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Babilonia

(3ª potencia mundial humana Bíblica)

- Imagen de Daniel 2: Cabeza de Oro. Representa a


Babilonia, la 3ª potencia Bíblica (colocando a
Nabucodonosor como a 1er rey), se cumple en: 632
a.E.C., pero su cumplimiento con el pueblo de Dios,
Israel, fue en 607 a.E.C., cuando Nabucodonosor II
conquistó Jerusalén eliminando el Templo de Jehová.
- Bestia Salvaje de Daniel 7: León con alas de águila
(Daniel 7: 4)

CUATRO BESTIAS SALEN DEL MAR


Daniel dijo que “cuatro enormes bestias estaban saliendo del mar” (Daniel 7:3). ¿Qué
simbolizó el mar azotado por el viento? Muchos años después, el apóstol Juan vio a una bestia
salvaje de siete cabezas que salía del “mar”. Ese mar representó a “pueblos y muchedumbres
y naciones y lenguas”, es decir, a la enorme cantidad de personas que viven alejadas de Dios.
Así pues, el mar constituye un símbolo adecuado de esas masas de la humanidad apartadas
de Jehová (Revelación [Apocalipsis] 13:1, 2; 17:15; Isaías 57:20).
“En cuanto a estas enormes bestias —dijo el ángel de Dios—, porque son cuatro, hay cuatro
reyes que se pondrán de pie desde la tierra.” (Daniel 7:17.) El ángel dijo claramente que las
cuatro bestias que Daniel vio eran “cuatro reyes”, lo que indica que representan a potencias
mundiales. Pero ¿cuáles?
Los comentaristas de la Biblia suelen relacionar el sueño y visión de Daniel sobre las cuatro
bestias con el sueño de Nabucodonosor acerca de una imagen inmensa. Por ejemplo, The
Expositor’s Bible Commentary afirma: “El capítulo 7 [de Daniel] corre paralelo al capítulo 2”.
The Wycliffe Bible Commentary señala: “Es un hecho generalmente aceptado que esta
sucesión de cuatro dominaciones gentiles [...] es la misma [en el capítulo 7 de Daniel] que en el
capítulo 2”. Las cuatro potencias mundiales representadas por los cuatro metales del sueño de
Nabucodonosor fueron el Imperio babilónico (la cabeza de oro), Medopersia (el pecho y los
brazos de plata), Grecia (el vientre y los muslos de cobre) y el Imperio romano (las piernas de
hierro) (Daniel 2:32, 33). Veamos cómo esos reinos corresponden a las cuatro enormes bestias
que Daniel vio.
FEROZ COMO UN LEÓN, VELOZ COMO UN ÁGUILA
Las bestias que Daniel contempló eran impresionantes. A una de ellas la describió así: “La
primera era como un león, y tenía las alas de un águila. Seguí contemplando hasta que sus
alas fueron arrancadas, y fue alzada de la tierra y se le hizo pararse sobre dos pies justamente
como un hombre, y se le dio el corazón de un hombre” (Daniel 7:4). Esta bestia representó a la
misma gobernación que la cabeza de oro de la imagen inmensa, la potencia mundial babilónica
(607-539 a.E.C.). Depredadora como un “león”, Babilonia devoró con ferocidad a las naciones,
incluido el pueblo de Dios (Jeremías 4:5-7; 50:17). Como con las alas de un águila, el “león”
avanzó en veloz ofensiva (Lamentaciones 4:19; Habacuc 1:6-8).
Con el tiempo, a este singular león le ‘arrancaron’ las alas. Hacia el final del reinado de
Belsasar, Babilonia perdió su rapidez de conquista y la supremacía que, como un león, había
ejercido sobre las naciones. Su velocidad no era superior a la de un hombre, que se desplaza
con dos pies. Puesto que se le dio “el corazón de un hombre”, también se volvió débil. Sin “el
corazón del león”, ya no pudo comportarse como el rey “entre las bestias de un bosque”
(compárese con 2 Samuel 17:10; Miqueas 5:8). Otra enorme bestia la desbancó.

Nota: Información sacada del libro: “Las profecías de Daniel” Editado por Watch Tower Bible and Tract
Society of N.Y. Inc.
MedoPersia
(4ª potencia mundial humana Bíblica)

- Imagen de Daniel 2: Pecho y brazos de Plata. Representa


al Imperio Medo-Persa, 4ª potencia Bíblica (colocando a
Ciro como 1er rey), se cumple en: 539 a.E.C.

- Bestia Salvaje de Daniel 7: Oso levantado de un lado con


3 costillas en la boca. Esta imagen representa al Imperio
Medo-Persa, 4ª potencia Bíblica (colocando a Ciro como
1er rey).

- Bestia de Daniel 8: Un “carnero de 2 cuernos”. Se cumple en: 539


a.E.C.

