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| DE LOS MEDIOS A LAS MEDIACIONES MENTO oe i ee i ee aingue no siempre rea Peer oe era h ieee eee icc en ee cr a aa al hn ese ac cer en ral sea la sock re arene eet PENGAMIENTO CRITICO/ PENSAMIENTO UTOPICO 186 Jestis Martin-Barbero DE LOS MEDIOS ALAS MEDIACIONES Comunicacién, cultura y hegemonia ue GPantrroros AE AON sooasery Meapetzaea ‘eles mele os icine: Coase cura hepa! ea itr ata ep eat ab: a Matlin ic! emit ec 8) aut fadhans02 coi a cna Mo omen ‘Seat edicn, primera en Anthropos Balti: 2010 6 ses Martin-Butbero, 1987, 2010 1 Univer Autonoma Metopaltaa, Azcapotalo, 2010 1B Anthropoe Bir, 2010 ‘alt: Anthropos Eator, Rubi (Baceons) pomvanthvopos-ediorta com En cuedign con in Univerignd AutSnons Metropaana, ‘Unidad Axspocaleo, México SERS epee 5362010 Dito, realize y coardnacn: Anthropes alors "Navito,St) Ruel: 95697 22 96 Fay. 93 587 26 61 mnpresio: Novos Wal, 5 Motada 1 Rebac “Impeeso en Espana Prine Spi teeta crc oe cetacean ee et ‘freien soc ete etn ean Pe SEES pment oomonche! 9 Dedico esta ediciin ‘mi primer maestro, Alfonso Quereiazo, quien, en su «Historia dela cultures, nos Jiablé yuucho més de vida cotidiana gue de dos grandes nombres o as fechas sublimes; ues tanto 0 mds importante que las obras de cultura era aprender a pensar las practi- cas y las procesas covdianos desde st sentido en la cultura «al mejor lbrero que me he topado, Chus Visor, quien, empezando los anios ochenta, asurnié mi investigacion sobre las matrices populares de lo masivo enriquecigndola con $1 olfato anarquistay rescatand de los sétanos dela alcalta de Madrid pasqiines y folletos sobre los gustos del popilacho a ‘omiznaos del siglo 2 PREAMBULO A UN MAPA DE LAS MUTACIONES COMUNICATIVAS Y CULTURALES La cartografiavive de una smbighada questa ‘nln confuenca dela ciency latte, Geopatiea ° bistria [a cartgraia labora una imagen goo ‘restr Ie relaciones del er human cone ta toro, una aprehenssn en conjnto del espesor de ss conflicts yal mismo deanpo nesta a hiss Fielded de nuttros saberes, Juas-CLAUDE Gnostens El libro que abre este preambulo lleva ya més de veinte aos ‘dando por el mundo en cuatro idiomas y publicado por dos ‘editoriales alas que se aad abora una ercera, Yaen st intro ) ¢ institu: Gionalidad medidtca (la envergadura econémico\juridica de los xu CCC CCC CC CCC CC TT -re rmedios);y el de las relaciones entre teenicidad (espesor sociooul- tral de fas nuevas teenologsas) y rituaidad (nexo simmbélico de Ibomtnteacln a ‘contemporeacon ls memoras anaes mestizos ritmos y ritos). es El mapa en que trabajo hoy Dibujando slo sus tacos ms reo, mapa en que a hoyenamabanronseeclsei delsmtucons cre ontempordeas, con ees so erpostespacs y migrate reso, Esboro ages pntony nea ue aman Estructuras del tiempo y formas del espacio span an peace urns ere Padiatr eee pa ee Be a delodierse Buanoe ef un nomenon aes Ginienioiee ants per i ticetenietgeeaenae pierre earns oes 1M Fovcsutr (3987) 19), Temporalidades Moderna es aquella temporalidd en la que Ia dindmicay el peso de la historia se hallaban enteraroente vleados hacia el Firuo en detrimento del pasado, Frente fa mireda romantica Ge, ya desdeel siglo buscabasecaperary preserva lo que {i tademidad tomaba iremediablementeobsolto en lenguas YFandaeas,en relatos yjetoe— la nada stradalegiina da “kestrel del pasado como late yhacedelanovedadl fuente Sica de legtimidad cultura. Pero comienzos dl siglo XW. Benjamin sefaléploneramente el agujeronegroquesuccionabe xu asa temporada: La represents den progrso del tne fo humano ela historia es inseparable dela representacon de Te prosecution de esta a lo largo den dem homogéneo y ‘adn Ycslncxperencia dees tiempo homogéneoy vaio a [gue ©, atmo devela ahora como propia del sociedad tar Teer la del progreso convertion rutin, pues I en0- ‘ecln penpancntecinccante dela come, delos productos, de Ins mnrancio est eiioligleamente xigid par segura la panty simple soporvvenca del sistema... nowedad mada te Ee shoraderewhucionarion sarbadrs Estamos ante un pro- ges velo caren se onfun col aparenca dl car tq producer ls nsigenes- De at que, sigulendo a Heep age cuando habla eign de a eniea, con ur mundo que se Ecnsttaye on imdpenes, Vt afrme qe el sentido en que ‘Smueelaeenaogiajano estan cel domino dela naturaera for las magutnas sino dl expec desarollo dela informactén Fitcomaniencin del mando como imagens Gonterpordnea en primer hatha temporada cont rsa pola eri de ln moderna experiencia el tt™p0, que {lene onl actual boom dela memoria sna de sus manifesto te ds elocuenlec Ar Huse 1999) ha rastueado fs nb {osdeloom alplarg yancho dela sociedad actual: creimlen- toy expan d los museos en as os kimas dada, esta Tacin de os vsjos contro urbatsauge dela oveaistrca $los relatos blogticos moda nao en arguleray vesios, Znusisno por ls conmemorscioncs,auge de los ancuaros, {Tvideo com dispostvo de memoralzacion,efaclus la con- ‘fasion del pasago del mando ~y no slo del que reeogen los tmuseos en bance de datos La era enumeracin ds rele Tens os da pls sobre a ubicldad que presenta yl com- Sicha de ernie ue alent aes de erin je padece nesta sctedad. Un segundo plano de anisiscon- ihnea os dvr formas de anmesingus producenel mead Slesmedics. Vnunos on una soedadcuyos objets duran cada {ee mene, pues su acelerada obolesenc x plaids por retstma cae funcionamientodepende de que ell se cumpl. Fromtea la memoria qu en otros tempos acmulaban los bj tos) ls viens, ya ts cel cal conversa diverts feneraciones, hoy buena parte de os bjetos con que vvimos & Sfaro con detechubes les caus ie habitamos stentan como “alo lan completa ass temporal xiv Estamos, pues, ante una contemporaneidad que, con suculto al presente, «un presente concebido bajo la forma de "golpes” sucesivos sin relacion