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sao va ‘sot ou au now 389] nex ou © eur te mac at jou Jung g 8 & os CaPfzvto VI. LOS CASOS DE ARMONSA: RELACIONES EDUCATIVAS CARACTERIZADAS POR EL INTERCAMBIO Y EL RENUNCIAMIENTO. A) COMPORTAMIENTO DE ALGUNOS EDUCADORES ONSERVADOS EN CORRELACION CON LAS” REACCIONES DE SUS ALUMNOS, Puede decirse que dos seres colocados el uno frente al otro estén en “situacién de intereambio” cuando uno ofre- ce una parte de si mismo al otro, recibe otra de ésie y re- ciprocamente. Las formas conscientes y voluntarias de este intereambio en el maestro en presencia del alumno culminarén en un mutuo enriquecimiento. Buscando un mejor_conocimiento del_slumno_para_guiarly mejor en su_desarrollo, le_provee Jos_medios_m4s_adecundos pars aleanzar_ese objetive y se siente recompensado por el goz0 de haber cumplido un trabajo educativo creador de vida_verdadera, que le da Ja impresién de prolongar su propia existoncia. sto intercambio variaré segiin la im- portancia.y. Ia naturaleza de lo que el maestro pueda dar y recibir. En los extremos no serfi para el maestro més ‘que Ia entrega total de si mismo, con el completo olvido de su persona y el més puro renunciamiento. Esta diver- sidad se encuentra en los sigufentes casos que hemes po- dido observar. ami wun ung onc 19ex >uro: pu wp .3u0 amd un ks "our re on, a ™ wr z 3 == 1) Caos de camaraderia, Bl Sr. P, profesor de francés, es el eamarada de st alumuos. Les tutea con facilidad, les permite’ familiar ‘se con él, interviene en sus partidos de fiithol. No tes castiga ni trata de brillar entre ellos; se compacece de | sus pequeiias miserias; en suma, se pone a su nivel y lee jada Ja impresién de compartir su vida, Contrariamenty fa Jo que podria creerse, as reacciones de los alummos no Siempre recelan tna armonia protunda. Pedro 8. se sien- 2 jneémodo con este profesor ys mayor «Me qniere Pe oor jeven ¥ buses, una camaradarin que a le parece artificial: Me siento avergonzado frente a él. No es un marada. Lo siento més viejo que yo y no puedo oly Jar que es el profesor. Por mucho que hagt no podrs Solocurse con’ nosotros subre el plano de iguaidad aque exige le camaraderias encuentra en todos La misma reaceién de Pedro 3. r aquellos que continiian reapetande al profesor por confor Jar y que ven una fulta de pudor en su deseo . por el contrarfo, mas libres y cambiar ese respeto tradi- tudo a mismo de camayaderia. Otr mas Invlones, no dudardn en cional en utta irreveregcia, que los Mevari sober ; le farsa y Ja muchachada, Roberto P. no peridona al Sr. P. Su espiritu frondosa, que en algunos aspects es Is expresién vigorosa de un sentido critico ya sesarrotledo, encuentra en el clima de liertsd e igualdud que supone grandes posibilidades para cjercerlo. Ja camaraderii a enta— me pidid lo Hace algin tiempo —nos cuenta— mo acompafara en un paces, Como podemos hublarle ti- Tremente le respondi que aceptarfa con mucho gusto si él fuese una muchacha, <1 Es Lal In necesidad que Roberto P. tiene de respetar y admirar wn profesor que se ponga per encima de él que considera que el Sr. P. es un profesor pecs eapay: Wate filtimo rencciona contra unos ¥ ofrus. A los que parecen sustraerse @ sus requerimientos les pide que no sean vie- jos antes de tiempo, con lo cual no ince mfx que aumentar In distancia que Ics separa de ellos tomando Ia actitud equiveca de In persona mayor que juzga y del camarada que tiende la mano, No se consaela de su fracaso mas que con uno o dos alumaos que parccen responder més féctl- niente 2 sus-esperanans y refuerza para ellos Ios lazos de una camaraderin que termina por hacerse exclusiva y més 0 menos inperinsa, Cuando en el eurso de