VORAZ COMO UN OSO


“¡Pues vea! —dijo Daniel—, otra bestia, una segunda, y esta era como un oso. Y de un lado
estaba levantada, y había tres costillas en su boca entre sus dientes; y esto era lo que le
decían: ‘Levántate, come mucha carne’.” (Daniel 7:5.) El “oso” representó al mismo rey que el
pecho y los brazos de plata de la gigantesca imagen: la línea de gobernantes medopersas
(539-331 a.E.C.), que comenzó con Darío el medo y Ciro el Grande y finalizó con Darío III.
El oso simbólico estaba ‘levantado de un lado’, tal vez preparado para atacar y someter a
otras naciones a fin de mantener su dominación mundial. Es posible, también, que con esa
postura se pretendiera indicar que el linaje de reyes persas prevalecería sobre el único rey
medo, Darío. Las tres costillas que el oso llevaba entre los dientes podrían referirse a las tres
direcciones en las que extendió sus conquistas. El “oso” medopersa se dirigió primero hacia el
norte y se apoderó de Babilonia en 539 a.E.C. Después se desplazó hacia el oeste, y tras
cruzar Asia Menor, invadió Tracia. Por último, avanzando hacia el sur, conquistó Egipto. Puesto
que en ocasiones se emplea el número tres como un símbolo de intensidad, las tres costillas
pudieran asimismo destacar el hambre insaciable de conquista del oso simbólico.
El “oso” arremetió contra las naciones en respuesta a las palabras: “Levántate, come mucha
carne”. Conforme a la voluntad divina, Medopersia devoró a Babilonia, colocándose en una
situación propicia para prestar un valioso servicio al pueblo de Jehová. Y así lo hizo (ver
recuadro de Ciro, un monarca tolerante), por medio de Ciro el Grande, Darío I (Darío el
Grande) y Artajerjes I, Medopersia liberó a los judíos cautivos en Babilonia y les ayudó a
reconstruir el templo de Jehová y las murallas de Jerusalén. Con el tiempo, Medopersia llegó a
contar con 127 distritos jurisdiccionales; Asuero (Jerjes I), el esposo de la reina Ester, “reinaba
desde la India hasta Etiopía” (Ester 1:1). Sin embargo, otra bestia estaba por surgir...
CIRO, UN MONARCA TOLERANTE
UN ESCRITOR griego del siglo V a.E.C. lo recordó como un monarca tolerante y ejemplar. La
Biblia lo llama el “ungido” de Dios y “un ave de rapiña” que llegaría “desde el naciente” (Isaías
45:1; 46:11). El hombre de quien se dijeron esas palabras fue el monarca persa Ciro el Grande.
Ciro emprendió el camino a la fama hacia 560/559 a.E.C., cuando sucedió a su padre
Cambises I en el trono de Anshan (Anzán), una ciudad o distrito de la antigua Persia que por
entonces era un protectorado del rey medo Astiages. Ciro se rebeló contra la autoridad meda y,
debido a la deserción de las tropas de Astiages, venció a este sin dificultad. Tras ganarse la
lealtad de los medos, tanto estos como los persas lucharon unidos bajo su mando. Así surgió el
reino medopersa, que con el tiempo se extendería desde el mar Egeo hasta el río Indo (véase
el mapa).
Con el poderío combinado de los medos y los persas, Ciro se dirigió en primer lugar al
conflictivo sector occidental de Media, donde Creso, rey de Lidia, había ampliado sus dominios
invadiendo territorio medo. Tras rebasar el límite oriental del Imperio lidio, en Asia Menor, Ciro
derrotó a Creso y tomó su capital, Sardis. Luego subyugó las ciudades jónicas y anexionó toda
Asia Menor al Imperio medopersa. De esa forma, se convirtió en el rival más importante de
Babilonia y su rey, Nabonido.
Por fin se preparó para una confrontación con la poderosa Babilonia, y a partir de ese
momento intervino en el cumplimiento de las profecías bíblicas. Casi dos siglos antes, Jehová
había expresado, por medio del profeta Isaías, que Ciro sería el gobernante que derrocaría a
Babilonia y liberaría a los judíos del cautiverio. En virtud de ese nombramiento por anticipado,
las Escrituras lo llaman el “ungido” de Jehová” (Isaías 44:26-28).
Cuando Ciro llegó a Babilonia en 539 a.E.C., se encontró ante una empresa colosal. Rodeada
de enormes murallas y de un foso profundo y ancho inundado por las aguas del Éufrates, la
ciudad parecía inexpugnable. A su paso por Babilonia, el río estaba flanqueado por dos muros
altos como montañas y con enormes puertas de cobre. ¿Cómo podría Ciro tomar la ciudad?
Más de un siglo antes, Jehová había predicho “una devastación sobre sus aguas” y que estas
‘tenían que secarse’ (Jeremías 50:38). En fiel cumplimiento de la profecía, Ciro desvió el caudal
del río Éufrates varios kilómetros al norte de Babilonia. A continuación, sus tropas avanzaron
por el lecho del río, subieron la cuesta que llegaba hasta el muro y entraron sin dificultad en la
ciudad, pues las puertas de cobre se habían quedado abiertas. Como “un ave de rapiña” que
se abalanzara veloz sobre su presa, este gobernante que llegó “desde el naciente” (es decir,
desde el este) conquistó Babilonia en una sola noche.
Para los judíos cautivos en Babilonia, la victoria de Ciro supuso la liberación que por tanto
tiempo habían esperado y el fin de los setenta años de desolación de su tierra natal. Podemos
imaginarnos la emoción que debieron sentir cuando Ciro hizo pública una proclama que les
permitía regresar a Jerusalén y reconstruir el templo. Además, Ciro les restituyó los utensilios
sagrados del templo que Nabucodonosor se había llevado a Babilonia, les otorgó permiso real
para importar madera del Líbano y destinó fondos de la casa del rey para financiar las obras
(Esdras 1:1-11; 6:3-5).
En líneas generales, Ciro trató de manera humanitaria y tolerante a los pueblos que
conquistó, y es posible que su religión tuviera que ver con ello. Al parecer, seguía las
enseñanzas del profeta persa Zoroastro y adoraba a Ahura Mazda, dios al que se atribuía la
creación de todo lo bueno. En su libro The Zoroastrian Tradition, Farhang Mehr escribe:
“Zoroastro presentó a Dios como la perfección moral. Enseñó que Ahura Mazda no es
vengativo, sino justo, y que, por tanto, no hay que temerle, sino amarle”. Es posible que la
creencia en un dios con sentido de la moral y la justicia moldeara los valores de Ciro y lo
inclinara hacia la magnanimidad y la rectitud.
No obstante, el rey toleró mal el clima de Babilonia. Los tórridos veranos le resultaban
insoportables, así que la ciudad apenas fue algo más que la capital de invierno, si bien
conservó su condición de ciudad real del imperio y de foco religioso y cultural. De hecho, tras la
conquista de Babilonia, Ciro no tardó en regresar a la capital de verano, Ecbátana, situada a
más de 1.900 metros sobre el nivel del mar y al pie del monte Elvend, donde los fríos inviernos
se alternaban con suaves veranos más de su agrado. Asimismo construyó un elegante palacio
que le servía de retiro en la anterior capital, Pasargada (cerca de Persépolis), a 650 kilómetros
al sudeste de Ecbátana.
Ciro pasó a la historia como un conquistador valiente y un monarca tolerante. Sus treinta
años de reinado finalizaron en 530 a.E.C., cuando murió en una campaña militar, y su hijo
Cambises II le sucedió en el trono de Persia.
Visión del CARNERO CON DOS CUERNOS (de Daniel 8)
“Empecé a ver en la visión —escribe Daniel—; y aconteció, mientras estaba viendo, que
estuve en Susa el castillo, que está en Elam el distrito jurisdiccional; y procedí a ver en la
visión, y sucedió que yo mismo estaba junto a la corriente de agua del Ulai.” (Daniel 8:2.) El
relato no aclara si Daniel estaba realmente en Susa —la capital de Elam, localizada a unos
350 kilómetros al este de Babilonia— o si solo tuvo una visión de esa ciudad.
Daniel prosigue: “Cuando levanté los ojos, entonces vi, y, ¡mire!, un carnero parado delante
de la corriente de agua, y tenía dos cuernos” (Daniel 8:3a). La identidad del carnero no se le
mantiene oculta a Daniel, pues el ángel Gabriel le revela más tarde: “El carnero que tú viste
que poseía los dos cuernos representa a los reyes de Media y Persia” (Daniel 8:20). Los medos
procedían de las mesetas que se alzaban al este de Asiria, mientras que los persas moraban
—a menudo como nómadas— en la región septentrional del golfo Pérsico. Sin embargo, al
crecer el Imperio medopersa, sus habitantes desarrollaron una acusada afición por el lujo.
“Los dos cuernos eran altos —informa Daniel—, pero el uno era más alto que el otro, y el
más alto fue el que subió después.” (Daniel 8:3b.) El cuerno más alto que subió después
representó a los persas, y el otro, a los medos. En un principio predominaron estos últimos,
hasta que en 550 a.E.C. Ciro el gobernante de Persia derrotó con facilidad al rey medo
Astiages. Ciro fusionó las costumbres y leyes de ambos pueblos, unificó sus dominios y amplió
los territorios conquistados. El imperio tuvo desde entonces un carácter binario.
EL CARNERO SE DA GRANDES ÍNFULAS
Daniel continúa con su descripción del carnero en estos términos: “Vi al carnero dando
cornadas al oeste y al norte y al sur, y ninguna bestia salvaje se mantuvo de pie delante de él,
y no había nadie que librara de su mano. E hizo según su voluntad, y se dio grandes ínfulas”
(Daniel 8:4).
En la anterior visión de Daniel, Babilonia había sido representada por una bestia salvaje que
salía del mar y que era como un león con las alas de un águila (Daniel 7:4, 17). Aquella bestia
simbólica fue incapaz de mantenerse en pie ante el “carnero” de esta nueva visión. En
539 a.E.C., Babilonia cayó ante Ciro el Grande, lo que dio paso a un período de casi cincuenta
años en el que “ninguna bestia salvaje”, o gobernación política, pudo permanecer firme ante el
Imperio medopersa, la cuarta potencia mundial de las profecías bíblicas.
Procedente del “naciente” —el este—, la potencia mundial medopersa actuó según su
voluntad, dando “cornadas al oeste y al norte y al sur” (Isaías 46:11). El rey Cambises II,
sucesor de Ciro el Grande, conquistó Egipto. El siguiente monarca, el persa Darío I, se dirigió
hacia el oeste y, después de atravesar el estrecho del Bósforo, en 513 a.E.C., invadió la región
europea de Tracia con su capital Bizancio (la actual Estambul). En el año 508 a.E.C. logró
someter a ese territorio, y en 496 a.E.C. conquistó Macedonia. Por lo tanto, para el tiempo de
Darío, el “carnero” medopersa había expandido sus dominios en tres direcciones principales:
hacia el norte, para invadir Babilonia y Asiria; hacia el oeste, a través de Asia Menor, y hacia el
sur, para conquistar Egipto.
La Biblia atestigua la enormidad del Imperio medopersa cuando llama al sucesor de Darío,
Jerjes I, “el Asuero que reinaba desde la India hasta Etiopía, sobre ciento veintisiete distritos
jurisdiccionales” (Ester 1:1). Sin embargo, este gran imperio había de dar paso a otro y, a este
respecto, la visión de Daniel revela algunos detalles fascinantes que fortalecerán nuestra fe en
la palabra profética de Dios.

