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Coordinador de investigación:
Ricardo Antonio Cita Triana (2014)
Equipo de trabajo:
Jacobo Pardey Rozo
Daniel Alejandro Noreña Rodríguez
Julián Andrés Roa Valencia
Paulo César Ospitia Rozo
Antonio José Pinzón Laverde
Ángel Rolando Gutiérrez Rosas
Bogotá D.C.
Calle 53 #13-27
PBX: 4443100
www.minjusticia.gov.co
Octubre de 2014
Primera Edición:
100 ejemplares
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Contenido:
Índice de tablas................................................................................ 6
Índice de figuras............................................................................... 6
Índice de gráficos............................................................................. 6
2. Horizonte de la reflexión................................................................ 15
2.1. Las políticas públicas...................................................... 15
2.2. La política pública penitenciaria en el marco
de un Estado Social de Derecho................................................ 17
2.3. Concepto de tratamiento penitenciario............................... 18
2.4. Aproximación a la resocialización..................................... 20
3
2.5. Discusiones conceptuales sobre el enfoque
diferencial indígena....................................................... 22
2.6. Concepto de beneficios administrativos............................. 23
1. La resocialización en el ordenamiento
jurídico colombiano................................................................ 40
2. Panorama para la definición de un tratamiento
diferencial indígena................................................................ 47
3. Los beneficios administrativos en la legislación colombiana............ 49
3.1. Desarrollo legal............................................................ 49
3.2. Desarrollo jurisprudencial................................................ 54
3.3. Desarrollo reglamentario................................................. 59
4
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
3. Resocialización...................................................................... 76
4. Sobre el tratamiento penitenciario con enfoque diferencial............. 80
5. Beneficios administrativos......................................................... 88
5.1. Dificultades «internas» de los beneficios administrativos........ 89
5.2. La concesión de beneficios por fuera
de los establecimientos............................................................ 93
Referencias..................................................................................... 117
5
Índice de tablas
Índice de figuras
Índice de gráficos
6
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
7
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Primera Parte:
Punto de partida para la formulación de lineamientos
para la Política Penitenciaria en Colombia
Dicho diagnóstico estuvo orientado a la reconstrucción del panorama del sistema penitenciario,
especialmente con respecto a los ejes mencionados, para la formulación de lineamientos de
política pública penitenciaria con la capacidad de incidir en los altos índices de hacinamiento
en las prisiones, garantizar el respeto de los derechos humanos de la población reclusa y
el cabal cumplimiento de los fines de la pena, con un enfoque diferencial en el tratamiento
penitenciario a favor de la población indígena y que tenga incidencia en el acceso a los
beneficios administrativos con el cumplimiento de los presupuestos establecidos para tal fin.
En este contexto, los lineamientos que se formulan en el presente documento son un resultado
del Proyecto Fortalecimiento y Seguimiento a la Política Penitenciaria en Colombia, para
lograr su objetivo principal de fortalecer la capacidad institucional, que permita garantizar
una efectiva resocialización de la población penitenciaria, el cumplimiento de los fines de
la pena de la población reclusa bajo el principio de la diversidad cultural, a través del
tratamiento diferencial, y el adecuado otorgamiento de beneficios administrativos, una vez
determinadas las distintas falencias que existen para su acceso.
9
De este modo, el documento se desarrolla en tres partes: en la primera se realizará una
presentación del proyecto, en la que se muestran los distintos antecedentes del proyecto, la
metodología utilizada por el equipo en los dos años de trabajo, los marcos de referencia
necesarios para abordar el problema objeto de la política, y una introducción al documento;
la segunda parte dará paso a la reconstrucción diagnóstica de las condiciones de privación
de la libertad, en la cual se hace especial énfasis en aquellos elementos que resulten
sustanciales para el propósito central del proyecto, esto es, el fortalecimiento institucional
de la Política Penitenciaria en Colombia; y, por último, la tercera parte del documento se
ocupará de presentar las recomendaciones para lograr ese fortalecimiento deseado en los
tres ejes ya señalados, partiendo de los elementos configuradores y orientadores de una
Política Penitenciaria respetuosa de los principios de libertad y dignidad humana.
10
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Capítulo 1.
Antecedentes del proyecto de Fortalecimiento y seguimiento a la Política
Penitenciaria en Colombia y desarrollo
El proyecto de inversión Fortalecimiento y seguimiento a la Política Penitenciaria en Colombia
fue propuesto y aprobado para el periodo 2013-2014. Esta iniciativa de la Dirección de
Política Criminal y Penitenciaria tomó como punto de partida la reinserción social de la persona
condenada como uno de los fines sustanciales del Derecho Penal, cuya puesta en marcha se
encuentra en la ejecución de la pena, la cual hace parte de la Política Penitenciaria. Esta política,
en el marco jurídico constitucional y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, debe
procurar no sólo unas condiciones dignas de subsistencia a quienes se encuentran bajo la
custodia del sistema penitenciario, sino también debe garantizar un tratamiento penitenciario
integral que permita la reintegración social y comunitaria de la persona que es condenada a
una pena privativa de la libertad, así como tener una incidencia dentro de las estrategias de
prevención del delito.
En la medida en que el Estado debe proveer los medios necesarios para que el cumplimiento
de la pena de prisión se ajuste a los fines del Derecho Penal y sea garante de los derechos
fundamentales, este proyecto se formuló para contar con un panorama amplio que permitiera
comprender las dificultades del tratamiento penitenciario en términos de resocialización,
enfoque diferencial étnico y otorgamiento de beneficios administrativos, dado que situaciones
como la obsolescencia en la infraestructura, la carencia de programas educativos o de
proyectos productivos, y la sobrepoblación carcelaria, dificultan la cabal consecución del fin
resocializador de la sanción privativa de la libertad, así como el adecuado funcionamiento
del sistema penitenciario.
Para dar cumplimiento a las órdenes dadas en este fallo se dispuso la elaboración de un
plan de construcción y refacción carcelaria, tendiente a garantizar a la población recluida,
condiciones de vida digna en los penales. En efecto, desde el año 2000 se adelantó un
1
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia T-153 de 1998. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
11
proceso de transformación de las condiciones de privación de la libertad, que, sin embargo, no
ha resultado suficiente para procurar la efectiva resocialización de la población interna.
