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MUJER: FAMILIA, TRABAJO

Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA
PANORÁMICA DE LA SITUACIÓN
EN LA ÚLTIMA DÉCADA EN CHILE

Danae Mlynarz* - Roxana Muñoz**

COLECCIÓN IDEAS

AÑO 4 N° 37
Noviembre 2003

* Danae Mlynarz, Trabajadora Social y Cientista Política


** Roxana Muñoz, Socióloga

1
Introducción

En nuestro país, la situación de las mujeres en cuanto a ejercicio de derechos difiere en


relación a sus pares hombres. En realidad, diversos datos demuestran que su relación no
es de pares.

Chile en los últimos años ha obtenido importantes resultados en materia de indicadores


sociales que le han permitido mejorar posiciones en cuanto a indicadores de desarrollo
humano, que lo sitúan en una posición privilegiada en el concierto Latinoamericano. Sin
embargo, esta situación no se replica en los indicadores relativos a equidad de género.
De esta forma, en el año 2001 Chile clasificaba en el lugar 43 del mundo según los
índices de desarrollo humano1 y relativo al género2. Sin embargo, para el mismo año
clasificaba en posición 52 con relación al índice de potenciación del género3.

Las diferencias experimentadas por hombres y mujeres en términos de escolaridad,


participación y situación laboral y política, etc. revelan un patrón cultural que justifica y
explica una situación que por causas objetivas y comprobadas no tendría razón de ser.
Claramente la mujer es discriminada, y a pesar de poseer un nivel educacional igual,
incluso superior en algunos casos a los hombres, se ubica en posiciones de menor
relevancia “social”, percibiendo ingresos inferiores.

No obstante lo anterior, se debe reconocer que en los últimos años se han logrado
avances en la búsqueda de un mayor equilibrio entre hombres y mujeres, producto de las
transformaciones en la sociedad chilena y en el mundo entero que obligan a replantearse
el papel que éstas últimas cumplen socialmente. Lograr una mayor participación laboral y
política de las mujeres no sólo es deseable, sino que es un derecho en una sociedad
democrática. Sin embargo, el factor cultural sigue siendo crucial en la definición de los
modelos simbólicos que una sociedad fomenta y permite.

A continuación se presenta una síntesis de indicadores relativos a mujer: familia, trabajo y


participación política, observando su evolución desde los ’90. El objetivo es demostrar
sucintamente la posición desmejorada de la mujer en estas dimensiones y señalar las
principales interpretaciones que se formulan al respecto.

El documento se ordena en 3 partes. La primera de ellas presenta aspectos relativos a la


familia en nuestro país, cuyo propósito es hacer patente las transformaciones que ha
experimentado la sociedad chilena en la última década principalmente y que exigen
replanteamientos en otras dimensiones sociales.
La segunda parte aborda la situación laboral de las mujeres, haciendo una revisión de los
datos relevantes que permiten confirmar las discriminaciones de género en esta área.
Además, se señalan los principales mitos que surgen sobre esta temática.
Finalmente, la tercera parte trata del nivel de participación política que alcanzan las
mujeres en nuestro país y en el resto del continente, sea en poderes centrales como
locales. Asimismo, se presentan los principales argumentos que explican las dificultades
que sufren las mujeres por lograr una mayor inclusión y participación.

1
Indicadores: esperanza de vida al nacer; tasa de alfabetización de adultos; tasa bruta combinada de matrícula primaria,
secundaria y terciaria y PIB per cápita.
2
Indicadores: esperanza de vida al nacer por sexo; tasa de alfabetización de adultos por sexo; tasa bruta combinada de
matrícula primaria, secundaria y terciaria por sexo y estimación del ingreso por trabajo remunerado por sexo.
3
Indicadores: mujeres en escaños parlamentarios; mujeres legisladoras, altas funcionarias y directivas; mujeres
profesionales y técnicas y relación de los ingresos estimados entre hombres y mujeres.

2
A. MUJER Y FAMILIA

Crecimiento demográfico, tamaño de los hogares, promedio de hijos por mujer,


estado civil, tipología de familias, posición dentro de la familia, edad de gestación,
iniciación de la actividad sexual, embarazo adolescente y aborto

Entre el Censo de 1992 y el Censo del año 2002, en cifras absolutas, el país aumentó su
población en 1.768.034 personas con lo que la población de Chile pasó de 13.348.401 a
15.116.435 personas, de las cuales, 50,7% son mujeres (7.668.740) y el 49,3% son
hombres (7.447.695), proporción similar al año 1992.

Relativo a los hogares, su número ha crecido en 25,7% con relación al Censo 1992. Este
incremento da cuenta del importante sentido que tiene para los chilenos y chilenas vivir en
familia y demuestra que no es casual que hoy un 91,6% de nosotros sea parte de un
grupo familiar.

Por otro lado, en los últimos diez años se observa una tendencia descendente en su
tamaño. Mientras en el Censo de 1992 el promedio de un hogar era de 4 personas, en el
2002 la media es de 3,6 personas. Por tanto, el número medio de personas por hogar ha
disminuido en 0,42%. Asimismo, esta disminución presenta leves diferencias en áreas
urbanas y rurales, así en la primera de ellas, de 3,9 personas promedio por hogar en
1992, baja a 3,6 en 2002, y en la segunda, de 3,9 pasa a 3,5.

De acuerdo con estas cifras, Chile presenta la tercera menor tasa de crecimiento
demográfico de América Latina y comienza a acercarse aceleradamente a las tasas de
crecimiento del mundo desarrollado.

De esta manera, en el decenio 1982-1992, la población de Chile creció a un ritmo


promedio anual de 1,6%. En la última década, el incremento anual bajó a 1,2%.

La menor fecundidad, unida a la mayor sobrevivencia de la población, han producido


cambios importantes en la estructura por edad, observándose un envejecimiento de la
población.

Asimismo, de acuerdo al Censo 2002, el promedio de hijos por mujer mayor a 15 años es
de 2,3, presentándose una disminución con relación a 1992 dónde el promedio (en
mayores de 14 años) fue de 2,39. En cuanto a las uniones conyugales los datos para el
año 2002 muestran lo siguiente:

Respecto al estado civil o conyugal de la población, la categoría casado/a se mantiene


como predominante, aunque descendió su porcentaje de 51,8% en 1992 a 46,2% en el
año 2002. Los solteros y viudos mantienen casi los mismos porcentajes entre ambos
censos, las categorías separados y, en especial, conviviente o pareja, experimentan un
alza importante. Además, las mujeres son conviviente/pareja a edades más tempranas.

Específicamente, en la categoría de separados, no se puede saber si el 4,7% que se


declara tal (1,3 puntos más que en el 92), corresponde íntegramente a personas que se
encuentran separadas de sus cónyuges sin haber iniciado nuevas relaciones de pareja, o

3
si pueden corresponder también a personas que ostentando la calidad de separadas y de
convivientes, optaron por reflejar más la primera realidad que la segunda4.

Por otro lado, la voluntad de término de los matrimonios, reflejada en los porcentajes de
nulidad, también ha aumentado. Hay que tomar en consideración que esta cifra tiene un
sub-registro, pues muchas veces la nulidad es un camino para volver a casarse y alguien
que ya ha procedido a su segundo matrimonio, se identificará como casado y no como
anulado. De hecho, el Censo arroja que en 10 años 20.000 nuevas personas se han
anulado, mientras que las cifras del Registro Civil arrojan que entre 1991 y el año 2001,
se produjeron 68.457 nulidades, lo que significa que en 10 años se anularon 136.914
personas. Lo anterior refleja que un número considerable de anulados ha pasado a
contraer nuevas nupcias, por lo que el porcentaje de matrimonios abarca entre sus filas a
quienes se están casando por una segunda o tercera vez. En el marco de un aumento
general de las nulidades, en el año 2002 la proporción de mujeres anuladas es
prácticamente el doble que la de los hombres anulados (0.60% y 0.29% respectivamente).
Una explicación a esta situación se vincula al hecho de que los hombres con mayor
frecuencia contraen matrimonio por segunda vez5.

Otro dato relevante es que las mujeres viudas equivalen casi a cuatro veces la proporción
de hombres viudos (8.05% de mujeres y 2.20% de hombres). Esta cifra se explica en
parte por la esperanza de vida de las mujeres que generalmente supera a la de los
hombres en un promedio de 6 años. Sin embargo, esta situación estaría cambiando en la
medida que el consumo de tabaco, el sedentarismo, estrés y otros factores propios de “la
modernidad” harían disminuir la esperanza de vida de las mujeres.

