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cottos han practicade sacrificios humans, muchos han permitido la esclavi- tud, yen nuestros dias, por seguir poniendo ejemplos, hay gran disparidad en el modo da entendar ol papel de la mujer en lo cociedad y cn otras muchas cuestiones morales. Sin embargo, cada tradicién, cada concepein moral, pretende que su mado de entender la vida humana es el modo més adecuado de hacerlo: su particular manera de orientar a las personas se pre- senta comé el mejor camino para ser plenamente humanos. En este punto es donde surge la gran pregunta: (Es posible que toda concepeién moral sea igualmente valida’, (Es indiferente adoptar una u otra, en caso de poder ele- gir’, Existen criterios racionales para escoger, entre distintas concepciones morales, aquella que pudiéramos considerar como «la mejor», la mas ade- cada para servir de orientacién a lo largo de toda la vida? Para responder a esas preguntas sin caer en una simplificacién estéril hemos de ir paso @ paso: en primer lugar, abordaremos la compleja cuestin de en qué consiste la moralidad, es decir, qué rasgos especificos comporta la dimensidn moral frente a otras dimensiones de la vida humana; para ello habremos de recorrer algunas de las principales reflexiones filaséficas que se han elaborado hasta la fecha. En segundo lugar, dichas reflexiones, junto con las que ya hemos expuesto en ef capftulo anterior, nas llevan una y otra vez a una importance distincidn conceptual entre la forma y el contenido de las con- cepciones morales, de modo que afirmaremos que la universalidad de lo moral pertenece a la forma, mientras que los contenidos estén sujetos a varia- tones en el espacio y en el tiempo, sin que esto suponga que todas las mora- ia misma validez, puesto que na todas encarnan Ia forma moral les posear con el mismo grado de adecuacién. En tercer lugar, habremos de examinar los criterios racionales que cada filosofia propone para discemnir cusles de las propuestas morales encarna mejor la forma moral, y de este modo estaremos en condiciones de sefalar algunos rasgos que debe reunir una concepeién, moral que aspire a la consideracién de razonable, pero sabre todo esraremos, en condiciones de mostrar la carencia de valide: de muchas concepciones morales que a menudo pretenden presentarse camo racionales y deseables. En el presente capitulo slo abordaremos el primero de los pasos que hemos apuntado: tracaremos de responder a la pregunta jEn qué consiste la morali- dad? Las restantes cuestiones serin abordadas en los capitulos posteriores 112, DISTINTOS MODOS DE COMPRENDER LO MORAL Determinar en qué consiste fo moral o la moralidad (no esta a aquella docérina moral, sino el fenémeno moral en general) constituye el primer 30 problema de | largo de la hi nes de la mor: sofia antigua moralidad era moral del hon ser para adopt lidad se ente moral como ¢ consolida el II templada com reneiv de un injusto», «m para todos los fenémeno uni Los diverse sobre la natur moral» se ha algunos, 0 var a) La mora vida felis, cane si se entiende bh} Le mora c) La mora en grupos red una vive o el: 4d) La mora Ja que uno per bros de tal cor ¢) La mora permiten eval: lade la propia Veamos abi sideraciones qu 12.1, La moral que cond Entre los fi queda de la fe intelecto alae itido la eselavi gran disparidad dad y en otras da concepeidin sel modo inais lersanas se pre: En este punto ode poder ele: concepeiones », la mis ade- icacién esteril apleja cuestisn vena; para ello oséficas que se ones, junto can ina yotma ver a xido de las con realidad de bo sujetos a v todas las mora ta forma moral ws de examinar tir cudles de las rodo estaremos na concepeicin todo estaremos i concepciones sy deseables. asos que hemos esta o-aquella cuye el primer problema de la Etica y, a nuestro juicio, eal vez la tarea mis compleja. A lo largo de la historia de la filosoffa han ido surgiendo diferentes concepcio- nes de la moralidad, fruto de enfoques filossfieos distintas. Cuando la filo sofia antigua y medieval centrabon sus reflexiones en la nocitin de sev, Ia moralidad era entendida como una dimensién del ser hi moral del hombre. En la Edad Moderna, la filosofia dejé de centrarse en el ser para adoptar la conciencia como concepto nuclear, de modo que la mora- lidad se entendié como una forma pecwliar de conciencia: la conciencia mo, ka dimensién moral coma conciencia del deber. Por ultimo, cuando en el siglo XX se consolida et llamado «giro lingistico» en filosoffa, la moralidad ser con- templada como un fendmeno que se manifiesta primariamente en la exis- tencia de un lenguaje moral formado por expresiones tales como «justo», sinjusto», «mentiran, «lealtad», etc. Tales expresiones san comprensibles para todos los hablances, de modo que la moralidad se eonsiclera como un fenémeno universal que merece ser estudiado. Los diversas enfoques ¢ttcos han proporcionado algunas conclusiones sobre la naturaleza de la moralidad, de tal modo que podemas decir que «lo moral» se ha entendido y se entiende como un fenémeno que comporta algunos, 0 varios, 0 codos los rasgos siguientes: a) La motalidad es el ambito de la realizacién de la vida buena, de la tanco si la felicidad es entendida como placer (hedonismo) como vida feliz, si se entiende como autorrealizacién (eudemonismo). b) La moralidad es el ajustamienco @ normas espectficamente humanas. c) La moralidad es la aptitud para la solucién pacifica de conflictos, sea en grupos reducidos, 0 bien en grandes colectives como son el pats dande uno vive o el Ambico del planeta entero, 4d) La moralidad es la asuncién de las viewudes propias de la comunidad a la que uno pertenece, asf como la aptitud para ser solidario com fos miem- bros dle tal comunidad (comunitarismo). e) La moralidad es la asuncién de unos principios universales que nos, permicen evaluar cefticamence las concepciones morales ajenas y también, la de la propia comunidad. ‘Veamos