historica entre ellos, y autista, que cree poder bastarsea s{mismo»(N. Lechner, 1995) confunde los tiem: pas ylos aplasta sobre Ia simultane de lo actual Conternpo- raneidad que se alimenta especialmente del debiltamento del pasado y del bricolage de los tiempos que nos familiariza con ‘cualquier otro tiempo sin esfuerzo,arrancéndoloa las comple|i- dades y ambighedades de su época. Pero, jatencin!, nos adview- teA. Huyssen, desvelando la accidn del mercado los medios no hemos tocado fondo, hay algo ain dens: la obsolescencia ace- Jerada y el debilitamiento de nuestros asideros identitarios nos fest generando un incontenble deseo de pasado que no se agota enla evasion. Aunque moldeado pore mercado ese deseo existe -ydebe ser tomado en serio como sintoma de una profunda desa- 26n cultural en I que se expresa la ansiosa indigencia que pa ‘ecemos de tiempos mas largos y Ia materialidad de nuestros {exerpos reclamando menos espacio y ms lugar. Todo lo cul nos plantea un desaffo radical: no oponer maniqueamente lz ‘memoria y la amnesia sino pensarias jantas. Sila sfiebre de his- torias que denunciara Nietzsche en el sigo XIX funcionabs in- vventando tradiciones nacionales eimperiales, estos, dando co- hresidn cultural a sociedacles desparradas por las convulsiones de Ia revolucién industrial, nuestra «flebre de memoria» es ex resin de la necesidad de anclae temporal que snfren unas so- . Asi, en el paso de lo politica a lo econmico se hand evidenteel dispositive central: de Inclusion abstracta yexcli- sin conereta, es deci la legitimacion de las diferencias sociales. La invocacién al pueblo legitima el poder dela burguesta Ja medida exacta en que esa invocacion articula su exclusién de Jacultura ¥ es en ese movimiento en el quesegestan as catego- vas de elo cultos y «lo popular. Esto es, de lo popular camo in- calto, de lo popular designando, en el momento de su constitt- ‘ign en concepto, un modo espectfico de relacin com la total ‘dad de lo socal Ia de la negacion, Ja de una identidad reflej, la ‘deaguello que estéconstituido no porlo que es sino parlo que le falta. Definicién del pueblo por exclusién, tanto de la riqueza, ‘como del soficio» poltico ya educacion. Respecto ala primera ‘no hacen falta argumentos. Acerca de la segunda, Habermas se pregunta «por qué no llama simplemente Rousseau opinién ala ‘opinion popular soberana; por qué la identifica con opinion pui> blicax. Porque la reconduccién rousseauniana de la soberania, real a soberanfa popular no ha sido capaz de superar el dilema: Ja transformacién de la voluntas en ratio acaba traduciendo el interés general en argumentos privados, esos que delimitan y consttuyen el «verdadero» espacio delo politico que es el espa cio pablico burgués- Sobre la relacin del puebloa laeducacion, que es el modo ilustrado de pensar la cultura—, se trata dela rlacién més wexterior» de las tes, pues sélo desde fuera puede Ja razén penetrar la inmediatee instintva de la mentalidad po- polar A la que nada ayuda, en ese aspecto, la bondad o esas Virtualidades naturales que sobreviven ala corrupcidn de las cos- tumbres. La relacién no podré ser sino vertical: desde los que ‘poseen activamente el conocimiento hacia los que ignorant, {esi0 es vacios, slo pueden dejarsellenar pasivamente, Y de ut ‘conocimiente al queen dima instancia siempre seguirén sien docxtrafos..salvoen susaspectos pricricas. Voltaire lo dirasin, ‘smbages: son otros los placeres —™ negard su valides tanto te6rica camo politica. Hay en la veflesién mardsta ‘que da cuenta dela experiencia del movimiento obrero de finales Gel sigo x0x y comienzos del siglo XX wn punto que lo distancia especialmente del pensamientoibertaro: la conciencia dela nove daciradical quel captalsmo produce convertida en expresin del salto eualiiative en el modo de lucha del movimiento obreco. EL proletarado se define como clase exclusvamente porla contradic- ‘ion antagénica que la consttaye en el plano de ls relaciones de producci6n:e trabajo frente al capital. Deal que no poet hablar sede clase obrera sino en e capitalism, ni de movimiento obrero ‘antes dela sparicion de a gran industria Laexpicacisn dela opre- sionyla estrategia dela lucha sesitianasienun solo ytnico plane: YIldom op 3932. FAR Barth, Mlcbgis pp. 28, Tomamos ta exprsion ene seid que eda precisamente Reser partenaires fon en Marcomo yeutara, 83 16 ‘leconémico,] dela produceién. Todos los demés planos oniveles ‘0 dimensiones de lo social se orgunizan y adquieren su sentido a ‘partir de las relaciones de produceién¥ toda concepelon de lucha social que no se centre ah, que no partay se dria aese centro, 65 ‘mistificadora y tramposa, desvia y obstaculiza La certeza teoticay Jn claridad politica se reiorzarin mutuamente, ya que lo que el :marxismo plantes aspira a rebasar los lites del pensar y se pe senfa com el movimiento mismo dela historia, hecho conciencia, nll lase capac de realizar su sentido.” Frente ala multiplicidad de niveles y planos delucha, fente ala eambigtedads politica en {que ve movfan los anarquistas el mareismo aportaba unicidad de criterio yun plus de claridad que venta en titimas de supeditarla experiencia del movimiento —que era lo primordial entre losanar- ‘quistas—al andlisis-confrontacién dela stuacién con a dectina, [La componente racionalista rompia definitivamente con los resi duos de romantcismo que arrastraban los libertarios, y que les ‘mposibilitaban pensar laespectficidad den potico como un terre nodeslindzbley separado, aque justamenteen que era pensable y sfectuable la espuesta ala dominacign econdmica. En ese contex: 1 te6ricola idea de pueblo no podia resulta sino retricay peligro ss en términos hegelianos superada. Qué implics sin embargo, cusles fueron los costos de esa, superacién? En el plano mis visible y