Gráfico 1
ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN DE 15 AÑOS O MÁS: NACIONAL EVOLUTIVO

Casado 46,2
51,9

Conviviente 8,9
5,7

Soltero 34,6
33,5

Anulado 0,4
0,3

Separado 4,7
3,4 2002

Viudo 5,2 1992


5,2

0 10 20 30 40 50 60
Fuente: CENSO 2002.

Respecto a las familias, las numerosas son una excepción en la sociedad actual. Si se
suman los hogares con más de 7 miembros, se constata que son 215.244, lo que equivale

4
Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de
Chile, Junio de 2003
5
Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de
Chile, Junio de 2003

4
a un 5% del total de hogares que hay en nuestro país. Este es un reflejo del cambio en el
comportamiento reproductivo de las personas y sus proyectos de vida familiar.6

El tipo más frecuente de hogar sigue siendo el nuclear, cuya proporción creció en el último
Censo en un 23,8%, representando actualmente al 57,0% de los hogares chilenos. Se
produce un incremento gradual, aunque sistemático, del hogar unipersonal, de 8,3% en
1992 a 11,6% en 2002. Estos últimos constituyen el 11.6% del total de hogares del país,
donde el 54.8% corresponde a hombres y un 45.2% a mujeres.

Según datos de CEPAL, en 1999, se observa que la posición en la familia de los menores
de 25 años es mayoritariamente de hijos, tanto en Chile como en el resto de
Latinoamérica.

También se observa que Chile, junto a Argentina y Uruguay son los países en que se
asume más tardíamente la responsabilidad de una familia, ya sea en la posición de jefe
de familia o cónyuge, siendo alrededor de un 60% de las mujeres entre 20 y 24 años los
que se mantienen en posición de hijo, porcentaje que aumenta en el caso de los varones
a alrededor de un 70%.

Al igual que en el resto de América Latina, en Chile, la proporción de mujeres que asumen
el rol de jefe de familia va aumentando con la edad, llegando incluso a ser mayor que la
proporción de cónyuges sobre los 65 años. (42,8% de jefes de familia v/s 33,4% de
cónyuges). Aún así, cabe hacer notar que los porcentajes de mujeres que asumen el rol
de jefe de hogar en Chile se ubican entre los menores de América Latina hasta los 50
años.

Con relación a la edad de gestación en la mujer, entre los años 1995 y 2000, Chile
presenta uno de los porcentajes más bajos de gestación en menores de 20 años. Al igual
que en el resto de Latinoamérica, la mayor parte de los nacimientos ocurren mientras la
madre tiene entre 20 y 34 años, siendo Chile uno de los países que presenta mayor
focalización en la edad de gestación (80% de los nacimientos ocurren mientras la madre
tiene entre 20 y 34 años)

Relativo a la sexualidad, la información disponible indica, en general, una tendencia al


descenso de la edad de la primera relación sexual en las generaciones nacidas en Chile
en las últimas décadas, especialmente en las mujeres. Investigación realizada por
CONASIDA (1998) muestra una mediana de 19.9 años en las mujeres nacidas a fines de
la década del 20, mientras las nacidas en torno a los 80 presentan una mediana de 18
años. Es decir, la edad mediana de iniciación sexual ha descendido en casi 2 años.
Aunque también los hombres han modificado la edad de ingreso a la sexualidad activa, el
descenso es de sólo un año entre la mediana de las generaciones nacidas a fines de los
20 (17.7 años) y a fines de los 80 (16.7 años). Dado el desfase en la reducción de la edad
de la primera relación sexual, se asiste a una reducción de la brecha entre los géneros en
las generaciones más jóvenes7.

6
Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de
Chile, Junio de 2003
7
Mientras la diferencia entre las generaciones nacidas antes de los 70 supera los 2 años -muy ampliamente, en algunos
rangos-, en las generaciones posteriores alcanza niveles inferiores a 2 años (1.2 años en grupo de 25-29 años, 1.5 en
grupo de 20-24 años y 1.3 años en grupo de 18-19 años).
Consideración de la salud y derechos sexuales y reproductivos de los/as adolescentes y jóvenes en el contexto de la
reforma a la salud en Chile, Irma Palma, Santiago, Chile, 2001.

5
Cuadro 1
EDAD MEDIANA DE PRIMERA RELACIÓN SEXUAL SEGÚN SEXO Y GRUPOS
DE EDAD
SEXO
GRUPO HOMBRE MUJER
ETAREO mediana N mediana N
65-69 años 19.9 180 17.7 102
60-64 años 20.3 169 16.7 111
55-59 años 20.5 190 17.3 135
50-54 años 21.3 244 17.0 171
45-49 años 18.9 237 16.8 194
40-44 años 19.8 384 16.7 289
35-39 años 19.5 482 16.9 291
30-34 años 20.2 431 17.0 293
25-29 años 18.7 365 17.5 266
20-24 años 18.9 333 17.4 285
18-19 años 18.0 148 16.7 107
Total 19.5 3163 17.1 2244
Fuente: Estudio Nacional Comportamiento Sexual en Chile, CONASIDA,1998

La Tercera Encuesta Nacional de Juventud, realizada en 2000, por el Instituto Nacional de


la Juventud, –que incorpora a sujetos desde la edad de 15 años- muestra que 42.1% de la
población adolescente comprendida entre 15-19 años se encuentra sexualmente activa.
Pasado el período adolescente, es decir, a partir de los 20 años, se produce una entrada
masiva a la sexualidad activa (85.2%).

En forma consistente con las modificaciones experimentadas en las edades medianas de


iniciación, la comparación de las Encuestas Nacionales de Juventud, de 1994, 1997 y
2000, indica un aumento general del número de jóvenes que ha tenido relaciones
sexuales. Esto es especialmente notorio en mujeres jóvenes -consideradas desde 15 a 29
años-, que pasan de 59.0% en 1994, a 68.0% en 1997, y a 71.4% en 2000. En tanto, los
hombres pasan de 74.0%, a 73.0% y a 76.1%, en los mismos años8.

Otras fuentes señalan que, la iniciación sexual se produce antes de los 15 años en un
porcentaje importante de hombres -24 a 26%-, en cambio esta alcanza entre 5 a 6.9% en
las mujeres. Sin embargo, la mayoría de las personas hacen esta experiencia entre los 15
y 18 años; en los hombres esta iniciación alcanza entre el 50 y 59% y en las mujeres
entre el 43 y el 51.8 por ciento9.

Aunque Chile tiene la tasa de fecundidad adolescente más baja de la región, esta
aproximación deja fuera de consideración el aborto inducido y el embarazo no planificado,
lo que puede ocultar las implicancias epidemiológicas, sociales, médicas y económicas,
éticas y de derechos humanos de ambos fenómenos10.

8
Ibíd.
9
CONASIDA.
10
Ibíd.

6
Durante el período 1996-98, se produjeron aproximadamente 260.500 nacimientos
medios anuales, de los cuales 40.675 corresponden a madres menores de 20 años. La
maternidad de las adolescentes se concentra en los grupos de 18 y 19 años (54%), y de
15 a 17 (43%), mientras las menores de 15 años sólo representan un 3%11.

La fecundidad adolescente de Chile es de 49 nacimientos por mil mujeres del grupo de


15-19 años, la tasa más baja de América Latina y el Caribe (promedio de 76 por mil), pero
significativamente más alta que la de países desarrollados. El aporte porcentual de este
grupo etáreo a la fecundidad total (11%)12 ha aumentado, incrementándose en 50%
durante el período 1955-1990. La fecundidad adolescente rural es 1,7 veces mayor que la
urbana13.

Cabe consignar que, la distribución social de la maternidad adolescente en nuestra


sociedad expresa inequidades en materias de habilitación de los sujetos y acceso a
medios de prevención de riesgos y reducción de daños. Al mismo tiempo, genera efectos
que mantienen y profundizan desigualdades sociales y de género. Los datos evidencian la
enorme distancia entre comunas de estratos populares y las otras en la proporción o
aporte a la tasa de fecundidad por parte de las mujeres adolescentes. En sus extremos
por ejemplo, en La Pintana, uno de cada 5 niños/as que nace tiene por madre a una
adolescente, mientras en Vitacura, sólo uno de cada 64 niños nacerá bajo esa condición
materna.

Lo anterior implica una reproducción y profundización de la pobreza. En 1998,


aproximadamente 3 de cada 10 adolescentes se encontraba en situación de pobreza. Es
decir, este flagelo afecta más a los segmentos adolescentes (también a los niños, según
la encuesta CASEN) que a la población adulta14.

Las adolescentes madres son aún más pobres. Las cifras de CASEN 1998 señalaban que
48% de las adolescentes que son madres están bajo la línea de pobreza, en tanto 25% de
las que no lo son están en esa misma situación. La maternidad adolescente ha sido
asociada a condiciones de pobreza, debido a que da lugar a una jefatura de hogar
femenina1516-, porque la mayoría de las adolescentes hacen su maternidad en soltería. De
los nacimientos ocurridos en el período 1996-199817, 76.7% son de madres adolescentes
solteras y 23.3% de casadas. No se dispone de datos de convivencia.