Por otra parte, en relación con la población privada de la libertad, debe destacarse que en los
establecimientos de reclusión del orden nacional se encuentran algunas personas pertenecientes
a grupos étnicos, fundamentalmente población perteneciente a grupos indígenas2. Tal como se
planteó en el proyecto, estos grupos tienen una cultura y costumbres propias, esto los convierte
en una minoría que debe tener una atención diferencial que respete su cultura, la Política
Penitenciaria actual ha mostrado una deficiencia en la aculturación de la población indígena y
deficiencias en los programas de resocialización orientados a ellos que logren el cumplimiento,
de los fines de la pena bajo el principio de la diversidad cultural3.
Así las cosas, la población privada de la libertad en los dos años anteriores a la formulación del
proyecto, presentaba el siguiente comportamiento:
Gráfico No. 1: población privada de la libertad intramural y domiciliaria entre los años 2010 y 2011
20.432 18.023
2
Para la fecha de la concepción del proyecto (16 de abril del 2012), el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario – INPEC reportaba
como población indígena privada de la libertad en los establecimientos del orden nacional a 881 personas, de los cuales 829 eran hombres
y 52 mujeres, por lo cual, en materia de población indígena, ésta era la cifra de población objetivo. Sin embargo, en lo que respecta a la
resocialización y al acceso a los beneficios administrativos, la población objetivo correspondía a toda la población privada de la libertad,
tanto intramural como domiciliaria, la cual ascendía a la fecha de la formulación del proyecto a más de 120.000 internos. Además, se tenía
en cuenta que la dinámica de la población privada de la libertad era su incremento, por lo que resultaba más que pertinente el fortalecimiento
de una política integral de tratamiento penitenciario. Al momento de la redacción de este documento, los reportes de cifras mostraban
como población indígena privada de la libertad en los establecimientos del orden nacional a 733 internos (31 de agosto de 2014) y una
población total de 116873 internos (31 de agosto de 2014). Cfr. INPEC (2014-a: 20 y 30).
3
Es importante destacar que la Ley 1709 de 2014 introdujo al Código Penitenciario y Carcelario el artículo 3A, sobre enfoque diferencial,
cuyo primer inciso señala que éste: «reconoce que hay poblaciones con características particulares en razón de su edad, género, religión,
identidad de género, orientación sexual, raza, etnia, situación de discapacidad y cualquiera otra. Por tal razón, las medidas penitenciarias
contenidas en la presente ley, contarán con dicho enfoque». En este sentido, el artículo 96 de la Ley 1709 señaló la obligación en cabeza
del Presidente de la República, y previa consulta previa a los pueblos indígenas; comunidades afrocolombianas, raizales y palenqueras; y
los grupos ROM, de expedir un decreto con fuerza de ley para regular las condiciones de reclusión de estos grupos.
12
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
En este sentido, el proyecto inició su ejecución con una etapa de pre-diagnóstico y diagnóstico,
en la cual se recopiló información necesaria sobre los programas de resocialización del
INPEC, las condiciones de reclusión de los internos, el otorgamiento de los beneficios
administrativos y el manejo de la diversidad cultural dentro del tratamiento penitenciario.
A partir de dicha línea de base, en el 2014 el equipo de trabajo del proyecto ha orientado
sus esfuerzos a la revisión y construcción de este documento de lineamientos para el
fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia, así como al desarrollo de la consulta
previa con las autoridades de los distintos grupos establecidos por la Ley 1709 de 2014,
para la definición de las condiciones especiales de reclusión.
4
Los foros se realizaron en los meses de noviembre y diciembre en Cali (20 de noviembre), Medellín (6 de noviembre) Barranquilla (3 de
diciembre), Bucaramanga (12 de diciembre) y Bogotá (18 de diciembre).
5
Esto en consonancia con lo dispuesto por la Comisión Asesora respecto de la política criminal, pero que se consideró igualmente
significativo para la política penitenciaria, respecto de la necesidad, en el marco de un Estado Social de Derecho, de fundar la política
no sólo en principios normativos constitucionales y de derechos humanos, sino también «en un diagnóstico apropiado de la realidad
empírica de la sociedad para la cual dicha política ha sido elaborada» (COMISIÓN Asesora, 2012: 14).
13
los ejes del proyecto. Por lo tanto, a continuación, se expone la metodología adelantada
por cada uno de los ejes.
En el caso particular del análisis sobre los beneficios administrativos, se realizó además
una reconstrucción jurisprudencial y de doctrina en la cual se han destacado tres ámbitos
fundamentales para una comprensión más clara e integral del tema. En primer lugar,
el principio de libertad como límite a la privación de la libertad y fundamento de la
alternatividad penal, que brinda un marco general dónde ubicar el eje de los resultados de
la investigación; en segundo lugar, un desarrollo de los beneficios administrativos, su criterio
dentro del orden legal y de protección de los derechos consagrados en la Constitución; y, por
último, un desarrollo conceptual sobre de los subrogados penales, una institución bastante
cercana materialmente pero diversa en términos formales a los beneficios administrativos.
Su análisis, sin embargo, permitirá pensar en alternativas a la privación de la libertad en
establecimientos de reclusión más adecuadas a la pretensión resocializadora de la sanción
penal, y menos lesivas para los derechos de las personas.
14
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Es por ello que se hizo necesario conocer in situ las condiciones de reclusión de la población
indígena privada de la libertad, el tipo de programas y actividades de resocialización a las que
acceden en los establecimiento de reclusión del orden nacional administrados por el INPEC,
y las dificultades particulares que tienen para el otorgamiento de beneficios administrativos
cuando aquellos han sido procesados por la jurisdicción ordinaria o por la jurisdicción
especial indígena. De esta manera, el enfoque de tratamiento diferencial se constituyó en un
eje transversal para las reflexiones sobre resocialización y beneficios administrativos.
En la primera etapa del desarrollo del proyecto se propuso realizar un pre- diagnóstico y
diagnóstico de la situación de los indígenas privados de la libertad en establecimientos de
reclusión del INPEC, que permitiera conocer si existían condiciones dignas de reclusión para
esta población, si había un adecuado respeto a sus derechos humanos, si existía un adecuado
proceso de integración del indígena infractor a su comunidad y si se estaba cumpliendo
con la adecuada protección a la diversidad étnica y cultural de estos indígenas y de sus
comunidades.
2. Horizonte de la reflexión
15
En este sentido, es importante plantear un concepto operativo para el presente documento que
permita establecer el alcance, algunas herramientas y metodologías para la identificación y
construcción del problema objeto de la política (que en este caso se concentra en la política
pública penitenciaria, cuyo concepto y alcance se precisa a continuación), su proceso de
formulación y planteamiento de respuestas, su ejecución, la evaluación y análisis de resultados.