ahora, siquiera sea brevemente, cules son las principales con- sideraciones que se han aducido para concebir In moratidad de tales modos. ién de las virtudes 112.1. La moralidad como adqui que conducen a la felicidad Entre los fildsofos de Ia antigua Grecia lo moral se concibe como buis- queda de la felicidad o vida buena. Ser moral era sinénimo de aplicar el intelecto a la tarea de descubrir y escoger en cada momento los medios mas 31 oportunas para alcanzar una vida plena, feliz, globalmente satisfactoria, En este sentido, la base para conducirse moralmente es una correcta delibera- tion, es decie, un uso adecuado cle Ia racionalidad, entendida aqui como yacionatidad prudencial. Esta facultad nos permite discurtir sobre los medios yestrategias que conducen a ese fin al que todos sendemas inevitablemente: el fin de alcanzat el maximo de felicidad en el conjunto de nuestra vida. Aristéreles distingue claramente entre esa racionalidad moral que ui ‘mos para conducir prudentemente nuestra vida hacia la felicidad, y ese otra tipo de racionalidad técnica, que también poseemos, y que delibera sobre los medios mss adectados para alcanzar ciertos fines, pero en este caso se trata dle fines puntuales y no se tiene en euenta el marco global de Ia propia vida’ [La distincién aristarélica entre ta rax6n prudencial (verdadera raxén moral segun Aristételes, aunque no lo sera para Kant, como veremos) y la mera yatssin técnica tiene todavia un enorme valor para entender algunas cuestio- hes morales: Por ejemplo, sipongomos que me planteo la eleccién de mi facuta profesidn w oficio con la mirada puesta en mi propia felicidad; la razin pridencial me lleva a pensar que me rnnviene escnger con mucho cundado, tentendo en cuenta que es una eleccidn que seguramente va a con- Gieionar el resto de mi vida; por eso, cal reflexién me Hevard a plantearme ciertas preguntas ante cada una de las profesiones poribles: {Me gusta lo nificieate como para dedicarme a ella durance decenios?, @Poseo las cual dads necesarins para Tlegat a set un buen profesional en ese ramo?, {Tiene fe profesidn una Suficience remuneraciGn econémica y un minima de reco- octmiento social! {Se trata de una profesién en la que los riesgos fisieos y psicoldgicos estin suficientemente compensados por los bienes directos © Indirectos que produce el ejercicio de la mismal, (Es una profesion que apatta algo positivo a la comunidad en la que vivo a que mis bien le pro- duce perjuicio!, (Hasta qué punto el ejercicio de esa profesidn es compati- ble con el compromiso con los ideales morales, politicos y religiosos en los que creo? Se supone que una sabia decisién en este caso, una decision toralmente acertaca en el sentido prudencial, serfs aquélla que armonizase al maximo las respuestas a preguntas como ésas, de moda que la profesién Tinalmence escogida compaginase mis gustos, mis axpicaciones econdinicas. tus eapectouivas de éxite secinl, mis idealee paliticos y religinsns, ere. Bl nicierta cs una cuestion de como encajar una serie de elementos distintos de tal modo que formen un todo coherente y satisfactorio a largo plazo. Es une Cueition de eéleulo sensata de las posibilidades y los deseos propios ‘Er cambio, ange un problema puntual como puede ser el de conseguir apro- bar cierto examen de acceso para estudiar la profesién elegida, lo que se pone en marcha es fn rerén técnica: {Cémo hago ~aqui y ahora~ para ascgurae el txita en ase examen’, (Me pongo a estudiar sistemdticamente © mejor busca tun buen enchufe!, ;Me estudio tod Ia materia o selecciono une: euantos temas que segtn se dice son los fundamencales?, jFormo un equipo de estu- dia con otros compaferos que también van a presentarse a ese examen, 0 ser * vase Brea a Nicdmaca, VI, 45, mejor que para prepa Tn cuestien ion hanra nis seomt nes pone d puede rerw efor solu a soluciér pia vida ne teen el ser Fecho que menos a1 mayor fel Sin embarg interprerar fa como placer, & ta de Epicura e tos eudaimonise den que la felic es.un elemento lo esencial pare seres. En el cus felices, ea ln de las actividades twas propins de puestas 2 nuest Otras escuelas. en los primeros de otras activic éstas), como pe En los tiem sentada especi licarisras conti su ver es enter ble. Frente a ¢ si hien ta feli ! Mease, por ej satisfaccoria, En orrecta delihera- dida aqui como sobre los medios nevitablemente: de nuestra vida. voral que uci icidad, y ese aero era sobre lon lel! este case se trata e la propia vida’ fadera razdn mora sms) ) ba mera algumas cuestio- Ia eleccisn de mi ropia felicidad: a scoger con mucho vari plantenrme bles: {Me gusta lo *,#Posea las cuali- se rsmno?, Tiene sv minimo de reco hicnes directos © ana profesion que mvs bien Le pro fesign es compat ¥ seligiosos en los Ia que armonizase io que la profesion religivsos, ete nentos distintes de larga plazo. Es una 05 propins. de conseguir apro- aida, lo que se pos a= para asegurar el tente « inejor buses un equipo de esta sgos lisicus ¥_, mejor que me prepare en solitario?, :Dispongo de todo el material necesatio para prepararme o he de buscar mais? Nétese que las cuestiones cécnicas Ike van consige incvitablemente scpectos morales, come ocurre en este case! In euestign de cémo superar el examen nos hace ver que es posible una «salu- ‘ign honrada» y una «solueign cramposa», una opcién windividuatistas y otra ids «comunitarias, etc. Sin embargo, este cruce de ambos tipos dle euestio- Sn encre ellos: porque es evidente que uno puede tener en cuenta las consideraciones morales a la hora ce disefar la mejor solucién técnica de un problema conereto, o bien optar por no tener- Js en cuenta; tanto en un e230 como en otro es posible que se tenga éxito en la solucién del problema, pero fos consecuencias para la armoni ie la pra- pia vida no serén las mismas; si la solucién técnica ha sido «moral» (peuden- teen el sentido aristotélico), el individuo se senticé probablemente mis satis- fecho que si ha aplicado una solucién técnica winmoral=, puesto que, al menos # largo plazo, las soluciones moralmente acertadas proporcionan sayor felicidad que las moraimente erréneas.