia sus- citar por el mismo motivo una admiracién que a menudo desembocd en la hipérbole o en amplificaciones deformantes. Incleso en el conocido retrato trazado por Gobetti en 1924 para Za Rivoluzione Liberale,* cuando Gramsci fue clegido diputado en un parlamento ya tascistizado, se intro- dujeron algunos efementos legendarios: aparece la imagen de un Grams- i visto como “profeta” revolucionario (“mis que un tZctico o un com- 4 Cir. Valentin Gerratana, “Sulla proparazione di un'edizione critica dei ‘Qua- deri del carcere’, en Gramsci ¢ la cultura contemporanea, Actas del Congieso Internacional de Estudios Gramscianos celebrado en Cagliari ol 23-27 de abril de 1967, a cargo de Pietro Rossi, vol. u, Editori Rivniti-Instituto Gramsei, Roma, 1970, pp. 455-76, 2 Gir, La Rivoluzione Libera Gramsci” (en la secci6n “Uomi Piero Gobetti, Seriti politci, 2 22 de abril de 1924 (eon), n. 17); “Antonio © idoe”); ef articnlo se halla ‘ahora recogido en rgo de Paolo Spriano, Einaudi, ‘Turin, 1960. ul batiente”), asf como aéros rasgos en los que se refleja més el caréicter del retratista que ef de su modelo, No puede decirse que aquella imagen fuese Jalsa, sin ninguna relaci6n con la realidad. Debe decirse més bien que en este Gramsci gobettiano, como en otras descripciones legendarizs evoca~ das en ese mismo perioco, la realidad es transfigurada, convertida sobre todo en meusaje de accién, fuente de repercusiones emotivas, al menos mientras Iogre hellar destinatarios apasionados. Cierto es que no eran muchos entonces estos destinatarios; en la sombra discontinua de su leyen- da los vacios seguramente predontinaban sobre los Hlenos, En 1927, antes atin de que se efectuara el proceso del Tribunal Especial, Togliatti escribia en Lo Stato Operaio, la revista del Partido Comunista Italiano publicada en Ia emigracién, su’ primer articula sobre Gramsci, “un ditigente de Ia clase obrera”, “La historia de nuestro partido esté ain por escribirse. Quien la escriba y sepa captar, por encimia de los sucesos politicos y ad- ministrativos parliculares, la gran linea de su formacién hist6rica como vanguardia de la clase obrera, tendra que dar a Antonio Gramsci el lugar de honor”.* Pero también podia suceder que poco después, al llegar Grams- ci al rechusorio de Turi para cumplir la condena que le fuera impuesta por el Tribunal Especial, los primeros detenidos politicos, incluso aquétlos de su mismo partido, con Ios que entré en contacto, ignoraban hasta su nombre y acogieron al recién Hlegado como a “uno cualquiera”.* El mismo Gramsci ha dejado una colorida descripcién de fa experiencia que pudo hacer con su propia “fama” durante 1as peregrinaciones por cétceles italianas en los primeros meses de detencién. En una carta de} 16 de febrero de 1927 (escrita para confortar a su cnilada preocupada pot su suerte) encoatramos estas anotaciones divertidas: “Yo no soy cono- cido fuera de un circulo bastante restringido, por ello mi nombre es defor- mado de tadas las formas més inverosimiles: Gramasei Granusei, Grémis- ci, Granisci, Gramésci, hasta Garam4scon, con todos Tos intermedios mis extrafios". En a cércel de Palermo, durante un “trénsito”, un écrata ultraindividualista, que rechazaba cualquier nombre que no fuese “el Uni- co” (“soy ef Unico y basta”) lo presenta a otro detenido: “Me present6, El otro me mird largo rato, luego pregunié: ';Gramsci, Antonio?” ‘Si, An- tonio’, respondt: ‘No puede ser, replicé, porque Antonio Gramsci debe 4 mio w caamim rege sats 4 Een Tost, revue ral Raa, 4h oe anc a Te, inenio rch or ask conceit Om ramet ay Tier, soni espe rae st mi ie oe ab enn cpt a Tea aon Ie ot del Ply pa a aa HOU sacimenae EE alt, hoo ht Ca ic, ok ring, Soe mace ee, ee Stu pepsin a om oe apnea ny os te te 12 ser un gigante y no un hombre tan pequeiio.’ No dijo nadz més, se retiré aun rinc6n (...] y se puso, como Mario ante tas ruinas de Cartago, a meditar en sus ilusiones perdidas”. Mas tarde, también el brigadier de Ia escolta, que le pregunt6 durante el imterrogatorio si era pariente del “ta- moso diputado Gramsci", mostré desconcierto al descubrir que el recluso a 41 confiado era precisamente el “famoso diputado”: “Me dijo que se habia imaginado siempre mi persona como ‘ciclépea” y que estaba muy desilusionado”. Pero Iuego no renuncié a exhibirle su yariopinta cultura de autodidacta, y en cierto punto comenzé a Ilamarle “maestro” * En estos episodios, aunque marginales, es licito ver el signo emblemé- tico de los limites impuestos ala difusién de una leyenda confiada en gran parte a una tradicién oral, a los testimonios de 1os amigos y compatieros de lucha. Indirectamente también Gramsci contribuy6, siz quererlo, a determinar estos limites, con su negativa, por ejemplo, a autorizar la pu blicacién de sus articulos periadisticos, aparecidos en su saayor parte anénimos en ef Grido dei Popoio y en el Avanti! turinés, en L’Ordine Nuovo semanal, y luego en todos los érganos de prensa del nuevo par- tido comunista. Las razones de moralidad cultural con que Gramsci jus- tified esta negativa (hablando de escritos del dia, que debfan morir “des- pués de cada dia”) tal vez no Jo dicen todo. Ciertamente, ayuda més a comprender el caricter del hombre —que influy6 profundamente, si no andamos errados, en el cardcter de su obra— aquel esfuerzo continuo de construcci6n de si mismo que es la caracteristica mas original e incon- fundible de su personalidad tal como se revela en los Cuadernos y en las Cartas de ta carcel. En esta fatigosa construccién de sf mismo Gramsci no vio nunca la misién de un “gigante”, sino mas bien el simple deber de un “hombre medio”. Asi, en’ una pagina famosa de los Cuadernos, Podia hablar de su propia experiencia como peculiar de un “triple o cua Gruple provinciano” cuyos procesos vitales “se caracterizan por el continuo intento de superar un modo de vivir y de pensar atrasado”;* y en una carta menos conocida (de noviembre de 1927) sentfa la necesidad de reaccionar ante algunas manifestaciones de pinico que le habia parecido advertir en algunas actitudes de personas de su familia, recordando los sufrimientos padeciclos desde su juventud y las penosas condiciones que le habfan tem- plado ef cardcter: ‘Me he convencide de que aun cuando todo esta 0 parece perdido, es reciso reanudar tranquilamente el trabajo, recomenzando desde el prin- cipio. Me he convencido de que es preciso contar siempre s6lo con uno mismo y con las propias fuerzas; no esperar nada de nadie y por © Chr. Antonio Gramsci, Lettere dal carcere, a cargo de Sergio Capriaglio y Bisa Fubini Einaudi, Turin, 1965, pp. 50-51, © Cir en Ia presente edicion, tomo 5, cuaderno 15 (II) § <19>. 