Вы находитесь на странице: 1из 1

No me gustaban los tatuajes, pero ella tena uno que, si bien era sencillo, era bonito.

De un da a otro se sent frente a m a tomar su caf con leche. Se subi la manga y entonces
lo v: cuatro aves volaban en el lateral del antebrazo, ah, sobre su mueca.

-Bonito -dije sealando las figuritas con la cuchara.

Me explic el por qu:


-Uno por cada gran amor que he tenido.
Por qu habra alguien de querer llevar algo que le recordara a sus viejas pasiones?
Me ley la mente, o eso pareca.
-Cada uno de ellos fue maravilloso en su tiempo. El primero era un msico. Tocaba la guitarra
con una delicadeza, pero con tal fuerza que sus melodas me excitaban en sobremanera. Y a
m me tocaba an mejor. Delicadeza rpida.
>>El segundo, -continu - fue el menor de todos ellos, pero no por eso lo iba a dejar fuera. Ni
tampoco quiere decir que no lo am. l era pintor. Le di vida y significado a muchas de sus
pinturillas. El tercero y el cuarto eran abogados. Poco tiempo me dedicaban, pero cuando
amaban lo hacan bien. Termin cansada de ellos y ellos de m; les demandaba ms tiempo.
Nunca lo hicieron. Ahora estn casados con mujeres que les importa la comodidad del dinero y
unas buenas vacaciones. Esa no soy yo...

Todo esto lo recuerdo ahora porque, estado sentado a la barra bebiendo una malteada de
dulce de leche la vi entrar. Un ao ha pasado desde la ltima vez que la vi.
Se ha sentado a una mesa con una nica silla. Le reciben con una taza (me imagino que de
caf) y le ofrecen unos panecillos.
Mientras lee el diario, se pone la mano sobre sus pequeos labios, y ah est: cinco aves ahora
en su mueca. Cinco. No cuatro. Cinco.

Tomo mi vaso, me giro y pregunto a un par de seoras si puedo tomar la silla vaca junto a
ellas. Asienten y la cojo.

Coloco la silla al otro lado de la mesa, me siento y hablo.


-Hola, Sarah.
-Robert -no despega la mirada del impreso.

-Veo que has agregado uno ms a tu coleccin.


-Bueno, s. Y qu?
-Vengo a escuchar la historia. Nuestra historia.

--Andrs Montes.

Вам также может понравиться