Asimismo, existe una doble dirección en la relación entre la maternidad adolescente y el


nivel de escolarización. Por una parte, el embarazo a edades tempranas puede tener
como consecuencia la deserción del sistema de educación formal. Y por otra, el bajo nivel
de instrucción, asociado al no ingreso o deserción temprana del sistema de educación

11
Ibíd.
12
Según las proyecciones de población INE-CELADE para los quinquenios 1995-2000 y 2000-2005, el aporte seguirá
descendiendo hasta algo menos de 10%. No obstante, se necesita cautela al considerar estos datos, pues según la
información de las estadísticas vitales, los nacimientos de madres adolescentes se mantienen relativamente constantes
12
Palma, Irma, obra ya citada.
13
Palma, Irma, obra ya citada.
14
Ibíd.
15
Buvinic M: La Vulnerabilidad de los Hogares con Jefatura Femenina: Preguntas y Opciones de Política para América
Latina y El Caribe. CEPAL. Santiago, Chile; 1990.
16
Los informes sobre la evolución de la familia en Chile destacan el crecimiento sostenido de los hogares encabezados por
una mujer. Familias y Políticas Públicas: Una Reflexión Necesaria. Servicio Nacional de la Mujer. Santiago, Chile; febrero
2000.
17
El análisis se basa en información proveniente del Censo de Población y Vivienda de 1992 y de las estadísticas vitales de
nacimiento para el período 1996-1998.

7
formal por razones distintas a la maternidad, puede generar condiciones para la
ocurrencia de un embarazo a edades tempranas.

Del total de hijos de mujeres de 15 a 19 años, 36% corresponde a adolescentes que no


tienen educación o no han completado su educación primaria, 32% a aquellas que no han
terminado su educación secundaria, y 21% corresponde a adolescentes que han
concluido la educación primaria. De acuerdo con la CASEN 1998, 44% de las
adolescentes madres se ubican en el quintil de ingreso más bajo, en tanto 26% de
aquellas que no son madres están en la misma categoría.

Profundizando en el embarazo adolescente, es posible señalar que, la sociedad chilena


ha asignado a las mujeres la responsabilidad de la anticoncepción, y las acciones del
sector salud se han orientado hacia mujeres en edad fértil. Las cifras parciales existentes
señalan que 55.6% de mujeres urbanas y 53.6% de mujeres rurales son usuarias de
métodos anticonceptivos18.

Llama la atención que en tres décadas la oferta de métodos anticonceptivos del Ministerio
de Salud prácticamente no varió y estuvo reducida a dispositivos intrauterinos (67.1%) y
anticonceptivos hormonales orales (29.9%)19. En el año 2001, se agregaron
progestágenos e inyectables. La esterilización femenina estuvo muy restringida y regulada
hasta diciembre del 2000, año en el que se abrió una mayor posibilidad de acceso, pero
cuya implementación ha sido lenta. A diferencia de otros países de la región, la
anticoncepción masculina no se ha incorporado a los programas, lo cual constituye un
ostensible sesgo de género20. Finalizando el análisis de la situación de la fecundidad en
Chile, los datos señalan que el embarazo no deseado sería la principal causa del aborto
en nuestro país.

Según estudios publicados a fines de 1994 por el "Alan Guttmachaer Institute", Chile tiene
una de las tasas de aborto más altas de América Latina. Aunque las cifras no pueden
medir con exactitud, debido a la clandestinidad en la que esta práctica se realiza, se
calculan a través de egresos hospitalarios por abortos atendidos. En Chile, según datos
estimados por el "Movimiento Anónimo por la Vida" (MAV), se efectúan alrededor de 160
mil abortos anuales, vale decir, de cada diez embarazos cuatro terminan en aborto21.
Según datos de MINSAL, las cifras disponibles son las siguientes:

18
CERC-APROFA; 1989-1990. Genero, salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el contexto de la
reforma, María Isabel Matamala Vivaldi, Santiago, Chile 2001.
19
SERNAM-INE. Mujeres chilenas. Estadísticas para el nuevo siglo. Santiago, Chile; 2001.
20
Genero, salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el contexto de la reforma, María Isabel Matamala
Vivaldi, Santiago, Chile 2001.
21
Una realidad que no queremos ver, Alicia Morales y Alejandra Delgado.

8
Cuadro 2
TASAS DE EGRESOS HOSPITALARIOS POR ABORTO ATENDIDOS POR SERVICIOS DE
SALUD Y CLÍNICAS PARTICULARES. TASAS POR 1.000 NACIDOS VIVOS

Tasa por 1.000


Año
nacidos vivos
1990 118,8
1993 112,3
1995 103,5
Fuente: MINSAL, Dpto. de Informática

En Chile, la cifra absoluta de 60 muertes y la tasa de 2.0 por cada 10.000 nacidos vivos
se ubican entre las mejores de América Latina y el Caribe. Sin embargo, estas cifras son
10 veces mayores que las de los países ricos22.

Por otro lado, aunque en nuestro país la mortalidad por aborto ha descendido en la última
década, continúa incidiendo en cerca de 10% en la mortalidad materna. De esta manera,
existen cifras que permiten identificar al aborto como la principal causa de muerte materna
en nuestro país: las complicaciones derivadas del aborto clandestino causaron el 2000 el
26.5% de las muertes maternas. Cabe recordar que, desde 1989 el aborto terapéutico
está prohibido en Chile.

Aunque Chile es uno de los seis países del mundo con legislaciones más punitivas en
relación con el aborto, es al mismo tiempo uno de los que ostenta las tasas más altas en
América Latina. El 35% de los embarazos termina en aborto y ocurren 4.5 abortos por
cada 100 mujeres de 15 a 49 años, lo que evidencia la inutilidad de una legislación
represiva para enfrentar el problema23.

22
Genero, salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el contexto de la reforma, María Isabel Matamala
Vivaldi, Santiago, Chile 2001.
23
Ibíd.

9
Los cambios de roles al interior y exterior de la familia: la jefatura de hogar y
participación laboral de la mujer

Aunque el hogar con jefatura masculina sigue siendo el mayoritario, la CASEN 2000 ya
demostraba un aumento de la jefatura femenina, observándose que en 1992, el 20% de
los hogares tenía como jefe de hogar a una mujer y el 2000, la cifra ascendía al 23,1%.

Gráfico 2
DISTRIBUCIÓN DE LOS HOGARES POR SEXO DEL JEFE DE HOGAR (PORCENTAJE)
(1990-2000)

1990 20
80

1992 20,5
79,5
21,3
1994 78,7
21,9
1996 78,1

1998 27,8
77,2 Mujeres

2000 23,1 Hombre


76,9

0 20 40 60 80 100
Fuente: CASEN 2000.

Asimismo, el Censo del 2002 arrojó que la jefatura de hogar femenina aumentó con
respecto a 1992 en 6,2 puntos porcentuales, avanzando de 25,3% en 1992 a 31,5% en el
2002.

Por otra parte y siguiendo la misma fuente, entre los hogares nucleares monoparentales
hay un 85.1% con jefatura femenina, mientras en los hogares extensos y compuestos la
jefatura femenina oscila alrededor del 82% (81.6% extenso y 82.2 en hogares
compuestos). Un 11,5% de los hogares biparentales, tienen como jefa de hogar a una
mujer. Se detecta un significativo aumento de un 25.3% en 1992 a 31.5% en 2002. Esto
significa que casi un tercio de los hogares chilenos está encabezado por una mujer24.

La jefatura de hogar masculina es de 68,5% del total de los hogares, predominando en


aquellos compuestos por 5 personas (76,5%).

Por áreas geográficas, la jefatura femenina en el área rural aumentó en 4.7 puntos
porcentuales desde 1992 al 2002, pasando de 17,2% a 21.9%. En tanto, el incremento en
la zona urbana fue de 6.1 punto porcentual, llegando al 33% de los hogares en 2002.
A pesar que la participación laboral de la mujer será analizada en la sección siguiente, es
necesario adelantar que ésta ha aumentado considerablemente durante la década de los
24
Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de Chile, Junio
de 2003

10
’90 y a una tasa superior a la masculina. En este sentido, es importante recalcar que en
los sectores de menores ingresos la importancia del trabajo femenino es decisivo y
muchas veces determinante para mejorar la calidad de vida de la familia.

Se observa que, según CEPAL, si las mujeres pobres ingresaran al mercado laboral la
incidencia de la pobreza se reduciría en 8 puntos porcentuales.
De acuerdo a la Encuesta CASEN 2000 el 17% (12% pobres no indigentes y 5% de
indigentes) de los hogares en Chile viven bajo la línea de la pobreza (643.200 hogares).