Nota: Información sacada del libro: “Las profecías de Daniel” Editado por Watch Tower Bible and Tract
Society of N.Y. Inc.
Grecia
(5ª potencia mundial humana Bíblica)

- Imagen de Daniel 2: Vientre y los muslos de


cobre.
- Bestia Salvaje de Daniel 7: Leopardo con 4 alas y 4
cabezas. Representa al Imperio Griego
(Macedonio), 5ª potencia Bíblica colocando a
Alejandro Magno como 1er rey.
- Bestia de Daniel 8: Está representado también
como a un “macho cabrío con cuerno conspicuo
que fue quebrado en 4”). Se cumple en: 331 a.E.C.
(Los 4 generales que dominaron después de Alejandro (cuerno
quebrado en 4 partes) fueron:
• 1) el general Casandro: Macedonia y Grecia.
• 2) El general Lisímaco: Asia Menor y la Tracia europea.
• 3) El general Seleuco Nicátor: Babilonia, Media, Siria, Persia y las
provincias orientales hasta el río Indo.
• 4) El general Tolomeo Lago: Egipto, Libia y Palestina).

VELOZ COMO UN LEOPARDO ALADO


La tercera bestia era “como un leopardo, pero tenía cuatro alas de una criatura voladora en
la espalda. Y la bestia tenía cuatro cabezas, y se le dio gobernación en realidad” (Daniel 7:6).
Igual que el vientre y los muslos de cobre —la sección correspondiente en la imagen del sueño
de Nabucodonosor—, este leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas simbolizó la línea de
gobernantes macedonios, o griegos, que comenzó con Alejandro Magno. Con la agilidad y
rapidez de un leopardo, Alejandro atravesó Asia Menor, se desvió hacia el sur para invadir
Egipto y luego prosiguió hasta el límite occidental de la India (compárese con Habacuc 1:8).
Sus dominios fueron más extensos que los del “oso”, pues comprendieron Macedonia, Grecia y
el Imperio persa (véase el apartado “Un joven rey conquista el mundo”, en la pág. 153).
El “leopardo” llegó a tener cuatro cabezas tras la muerte de Alejandro, acaecida en
323 a.E.C. Cuatro de sus generales acabaron sucediéndole en las distintas secciones de su
imperio: Seleuco se quedó con Mesopotamia y Siria; Tolomeo dominó Egipto y Palestina;
Lisímaco gobernó sobre Asia Menor y Tracia, y Casandro, sobre Macedonia y Grecia (véase el
recuadro “Un reino inmenso se divide”). Pero entonces se presentó una nueva amenaza.