exterior el hecho de que durante muchos afios|a apelacién al concepto de pueblo queds- rt reservada a la derecha politica oa sus aledaios. Desde hace unos pocos aos Ia cuestidn sfo embargo ha wuelto a plantearse desde la izquierda. En Europa, a través de la reescritura de la historia del movimiento obrero que como en el caso de EP, “Thompson” planteaexplicitamente la imposibilidad histrica de separartajantemente la lucha obrera de las «luchas plebeyass, de manera que hacer historia de a clase obrera implica neces riamente hacer historia dela cultura popular. O en La experien cia del movimiento obrero, de Castoriais, en que sin apelar ex plictamente al eoncepto de lo popular se efectia sin embargo tuna reelaboracion del concepto de proletariado que hace entrar en la reflexién no poco de lo que aquel significaba en el pensa- 29. Vaso ands que es propésito hace J-P Sarrean Qustions de tho, yp. 2755 30 Noses Le ormacie hin dela ase abe, 3 ol, Ba calena 1977 7 ee eee eee cece ee eee cece: teeeeee rect siento anarquista de finales de siglo. En América Latina la cues- tin del pueblo se retoma con fuerza en los times afos ligada, tanto a una relectura de los movimmientos populistas como a la revalorizacion de la cultura en el interior de los proyectos de transformacién democritica.* ‘A grandes rasgos lo gue empieza a plantearse como no pen sable desde la negacin efectuada por el marxismo ortodoxo del concepto de pueblo es, en primer lugar, esa otra edeterminacisn, objetivay, ese otro polo de la contradiccién dominante que, se- gan E. Lacla, se sitia no en el plano de las relaciones de pro- Aduccién, sino en el delas formaciones sociales, y que se constitu- ‘ye sen el antagonismo que opone el pueblo al blogue en el po- ers. Ese antagonismo da lugar a un tipo especifico de lucha, Ia lucha «popular-democritica», Comentandaeltexto de Lacla, E. de Ipola particulariza el terreno y las caracterstcas de esa, lucha, Su lugar de ejereeio se ubiea predominanternente en lo ideol6gico y lo politico: en la interpelacion-constitueién de los sujetos politicos. Sus contenidos histéricos son ala ver mds com > eretes —ya quo arian segin las épacas y las situaciones —y mas _generales que los contenidos de la lucha de clases, pues poseen luna continuidad histérica que se expresa «en la persistencia de lastradiciones populares frente ala discontinuidad que caracte- "izaa lasestructutas de clases. Aunque wsuperadas, la cuestiGn delo popular no hadejadosin embargo de teneruna representa- ign en el marxismo. Un andliss particularmente Iicido de esa representacign ha sido realizado por G. Sunkel. Dos serfan sus lineas de fuerza: una idea de fo polittzable en la que no caben :ms actores populares quela case obrera, ni mas confictos que los que provienen del choque entre capital y trabajo, ni ms es pacios que los de a fabrica oe! sindicato;y una vis heroien de la politica, perono en el sentidodelos roménticos, sine dejando fuera el mundo de lacotidianidad y la subjetividad ‘A partir de abi se produce una dable operacicn de negacién, ‘© mejor, ésta se configura en dos modos de operacién: la no re- presentacién yla represion, Lopopular no representado ee cons 31. Esa problemstica ser objeto de una eatin eps en ate cera pat, tlaborr a relacin entre asfensi, oracle dela cul ‘asimcinalesypopaleme ‘SEE. Lada Polen eidolgaon oor marist, p 125 33. deol, elegy dewso popup 105. 18 ‘utuye como el conjunte de actores, espacios y canflictos ue som. aceptados socialmente pero que n0 son interpeladios por los par. tidos politicos de izuierian." Aparecen asfactore comola mufet joven, los jubllados, lo invidos en cuanto portadores de re vindicacfones especilicas; espacios como la casa, las relaciones familiares, el seguro social, el hospital, etcetera. Yun segundo tipo de popular no representado, constituido por as tradiciones culturales: précticas simbdlicas de la religiosidad popular, for- ‘mas de conocimfento salidas desu experiencia como la medi na, la cosmovisién mégica ola sabidura postica, todo el campo elas pricticas festivas, las romerfas, las leyendasy par tltimo, cl mundo de las culturas indigenas. ‘Ta popular reprimid »se constitaye come el conjunto de se- tors, espacios y conflicos que han sido candenadas a subsistir cenlos margenes de o social sujetos de una condena éicay pol- ticas.* Actores como as prosttutss, os homosexuales, os aleo- [ndicos los drogadictos, los delincuentes,eteéera; espacios como los reformatorios, los prostibulos, las eétceles los lugares de es pectéculos nocturnos, eteétera, ‘Pero la negacién de lo popular no es sélo temitica, no se linsta a descomocer 0 condenar an determinado tipo de temas © problemas, sino que pone al descubierto la dificltad profunda cenel marsismno para pensar la cuestin de la pluralidad de ma- trices culturales, Ia alteridad cultural, Reducida ya en Mare al problema de los mods precapitalistas de produccién, cuyo pa- rradigma estaria en el emodo de produccién asistica» —reduc- cién que R. Bahro no duda en colocar como un problema de ctnacentrismo—* Ia cuestién plerde su sentido la perspectiva, teériea, cuando se introduce, quedaré anclada en elevolucionis- ‘mo primario de Morgan. Cierto que hay en Lenin una referencia cexplicita a Ja cuestién a propésito del andlisis de la formacion, social soviética en la que distingue una cultura domvinante bur- ‘guesa, unas culturas dominadas—Ias delcampesinado tradicio- nly xelementos de una cultura democriticasocalistay nel proletatiado.” Pero el afin derefericyexplicarla diferencia cal- 346. Sunkel, Rex» pasion on a prensa popur 58 Bader ps B6-R Bahro La alert. pp Sty E7Lenin, soins crftcas or el problema naclonale,en Sobel oe tara late, Buenos dite 1386 i tural por la diferencia de clase impedir pensar la especificidad de los conflictos