un juego los “farsantes” intentan ridieuizarlo es el primero en reir; buen jugador, fingir Inegn no darse euenta que al- gunas alomnos se burlan de él, para después enojarse y corregir a los “mirsrables” que supone indignos del afec- to que les profeea. BI camavada se convierte entonces en el intratable magister dispuesto n imponer su autoridad. La verdadera eamaraderia no puede existir si no se da ‘acompaiinda en el alumno de un cierto respeto. Tuvi- moi una confirmacién de cllo preguntando” a Tos alum- na del St. P. cémo concebian las relaciones del profesor y del alumno, Respondieron en el sentido de una amistad vonfiads y respetwasn max que en cl de una verdadera camaraileria Poca importa el fisien de wn profesor, Lo que de- searia en cles, primeramente, un esfuerzo de acer- camiento a los’aluunnos. Un profesor que si expone sus opiniones no deja por eso de encauzar la de los otros. Que se ponga al nivel de los alumnos en sus explicaciones. Que sea estricto, si es necesario, para la diseiplina, En una palabra: un profesor que no tenga nada de superior ¥ que. asigne un pequefio In gar a las actividades extraescolares. Otro declara: ecearia ui profesor que antes que nila sen sim- patico F que nose ofusque cvando un slumno no pueda responder a una de sus preguntas; un profe- Tor ave sep altacese In estima 9 e1 afecto divit6>- fave" tmoverademente, por otra parte) con Jor alum: mony qe co ha estentaelon de sos anouimiento fn ausentfoonmarada al ual debisramnoe mea 72 Pele. le ucercamiento Las respuestas treducen un deseo de acercam alizads con inaderacion y comprension y en &l que cade tuo conserve si lugar, Por el contratio ta enmaradersa demasiado extrema cenduce a un fracaso mis 0 menos dolorcso, Este es la conclusién a que Mega wn profesor de éseuela normal que nos fa confiado su amarga expe riencia. Despités de cinco afios de duro cautiverio en Ale- mania y de penoras pruchas, bajo el peso de la nostalgia Te une vuatad. perdi, enpciments fn nesta poner sis relaciones con Jos alunos bajo el signo ie Ia amistad, la indulgencia y Ia camaraderia. Con frecuencia Jo falts coraje yara proreguir si experiencia hasta ef fin y suftir numeraras pruebas en el curso donde la “eama- raderia” de Ics alambes ge tea con una cierta perverst dad. Fin ecte tipo de relaciones es siempre o} profesor of que bace Tes sacrificies indispensables, como'lo demuestra lente eseena que € nos relaté Un dfs, hacks et mes de febrero, los afurmnos, so encortrsbon justn en is etal del fiempo que debian Pasar ea su escuela normal, Tradicionslmente ene Gia es Hemado “el dia del trastorno”. El gozo reina- boa en todas partes y ia costimbre queria que todo te hiclera de una. manera insblita, contraria a los actos exeslares, corrientes. Ties napeles ¢ invirtieron: un alumro hizo de protesor y cl profesor se convirtlé I. Algo de clo os lo que aspira a realizar Ja Sra. C., pro- fe eae ep el alummo que sentado en un banco poiia some- terse a Jas preguntas de aquél. Los alumnos nada temian; sabian bien que su profesor no pedia més que enirar on el juego. La clase comerz6. Llegé el profesor alumno y el verdadero profesor lo vi6.en- Tar con el corazén oprimido. Su colega por un dia habia tratado de imitar su presencia cubriéndose con Topas viejas con easi diez aifos de «so, acentuando exageradamente su aspecto pasado de moda: panta- Yon muy largo, chaqueta muy corta y cellida como se los Ilevaba en 1998, contrastando con la moda actual, Exan las ropas que el profesor Yovaba entonces, los ‘incor que habia encontrado después de tantos afios flo ausencin... Todos los alummos pataleaban y refan vstrepitocamente ante esa carleatura; el profesor era ol Ginieo en pensar