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Ivo Hernández
Centroamérica fue una región de conflictos profundos durante la década de los 70 y los 80 del
siglo XX, época en la que las reverberaciones de la guerra fría sacudieron intensamente el
territorio como zona de conflicto. Los Estados Unidos al igual que la Unión Soviética, muchas
veces a través del gobierno cubano en este último caso, ejercieron enorme influencia sobre los
grupos políticos y para políticos que se disputaban el poder en los distintos países de esa zona.
En el caso cubano además, la proyección de exportar la revolución y el socialismo hacia otras
regiones había sido desde los años 60 uno de los lineamientos basales del gobierno de Fidel
Castro, con claros ejemplos en Sudamérica (casos Bolivia, Venezuela) y en África (caso
Angola).
Acuerdos como el de Esquipulas1 en Mayo 1986, lograron sentar bases para zanjar diferencias
latentes entre distintos grupos pero la región todavía tiene cicatrices de los conflictos, en algunos
casos, promovidos por accesos desiguales a la justicia que ha fallado en resarcir a grupos que en
el pasado fueron agredidos y violentados en sus derechos humanos y políticos. Uno de los
factores característicos de anteriores eras de represión fueron las Fuerzas Armadas, cuerpos
1
El primer acuerdo llamado de Esquipulas, debido a la ciudad de Guatemala donde se firmo el tratado, tuvo lugar el
25 de Mayo de 1986 y lo ratificaron los presidentes Oscar Arias Sánchez Presidente de Costa Rica, José Napoleón
Duarte Presidente de El Salvador, José Azcona Presidente de Honduras, Daniel Ortega Saavedra Presidente de
Nicaragua y Marco Vinicio Cerezo Arévalo Presidente de Guatemala
institucionales que quedaron frecuentemente asociados a épocas de violaciones de derechos
humanos y desapariciones. Asimismo, responsables en muchos países de la presencia de
elementos para militares que ejercieron represión contra grupos indígenas y organizaciones
autodenominados de izquierda, quienes manifestaban su desacuerdo con los regímenes políticos
existentes. Estos grupos y asociaciones contaron para su resistencia con la asesoría y
financiamiento de la Unión Soviética a través del gobierno Cubano.
Si bien Honduras no estuvo en el epicentro de los episodios más trágicos de la historia reciente,
se trata de un país que ha tenido siempre una enorme desigualdad de ingresos en su población y
unos índices de pobreza persistentes. Es parte de las naciones en las que, al igual que El
Salvador, las remesas provenientes de los inmigrantes que se han ido a los Estados Unidos se
han convertido en porción importantísima del ingreso per cápita de mucha de la población.
En términos relativos Honduras se encuentra entre los países de menores ingresos de América
Latina y el Caribe, con un porcentaje de pobreza que pasó de un 69.5% en 1991 a un 62.9% en
el 2002, de acuerdo a cifras del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. Sin
embargo y a pesar de esta disminución de la variable, se trata todavía de cifras importantes que
reflejan índices significativos de carencia en los ingresos de la población y en su acceso a los
beneficios del Estado. El Producto Interno Bruto (PIB) osciló entre -1,9% y 5,7%, con una tasa
de crecimiento promedio anual de 3,1% entre los años 1995 y 2003, de acuerdo a cifras del
Banco Mundial. Pero el crecimiento de la población durante ese lapso ha hecho que el aumento
en los índices del PIB sea insuficiente para ejercer un impacto significativo sobre los niveles de
vida de la población.
Otra previsión interesante del texto constitucional es que la propia constitución no podrá
reformarse salvo por aprobación expresa del Congreso de la República, contando para ello con
una mayoría especifica de cuando menos dos tercios del total de los votos de los diputados. Esto
convierte cualquier posibilidad de reforma del texto en un reto de fuerza política ya que se debe
disponer de una mayoría calificada en el parlamento. Es precisamente de desacato a este artículo
(Art 373) del que se acusa al hoy ex presidente Manuel Zelaya quien, con la iniciativa de
reformar la Carta Magna habría convocado a un referéndum que podría añadir una urna más a las
elecciones presidenciales en donde se escogería la posibilidad de generar una asamblea
constituyente.
