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4. CONTROL DE LA EROSIÓN
Cuando las manifestaciones del fenómeno son tímidas en magnitud, o bien cuando su
diagnóstico se hace de manera temprana, pueden ser empleadas en su control medidas que
no demandan ingentes esfuerzos económicos; este es el caso de la implementación de
prácticas menores de conservación de suelos que integran sencillas técnicas de intervención
del terreno atendiendo adecuadamente los agentes erosivos y los parámetros que imparten
resistencia al mismo frente a la erosión. Así, la conservación de suelos si se concentra
sobre los efectos producidos por el agua, puede ser puede ser desarrollada mediante tres
controles (Fournier, 1975): control del suelo, control de la vegetación, y -valga la
redundancia- control del agua.
Sin embargo, en ocasiones puede ser el fenómeno erosivo de una magnitud o encontrarse
en un estado de desarrollo tales que sea necesario hacer un tratamiento correctivo de
mayores exigencias; así por ejemplo en el caso de áreas degradadas por procesos de
carcavamiento, no será suficiente la incorporación de material vegetal atendiendo la escasa
oferta edáfica, sino además se deberán considerar otras variables cuya omisión en un
programa de recuperación puede conllevar el fracaso.
En ocasiones, aspectos que son tratados en concreto en un apartado son extensivos a otros,
por lo cual se ha omitido su presentación posterior una vez han sido ellos descritos; así por
ejemplo, la recolección de aguas subsuperficiales mediante subdrenes interceptores es
descrita en el apartado correspondiente a control de erosión en taludes y por tanto se omite
su posterior descripción en el apartado de control de la erosión en cárcavas, siendo
simplemente allí enunciada y referida su importancia.
El desarrollo de cada uno de los tres apartados trata de escapar a rigurosas descripciones y
fundamentaciones matemáticas y de diseño, sin perder por ello validez para la orientación
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de los procesos de intervención de áreas afectadas por procesos erosivos; así las
descripciones se concentran en obras pequeñas de bio-ingeniería, apartando de forma
adrede obras de mayor calado, que si bien son imprescindibles en ciertas circunstancias,
resultan por otra parte poco atractivas en términos económicos y para cuyo estudio deberá
remitirse a la literatura especializada. Sin embargo, en algunos pasajes se relacionan
brevemente lineamientos conceptuales o bien de interés, o bien de crucial importancia para
la comprensión integral de las técnicas descritas.
Para Norte América se reportan tasas de erosión en vías del orden de 156 m3 ha-1 año-1. En
condiciones tropicales esta cifra podría ser sustancialmente más alta, dadas las condiciones
de precipitación y los lineamientos técnicos seguidos en los procesos de construcción y
mantenimiento. Los principios orientadores de las obras utilizadas en la estabilización de
taludes recogen en buena medida lo observable en la naturaleza, sin embargo, como ha sido
anotado, dichas obras son bastante costosas, de una vida útil relativamente corta y poco
estéticas. Ante tales consideraciones, han sido realizados diferentes ensayos, caso de la
utilización de fibras naturales y el desarrollo de diferentes técnicas de repoblamiento
vegetal, reconociéndose así el importante papel que puede cumplir la vegetación en la
estabilización, siempre y cuando las acciones se orienten con base en el conocimiento de
las aptitudes y limitaciones de las especies que vayan a ser incluídas en los paquetes
tecnológicos en cuestión, aspecto ya discutido en el capítulo precedente. A continuación se
esbozan diferentes planteamientos tanto conceptuales como prácticos y metodológicos
relacionados con la erosión en taludes y posibilidades de intervención.
4.1.1 Nomenclatura de taludes. A efectos del desarrollo del tema -que exige el
conocimiento de una terminología técnica básica- se exponen a continuación algunos de los
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- Altura: distancia vertical desde el pie del talud o parte inferior, hasta su cabeza o parte
superior.
- Cabeza o escarpe: sitio de cambio brusco de pendiente en la parte superior del talud.
- Altura de nivel freático: distancia vertical desde el pie del talud o ladera hasta el nivel
de agua, medida en el punto de escarpe superior.
4.1.2 Diseño de taludes. Uno de los principales problemas del derrumbamiento de taludes
tiene origen en las características del trazado de las carreteras y en el diseño particular de
los taludes generados en ellas; el primer caso escapa aquí a su tratamiento, y tiene que ver
con carreteras en cuyo trazado se ha hecho caso omiso de las formaciones ecológicas que se
cruzan y los materiales geológicos a ellas asociados, factores que en conjunto ocasionan
serios problemas de mantenimiento por su potencialidad como focos erosivos. Con
respecto al diseño de taludes, lo primero que debe ser atendido es el ángulo de estabilidad
correspondiente, tomándose como base para su definición las características geológicas y
de suelo (Tabla 17).