Gráfico 3
Incidencia de la Pobreza

N o P o b re s
83%

P o b re s n o
In d ig e n te s
12% In d ig e n te s
5%

Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2000.

Si se consideran los índices de pobreza para el grupo de hogares donde ambos padres
están presente en el hogar y ambos están trabajando (23.4% del total de los hogares) se
tiene que los hogares bajo la línea de la pobreza se reducen a un 7%. Esta información
muestra claramente la disminución de la incidencia entre los hogares con ambos padres
trabajando al comparar la situación nacional total.

Gráfico 4
Incidencia de la Pobreza
(hogares con pareja presente y ambos trabajando)

N o P o b re s
93%

P o b re s n o
I n d ig e n t e s
6%
I n d ig e n t e s
1%

Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2000.

Otra forma en que especialistas han demostrado la importancia del ingreso femenino
consiste en tomar el grupo de hogares recién analizados y recalcular los índices de

11
pobreza excluyendo el ingreso de las mujeres del ingreso del hogar. Puede observarse un
aumento de la pobreza en este grupo analizado a 19% (14% más 5% en el gráfico 5), es
decir 100.145 hogares que antes estaban sobre la línea de la pobreza, al dejar la mujer de
percibir ingresos pasan a ser pobres. Por el lado de la indigencia, se tiene que de los
53.036 hogares que estaban clasificados como pobres no indigentes 34.679 pasarían a
ser indigentes al salir la mujer del mercado laboral.

Gráfico 5
Incidencia de la Pobreza, hogares con pareja presente y ambos trabajando

No Pobres
81%

Pobres no
Indigentes
Indigentes
14%
5%

(sin incluir ingreso de la mujer)


Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2000.

Otro tema interesante de abordar y que dice relación con la inclusión de la mujer en el
mundo laboral y público es la violencia intrafamiliar.

En Chile, en el año 1993 se realizó el primer Estudio de Prevalencia de la violencia


intrafamiliar, en el cual se develó que el 26,2% de las mujeres casadas o en convivencia
reconocían vivir violencia física en su relación de pareja, mientras el 33,5% de ellas
declaraba haber vivido violencia psicológica25.

Durante los siguientes años se continuaron realizando diversas investigaciones hasta que en
el año 2001 SERNAM lleva a cabo un nuevo Estudio de Prevalencia de la VIF en la
Región Metropolitana y en la IX región. Los principales resultados para la Región
Metropolitana de Santiago muestran que un 50, 3% de las mujeres, actual o anteriormente
casadas o en convivencia, han experimentado alguna forma de violencia por parte de su
pareja, sea psicológica, física o sexual, un 16,3% ha sufrido violencia psicológica, sin otras
manifestaciones de violencia y un 34% ha sufrido violencia física y/o sexual, generalmente
acompañada de violencia psicológica; de ellas, un 14,9% experimenta actualmente violencia
sexual. Por otro lado, la VIF estaría presente en todos los estratos sociales (siendo más alta
en los estratos socioeconómicos bajos); existiría relación inversa entre presencia de VIF y
nivel educacional; las mujeres que han sufrido VIF presentan un mayor número de
trastornos en su salud mental y en general, que se manifiesta especialmente en aquellas
que viven violencia física y/o sexual y la experiencia de violencia en la niñez es un factor
fuertemente asociado a la existencia de violencia en la pareja26.

25
Informe 2002 del Servicio Nacional de la Mujer de Chile a la Comisión Interamericana de Mujeres
26
Detección y Análisis de la Prevalencia de la Violencia Intrafamiliar. M. Ferrer, SERNAM, 2001. Como una de las
modificaciones al instrumento que mide VIF, está pensado introducir la prevalencia de “violencia económica”, es decir,
aquella relacionada con la negación del jefe de familia a aportar dinero para el hogar.

12
Analizando datos para la región, es posible señalar que, la situación de violencia contra la
mujer al interior de la familia es un fenómeno habitual en América Latina.

Según la ONU, la violencia de género “se refiere a todo acto de violencia que se ejerce
contra la mujer por el hecho de ser mujer y que tiene como resultado posible o real un
daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación de la
libertad, con independencia de que se produzca en el ámbito público o privado”.

En general, ésta se funda en características y creencias culturales respecto a las


relaciones domésticas y de afectividad entre el hombre y la mujer, en la que se
“normaliza” la violencia como parte de la relación.

Es sobre la base de estas percepciones sociales, determinadas por relaciones de poder y


por los valores presentes en una sociedad determinada en momentos históricos
específicos, que se reconocen ciertos comportamientos como violentos. Según estudios
del CEM27, existe una fuerte condena cuando ésta se lleva a cabo en el espacio público,
sin embargo se le tolera y avala cuando se da en el espacio privado. Sin embargo, en los
últimos años se han realizado pequeños avances en el reconocimiento de la violencia
invisible, sea de parte de la población como desde las autoridades públicas.

De esta manera, con la naturalización de los roles, se invisibiliza el hecho que la


institución matrimonial encierra una relación desigual entre los géneros. Se esconde el
hecho que la principal consecuencia de ello es la falta de autonomía de la mujer,
económica y psicológica, la infantilización y los obstáculos para el desarrollo de sus
potencialidades y proyectos como ser humano. Así, queda establecido que el hombre
tiene la obligación de trabajar para proveer los ingresos de su familia y la mujer tiene la
obligación de cumplir (o hacer que otra mujer cumpla) con las tareas del hogar.

27
Argumentos para el cambio. CEM, Santiago Chile.

13
B. MUJER Y TRABAJO

En 1995, el Informe Mundial del Desarrollo Humano constató que “si se estimara el aporte
de todas las actividades económicas no remuneradas realizadas por mujeres y se
asumiera la subvaloración de las actividades remuneradas, el producto mundial se
incrementaría en alrededor de 11 billones de dólares. Es por ello que se dice que las
mujeres cuentan, pero no se contabilizan”28.

Tasa de actividad, Tasa de desempleo, remuneraciones, jornadas de trabajo,


situación contractual y previsión

Según el INE, en 1990 la fuerza de trabajo correspondía a 4.888.580 personas, y luego de


10 años ésta ascendió a 5.870.890 personas. Tal crecimiento es superior en el caso de
las mujeres, quienes presentaron para el período 1989-2000 una tasa de crecimiento
promedio anual de 2,7%, frente al 1,4% que presentaron los hombres, para igual período.

La fuerza de trabajo -considerando ambos sexos- creció en un 27,2% respecto a 1992. Al


analizar su composición por sexo, se observa que el aumento porcentual de la fuerza de
trabajo femenina respecto del Censo de 1992 fue de un 50,1%, mientras que la de los
hombres alcanzó al 17,6%. La tasa de participación femenina por edad en la fuerza de
trabajo para el 2000 muestra lo siguiente:

Gráfico 1
TASA DE PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LA FUERZA DE TRABAJO 1990 - 2000

60
52,6
50 45,6
43,3
40 36,6
32,9 32,8
30

20
9,7 11,8
1990
10
2000
0
15 a 29 años 30 a 44 años 45 a 59 años 60 años y más
Fuente: CASEN 2000

En tanto, el nivel educacional de la fuerza de trabajo deja a las mujeres en una posición
superior a la de los hombres, lo cual no tiene reflejo en las remuneraciones, cuestión que
se verá más adelante.

28
PNUD 1995

14
Gráfico 2
DISTRIBUCIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO SEGÚN AÑOS DE ESTUDIO (EN
PORCENTAJE)

50 44,7
43,4
45
40
35 29,6
30 27,3
25 21,6 22,2
20
15
10 7,0 Hombres
4,1
5 Mujeres
0
0 a 3 años 4 a 8 años 9 a 12 años 13 ó más años
F
Fuente: CASEN 2000.

En cuanto a la participación laboral o acceso al mercado del trabajo, ésta registró durante
la década del noventa un gradual aumento, desde un 52% en 1990 a un 55,6% diez años
después. Esta mayor incorporación al mercado de trabajo ha sido desigual por sexo. En
comparación con los hombres, las mujeres se han incorporado en mayor medida al
trabajo. Sin embargo, la diferencia entre ambos sexos es significativa, siendo, la tasa de
participación masculina 33,9 puntos porcentuales mayor que la femenina, en el año 2000:
39.3% en las mujeres y 73.2% en los hombres.