UN REINO INMENSO SE DIVIDE


LA BIBLIA predijo que el imperio de Alejandro Magno se desmembraría o dividiría, “pero
no [pasaría] a su posteridad” (Daniel 11:3, 4). En cumplimiento de esta profecía, catorce años
después de la muerte repentina de Alejandro, acaecida en 323 a.E.C., su hijo legítimo
Alejandro IV y su hijo ilegítimo Heracles (Hércules) habían sido asesinados.
En el año 301 a.E.C., cuatro de sus generales ya se habían erigido en gobernantes del vasto
imperio que su caudillo había levantado. El general Casandro se hizo con el dominio de
Macedonia y Grecia; Lisímaco consiguió Asia Menor y Tracia; Seleuco I Nicátor recibió
Mesopotamia y Siria, y Tolomeo Lago (Tolomeo I) obtuvo Egipto y Palestina. Del gran imperio
de Alejandro surgieron, por tanto, cuatro reinos helenísticos, o griegos.
De los cuatro, el de Casandro fue el más efímero; pocos años después de su ascenso al
poder, quedó sin descendencia masculina, y en 285 a.E.C., Lisímaco tomó posesión de la
sección europea del Imperio griego. Cuatro años después, el propio Lisímaco cayó en una
batalla contra Seleuco I Nicátor, con lo que este último obtuvo el dominio de la mayoría de los
territorios asiáticos. Seleuco dio inicio a la línea de reyes seléucidas sirios. Así mismo, erigió
Antioquía de Siria y la convirtió en su nueva capital. Aunque Seleuco fue asesinado
en 281 a.E.C., la dinastía que fundó continuó en el poder hasta 64 a.E.C., cuando el general
romano Pompeyo hizo de Siria una provincia de Roma.
La más duradera de las cuatro secciones del imperio de Alejandro fue la correspondiente
al reino tolemaico. Tolomeo I se proclamó rey en 305 a.E.C. y se convirtió en el primero de los
reyes o faraones macedonios de Egipto. Hizo de Alejandría la capital e inmediatamente
emprendió en ella un programa de expansión urbanística. Una de sus mayores construcciones
fue la renombrada Biblioteca de Alejandría. Para dirigir esta gran obra, Tolomeo mandó traer
de Grecia al destacado erudito ateniense Demetrio de Falero. Se dice que en el siglo I E.C., la
biblioteca albergaba un millón de pergaminos. La dinastía tolemaica siguió gobernando en
Egipto hasta que cayó ante Roma en 30 a.E.C., año en que esta última arrebató a Grecia el
papel de potencia mundial dominante.

UN MACHO CABRÍO DERRIBA AL CARNERO


Podemos imaginarnos el asombro de Daniel ante lo que ve a continuación. El relato dice:
“Yo, por mi parte, seguí considerando, y, ¡mire!, había un macho de las cabras que venía del
poniente sobre la superficie de toda la tierra, y no tocaba la tierra. Y en lo que respecta al
macho cabrío, había un cuerno conspicuo entre sus ojos. Y siguió viniendo hasta el carnero
que poseía los dos cuernos, el cual yo había visto parado delante de la corriente de agua; y
vino corriendo hacia él en su poderosa furia. Y lo vi entrar en contacto estrecho con el carnero,
y empezó a mostrar amargura hacia él, y procedió a derribar al carnero y a quebrar sus dos
cuernos, y resultó que no hubo poder en el carnero para mantenerse firme delante de él. De
modo que lo arrojó a la tierra y lo holló, y resultó que el carnero no tuvo quien lo librara de su
mano” (Daniel 8:5-7). ¿Qué significa este pasaje?
Ni Daniel ni nosotros hemos de adivinar el significado de esta visión, pues el ángel Gabriel
explica al profeta: “El macho cabrío peludo representa al rey de Grecia; y en cuanto al gran
cuerno que estaba entre sus ojos, representa al primer rey” (Daniel 8:21). En 336 a.E.C. fue
coronado el último rey del Imperio persa, Darío III (Codomano), y en ese mismo año Alejandro
subió al trono de Macedonia. La historia muestra que el predicho primer “rey de Grecia” resultó
ser Alejandro Magno. En 334 a.E.C., este salió “del poniente” —el oeste— y, avanzando con
rapidez, como si ‘no tocara la tierra’, conquistó territorios y derribó al “carnero”. En notable
cumplimiento de la profecía divina, Grecia acabó con el dominio que Medopersia había ejercido
durante casi dos siglos y se convirtió en la quinta potencia mundial de importancia desde el
punto de vista bíblico.
El reinado de Alejandro, sin embargo, no duraría mucho. La visión pasa a revelar: “Y el macho
de las cabras, por su parte, se dio grandes ínfulas hasta el extremo; pero en cuanto se hizo
poderoso, el gran cuerno fue quebrado, y procedieron a subir conspicuamente cuatro en lugar
de él, hacia los cuatro vientos de los cielos” (Daniel 8:8). Gabriel explica así la profecía: “Puesto
que ese fue quebrado, de modo que hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él,
hay cuatro reinos de su nación que se pondrán de pie, pero no con su poder” (Daniel 8:22). Tal
como se predijo, Alejandro fue “quebrado” cuando se hallaba en la cúspide de su victoriosa
carrera —ya que murió a la temprana edad de 32 años— y con el tiempo cuatro de sus
generales se repartieron su enorme imperio.