con amarguea en a guerra yen tantas pruebas sufridas, Era necesario reir. Respon- ia de buen grado a todas Ins preguntas pianteadas, pero los alunos no sospechaban como lo herian ha. blando con ligerezs le wn pasado reciente del cual ijn quedaban huellas en su earne. A veces tienen mucho mérito los eduendoves que rien Jcon sus alumnos. Es ovidente que los adolescentes cest no pueden dejar al profesof entrar facilmente como un igual, en Ja pequefta socfedad que forman. Querer ai adolescente tal cual e, hasta ef punto de identificars con él y con su comportamiento no puede ser solucton pa a ol profesor. Es preciso, pues, buscar otra forma de aproximacién que no excluya el respeto, y aceptar las in- evitables diferencias que existen entre alumnos y edu- adores, 2) Caos de amistad. sora de historia que quiere ser la-amiga de sus alum- — 10 — nos (“clase de tercera”) suscitando discretamente una atmésfern de afecto susceptible de despertar en aquéllos tuna especie de respetuosa simpatia’ Trata de crear cutee alla y los slumnoy una corrionle a fa vez afectiva ¢ inte- lectual, Su deseo es Hevar al alumno a eumplir su desarro- Ho moral e intelectual fartiendo de &1 mismo y, no do uns Solicitucién exterior eualquicrs. Fl alumno no tratara de -atrollarse para complacer al profesor, ni para probar- le su reconocimiento, ni para imitarlo; para él misnio, y po pare otro, intonta perfeccionarse, ‘Ante esta perspectiva, Ia Sra. C, se mantiene on of limite de las relaciones intelectuales, pero con el agreya- Go de un mati2 afectivo' hecho de buen humor y sencillez, fcientemente discreto como para no impulsarlo a adhe- rirse demasiado a ella, Sabe el precio de la modestia que no es otro que el de una camaraderin desprendida de une iva familiaridad, Volviendo tx espalda a toda esp: cie de imperistismo, toma frente a los alumnos una acti. tud que, siempre humana y comprensiva, no oculta ningu- na intencién ofensiva, invasora 0 dogméticn, La Sra. C. colabora siempre, como amiga esclarecida, con los alum nos en su educacién y en In biiéqueda de la verdad. La mayoria de ellos responde confiadamente a su Mamavo por un desvo de expausign personal y por el sontimiento de su propia libertad. Pero algunos no reaccionan tan fa- vorablemente ante su actitud. Bs el easo de Simona R que no aprecia la modestia de su profesora colociudola por debajo del nivel de los otros profesores, La considera poco capaz, insegura de si misma y confusn en aus eNise- fanzas. Simona sélo esta dispuesta a admirar a otro pro- fesor que halaga su gusto por el artificio y el aropel por medio de una ostentacién de conocimientos brillantes. Simona se vuelve desdefiosa, despreciativa e irreverente con respecto a la Sra, C. quien no se ofende por es0, ni — ot — ‘ciona con castigos, malas notas 0 um redoblamiento de amistad, Sélo se propone orientar a Simona hacia una idea més justa de sf misma y de los demés utilizando esa arma privilegiada que es el humor. Con una henevolente ironia parece decirle: No te dejes seclucit por los falsas brittantes. Mira en ti misma, como yo trato de mirar en mi y en tl Es por vuestro bie que finjo ser burlona, para que tomes coneiencia de algunos ridfenlos. De esu manera se entabla entre ella ¥ Ja alumna un combute amistoso cuyo trofeo eg el libra desarrollo de Si- mona. Pero ésta es verdaderamente rebelde @ toda trans- formacién interior. Su cpidermis es muy sensible y se levanta contra ciertas réplicay que considera demasiado agudas. La Sra, C. un poco acobardada, termina por res- ponder a Ia naciente hostilidad de Ix alumna con la pi ciencin y Ia tranquila indiferencia de los que esperan que un dia prendera la chispa en la recaleitrante nifia para suscitar un fecundo acercamiento con su professra, » de‘abnegacién y renureinmiento, Ju, director de ima escuela primaria, Neva et iintercambio con aus alunos al-limite extremo de las. o- bilidades del educador. Se pone ante ellos come un ejer= plo vivionte,-no-iebstracto.e impersonal, sino concreto ¥ foarticular para cada uno,.Es un ejemplo de heroismo.y lde coraje para el nifio que'sabe timorato y.