| nes pone de manifiesto la distin Sin embargo, ya entre los griegos hubo discrepancias sobre el modo de interpretar le felicidad. Por un lado, los hedonistas encienden la felicidad como placer, camo satisfaccién de los sentidos y ausencia de dolor. La escue+ a de Epicuro es representativa de este tipo de planteamiento. Por su parte, los endaimonistas ~fundamentalmente Aristételes y sus seguidores~ encien- den que la felicidad no se identifica con el placer, aunque adimiten que éste es un elemento imprescincible de la felicidad como un todo, pero ariaden que lo esencial para ser felis es realizar la actividad que es propia de cada tipo de eres. En el caso de Aristéceles, la netividad que, 9 si felices, es la de entender el mundo y maravillarnos de todo cuanto contiene; las actividades que se refieren al pensamienco y al conocimiento serfan las rig, ans hace mas mds propias del hombre: estudiar, reflexionar, averiguar las verdaderas res- ppuestas a nuestras preguntas, saisfacer nuestra curiosided, salir de dudas, ete (Otras escuelas filosdficas, especialmente tras [a expansién det cristianismo: cen los primeros siglos de nuestra era, entendieron la felicidad conio ejercicio de otras actividades no necesariamente intelectuales (aunque sin clespreciar éstas), como por ej. todos aquéllos que, coma San Agustin, afirmaron que el amor es una actividad superior al conocimiento" En los tiempos modernos todavia persiste la corriente hedonisca, repre~ sentada especialmente par el utilitarismo. En efecto, muchos fildsofos uti- litaristas contintian identificando a felicidad con el placer, y el placer a su ver es entendide como sensicién agradable, como satistaccidn sensi- ble, Frente a ellos, otras escuelas contempordneas insisten en afirmar que, si bien la felicidad.es algo a lo que todos los hombres aspiran, no es * Véase, por ejemplo, La ciudad de Dias, libro XI, 33 ] 1 cierto que esa aspiracién consista en experimentar sensaciones placente- ras, Sin renunciar necesariamente al placer, lo que en realidad mueve a los seres humanos es Ia hrisqueda de In felicidad entendida como «auto- rrealizacién». Esta autorvealizacidm es entendida de distintos modos por los tedricos no-hedoniscas, pero todos ellos comparten el rasgo comin de aficmar que el fin de la vida humana no es ta obtencién de placer, sino alcanzar dtras metas que no siempre proporcionan una satisfaccién sensi- ble, y que sin embargo los humanos consideran como parte de su propia felicidad. Para los hedonistas, la razon moral no puede ser otra cosa que razon cal- culadora, puesto que se trata de calcular los placeres y dolores con el fin de obtener el mayor salda posible de placer con el minima de dolor. En cam- bio, los eudaimonistas pueden seguir concibiendo la razén moral como ‘azdn prudencial, puesto que su tarea es la ponderactén de los dlistintos ele~ mentos a tener en cuenta en cada situacién con el objetiva de alcanzar el mayor bien posible en el conjunto de [a vida, entendido ese bien como el ogra de la plena autorrealizacién, ‘Obsérvese, no obstante, que tanto hedonistas como eudaimonistas comparten el rasgo cormtin que nos interesa en este momento: entienden la moralidad como busqueda de la felicidad y, consecuentemente, conci- ben la razén moral como una facultad que nos ayuda a encontrar los medios mis adecuados para alcanzar un fin que ya esté fijado de ancema- no por fa navuralezs 1.2.2. La moralidad del caracter individual: una capacidad para enfrencar fa vida sin «desmoralizacién» Entre las éticas que entienden la felicidad como autorrealizacién merece destacarse una tradicién hispénica que comenzé con [a obra de Ortega y Gasset y que ha sido continuada por Aranguren. Esca ética insisce en la formacién del cavéicter individual, de tal modo que el desarrollo personal per- mmita a cada cual enfrentar los retos de Ia vida con un estado de dnimo robusto y potente: se trata de tener Ia moral alta, lo contrario a sentirse desmoralizado'. Esta visién de lo moral toma como referencia el significado deportivo de westar en forman: el individuo alro de moral es el que sigue un entrenamiento, el que a lo largo de su vida va ejerciténdose para poder res- “ELL. Aranguren, Brica: fd, oLa sicuacin de fos valores étieos~ en Varios, Las valores fico: on (a nueva sociedad demacrética, Madrid, Instituto Fe y Secularidad y Fondacién Friedrich Bore, 1985, pp. 13-20. ponder con Para ello es de la vido y aleanzar dic moral es in cidm y con ur que no silo ria atencién propios proy altura humat Esta expt del cardcter riamente el dades, porqe puede tener rarecer pric y alta autoes bien, la mor cuantos caso percibir y de thos le svienes n sabemos, perdiend ue, leg: ron una Para com cexto de Orte Me ir clonales *Lrautoesin pos por multicud In aucocs persona necesien or octa par ten en la necesie elo desarralla inv mente estimaree jones placente- salidad mueve da como «auto: bs modos por los raggo comin de de placer, sina tisfac rte de su propia vres con el fin de dolor. En cam- que razén eal- :6n moral como los distintos ele- rode alcanzar el se bien como el 1 euclaimonistas ento: entienden a encontrar los jado de antema zalisacidin merece sbra de Ortega y ica insiste en la Ilo personal per sstado de énimo trario a s cia el significado Varios, Ls valores srided y Fundacian ponder con coraje a los desaftos que la vida nos presenta a cada instance Para ello es precisa tener claras lac metas que nine desea aleancar a le largo de la vida y poseer un cierto grado de confianza en ta propia eapacidad para alcanzar dichas metas. Dicho de otro modo: pars estar «en buena forma moral» es imprescindible cantar con algiin proyecto vital de autorrealiza- cidn y con una buena dosis de autoestima ‘, En este sentido, ésta