que articula la cultura y de los modos de lucha «que desde ahi se producen; sl papel de iasidentidades sociocul- {rales como fuerzas materiales en el desarrollo dela historian YY por tanto su capacidad de convertirse en matrices constititi- vas de sujetos sociales y politicos, tamto en el intercambi 0 en- Srentamiento entre formaciones sociales diferentes como dentro de una formaci6n social. Enéltima instancia se trata dela impo- sibilidad de refers todos fos conflictos a una sola contradiccion ¢ydeanalizarlos desde una sola lgica: la l6gien interna. la lucha ‘declases. Lo que no significa que la lucha de clases no atraviese, yen determinados casos articule, las otras, El problema es pen ‘sarla como expresion de una pretendida cunidad de la historias. Para Marx ello no ofrece duda,y el Libro Ide El capital afirona precisamente para justificar la destruccion de la sociedad aa sida: «El capitalism industrial funda la historia mundial l he cer cada nacién, cada individuo, dependientes en lasatisfaccion, de sus necesidads, del mundo entero, Pero la imificacion im ._Puesta pore capital no puede, sin embargo, escapara la ruptu radelaunidad del sentido, El capitalismo puede destrvir cultu- ras perono puede agotar la verdad histrica que hay enellas. Yel marxlsmo no escapa a esa Idgica cuando pretende pensar las sociedades xprimitivas» del pasado o las otras culturas del pre- sente a partir de una particular configuracion dela vida social crigida en modelo. Para un etndloge como P, Clastres, esa «pre tensiéns a dictaminar la verdad de todas las formaciones socia- Jes que jalonan ia historia ha levado al marxismo a wreducirse a s{ mismo reduclendo el espesar de lo social a un solo parime- ‘oe, pues ¢on esa medida lo que se produce es ela supresién, para y simple de la sociedad primitiva como sociedad especif- eas.” Estudiando el tratamiento que laestética marnsta le da a la plstica de las culturas dominadss, Mirko Lauer explicita las {dos operaciones en que se traduce el desconocimiento dela alte- "dad cultural: sindiferencia generalizada» frente la especfici- dad de las eulturas marginals, e eincapacidad para aprehender ‘esas culturas en su doble cardcter de dominadas y de poseedoras, dena existenciapositiva a ser desarrolladae® 238.4 Arzumedo,Conconia popular yconcenla nana 4 39 P Clare, nstgncone en antopolpt politica p10. 99. M Lauer Quis dee omer p3 2% Una cuestion més general, pero que estéligada profunda- ‘mente conta enegaciéne de lo popularen el marxismorla homo- Togacién del concapto de cultura al de la ideologia. Me refiero ima vez més al marxismo ortedoxo, a ese que ha destonocido a feformado el concepto gramsciano de hegemonia «recuperdin ‘olor anterior de una concepeidn que sigue siendo dominante Fucenel debate delos aftostreints* donde comenzaron a hacer se patentes el significado y ls efectos de esa homologacién. La jimposibilidad de asumir y dar cuenta de la complejidad y lati ‘queza cultural de ese momento se materializaré en la tendencia, ‘idealizar la wcultura proletarie,” y a mirar como decadente la ‘produccin cultural de las vangualias. La critica de esa homo Togacién tiene hoy ya bien delimitados los impases, tanto el que sesitda.en|a predominancia de sentido negativo ~fasficacion de la realidad sobre los otros sentidas y efectos de a ideologia concepeién del mundo, interpelacién a los sujetos—" como fl que resulta de pensar ls relciones de produccién como un {espacio exterior alos procesos de constitucién del sentido. Por ‘eso me parece clave retomarla cuestién desde las relaciones en tre cultura y moderidad. Como ha demostrado Reszley, la tesis dela decadencia dl arte modero no habla slo dela estrechez. de un marsismo vulgas, sino de un impase de fondo en la teorta, Imarxistaortodoxa. Claro.que el zonamiento de Jdanov no ese] de Linkses, pero el significado de las tesis y los eectos politicos econ los mismos. En ambos lo que se condena como asocial ‘por individualist, osntisocial por burgués, es elexperimentalis- ‘mo: acapacidad de experimentary desde ah{cuestionar les , Wilhelm Reich continuard esa desmistiticacin de la teoria sobre las masas. En una obra escrita naa posterior, sino en ple tno 1934," el autor desmonta la operacién de «intoxicactén ps quica de las masass que, iniciada en Le Bon y sa identifcacion, del eal colectivas con el inconsciante de la raza, ballad su plenitud en a fidelidad a la sangre ya la tieras de la ideologia ‘acional-socialista. Reich transforma las preguntas psicalégieas de Freud —gqué es una masa?, en qué consistela modificacién, psquica que impone al individuo?—en las preguntas socilagi- fas que segtin él afirma le hizo personalmente a Fred en 1937: «2Cémo es posible que un Hitler o un Djungashvli Stalin) pue- ddan renar como amos sobre achacientos millones de individuos? Como es posible 502s. Preguntas que no son contestadas ni desde una psicologia del lider del caudilloy su carisma, ni desde Jas maquinaciones de los captalistas alemanes. Porque «no exis- teningtin proceso socioeconémico de alguna importancia hist6- rca que no haya anclado en la estructura psiquica de las masas 'y que se haya manifestade a través de un comportarmiento de ‘esas masaso.* Y entonces el verdadero problema que tna psico- logia de as masas debe enfrentar es vel problema dela sumision, ‘del hombre ala autoridads, de su degradacién, ya que «aunaue por doquier grupos humanos yfracciones de las clases oprimi- das luchan por "el pan y la libertad”, el grupo de las masas se ‘mantiene al margen yréza,o simplemente licha por la lbertad cen el bando de sus opresoress,"* 12 be, 2.57 15. WiRth, La picologta de masa dl fst, Boston despus pu ‘ia La sex ore date alu obe en Ta que contigs soa sh papljugado orl ceva nla foci elas nme pot nas [each pee de Pend, p86 15. Welch en Saad: ead o repre, p00. 