13 Ig tanto no buscarse desilusiones, Que es necesario proponerse hacer s6lo lo que se sabe y se puede hacer y seguir el propio camino. Mi po- sicién moral es éptima: unos me creén un sataitds, Olros me creen casi tun santo, Yo no quiero hacer et papel ni de martir nj de héroe. Creo ser simplemente un hombre medio, que tiene sus convicciones protun- das, y que no las cambia por nada en el mundo." Aunque quisiera pensarse que esta “posicién moral” no tiene mucho que ver con el contenido de los Cuadernos, con los temas Politico-tesricos que interesan hoy al lector contemporéneo, es dificil negar que tiene que ver con su génesis y estructura, Gramsci inicia la redaccién, de tos Cua- dernos, en la cdtoel de Turi, ei 8 de Febrero de 1929, exactamente dos aios y tres meses después del artesto (8 de noviembre de 1926). La lentitud de esta gestaciér depende sélo en parte de condiciones externas. Prisionero de aquel régimen en el que el marxismo se ha convertido en an delito, él sabe que debe estar preparado para todo: incluso pars) “desaparecer como una piedra en el acéano” (ésta es la primera impre- j6n que recibe cuando en Ia carcel romana de Regina Coeli cree, err6- neamente, haber sido destinado a la deportacién en Somalia).* En’ la in certidumbre del destino que le aguarda, aun cuando por un momento parece abrirse el resquicio de una perspectiva menos pesimista, el proble- ma del estudio se le presenta inicialmente como un sistema de autodefensa contra el peligro de embrntecimiento intelectual por el que se siente amena- zado, En Ustica, cuando solicita, y obtiene, Ia fraternal ayuda de su amigo Piero Sraffa para un suininistro regular de libros y revistas, es en esto, so- bre todo, en lo que piensa.” Pero Ustica no es mas que un breve parénte- sis (Com algunos aspectos no del todo desagradables, tras los dieciséis dias pasadas en Regina Coeli en el mas completo aislamiento), y en la cércel de Milén, en espera del proceso (7 de febrero de 1927-11 de mayo de 1928), ef problema del estudio vuelve a presemtarse ep una Yorma ms apremiante, por la confluencia de exigencias contrapuestas. Leer y estu- diar para ocupar el tiempo ex forma stil, para defenderse de la degra- dacién intelectual y moral a que somete la vida carcelaria, sigue apare: cleado aim como ita exigencia vital, pero a condicién de que ésta en- cuentre un objetivo superior, en un resultado perseguido por si mismo, y no s6lo como medio instrumental para sobrevivir fisicamente. Entre’ el estudio como raz6n de vida y el estudio como medio de supervivencia se delermina una tensi6n que no es fécil resolver en téminos de equ librio. De esta tensién surgié la primera idea de los futuros Cuadernos, La idea, ligada a un primer programa de trabajo, es expuesta en 1a F Geamel Lae del crcere ot B86. ya # Thide'p. 398 (Carta «30 de enero © Girl cata Piso Sita Go TH ds tiebre ds 1926 (Wi, p, 15. 4 conocida carta a Tania del 19 de marzo de 1927. Ahi comienza Gramsci Por Sefiaiar como el estudio es “mucho mis dificil de 1 que parece”. Cuanto a leer, lee mucho (“ngs de un volumen al dia, ademas de los pe- Tiddicos"), Pero no exta satisfecho: “Estoy obsesionado (y este Tetid- meno, creo, es propio de los encarcelados) Por este idea: que seria pre~ ciso hacer alguna cosa ‘liir ewig’, segéin una compleja concepcién de Goethe, que recuerdo atormenté mucho a nuestro Pascoli. En suma, que~ ria, segiin un plan prestablecido, ocuparme intensa y sisteméticamente de algéin tema que me absorbiese y centralizase mi vida interior", Sigue cl esbozo de un “plan” articulado en cuatro puntos, el primero de ios cuales Parece ciertamente el mas significative y sera determinante para el des arrollo del trabajo conereto de los Cuadernos: “una investigacion sobre la formacién del espiritu publico en Italia durante el siglo pasado”, o sea {sobre los intelectuales italianos, sus origenes, sus agetipamientos’ segiin las corrientes de la cultura, sus diversos mados de pensar, eteétera, etec~ tera”. En estos “etcétera, etcéiera” debe incluirse en primer lugar la vineu- acién del tema con aquel programa de accién politica que condujo a Gramsci a la cércel: €1 mismo lo sefiala mencionando poco despues, para aclarar la naturaleza del asunto, su ensayo sobre la cuestién meridional escrito poco antes del arresto: “Pues bien, quisiera desarrollar amplia- mente la tesis que entonces esbocé, desde un punto de vista ‘dlesinteresa- do’, ‘fiir ewig’ "2° Esta insistencia en el “fiir ewig", en el cardcter “desinteresado” de Ja investigacién, estaba destinada a provocar en algunos no pocas perpleji- dades, derivadas sobre todo de ta propensi6n a acreditar una version prafe Matica del marxismo. Una seiial de desinterés politico, una tentacion metafisica? En realidad, respecto a una interpretacién tan’ simplifieadora, Gramsci se habja apresurado preventivamente a subrayar la complejidad de ta concepcién gocthiana del “fiir ewig”, pero tampoco puede pasarse or alto su ins6lita-mencién de Pascoh, un'autor tan poco afin a él, si se riensa que precisamente en una lirica pascoliana el significado de “para siempre” esta ligado a la idea de la muerte. Aunque la idea de su propia muerte ya se le habia vuelto familiar —y esta familaridad habia marcado, como é mismo recuerda, un “giro moral” en su existencia—,» Grams no se habia resignade auiea a aceptarla como un hecho ineluctable, como. una sefiai de impotencia, No habia elegido el papel de martir o de héroe, ¥ queria ser solamente, coma ya vimos, “un hombre medio, que tiene Sus convieciones profundas, y que no las cambia por nada en el mundo”. \ Thid., p. 58, in Cit le citada carta a su mujer del 13 de enero de 1931, em Je que recuerda la siniesira impresién recibida ante la noticia que Iuego resilld Inevacis-- de una Se. porlacién a Somalia: “Ahora me to de ello, pero ha sido tin golpe moral en mi vide, Porque me he acostimbrade @ la idea ve deber morir en breve” (ibid. p. 398) 15 Pero los dos canales principales de que se habia servido, antes del arres- to, para difuadiz sus convicciones —la conversacién oral y ta palabra es- crita en Jos periddicos—, se habfan obstruido ahora y no era facil sustituir- Jos. Si para el primero, el canal de la conversacién oral (y se sabe, por testimonios concordantes, la importancia que éste tenia para Gramsci, que no era ut orador de mitines), podia esforzarse por encontrar un suce- déneo en la escasa correspondencia que le estaba permitido mantener. para el segundo el problema de la transformacion se presentaba avin més complejo y dificil, Era preciso escribir, no para un publico inmedia- to, para lograr efectos inmediatos, sobre temas condicionados por circas- tancias externas inmediatas, sino para supuestos Jectores imaginarios, sin Saber si llegarfan a encarnarse, y cudndo, en lectoses reales. La eleccién de los temas, y en primer lugar def “plan? de la investigacién, debfa, por lo tanto, superar los Iimites de lo inmediato, y solamente podia surgic de un esfuerzo de profundizacién teérica de toda su experiencia (de la centralizaciéa de su vida interior, segtin la expresién del mismo Gramsci), Una idea bien clara que, sin embargo, atin necesité, para pasar a le fase de tealizacién, un largo proceso preliminar, Ya en el momento en que a idea es expuesta en Ja citada carta del 19 de marzo, Gramsci ae aculta ciettos titubeos y parece interrogarse acerca de la validez de su proyecto. El hecho mismo de haber pensado en cuatro temas distintos provoca en él cierta perplejidad (“ya esto es un indicio de que no logro secogerme”), pero luego subraya que en el fondo —“para quien observe bien”— exis fe entre ellos cierta homogencidad: “el espiritu popular creativo en sus diversas fases y grados de desarrollo, estd en la base de todos ellos en igual medida”. En realidad, en toro a este eje homogéneo se muever experiencias muy diferentes, ¢ incluso aistanciadas en el tiempo: el pri- mer (ema remite a las reflexiones sobre la funci6n de los intelectuales ita~ Jianos en el desarrollo de 1a cuestién meridional, con base en el reciente esbozo de 1926; el segundo remite a sus primeros estudios juveniles, a la escuela de Matteo Bartoli, en la Universidad de Turin, con un nuevo pro- yecto de estudio de lingufstica comparada (y aqui el “fiir ewig” retorna con una variante irOnica; “gqué cosa podria ser més ‘desinteresada’ y ‘fiir ewig’ que esto?”); los temas tercero y cvarto, por ditimo (un estudio sobre s} teatro de Pirandello y un “ensayo sobre las novelas de folletin y el gusto popular en jiteratura”), reflejan la experiencia del Grams: ‘ritico teatral entre 1915 y 1920. Aunque en distinta medida, todos estos hilos resultardn luego efectivamente extretejidos, junto con muchos otros, ‘en fa (rama unitaria de los Cuadernos; pero et aquel primer proyecto {as Tineas del cuadro tenian forzosamente que aparecer inciertas, y para precisarlas era necesario atin mucho trabajo, verificaciones y biisqueda nterior. Un trabajo tanto més comprometido’ si se piensa en las drama- ticas experiencias hist6ricas de que Gramsci fue participe durante esa 16 Gtima década, y que constituyen el fondo implicito de sus investigaciones, no tanto como su marco sino mas bien como su razdn de ser fundamental guerra y posguerra, desarrollo y crisis de} movimiento obrero. Revolucion de Octubre ¢ Internacional Comunista, lucha de masas y ctisis de} Es tado, nacimiento y ascenso del fascismo. Se comprende también que Grawsci, ya en esta primera fase de su proyecto, sentia la necesidad de buscar un estimulo dialogal para evitar encerrarse en reflexiones demasiado solitarias; se sabe, por ejempio, de una carta suya a Bordiga para exponerle 1a idea del ‘trabajo sobre’ fos “intelectuales italianos” y para pedirle que asumiera el papel de “aboga- do del diablo”.** Pero este tipo de didlogo, todo fo contrario de fiieil in- cluso en condiciones ordinarias, debia resultar simplemente imposible en Ia situacién totalmente aleatoria de las comunicaciones intercarcelarias, y Gramsci tava que darse cuenta muy pronto de gue, una vez, mis, no odia contar més que con sus propias fuerzas. Por otra parte, estas fher- zas eran defendidas, reintegradas y protegidas de los desequilibrios psico- logicos inducidos por la vida cascelaria; ademas, durante todo el periodo de ta detencién en Milén, Gramsci no logrs obtener el uso de Jos medios materiales necesarios para escribir en la celda, y ello lo fora) al método, de las lecturas desordenadas que terminan con el vaciarse de todo interés en el momento en que amenaza con dilvirze el hilo. conductor de su Proyecto inicial, En esta situacién Ta idea de una investigacién “desinte- resala” y “fiir ewig” tuyo que ser temporalnente archivada, Parece tam- bién —pero esto es slo una apariencia— que durante algén tiempo Gramsci prefirid replegarse a un tipo de estudio visto dentro de los Kimites de un simple inedio terapéutico, para ser combinado con otros medios de Ja misma naturaleza. Asi, en una carta del 23 de mayo de 1927 comuaica a Tania que se ha dedicado regularmente a algunos ejercicios fisicos co- tidianos, que considera le benefician “incluso psicolégicamente” porque le distraen “especialmente de las lecturas demasiado insulsas y hechas soto para matar el tiempo”: “un auiéntico estudio creo que me es imposible, por tantas razones, no s6lo psicatdaicas, sino también téenicas; me es muy Gifieil abandonarme completamente aun tema o a una materia y Inu dime s6lo en ella, tal como sc hace cuando se estudia en serio, a fin de captar las relaciones posibles y conectarlas arménicamente”. Es por esto Gue piensa dedicarse af estudio de tas lenguas de manera sistemética, comenzando por el estudio gramatical (sin conformarse ya con saber Lamentablemente esta canta se perdi: pevo tenemos noticias de ella a través ‘de Ae sespuesta de Bordiga (dol 13 de abril de 1927), publicada aliora en Studi Sto- rici, abo Xvi, n. 1 enero-matzo de 1875, pp. 152-54. ‘También han desaparecido casi todas la carlas expedidas por Gramsci, este 1a céro=! de Milén, a otves.confinados de Ustica: solamente se hon salvado algunas, dirieidas » Gieseppe Berit Cineliilas ahora en Ia edicion citade de fas Lertere dal carcere) wy cuanto basta “para hablar y especialointe para leer”), y proyecta una serie de ejercicios de traduccidn, que itego seran reanudados y continua dos incluso en la fatura tarea de los Cuadernos. En definitiva, aclara: “estoy decidido a hacer del estudio de las lenguas mi ocupacion predo- minante”."