Nota: Información sacada del libro: “Las profecías de Daniel” Editado por Watch Tower Bible and Tract
Society of N.Y. Inc.
Roma
(6ª potencia mundial humana Bíblica)
- Imagen de Daniel 2: Piernas de Hierro.
Representa al Imperio Romano, 6ª
potencia Bíblica, se cumple en: 30 a.E.C.

- Bestia Salvaje de Daniel 7: Bestia


espantosa, terrible y extraordinariamente
fuerte con dientes de hierro grandes y 10
cuernos que representa a Romana, 6ª
potencia Bíblica. Roma pasará a ser
potencia que dominará religiosamente.

UNA BESTIA ESPANTOSA Y DIFERENTE


Daniel calificó a la cuarta bestia de “espantosa y terrible y extraordinariamente fuerte”.
Añadió: “Y tenía dientes de hierro, grandes. Estaba devorando y triturando, y lo que quedaba lo
estaba pisoteando con sus pies. Y era una cosa diferente de todas las otras bestias que habían
sido antes de ella, y tenía diez cuernos” (Daniel 7:7). Esta temible bestia nació cuando Roma
alcanzó el rango de potencia política y militar. Una tras otra, se hizo con las cuatro secciones
en que se dividió el Imperio griego en el período helenístico; en el año 30 a.E.C., ya se había
erigido en la siguiente potencia mundial de las profecías bíblicas. Subyugando con su poderío
militar cuanto halló a su paso, el Imperio romano se fue expandiendo hasta abarcar las islas
británicas, gran parte de Europa y toda la zona en torno al Mediterráneo, llegando incluso hasta
el golfo Pérsico, más allá de Babilonia.
Deseoso de averiguar el significado de aquella bestia “extraordinariamente espantosa”,
Daniel escuchó con atención la explicación del ángel: “En cuanto a [sus] diez cuernos, de ese
reino hay diez reyes que se levantarán; y hasta otro se levantará después de ellos, y él mismo
será diferente de los primeros, y a tres reyes humillará” (Daniel 7:19, 20, 24). ¿Qué eran esos
“diez cuernos” o “diez reyes”?
Cuando Roma se hizo más próspera, y comenzó su decadencia debido al estilo de vida
disoluto de la clase dominante, su poderío militar disminuyó, y a la larga ese declive se hizo
obvio. El poderoso imperio acabó por fragmentarse en muchos reinos. Puesto que el número
diez a menudo se emplea en la Biblia como símbolo de plenitud, los “diez cuernos” de la cuarta
bestia representan a todos los reinos que surgieron a raíz de la desintegración de Roma
(compárese con Deuteronomio 4:13; Lucas 15:8; 19:13, 16, 17).
Sin embargo, el derrocamiento del último emperador que gobernó en Roma, en 476 E.C.,
no supuso el fin de esta potencia mundial, pues Europa siguió estando durante muchos siglos
bajo la dominación política, y sobre todo religiosa, de la Roma papal. El instrumento utilizado
fue el sistema feudal, en el que la mayoría de la gente estaba sujeta a un señor; este, a su vez,
a un rey; y todos los reyes, por su parte, reconocían la autoridad del Papa. Por lo tanto, el
Sacro Imperio Romano, con el papado de Roma como centro, dirigió los asuntos mundiales
durante ese largo período de la historia que se ha llamado la Edad del Oscurantismo.
Es innegable que la cuarta bestia era “diferente de todos los demás reinos” (Daniel 7:7,
19, 23). El historiador H. G. Wells escribió tocante a ello: “El nuevo poderío [...], el poderío
romano, representaba en varios respectos algo distinto de los grandes imperios que hasta
entonces prevalecieran en el mundo civilizado. [...] Incorporó [...] casi todos los [pueblos]
griegos del mundo, y su población fue menos fuertemente [camita] y semita que la de ninguno
de los imperios anteriores. [...] En ese sentido fue en la historia un modelo nuevo [...]. El
Imperio romano fue un progreso: un progreso original y no previsto, ya que el pueblo romano
se encontró comprometido, sin casi darse cuenta de ello, en un vasto experimento
administrativo”. Pero la cuarta bestia habría de crecer aún más.

Nota: Información sacada del libro: “Las profecías de Daniel” Editado por Watch Tower Bible and Tract
Society of N.Y. Inc.
Imperio Anglo-Americano
(7ª potencia mundial humana Bíblica)
- Imagen de Daniel 2: Pies en parte de Hierro y en parte de
Barro moldeado. Representa al Imperio Anglo-Americano, 7ª
potencia mundial, se cumple en: 1763 E.C.
- Bestia Salvaje de Daniel 7: 1 cuerno pequeño de la 6ª Bestia
crece y arranca a otros 3 cuernos de la Bestia Salvaje.
Representa a un 7º rey (o potencia) Bíblica que resurge de la 6ª
Bestia Romana.
Ésta potencia hace referencia al Imperio Anglo-Americano, ya que
Inglaterra fue una de las colonias conquistadas por Roma que creció y
se hizo fuerte.
Posteriormente hubo (y hay) una relación muy estrecha entre
Inglaterra y América (que fue antigua colonia Inglesa).
Es evidente que ésta es la potencia predominante en estos días desde
que se formó como tal.
El Imperio Anglo-Americano (Inicialmente Inglaterra), según nos
indica la Biblia en el libro de Daniel, humillaría a otras 3 potencias (o
cuernos) que también resurgirían de la 6ª potencia Romana...
Estos 3 tres cuernos (o potencias) que fueron derrotados por Inglaterra
fueron:
o España “1er cuerno”: hasta el siglo XVI, España dominaba
los mares con su flota naval, pero en 1588 fue derrotada
por la flota Inglesa pasando a ser esta la mayor flota naval
del mundo.
o Holanda “2º cuerno”: En el siglo XVII los holandeses
desarrollaron la más grande marina mercante del mundo
hasta entonces. Pero Inglaterra salió vencedora en esto
también cuando adquirió en el exterior colonias que se
desarrollaron.
o Francia “3er cuerno”: en el siglo XVIII, ingleses y franceses
pelearon en lugares tan distantes entre sí como la América del Norte y la India,
situación que culminó en el Tratado de París en 1763. Sobre este tratado
William B. Willcox escribió, en su libro Star of Empire—A Study of Britain as a
World Power (Estrella imperial.—Un estudio de Gran Bretaña como potencia
mundial), que aunque el tratado daba la impresión de ser un acomodo, “en
realidad reconoció la nueva posición de Gran Bretaña como la potencia europea
que predominaba en el mundo de más allá de Europa”, se cumple en: 1763 E.C.