Manuel Zelaya Rosales ganó las elecciones de Honduras con el apoyo del Partido Liberal2 en el
año 2005, para un lapso descrito de cinco (5) años que debía culminar con la entrega de la banda
presidencial en el 2010. Hacia mediados de su periodo, aproximaciones ideológicas y
económicas con el gobierno de Venezuela, provocan un giro importante en los objetivos políticos
de Zelaya, quien asume –aun a pesar de la oposición y el escepticismo de muchos copartidarios-
la incorporación de su país a la llamada Alternativa Bolivariana para las Américas, Alba3. Casi al
mismo tiempo, abruptamente, Zelaya anuncia un giro ideológico de su política hacia el llamado
2
El Partido Liberal de Honduras, uno de los principales partidos políticos de Honduras del país ha sido durante
buena parte de su historia republicana la fuerza opositora al Partido Conservador y posteriormente denominado
Partido Nacional de Honduras. Hay otros partidos como el Demócrata Cristiano o Unificación Democrática pero
estos tienen mucho menor impacto en términos electorales que los dos grandes partidos.
3
La Alternativa Bolivariana para las Américas, Alba, ha pretendido desde sus comienzos ser un tratado regional
aunque hasta ahora sólo ha demostrado ser un núcleo político autodenominado de resistencia contra el capitalismo.
No es un tratado horizontal ya que posee países centro, de donde salen las directrices principales, y países periferia,
el resto de los países que están inscritos. Lo componen Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Antigua y
Barbuda, Dominica y San Vicente y las Granadinas. Honduras ya oficializó el retiro del tratado.
socialismo del siglo XXI4 lo que aumento las sospechas de un posible tutelaje del eje central
Habana-Caracas. Estas decisiones le fueron distanciando notablemente de buena parte de la
bancada liberal, lo que a su vez significó pérdida de apoyo dentro del parlamento. Cabe destacar
que el Partido Liberal de Honduras, casi tan antiguo como el Partido Liberal de Colombia, no ha
migrado hacia una social democracia de centro como su homólogo colombiano, sino que ha
mantenido postulados de libertad económica más cónsonos con partidos de derecha en términos
tradicionales. Es una agrupación que congrega a miembros del sector terrateniente de
Tegucigalpa e Industrial de San Pedro Sula.
Es importante señalar como una constante operativa de varios de los países miembros de este
tratado denominado Alba, el promover y eventualmente producir reformas constitucionales o
constituyentes que permitan incluir periodos presidenciales más extensos y la posibilidad de
reelección allí donde no la hubiere. Este ha sido el caso en Venezuela, Ecuador, Bolivia y
Nicaragua respectivamente. En consonancia con esta tendencia, el presidente de Honduras habría
pretendido iniciar la convocatoria de una consulta popular independiente hacia marzo del 2009,
financiada logísticamente por Venezuela. El objetivo de esta consulta, según decreto dictado por
el propio ejecutivo, era considerar el establecimiento de una Asamblea Constituyente que
elaborase una nueva Carta Magna para el país.
Tal decreto aprobado por el Consejo de Ministros, señalaba que conforme a la ley se debería
realizar una amplia consulta popular en todo el territorio nacional, para que la ciudadanía
hondureña pudiese expresar libremente su acuerdo o no con la convocatoria a una Asamblea
Nacional Constituyente. Dicha Asamblea podría dictar y eventualmente aprobar una nueva
Constitución política que suplantase a la anterior de 1982. La consulta se celebraría según la
agenda presidencial, a más tardar el último domingo de junio y debería ser organizada por el
Instituto Nacional de Estadísticas5 (INE) de Honduras. Un tema no especificado para la consulta
4
El llamado Socialismo del siglo XXI es un constructo ideológico moldeable anunciado por el presidente de
Venezuela, Hugo Chávez, como una alternativa de resistencia al capitalismo mundial. No se le conocen atributos ni
concepciones sólidas sino que por el contrario se mantiene como un vocablo vacío de uso populista.
5
Textualmente, la pregunta que pretendía colocar el presidente Zelaya era la siguiente: “¿Está usted de acuerdo que
en las elecciones generales de noviembre de 2009 se instale una cuarta urna para decidir sobre la convocatoria a una
Asamblea Nacional Constituyente que apruebe una nueva Constitución política?” Careciendo de medios para
sufragar la consulta, los materiales y logística fueron provistos por el gobierno venezolano.
fueron los fondos, ya que si el Congreso no aprobaba la moción, era imposible que se destinasen
fondos públicos para la idea, lo que hubiera obligado al ejecutivo a usar fondos asignados a otra
partida por el presupuesto, o a iniciar una colecta. No hizo falta ninguna de estas previsiones ya
que el gobierno venezolano a través de los tentáculos operativos de otras naciones miembros del
llamado Alba financio la compra de papeletas electorales.