* Sin embargo, esta decisiéu no serd una de las destinadas a ser manteni- das, No sélo porque, para un organismo como el de Gramsci, ningiin me- dio habria resultado adecuado a su propésito mas all de un breve periodo de cautiverio, sino también porque en realidad Gramsci nunca lograria alejarse de aque! orden de pensamientos que le habjan inspirado el pro- yeeto inicial de un trabajo “fir ewig”. Ya en el mismo momento en que proclamaba su decisin de hacer del estudio de las tenguas su “ocupacin predominante”, hablaba a continuaci6n de los libros de su “biblioteca per- manente”: “esto es, de los libros de mi propiedad, que releo continua- mente y que trato de estudiar”. Y no se trata de libros que tengan algo {que ver con ef estudio de las lenguas. Por otra parte, no renuncia a ser- virse de la biblioteca de la cétcel, y no siempre encuentra estas lecturas totalmente insulsas, titiles s6lo para “matar el Uempo”: se jacta incluso de saber “escarbar” hasta en los “estercoleros” (0 de lograr “sacar san- gre hasta de un nabo”), esto es, de poseer “una capacidad bastante feliz de hallar algin lado interesante incluso en fa més baja produccién inte- lectual”,* Es un hecho que tales lecturas desordenadas —documentadas, al menos en parte, en el epistolario de este periodo— no se perderén totalmente, y también de ellas se encuentran rastros precisos en el futuro trabajo de los Cuadernos, ‘Cuando, por fin, esta tarea puede ser iniciada concretamente, en la so- jedad de una celda del reclusorio de Turi, muchas cosas han cambiado, y ciertamente no para mejor desde cl punto de vista psicolégico. La pers- pectiva de una larga detencién (garantizada ya por la “sentencia” det Tri bunal Especial) podria aparecer abstractamente como una condicién pro- picia para un andlisis te6rico concebido “fiir ewig"; pero mucho menos propicia para un detenido como Gramsci que no ha conseguido nunca habituarse —en parte porque tampoco queria habituarse— a las angus- tias y sufrimientos de la vida carcelaria, Las Cartas nos demuestran cémo estos sufrimientos no se mitigaron, sino que se agravaron, hasta llegar a ser lacerantes, con el paso del tiempo que demolia implacablemente tas resistencias fisiol6gicas de su organismo. Los primeros avisos de esta pro gresiva demolicién los advirtié pocos meses después de su Hegada a Tori x Thid., p. 93, Por lo demés, bia pasado este “deseo de estudiar idiomas” cfr. la carta del 17 de noviembre de 1930 (ibid., p. 375). 98 Ibid. pp. 111 ¥ 270. 18 (19 de julio de 1928); en diciembre un ataque de Acide Grico no je pemitié moverse sin dificultad en Io sucesivo, y para caminar duranie las horas del “paseo” necesit6 durante algin tiempo de la ayuda de otros de- tenidos. Es en estas condiciones que por fin Ie Hega el permiso para es- cribir en Ia celda, Eliminada asi la imposibilidad técnica que hasta aquel momento se habia opuesto a la realizacién de st proyecto, se trataba de superar las dificultades psicolégicas que el mismo Gramsci habia podido experimentar en los dos afios precedentes. Para esto adopté dos medidas que —al menos durante algiin tiempo— demostraron ser ‘tiles: ta prime- 1a consiste en evitar to fortuito de las Iectoras que le distrae de la reflexién en tomo a los puntos especificos de su plan de trabsjo;* Ia segunda con- siste en dedicar parte de su tiempo a una serie de ejercicios de treducciGn para “soltar la mano” y para “relajar los nervios”2* El inicio de la redaccién de los Cuadernos tiene, pues, una vex més, ritmo lento, al menos para Ta parte creativa, en relacién con el desarrollo del plan de trabajo que se ha propuesto. Un esbozo de ese plan, mucho mis articulado que el primer programa delineado en la citada carta del 19 de marzo de 1927, pero atin con la misma inspicacién, abre el que Gramsci titula “Primer Cuaderno” (estampando Ja fecha del inicio: 8 de febrero de 1929), pero para el inicio efectivo de la redaccién regular de las notas deja pasar adn algunos meses: primero necesita poner orden en sus pensamientos, mientras se dedica a la tarea relajadora de los ejer- cicios de tradacci6n. Desde la segunda mitad de 1929 el trabajo parece marchar en forma tegular, y parece haberse alcanzado un relative equi- librio entre ef desarrollo del plan de trabajo de los Cuadernos y el uso del “medio terapéutico” de los ejercicios de traduccién, Esta fase dura apro- ximadamente dos afios, hasta los primeros dfas de agosto de 1931, cuando 28 Chr. en Ia carta sf Tania det 29 de enero de 1929: “Debo hacerte algunas reco- mendaciones: 0. que no me mandes y ‘no me hagas mandar de la Libreria, libros ‘nuevos. Ahora que podré-escribir, me haré un plan de estudio: y yo mismo’ pediré os libros que necesite”; y pocos dias después, en la carta del 9 de febrero de 1929: “Te repito una ver mas que adviertas que no me manden mis libros muevos. Ahora que puedo escribir en Ia celda, tomaré aotas de los libros que me sirven y cada cier- to tempo tas enviaré a la Libreria. Ahora que puedo tomar apuntes en un curaderno, ‘ghiero leer segin un plan y profundizar determinadas temas y no puedo “devorat Tos libros. Pienso que s6lo excepcionalmente, para algunos libros de actualidad, de {0s que no puedo conocer Ia existencia, se puede pasar por alto mi advertencia™ (ibid., pp-251 ¥ 253). 37 Cir. en Ia misma carta citada del 9 de febrero de 1929: ";Sabes? Ya escribo en la celda, Por shora s6lo hago traducciones, para soltar Iz mauo: entre tanto pongo ‘osen en mis pensamientos” (ibid., p. 253);'y ms tarde, en una carta a su mujet el I1 de marzo de 1929: “nie he eafrascado en traducciones del alemin y este tra ‘bajo me calma los nervios y me hace estar més tranquilo, Leo menos, pero trabajo mis” (bid, p, 252), 78 Chr, p. 73. 19 Gramsci es atacada sitbitamente por una primera y grave crisis de su or- ganismo debilitado.® En este periodo habla iniciado, y en gran parte completado, diez cua- demos, de tos cuales tres son ejercicios de traduecién. Aun excluyendo estos titimos, el trabajo, como ahora se puede comprobar, se habia des- arroflado en forma mucho més amplia y analitica, con caracteristicas de fragmentariedad que dejan entrever claramente, sin embargo, el trazo uni- tario de 1a investigaci6n, Respecto al plan original se nota una cierta Aesigualdad de desarrollo: alguuos temes son solamente rozados, mien- fas que otros nuevos, que no se habian previsio explicitamente, fueron afiadidos y desartollados con notable amplitud. La metodologfa de Grams- ci siente fa atraccién det “detalle” y no esta dispuesta a renunciar a la exigencia de penetrarlo en su carga simbélica o simplemente de anotarlo como premisa filoldgica de las futuras investigaciones; pero al mismo tiem- po advierte el peligro de dispersién que se deriva de este método de tra- bajo, y por lo mismo se esfuerza en concentrar su atencién en los femas que més adecuados le parecen para anudar y englobar a todos los demés. En una carta del 17 de noviembre de 1930, escribe: ‘Me he fijado unos tres o cuatro temas principales, uno de tos cuales ¢s €1 de la funcién cosmopolita que han tenido los intelectuales italianos hasta el silo ut, que Iuego se dviden en tania. sezsiones: el Rena- cimiento y Maquiavelo, eteéteta. Si tuviese Ia posibilidad de consultar el material necesario, cteo que se podria hacer un libro verdaderamen- te interesante [.. .]