es una ética que na sélo valora el altruismo como valor moral, sino también la necesa- 6n a esa razonable confianza en uno mismo y en el valor de los propios proyectos que resulta imprescindible para [levarlos adelance con alcura humana. Esta explicacién de lo moral centrada en la farmacidin o construccién del cardcter tiene por referente en primer lugar al individuo, que es prima- riamente el agente de In moralidad. Pero es aplicable cambién a las socie- dades, porque una sociedad puede estar alta de moral o desmoralizada, puede tener arrestos para enfrentar con altura humana los reros vitales 6 carecer pricticamente de ellos, puede tener proyectos de autorrealizacién y alta aucoestima colectiva o puede estar «en baja forma moral». Ahora bien, a moral alta o la desmoralizacién sociales no se perciben en unos cuantos casos aisladas, sino en un talante general que no siempre es ficil de percibir y de analizar. ria aten [Los lectores recordarin una expresién que ha tenido cierta popularidad: «tienes mas moral que el Alcoyano». Con ella suele expresarse que el interlo ccutor «esc alta de moral» en el sentido que estamos comentando. Por lo que sabemos, dicha expresidn tiene su origen en una leyenda local. Cuentan que en cierta ocasisn jugaba el Alcoyano Fitbal Club un partido en el que estaba perdiendo por una amplia goleada, pero los dnimos del equipa eran tan aleos que, llegando ya al final del tiempa reglamentario normal, los de Aleoy pidie- ron una prdrroga para conseguir, al menos, el empate.| Para completar un paca mas esta visidén de lo moral, cecordemos aquel cexco de Ortega, que también recoge Aranguren en su Etica «Me irrita este vocablo, ‘moral’. Me itrita porque en su uso y abuso tradi- cionales se entiende por moral no sé qué afadido de ornaiento puesto a Ia “La auoestina es un valor moral cuya imporrancia ha sida subrayeda en los deimos tiem: pus por tulad de vedricos y desde dlsineas puntos de vista. “si, por ejemplo, J. Rawls sia la outocstima entre los lamados =bienes primariosn, esto es, aquellos bienes que cualquier persona necésita y desea para poder llevar adelance cualquier proyecto que s© proponga. Por otra parte, deste el campo educative hace ya tiempa que ae alzan voces que inal cen en fa necesidad de potenciar la auroestima, no sélo porque es necesaria para el adecua «do desarrollo individual, sino earbign para poder fomentar el aleruiemo, dado que difcil- mente escimaremos a los otros si no desarrollamos wn min imo de avtoestima, 35 vida y ser de un hombre o de un pueblo. Por eso yo prefiero que elector le tntienda por lo gue significa, no en la eontraposicién moral-inmoral, sino en. fl sentido que adquiere cuando de alguien se dice que est desmoralizado Entonces se advierte que la moral no es una performance suplementaria y lujo- sa que el hombre afiade a su ser para obtener un premio, sino que es el ser rismo del hombre cuando est en su propio quicio y eficacis vital, Un hom: tre desmoralizado es simplemente un hombre que no esti en posesion de si mistno, qu esta fuera de su radical autenticidad y por ello no vive su vida, y por ello no crea, ni feeunda, ni hinche su destino»? 11.2.2, La moralidad del deber, Lo moral como cumplimianto de deberes hacia lo que es fin en si mismo Junto con fas visiones de la moralidad que someramente acabamos de deseribie, se ha ido gestando a cravés de los siglos ora perspectiva de lo moral no menos influyente que las anteriores. Se trata de aquellos sistemas Gticos que colocan la nocién de «deber> cn un lugar central de su discur- 50, relegando a un segundo plano la cuestién de la felicidad Ya en la Antigiiedad, los estoicos situaron el cancepto de «ley natural» como centro de la experiencia moral; entendfan que la moralidad consisee basicamente en un ajustamiento de la propia intencisn y de la propia con- ducta a los dictados universales de la razén, concebida por ellos como una igual capacidad que la nacuraleza ha proporcionado a todos los hombres para que alcancemos el objetivo gue ella misma tiene previsto para nosotros. En la ética medieval se produce un progresivo refuerzo de esa categoria de «ley natural», de tal moda que va cobrando cada vez mayor relevancia una nueva visién de la moralidad ~centrada en la nocién de deber-, que tiene su més acabada expresion en la reflexién kantiana, Frente 3 las con cepciones anteriores, la moralidad del deber explica que, efectivamente, los hombres tienden por naturaleza a la felicidad, pero que ésta es una dimen- sign en la que se asemejan a los restantes seres naturales: la felicidad es un fin natural, no puesto por el hombre. Sin embargo, una adecuadls expliva- cién del fencmeno de la moralidad, a juicio de Kant, tendria que superar ese enaturalismon, porque es necesarin justificar de algtin modo el hecho de que nuestra biisqueda individual de la felicidad encuentra siempre un limice en el respeto que nuestra raz6n nos obliga a practicar con cualquier ser humano, incluso con uno mismo. Es preciso explicar por qué los pre- ceptos morales que orientan nuestras vidas no autorizan a daflar a los seres hhuimanos aun cuando estuviéramos seguros de que tales daitos nos acarrea » J Ortegn y Gases, «Por qu he escrito El hombre a ke defensin, en Obwas completa vol V6. 