En otro sentido, Zelaya, apelando a una retórica que hacía eco de los discursos de otros
mandatarios del llamado Alba, argumentó que la actual Constitución de su país necesitaba
reformas, la re-elección presidencial entre ellas, ante las críticas que preveían un conflicto de
poderes con el legislativo. El postulado base era decir que “quién mejor que el pueblo para
decidir”, lo que dirimía cualquier asunto político en términos de una consulta popular y
esquivaba los mecanismos institucionales de la democracia representativa. Discursos fuertes y
evocativos de una vinculación directa líder-pueblo que dispensase la utilización de instituciones
intermedias, aseguraban a la población y a la representación de diversos partidos políticos, que la
intención de Zelaya era seguir los pasos re-reeleccionistas de Hugo Chávez en Venezuela o de
Ortega en Nicaragua.
Tanto la reelección del presidente como la disminución de poderes a favor del ejecutivo y la
misma modificación de la constitución permanecían como anatema en la actual Constitución de
1982 y en todas sus reformas. La clase política hondureña había observado en los casos de esos
países además, como era notoria la disminución de espacios para expresar oposiciones disidentes
al gobierno que capturaba y disminuía a los demás poderes públicos. En suma, las experiencias
prácticas observables de los países del Alba que suscribían el llamado Socialismo del Siglo XXI
a falta de mejor teoría, solo mostraban enormes disparidades y un fortalecimiento desmedido de
parte del poder ejecutivo que terminaba manejando a muchos de los otros poderes.
Argumentos sustantivos del decreto emitido por el ejecutivo para proponer la llamada “cuarta
urna” señalaban que “la Constitución vigente no prevé un procedimiento para convocar a una
Asamblea Nacional Constituyente6”, razón por la que el Ejecutivo, “como una forma de practicar
la democracia participativa, apela al mecanismo de la consulta popular” para saber si los
hondureños demandan una nueva Constitución”. Ni el Congreso ni la Corte Suprema fueron
6
Citas directas del debate sobre el tema de la cuarta urna fueron tomadas del diario El Heraldo, Tegucigalpa, en
varios días del mes de Marzo del 2009.
consultados para este caso lo que contravenía previsiones constitucionales expresas como el
artículo 373. Más aun, Zelaya había declarado en diversas oportunidades y afirmado en el
mencionado decreto, que el resultado de la consulta serviría de fundamento para que el Poder
Ejecutivo remitiese al Congreso Nacional un proyecto de ley especial para colocar la cuarta urna
–la urna convocando a una reforma constitucional- en las elecciones generales de noviembre de
2009.
Un efecto detonante para los hechos que posteriormente ocurrieron fue cuando el Poder
Ejecutivo quiso instrumentalizar a las Fuerzas Armadas para producir su plebiscito. Aún cuando
Venezuela aportó los fondos y muchos de los efectos logísticos para realizar la consulta,
normalmente es el personal militar quien se encarga de llevar a cabo la custodia de la recolección
de votos una vez éstos son depositados en las urnas. Al igual que en otros países
latinoamericanos, es usual que sean las Fuerzas Armadas en Honduras quienes velen por el
desarrollo de cualquier proceso de elecciones y/consulta popular. Fue esto precisamente lo que
demandó Zelaya de parte del Ejército y, ateniéndose a la norma constitucional, a lo que se negó
el General Romeo Vázquez Velázquez, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas
Hondureñas, quien por ello fue destituido de su cargo por el presidente. Tal despido y cese de
funciones aceleró el conflicto de poderes cuando el Congreso Nacional ordenó la restitución de
Vázquez Velázquez y el respeto a la norma constitucional relativa a cualquier pretensión de
reforma de la Carta Magna.
Una vez que el ejército hondureño, acatando un pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia
procede a detener a Manuel Zelaya en su residencia, comienzan a sucederse situaciones inéditas
desde hace décadas en América Latina y que remueven para muchos recuerdos de un pasado
autoritario. Se trata de la primera intervención política de las Fuerzas Armadas luego de muchos
años. El ejército hondureño además, se había mantenido silenciosamente dentro de los cauces
institucionales democráticos sin haber dado mayores muestras de descontento e insubordinación
ante este u otro gobierno anterior. La negativa de Vázquez Velázquez, se produce sólo como
protesta ante una disposición presidencial que el propio general consideraba arbitraria pero que
no pretendía demandas posteriores de parte del sector castrense. Fue el Congreso de la
República, quien sintiéndose suplantado y desplazado en funciones, reaccionó convocando a la
Corte Suprema para que interpretase la Constitución en este punto.