16. aden, 102. 30 Recién crazado el siglo aparece publicado un bro que, re ‘twmando las cuestiones de Le Bon, les da un giro diferente, inau ‘gura la «psicologia socials com que el fuancionalismo norteameri- «cano de los afos teinta-cuarenta condimentarala primera teria dela comunicacin. Se rata de Opinion eta Foe,” encel que la ‘cuestion de las creencias es objeto de un desplazamiento funda- ‘mental: en lugar de tener como espacio de comprensin de sit estatuto social lo religiso, la creencias se reubican en el espacio dela comumicacién, de su ciculacién en la prensa, La risa es ‘convertida en pubizo y las creencias en opiridn. El nuevo objeto de estudio serd, pues, e! psblico como efecto psicolégico de la difusion de opinion, esto es: aquellacolectivided ecuya adhesion cs sélo mental». Es la nica posible en una sociedad reducida a ‘masa, a conglomerado de individuos asladas y disperses. Per, ceémo se prosduce esa adhesin? La respuesta de Tarde destapa, ‘sus deudas con Le Bon: por sugestién, Sélo que ahora esa suse tl6nes «adistanciae. Enel pensaroiento de Tarde sehaceespecial= ‘mente clara la inadecuaci6n entre lo nuevo del problema que se Intenta pensar y lo evijo» de las categorias en que se formula. Y ello a pesar de a renovacién del léxico. Sin embargo, la puesta en relacidn de masa y pablico nos interesa enormemente,yaquemés all de lo tematizado por ese autor apunta hacia la nueva situa: ‘ein de la masa ch la cultura: la progresiva transformacién del {activo —ruidoso y agitado~ pablica popular de las ferias y los teatros en el pasivo publico de una cultura convertida en espec- téculo para sna masa silenciosay asomabradas* Formulada en tminos de las ideaidades de Weber es desarvo- llada por Ferdinand Tonnies una refleién que combina elemen- tos dela socilogta de Tocqueville eon otros de la psicologia pro- ‘puesta por Le Boo.” Para Tonnies el cambio que significa la pre- sencia movlerna de las masas debe ser pensado desde laoposiciin, ddedos «tis de colectvidad: la comunidad yla sociedad (asocia- ign). La comunidad se define por la unidad de! pensamiento vla, ‘emocién, por la predominancia de los lazos cortos y coneretos y lasrelaciones de soidaridad,lealtad e dentidad coletiva, La «$0 17. lean, Pars, 1908 18, Sobre ext tansfermaclén:R, Senet, EI delve del hombre pice pp. is8ya0 19. Tonnies, Comnidad y sored, oenos Ales, 1947, 3 edad, pore contraro, est caracterizada por a separacion en- tre razéa y sentimiento, entre medio y fines, con predominancia dela razon manipulatoria ya ausencia de relaciones identifica ras del grupo, com la consiguiente prevalencia del indvidualismo ‘ylamera agregacién pasajera. La ausencia de lazos que verdadera- ‘mente aden serésuplida porn competencia el control. La pro ‘puesta de Tonnies, aunque formulada en términos que pretenden ‘escribir sin valor, no ha podido escapar ala carga de pesimis ‘mo que sus «idalizacioness arrastran, y desde el que ser lefdo por la mayoria de los autores que se ocupan del tema. 3. Metafislea dol hombre-masa Los acontecitnientes que se «precipitans en el primer tercio de ese hombre a sus eadentross. Lo que significa ‘cainar del hecho socal delasaglomeraciones —la nuchedunbre de pronto se ha hecho visible. Antes, sexist, pasaba inadvertia, ‘ctipaba el fondo del escenario social; ahora se ha adelantado a las bateras es ella cl personae principal hacia la dseccion de st. ima: meiocridad y especializacion. El exterior, o sea, la historia, ttf formadl por el crecimiento demogricoylatéenica, quetienen, sutlado bueno en el eracimiento dela vida» —la vida media sernuc- 21 Ortega y Gasset, La helo de as mases, Editorial Espasa Calpe ‘Sin Mads 1957s ornper a publics en un aio de Madden 1926, ta lion gue so ez de Pel. O, Spengler La dacadencta de Ovldont, Eto Sal Eyam Calpe SA, Medi, 1925 215 Ortega y Gast. op et 37. 32 ‘veauna altura superior pues se ha ampliado el repertorio de posibi- lidades de la mayoria— y su lado malo en la aglomeracion —oesa itwasién poras masasde todas oslugares,incusodelos reservados. «las minorias creativase— y la especalizacién que desalojade cada ‘hombre deciencia la ecalara integral» El interioe noses descritoa través de un largo y sinuoso viaje al cara de hombre-medio, del hombre masa,enel que slo hay vulgar yconformismo.Escomo silos detritus del hombre occidental se hubieran tomado su cor: ‘6n. Alfinal del viaje Ortega nos espera con una formula quelorest ‘me todo: ela rebelion de as masas es una misma cosa con lo gue ‘athena llamaba le invasin vertical de ls birbaross2 O sea, el retomode aquelia definitva Edad Media que noesla istics, pies noestéen el pasado, sinoenel futaro-presente,y sus birbaros iva diéndonos ahora verticalmonte, es deci desde abajo. Creo que sel momento de record la imagen con a que abet pretend sinttizarel sentido dl movimiento quesubyace todo Jolargo del desarrollo de esta tori: del miedo al desencanto con- servando el aco, ¥ es que por més que Ortega nos repita que el, Jhombre-masa no pertenece a tna case, sino que habia todas, referencia sociohistécca se halla en los de abajo, puesto que ellos son, en la atrasada Espana de comienzos de siglo, los que confor: ‘man Ja mayorta, la masa obscena, la muchedumbre que en esos afios justamente realiza dia tras dia insurrecciones, levantamientos através de los cuales se alza —verticalmente'— contra la espesa, ‘capa de feudalisma politico y ecandmico endured, e invade los sagrados y aristocréticos espacios dela cultura. Frente a la ins rreccin popular, queen los afios teina alcanza tanto en lo poiti- co como en lo cultural el momenta més gide y fecundo dela [Espafia moderna, Ortega scribe un ibro con prdlogo para franice- ‘3, epflogo para ingleses y Leno de guitios de oo ala Flosofia ale ‘mana, pero