2:]-LL. Aranguren, Eteasp- Bl. 36 fan una ma rencia misme au estamos que tiene dig orden nature grandeza resi oral es agit de la humani cia, como pe ddectr, en set feliz, aunque cia humana y rf de aleanzz cennservacisn cada una de | 11.2.4, La mor de los Esta nuevs craticos de C meras décade moralidad cor Ambieo social duals la mara que a cualqui Este enfo Fundamencaci utéipico de la al cada person organizacién bhumano. Pero Jos fines que bien, zedmas ofrecen una se sin acabada parte de su vo marxismo nos pos sociales so flicto. A pesar sidad de In vidades hume accién y elec: inmediatamer aotras, de me que todos des JUSTICIA = follt lay Vo} Prudencia Los Gobernantes Parte Racional Parte Irascible Valor Los Guardianes . + vida buena, la Ahora bier vvago: para un. fancy house Parce Concupiscible Moderacion Los Productores Quizé lo que més Hama la atencién de la ccoria ética de Platén sea su concebir la vic insistencia en la nocién de un bien absoluto y objetivo ~el Bien con se dispone a in maysisculas- que en su calidad de Idea Suprema en el mundo de las Ideas, zar, la vida fel constituye ta razén tiltima de todo cuanto existe y de toda posibilidad de ‘que persigame conocimiento. En efecto, en La Repiiblica, Platén explica de varias mane- el afin de riqu ras distintas (particularmente en fa analogia del sol con el Bien y en el aque tales cosat mito de la caverna) que el Bien es una realidad en si mismo, algo distinto y no constieuyer separado de las cosas buenas: justamente aquello por lo cual son buenas las En voniids cosas buenas y justamente aquello que empapa de inteligibilidad toda rea- ser eautosutici lidad permitienda que sea cognoscible para nosotros. oe ade auienile Platén sostiene que sélo aquéllos que rengan la capacidad y la constan- excluye el dist cia adecuadas llegarin a encontrarse de Heno con el Bien en sf, de modo Por diltimo, due esta experiencia -que narra en términos de un encuentro mistico con dle actividad q lo sobrenatural= les proporcionaré un tipo de conocimiento superior, una Sean ciencia del Bien que capacita a quien la posee para gobernar con rectitud cumplir adecu 1 justicia los asuntos de la polis. Este tipo de personas ser‘an los gobernan. cosas, Ariseéce tes-fildsofos, y su estatura moral no puede por menos que ser la mas alta, seres naturales dado que el conocimiento del Bien les impulsard irresistiblemente a obrar del bien tiltime bien: el intelectuslismo moral socratico esta presente todavia en la ética pefada contint expuesca en La Repriblica. En cuanto 2 las demas personas, que por falea la mis represet de capacidades naturales no Ileguen a la contemplacién de la Idea de Bien, En su indag encontratén el tipo de felicidad que les correspande con arreglo a las capa- humano Aristc cidades que tengan, siempre y cuando, por supuesto, desemperien cabal- plir en la prot mente las virtudes propias de su funcin social lesempenar bic adquiera las vit Finuacidin se pr amigo, de lam ser humano cc cubrir cudl es te respuesta que 0 11.2.3, Aristételes Aristételes fue el primer fildsofo que elaboré tratados sistemsticos de Erica. El mas influyente de estos tratados, la Etica a Nicémaco, sigue sien- do reconocido coma una de las obras cumbre de la filosaffa moral. Alli plantea nuestra autor la euestién que, desde su punta de vista, constituye la clave de toda investigacion ética: ;Cusl es el fin ultimo de todas las acti- 58 rn ay ernances rdianes fuctores ¢ Placsn sea su » el Bien con do de las Ideas, 1 posibilidad de de varias mane- el Bien y en el algo cistinto y las ilidad coda rea- Ison buena ady la constan- en si, de mode tro mistiea con to superior, una tar eon reericud 1 los gobernan- ser la mds alra lemente a obrar avis en la étiea 1s, gue por falea la Idea de Bien, relo a las capa. mpefien cabal taco, sigue sien: off moral. Alli le codas las acti vidades humanas? Suponiendo que «toda arte y toda investigacién, toda accién y eleccién parecen tender a algin bien» (Et. Nic., 1, 1, 1094), inmediatamente nos damos cuenta de que tales bienes se subordinan unas a otros, de modo tal que cabe pensar en la posible existencia de algtin fin que rodos deseamos por sf mismo, quedando los demas como medios para alcanzarlo. Ese fin ~a su juicio~ no puede ser otro que la eudaimonia, la vida buena, la vida feliz Ahora bien, el concepto de felicidad ha sido siempre extremadamence ‘yago: para unos consiste on neumular dinero, para otros se craca dle pattst fama y honores, ete. Aristételes no cree que todas esas maneras posibles de concehir la vida buena puedan ser simulténeamente correctas, de modo que se dispone a investigar en qué consiste la verdadera felicidad, Para empe- sar, la vida feliz tendré que ser un tipo de bien «perfecto», esto es, un bien que persigamas por si mismo, y no como medio para otra cosa; por tanto, el afin de riquezas y de honores no puede ser la verdadera felicidad, puesta que tales cosas se desean siempte como medios para alcanzar la felicidad, y no constituyen la felicidad misma En segundo lugar, el auténtico fin dltimo de la vida humana tendrfa que set «autosuficiente», es decir, lo bastante deseable por sf mismo como para que, quien lo posea, ya no desee nada més, aung} excluye el disfrute de otros bienes. Por iltimo, el bien supremo del hombre deberd consistir en algiin cipo por supuesco, eso no de actividad que le sea peculiar, siempre que dicha actividad pueda real zarse de un modo excelente. El bien para cada clase de seres consiste en cumplir adecuadamente su funci6n propia, y en éto, como en coses, Aristételes considera que el hombre no es una excepci seres naturales. Ahora bien, la actividad que vamos buscando como clave del bien diltimo del hombre ha de ser una actividad que permica ser desem- peftada continuamente, pues de lo contrario dificilmente podria tratarse de Ja mas represencativa de una clase de seres. En su indagacidn sobre cuil podria ser le funcién ontas otras s propia del ser humano Aristoteles nos recuerda que todos tenemos uni misidn que cum- plir en la propia comunidad, y que nuestro deber moral no es ato que desempefiar bien nuestro papel en ella, para lo cual es preciso que cada uno adquiera las virtudes correspondientes a sus funciones sociales..Petss a con Hinuaci6n se pregunta si ademas de las funciones propias del trabujador, cel amigo, de la madre o del artisca no habré también una funcién propia del ser humano como tal, porque en ese caso estariamos en camino para des- cubric cual es la actividad que puede colmar nuestras ansias de felicidad. La respuesta que ofece Aristételes es bien conocida: la felicidad mas