Así, política pública «designa la existencia de “un conjunto conformado por uno o varios
objetivos colectivos considerados necesarios o deseables y por medios y acciones que son
tratados, por lo menos parcialmente, por una institución u organización”» (ROTH, 2009a:27).
En este sentido, y desarrollando un poco más la definición de Roth, se ha señalado que la
política pública puede ser comprendida como una «concatenación de decisiones o de acciones,
intencionalmente coherentes, tomadas por diferentes actores públicos y ocasionalmente
privados –cuyos recursos, nexos institucionales e intereses varían-, a fin de resolver de manera
puntual un problema políticamente definido como colectivo. Este conjunto de decisiones y
acciones da lugar a actos formales, con un grado de obligatoriedad variable, tendientes
a modificar el comportamiento de grupos sociales que, se supone, originan el problema
colectivo a resolver (grupos-objetivo), en el interés de grupos sociales que padecen los efectos
negativos del problema en cuestión (beneficiarios finales)» (KNOEPFEL et al, 2007:9).
Para Roth, el interés del concepto de política pública está en que agrupa en la misma categoría
acciones normativas y actividades políticas y administrativas (2009b:XIV), y es importante
destacar que en ésta intervienen tres factores fundamentales: actores, recursos y el ámbito
institucional (KNOEPFEL et al, 2007:9), que en su conjunto se orientan hacia la modificación
del orden social6.
6
Hay que destacar que para algunos, esta modificación del orden social se orienta hacia la resolución de problemas sociales. En este
sentido, Alejandro Lozano plantea que «[l]a política pública es un proceso social en donde se producen acciones gubernamentales
orientadas a identificar y solucionar problemas de diferente naturaleza mediante la consecución de objetivos (sociales, económicos,
políticos, culturales, sectoriales, territoriales, internacionales, intergubernamentales, etc.) y en el cual diversos actores, tanto desde el
estado como fuera él (sic), buscan intervenir para promover y lograr intereses». (LOZANO, 2007: 103)
16
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Entonces, el Estado debe ser un aparato que busque incidir o modificar en cierto sentido,
a través de la política, la regulación operante en un espacio social preciso que requiere de
intervención (ROTH, 2009a:26).
En este contexto, las políticas públicas se han caracterizado por ser uno de los instrumentos
principales del Estado para incidir en el funcionamiento de la sociedad y, por lo tanto, para
lograr gobernabilidad (VARGAS, 2007:9). Por esta razón, el modelo de Estado tendrá una
incidencia fundamental en el sentido y el papel de las políticas públicas. En el marco del
Estado Social de Derecho que se consagró a través de la Constitución de 1991, las políticas
públicas deben orientarse a la garantía y satisfacción de los derechos de los ciudadanos,
inclusive cuando éstos hayan sido privados de algunos de estos, como es el caso de la
población privada de la libertad.
Desde algunas perspectivas se entiende que la política criminal en la práctica se asocia con tres
procesos: el de la criminalización primaria, proceso en el cual, desde el legislativo, se definen
las conductas que serán sancionadas penalmente; el de la criminalización secundaria, en el
marco de poder judicial, se investiga y determina la responsabilidad penal de un ciudadano;
y la criminalización terciaria que consiste en «la ejecución y cumplimiento de la sanción penal
por parte de una persona declarada responsable de un crimen, que es la fase de ejecución
penitenciaria» (COMISION ASESORA, 2012: 17).
17
Figura No. 1: relación entre las ramas del poder público en el marco del Sistema Penal
Estrategias de persecución y de
enjuiciamiento de los crímenes
Judicial
Resolución de casos concretos
Sistema Penal
(criminalización secundaria)
Participación en la formulación de la
política criminal y penitenciaria
Ejecutiva
Ejecución de la política penal
(criminalización terciaria)
Fuente: elaboración propia.
En este sentido, es claro que la Política Penitenciaria en el marco del Sistema Penal se
De todo lo anterior, y como se ilustrará más adelante, debe hacerse una diferenciación clara
entre los objetivos de la Política Penitenciaria y los de la política carcelaria. Resulta claro
que estas dos políticas estarán encaminadas a la garantía de los derechos de la población
privada de la libertad; sin embargo, el presente documento establecerá los lineamientos
para la Política Penitenciaria, en tanto medidas que deben ser aplicadas a la población
privada de la libertad que se encuentra condenada con el objetivo de que, durante su
tránsito por el establecimiento penitenciario, se garantice el cumplimiento de la reinserción
social y protección al condenado, tal como dispuso el artículo 4º del Código Penal, Ley
599 de 2000, que señala que «[l]a prevención especial y la reinserción social operan en
el momento de la ejecución de la pena de prisión».
18
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Dicho tratamiento se encuentra estructurado en fases que tendrán en cuenta las condiciones de
la persona privada de la libertad, que se especificarán más adelante en este documento. Es
7
Artículo 143, Ley 65 de 1993.
19
importante destacar que dentro de este tratamiento penitenciario se encuentran contemplados
los beneficios administrativos como parte integrante del mismo.
Por ejemplo, en las últimas décadas del siglo pasado el ideal rehabilitador fue cuestionado
fuertemente a partir de la pregunta «What Works?» (¿qué funciona?), la cual apuntaba a
que éste ha fracasado en las prisiones por los incrementos de los índice delictivos y de
reincidencia, combinados con los efectos «desocializadores» de un contexto de violencia y
de vulneración de los derechos humanos (MARTINSON, 1974). Una de las respuestas al
fracaso del ideal rehabilitador fue consecuentemente desplazar la función de la penalidad
hacia la incapacitación y neutralización de eventuales riesgos derivados de la comisión
delictiva, con lo cual, más que intervenir sobre el infractor, se trata de «proteger al público,
20
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Por último, debe señalarse que se entiende que una exitosa resocialización hace parte de
un proceso de prevención terciaria. En este sentido, el tratamiento penitenciario, para lograr
los fines resocializadores de la pena, debe tener efectos preventivos sobre la reincidencia
de las personas que han sido seleccionadas por el sistema penal en virtud de una condena,
especialmente para que vuelvan a entrar al circuito del sistema penal, es decir, para que no
sean nuevamente condenadas.