. Entretanto escribo notas, incluso porque la lectura de Jo relativamente poco que tengo me hace recordar las Viejas lecturas del pasado. Esta tltima observacién merece subrayarse: es importante tener en cuenta el hecho de que el material del que Gramsci se sirve en la red cidn de los Cuadernos no es sélo el extraido de los libros, revistas y pe- riddicos que consigue leer en la carcel, sino también el conservado en su memoria de las lecturas, los estudios y las experiencias de todo el periodo anterior, Todo aquello que ha estade en Gramsci, a través de los modos 48 Qf, Ja carta a Tania del 17 de agosto de 1931: “i Ja una de Ia mafaua del 3 Ue agosto, precisamente hace 15 dias, tuve de repente un yémito de sangre, No se traté de yas auténiica hemortagia continuada, de'yn flujo irresistible como he oido escribir de olfos: sentia iin gorgoteo al tespirar Gomo cuando se tiene catarro, se gaia tin goipe de tos y Ia boca se lenaba de sangre {..] Esto dur6 hasta cerca de Jas cuatro y en eso ticmpo atrojé 250-300 ramos de sangre, A continuscién no me vinioron ya bocanadas de sangre, sino a intervalos catarro can grumos de sangre” '464). Gramsci intenta de todos modes en esta carta no alarmiar demasiado A su ehiigda, y babla de “indisposieion” aseguranda que “no hay nada de preccu- ponte”. 20 Tbid,, p. 978. 20 de su formaciéa y de su desarrollo, revive en los Cuadernos, y es, en este evivir, juzgado, profundizado y desarroliado. No podria comprenderse de otra manera la riqueza de contenidos que se encuentra ya en los primeros siete cuademos escritos entre 1929 y agosto de 1931. En tal periods no faltaron momentos que agravaron Ta amargura de Gramsci, y acrecentaron el penoso sentimiento de soledad que lo afectaba profundamente, En el mes de junio de 1930 recibe la vi Sita de su hermano Gennaro, aquella visita que determina “un verdadero zig-zag” de sus pensamientos.** Gennaro viene de Francia, ermbajador oficioso de las novedades sobre 1a vida del partido: el problema del “com- bio”, los desacuerdos en el grupo dirigente, 1a expulsién de tos “tres”, et- cétera, Gramsci no esté convencido, evidentemente, de que todo marche por el mejor camino, y algunos meses después, en noviembre, inicia una serie de couversaciones y debates politicos con el grupo de compaficros de partido a los que tiene forma de ver durante el “paseo”, Pero sus po- siciones provocan vivaces reacciones cn la mayoria de los compafieros, y él prefiere truncar la discusién para evitar que degenere, en 1a clausura de la vida carcelaria, en una mezquina disputa fraccionista.”? Una vez ands Gramsci se ve obligado a refugarse en su aslamiento; pero uo pa- reve que el trabajo de los Cuadernos se haya resentido por ello de mane- sa alguna, aungue cicrtamente el episodio contribuyé a acrecentar las snes psicoldgicas que atenazaban la existencia del prisionero de Turi. Una nueva fase del trabajo de los Cuadernos tiene principio después de la crisis del 3 de agosto de 1931. Ya en los tiltimos meses habia co- menzado a advertir los indicios de un setio debilitamiento que compro- metia el ritmo de su trabajo; y precisamente el 3 de agosto, « pocas horas de ta crisis, legé a desconsoladoras conclusiones acerca de la po- sibilidad de evar a cabo las investigaciones iniciadas: “Puede decirse que no tengo ya un verdadero programa de estudios y de trabajo y natural- mente ello debja suceder. Me habfa propuesto reflexionar sobre una cier~ 2° Cir Ia carta a Tania del 16 de junio de 1930 (ibid, p. 350). El episodio ha sido ‘con aleunos detalles, obtenidas del testimonio de Gennaro Gramsci, por Vida de Antonie Gramsci. BA. Peninsula, Barcelona, 1968, pm. 239 9 Lot tzcminos del debate se hallan xesunido en el conocido “informa” de Athos isa poblicado a cargo de Franco Ferny en Rinascha. 12 Ue_dilembre de 1964, Bp ATE Doro ft, tambien Athos Lisa, Memorte, Delfergasoto al Suto Stefano’ ale teu penate di Fur, prefacio de Umberto Terracini, Feitiel, Milan, 1973: 2 Gir Ia carta 4am del 27 de illo de 1931" "Es elerto que desde Hace slen- not meses sufto mucho de pétdida de memoda. Ya deste hacealgdw Hosp He tenido fuertes juquoras come en st pasado’ Gaqieeas que llamar absolutes). pero a cambio me resiento més, relalivamente, de un estilo permanente ve ned dicarse en resumen como tina evaporaci ineapacidad de concentrar In stencion, del pe asd) ‘del cerebro; fatiga difusa, atucdimiento, tamiento de Ja memoria, etvétera™ (ibid., 2 ta serie de cuestiones, pero debia suceder que en cierta punto estas re- flexiones habrian debido pasar a la fase de una documentacién y por lo tanto a una fase de trabajo y de claboracién que exige grandes bibliote- cas, Esto no quiere decir que pierda completamente el tiempo, pero el hecho es que ya no tenga grandes curiosidades en determinadas direccio- nes generales, a menos por ahora.”* Pero la crisis sobrevenida poco des- pués, ea a noche del 3 de agosto, se convierte en un nuevo acicate que feacelera el ritino de trabajo seguido hasta aquel momento. Su salud pre- cisaria ahora reposo absoluto y curas adecuadas, cosas imposibles en su situacién; pero tampoco es posible pensar en ningin tipo de trabajo que sirva todavia como medio terapéutico, Asi pues, abandona los ejercicios de traduccién y se concentra por el contrario en el esfuerzo de profun zar la investigacién y de reestructurarla en una nueva serie de cuadernos. EI plan de trabajo es reformulado bajo el titulo general de Note sparse & eppuni per una storia degli intellettuali italiani (Notas varias y apnn- tes para una historia de los intelectuales italianos], y va acompafiadla por una lista de “Grupos de temas”, que luego servir a Gramsci para reco- ger y reelaborar en “cuadernos especiales”, dedicados cada uno a un solo tema, notas dispersas en diverses cuadernos escritas anteriormente en forma miscelénea.