La tasa de participación femenina por edad muestra que en los últimos años ha
disminuido la irregularidad de esta tasa en razón de la maternidad. Se observa que, no
sólo ha aumentado la edad en que se produce la caída en la participación laboral sino que
la recuperación después de esta baja se da con mayor intensidad. En este sentido, es
probable que las mujeres estén postergando las decisiones de matrimonio y maternidad,
como lo muestran los datos del INE, según los cuales, la edad media a la que la mujer
contrae matrimonio ha aumentado desde 23.8 a 26.7 años, desde 1980 a 1999.
Esta mayor participación laboral femenina en nuestro país (y en la región) se inserta
dentro de un contexto europeo y norteamericano de creciente inclusión de la mujer en el
trabajo. Por otro lado, diversos estudios demuestran que en estas latitudes la evolución en
las curvas de actividad femenina dejaron de tener la forma de una o dos crestas,
adoptando la forma de U invertida. Lo anterior implica una actividad continua, no
interrumpida con la salida de la mujer del mercado de trabajo al momento del nacimiento y
criaza de los hijos. Es precisamente esta tendencia la que se está registrando en los
últimos años en Chile y Latinoamérica en general, tal como lo demuestra el siguiente
gráfico.

15
Gráfico 3
TASA DE PARTICIPACIÓN LABORAL FEMENINA POR TRAMOS DE EDAD (1957, 1977 Y 1997)
70

60

50
Participación (%)

40

30

20

10

0
1 4 -1 8 1 9 -2 3 2 4 -2 8 2 9 -3 3 3 4 -3 8 3 9 -4 3 4 4 -4 8 4 9 -5 3 5 4 -5 8 5 9 -6 3
T ra m o s E ta re o s

1957 1977 1997

Por otro lado, en comparación con otros países de América Latina, Chile se encuentra en
una posición muy inferior en cuanto a la tasa de participación femenina. Nuestro país se
ubica 7 puntos por debajo del promedio de participación femenina en el continente,
registrándose en 1998 una tasa del 38%.

Asimismo, el grado de participación laboral de las mujeres depende de su estado civil y la


presencia y número de hijos que tienen. En edades centrales (25-44 años) se observan
diferencias claras por sexo. Los hombres de este grupo de edad son quienes presentan la
tasa de participación más alta (93%). En cambio, las mujeres al ser esta edad su etapa
fértil, alcanzan una tasa de participación de sólo un 48%. Además, los hombres una vez
que entran al mercado laboral sólo se retiran para jubilarse, en cambio un porcentaje
importante de mujeres interrumpe su participación laboral en la medida que se lo exigen
sus obligaciones familiares, sobre todo en el cuidado de los hijos29. Además, mujeres de
quintiles más bajos poseen tasas menores de participación laboral.

Por otro lado, la tasa de desocupación femenina es superior, permanentemente durante el


período 1990 y 2000, que la de los hombres, llegando a ser un punto porcentual mayor en
el 2000 (8% para hombres y 9% para mujeres).

Otro indicador muestra que en 1990, la segregación por razones de género según ramas
de actividad, arrojaba que el 62% de las mujeres se concentraba en tres ramas de
servicios: el comercio al por menor, los servicios sociales y comunales y los servicios
personales y de los hogares. En la producción industrial, sólo tenía cierta presencia en las
textiles, con un 9% de su empleo total. Por otra parte, los hombres tenían una
participación más diversificada en las distintas ramas de actividad económica.

En este sentido, según CEPAL y SERNAM (2000), debido a razones de género, las
mujeres no tienen acceso o tienen acceso limitado a todos los trabajos. El mercado de

29
Según datos de CASEN 2000, el 80% de las mujeres inactivas de 35 a 54 años señalan a los quehaceres
domésticos como causa para no buscar trabajo.

16
trabajo es segregado por género, lo que se traduce en que ellas acceden a una gama
relativamente menor de trabajos que los hombres, a los que se asocian menores
productividades y menores remuneraciones. Se hace evidente además, la concentración
de mujeres en actividades que pueden interpretarse como una continuidad de las labores
domésticas, es decir en el área de la salud (enfermeras) y la educación (profesoras).

La información actualizada del Censo 2002 señala que más del 80% del empleo femenino
sigue concentrado en el sector terciario, en las ramas de servicios comunales y sociales
(30.3%), personales en particular doméstico (15.8%) y el comercio (18.3%). Además, las
mujeres conforman el 48.2%de los profesionales y técnicos y el 32.7% de los grupos
directivos.

Cabe consignar que, el fenómeno anterior no es exclusivo de nuestro continente, sino que
con distintas magnitudes también está presente en Europa y Norteamérica.

En cuanto a las remuneraciones, existe una relación directa y positiva entre los años de
educación y los ingresos percibidos, situación que ocurre para ambos sexos. Sin
embargo, las diferencias en el ingreso que perciben las mujeres en comparación con los
hombres son desmedidas, brecha que crece a medida que aumenta el nivel educacional.
Es así como una mujer con 0 a 3 años de estudio gana un 18,6% menos que un hombre
de igual escolaridad, pero si tiene 13 y más años de estudio gana un 51,5% menos que el
hombre, con la misma educación.

Cuadro 1
INGRESO PROMEDIO MENSUAL DE LA OCUPACIÓN PRINCIPAL POR SEXO SEGÚN
AÑOS DE ESTUDIO 2000
(Pesos de noviembre de 2000)

Sexo Relación ing.


Años de
Hombre Mujer Total Mujer/ing.
estudio
Hombre (%)
0a3 119.354 97.198 113.593 18,6
4a8 156.097 111.332 142.094 28,7
9 a 12 230.247 157.636 204.090 31,5
13 y más 711.210 344.761 553.888 51.5
Total 319.098 205.061 277.843 35.7
Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2000

Esta brecha salarial no sólo se observa por nivel de estudios, está presente también
según categoría ocupacional, es decir, en razón de las mismas funciones las mujeres
reciben menor remuneración que los hombres.

Con distintas magnitudes, la diferenciación de ingreso a igual nivel educacional también


se registra en Europa, sin embargo, en Norteamérica con datos de 1996 se logró observar
que la brecha salarial entre hombres y mujeres disminuía a medida que aumentaba la
escolaridad.

17
Cuadro 2
BRECHA SALARIAL MUJER/HOMBRE SEGÚN GRUPO OCUPACIONAL
(%)
Grupo ocupacional % remuneración
mujer/remuneración hombre
Personal directivo 62.7
Profesionales 73.6
Técnicos 81.7
Personal administrativo 81.8
Servicios personales 66.1
Empleados de comercio 63.7
Trabajadores calificados 85.3
Operadores 67.8
Trabajadores no calificados 81.5
Total 68.9
Fuente: OIT, SERNAM 2001

De acuerdo a grupo ocupacional, la brecha salarial es mayor en aquellos cargos


directivos, que tienen mayores remuneraciones y que requieren de mayor calificación.

Del mismo modo, este diferencial se observa además por rama de actividad, siendo más
grande en la minería, en donde las mujeres perciben el 60.2% de lo que ganan los
hombres. En el otro extremo están los servicios comerciales, en donde las mujeres
perciben como ingreso el 83% de los hombres.

En América Latina, según cifras entregadas por la OIT, en el Panorama Laboral 2001, las
mujeres ganaban el 78% de lo que ganaban los hombres. Hay que consignar que esta
brecha ha disminuido desde principios de la década, en donde las mujeres ganaban el
68% de lo que ganaba el sexo opuesto. Para los años 1999 y 2000, Argentina se
constituía en el país con la menor brecha salarial entre sexos y Honduras el país con la
más alta. En el primero las mujeres ganan el 94% de lo que ganan los hombres y en el
segundo, sólo el 68%.

De esta manera, la incorporación de la Mujer al trabajo, a parte de la discriminación


salarial en contra de la mujer y la existencia de la segmentación ocupacional en el
mercado de trabajo se expresa en la concentración de las mujeres en un conjunto
reducido de ocupaciones que se definen como típicamente femeninas en términos
culturales (segmentación horizontal) y que serían menos valoradas. A ello se sumaría una
segmentación vertical de acuerdo con el sistema de género imperante, puesto que las
mujeres se concentran en los niveles de menor jerarquía de cada ocupación, lo que
significa que son puestos de trabajo peor remunerados y más inestables.

Analizando la jornada laboral por sexo, los hombres trabajan una jornada (48,8) semanal
superior a la permitida legalmente, en cambio las mujeres tienen un promedio muy inferior
(43,4). En general, la diferencia entre las horas trabajados por hombres y mujeres es de
5,4, superior para los primeros. Por grupo de edad, la diferencia se hace más pequeña
para el grupo de menos y más edad, 2,5 y 3,3 horas respectivamente. Sin embargo
durante el período de maternidad y crianza, la mujer trabaja 6,1 horas semanal menos
que los hombres de igual edad.