21
2.5. Discusiones conceptuales sobre el enfoque diferencial indígena
Aproximarse a la construcción de un enfoque diferencial en el tratamiento penitenciario para
la población indígena privada de la libertad, parte de una primera dificultad, la cual se
encuentra en asimilar e integrar todas las comunidades indígenas en una sola etnia. Es
claro que partir de este postulado significaría que en Colombia la división cultural estuviera
dada entre la cultura mayoritaria y la cultura indígena. Una aproximación panorámica a los
indígenas privados de la libertad en establecimientos del orden nacional, salta a la luz que
éstos pertenecen a culturas muy disimiles respecto de su alimentación, el uso del castigo, la
organización productiva, la impartición de justicia, entre otros aspectos8.
De manera que si en el país habitan 102 pueblos indígenas distribuidos en todo el territorio
nacional, cualquier política pública que pretenda regular alguna esfera de la vida de estas
comunidades debe estar en capacidad de responder no a un enfoque diferencial sino a
múltiples enfoques diferenciales, dependiendo de cuál sea la etnia o comunidad indígena
que se vea comprometida en dicha regulación. Esta situación plantea un reto conceptual,
pues aplicado al tratamiento penitenciario podría diseñarse una política pública que reúna
aspectos comunes concertados previamente con las organizaciones indígenas para los
comuneros privados de la libertad que pertenecen a diferentes etnias o comunidades indígenas
y por otro lado se tendría que diseñar una política pública que responda y reconozca en
el tratamiento penitenciario de dichos comuneros, las diferencias que evidentemente existen
entre etnias y comunidades indígenas.
En este sentido, y tal como lo señala el artículo 3A del Código Penitenciario y Carcelario9,
8
Mientras unos tienen su base de alimentación en el maíz, otros lo tienen en la yuca; mientras unos aplican sanciones de calabozo, juete y
cepo, otros utilizan el destierro, el trabajo comunitario y el trabajo en beneficio de la víctima, así como el pago de cuotas compensatorias
como sanción y reparación; mientras unos están ubicados en zonas rurales, otros tantos lo están en los cascos urbanos como consecuencia
de fenómenos como el desplazamiento y el conflicto armado; mientras unos conservan sus vestidos tradicionales, otros han preferido
asimilarse a nosotros en ese aspecto.
9
Ver cita 6.
22
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
debe hablarse no sólo de enfoques diferenciales para los múltiples grupos que componen
el universo de la población indígena, sino además de enfoques diferenciales por razones
de raza o pertenencia a una etnia (no únicamente indígena), de géneros, edad, orientación
sexual, situación de discapacidad, o cualquiera otra que signifique la necesidad de proyectar
una ruta de tratamiento en el contexto penitenciario10, que reconozca las necesidades y
circunstancias particulares de la persona. Con esto, se plantea la necesidad de hacer
efectivos los parámetros de los artículos 10 y 1 del Convenio 169 de la OIT, cuando
establecen que
23
Constitucional manifestó:
«En cuanto tiene que ver con los beneficios administrativos, se trata de una
denominación genérica dentro de la cual se engloban una serie de mecanismos
de política criminal del Estado, que son inherentes a la ejecución individual de
la condena. Suponen una disminución de las cargas que deben soportar las
personas que están cumpliendo una condena y que, en algunos casos, pueden
implicar la reducción del tiempo de privación efectiva de la libertad dispuesto en
la sentencia condenatoria o una modificación en las condiciones de ejecución
de la condena»11.
En síntesis, los beneficios administrativos son todos aquellos mecanismos que suponen una
modificación de las condiciones de cumplimiento de la condena, traducidas a una reducción
del tiempo de privación efectiva de la libertad o una modificación en las condiciones de
ejecución de la condena.
11
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-312 de 2002. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
12
Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia de segunda instancia proferida
dentro de la Acción de Cumplimiento No. 25000-23-26-000-2001-0485-01, promovida por la Defensoría del Pueblo contra la
Dirección de la Penitenciaría Central de La Picota, para hacer efectivo el cumplimiento del artículo 5° del Decreto 1542 de 1997, Por el
cual se dictan medidas en desarrollo de le Ley 65 de 1993 para descongestionar las cárceles. La norma reglamenta el artículo 147 de la
Ley 65 de 1993 y señala que «los directores de los establecimientos carcelarios y penitenciarios podrán conceder permisos de 72 horas
a los condenados en única, primera y segunda instancia, o cuyo recurso de casación se encuentre pendiente, previo el cumplimiento de
los requisitos allí señalados» (Se refiere al artículo 147 de la ley 65/93)
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Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Segunda Parte:
Diagnóstico de la Política Penitenciaria en
Colombia
Capítulo 2.
Estado de cosas del Sitema Penitenciario colombiano
Como se ha manifestado de manera reiterada, el problema de la cuestión penitenciaria ha
sido ampliamente diagnosticado por parte de la academia, de la sociedad civil, de sectores
gubernamental provenientes de los órganos de control, la rama judicial y el ejecutivo.
No obstante lo anterior, y a pesar de los múltiples insumos y reflexiones que reciben las
instituciones vinculadas al sistema penitenciario, la situación, al contrario de mejorar, se
encuentra cada vez más agravada por distintas circunstancias (una política criminal cada
vez más represiva, sin sustento empírico y sin evaluación de impacto fiscal e institucional; un
ejercicio de la función jurisdiccional en algunos casos excesivamente limitante de la libertad
individual; escasos recursos para las demandas del sistema penal, tanto en lo judicial,
como en lo ejecutivo; una defensa técnica deficiente en una alta proporción de casos de
personas privadas de la libertad; una presión social para la imposición de sanciones puntas y
ejemplarizantes, entre muchas otras circunstancias que puedan ser destacadas).
Debe destacarse que la relevancia de este ejercicio se encuentra en que, si bien existen una
pluralidad de insumos e informes institucionales y académicos, muchos de estos están asociados
25
con las condiciones de habitabilidad de la población penitenciaria, con la infraestructura y en
menor medida con relación a la resocialización y algunos aspectos jurídicos. Sin embargo,
hacía falta una perspectiva integral del tratamiento penitenciario, que tuviera la capacidad de
comprender de manera holística la resocialización, los enfoques diferenciales para población
indígena, y los beneficios administrativos. Esta aproximación podrá contribuir a la comprensión
de las problemáticas que se viven en el contexto penitenciario, así como aportar estrategias
que reorienten la Política Penitenciaria a la atención de los fundamentos básicos de la pena
y el objetivo principal de su ejecución, esto es, un tratamiento penitenciario integral y con fin
resocializador.