Si bien la reacción institucional podría preverse desde diversos ángulos políticos, lo más curioso
y que hasta ahora no se ha podido explicar de manera convincente, es por qué si el presidente
estaba acusado de cometer delitos contra la nación, las personas encargadas de detenerle
resuelven finalmente colocarle en un avión a Costa Rica, país en donde le dejan a las 6 am de ese
28 de Junio. Allí, en medio de la sorpresa general, le recibió el presidente Costarricense Oscar
Arias. Sería luego Arias quien, retomando su antiguo rol de mediador procuraría –sin mucho
éxito inicial- tratar de establecer un diálogo entre partes.
Si bien Zelaya había comprobado ser un político conflictivo para su país, las condiciones
iniciales de su forzado e inesperado exilio le granjearon las simpatías automáticas de muchos
gobiernos y políticos que reconocían su derecho a estar en Honduras y ser tratado de manera
diferente a la forma como los militares encargados de su captura lo habían hecho. La
intervención del ejército confundió las acciones que fueron rápidamente tomadas como ventaja
por los países del Alba acantonados en la OEA para forzar al organismo hemisférico a
pronunciarse contra la acción calificada de Golpe.
Sólo lentamente y luego de lo que se fue comprobando como una clara intromisión del gobierno
venezolano en las actividades internas de Honduras empieza la opinión pública mundial a
considerar una revisión de sus posturas. De las propuestas iniciales, por un lado de esperar a
realizar elecciones abiertas cual era de todas maneras el objetivo para noviembre del 2009(,) o
del otro, una restitución inmediata de Zelaya en el poder, la segunda fue perdiendo fuerza
lentamente ante la coalición de fuerzas que rechazaba la imposición de Zelaya por extender su
mandato y manejarse bajo tutela venezolana.
El presidente del Congreso, Roberto Micheletti, quien asumió funciones de acuerdo a lo previsto
en la constitución cuando el presidente es depuesto, mantuvo un apoyo constante de parte de
quienes veían al país encaminarse hacia un conflicto innecesario y hacia una presidencia tutelada
desde el eje ideológico Habana-Caracas. Las experiencias visibles transmitidas por los diversos
medios de comunicación en torno al deterioro de la democracia en Nicaragua y Venezuela,
hicieron temer un futuro similar para Honduras lo que por una parte significaría unir su porvenir
a la incierta voluntad del presidente venezolano y la familia Castro, y por otra, alejarse de toda la
ayuda hemisférica que en términos económicos y militares les proveía Estados Unidos.
• Diplomacias en Conflicto
Cuando posteriormente el presidente costarricense es aceptado por las partes como mediador, su
tesis de once puntos tenía como premisa reponer a Zelaya en la presidencia lo que de inmediato
se topa con el rechazo de buena parte de la población hondureña. De alguna manera el
comportamiento de Zelaya en los últimos meses, y su asociación con los presidentes integrantes
del llamado Alba, provocaron la asociación en la población que su gobierno pasaría como
muchos otros, a ser tutelado desde el eje central que se emitía desde la Habana y Caracas. Por
esto mismo la tesis Arias, que luego fue reformada a favor de una vertiente más institucional, no
logro el consenso de las partes pues la propia figura de Zelaya se había vuelto eje del conflicto en
su país.
Dos actores posteriores en escena son Brasil y Estados Unidos quienes entran como catalizadores
de la crisis en diversos sentidos. La cancillería brasileña arriesgo posiciones aceptando a Zelaya
luego de su entrada de incognito en Tegucigalpa, pero sin darle status fijo a su condición y
permitiendo que el ex presidente usase el edificio diplomático como sede política. Esto
contravenía todos los tratados y acuerdos internacionales. Posteriores posiciones de parte del
presidente brasileño Luis Ignacio da Silva fueron además completamente inconsistentes con una
política de Estado, cuando por una parte rechazo reconocer al gobierno electo en Honduras por
medio de comicios que obtuvieron el visto bueno de la comunidad internacional, y al mismo
tiempo reafirmaba lazos con el presidente iraní, Mahmoud Ahmadineyad, quien venía de ser
electo en unos comicios sumamente conflictivos y dudosos. La cancillería brasilera,
habitualmente separada de la temporalidad del gobierno de turno, quizás se dejo arrastrar por el
carisma y la popularidad del presidente, dejando al país en una posición diplomática indefendible
y aislada.