4.1.3 Control del agua. De forma genérica, las bases sobre las que se soporta el control
de la erosión por el agua de escorrentía, son las siguientes (Fournier, 1975):
- Limitar la longitud de las pendientes para fragmentar el volumen del agua, impidiendo
que ésta alcance una velocidad erosiva.
Así, se tienen como directrices del control del agua: la variación de la longitud e inclinación
de la pendiente; la captura y conducción de aguas; y el cubrimiento con vegetación, con
cuya exposición se continúa:
(a)
(b)
En cuanto al manejo de las aguas en la parte inferior del talud, es indiscutible el importante
papel que cumplen las cunetas -cuneta inferior- en la estabilidad, evitando la socavación
basal y posterior desprendimiento de masas de tierra y/o rocas, sin olvidar con ello los
requerimientos de diseño y manejo que éstas demandan; así, conforme lo expone Fournier
(1975): “una cuneta que no se proteja y conserve puede convertirse en una cárcava
peligrosa que destruirá el camino y devastará los terrenos adyacentes. Cuesta mucho
menos proteger y conservar en buen estado las cunetas para evitar la erosión, que tenerlas
luego que rellenar y sembrar de césped”. Con relación a su diseño hidráulico, éste debe ser
tal que permita velocidades lo suficientemente altas para que no se produzca sedimentación
(pendientes > 2%), limitándose su velocidad a 10 m seg-1 para que no produzcan abrasión
de los materiales de la cuneta, y si es necesario, construir estructuras de disipación de
energía (Suárez, 1992)
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Propiciar entonces un substrato mejorado en caso de ser posible, es deseable; por tanto, la
aplicación de enmiendas edáficas para la corrección de problemas físico-químicos o
deficiencias de nutrientes ofrecen una mayor garantía de éxito a los programas de
repoblamiento vegetal que se emprendan en condiciones desfavorables desde la perspectiva
edáfica. Se destacan dentro del grupo de enmiendas, aquellas que buscan corregir
problemas de acidez usualmente encontrados en taludes de los trópicos y que se conocen
genéricamente como enmiendas calizas; su ventaja radica en que además de corregir los
bajos valores de pH, disminuyen la toxicidad de metales como Hierro (Fe) y Aluminio (Al);
mejoran la disponibilidad de nutrientes para las plantas; e incrementan la eficacia de los
fertilizantes posteriormente aplicados. Del grupo de correctores del suelo puede
mencionarse el empleo de carbonato potásico y del grupo de fertilizantes los abonos
químicos complejos NPK en diferentes presentaciones.
En cuanto a la composición de especies, ésta debe ser variada, y debe incluir a lo largo del
talud especies de porte bajo (gramíneas) y de porte medio-bajo (arbustivas); a través de las
primeras se puede conseguir una disminución del efecto que tiene el impacto de las gotas
de lluvia, así como una disminución de la velocidad de las aguas de escorrentía, siendo
necesario para que este último efecto sea importante, garantizar una cobertura superior al
70% del terreno. Por otra parte, las especies de porte arbustivo en su anclaje en el suelo
pueden atravesar en ocasiones potenciales superficies de rotura, dándole a la masa de suelo
características de cuerpo unitario, y favoreciendo con ello la estabilidad del talud. Las
coberturas herbáceas deben favorecerse en todo el talud, tanto en las paredes verticales
como en las bermas, optándose en estas últimas por la inclusión de especies arbustivas,
previo análisis cuidadoso del comportamiento de su sistema radicular, de forma que no
vaya éste en contra de los propios objetivos de estabilización. Las especies arbóreas no
deben ser incluídas en estos programas dado su elevado peso y efectos que sobre la
visibilidad en carreteras pueden tener para el tránsito vehicular; en su lugar, deben
identificarse especies de tipo arbustivo con sistemas radiculares densos y profundos que no
se extiendan demasiado lateralmente. Asimismo debe evaluarse la incorporación de
material arbóreo en la parte alta del talud en cercanías a la zanja de coronación, en razón
del daño que sobre ésta pueden provocar sus raíces y la generación de desprendimientos
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La selección de especies antes que orientarse por listados potenciales para la zona, debe
guiarse por la presencia que aquellas hacen en los taludes cercanos así como por
recomendaciones de entidades que en el área hayan adelantado ensayos de adaptación y
recuperación de sitios con limitaciones edáficas.
Por otra parte, el establecimiento de pastos a partir de planchas de césped, si bien se reporta
como una técnica de alta efectividad, tiene en contra sus altos costos; generalmente se
utilizan de 0,3 m de ancho por 2 a 3 m de longitud, siendo fijadas mediante estacas,
preferiblemente vivas. Asimismo, una técnica de relativa amplia utilización consiste en la
disposición de costales de fique –o paneleros- rellenos de tierra abonada y una mezcla de
semillas, sobre los niveles de terraza conformados, técnica conocida como “coctel de
semillas” y que se explicará más adelante.