perfecta 59 para el ser humano reside en el ejercicia de la inteligencia teérica, esta es, en la contemplacién o comprensién de los conocimientos. En efecto, se dad gozora que no se desea mds que por sf misma, ctya erota de una acti satisfaccién se encuentra en la propia realizacién de la actividad, y que ade més puede Ilevarse @ cabo continuamente, TA primera visa puede pareceros extrafio que leuien diga que Ia flici dad corisisce en Ia actividad te6rica. Pero tengamas en cuenta que, en griego el verbo theorein, del que procede nuestro término «ceorfa», signifieaba oF €80, quien elabora una teorta, o simple- mence la comprende, consigue una avisiénm de las cosas que supera y resulea preferible al estado de ignorancia en que vivia anteriormente. La actividad tedrica consisce, en diltima inscancia, en saber, en entender; cualquiera que haya estado inteigado por algo y que por fin un dia descubre una explicacién sncisfactoria de lo que ocurrie, experimenta esa eatisfaccién maravillosa que a veces representamos grificamente como una luceeita que se enciende en nuestro interior: jpor fin lo entiendo!,jcodo eneaja! Aristételes era cons iente de que la complejidad de la realidad es can enorme, y nuestra limita iin a la hora de conocer es tan profunda, que la actividad teériea nunca ven- id fine pava lum senes hutanes, Por ucta parte, la experiencia del asombro, de maravillarse ante los fenémenos circundantes y ante nuestro propio scr, supa~ rnc uno de los mayores alicientes de nuestra vida, al tiempo que nos prapor- ciona un gozo continuo, Para Aristoteles, éste es el fin Gltimo de nuestra vida, el més eapar de satisfacer nuestras expectativas de felicidad.| Ahora bien, Aristételes reconoce que el ideal de una vida contemplati- va continua sélo es posible para los dioses: , sine que estén al servicio de la preservacién y promocién de aquello que percibimos como un valor absoluto: las personas, incluyendo la de uno mismo. A diferencia de los imperativos hipotéticos que tienen’ la forma «si quieres Y, entonces debes hacer Xv-, los eategéri cos mandan realizar una accién de modo universal e incondicionado y su forma Isgica responde al esquema «;Debes -o «no debes»— hacer X!», La vazén que justitica estos mandatos es la propia humanidad del sujeto al que oblizan, es decir, debemos o no debemos hacer algo porque es propio de los seres humanos hacerlo o no. Actuar de acuerdo con las orientaciones que ellos establecen pero s6lo por miedo al qué dirén 0 por no ser castigados supone «rebajar Ia humanidad de nuestra persona» y obrar de modo mera- mente «legal», pero no moral, puesto que la verdadera moralidad supone un verddero respeto a los valores que estén implicitas en la obediencia a los imperativos categéricos. Naturalmence, actuar en contra de tales imperati vos ¢s totalmente inmoral aunque pueda conducirnos al placer o a la felici- dad, puesto que las conductas que elles recomiendan o prohiben son las que la raz6n cans jera propias 0 impropias de seres humanos. Pero, jedmo puede la raz6n ayudarnos a descubrir cudles son los verdaderos imperativos cate- goricos y asf distinguirlos de los que meramente lo parecen! Kaut advicite que los imperativos morales sc hallan ya presentes en la vida cotidiana, no son un invento de los filésofos. La misién de la Etica es descubrir los rasgos formales que dichos imperativos han de poseer para que percibamos en ellos la forma de la razén y que, por tanto, son normas morales. Para descubrie dichos rasgos formales Kant propone un procedimiento que expone a través de lo que él denomina «las formu. laciones del imperativo categérico. De acuerda con ese procedimiento, cada vez que querams saber si una méxima’ puede considerarse «ley Les ~ son, para Kant, los pensamientos que guian nuestra conducts. Quita se pueda captor mejor en qué consisten si meditamas sobre el siguiente ejemplo, que no es de Kane. Supongemos que puedo apropiatme de alga que no es mio y cengo la absoluta sepuri dad de que no seré descublerco: si decida quedarmelo, estarin comportindome de acuerla feon inn mania que puede expresarse mas.o menos wf mapropiare de rode lo gue ped, siempre que no haya peligro: en cambio, i decide no quedérmelo, la méxinia que me guia ria puede ser esta otto: sno te apropies de lo ajeno aunque no haya peligro, no es honesto hacerlon. Lo que Kane nas sugiere es que pongamos 2 prueba las maximas que podelan regir nuestro abrar, de medo que podamos aclarar cudles son acordes con la ley moral y cules no. Desde su punto de vista -abviamente~ slo la segunda enxima pasarts el test de moralidad 72 morals, habr de la raaén: 1) Univer, al miser que cor 2) Referint crates | otto, si un med que son cos seri Kane=s 5) Valer fines: « posible preciso todos le fines y Al obedec Je merecen mismo. Lae sélo tienen | ser pensados ello impliau estamos obec datos impue: mismo. Esta pueda llegar noce como ¢ humanos un hay en el mu La libertad ¢ cuatidad hun no puede ser biable por ot de su propia coma algo, ¢ como un obj eo quien ese que nos orle- servaciin y las personas, 's hipavéricos «los categéi Joy su Xte La sujeco al que propio de los utaciones que er custigados moda mera- ad supone un diencia a los tles imperati oa la felici son las que icsmo puede ssentes en La ade la Erica = poswer para tanto, 90 propone un las forinu cedimicnee, Jerarse duces. Quiza se 2, que no es de broluta segur ine de acuerdo To que pueda, aque me yu no es honest. = potas rie ly cules ste tora moral», habremos de preguntarnos si retine Jos siguientes rasgos, propios de la razdn 1) Universalidad: «Obra sélo segin una méxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se come ley universal». Seré ley moral aquélla que comprendo que todos deberiamos cumplir. 