-vacilante ; un lejemplo de miodestin para el que se muestra excesitamen. te’ orgulloso; un ejemplo de amor desinteresado para laqué! cuya avider so adivina, Bs, a la vez, todos los efemn- {pos y un tinico e irrcemplazable ejemplo en el. seno de fe 102 — luna “pareja” que lo pone frente a frente eon un nifio [pisiae Si puede adoptar esa actilud es sdlo porque alimenta hacia sus alunos el afecto més total, hecho de abnegn- cién y de olvido de si misino, Renunciando a oda satis- faccién materia), dando (odo su tiempo a los nifios, ain después de las horas de clase, consagrando sus dias de descanso n seguirlos para conocerlos mejor en los juegos y on Ja prctica de los deportes, en las excursiones que se ingenia para hacer Io mis educativas posibles; newiin- dose, para no solicitar el pensamiento de los alunos, @ jugar un papel muy noterio en Ia vida pabligas comba- tiondo toda ambicién personal que pudiera fentarle a re vivir espiritualmente en sus alimnos, no tiene otro obje- tivo en cu vida que entrogarseles enteramente. En este estadio de generosidad y de amor verdadero, encontra- mos el verdagero apésto!, of incitador de almas que. es todo lo contrario del maestro imperialista Las reacciones de sus slumius expresan de una mane- ra mas o menss diversa, segiin los casos particulares, el respeto, la obediencia voluntaria, Ia restriccién libremen- to aceptada. Ninguna rebeldia se manifiesta contra ese maestro cuando a veces prolonga un ejercicio mas alla del horario preseripto 0 cuando hace venir a los nifios a clase en un dia de descanso. Ellos lo caben exigente pera no ignoran que lo que les exize exté dictado per la mas | dura devocié. El joven Ahmed S. experimenta por el maestro un vivo afecte y sentimientes de reconncimiento que exterio- riza mas netamente todavia obsequindole flores casi-dia- riamente. Pero cl Sr. J. siente que Ahmed obra por sim- ple, reconocimiento y que sigue st cjemplo tomandnle como causa y objetivo de su esfierzo en lugar de apo- varse en su propia intimidad. El Sr. J, reacciona contra semanas se = 103 — esa propensién de Ahmed y Je enseiia a desprenderse de €. Va més lejos atin en ef camino de} renunciamiento, atenwando fos laz0s de reconocimiento y de ternura que motivan la adhesién del nifio. Con maneras bruscas y rudas, casi indiferentes sin ser perversas, se resigna a darle una idea falsa de su persona para que el nifio no esté trabado en su desarrollo intelectual por el afecto demasiado grande que le ha acordado. Algo sorprendido en un principio por la Sriaidad del maestro, pronto reco- bra su equifibrio y se orienta hacia un replicgamiento activo sobre si niismo, Por su parte, Renato R. nos dice: Lo admiro y quiero comportarme como él. Cuan- do cometo una mala accién se que no me dird nada. pero siento vergitenza por mi ¥ por él, Cuando al- guien no se conduce bien con él, tengo vergienza comp si estuviese en su lugar. Es bastante decir Ia importancia que toman la admi- racién y la simpatia que ese nifio experimenta por su maestro. El amor al maestro se ha convertido asi en lamor a log valores que encarna, B) EL INTERCAMBIO ENTRE EDUCADOR-EDUCANDO Y LA ENTREGA DE S{.EN SCS ‘ASPECTOS GRNERALES. 