13
La Corte Constitucional ha precisado que dentro de un estado de cosas inconstitucional, se manifiestan los siguientes factores: «(i)
la vulneración masiva y generalizada de varios derechos constitucionales que afecta a un número significativo de personas; (ii) la
prolongada omisión de las autoridades en el cumplimiento de sus obligaciones para garantizar los derechos; (iii) la adopción de prácticas
inconstitucionales, como la incorporación de la acción de tutela como parte del procedimiento para garantizar el derecho conculcado;
(iv) la no expedición de medidas legislativas, administrativas o presupuestales necesarias para evitar la vulneración de los derechos; (v)
La existencia de un problema social cuya solución compromete la intervención de varias entidades, requiere la adopción de un conjunto
complejo y coordinado de acciones y exige un nivel de recursos que demanda un esfuerzo presupuestal adicional importante; (vi) si todas
las personas afectadas por el mismo problema acudieran a la acción de tutela para obtener la protección de sus derechos, se produciría
una mayor congestión judicial». Colombia. Corte Constitucional, Sentención T-025 de 2004, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
14
Sentencia T-153 de 1998, Op. Cit.
15
Tal como lo resume la Comisión Asesora para la Política Criminal (2012: 49), el diagnóstico que se plantea a partir de esta decisión
de la Corte Constitución sobre la situación penitenciaria, incluye los siguientes elementos: «i) la falta de separación clara entre sindicados
y condenados, ii) la falta de atención adecuada en materia de salud, iii) la falta de personal suficiente dedicado a la capacitación de las
26
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
definición del estado de cosas inconstitucionales no sólo establecía unas consecuencias para
las instituciones, sino que también planteaba una reflexión sobre la función real del sistema
penitenciario, y sobre su incapacidad para cumplir con los fines de la pena (fundamentalmente
la finalidad resocializadora de ésta).
Visto desde esta óptica resulta claro que la orientación principal asumida por la política pública
penitenciaria para atender la problemática penitenciaria y carcelario estuvo dirigida hacia la
ampliación de cupos penitenciarios y carcelarios, la cual fue desarrollada en varios documentos
CONPES. En estos documentos, el eje problémico identificado es el hacinamiento, como
mayor obstáculo para el adecuado funcionamiento del Sistema Penitenciario y Carcelario,
cuya solución no sólo garantiza unas condiciones mínimas de habitabilidad, sino también
permite garantizar la separación entre sindicados y condenados, el acceso a los programas de
educación y trabajo, el acceso pleno a derechos fundamentales y, finalmente, el cumplimiento
de los fines de la pena que se ven restringidos por la crisis del sistema.
personas privadas de su libertad, lo cual obstaculiza gravemente la participación de los internos en los programas de formación laboral y
iv) la baja proporción entre personal recluso y guardias, que dificulta el control y la seguridad al interior de los centros de reclusión» (Cursiva
en el texto original).
27
penitenciaria y carcelaria, destacando la obsolescencia de la infraestructura; las dificultades
en materia de gestión y administración del Sistema Penitenciario y Carcelario; la existencia
de casos graves de corrupción de la guardia; la insuficiencia de presupuesto de inversión y
funcionamiento; el incremento desbordado de la población; la lentitud de los procesos; la
falta de defensa técnica, y la imposibilidad de separación entre sindicados y condenados
por las condiciones de infraestructura y hacinamiento, entre otros factores.
Así las cosas, a través de este CONPES se planeó la generación de 20.828 cupos nuevos
con un valor calculado de 314 mil millones y la ampliación de otros 3.800 con una
inversión de 32,6 mil millones (CONPES 3086 de 2000: 8-9), lo cual significaba casi que
duplicar la capacidad real con la que se contaba en el Sistema Penitenciario hasta la fecha
en un lapso de dos años. Ya desde este documento se tenía prevista la construcción de un
establecimiento especial para la reclusión de la población indígena en la Región Occidente
de 300 cupos.
28
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Dos años más tarde aparece el documento CONPES 3412 de 2006, Estrategia para
la expansión de la oferta nacional de cupos penitenciarios y carcelarios - Seguimiento al
CONPES 3277, con el fin de proponer mecanismos para la ejecución y requerimientos
presupuestales. De esta manera, como estrategia para la construcción de infraestructura de
obra nueva, establece el documento la necesidad de definir la modalidad a través de la
contratación de obra pública en lugar de la concesión debido a que el primero permitiría
realizar menos gastos de transacción y de indexación del dinero invertido en el tiempo, y
por lo tanto los costos podrían disminuir en más del 40% (CONPES 3412 de 2006: 3 y 7).
Por último, al igual que el CONPES 3412 de 2006, el CONPES 3575 de 2009, Estrategia
para la expansión de la oferta nacional de cupos penitenciarios y carcelarios - Seguimiento
a los CONPES 3277 de marzo 2004 y 3412 de marzo de 2006, tiene como propósito
modificar los montos y las fuentes de financiación para la construcción de los once nuevos
establecimientos, su cronograma de entrega; así como incrementar en 1.103 los cupos
inicialmente previstos16. El panorama de la población, para finales del año 2008, se
16
De acuerdo con la información presentada en el documento, se esperaba crear 22.703 cupos nuevos además de los 3.010 ya
entregados, para un total de 25.713 (CONPES 3575 de 2009: 16).
29
mantenía en un hacinamiento del 27,8%, manteniéndose los niveles críticos denunciados en
los distintos documentos CONPES, entre otros espacios, y con tendencia a la alza, por lo
que resultaba fundamental ampliar y garantizar la consecución de la infraestructura nueva
que se había propuesto mediante CONPES 3277 de 2004.
17
En febrero de 2011, se creó por el entonces Ministro del Interior y de Justicia la Comisión Asesora para el Diseño de la Política
Criminal del Estado colombiano «con el propósito de apoyar la formulación de la política criminal del país y realizar recomendaciones
al Gobierno Nacional en torno a ella. Su función esencial era entonces elaborar una propuesta de lineamientos de política criminal.
Además, la Comisión debía realizar, en la medida en que el Gobierno o el Consejo de Política Criminal se lo solicitaran, otras tareas
como i) evaluar y estudiar la normatividad existente en materia de política criminal; ii) analizar las iniciativas académicas que se formulen
sobre la materia; iii) elaborar documentos para el diseño de la Política Criminal colombiana; y iv) realizar consultas con las entidades
estatales, universidades, asociaciones de abogados y abogadas, y las personas u organismos que la Comisión considerar pertinentes,
sobre las reformas» sugeridas para su introducción, de conformidad con lo dispuesto por la Resolución No. 0286 del 15 de febrero de
2011 (COMISIÓN Asesora, 2012: 10).