2) Referirse a seres que son fines en sf mismos: «Obra de tal mode que trates la humanidad, tanto en eu persona como en In de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunea solamente como un medio». Sera ley moral la que obligue a respetar a los seres que tienen un valor absoluto (son valiosos en sf y no para ptra casa) y que son, por tanto, fines en sf mismos, y no simples medias. Los tni- cos seres que podemos considerar que son fines en si -a juicio de Kane son los seres racionales, dado que sélo ellos muestran como veremos mas adelante la dignidad de seres libres. 3) Valer como norma para una Legislacién univereal en sen reino de los fines: «Obra por méximas de un miembro legislador universal en un posible reino de los fines». Para que una maxima sea ley moral, es preciso que pueda estar vigente como ley en un reino futuro en que males llegaran realmente a cratarse encre si como todos los seres rat fines y nunca sélo como medics. Al obedecer imperatives morales, no sélo muestra uno el respeto que Ie merecen los demas, sino cambién el respeco y la estima por uno mismo, La clave de los mandatos morales aurénticos (frente a los que sélo tienen Ia apariencia, pero en el fondo na san tales) es que pueden ser pensados como si fueran leyes universalmente cumplidus sin que ello implique ninguna incoherencia. Al obedecer tales mandatos, nos estamos obedec' do a nasotras mismos, puesto que no se trata de man- datos impuestos desde fuera. sino reconocidos en conciencia par una mismo. Esta libertad como autonoméa, esta capacidad de que cada uno pueda llegar a conducirse por las normas que su propia conciencia reco- noce como universales, es In razén por Ia cual reconacemos a los seres humanos un valor absoluto que no reconocemos a las demis cosas que hay en el mundo, y por eso las personas no tienen precio, sino dignidad. lal ertad como posibilidad de decidir por uno mismo es, para Kant, la jad humana mds sorprendence, En virtud de ella, el se? humano ya no puede ser considerado como una cosa més, como un abjeco intercam- biable por otros objetos, sino que ha de ser considerado el protagonista de su propia vida, de modo que se le ha de considerar como alguien, no como algo, como un fin, y no como un medio, como una persona, ¥ no como un objeto. 73 Ahora bien, Kant vive en un momento historico en el que la fisica new- toniana parece demostrar que en el mundo fisica no hay lugar para fa liber: tad: en el universo todo funciona de un moda mecénico, confarme a leyes eternas que rigen inexorablemente todos los fendmenos, ineluidos tos que afeccan a la vida humana. ;Cémo podemos, entonces, estat seguras de que realmente poscemos esa cualidad tan soxprendence que Hamamos libertad? se pregunta Kant. La respuesta es que la afirmacién de la libertad es un postulado de la suposicidn que no provede de Ia ciencia pers es perfoctomente compatible con lo que ella nos ensefia. A demostear esta compatibilidad dedica Kant su influyente Critica de la ragén pura. Hemos de suponer que realmente somos capaces de decidir por nosotros mismos, siguiendo las directrices de nuestra propia raz6n, @ pesar de las presiones que ejercen sobre nosotros los instincos biolégicos, las fuerzas sociales y los condicio: namientos de todo tipo. Ha de ser pasible que cada persona pueda ejercer su propia soberanfa racional sobre sus propios actos, pues de lo contrarin no serfan necesarias las canvicciones morales, dado que ni siquiera podria- mos intentar seguirlas. Pero si nos pensamos como seres que tenemos cier- ta capacidad de decisi6n, entonces es ligico que necesitemas guiarnas por algunas normas y criterios para accuar, y por eso los adoptemos. La exis- tencia de orientaciones morales nos conduce al conocimiento de la liber- tad, mientras que la exisrencia de la libertad es Ia rarin de ser de las pra- pias otientaciones morales. En coherencia con el planceamiento que llevamos expuesta, Kant afir- ma que el bien propio de la moral consiste en llegar a tener una buena voluntad, es decir, una disposicién permanente a conducit la propia vida obedecienclo imperatives categéricos, dado que son los tinicos que nos ase- guran una verdadera libertad frente a los propios miedos, a los instincos a cualquier otro factor ajeno a la propia aurodeterminacién por la razén, [Se comprendera mejor lo que significa el concepto de buena voluntad si nos ppercatamos de que las personas podemos ser muy titles y muy comperentes pro- fesionalmente, pero al mismo tiempo ser malos moralmente. Cuanda abramos tmovidos por el interés, el beneficio propio, la vanidad, etc., no estamos abe- deciendo los imperativos de la razén préetica, sino cediendo terreno al instin to; en cambio, se puede ser buena petsona e ignorante, incompetente, poco educado, etc., puesto que la bondad moral no radica en la competencia profe sional, ni en el titulo académico, ni, en general, en las caracteristicas que se suelen considera ‘icles, sino s6lo en la buena voluntad de quien obra con tes- peto a la dignidad de las personas. Naturalmente, esto no significa que alguien ‘que descuida voluntariamence su formacién cultural y técnica o sis modales debs ser considerado come buena persona, puesto que tal descuida irfa en con- tra del imperative racional de uerecentar el respeto a af misino y a las dems] 74 «Buena ve moral por re Ha sides muy 1 vel deber por es obrar de ac se trata de res El bien me como habian ducirse con a1 bicn moral no derse coma le buena valunt: rax6n hms podamos alca hracer fa razén De est camo obj. sniento de decir, dra extra, sin embar porque ne voluntad ders, La razon av pre muy dogm la razén pura cia de Dios. A abiertos a la e de Dios como La solueién de mente que hay nes se hagan d mo a esta posi s condicione to. Porque si C personas buen necesario un t micntras llega individual y so para ello Kant a fisien mews para la liber orme a leyes tides los qu jwuros de que nos libertad? tulady de la erfecramence mpatibilictad poner que siguiendo bas 5 que ejercen los eondlicio- pueda ejercer = ly contrario quiers podria- tenemos cier- ser de las pro: sto, Kane afr er sea buena