UN CUERNO PEQUEÑO ALCANZA LA SUPREMACÍA


Daniel dijo: “Seguí considerando los cuernos, y, ¡mire!, otro cuerno, uno pequeño, salió
entre ellos, y hubo tres de los primeros cuernos que fueron arrancados de delante de él”
(Daniel 7:8). Respecto a este brote, el ángel le explicó: “Otro se levantará después de [los diez
reyes], y él mismo será diferente de los primeros, y a tres reyes humillará” (Daniel 7:24).
¿Quién es este rey, cuándo surgió y a qué tres reyes humilló?
Examinemos el curso de los acontecimientos. En el año 55 a.E.C., el general romano Julio
César invadió Britania, pero no pudo establecer un verdadero asentamiento. En 43 E.C., el
emperador Claudio emprendió una conquista del sur de Britania que sería más permanente.
Después, en 122, el emperador Adriano inició la construcción de un muro que se extendía
desde el río Tyne hasta el golfo de Solway y que señalaba el límite septentrional del Imperio
romano. A principios del siglo V, las legiones romanas abandonaron la isla. Un historiador
explicó: “En el siglo XVI, Inglaterra era una potencia secundaria. Su riqueza era escasa en
comparación con la de los Países Bajos, y tenía muchos menos habitantes que Francia. Sus
fuerzas armadas (incluida su flota) eran inferiores a las de España”. Gran Bretaña, un reino sin
importancia en aquel tiempo, constituía el simbólico cuerno pequeño de la cuarta bestia. Pero
la situación iba a cambiar.
En 1588, Felipe II de España envió la Armada Invencible contra Gran Bretaña. Tras
adentrarse en el canal de la Mancha, aquella escuadra de 130 barcos, con más de
veinticuatro mil hombres a bordo, se vio derrotada ante la flota británica, y posteriormente
sucumbió víctima de los vientos adversos y las violentas tempestades atlánticas. Según cierto
historiador, a raíz de aquel suceso “la supremacía naval pasó definitivamente de España a
Inglaterra”. En el siglo XVII, la flota mercante holandesa era la mayor del mundo, pero Gran
Bretaña logró imponerse merced a sus florecientes colonias de ultramar. Durante el siglo XVIII,
las luchas entre británicos y franceses en Norteamérica y la India desembocaron en el Tratado
de París, firmado en 1763. Según el escritor William B. Willcox, este acuerdo “reconoció la
nueva posición de Gran Bretaña como la potencia europea predominante fuera de Europa”. La
aplastante victoria sobre Napoleón I de Francia, en 1815, vino a confirmar la supremacía de
Gran Bretaña. Por tanto, los “tres reyes” a los que esta potencia humilló fueron España, los
Países Bajos y Francia (Daniel 7:24). De ese modo, Gran Bretaña se erigió en el mayor imperio
colonial y comercial del planeta. En efecto, el cuerno “pequeño” había crecido hasta convertirse
en una potencia mundial.
El ángel le dijo a Daniel que la cuarta bestia, o cuarto reino, ‘devoraría toda la tierra’ (Daniel
7:23). Esas palabras se cumplieron en la provincia romana que una vez se llamó Britania.
Convertida más tarde en el Imperio británico, ‘devoró toda la tierra’, pues llegó un momento en
que dominó una cuarta parte tanto de la superficie del planeta como de la humanidad.
Tal como el Imperio romano difería de las potencias mundiales anteriores, el rey
representado por el cuerno “pequeño” también ‘sería diferente de los primeros’ (Daniel 7:24). El
historiador H. G. Wells señaló que el Imperio británico constituía una “combinación política
absolutamente única y sin precedentes en la Historia del mundo. Primeramente, y como eje de
todo el sistema, estaba la ‘República coronada’ del Reino Unido [...]. Ningún organismo
ni individuo se había imaginado jamás al Imperio británico como un todo homogéneo. Era, en
realidad, una simple amalgama, hecha por acumulación, absolutamente distinta de todo lo que
hasta ahora haya podido merecer el nombre de ‘Imperio’”.
El cuerno “pequeño” no sería solo el Imperio británico. En 1783, este reconoció la
independencia de sus trece colonias americanas. Estados Unidos de América, aliado más tarde
con Gran Bretaña, salió de la II Guerra Mundial convertido en la nación más poderosa de la
Tierra. Puesto que aún mantiene fuertes vínculos con aquel país, la consiguiente potencia
mundial binaria angloamericana constituye el ‘cuerno con ojos’. Sin duda, es observadora y
sagaz. También ‘habla cosas grandiosas’, pues dicta la política de la mayor parte del mundo y
actúa como su portavoz o “falso profeta” (Daniel 7:8, 11, 20; Revelación 16:13; 19:20).