Estados Unidos por su parte, acelero el fin del conflicto apoyando una variante de la tesis Arias
cual era que Zelaya fuese restituido en la presidencia por el periodo que le restaba por cumplir
solo si el Congreso de este país le daba su aprobación. Este fue un camino institucional que
finalmente pudo poner de acuerdo a ambas partes lo que redujo las tensiones y permitió una
salida al encuentro de fuerzas que se había dado. Posteriormente el Congreso no reconocería a
Zelaya pero daba con esto lugar a que el nuevo gobierno electo pudiese considerar la posibilidad
de una amnistía para los involucrados.
La figura de Manuel Zelaya, originalmente parte del grupo terrateniente y ganadero de Honduras
y militante del partido Liberal, quien luego se identificó como socialista en la línea del gobierno
del presidente venezolano Chávez, se percibe actualmente muy debilitada en razón a una
constante exposición mediática sin solución. Lentamente la opinión pública regional y mundial
le ha ido dejando de lado dada la intransigencia y carencia de escenarios alternos que ha
evidenciado. Incluso se le asocia con la ficha perdida del gobierno venezolano en Centroamérica.
A todo esto ha contribuido también la contradicción implícita en la condición indefinida con que
fue acogido por la embajada de Brasil en Tegucigalpa. La inesperada participación abierta de la
cancillería brasilera, casi siempre marginal en casos como este, fue un refuerzo a la posición
política que representaba Zelaya. Pero le complicó luego las acciones pues jamás le otorgó
estatus definido, contraviniendo acuerdos diplomáticos hemisféricos. En otro sentido, el apoyo
de Brasil se limitó a no reconocer al nuevo presidente electo pero no supo resolver a favor de
Zelaya la difícil situación.
Al mismo tiempo la militancia de base que le ha apoyado, aun y a pesar de las ayudas recibidas
al comienzo de parte de gobiernos afines a la llamada Alternativa Bolivariana para las Américas,
ALBA, a través de la frontera de Honduras con Nicaragua, ha ido perdiendo esperanzas prácticas
y retomando la agenda de trabajo cotidiana. Un eventual retorno de Zelaya al poder fue
volviéndose cada vez más una posibilidad difusa que además, de darse, no duraría sino algunos
meses ya que en todas las negociaciones la posibilidad de la cuarta urna –y con ello las
esperanzas de continuismo para el presidente- estaban descartadas a priori. Hay que resaltar que
casi todo el apoyo económico a esta disidencia con el régimen de facto había sido financiado
desde fuera, lo que hace precaria cualquier posibilidad de resistencia sostenida.
Zelaya fue confrontado internamente tanto por sus copartidarios como por la mayoría ciudadana
en la medida en que, tratando de colocar una cuarta urna con peticiones de reforma
constitucional, los demás poderes consideraron que se agredía a la constitución y que se exponía
al país a la influencia directa de la política exterior venezolana. Se sabía públicamente además,
que era de Caracas de donde venían muchas de las asesorías tácticas y los auxilios económicos.
Ya este país había sido señalado repetidamente por querer intervenir en los asuntos hondureños y
el presidente venezolano había atizado a la opinión pública de ese país con repetidas visitas y
discursos públicos. La economía hondureña, especialmente limitada y casi de subsistencia con
restringidos recursos, convertía al país en presa fácil para ser sacudido por una entrada abrupta
de dinero de parte del gobierno venezolano como ya se había practicado en otros países,
notablemente en Bolivia y Nicaragua. Fue una extendida conciencia ciudadana, alarmada ante el
retroceso institucional del vecino país de Nicaragua, lo que logró articular resortes socio políticos
contra la habitual aplanadora que ejercen los países del Alba a través de sus comunicados y de la
OEA, institución que les es usualmente afín.