del que esté profundamente ausente la propia referen- ciahistorica espariols. Hay un punto sinembargo,enelque Ortega ‘ocala historia y son las referencias a la complicidad de las masas cone Estado lascistaen su neces de seguridad. Peroatin ala critica se esuelveen un andlisis moral ms que politico: el Estado 22 Bon, p62 25: Dositoos gue ctalacen arelaion entre mbes cxpacios elas smelt M, Tush de Laract a, Movirieo ober: police leatur on Ie Espanc coenporéna, Mai. 1974, Fuentes La marisa usb et les eoas espe, Madr, 1980 33 aparece sin raizenlo econdmnica yel conilicto deriva hacia locus ral. Veimaslo més de cerca. Larelacisn masa/cultura es tematizada por Ortegade un modo cespeclal en La deshmanizaci de arte, pero los dos rasgos que ‘para él definen en profundidad la cultura forman parte sustan- cial de la argumentacion que se despliega en La rebelin de las ‘masas. Uno: la xcultura integrals definida por oposicién alacien- cia y la téenica, reafirmando aquel humanismo que delimita la caliura por su diferencia con la civlizaclén, Se propone una teo- ra para comprender la modemnidad, pero el espacio delo que se piensa como cultura se presenta escindido del trabajo cientfico ytéenlco, yaferrado a una mezcla del clsico cultivode lo espiri- ‘al con elementos de la ética burguesa del esfuerzo y el auto- control Dos: fa cultura es ante todo normas, Cuanto mis preci- sa, cudnto ms definida la norma mayors la cultura, iY con ese concepto se senfocas el arte que'se hace en ese tiempo! Cuil es entonces para Ortega el tipo de relacién que la masa, tiene con la cultura? Para decid sin rodeos: no sé la masa es {ncapaz de cultura —es0 se viene diciendo del pueblo desde hace siglos— sino que lo que salva al arte moderno, al «monstroso» arte que hacen Debussy, Cézanne o Mallarmé, es que sive para ‘poner al descubierto esa incapacidad radical de las masasahora, ‘cuando ellas pretenden y se creen capaces de todo, hasta de cul- ‘ura. Lo mejor de ese arte es que desenmascara culturalmente a las masas: frente a él no pueden fingirque gozan, tanto Tes abu vee inrita. Cultura eveativa, el nuevo arte es la venganza dela ‘minorfa que, en medio de igualitarismo social y la masifieacién cultural, nos pone de presente que ain hay eclases». Y en esa distineién que separa es donde reside para Ortega la posiilidad ‘misma de la supervivencia de la cultura El arte modemo resulta asl esencialmente impopular porque se planta frente alas pretensiones ~los derechos— con que se creen las masas, produciendo su incomprension yfastidio, incom prensin ala que el artista respond exacerbando su hostilidad y ‘sudistancla, Con lo quelareacién entre artey sociedad se rompe, ‘Y des-integrado el arte no puede no deshumanizarse: se borra la figura, se onfunden os generos, se pierdela armonia, Pero ta bign lo que se gana es mucho, piensa Ortegs, porque en esta prc ‘ba de fuego que atraviesa ef arte se purfca de todo el magma de sentimentalismo y melodrama que ain arastraba. Debussy des- 34 hhumaniza la masica pero snos hace posible escuchar misica sin — es una vida vegetativa: las culturas nacen, se Pasaje qu es he- ho pensble mediante la construcién de les tips de sociedad, © mejor delos pos derlacsion ere carter sociadad que penmiten dar cuenta del movimiento de transformacion que culmina ena ‘cciedad de mass, Basado en J riclacién primordial etre de- rmograflay picologa, Risman propane tes ips de sociedad: la ‘carncterzadas por ser una sociedad dependents del deci ‘nadiciona, la sociedad dependent de la dein itera yl so- cledad dependientedeladiecién porlosotos, Acad uno de estos Spor pertenece una modalidad de familia de escuela, de grupo de pares, un modo de nara de trabajar y organiza el comerio, de ‘vr sex y dig la politi. De exe modo Riesman nealapen- Sarl consitucin dla cultura de mases como principio de ite sida global de lo social. Principio que se desgios en tes di- ‘mensions isias, Primer: la dasecede lasocedaddedreccion porlos oteseslaclase mea. Segunda cada dia ms lasrelaciones on elmurdo exerior con uno mismo se producen en el ujode Ja comunicacién masiva, Tercera el andl del ort digo or tos esa misano Uetapo un aliss del portearericano y del 22. DM Wate, A cukuts de msn nos Estados Union, n Cale de mis. SED Raman, la muchnie solaris p1. 39 a hombre contempordineos. Rissman proyecta asi sobrela dinémi- ‘cade la modernidad wna doble figura a de hombre medio dzol- endo las clase sociales en conflicto yladelos medios decom. cacién elevados 2 causaldad efciente del historia-cultura. Doble ‘guraque sinttia el pensamiento de los autores norteamericanos sobre la sociedad de masas como aquella que noes el fin sino el principio de una nueva cultura que los medios masivos hacen posl- bie. Yellonossioenelsentd dela circuacién, sino en otro més de fondo «La sociedad a la que le faltaban institaciones nacionales bien definidas'y una clase diigente consciente deseo, seamalga- nda través de los medics de communicacién de masas». Yun wri tico> como B. Rosenberg para quien la cultura de masa arrasta la tendencia a coofundirculturacon dversisn ya mezelarlo genuino ylobastardo hasta tomadas indstinguibles,proclama sin embargo Ja misma creenciaen la todopoderasa eficaca dela tecnologia, y especialmente dela massmediatica: a explicacion del sirgimiento dela nueva cultura no se halla ni en ef capitalismo, nj en la nivel: clon que comport i democracta, nen una peculiar configuracion, {el cardcter norteamericano; si pudigramos ariesgar una form- lacién positiva, diriamos quela tecnologia modema es la causa ne sexsara y suficiente dela cultura de masa De aha la formula mcluhaniana ya es poco el trecho, Mas bien se podria afirmar que McLuhan no ha hecho sino expresar ‘en un Jenguaje explicitamente antitedrco la intuiidn-obsesin que