** En sustancia éste serd el plan definitivo de los Cua- dernos, aunque modificado en el curso ulterior del trabajo con algunos enriquecintientos y variantes. En esta segunda fase, que va desde fines de 1931 hasta fines de 1933, el trabajo realizado resulta particularmente intenso © importante, tanto més si se piensa que son los dos afios peores por las condiciones'de sa~ ind de Gramsci, aquellos en fos que los recursos naturales de su orga nnismo resultan Comprometidos irremediablemente. En este periodo, a los primeros siete cuadernos ya iniciados (ademas de los tres cuadernos tni- camente de traducciones) se suman otros diez®* que conservan un lugar central en Ja estructura de todos los Cuadernos, aun cuando algunos de ellos serfan completados sélo en el periodo subsiguiente. Cuadernos de notas misceléneas y “cuadernos especiales” se altestan en ¢l trabajo de es- ta fase: Gramsci contintia explorando el terreno de su investigacién, mien- tras se esfuerza al mismo tiempo pror reordenar el material ya recogido eescribiendo en segunda redaccién notas ya esbozadas en los cuadernos precedentes. En niagin momento, sin embargo, considera haber aleanz do la forma definitiva de Jos “ensayos” proyectados: éstos no se eseril ran nunca, y respecto a ellos todas las niotas de los Cuadernos, en sus eid, p. 459. = Cir_en In presente edicidn, tomo 3, cuaderno 8 OOXVIII). oe No'se toma en cuenta aquf el charia euaderna vinicamenie de traducciones, ex crito en 1952: cn realidad wa ciaderaitlo de pocas paginas, sélo una distraccidn de algunas horas, 2 diversas redacciones, s6lo representan una recopilacién de materiales pre- paratorios. Sobre el caricter provisional (de “primera aproximacién”) de sus anotaciones, Gramsci ya habia llamado la atencién en uso de los pri- ‘meros cuademos,*" y ahora, en la nueva fase de su trabajo, siente Ia necesidad de repetir més de una vez, la misma advertencia, En la premisa al nuevo plan de trabajo aclara que el caracter provisional de sus notas no s¢ refiere s6lo al aspecto formal (a ta “distincién entre la parte prin- cipal y la secundaria de la exposicién, entre lo que seria el “texto” y Io que deberfan ser las ‘netas’”), sino que afecta también a las mismas de- terminaciones det contenido: “se trata a menudo de afirmaciones no con- troladas, que podrian llamarse ‘de primera aproximacién’: algunas de ellas en las investigaciones ulteriores podrian ser abandonadas e incluso la afirmacién opuesta podria demostrar ser Ia exacta”.** En este rechazo a atarse las manos con conclusiones o formulaciones de caricter definitive pesa no sélo el escrépulo del estudioso que sabe que no puede disponer de los instrumentos necesarios de control filolégico, si- no con toda probabilidad también la exigencia politica de controlar sobre todo los desarrollos reales del movimiento que se realizaban en el mundo “extemo” del que habia sido excluido, la validez de la trama ideal que 41 va tejiendo en estas sus solitatias reflexiones carcelarias, Grainsci ti6 todo et peso de su aislamiento, tanto mayor cuanto mas empeoraban sus condiciones de salud, que hacfan cada vez menos segura la pers- pectiva de poder reanudar los “hilos rotos” de su vinculo con el mundo." Su amigo Sraffa, a quien Tania transmite en este periodo les cartas de Gramsci, trata de hacerse interlocutor indirecto en las reflexiones de los Cuadernos sugiriendo 2 Tania temas que proponer al recluso aislado, mue- vos estimulos a sus necesidades intelectuales amenazadas por el desgaste de la vida carcelaria, No obstante, se avecinan los momentos més agudos de una lucha por fa supervivencia de un organism que reacciona con = Cfr. en Ia presente edicign, tomo 2, cuadernot (XIN) § . % Gf. on Ja presente edicién, tomo 3, eusdemo 8 (XXVIII). Lo misma auver- tencia reaparece luego en tq cuaderno sicesivo del mismo periodo: véase tomo 4, cuaderno 11 (XVID) 24 profundaniente afectado, no revela ya posibilidades de recuperacion, y por lo demés tampoco parece que en la clinica de Formia le fueran admi- nistradas curas adecuadas a la gravedad de sus males. Con fuerzas per- manentemente debilitadas, la reanudacién del estudio y de la redaccion de tos Cuadernos es atin una continuacién del trabajo anterior, pero no lo- gra ir més alld de cicrtos limites. Todos los cuadernos de Formia son “cuademnos especiales”, divididos —-salvo pocas excepcioues— segiin los “grupos de temas” establecidos 2 fines de 1931. El trabajo predominante consiste por lo tanto ef retomar las notas dispersas en los diversos cua demos misceléneos para reagruparlas por temes en los nuevos “cuader- nos especiales”. En lz nueva redaccién fas notas son a veces reelabora- das, con alguna puesta al dia en base a nuevas Iecturas y a nuevos datos obtenidos, pero mas a menudo son solamente tomadas at pie de la letra, como en una simple copia mecénica, Los momentos més creativos son consignados, sin. duds, en algunas notas afiadidas en los cuadernos del periodo anterior. ‘Nada cambia sustancialmente en esta situacién cuando, en octubre de 1934, Gramsci obtiene la libertad condicional, con base en las disposi- ciones generales establecidas sobre la materia; ni cuando mas tarde, en agosto de 1935, es internado en la clinica “Quisisana” de Ronta, En sus condiciones fisicas, y bajo un régimen de estrechisima vigilancia policia- ca, la vida del “libre vigilado” no es précticamente distinta de la del ecluso, La mente sigue hicida, pero sus euergias lo abandonan poco a poco. El organismo, extenuado, se apaga lentamente. El trabajo de los Cuadernos ha terminado, y ya no podré completarse. " Inmediatamente después de ta muerte de Gramsci (27 de abril de 1937) ‘Tania Schucht se encarg6 de poner a salvo los matruscritos de los Cua- demos. Mucho se debe a la abnegacién y al espiritu de sactificio de esta mujer: gracias a su actividad silenciosa y discreta pudieron evitarse los primeros y més graves peligros de una dispersién de la obra gramsciana. Si estos manuscritos no se hubieran salvado, de Gramsci habria quedado sobre todo el recuerdo de una leyenda. Fuera ve fa Italia oficial, la con- mocién por su desaparicién fue profunda, enite sus compafieros de pat- tido y en los ambientes antifascistas, pero se hallaba también bastante dfondida la impresin de que su personalidad no habia tenito modo de expresarse en toda su plenitud."