UNA AMALGAMA FRÁGIL


Daniel pasó a decir a Nabucodonosor: “Como contemplaste que los pies y los dedos de los
pies eran en parte de barro moldeado de un alfarero y en parte de hierro, el reino mismo
resultará dividido, pero algo de la dureza del hierro resultará haber en él, puesto que
contemplaste al hierro mezclado con barro húmedo. Y en cuanto a que los dedos de los pies
sean en parte de hierro y en parte de barro moldeado, el reino en parte resultará fuerte y en
parte resultará frágil. Como contemplaste hierro mezclado con barro húmedo, llegarán a estar
mezclados con la prole de la humanidad; pero no resultará que se mantengan pegados, este a
aquel, tal como el hierro no se mezcla con barro moldeado” (Daniel 2:41-43).
La sucesión de las potencias mundiales representadas por las distintas secciones de la
imagen del sueño de Nabucodonosor, se inició en la cabeza y prosiguió hacia abajo, hasta los
pies. Lógicamente, los pies y dedos de “hierro mezclado con barro húmedo” simbolizarían la
manifestación final de la gobernación humana, la que existiría durante “el tiempo del fin” (Daniel
12:4).
En los albores del siglo XX, el Imperio británico gobernaba sobre la cuarta parte de los
habitantes del planeta, y otros imperios europeos dominaban a millones de personas más. Sin
embargo, a raíz de la I Guerra Mundial, las alianzas de naciones sustituyeron a los imperios, y
esta tendencia se acentuó tras la II Guerra Mundial. Con la propagación del nacionalismo, el
número de naciones del mundo aumentó drásticamente. Los diez dedos de los pies de la
imagen prefiguran a todas esas potencias y gobiernos coexistentes, pues en la Biblia el número
diez a veces significa lo completo en sentido terrenal (compárese con Éxodo 34:28; Mateo
25:1; Revelación 2:10).
Ahora, en “el tiempo del fin”, hemos llegado a los pies de la imagen. Puesto que los pies y
sus dedos son de hierro mezclado con barro, algunos de los gobiernos a los que representan
son férreos, es decir, autoritarios o tiránicos. Otros son como el barro. ¿En qué sentido? Daniel
relacionó el barro con “la prole de la humanidad” (Daniel 2:43). Pese a la fragilidad del barro,
del que está compuesta la prole de la humanidad, los regímenes tradicionales semejantes al
hierro se han visto obligados a escuchar cada vez más a la gente común, que reclama voz y
voto en las instituciones gobernantes (Job 10:9). Pero el dominio autoritario y la gente común
no pueden mantenerse unidos más de lo que el hierro se adhiere al barro. Cuando le llegue el
fin a la imagen, el mundo estará verdaderamente fragmentado en sentido político.
¿Provocará la condición dividida de los pies y sus dedos el desplome de toda la imagen?
¿Qué le espera a esta última?

Nota: Información sacada del libro: “Las profecías de Daniel” Editado por Watch Tower Bible and Tract
Society of N.Y. Inc.
Reino de Dios
(Propósito original de Jehová Dios)

- Imagen de Daniel 2: Una “piedra fue cortada


no por manos” que tritura la imagen
completa (los reinos humanos).

UN CLÍMAX IMPRESIONANTE (Imagen Daniel 2)


Prestemos atención al clímax del sueño (Daniel 2:34,35). Daniel le había dicho al rey:
“Seguiste mirando hasta que una piedra fue cortada, no por manos, y dio contra la imagen en
sus pies de hierro y de barro moldeado, y los trituró. En aquel tiempo el hierro, el barro
moldeado, el cobre, la plata y el oro fueron, todos juntos, triturados, y llegaron a ser como el
tamo de la era del verano, y el viento se los llevó, de modo que no se halló ningún rastro de
ellos. Y en cuanto a la piedra que dio contra la imagen, llegó a ser una gran montaña y llenó
toda la tierra” (Daniel 2:34, 35).
A modo de explicación, la profecía pasó a decir: “En los días de aquellos reyes el Dios del
cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado
a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta
tiempos indefinidos; puesto que contemplaste que de la montaña una piedra fue cortada,
no por manos, y que trituró el hierro, el cobre, el barro moldeado, la plata y el oro. El magnífico
Dios mismo ha hecho saber al rey lo que ha de ocurrir después de esto. Y el sueño es
confiable, y la interpretación de él es digna de confianza” (Daniel 2:44, 45).
Agradecido de que se le recordara y explicara el sueño, Nabucodonosor reconoció que
únicamente el Dios de Daniel era “un Señor de reyes y un Revelador de secretos”. Además,
puso a Daniel y a sus tres compañeros hebreos en puestos de gran responsabilidad (Daniel
2:46-49). Ahora bien, ¿qué trascendencia tiene en nuestros días la ‘interpretación digna de
confianza’ de Daniel?
‘UNA MONTAÑA LLENA LA TIERRA’
Cuando en octubre de 1914 finalizaron “los tiempos señalados de las naciones”, “el Dios del
cielo” estableció el Reino celestial con la entronización de su Hijo ungido, Jesucristo, como
“Rey de reyes y Señor de señores” (Lucas 21:24; Revelación 12:1-5; 19:16). De modo que la
“piedra” del Reino Mesiánico se cortó de la “montaña” de la soberanía universal de Jehová,
no con manos humanas, sino con el poder divino. Ese gobierno celestial está en manos de
Jesucristo, a quien Dios ha conferido inmortalidad (Romanos 6:9; 1 Timoteo 6:15, 16). Por lo
tanto, “el reino de nuestro Señor [Dios] y de su Cristo”, que es una expresión de la soberanía
universal de Jehová, no pasará a nadie más, sino que durará para siempre (Revelación 11:15).
El reino nació “en los días de aquellos reyes” (Daniel 2:44). Estos no eran únicamente los
reyes que los diez dedos de los pies de la imagen representaron, sino también los simbolizados
por las secciones de hierro, cobre, plata y oro. Aunque en 1914 los imperios babilónico, persa,
griego y romano ya habían pasado a la historia como potencias mundiales, sus restos aún
existían. El Imperio turco otomano ocupaba por entonces el territorio de Babilonia, y en Persia
(Irán), Grecia y Roma (Italia) regían gobiernos nacionales.
Dentro de poco, el Reino celestial de Dios golpeará los pies de la imagen simbólica y hará
pedazos a todos los reinos que esta representa, acabando así con ellos. En “la guerra del gran
día de Dios el Todopoderoso”, el impacto de esa “piedra” será, de hecho, tan demoledor que la
estatua quedará reducida a polvo, y el viento de la tormenta divina lo barrerá como si del tamo
de una era se tratase (Revelación 16:14, 16). Luego, como la piedra que creció hasta hacerse
una montaña y llenar la Tierra, el Reino de Dios se convertirá en la montaña gubernamental
cuya influencia se extenderá a “toda la Tierra” (Daniel 2:35).
Aunque el Reino Mesiánico es celestial, dirigirá su poder hacia este planeta, para la
bendición de todos sus habitantes obedientes. Ese gobierno estable “nunca será reducido a
ruinas” ni “será pasado a ningún otro pueblo”. A diferencia de los reinos de los gobernantes
humanos mortales, “él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”, para siempre (Daniel 2:44).
Que usted disfrute eternamente del privilegio de contarse entre sus súbditos.