atraviesa de punta a punta la reflexién norteamericana de los afios cuarenta-cincuenta sobre la relacién cultura/sociedad, Existe una profunda homologia entre los conceptos basoos, y en Ia ldgica de los dos libros que condensan esa reflexin: La ‘mucheduombre soitaria yLa consprensién de ls medios. La dif rencia est ms en la jergas —los stipos de cardetensociedad« que ellenguaje delos medios, pues {inocula a evasion ya impotencia para «modificar cualquier cosa, enlas vigentesrelaciones de propiedad y de poder».” La tercera dimensién, la desublimacion del arte, no es sino la otra cara de la degradacion de la caltura, ya que en un misino ‘movimiento la industria cultaral banaliza la vida cotidiana yposl- tiviz el arte, Pero la desublimacion del arte tiene su propishisto- ria, cuyo punto de arrangue se sitéaen el momento en que el arte Togra desprenderse del émbito de lo sagrado merced ala autono- ‘mia que el mercado pesibilita, La contradiccién estaba ya en su ‘ala, el arte selibera pero com na libertad que scomo negacton de Ja funcionalidad social que es impuestaa través del mercado que- dda esencialmente igada al presupuesto de la economia mercan- tle? Y sélo asurniendo esa contradiccin el are ha podtido res- ‘guardar sa independencia, De manera que contra toda estética idealista hemos de acepiar que el arte logra su autonomia en un ‘movimiento quelo separa dela ritualizaci6n, lohace mercanciay loaleja dela vida. Durante un cierto perfodo de tiempo esa con- ttadicelin pudo ser sostenida fecundamente para la sociedad y pata el arte, pero a partie de un momento la economfa del arte ‘sufre un cambio decisivo, el carter de metcancia del arte se di- TR Adorno, La idolia como lenguiep.24 ade p30 aki dl honinomo,p 188 4% sselve ven al acto de reaizarseen forma integraley, perdiendola tension queresguardaba su libertad, el arte se incorporaal merca- do como un bien cultural ms adecusindose enteramente ala ne ‘cesidad. Lo que de arte quedard ahi ya no seré mis que su casca- rnlestlo, es deci la coberencia puramenteesttica que seago- ta en la imitacion, ¥ éa ser la «forma» del arte que produce la ‘industria cultural: identifieacin con la férmula,repeticion dela formula. Redvoido a cultura el ate se hart eaccesible al pueblo como los parquess,ofrecdo al disfrusede todos, ntrodueido en a vida como un objeto mas, desublimado. a reflexion de Horkhelmer y Adorno llega hasta abi. Hay ‘otra pista que se apunta sélo de paso, la de que el wencanalla- ‘miento» actual del arweestéligado no sélo al efecto del mercado, sinoal precio que pagarial arte urgués por aquellapureza que Jo mantuvo alejado, exclude de la clase inferior Pero esa pista queda al aie, sin desarrollo. La que se seguiré desarrollando es Jade sla caida del arte en la cultura». A estudiar esa ca‘da dedi- cars Adorno buena parte de st obra, Voy a rastreat en las dos ‘elas maestras de ese desarrollo, la de la rfica cultural y lade la filosofia del are, loselementos que conciernen a nuestro debate Comencemos por confesar de entrada nuestra perplejidad Leyendo a Adorno nunca se sabe del todo de queé lado esta el ceftico. Hay textos en los que la tarea parece ser ln demistifica- cidn la denuncia de la complicidad, el desenmascararmiento de Jas trampas que iende laideologia. Pero hey otros en los que se afirma que la complicidad de la crtica con Ia cultura «no se debe meravnentea la ideologia del ertco: mis bien es frutode a reacidn del ertico con la cosa que trata».* Lo que nos pone deci- idamente sobre otra pista, que.es la que parece interesarverda- eramente a Adomo, Y de ahi nuestra perplejidad: qué sentido tiene todo Io afirmado acerca dela Iogica de In mereancta, qué sentido tiene critica la industria cultural si slo que parece deca- dencia de la cultura es su puro llegar sfmismao.""¥ de un texto otro la desazén aumenta, pues la significacin de la cultura es remitia indistintamente ala historia —a la eneutrallzacién lo- arada gracias a a emancipacién de los procesos vitales con Ta ascension de la burguesias—"y ala fenomenologia hegeliana 9.TaW Adamo, Cris curly soi 210, Tol dbuer 33, TH. ThW Adorno, Sool, pt 7 de sla frustracion impuesta por la cWvilzacién a sus vitimase. = Demanera que la denuncia de la sujecisn dela cultara al poder vylapérdida de su impulse polémnico se «resuelven» en la impos ble reconciliacién del espiritu exilade consigo mismo. ZNo este ni hablando de eso Adorno cuando nes habla de la imposible reconciliacion del Arte con la Sociedad? De La diaiéeticn del lu- sminismo a eora estética, obra péstuma, la fidelidad a los prest- ‘puestos es completa aunque los temas cambien.Sien el primer Texto se oponta el arte «menors 0 ligero al arte serio en nombre dd la verdad, esa oposicion edesciendes y se acerca a nuestra pproblematica central a través del problema del goce. Flay que demoler el cancepto de goce atisicos, proclama Adorno, pues taly como lo entiende a conciencia comin —la cultura popular diriamos nosotros ef goce es sdlo un extravio, una fuente de confusién: el que goza com la experiencia es s6lo el hombre t= vial. ¥ cuando empezamos a sospechar el parecidode ese pensa- ‘mento con ideas encontradas antes ideologicamente del otro lado, nos topamos con afirmaciones como ésta que recuerda al Ortega mids reaccionario: «La espiritualizacién de las obras de arte ba aguljoneado el rencor dels excluidos de la eulturay ha inieiado el género de arte para consumistass. "La ceremonia de la confusion no puede ser més completa: gy sien el origen dela industria cultural mas quela l6gica de la mercancia lo que est viera en verdad fuera la reaccién frustrada de las masas ante un arte reservado alas minorias? Cargada de un pesimismo y de un despecho refinado, que no ‘mpiden sin embargo la lucide, la reflexion de Adomo sigue st ‘marcha