30
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
18
De esta manera, se plantea que en lo correspondiente a la criminalización primaria, debe prevalecer, entre otros, el respeto a los
principios de legalidad, proporcionalidad, culpabilidad, finalidad de la pena y razonabilidad (COMISIÓN Asesora, 2012: 17).
19
En lo que respecta a la criminalización secundaria, debe orientarse la política criminal principalmente por el respeto al debido proceso
y el privilegio de la libertad (COMISIÓN Asesora, 2012: 20, 22).
20
En lo relacionado con la criminalización terciaria, en donde se encuentra el interés principal de este documento, debe destacarse que
se reconoce por parte de la Comisión que existe poco desarrollo de los principios que rigen este momento. Sin embargo, es claro que el
cumplimiento de la pena debe orientarse a la observancia de la dignidad humana, que se ve materializada en una pluralidad de medidas
que deben adoptar las autoridades penitenciarias de acuerdo con el régimen penitenciario. Dicho régimen penitenciario debe contemplar
un tratamiento cuya finalidad esencial sea la reforma y la readaptación social de los penados, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 10º del Pacto de Derechos Civiles y Políticos (COMISIÓN Asesora ,2012: 22).
31
criminales, una situación de derechos humanos y conflicto armado de décadas, y una fuerte
desigualdad socioeconómica; que tiende a subordinarse a la política de seguridad; y que
evidencia una debilidad institucional (Íbid: 30-42).
b) Resulta fundamental destacar la idea del derecho penal como ratio última de protección
de bienes jurídicos en la política criminal. En un estado democrático debe minimizarse
la intervención punitiva, y preferirse vías distintas al derecho penal para la tutela de
dichos bienes jurídicos. Por esta razón, debe pensar en una prevención en serio (no
centrada en el sistema penal, ni en la represión); el desarrollo de medidas alternativas a
32
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
las penas privativas de la libertad que permita enfrentar las dificultades que atraviesa el
sistema penitenciario, así como la creación de «instituciones y estrategias que permitan
a la cárcel el cumplimiento de la función resocializadora legalmente asignado (sic)
a ella en la fase de ejecución penal», todos bajo la lupa del respeto a la dignidad
humana (COMISIÓN Asesora, 2012: 63-64)21. Asimismo, se destaca la importancia de
desarrollar medidas alternativas para distintos delitos y regímenes especiales para reducir
el tiempo de ejecución de penas privativas de la libertad, con el fin de avanzar en la
protección de los derechos de los reclusos y en unas efectiva resocialización. Por último,
deben contemplarse medidas para evitar la desocialización que produce la prisión (Íbid:
64-66).
«Se deben racionalizar las penas, tanto en su fase legislativa, como judicial
y penitenciaria. Para ello es necesario: i) revisar concienzudamente las penas
legalmente establecidas, que carecen de sistematicidad y en ocasiones se han
incrementado inusitadamente sin tener en cuenta el principio de proporcionalidad;
ii) establecer criterios adecuados que permitan a la ley regular las penas de
acuerdo con los bienes jurídicamente tutelados y las distintas modalidades de
afectación a los mismos, de forma que no resulten sanciones o se entrecrucen
los criterios de gravedad en función de la modalidad de ataque al bien jurídico;
iii) tener como principio de la asignación de penas el hecho de que las penas
máximas no solo deben ser acordes con la expectativa de vida en Colombia, sino
que deben guardar coherencia con las finalidades de la pena que establezca
el Consejo de Política Criminal. Cualquiera que fuese el fin de la pena, que el
legislador defina, se debe destacar que este fin tiene que permear todos los
proyectos legislativos en materia punitiva, ya que se debe consecuente en su
tratamiento; iv) considerar condiciones especiales para la ejecución de la pena
respecto de los grupos sociales que las exigen, en especial de las mujeres, con
la finalidad de evitar resultados de mayor drasticidad en la ejecución de las
penas por los integrantes de tales grupos y mejorar las condiciones de respeto
21
«Dentro de estas penas y medidas alternativas se encuentran: i) reparación a las víctimas del delito (i); internamiento voluntario en
establecimientos de terapia sico-social; ii) trabajo en medio rural; iii) libertad asistida por el juez u otra autoridad o persona; iv) trabajo
a favor de la comunidad; v) prisión abierta; vi) pérdida de licencia de conducción o inhabilitación para el ejercicio de una profesión,
arte oficio, industria o comercio; vii) arresto domiciliario; viii) reserva del fallo; ix) arresto durante el tiempo libre o en el fin de semana; x)
amonestación o apercibimiento; xi) liberación anticipada con fines laborales o educativos; xii) permisos o reclusión en centros de transición;
xiv) asistencia a cursos de formación, a cursos de manejo del tiempo libre o la rabia o la intolerancia, o a cualquier curso que se proponga
con fines preventivos del delitos» (Comisión Asesora para la Política Criminal, 2012: 67).
33
y garantía de sus derechos fundamentales; v) reducir el uso de la prisión en
el Sistema de Responsabilidad Adolescente en Colombia, que hace un uso
excesivo de la privación de libertad, pese al hecho de contar con mecanismos
alternativos al uso de la prisión para los y las jóvenes en conflicto con la ley;
vi) establecer políticas públicas enfocadas al post-penado, de forma tal que
se asuma el compromiso de reinserción social no solamente con el tratamiento
penitenciario, sino también con la orientación y ayuda a la reubicación social»
(COMISIÓN Asesora, 2012: 65).
34
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
3. Los 12 pasos para la hacerle frente a la crisis del Sistema Penitenciario y Carcelario
A partir de este informe, y de una aproximación sistemática al Sistema Penitenciario
y Carcelario, el Ministerio de Justicia y del Derecho identificó en 12 Pasos, una serie
de medidas de corto, mediano y largo, que en su conjunto y articuladas se esperaba
permitieran enfrentar los problemas del Sistema Penitenciario y Carcelario. Esta estrategia
parte del reconocimiento del problema de hacinamiento que aqueja al Sistema Penitenciario
y Carcelario (Paso 1), el cual se evidencia no sólo como un problema nacional, sino
compartido por otras naciones. Sin embargo, resultaba evidente que las medidas que se
debían implementar medidas tenían que ir más allá de la construcción de cárceles, en tanto
que la infraestructura se constituye en uno de los principales problemas, pero no el único.