la propia vida as que nos ase los instr por la radia, » voluntad si nes compe snulo obrames estamos ober eno ab instin omperente, poec repetericis i ‘gue ci sus modales sido fa en ec roy a fos demas.) Buena voluntad> es, por tanto, [a de guiien desea cumplir con el deber moral pot cespeto a su propio compromiso con Ta dignidad de Ins personas Hasido muy rechazada la célebre expresién kantiana de que hay que segult A ebor por el debers; pero esto significa, a nuestro juiclo, que lo moral gs obrar de acuerdo con los dictados de mi propia conciencia, pueiro que fe trata de resperar mi decisién de proteger la dignidad humana» El bien moral, por tanto, no reside ~a juicio de Kant~ en la felicidad, camo habian afirmada la mayoria de las éticas tradicionales, sino en cons Rrctese com autonamia, en construir correctamence la propia vike Pero el bpien moral no es pora Kant el bien supremo: éste sitimo solo puede enten- dense como Ia unién entre el bien moral ~haber Tlegado a formarse una tenets woluncad- y la felicidad a la que aspirainos por maturaleca, Pero Lo tadn humana no puede ofrecernos ninguna garantia de que alguna vez cen este punto, to sinico que puede podamos aleanzar ese bien supremo; in es remitirnos a la fe religiosa: bhacer la raz “De esta manera, conduce la ley moral por el concepto de supremo bien, come cbjeto'y fin de la razdn pure prictica, » la religién, esto es al conoci- ca eels todos los deberes come mandatos divinos, no coma sancionesy €$ siete sedenes arbitvarias y por si mismas contingentes de wn voluntad oe arise como leyes csenciales de toda voluntad libre por si mista, ue, exTTaFt tio, tlenen que ser consideradas como mandatos del ser supremo, soegue nimotros no podemos esperat el supremo bien (1 mas gue de una eras TL moralmente perfects (santa y buena), yal mismo sienpa eodope JERE, Por consigsiente, mediance una concoedaneia con es vehuntad (Critica de la razén practica, libra 2", cap. 1h yportade ¥.) La razon no conduce necesariamente a la incredulidad religi pre muy dogmatica, segin dice Kant en el prologo de 1787 a Is Critica de Ia razén pura, pero tampoco 2 una demostracién cientifica de ta existen: cia de Dios, A To que realmente conduce es a afirmar Ia necesichd de escar cbiertos a la esperanza de que Dios exista, esto es, a afirmar In existencia Je Dios coma otro postulada de la razén, y no como una cerress absolut La solucién de Kane equivale a decir que no ¢s posible demostrar racional mente que hay un ser ominiporente que puede garantizar la felicidad w que fesse hagan dignos de ella, pero que la razén no se opone en Te mys mint sro.a esta posibilidad, sino que, por el contrario, a exige como uina mis de Ins condiciones que proporcionan coherencia a la moralidad en su conjun to, Porque st Dios exisce, pura hacerse realidad el bien «prem de que fas personas buenas alcancen fa felicidad que mereven, aunque para ello sea Pecesari un tereer postulado de la raz6n: la inmortalidad del alma, Pero vnieneras llega la otra vida, ya en ésta es posible ir cransformansdo Ia vida individual y social en orden a que todos seamos cada ver mejores personas: para ello Kant afirma la necesicad de constituiren Ia historia una «come 75 nidad ética», o lo que es lo mismo, una sociedad justa. De este modo, la ética kantiana apunta en ultima instancia a una progresiva reforma politi- ca que hn de Hever a nuestro mundo a la superscién del peor de los males, la guerra con la justa instauracisn de una apaz perpetua» para todos Ins puchlos de la Tierra 13.3, La ética material de los valores Abordamos a continuacién una teoria ética de principios del siglo XX para destacar ef contraste que ésta la ética material de los valores iniciada pot Max Scheler~ supone frente a la ética kantiana. En efecto, en su obra El formalismo en la ética y la ética material de los valores, Scheler se propone superar lo que considera erréneo del planceamiento kantianc mediante una teoria alternativa que aprovecha las virtualidades del méeo- do fenomennlégico, iniciado poco ances que él por Edmund Hi Kanc ha incurrido en el mismo error que las filésofos empiristas, error que consiste, seguin M. Scheler, en afirmar la existencia de sdlo dos tipos de facil. tades en el ser humano, a saber: la ragén, que nos proporciona a priori solo formas en los simbitos tedrieo y préctico y que, por ello, aleanzs universali- dad e incondicionalidad; y la sensibilidad, que es capaz de conocimientos particulares y condicionados, esto es, de contenidos, pero siempre a pos- teriori, Tales supuestos forzaron a Kant a apoyarse en la raz6n, puesto que lo ‘moral demanda universalidad e incondicionalidad, esto es, apriorismo. Max Scheler afirmara que, ademas de ta razon y la sensibilidad, el espi- rita humano esti dorado de una «intuicién emocional», que realiza actos ‘que no son dependientes del pensamiento puro racional ni de la sensibili dad subjetiva, pero que alcanzan el estatuto de conocimienta a priori. Por tanco, puede abandonarse la identificacién de lo a priori can Ia racianali- dad y de lo material con la sensibilidad, pues preferir, odiar, estimar, amar, etc., no son actos sensibles ni racionales, sino emocionales, que nos procu- rt. ran a priori contenidos materiales no sensibles. No parece demasiado adecuado a la naturaleza de los valores preguntat ‘qué son, pues los valores no son, sino que valen o pretenden valer. Al afr ‘mar que no son, no quiere decirse que sean ficciones inventadas por los scres humanos, sino que no pueden ser entendidos como cosas o maneras de ser de las cosas. Tampoca es correcto identificar los valores con lo agradable, ni con lo deseable o deseado, ni con lo dei’; con respecte a lo primero, alge * Vid, J. Ortega y Gasset, -Introduccién @ una estimativa», Ly 2, Obras completas, Vl Madeid, Revista de Oceidente, 1947, pp. 315-335, 76 Usiles Virales Espirituales Religiosos Grande

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