colocando frente a frente la inmediatez en que se en- charea el goce —puro placer sensible— y la distancia que, bajo la forma de disonancia, asume el arte que atin puede lamarse tal. Ladisonancia es a expresion de ss desgarramiento interior, de su negarse al campromiso, Ladisonancia—ssigno de todolo moderno»— es la clave secreta que, en medio de la estupide. reinante de una sociologia que en ella ve la mazea de la aliena- ‘ign, sigue haciendo posible el arte hoy, la nueva figura de sa ‘esencia ahora queclartesetorna inesenelal. Ahora quella indus- ‘wig cultural monta su negocio sobre las trazas de ese arte infe- 12. Dales dl hominis, p70. TLTRW Adorno, ota eriey 26, 8 slog» que nunca obedecié al eancepto de arte Aencion al apan- te:esearte desobedientealconcepto sfue siempre un testimonio del fracaso dela cultura y conv ese racaso en voluntad pro- pia, lo mismo que hace el humors." Elapunte es preciosa porel Ungulo desde el que se percibe cl sentide del sare inferior y si relacin con a industria ultra Ia reaccidn al fracaso, pero {ambien su convertro en vluntad propia. Y para que no bay Jn menor confusion sobre aquello alo que se efere cone arte inferior» ahi est el elemplo:jcomo el humor. ‘Sabemos quel rtica del gocetenerazones no slo estti- cas. Los populism, fascists ono, han predicado siempre as texcelencias del realismo y han exigido a os artistas obras que transparenten ls sigificades y que conecten drectamente con Jn sensbilided popular. Pero a ertca de Adorno, hablando de cso, apunta sin embargo hacia oto ldo, Hele demasiado un ristocratismo cultural que se nigga a acepiar a exsienca de ‘una plaalidad de experencias estéticas, una pluralidad de los, ‘modos de hacer y usar socialmente el arte. Estamos ante una teorfa de la cultura que no slo hace del arte sutnico verdadero paradigms, sino que lo deniiea con suconcepto: un «oncep:o ‘nitarion® que relega a simple yalienante diversi cualquier tipo de prt ouso del arte que no pueda derivarse de aquel concepto,y que temina haciendo de arte nico lugar de acce- Soa la verdad de la sociedad, Pero entonces,¢n0 extremes de- rasiado cerea, desde el arte, de aquellatrascendencia que los Heidegger, Jaspersy dems habianereido encontrarenlaauten- tieidad del encuentro del yo-si? Adomo negara cualquier converses, puesto que cualquler encuear puede guar ls tazas de una rconcicion ys algo dfsingueauestéen es lanegacin aculeuler recone, acu ‘quer positvidad. slo que uata de decros al colocar el xe ‘nono en el centro mistno del movimiento pore que el arte se onstituye en «So por mati de sa absolut negatvidad puede laste cxpresarl nexprenble-a uit Por eo ude entoncrs ditinguise tan netamente hoy lo que es are de logue es pastiche 1 dem, p30. 15. Para una cicada nica el orgen dl arseco leven rientodess concept nitarioe M. Lauer Crea deters, pp 22 ya. Te Th. Adorn, Trae, 31 ~ esa minnura desentimiento y walgarida, ee elemento plebeyo que el verdadero arte abomina, ¥ que la caress aristotdica ha venido justificando durante sides al jusificar unos mal llamades vefectos ‘del arte. ra lugar de desafiar ala masa coma hace el are, el past= che se dedica a exciarla mediante a acivacin de las vivencias Pero jams habré legiimacién socal posible para es ate inferior ‘cuya forma consist en la explotacin dela emocién. La funcion del ariees justament lo cantrario dela emocidnslaconnovion Al otro ‘extemo de cuslquir subjtividad, la conmocion ese instante en ‘que la negacion del yo abze las puertas a la verdadera experiencia ‘silica. Por es0 nada entienden los efticos que atin siguen con el ‘cacareo manido de que el arte debe salir de su torre de mari. lo ‘queno entienden esos eritcos es que el exrafiamientodelaztees la ‘condicion hisiea de su autonomia. Que todo compromiso con el pastiche ~con el kitsch, con la moda—noes masque una tric. ‘Claro que ln presion dela masa es tanta que hasta los mejores aca: bban cediendo, pero salabarel azz yelock a ral en garde Bee- thoven no sire para desmontar la mentiradelncultura, sinaqueda lun pretesto ala barbare ya los intereses de laindustria de acu 1s.” Ante el chantae la trea del verdadero arte es apartarse. Ese Xinjoo amino posible para. arte que no quiera acabar identifica dol hombre con su propia huraillacion. En la ea dela communica cién de masss wel ate permaneceintegro precisarente cuando no participa en la comunieacions.* Léstima que una coneepcin tan, rrdicalmentelimpia yelevada del arte debe, para formulas, reba- jr todas las otras formas posibles hasta el sareasino y hacer del sentimiento un toxpey sniestro aliado de la vulgaridad, Desde ese sto gar, a donde coneuce al ertco su pecesidad de escapar ala " Benjamin eda entonces ala tarea de pen- sarlos cambios que configuran la modernidad dese el especto dle la percepclon mezclando para ello lo que pasa en las calles con Toque pasa en as bricas yen ls oscuras alas de cine yen lallteratura sobre todo en a marginal ena malta, Y eso elo due ee intolerable para a dinlectica, Una cosa es pasa logic, eductivamente, deunclementoa otro dlicdando las conetio- fee. ¥ otra descubre pareatescos,eoscura relciones»entea Teflaada escriturade Baudelaire yas expesfones de a mulitud urbana, y deésta con las figuras del montaj einematograico;0 ‘strearlas formas del confcto de clases ene! tiga deregistroe Tmarean la ciudad y hasta en la narrativa dels follies. Ee esa metodo, tan arriesgadoquede laid Brecht: Pies socon error qué pequeio ese némerodelos que estén dspues- tospor lo menos a no malentender algo ast» Dos temas serin fos conductores para ker a Benjamin desde rmcetr debate, las nuevas ences yl codad moderna, Pocos textos tan etades en los mos afc, y pstblemente tan pocoymallefdos, como La obra deat en ada ds repre

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