18
Por otro lado, se observa que las mujeres que son jefas de hogar trabajan menos horas
que los hombres de su misma condición. Se aprecia que el 57,8% de las mujeres jefas de
hogar poseen una jornada laboral superior a 48 horas semanales, frente al 77,5% que
presenta el sexo opuesto. Existe una importante diferencia en el porcentaje de mujeres y
hombres que realizan jornada parcial de trabajo, 24,5% y 9,5% respectivamente, siendo
ésta una modalidad mayormente usada por las mujeres.

Es importante resaltar que no hay grandes diferencias entre el promedio de horas


trabajadas en mujeres con y sin hijos. Sin embargo, se observa una leve disminución de
las horas trabajadas en el grupo etáreo en que se concentran los nacimientos y el cuidado
de los hijos, es decir, entre los 25 a 34 años. Lo anterior queda demostrado en el
siguiente cuadro:

Cuadro 3
PROMEDIO DE HORAS TRABAJADAS A LA SEMANA EN MUJERES OCUPADAS POR
GRUPOS DE EDAD, CON Y SIN HIJOS,1998
Grupos de Hijos
Total
edad No Si No-Si
15 a 24 43,2 44,1 -0,9 44,0
25 a 34 44,4 43,1 1,3 43,3
35 a 44 44,0 43,3 0,7 43,4
45 a 54 44,0 44,1 -0,1 44,1
55 a 64 42,0 41,6 0,8 41,9
65 y más 42,0 39,3 2,7 40,7
Total 43,6 43,4 0,2 43,4
Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 1998

En este sentido, cobra importancia analizar el trabajo parcial como una construcción
cultural de la maternidad en las sociedades. Lo anterior en el sentido que todos los
argumentos que apuntan a su potenciación se dirigen a mostrar las bondades que esta
modalidad permite para compatibilizar los roles reproductivos y productivos en las
mujeres.

Finalmente, respecto a la situación contractual y seguridad social, tanto para 1990 y 1996,
las mujeres se encuentran en menor medida protegidas por un contrato de trabajo, o de
otra manera, las mujeres tienen menor estabilidad laboral que los hombres. De esta
manera en 1996, 22 de cada 100 asalariados no tenían contrato de trabajo, situación que
afectaba en mayor medida a las mujeres. Para ellas esta relación era 25 que para los
hombres era de 21. Luego, en el 2000 la situación sigue siendo desfavorable para la
mujer, incluso es superior el porcentaje de mujeres sin contrato de trabajo que hace 4
años atrás. De esta manera, se observa que el 27.7% de las mujeres asalariadas no
posee este documento de protección social, frente al 22.8% de hombres en igual
condición.

Ahora bien, el 62,8% de los ocupados cotiza en el sistema previsional, mientras que el
porcentaje restante no está ahorrando para su jubilación. Las mujeres presentan un
porcentaje inferior de cotización en comparación con los hombres de 2,8 puntos
porcentuales para el 2000.

19
Considerando los datos expuestos, es posible romper con los siguientes mitos sobre el
trabajo femenino:

Mito 1: La curva de la participación femenina tiene forma de U invertida.

Mito 2: El trabajo femenino es secundario.

Mito 3: Las mujeres reciben menos ingresos porque su nivel de instrucción es menor.

Mito 4: La mayoría de las mujeres Latinoamericanas son dueñas de casa y tienen


muchos hijos.

Mito 5: Las mujeres Latinoamericanas que trabajan, tienen empleada doméstica.

Mito 6: Los empresarios contratan menos mujeres porque su costo laboral es mayor. Se
obtiene que los costos no salariales de las mujeres alcanzan al 71% de los equivalentes
para los hombres. Y los costos salariales (remuneraciones) ya se señaló que son mayores
también para los hombres, en donde las mujeres ganan el 68.9% de los ingresos que
gana el sexo contrario.

Considerando las disparidades laborales por sexo mencionadas con anterioridad, se cree
que las diferencias existentes en términos cualitativos tanto en la oferta como en la
demanda de mano de obra, indicarían que, en realidad, los hombres y las mujeres no
compiten por el mismo mercado, si no que se enfrentan a diferentes exigencias existiendo
virtualmente dos submercados laborales, uno de trabajo femenino y otro masculino con
estructuras socio-ocupantes diferenciadas por sexo y que cobran un sentido sustancial
desde el análisis de género30.

30
Serie CEPAL Mujer y Desarrollo Nº15: Formación de los Recursos Humanos Femeninos: Prioridad del crecimiento y de la
equidad. Junio 1996. Pág. 31.

20
C. MUJERES Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA

En nuestro país y en la región, a escala general y comparativamente con los hombres, se


observa una menor participación femenina en política en todos los cargos, sea de
designación ejecutiva o popular. El panorama anterior también es propio de Europa y
Norteamérica, conservando las proporciones.

En el poder ejecutivo por designación presidencial31

Cuadro 1
COMPARACIÓN DE CARGOS EJECUTIVOS POR DESIGNACIÓN PRESIDENCIAL
DURANTE LOS GOBIERNOS DE LA CONCERTACIÓN (1990-2003)
Gobierno
Gobierno Gobierno Gobierno Gobierno
Cargos Lagos
Aylwin Frei Lagos 2000 Lagos 2001
2003
Ministerios 4.8 14.3 33.3 31.25 17.64 (3)
Subsecretarias 11.1 11.1 28.6 29.6 24.13 (7)
Gobernaciones 8.2 10 26.9 24 27.45 (14)
Intendencias 0 7.7 30.8 15.4 7.69 (1)
Participación Total 7.3 10.8 28.7 25.5 21.15 (35)
en el período
Fuente: Fundación Instituto de la Mujer basándose en datos obtenidos de http://gobiernodechile.cl 2003 y base de datos de
elaboración propia. Reproducido desde Informe Sombra CEDAW, capítulo “Participación y Representación Pública y
Política de las Mujeres en Chile”.

Se observa una baja participación de las mujeres en cargos de designación, la cual a lo


largo de los gobiernos de la Concertación no supera el 30%. Sin embargo, hay un avance
significativo desde el 7.3% de participación a principios de los ’90 al 28.7% registrado al
inicio del gobierno de Lagos. También se observa una disminución de la participación
femenina dentro del gobierno de este último presidente, la cual asciende a 7.55 puntos
porcentuales, siendo el cargo de gobernador/a el único que mantuvo la tendencia al
incremento.

Resalta el cargo de Intendente, el cual a inicios de la década de los ’90 no tenía


representación femenina, y en la actualidad a pesar de contar con la presencia de
mujeres, ésta aún es muy baja, siendo el cargo de menor representación femenina por
designación ejecutiva.

Según señala CEPAL y SERNAM, en 1990 se inició una clara incorporación femenina en
la administración pública en los cargos de nivel intermedio tanto, profesionales como
administradores y técnicos, alcanzando en 1991 al 35.3% de ellos, y aumentando a 42.8%
en 1994. En este nivel del Ejecutivo se da la mayor incorporación de mujeres. Este
aumento puede asociarse al hecho de que en 1994 el porcentaje de mujeres para las
zonas urbanas del país en categoría ocupacional profesionales y técnicos era mayor que
el de hombres (20.3% en comparación a 14.4%).

31
Expresa la voluntad política del gobierno por concretar en la práctica los principios de equidad de género que se
sustentan en el discurso y en los instrumentos públicos tales como el Plan de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres
1994-1999.

21
Sin embargo, esta mayor incorporación de mujeres en puestos intermedios en la
administración pública no se acompañó de remuneraciones iguales. Este hecho es
especialmente notorio en el ámbito de profesionales y de directivos profesionales, es
decir, puestos que requieren mayor capacitación, experiencia y que implican toma de
decisiones. Las explicaciones para lo anterior mencionan que hay un menor acceso de las
mujeres a cargos más valorados de la administración pública, como también a una menor
permanencia y antigüedad en estos servicios.

Cabe consignar que la discriminación salarial en el ámbito público es menor a la presente


en el mundo privado, dada la existencia de la escala única. De esta manera, en el sector
privado impera mayormente las pautas subjetivas y los sesgos de género de los
empleadores que pueden expresarsecon mayor libertad.

De forma más global, para 1999 sólo dos países de América Latina superaban el 20% de
participación femenina en cargos de ministros, secretarios o equivalentes, ellos son
Ecuador y Panamá.