Sin embargo, es importante destacar para acciones de un futuro cercano en Honduras, que la
llamada “agenda del cambio”, término con el que se han arropado muchas de los actuales
regímenes populistas autodenominados de izquierda, debe ser rescatada por alguno de los
sectores democráticos de ese país a fin de que no sea potestad de marca sólo de los partidarios de
Manuel Zelaya. De otra manera se corre el riesgo inminente de que a partir de un terreno
previamente abonado por esta crisis en la opinión pública, comience la llamada “invasión
blanda” de los sectores de la izquierda radical financiado por los cuantiosos recursos de que
dispone el gobierno venezolano7, utilizando como cabeza de playa para introducirse a algunas
organizaciones no gubernamentales, parte del sector académico y algunos medios de
comunicación. Esta fórmula de procedimiento operativo tiene antecedentes en candidatos de
“anti política” provenientes de sectores alejados a la clase política habitual, como son los casos
de Ecuador y Bolivia.
El apoyo demostrado por algunos sectores de la sociedad hondureña hacia una agenda de
cambio, puede tener raíces legítimas en cuanto a exigir del Estado una mayor adecuación a los
intereses sociales contemporáneos. Esto debe ser encauzado democráticamente antes de que tal
sentimiento, legítimo como necesidad política, sea catalizado e instrumentado por los miembros
del Alba, en particular los países del centro del tratado más que de la periferia8. En otro sentido,
la figura de Zelaya probablemente se mantenga de bajo perfil mediático en tanto la mayoría de
los países que habían rechazado el conflicto lentamente acepten los resultados que fueron
además avalados por organismos internacionales que visitaron el país.
7
Es importante comprender que si bien el gobierno venezolano se encuentra severamente endeudado tanto interna
como externamente, su capacidad de movilización de recursos se ve potenciada a niveles considerables en razón de
dos elementos: los ingresos petroleros de que se dispone y la ausencia de controles institucionales lo que hace que el
presidente venezolano posea una llamada “chequera abierta” para enviar dinero. Esto es especialmente notorio en
países como los de Centroamérica donde salvo excepciones muy contadas la mayoría de las naciones tienen
economías de subsistencia.
8
El Alba ha sido repetidamente diagnosticado como un tratado regional que posee estructura bipartita de centro y
periferia en donde los países centrales serian Cuba y Venezuela y periféricos o prescindibles, todos los demás. Un
buen ejemplo es como a extracción de Honduras del tratado no afecto en lo más mínimo cualquiera de sus
posteriores resoluciones, mientras que la sustracción de cualquiera de sus miembros basales podría desnaturalizar al
tratado mismo.
Breve Cronología de Sucesos en Honduras 20099
24 de junio
El presidente Manuel Zelaya destituye al jefe de las Fuerzas Armadas, General Romeo Vásquez
Velásquez, y al Ministro de Defensa, Edmundo Orellana, por negarse a aceptar la orden para que
las Fuerzas Armadas participaran en un referéndum convocado para el domingo siguiente. Como
reacción, renuncian los comandantes de las ramas Aérea, Naval y el Ejército. De esta forma
estalla una crisis institucional que se venía gestando por controversias en torno a supuestas
intenciones reeleccionistas de Zelaya.
25 de junio
26 de junio
27 de junio
El gobierno de Zelaya y grupos afines empiezan a distribuir las urnas y papeletas para la
encuesta de opinión del domingo, a pesar de una orden judicial existente en contra. Aumenta la
tensión en Tegucigalpa ante la deliberada desobediencia constitucional de parte del presidente.
28 de junio
El Ejército toma el control de Tegucigalpa en despliegue por sus calles. Los militares detienen de
a Zelaya de madrugada y lo deportan a Costa Rica en horas de la mañana. El Congreso aprueba
su destitución y nombra según la constitución a un nuevo presidente del país que es el presidente
del Congreso. Este ejercería como presidente transitorio hasta la celebración de comicios
electorales.
9
Tomado de varias Fuentes: Diario el País y El Mundo (España): El Tiempo (Colombia); El Nacional y El
Universal (Venezuela)
29 de junio
30 de junio.
1 de julio
Micheletti acusa al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de tener una "clara y definida"
participación en los hechos sucedidos y de querer intervenir en la política interna de Honduras.
Estados Unidos paraliza las labores militares en su base de Honduras. Zelaya amenazante
asegura que retornará en breve a su país para retomar el poder. Por decreto, el nuevo gobierno
declara toque de queda al tiempo que Hugo Chávez amenaza que enviará tropas para invadir a
Honduras.
2 de julio
3 de julio
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, toma abierto partido por la situación de
Zelaya lo que le descarta como mediador en el conflicto. Micheletti cuestiona a la OEA a quien
acusa de estar aliada con Venezuela y dice que se mantendrá firme en cuanto a la destitución de
Zelaya. Las declaraciones de Venezuela suben de tono y se habla de envío de tropas y recursos
para apertrechar logísticamente a los manifestantes a favor de Zelaya.
