Este documento describe los disolventes y sustancias volátiles que se inhalan como forma de drogadicción. A lo largo de la historia, diferentes sustancias como gases, perfumes y éter se han inhalado por sus efectos psicoactivos. Actualmente, los productos más usados son pegamentos, pinturas, gasolina y limpiadores que contienen sustancias como acetona, benceno y tolueno. Al inhalarlos, pueden causar comportamiento errático, alucinaciones y, en casos graves, daño orgánico, accidentes o muerte.
Este documento describe los disolventes y sustancias volátiles que se inhalan como forma de drogadicción. A lo largo de la historia, diferentes sustancias como gases, perfumes y éter se han inhalado por sus efectos psicoactivos. Actualmente, los productos más usados son pegamentos, pinturas, gasolina y limpiadores que contienen sustancias como acetona, benceno y tolueno. Al inhalarlos, pueden causar comportamiento errático, alucinaciones y, en casos graves, daño orgánico, accidentes o muerte.
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Este documento describe los disolventes y sustancias volátiles que se inhalan como forma de drogadicción. A lo largo de la historia, diferentes sustancias como gases, perfumes y éter se han inhalado por sus efectos psicoactivos. Actualmente, los productos más usados son pegamentos, pinturas, gasolina y limpiadores que contienen sustancias como acetona, benceno y tolueno. Al inhalarlos, pueden causar comportamiento errático, alucinaciones y, en casos graves, daño orgánico, accidentes o muerte.
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Disolventes y sustancias volátiles: Existen multitud de productos muy accesibles y que
inhalados de forma continuada constituyen una forma de drogadicción. La intoxicación
con estos productos es más rápida que con alcohol, porque la sustancia entra en el flujo sanguíneo desde los pulmones en vez del estómago. Como precursores de esta modalidad de drogadicción podemos considerar el hecho de que en la Grecia antigua, la Sacerdotisa del Oráculo de Delfos, solía inhalar gases (probablemente anhídrido carbónico) por las grietas de las rocas, de manera que sus "visiones" pudieran a realizar sus profecías. En tiempos Hebraicos y Judaicos, las personas inhalaban los vapores de los perfumes, ungüentos y especias quemadas como parte de sus ceremonias religiosas. El gas hilarante (oxido nitroso) se fabricó a finales del siglo XIX, y muy pronto se utilizó como droga recreativa debido a sus efectos eufóricos. Más tarde se usó cloroformo y éter para producir intoxicación. Tipos: Es difícil dar una lista exhaustiva, ya que hay muchos y continuamente aparecen nuevas sustancias con las que experimentar, pero en general, cualquier producto que contenga una de las siguientes sustancias químicas puede constituir una droga: Acetato, benzeno, tetracloruro de carbono, cloroformo, ciclohexano, éter y varios alcoholes, cetonas incluyendo las acetonas, mexano, nafta, percloretileno, tolueno, tricloretileno y triclorofano. Los productos más usuales son: Pegamentos y colas de contacto de secado rápido, pinturas, lacas, quitapinturas y quitayesos, líquidos correctores ("tipp-ex"), disolventes, productos derivados del petróleo, gasolina, líquidos para mecheros (incluido el gas butano), anticongelante, líquidos para limpieza en seco, laca para el pelo y acetona para quitar el esmalte de las uñas, gases propulsores de los aerosoles (desodorantes, purificadores de aire, insecticidas, sprays de pintura, extintores de incendios), alcohol medicinal, limpiadores de metal, detergentes, betún de zapatos y tintes. Formas de consumo: Siempre es por inhalación. Para aumentar los efectos del vapor, al aumentar su concentración, los pegamentos y sustancias similares se inhalan desde una bolsa de plástico en la que han sido vertidos. Los disolventes líquidos pueden inhalarse con un trapo impregnado. Efectos: Comportamiento aturdido e inestable, mirada vacía, habla confusa y perturbaciones visuales. Algunos experimentan alucinaciones. Pueden responder con un comportamiento agresivo y la realización de actos temerarios o raros. Si se continúa inhalando hasta alcanzar una intoxicación grave hay riesgo de accidentes, pérdida del conocimiento, vómitos y asfixia. Cualquiera de estas situaciones de riesgo podría ser causa de muerte accidental. El uso prolongado o crónico puede causar un "Sarpullido de esnifador" alrededor de la nariz y de la boca, conjuntivitis, daños en los riñones, el hígado y, en casos extremos, daños cerebrales y afecciones cardíacas crónicas e incluso mortales. El mayor peligro está en jóvenes y niños, existiendo casos de muerte de niños la primera vez que experimentaban con estas sustancias. No existen pruebas de una dependencia física significativa, pero sí ocurre una dependencia psíquica que, para algunos, resulta muy difícil de eliminar.