1) Los diversos intercambios. Existen, pues, educedores_que son naturalmente con- trarios a tode_pedoais de ssimllacin quo pretends rr eLalumno al adulto que ha recibido In misién de di fla De ess manera no conocen ninguna de las actitu- des_cgocéntricas = 10 ue hemos examinado, Interesindose por el edueande con solicitud_y-curiosidad inteligente, be inclinan fAeitmente hacia_una adaptacién_reefproca del uno al otro, a una pafiada de interacciones que sin cesar modifi sin que el edueando se conforme a an moiclo pro- puesto por el educador. Para Gste hay dos formas de ‘iear ese {btereambia, sea que lo considere en su aspecto intelectual y moral que conduzca la educacién a una neu- tralidad afectiva, sea que se adhiera a su forma afectiva, que partiendo de Ia amistad culmina en ta entroga tle si que es la forma mxis bella del amor. 2) Rosicigy ador_en_un_intorcansbio de arriba hacia abajo, ‘Agui Jog cdueadores dan_prucba de inteligencin_ com- prensiva y de autoridad benevolente que cuando es nece- sari no exeliye la firmeza, No renuneian a su poder de dizgceiém, pero sus drdenes no proceden del_afan «le do- minio, de su fantasia o de un despotismo arbitrario, sino que_estin de acuerdo con las_aspiracion: Ko son déspotas pero —retomando una terminologia empleada— son soberanos ilustrados que no tienen otro evidado aus el de ensefiar a sus alumnos a ser los reyes to sf mismos, Del misiao modo que sw mutoridad no eo despotisma,, st indulgencia en nada se parece a In dema- gogia_deseripta, en. las nimifestaciones, impzrialistas, y Jas relaciones del maestro von el zlumno son las que se es- tablecen, entre un. soberano esclarecido y generoso y* un sujeto a liberar-cuya. camaraderia plantea un problema elicado en tanto Neva al maestro « ponerse on un nivel afectivo ¢ intelectual diferente, Una uctitud semejante enteafia para el educador una doble.consecuencia. . ya = 105 — Deole ul punto de vista pedagogicu se integra pura y_ sigaplemante-aT equipo e caeslary 1s ens anza pierde con la inevitable dirocelén que exige, su rigor y eu firmeza, Deide elpunto de vista afcotiva, el educndor zenuncia a pregonar Ja_guperioridad que provoca ol reapé Ly i08 aluninos. Ei maestyo corte el 0 respe- tar al alumno. Bs a lo que puede Negarse en las formas morbosas y eriminales de una eamaraderia evada al extrem y que, bajo su forma intelectual, sentimental y senaual, se convierte en la camaraderia amorosa dle la “ptreja podierdstiea” que nada puede disculpar, ain cuan- «lo la infeiacién sexual se diafrace de una tnfeincién moral alu manera de fx pareja socratiea en la eual el mayor se erige en gufa del menor. De este modo In camaraderia, por Ia idea que puede dar de una pretendida igualdad de. alunmos y educadores, no esta libre de peligros ni de gra- ves perversiones. Por cierto no puede ser cuestién de luna superioridad superficial, y Megaré un din en que no cotvesponderi al espiritu del educador mostrar que es superior a los alunmos. ‘Crabajard en el medio de su gru- po, como un alumny mayor y mas experimentado. Eso es todo, No mis el educator sobre su pedestal; no mAs el estrad@: El heredero del viejo magister afectade y “om- nisciente” de otrus tiempos eederi yu lugar al jefe de equipo. Cuando conterplamos el viejo cundro que represen- {a un maestro que tras de su eseritorio tiene un bien rmullide canapé, no potlemos contener Ia risa, Hoy Ins c0- saz han eambiado, pero no deben detenerse en ta imugen actual del educador que causaré risa dentro de’cinewenta afios cuando se lo pinte sentado on su egeritorio y domi- uuando a los alumnos dssde Io alto de su eftedra, Es ver- dad que se ha suprimido el canapé, pero todavia falta tantas cosas para que el edueadsr viva entre i ! t | !

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