4 de julio:
5 de julio:
6 de julio.
Disminuye la tensión, aunque continúan algunas atomizadas protestas de unos pocos partidarios
de Zelaya. Masivo rechazo popular a un regreso de Zelaya que es asociado con la intervención
de Venezuela en la política interna de ese país. La Fiscalía hondureña abre una investigación
para ver si Policía y Ejército abusaron de la fuerza en los sucesos de aeropuerto. Mientras tanto,
Micheletti envía una misión a Washington.
7 de julio
Desde Washington, el presidente destituido admite como una posible solución al conflicto de su
país la celebración de unas elecciones anticipadas. Tal posibilidad es rechazada de plano por el
gobierno venezolano y por Zelaya quien dice que sólo su retorno al poder es la vía posible.
8 de julio
Zelaya advierte que un posible diálogo en Costa Rica no será de "negociaciones", sino de una
"plataforma de retiro para los golpistas" y su restitución obligatoria en el poder.
10 de julio
Como mediador se acepta al presidente costarricense y premio Nobel de la Paz, Oscar Arias,
quien recibe en su país a Roberto Micheletti y a Manuel Zelaya. Luego de reuniones por
separado no es posible sentarlos en la misma mesa ante la intransigencia de Zelaya, quien recibe
constantes instrucciones y ayuda económica desde Venezuela para sostener sus gastos en el
exterior. No se logran acuerdos para superar la crisis política.
17 de julio.
Zelaya llama a la "insurrección popular" a cualquier costo, lo que es recibido fríamente por la
población. Sectores de apoyo al gobierno interino van creciendo en tanto se develan videos de
Zelaya con franco apoyo desde Venezuela y Nicaragua. La crisis pasa factura a la población pues
varios entes internacionales congelan fondos de ayuda para ese país.
18 de julio
El Gobierno interino presidido por Roberto Micheletti rechaza el plan de Óscar Arias donde se
establece como punto principal que el depuesto Manuel Zelaya regrese hasta enero al frente de
"un gobierno de unidad y reconciliación nacional compuesto por representantes de los
principales partidos políticos". La mayoría de la población manifiesta un rechazo a un posible
regreso de Zelaya quien es cada vez mas asociado a la figura de Hugo Chávez.
22 de julio
Se reanudan 'in extremis' las negociaciones sobre la crisis de Honduras en Costa Rica. El nuevo
plan de 11 puntos propuesto por Arias tampoco logró convencer a las partes.
24 de julio
El depuesto mandatario llega desde Nicaragua hasta la frontera con Honduras y la cruza
brevemente acompañado de decenas de seguidores. Sin embargo regresa a Nicaragua breves
momentos después. Los sectores Zelayistas empiezan a verse más reducidos en número.
25 de julio
Zelaya vuelve a la frontera y dice que acampará en ella, a pesar de las reiteradas indicaciones de
parte de la comunidad internacional porque haya la calma para negociar una salida al conflicto.
Finalmente tanto su oferta de permanecer allí como el llamamiento a la insurrección a todo costo
son desoídos por la población. Los seguidores del presidente depuesto denuncian que un
manifestante habría aparecido muerto cerca de la frontera tras haber sido detenido el día anterior
pero no se comprueban hechos significativos de violencia.
26 de julio
Zelaya anuncia que se instalara indefinidamente en la frontera de Nicaragua con Honduras para
organizar con sus simpatizantes una "resistencia pacífica" para internar retornar al país.
28 de julio
Estados Unidos revoca los visados diplomáticos a cuatro altos funcionarios hondureños por su
apoyo al golpe y anuncia un leve apoyo a la tesis de Arias, aunque esta pierde piso lentamente
por carencia de convocatoria.
31 de julio
El Gobierno interino de Honduras levanta el toque de queda que mantenía con la excepción de la
zona fronteriza con Nicaragua. Se denuncia la instigación de mercenarios venezolanos y
nicaragüenses en la zona. Un juzgado de Tegucigalpa ordena la captura de Zelaya por
falsificación de documentos y otros delitos.
3 de agosto
4 de agosto
11 de agosto
24 de agosto
Misión de cancilleres de la OEA con Insulza como observador llega a Honduras en una visita de
dos días para buscar una solución a la crisis política, pero resulta infructuosa. Manifiesto rechazo
de la población hacia la figura de Insulza, quien es asociado con las pretensiones del gobierno
venezolano.