4.1.4.4 Cubrimiento con fibras. De tiempo atrás, se reporta el empleo de mallas de fibras
tanto naturales como artificiales para el recubrimiento de superficies expuestas como es el
caso de taludes, siendo distribuidos tales productos comercialmente a efectos de su
utilización dentro de programas de control de la erosión; en algunos países como EUA su
empleo data de pasadas décadas conforme se evidencia en la publicidad que de los mismos
se tiene en revistas especializadas de dicho país y que se reproducen fragmentariamente en
la Figura 21; estas mallas de por si no son suficiente para el combate del fenómeno, por lo
cual deben combinarse con algún tipo de mantillo o cobertura (Morgan, 1986).
De forma más reciente que el caso recién ilustrado, se viene popularizando especialmente
en los programas de control de la erosión en algunos países latinoamericanos como
Colombia, el empleo de revestimientos de taludes con fibras naturales, caso del fique, entre
cuyos beneficios se tienen el control de la humedad (capacidad de absorción de agua hasta
de tres veces); aporte de materia orgánica; y protección de siembras y tratamientos que se
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4.1.4.7 Enrejado metálico. Se trata de una técnica empleada para contener la caída de
rocas de pequeñas dimensiones, para lo cual se recubre todo el talud con una malla metálica
protectora de triple torsión; no debe ser descartada su evidente eficacia en el aseguramiento
y contención de terrenos susceptibles a desprendimientos de bloques, ya que al envolver
completamente la parte debilitada, evita en muchos casos su rápido derrumbamiento,
retarda el agrietamiento progresivo y reduce, en el momento de producirse, el efecto
expansivo de los desprendimientos voluminosos (Departamento de Antioquia, s.f.p.).
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La malla debe ser asegurada en la zona virgen del terreno anterior al borde superior del
talud, a través de una correa de hormigón empotrado, en la que se hincan una serie de
barras metálicas de las cuales se engancha o suspende; en el talud la malla se fija mediante
barras más cortas o piquetes, hincados en las partes más sanas del terreno, procurando su
inmovilización, sin con ello restar la elasticidad necesaria para amortiguar los movimientos
superficiales del terreno. Se cita como norma barras superiores de 0,80 m y piquetes de
0.60 m, de 14 mm de diámetro.
4.1.4.8 Muros de contención. Los muros de contención han sido obras de amplia
utilización en el control de movimientos en los taludes de vías; además de su elevado costo,
el alcance de los objetivos que persiguen en muchas ocasiones ha desvirtuado su empleo,
aunque en buena medida ello ha obedecido a diseño y ubicación inadecuados. Suárez
(1992) afirma que con frecuencia ante deslizamientos rotacionales en donde la fuerza
actuante en el pie tiene una componente vertical importante hacia arriba, el muro es
levantado; por otro lado, en el caso de deslizamientos translacionales, el muro puede
ofrecer un buen sistema de estabilización siempre y cuando esté cimentado por debajo de
posibles o reales superficies de falla. Los muros de contención han sido tradicionalmente
construidos en diferentes materiales, principalmente en concreto y en gaviones.
Los muros en concreto simple o ciclópeo -cantos de roca y concreto- actúan como
estructuras de peso o gravedad, no siendo recomendable su utilización en alturas superiores
a 4 m. Lo anterior se debe no sólo al aumento de costos, sino, además, a la presencia de
esfuerzos de flexión que no pueden ser resistidos por el concreto simple, pudiéndose
presentar roturas a flexión en la parte inferior del muro o dentro del cimiento (Suárez,
1992). En lo posible, los muros deben ser cimentados por debajo de la superficie de falla
con el objeto de obtener fuerzas de reacción por fuera del movimiento que aporten
estabilidad no sólo al muro sino también al deslizamiento.
En el caso de obras de defensa en gaviones, éstas se dividen en dos partes, una losa de
fundación que está constituida por un gavión cuya altura no sobrepasa 50 cm, pero cuya
longitud es mayor a la de los gaviones restantes, y un cuerpo superior formado por gaviones
de mayor sección, los cuales se colocan transversales a la primera. Dado que las aristas de
cada gavión se cosen con las de los vecinos, la estructura alcanza una fuerte trabazón y
coherencia, constituyendo un verdadero bloque que tiene sobre otras obras similares de
mampostería, las ventajas inherentes a su flexibilidad, conforme ha sido indicado. El
cosido entre cuerpos se hace con alambre de las mismas especificaciones del de la malla,
reportándose gastos del 5% respecto al peso de alambre del gavión.
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Peso promedio con una tolerancia del 5%
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Finalmente, cabe destacar que el principal elemento que o bien limita o bien favorece la
adopción de esta técnica en una zona, es la disponibilidad de roca que se tenga en ella,
dados los elevados costos que principalmente se derivan de su transporte. Otros aspectos a
considerar son (Departamento de Antioquia, s.f.p.): metro cúbico de gavión puesto en
fábrica o en estación, alambre para atar, transporte y mano de obra.