EL ANCIANO DE DÍAS PRESIDE EL TRIBUNAL


(Fin de las Bestias Salvajes de Daniel 7 y 8)
Tras describir a las cuatro bestias, Daniel dirige su mirada a un escenario celestial, donde
contempla al Anciano de Días sentándose en su trono resplandeciente en funciones de Juez.
El Anciano de Días no es otro que Jehová Dios (Salmo 90:2). Mientras el Tribunal celestial
toma asiento, Daniel ve ‘libros que se abren’ (Daniel 7:9, 10). Puesto que la existencia de
Jehová se remonta al pasado infinito, conoce toda la historia humana como si estuviera escrita
en un libro; ha observado el curso de las cuatro bestias simbólicas y puede juzgarlas a todas
con conocimiento de causa.
Daniel prosigue: “Seguí contemplando en aquel tiempo debido al sonido de las palabras
grandiosas que el cuerno estaba hablando; seguí contemplando hasta que la bestia fue muerta
y su cuerpo fue destruido y fue dado al fuego ardiente. Pero en cuanto a las demás bestias, sus
gobernaciones fueron quitadas, y hubo un alargamiento de vida que se les dio por un tiempo y
sazón” (Daniel 7:11, 12). El ángel explica a Daniel: “El Tribunal mismo procedió a sentarse, y
finalmente le quitaron su propia gobernación, para aniquilarlo y destruirlo totalmente” (Daniel
7:26).
Por decreto del Gran Juez, Jehová Dios, el cuerno que profirió blasfemias contra él y que
hostigó a sus “santos” correrá la misma suerte que el Imperio romano, el cual persiguió a los
primeros cristianos. Su gobernación no perdurará, ni tampoco la de los “reyes” de menor
importancia que, a modo de cuernos, salieron del Imperio romano. Sin embargo, ¿qué sería de
los gobiernos que se originaron en las potencias semejantes a bestias que lo precedieron? Tal
como se predijo, se les alargó la vida “por un tiempo y sazón”. Los territorios que en su día
dominaron han seguido habitados hasta este mismo día. Irak, por ejemplo, ocupa el lugar en el
que estuvo enclavada la antigua Babilonia, y Persia (Irán) y Grecia aún existen. Los restos de
esas potencias mundiales forman parte de las Naciones Unidas. Esos reinos también
perecerán cuando la última potencia mundial sea aniquilada. “La guerra del gran día de Dios el
Todopoderoso” borrará de la existencia a todos los gobiernos humanos (Revelación 16:14, 16).
Pero entonces, ¿quién gobernará el mundo?
UNA GOBERNACIÓN DURADERA A LAS PUERTAS
“Seguí contemplando en las visiones de la noche, y, ¡pues vea! —exclamó Daniel—, con las
nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días
obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquel.” (Daniel 7:13.) Cuando estuvo en
la Tierra, Jesucristo se refirió a sí mismo con la expresión “el Hijo del hombre”, que indicaba su
parentesco con la humanidad (Mateo 16:13; 25:31). Ante el Sanedrín, el tribunal supremo de
los judíos, dijo: “Verán al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo sobre las
nubes del cielo” (Mateo 26:64). Por consiguiente, aquel que en la visión de Daniel obtuvo
acceso a Jehová Dios, más allá del alcance de los ojos humanos, fue Jesucristo una vez
resucitado y glorificado. ¿Cuándo tuvo lugar este acontecimiento?
Dios efectuó con Jesucristo un pacto para un Reino, al igual que había hecho con el rey
David (2 Samuel 7:11-16; Lucas 22:28-30). Cuando en 1914 E.C. se cumplieron “los tiempos
señalados de las naciones”, el heredero real de David, Jesucristo, pudo con todo derecho
recibir la autoridad del Reino. El relato profético de Daniel pasa a decir: “A él fueron dados
gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le
sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación de duración indefinida que no pasará, y
su reino uno que no será reducido a ruinas” (Daniel 7:14). Así pues, el Reino Mesiánico fue
instaurado en el cielo en 1914. No obstante, hay otras personas a quienes también se
concedería autoridad para gobernar.
“Los santos del Supremo recibirán el reino”, dijo el ángel (Daniel 7:18, 22, 27). Jesucristo es
el santo principal (Hechos 3:14; 4:27, 30). Los demás “santos” que gobiernan son los
144.000 cristianos fieles ungidos por espíritu, quienes también heredan el Reino junto con
Cristo (Romanos 1:7; 8:17; 2 Tesalonicenses 1:5; 1 Pedro 2:9). A fin de que reinen con Cristo
en el monte Sión celestial, se les resucita como espíritus inmortales (Revelación 2:10; 14:1;
20:6). Por lo tanto, Cristo Jesús y los cristianos ungidos resucitados serán quienes gobiernen el
mundo de la humanidad.
Respecto al gobierno del Hijo del hombre y los demás “santos” resucitados, el ángel de Dios
dijo: “El reino y la gobernación y la grandeza de los reinos bajo todos los cielos fueron dados al
pueblo que son los santos del Supremo. Su reino es un reino de duración indefinida, y todas las
gobernaciones servirán y obedecerán aun a ellos” (Daniel 7:27). ¡Cuántas bendiciones recibirá
bajo ese Reino la humanidad obediente!
Daniel no entendió por completo el extraordinario cumplimiento de las visiones que Dios le
dio. Dijo: “Hasta este punto es el final del asunto. En cuanto a mí, Daniel, mis propios
pensamientos siguieron asustándome muchísimo, de modo que mi expresión misma cambió en
mí; pero el asunto mismo lo guardé en mi propio corazón” (Daniel 7:28). Nosotros, en cambio,
vivimos en el tiempo en que podemos entender cómo se han cumplido sus visiones. Prestar
atención a esta profecía fortalecerá nuestra fe y nos reafirmará en la convicción de que el Rey
Mesiánico de Jehová gobernará el mundo.

Nota: Información sacada del libro: “Las profecías de Daniel” Editado por Watch Tower Bible and Tract
Society of N.Y. Inc.

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