* Era una impresién que s6lo podia su 8 Sobre la repercusién iomediata de la desapaticign de Gramsci, cfr, Paolo Soria ng, Stori del partito comunista italiano, vol, it, Kinaudi, Turia, "1970, pp, 145-58 (ap. vil La’ morte di Antonio Gramici). Particulacmente significative es el pa 25 perarse después de que fuera conocida Ia obra de los Cuadernos, ‘Naturalmente, una publicacién inmediata de este material en Italia no era ni siquicra imaginable en aque! periodo. Por otra parte, fos manus Gritos no estaban en modo alguno listos paca fa imprenta, y @ este propé- sito se oponian problemas de no fécil solucién, Segin el testimonio de Tania, Gramsci le habia confiado a su debido tiempo el encargo de transmitir todo a sy mujer Giulia, reservandose el dar posteriormente otras disposiciones. En. realidad, estas jltimas munca Hegaron, y por con- siguiente Tania habia pensado preguntar a Sraffa si queria hacerse cargo de la tarea de “poner en orden” los manuscritos, para tener la seguridad de que esta labor fuese Mevada a cabo por “una persona competente”, en espera de poder enviarlo todo a Mosca. Pero Srafta, sabiendo hasta qué Punto importaban estos manusctitos a Togliatti y a los otros dirigentes del partido,® consideré que no era oportuna ninguna interferencia de su parte, y aconsejé a Tania no retener el precioso material mas de lo nece- satio, sino mandarlo a Mosc apenas pudiese conseguir un medio de ‘transporte seguro. Este consejo es seguido por Tania, que entretanto se encarga de apli- car en Ja parte exterior de los cuadernos etiquetas con una numeraciGn de control, que no toma en cuenta el periodo de redaccién de cada cua- derio, ‘Tal numeracién progresiva abarca 31 cuademos, mientras que quedan excluidos otros dos cuadernos que tienen ya mareado un nimero en la tapa: cl mim, IM para un cuademno titulado La filosofia de Bene- detio Croce, y el néim. IV bis para un cuaderno titulado Niccold Machia- velli Ii, Asi pues, son en total 33 los cadernos gramscianos que Tania consigna para Mosci, el 6 de julio de 1937. Pero la expedicién se pos- pone, y todavia durante um ailo los manuscritos permanecen en Roma, saje de una carta de Mario Montagnana a Tosliaui, citada por Spriano: “, sin duda pocos pueden comprender plenamente, tan profundamente como nosotros, Ta, grave Mad dela pérdida suftida por el partido y por lanto de todo nuestro pueblo, ¥ esto porque Antonio revelaba sit grandezi, sus eoormes cualidades politices, intelectuates ¥ morales, sobre todo en los coloquios, en la vida eomdn de todas lag horas. Si embargo, me ha impresionado ofr un joven, un compare que ni siguiera eonocis a Antonio decirme que {9 més (régico, 1o més dolyroso, en la muerte de Antouic, es et hecho de que su genio ha sido en gran patte, ;cdmo decitlo? inutiizado y por tanto desconocido” ibid, p. 152), 2° Cir la carta de Tata a Sraffa del 12 de mayo de 1937, publicida on Apéndi cea las Lattere dal carcere, cit. p. 915, ‘ ; 5 “Bi cuidado de ia hetencla politica y literaria de Antonio es algo demasiado importante para gue pueda ser dejado al azar de questros encuentros”: asi esr Topliatti 4 Sraffa en una carta del 20 de mayo de 1937, dosde Moses (publicada en Rinasciic del 14 de abril de 1967). 30 La noticia se toma de una carta de Tania a Stoffe del T de julio de 1937: “Ayer enlregué los cuadernos (todos cllos) e incfuso el catéloge que habia comenzado” Este “catélogo” es um cuaderno en el que Ja misma Tania habia proyectado redactar tun fodice-inventario de todas tag notas eseritas por Gramsci en sts cusdernos. Leva 26 custodiados en lugar seguro. Llegarin @ Mosca, junto con Jos libros y efectos personales de Gramsci, s6io en julio de 1938. Los toma en con- signacién Vincenzo Bianco, en calidad de representante italiano en 1a Co- mintera. Togfiatti esta en Fspatia, pero muy pronto recibe las. primeras fotocopias de los cuadernos y comienza a estudiar, junto con otros com- Pafieros, los primeros proyectos de publicacién.”” En efecto, el precipitarse de los acontecimientos politicos y por dltimo Ja guerra muadial no pueden sino entorpecer y retardar eualqnier proyec~ (© de este tipo. Ciertamente que Gramsci, de haber estado con vida, hu- biera sido el iiltimo en dolerse de semejante retardo: no por nada quiso dedicar su trabajo carcelario a una investigacién “fir ewig", que pudiera sobrevivir més allé de Ja batalla politica inmediata. Como combatieatc politico habia hecho, incluso en Ia edrcel, todo cuanto habia podido. No eligié voluntariamente 1a via del martirio, ¢ incluso luché desesperada- mente por su supervivencia fisiea, pero siempre se neg6 a negociar su sal- vacifn con aquella peticién de gracia que repetidas veces le fuc solicita- da y que él consideraba un “suicidio politico”. En este tipo de decisiones Gramsci era todo lo contrario de un ser aislado: seguia siendo parte inte- grante de un movitniento de lucha lamado a comprometerse en todos los frentes en encarnizados combates cotidianos. Sélo una serie de friunfos en estos combates habria podido garantizar ix perspectiva de aquellos tiempos por los que Gramsci habfa trabajado en sus Cuadernos, La lucha contra el fascismo estaba aGn en curso, ¢ Italia no habia sido adn totalmente Hberada, cuando aparecen los primeros anuncios de la préxima publicacién de los inéditos gramscianos.** Algunos de esos anun- cios eran en realidad prematuros, demasiado anticipados a la posibilidad material de preparacién de Jos textos.** Sélo despnés de terminada Ja gue ‘ana etiqueta con la leyenda “Catiloge 1, Elenco de los temas tratados en los eva- dernos”; el indice est? exmmpleto respecto a doz cuadernos, ¢ incompleto tercero. “También este cusdetno se conserva actualmente junio a los manusetites ginales de Gramsci 3t Ce, Spriano, Storia del partito comunista italiano, vol. a, cits p. 156. 34 Una primera descripeia sumaria de los Cuadernos, “cuya publicacién debers iniciarse pronto”, esté en un articulo aparecido em la Unita de Napoles el 30 de abril de 1944 (“Treredita leteraris di Gramsci"). El artfculo no esté firmads, pero debié de ser escrito por Palmiro Toghatti, quien poco antes habia Hegado a Italia. Alguun noticia sobre los Cuadernos y sabte las Carvas habia sido anticipada Ya en wn articu- lo de Mario Montagnana, “OW scritti inediti di Antonio Gramset", pubticado en Ia revista Stato Ozerafo, Nueva York, marzo-abril de 1942, junto con algunos exteactos de las Carzas ce la cércel. Sin embargo, Moatagnana advertia que “los cuadernos que Contienes Tas notas de Gramsci no estén adn listos para la publicacion”. 