De esta manera, se tienen en cuenta situaciones como las deficiencias en la prestación del
servicio de salud; la existencia de una política criminal reactiva, incoherente y fuertemente
punitiva; la insuficiencia en el número de personal de vigilancia y de seguridad; y, por
último pero no menos importante, la corrupción dentro del sistema.
35
adecuación y recuperación de 45 Unidades Sanitarias, por parte de la Unidad de Servicios
Penitenciarios, articulado al desarrollo de un documento de política pública, así como
desarrollos normativos (Paso 9).
Por otra parte, destaca el documento las conclusiones planteadas por la Comisión Asesora
para la Política Criminal en Colombia, respecto de la necesidad de desarrollar una política
criminal racional, coherente y eficaz (Paso 3), que supere la política reactiva, incoherente
y fuertemente punitiva colombiana. Esto implica una mayor articulación entre las diferentes
instituciones tanto en la etapa de definición normativa, como procesal, pero fundamentalmente
de ejecución de la pena (Paso 5); y el desarrollo de un sistema de información único y
transparente, que permita el acceso de todas las autoridades (Paso 6).
Con respecto a los recursos para el Sistema, por una parte se destaca la necesidad de
contar con personal de custodia y vigilancia, así como administrativo, para atender las
distintas funciones y en correspondencia con la población penitenciaria (Paso 4). Asimismo,
se destaca la importancia de capacitar a todas las personas que forman parte del sistema
penitenciario en una visión integral que apunte a la solución de la crisis (Paso 12). Esto
implicaría contar, en lo que respecta al tratamiento penitenciario, con funcionarios suficientes
y capacitados para llevar a cabo las distintas actividades ocupacionales y transversales que
comprenden los planes ocupacionales de los internos en su proceso de resocialización.
36
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
22
Fundamentalmente, en lo que respecta al quantum punitivo definido como límite para el acceso a los mecanismos sustitutivos y subrogados.
De esta manera, se elevan los máximos señalados por la ley para el acceso a los requisitos: la prisión domiciliaria se eleva de 5 a 8 años; la
suspensión condicional de 3 a 4 años; y la libertad condicional se disminuye de las 2/3 a las 3/5 partes.
Se ha criticado desde distintos sectores que, si bien dichas modificaciones resultan una importante actualización normativa de cara a los
significativos aumentos de penas de los últimos años, la inclusión de un amplio catálogo de delitos graves frente a los cuales se restringe el
acceso a cualquier tipo de sustitutivo, subrogado, beneficio judicial o administrativo, restringiendo en estos casos el desarrollo de un tratamiento
penitenciario progresivo. Adicionalmente, se considera una regresión restringir la vigilancia electrónica a una medida accesoria a la prisión
domiciliaria en la fase de ejecución de la sanción.
23
Artículo 2º, Ley 65 de 1993. Modificado por la Ley 1709 de 2014, artículo 1º. Legalidad. Toda persona es libre. Nadie puede ser sometido
a prisión o arresto, ni detenido sino en virtud de mandamiento escrito de autoridad judicial competente, con las formalidades legales y por motivo
previamente definido en la ley. Nadie podrá ser sometido a pena, medida de seguridad, ni a un régimen de ejecución que no esté previsto en
la ley vigente. La detención preventiva de las personas que están siendo investigadas o juzgadas es excepcional.
24
Artículo 10A. Adicionado por la Ley 1709 de 2014, artículo 6º. Intervención mínima. El sistema penitenciario velará por el cumplimiento de
los derechos y las garantías de los internos; los que solo podrán ser limitados según lo dispuesto en la Constitución, los tratados internacionales,
las leyes y los reglamentos del régimen interno del Establecimiento Penitenciario y Carcelario.
25
Artículo 5º, Ley 65 de 1993. Modificado por la Ley 1709 de 2014, artículo 4º. Respeto a la dignidad humana. En los establecimientos de
reclusión prevalecerá el respeto a la dignidad humana, a las garantías constitucionales y a los Derechos Humanos universalmente reconocidos.
Se prohíbe toda forma de violencia síquica, física o moral. Las restricciones impuestas a las personas privadas de la libertad estarán limitadas a
un estricto criterio de necesidad y deben ser proporcionales a los objetivos legítimos para los que se han impuesto. La carencia de recursos no
podrá justificar que las condiciones de reclusión vulneren los derechos fundamentales de las personas privadas de la libertad.
26
Artículo 4º, Ley 65 de 1993. Modificado por la Ley 1709 de 2014, artículo 3º. (…) Parágrafo 1°. En ningún caso el goce efectivo del
derecho a la libertad, a la aplicación de mecanismos sustitutivos de la pena privativa de la libertad o a cualquier otro beneficio judicial o
administrativo, podrá estar condicionado al pago de la multa.
27
Adicionalmente, en el artículo 62 que introduce el 102A a la Ley 65 de 1993, se establece que el extranjero privado de la libertad puede
37
administración judicial orientadas a la agilidad y transparencia28.
En tercer lugar, es importante destacar que la redención de pena es definida como un derecho
(artículo 64)29 y no una mera facultad de los Jueces de Ejecución de Penas y Medidas de
Seguridad ante el cumplimiento de los requisitos legalmente establecidos, así como la
obligación de reconocer los certificados expedidos por las autoridades competentes de los
estados de los cuales hayan sido repatriados colombianos (artículo 62). En este contexto,
es importante resaltar que la redención por estudio (artículo 60) y por enseñanza (artículo
61) se define como tal para los condenados que se encuentran en proceso de tratamiento
penitenciario, y no para aquellos que estén en virtud de una medida preventiva, a quienes se
les reconoce el derecho una vez hayan sido condenados. Por otra parte, en lo que respecta
al trabajo comunitario (Artículo 99A de la Ley 65 de 1993 y artículo 105 de la Ley1709
de 2014) se introduce la posibilidad de que se apoyen las obras de ingenieros militares
como parte de estas actividades.
realizar acuerdos de pago que para acceder al beneficio de traslado a su país. Por su parte, el artículo 63 que introduce el artículo
102B al Código Penitenciario autoriza el permiso de trabajo a extranjeros con libertad condicional, sujeto a la existencia de vínculos
laborales o familiares.