Cuadro 2
MUJERES MINISTROS, SECRETARIOS O EQUIVALENTES

TOTAL DE PORCENTAJE DE
MUJERES EN EL
MIEMBROS DEL MUJERES EN EL
PAIS AÑO GABINETE
GABINETE DE GABINETE DE
DE GOBIERNO
GOBIERNO GOBIERNO
Argentina 1999 1 9 11
Bélice 1996 1 … …
Bolivia 1997 1 14 7
Brasil 1999 1 24 4
Chile 1998 3 19 16
Colombia 1999 3 18 17
Costa Rica 1999 2 14 14
Cuba 1999 2 28 7
Ecuador 1999 4 14 29
El Salvador 1999 0 14 0
Guatemala 1999 1 12 8
Honduras 1999 3 17 18
México 1998 2 17 12
Nicaragua 1999 0 13 0
Panamá 1999 3 13 23
Paraguay 1999 1 10 10
Perú 1999 2 15 13
Rep, Dominicana 1999 2 17 12
Uruguay 1 1999 1 12 8
Venezuela 1999 1 14 7
Fuente: CEPAL, Participación y Liderazgo en América Latina y el Caribe: Indicadores de Género.
1: Comprende 18 departamentos y Montevideo.

22
En el poder ejecutivo por designación popular

En 1992 se aplicó por primera vez las elecciones populares de alcaldes y concejales
(según lo estipula la ley 19.907). Desde esa fecha hasta 1996 se registró un aumento de
la presencia femenina, explicado también por la creación de 7 nuevos municipios.

Cuadro 3
CARGOS DE ELECCIÓN POPULAR
Años Alcaldías Concejalías
1992 334 1748
Ambos sexos
1996 341 1789
1992 24 220
Número de mujeres
1996 32 258
Porcentaje de 1992 7 12.6
mujeres 1996 9.3 14.4
Fuente: Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), “Base de datos mujer” 1998; Ministerio del Interior, Servicio
Electoral de Chile, “cargos de elección popular y participación ciudadana en elecciones parlamentarias,
Santiago de Chile 1998.

En el gobierno local es donde en mayor medida se encuentra la presencia femenina, sin


embargo persiste su sub-representación en comparación a los hombres.

Se menciona en el Informe Sombra CEDAW, capítulo “Participación y Representación


Pública y Política de las Mujeres en Chile” que existirían dos razones que influirían en que
los partidos políticos decidieran impulsar candidaturas femeninas para esos cargos. En
primer lugar sería una extensión del rol doméstico al espacio público. Y en segundo lugar,
existiría desinterés en estos cargos por los hombres, dada la ausencia de poder de
decisión en temas relevantes en el ámbito local y nacional32.

En la misma fuente se señala que, el Instituto de la Mujer elaboró un estudio que permitió
consignar que las oportunidades ofrecidas a las mujeres por los partidos políticos es
inferior a las preferencias del electorado. Es decir, el electorado está más dispuesto a
votar por candidaturas femeninas de lo que los partidos están dispuestos a darles la
oportunidad de ser elegidas. En 1992, 23 de cada 100 mujeres presentadas eran
elegidas, en tanto que 34 de cada 100 hombres lo eran. En el 2000, 47 de cada 100
mujeres son elegidas y 55 de cada 100 hombres son elegidos33.

Se observa además que, esta baja participación femenina en el gobierno local también es
compartida por la región.

32
La ley Municipal da poderes extraordinarios al Alcalde, en tanto que los Concejales no tienen ningún poder de decisión
frente a éste.
33
Araujo, Katia, Partidos políticos y oportunidades para las mujeres en el escenario electoral. Fundación Instituto de la
Mujer, 2001.

23
Cuadro 4
MUJERES MIEMBROS EN EL GOBIERNO LOCAL
MUJERES MIEMBROS TOTAL DE PORCENTAJE DE
País AÑO DEL GOBIERNO MIEMBROS EN EL MUJERES EN EL
LOCAL GOBIERNO LOCAL GOBIERNO LOCAL
Argentina 1992 40 1100 4
Bolivia 1997 12 311 4
Brasil 1997 190 5378 4
Chile 1997 32 341 9
Colombia 1998 … … 5
Costa Rica 1998 4 81 5
Cuba 1998 9 169 5
Ecuador 1997 0 27 0
El Salvador 1998 … … 8
Guatemala 1994 6 330 2
Honduras 1994 37 291 13
México 1998 79 2418 3
Nicaragua 1996 30 145 21
Panamá 1999 10 73 14
Paraguay 1996 6 220 3
Perú 1998 7 194 4
Rep, Dominicana 1998 2 115 2
1
Uruguay 1998 0 19 0
Venezuela 1998 22 330 7
Fuente: CEPAL, Participación y Liderazgo en América Latina y el Caribe: Indicadores de
Género.
1: Comprende 18 departamentos y Montevideo.

Participación de la mujer en el servicio exterior

“Al igual que en los otros espacios de poder, a medida que los cargos significan menos
poder en la toma de decisiones en cuestiones relevantes, el número de mujeres aumenta
en el Servicio exterior”, fenómeno conocido como Techo de Cristal. Esta afirmación no
presenta variación entre el años 2000 y el 2003, incluso se registra una disminución de la
participación femenina en el cargo de embajadores (baja de 1 punto porcentual, llegando
al 7.53%) y en el de terceros secretarios de segunda clase (baja de 29.48 puntos
porcentuales, llegando al 16.67%). En forma general, en el período analizado la
participación femenina en el Servicio Exterior se vio mermada en 4.44 puntos
porcentuales.

“Amerita señalar que el Consulado general es un cargo y no un grado. En la actualidad no


hay mujeres destinadas como Cónsules Generales. Cuestión preocupante, pues este es
uno de los cargos por excelencia políticos en lo que respecta al Servicio Exterior. Lo
anterior, estaría corroborando nuestro análisis respecto a la falta de voluntad política
integrativa que tienen los partidos y el ejecutivo con las mujeres”34.
34
Informe Sombra CEDAW, Capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en
Chile”.

24
En el poder legislativo

Entre los años 1990 y 1998 se constata una creciente participación de las mujeres en el
poder legislativo, lo cual se observa especialmente en la duplicación de mujeres en la
Cámara de Diputados. En tanto en el Senado no se registran avances.

Cuadro 5
PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
Elecciones Ambos sexos Mujeres Mujeres
N° %
1990 120 7 5.8
1993 120 9 7.5
1997 120 13 10.8
Fuente: Instituto de la Mujer/FLACSO, Mujeres latinoamericanas en cifras, Teresa Valdés y Enrique Gomariz
Morada (coordinadores(, Santiago de Chile, 1992; Ministerio del Interior, Servicio electoral de Chile,
Elecciones parlamentarias. Escrutinios generales, Diputados, Santiago de Chile, 1997.

Cuadro 6
PARTICIPACIÓN FEMENINA EN EL SENADO
Elecciones Ambos sexos Mujeres Mujeres
N° %
1990 47 3 6.4
1993 47 3 6.4
1997 48 2 4.2
Fuente: Instituto de la Mujer/FLACSO, Mujeres latinoamericanas en cifras, Teresa Valdés y Enrique Gomariz
Morada (coordinadores(, Santiago de Chile, 1992; Ministerio del Interior, Servicio electoral de Chile,
Elecciones parlamentarias. Escrutinios generales, Senadores, Santiago de Chile, 1997.

Actualmente (2001-2006), de 38 senadores sólo 2 son mujeres, es decir el 5.26% del


total. Con relación a los diputados (120 en total) 15 son mujeres, es decir el 18%.

“Cabe señalar que la proporción de mujeres por sector político tiende a demostrar que en
el Partido Por la Democracia, PPD, y en Renovación Nacional, RN, hay una mayor
proporción de mujeres respecto a los demás partidos. Sólo recientemente la derecha más
conservadora (UDI) ha incorporado una proporción mayor de mujeres en la cámara, pero
ésta sigue estando por debajo de los partidos más cercanos a la izquierda”35. También se
observa una discriminación por género en la participación de las mujeres en las
respectivas comisiones permanentes de la Cámara, privilegiando su inclusión en
comisiones “femeninas” como por ejemplo familia, drogas y educación.