30 Huy que recordar que pocos dias después de la liberacién de Rotya se puso en circulacign’ (con fecha del 7'de junio de 1944) el catilogo de una nucva casa edito- tial, “La Nuova Biblioteca”, dirjgida por Palmiro Togliatti: el plan, preparado con la colaboracion de Felice Piatone, prevefa cinco volimenes, das de tos cuales. de cados a les Eserifos en fa circel. Segin el testimonig de Carlo Bernari, Togliatti ha- 7 demos de ta céveel. Peto aun cuando tal orientacién debiese encontrar reservas, sigue justificando los criterios adoptados la neeesidad de ofrecer ‘un instrumento de lectura que permita seguir el ritmo de desarrollo con que la investigaci6u gramsciana se desarrolla en las pagintas de los Cua~ dernos. Asi pues, esta edicién da por supuesto no hallarse graveda por hipotecas interpretativas, aun habiendo nacide en ef cuadro de una linea de interpretacion del peusamiento de Gramsci, Para confirmar tal aspira- cién pueden servir también las aclaraciones téenicas que siguen 1. En primer lugar se ha procurado reproducir el texto de los Cuader- nos tal como éstos fueron escritos por Gramsci, de manera que nada ex- terior se interponga entre este texto y el lector. Con este objeto e} aparato critico est4 separado del texto de Gramsci y Jo sigue al final de la obra.* El lector podrd recusrir a € cuantas veces le sea necesario, pero sin ser distraido por continuas Hamadas en su lectura independiente. A pie de pégina se han afiadido sélo las pocas y brevisimas notas que sefialan variants del texto o rectificaciones realizadas. 2. Los “cuadernos” ban sido ordenados segin el orden cronolégico de redacci6n reconstruido sobre 1a base de verificaciones objetivas, indica- das en la “Descripcién de los Cuadernos” (que es una seccién del apara- to critico). Sobre esta base los cuadernos han sido numerados en orden Progresivo, conservando sin embargo, entre paréntesis, Ia vieja numera- cién dada por Tania, como ya vimos, en simple funci6n de control.** Los cuademos asi numerados son veintinueve: del 1 (XVI) al 29 (XXT). Con un tipo de numeracién distinto se han marcado los otros cuatro cuader- ‘nos que contienen solamente ejereicios de tradueci6n: A (XTX), B (XV), C (XXVD, D (XXXD. También en este caso el miimero romano entre paréntesis se refiere a Ia vieja numneracién de Tania Schucht. La recons- truccién del orden cronolégico de los cuadernos ha sido posible casi siempre, como se ver, sin mérgenes de incertidumbre apreciables, pero hay que advertir que tal orden concierne s6lo al inicio de la redaccién de los diversos cuadernos, pero en los cuales Gramsci, a lo que parece, trabajaba a menudo contempordineamente, completindofos en algunos ca- sos a gran distancia de tiempo. En el interior de cada cuaderno se ha seguido por regia general el orden material de las paginas, salvo cuando resultaba claro que Gramsci se habia atenido a un orden distinto. En todo * En la presente ediciéa la “Descripein de los Cuadernos” y lag notas corres: pondiente «cada Cuaderno aparecen al final de eada uno de Jos tomos {2.) “+ Para los dos cuademos no numerados por Tapia par estar ys setialados con los sximeros provisionales TIT y IV bis, ee be preferide por razones de uniformidad, y para evitar confusiones, integrar entre paréatesis In numeracign incompleta de Tania ‘Schucht se trata de los cuadernos 10 (XXXIIL) y 18 (XXXIL- IV bis), 30 caso, el: mémero de las paginas originales de cada ewaderno aparece sefia- lado’ al margen en el texto de Ja presente edicién. 3, Bo Ta segunda fase de redaccién de los Cuadernos (1931-1933), y més atin en la tercera fase (1934-35), Gramsei —procediendo ulteriormente en el trabajo— cancelé (con largos trazos de pluma, que no obstaculizan la lectura) muchas de las notas escritas en primera redaccién para Juego retomarlas casi siempre, mas o menos reelaboradas, en otras notas de la segunda redaccidn, sobre todo en los “cuadernos especiales”, en donde los textos estén agcapados por temas. Nuestra edicién, que’ reproduce fategramente el texto gramsciano, ba dejado las notas de primera redac- ci6n en el mismo lugar en que se allan colocadas en los cuadernos ori nales; pero también para hacerlas inmediatamente reconocibles las ha sefialado con una tipografia menor. Al final de cada una de estas notas si- gue una Hamada-que remite a las péginas originales del cuaderno en el que se puede encontrar la misma nota en segunda redaccién. Del mismo modo, al final de lus notas de segunda redaccién se encontrard la indica- cién de fos textos correspondientes en la primera redaccién, Las notas carentes de esta indicacién son textos dejados por Gramsci con una redac- cién tinica, En las “Notas” del aparato critico, las indicaciones relativas a las ca- racteristicas de cada pardgrafo del texto y.a sus vincalaciones se hallan conienidas en forma mds detallada. Para mayor claridad, y para evitar excesivas repeticiones, se indican como textos A aquellos de primera redac- cidn como textos B aquellos de redaccién dnica; como textos C aquellos de segunda redaccién. En cl paso de los textos A a los textos C, Gramsci no siguié un ctiterio ‘uniforme. En algunos casos, diversos textos A son ‘concentrados en un Yinico texto C; en otros casos, al contrario, un texto nico A es subdividido en diversos textos C; todavia otras veces existe per- focta corresponceneia entre las notas de primera redaccién y las de segun- da redacci6n. Inchiso ef grado de reelaboraci6n de los textos es muy va- Fiable: se va desde casos en los que el texto de primera redaccién es apenas reconocible en la segunda redacci6n, enriquecida por importanti- simas integraciones, hasta otros casos en donde por el contrario el texto A ¢s simplemente repetido al pie de la letra en el correspondiente texto C. 4. Bn todos los cuadernos las aotas de Gramsci tienen al principio, casi siempre, un signo de pardgrafo (5), seguido en muchos casos por an dtufo, En el texto de la edicién hemos conservado naturalmente estas indicaciones, integrando sin embargo el signo de parfgrafo con un ntime- ro progresivo para cada cuaderno, con el fin de satisfacer las exigencias de consulta. Estos ntimeros aiiadidos, como cualquier otra integraciéa hhecha por los editores al texto de Gramsci, son identificados por parén- 31

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