31 de agosto
Comienza la campaña para las elecciones generales del 29 de noviembre en Honduras. Al día
siguiente, los países miembros de la OEA anuncian que no reconocerán los resultados de los
comicios hondureños sin importar como se realicen ni cuales sean sus participantes.
3 de septiembre
Estados Unidos amplía sanciones contra Honduras y la secretaria de Estado Clinton anuncia
podría no reconocer al vencedor de las elecciones en ese país.
12 de septiembre
El Gobierno de Estados Unidos cancela la visa a Micheletti y a su canciller, Carlos López, junto
a 14 magistrados de la Corte Suprema de Justicia hondureña. Incesante movimientos de la
Cancillería venezolana por provocar mayores sanciones.
16 de septiembre
Los candidatos a la Presidencia de Honduras se reúnen en San José con Óscar Arias para dar
apoyo a su plan de resolver la crisis.
21 de septiembre
22 de septiembre.
27 de septiembre
El Gobierno interino ante la posibilidad de infiltrados extranjeros, emite un decreto que restringe
algunas libertades, como de manifestación y prensa, e impide el ingreso al país de una
delegación de la OEA. Rechazo público a la figura de José Miguel Insulza.
28 de septiembre
Se ordena el cierre temporal de un canal de televisión y una estación de radio pro Zelaya que
llaman a acciones de calle y a desconocer al gobierno interino.
29 de septiembre.
El jefe de las Fuerzas Armadas Vásquez Velázquez asegura haber actuado con base a un
pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia en donde se ordenaba la captura de Zelaya.
2 de octubre
Micheletti revela que se reunió en secreto con el secretario general de la OEA, José Miguel
Insulza, en una señal para destrabar la crisis política.
5 de octubre
El Gobierno interino dice que levantará la suspensión de libertades, pero no publica la decisión
en el diario oficial.
6 de octubre.
Micheletti deroga el Estado de sitio impuesto desde la llegada de Zelaya a la embajada de Brasil.
Empiezan a darse pasos para el diálogo entre las partes.
7 de octubre
Se abre un diálogo en Honduras basado en el plan Arias y con la mediación de una misión de
cancilleres de la OEA. Las delegaciones de Micheletti y Zelaya se sientan en una mesa de
negociaciones.
8 de octubre.
Una misión de la Organización de Estados Americanos busca solucionar la crisis pero carece de
consenso y credibilidad entre las partes
16 de octubre
19 de octubre
21 de octubre
Zelaya rechaza la propuesta de Micheletti para que su restitución se defina con base la
aprobación del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia por considerarlo "insultante".
Decrece su ascendencia en sectores anteriormente afines.
23 de octubre.
Los negociadores del presidente depuesto hondureño Manuel Zelaya anuncian que se retiran de
las conversaciones que mantenían con los representantes del gobierno interino para hallar una
solución a la crisis política en la que se encuentra sumergido el país.
30 de octubre.
Presiones de parte de EEUU porque se produzca una solución operativa motivan a los delegados
de Manuel Zelaya y de Roberto Micheletti, a firmar un acuerdo para poner fin a la crisis del
pasado 28 de junio. El pacto suscrito establece que el Congreso Nacional debe decidir sobre la
restitución de Zelaya.
5 de noviembre
Se trancan los anteriores avances en pro de un acuerdo. Micheletti recibió de todos los partidos
los nombres de quienes integrarán ese gobierno de coalición. De todos, menos de Zelaya.
15 de noviembre
El depuesto Manuel Zelaya afirma nuevamente que rechazará cualquier acuerdo de vuelta al
poder en el país y que impugnará los resultados de las elecciones del día 29.
20 de noviembre
29 de Noviembre
Elecciones en Honduras. Resulta Ganador Porfirio Lobo con una participación importante de la
población. Zelaya pide la anulación de los comicios
9 de Diciembre
Mercosur desconoce los resultados de las elecciones de Honduras ante presiones ejercidas por la
cancillería brasilera, quien no aclaró nunca la condición de Zelaya en su embajada en
Tegucigalpa. Un pronunciamiento colectivo reafirma la posición que por separado ya habían
manifestado varios países miembros del tratado
10 de Diciembre
Fallido intento de salida de Zelaya a México. El gobierno interino no reconoce la salida del ex
presidente en razón de varios expedientes por los que se le solicita judicialmente.