Como medida afirmativa para equiparar la representación y participación de las mujeres


en política, diversos países en América Latina comenzaron a implementar desde la
década de 1990 Leyes de Cuotas. Los resultados de tal medida permiten señalar que
cada país que aplicó este mecanismo de acción positiva logró incrementar la participación
femenina. El siguiente cuadro demuestra lo anterior:

35
Informe Sombra CEDAW, Capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en Chile”.

25
Cuadro 7
RESULTADOS DE LA APLICACIÓN DE CUOTAS EN AMÉRICA LATINA:
REPRESENTACIÓN FEMENINA EN EL PODER LEGISLATIVO
Última
1990 1980 Años de
elección
Poder (%) (%) ley de Porcentaje Lugar de
País (%)
legislativo antes antes acción de cuota aplicación
después
de ley de ley positiva
de ley
2001 30 Ambas
Argentina Diputados 30.7 5 1983 1991 cámaras
Senadores 33.3 9 4
1983
7
Bolivia 2002 1997
Diputados 18.5 9 1 30 Cámara baja
Senadores 14.8 4 8 25 Cámara alta
Brasil 2002 1997 30 Cámara baja
Diputados 8.6 5 1
Senadores 12.3 0 1
Chile 2001 Sin ley
Diputados 12.5 6 1970
Senadores 4.1 6 6
1970
2
Colombia 2002 2000 30 (en Poder
Diputados 12 9 5 sin ley cargos ejecutivo
Senadores 8.8 1 1 sin ley administrati
vos del
pode
ejecutivo)
Costa Rica 2002 40 Unicameral
congresistas 35.1 12 9 1997/2000
Rep. 2002 2000 33
Dominicana Diputados 17.3 12 13 Cámara baja
Senadores 6.3 0 7
Ecuador congresistas 2002 1997 unicameral
16 7 0 20

México 2003 1996/2000 30 Ambas


Diputados 23.2 12 9 cámaras
Senadores 2000
15.6 19 6
Nicaragua congresistas 2001 unicameral
20.7 19 12 Sin ley
Paraguay 2003 1996 20 Ambas
Diputados 8.8 4 3 cámaras
Senadores 8.9 6 3
Uruguay 1999 Sin ley
Diputados 12.1 6 1972
Senadores 9.7 0 1
1972
0
Venezuela congresistas 2000 20 unicameral
9.7 10 5 1998 (recienteme
nte la ley de
cuotas fue
prescrita)
Fuente: CEPAL, Unidad Mujer y Desarrollo. Proyecto CEPAL/DAW “Gobernabilidad democrática e igualdad
de género en América Latina y el Caribe”, 2003.

26
De esta manera diversos autores señalan (Unidad Mujer y Desarrollo, CEPAL) que para
aumentar la participar femenina en política, en un contexto descompensado naturalmente,
se deben considerar los siguientes elementos: ley de cuotas, lista cerrada y sistema
proporcional.

Sin embargo, es interesante resaltar los casos de países que no cuentan con leyes de
cuotas y superan la media regional (16%). Destacan países del Caribe como Cuba,
Barbados, Haití, Jamaica, Saint Lucía, Trinidad y Tobago con una alta participación
femenina en la Cámara Alta.

En el poder judicial

Durante los años ’90 no hubo presencia femenina en la Corte Suprema de Justicia, tanto
a nivel de ministros como de fiscal, secretario o abogados integrantes. Cabe resaltar que
la presencia de una mujer como Ministra de Justicia tuvo un efecto positivo (cambio de
actitud) para la inclusión de las mujeres en este ámbito.

En tanto, en la Corte de Apelaciones ha aumentado la proporción de mujeres, excepto de


secretarios.

Cuadro 8
PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LAS CORTES DE APELACIONES
Cargos Ambos sexos Mujeres N° Mujeres % Años
Presidentes 17 1 5.8 1992
17 5 29.4 1998
Ministros 119 24 20.2 1992
127 35 27.6 1998
Fiscales 29 10 34.5 1992
34 16 47.1 1998
Secretarios 19 13 68.4 1992
18 9 50 1998
Abogados 79 0 0 1992
integrantes 88 4 4.5 1998
Fuente: Instituto de la Mujer/FLACSO, Mujeres latinoamericanas en cifras, Teresa Valdés y Enrique
Gomariz Morada (coordinadores(, Santiago de Chile, 1992. Guía Silver, directorio de instituciones
de Chile.

Es sólo a partir del año 2001 que fue elegida una mujer como Ministra de la Corte
Suprema y una fiscal en este tribunal. Con ello de 0% de participación se llega a un 12%.
Para el año 2002 la situación es la siguiente:

27
Cuadro 9
PARTICIPACIÓN DE MUJERES EN CORTE DE APELACIÓN Y SUPREMA A
NOVIEMBRE DE 2002
N° de N° de
Tipo de corte % Hombres % Mujeres Total
hombres mujeres
Corte 21 336 87.5 12.5 24
Suprema
Corte de 124 62 66.66 33.34 186
Apelaciones
Total 145 65 69.04 30.94 210
Fuente: reproducido desde Informe Sombra CEDAW, capítulo “Participación y Representación Pública y
Política de las Mujeres en Chile”.

También en esta esfera se observa que a medida que aumenta el cargo disminuye la
participación femenina, siendo mayor ésta en las secretarias de ambas Cortes. Asimismo,
la participación de las mujeres en los juzgados de primera instancia se ha incrementado,
sin embargo, esta es mayor en las temáticas relacionadas a lo doméstico, tales como los
juzgados de menores37.

En los partidos políticos

La participación de mujeres en las comisiones políticas o equivalentes de partidos


políticos no ha tenido importantes variaciones entre 1991 y 1998. se observa que es más
baja la participación de las mujeres en los partidos de la oposición.

Al igual que en el poder legislativo, existen países de América Latina que han empezado a
aplicar leyes de cuotas al interior de los partidos políticos. Son los casos de Argentina,
Brasil, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela. A pesar de que en Chile no
existe esta ley, algunos partidos han establecido estatutos que contemplan este sistema.
Es el caso del Partido por la Democracia, PPD, quien definió una cuota del 40% de
mujeres en las direcciones colectivas internas y cuyos militantes según criterios internos
vigentes deben votar obligatoriamente por el porcentaje de mujeres establecido. La DC
desde 1996 implementó la norma de que ninguno de los dos sexos puede superar el 80%
de representación. El PS estableció cupos para mujeres de un mínimo de 30% y pretende
llegar a una relación 40/60.

“De los 9 partidos con vigencia según el registro electoral a mayo de 2003, sólo 3 partidos
cuentan con mujeres entre sus estructuras ejecutivas con real poder de decisión, el PS, el
PC y el PH. El PC es el único que cuenta con 2 mujeres dentro de los 3 cargos de real
relevancia. De lo anterior se refleja que si bien los mecanismo de acción positiva
garantizan la participación de las mujeres al interior de las estructuras ejecutivas de los
partidos políticos, no garantizan que las mujeres queden en los puestos de poder real en
la toma de decisiones”38.

36
Incluye el cargo de una mujer como prosecretario, es decir, cargo de apoyo al servicio de los ministros de la Corte
Suprema.
37
Este panorama podría verse modificado una vez en marcha la reforma procesal penal.
38
Informe Sombra CEDAW, Capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en Chile”.

28
Este panorama de baja participación y representación política de las mujeres se vuelve
aún más dramático si consideramos que las mujeres que participan en los procesos
eleccionarios son 4.206.599, es decir son el 52.09% de la población votante.

Buscando causalidades o factores explicativos para el panorama que se presentó con


relación a la inclusión y participación de las mujeres en política, CEPAL elaboró un
documento llamado Sistemas Electorales y Representación Femenina, en el marco del
Proyecto CEPAL/DAW. Allí se identifican los obstáculos (objetivos y subjetivos) que
presentan las mujeres en esta área, y son:

• La falta de apoyo de la ciudadanía a las candidatas mujeres, en donde prima el


factor cultural de la división de mundo público y mundo privado y separación de
roles
• El carácter de recién llegadas de las mujeres al mundo público exigido por la
actividad política y su asignación a las tareas derivadas de la función reproductiva
• La idea mayoritaria en los hombres de falta de práctica de las mujeres en los
saberes necesarios para el ejercicio del poder
• La exigencia de excepcionalidad a las candidatas mujeres
• Los partidos políticos como espacios identitarios, la debilidad del movimiento de
mujeres en general y al interior de los partidos en particular y los costos asociados
a posiciones exigentes de las mujeres.
• La resistencia a la pérdida de poder por parte de los hombres
• Las estructuras verticales, anquilosadas y centralizadas de los partidos políticos
• La falta de interés de las mujeres en la política y el descrédito a lo político.
• La falta de recursos de las candidatas mujeres
• La incomprensión de la cuestión del género

Asimismo, dicho documento también elabora las oportunidades que presentan las
mujeres en este ámbito:

• La existencia de organismos nacionales que se ocupan de las políticas de las


mujeres y de género
• La firmeza de los organismos electorales en hacer cumplir las leyes y reglamentos
• La influencia externa, las tendencias del ámbito internacional
• Las prácticas políticas de democracia y descentralización
• Las crisis como momentos de emergencia de liderazgos alternativos
• El apoyo de los medios de comunicación para otorgar más espacios a las mujeres

29
Referencias bibliográficas

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• Censo 1992 y 2002


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• Informe Sombra CEDAW, Chile 2002


• Servicio electoral
• Instituto de la Mujer/FLACSO, Mujeres latinoamericanas en cifras.

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• Participación y Liderazgo en América Latina y el Caribe: indicaciones de Género.
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• Ministerio de Hacienda, Dirección de Presupuestos

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