28
Sobre este punto puede destacarse el fortalecimiento de las audiencias virtuales y la resolución de las solicitudes de libertad a través
de audiencia pública (artículo 33).
29
Artículo 103A, Ley 65 de 1993. Adicionado por la Ley 1709 de 2017, artículo 64. Derecho a la redención. La redención de pena es un
derecho que será exigible una vez la persona privada de la libertad cumpla los requisitos exigidos para acceder a ella. Todas las decisiones
que afecten la redención de la pena, podrán controvertirse ante los Jueces competentes.
30
Artículo 79, Ley 65 de 1993. Modificado por la Ley 1709 de 2014, artículo 55. Trabajo penitenciario. El trabajo es un derecho y
una obligación social y goza en todas sus modalidades de la protección especial del Estado. Todas las personas privadas de la libertad
tienen derecho al trabajo en condiciones dignas y justas. En los establecimientos de reclusión es un medio terapéutico adecuado a los
fines de la resocialización. Los procesados tendrán derecho a trabajar y a desarrollar actividades productivas. No tendrá carácter aflictivo
ni podrá ser aplicado como sanción disciplinaria. Se organizará atendiendo las aptitudes y capacidades de los internos, permitiéndoles
38
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Por otra parte, se introducen estímulos tributarios para las empresas, públicas o privadas,
así como a las personas naturales para que se inserten en el desarrollo de los programas
de resocialización, así como la generación de empleo para pospenados (artículo 59)31.
dentro de lo posible escoger entre las diferentes opciones existentes en el centro de reclusión.
Debe estar previamente reglamentado por la Dirección General del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec). Sus productos
serán comercializados. Las actividades laborales desarrolladas por las personas privadas de la libertad estarán íntimamente coordinadas
con las políticas que el Ministerio del Trabajo adoptará sobre la materia, las cuales fomentarán la participación y cooperación de la
sociedad civil y de la empresa privada, a través de convenios, tanto dentro como fuera de los establecimientos.
Se dispondrán programas de trabajo y actividades productivas tan suficientes como se pueda para cubrir a todas las personas privadas
de la libertad que deseen realizarlos. Dichos programas estarán orientados a que la persona privada de la libertad tenga herramientas
suficientes para aprovechar las oportunidades después de salir de la prisión. Se buscará, hasta donde sea posible, que las personas
privadas de la libertad puedan escoger el tipo de trabajo que deseen realizar.
Se dispondrán programas de trabajo y actividades productivas que atiendan la perspectiva de enfoque diferencial y necesidades
específicas para la población en condición de discapacidad privadas de la libertad, promoviendo la generación e implementación de
ajustes razonables como la eliminación de las barreras físicas y actitudinales.
Parágrafo. El Ministerio del Trabajo expedirá, durante el año siguiente a la vigencia de la presente ley, la reglamentación sobre las
especiales condiciones de trabajo de las personas privadas de la libertad, su régimen de remuneración, las condiciones de seguridad
industrial y salud ocupacional y las demás que tiendan a la garantía de sus derechos.
31
Artículo 93, Ley 65 de 1993. Modificado por la Ley 1709 de 2014, artículo 59. Estímulos tributarios. El Gobierno Nacional creará y
reglamentará los estímulos tributarios paro aquellas empresas públicas y privadas, o personas naturales que se vinculen a los programas
de trabajo y educación en las cárceles y penitenciarías, así como también incentivará la inversión, por parte de estas empresas, en los
centros de reclusión con exoneración de impuestos o rebaja de ellos, al igual que a las empresas que incorporen en sus actividades a
pospenados que hayan observado buena conducta certificada por el Consejo de Disciplina del respectivo centro de reclusión.
Parágrafo 1°. El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) realizará los convenios que permitan la inclusión del sector público
y privado en las actividades de resocialización de que trata la presente ley.
39
Capítulo 3.
Panorama normativo del tratamiento penitenciario en Colombia
32
Fundamentalmente la Resolución No. 7302 del 23 de noviembre de 2005.
33
Sin embargo, es importante resaltar que también tienen que ser tenidas en cuenta todas las normas que al respecto se encuentran contenidas
en el bloque de constitucionalidad.
40
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Por otra parte, el derecho a la igualdad35 debe materializarse en esta fase, e implica
que en el desarrollo del tratamiento penitenciario no se podrán adoptar medidas
desfavorables en razón de la pertenencia a una minoría étnica, por sexo u orientación
sexual, idioma, religión, ideología, condición social o cualquier otra circunstancia,
excepto de aquellas que sean coherentes a un tratamiento penitenciario diferencial.
En este sentido, dichas circunstancias plantean la necesidad de que el tratamiento
penitenciario considere las particulares condiciones de la persona que se enfrenta al
proceso de resocialización, y plantee respuestas frente a las especiales necesidades
34
En concordancia con el artículo 34, que prohíbe las penas de destierro, prisión perpetua y confiscación.
35
Artículo 13, Constitución Política de Colombia. Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato
de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza,
origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.
El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o
marginados.
El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de
debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.
41
de atención que el condenado requiera36. Asimismo, en observancia de este derecho,
el tratamiento penitenciario resocializador debe procurar que se superen todos los
obstáculos generados por unas condiciones previas de discriminación y marginación,
así como aquellos derivados de unas condiciones socio-económicas favorables que
restrinjan el acceso pleno y en adecuadas condiciones al tratamiento.
36
Este punto se asocia a lo que se ha denominado en la doctrina como principio de individualización, el cual consiste fundamentalmente en
que durante el tratamiento penitenciario, constantemente, se deberá verificar y actualizar las condiciones personales, intereses y necesidades
del condenado, pero sobre todo en el momento de su ingreso al establecimiento penitenciario. Sobre el particular, véase, entre otros,
FERNÁNDEZ (2013).
El artículo 10 del Código Penitenciario y Carcelario, como se mencionó en la primera parte, también plantea la necesidad de que el
tratamiento tenga como punto de partida el examen del condenado, en concordancia con el artículo 143 de la misma normatividad.
En este mismo sentido, la Resolución No. 7302 de 2005 establece como una de sus consideraciones «que el Tratamiento Penitenciario
debe realizarse conforme a la dignidad humana y a las necesidades particulares de la personalidad de cada sujeto. Se verifica a través
de la educación, la instrucción, el trabajo, las actividades culturales, recreativas y deportivas y las relaciones de familia. Se basará en el
estudio científico de la personalidad del interno, será progresivo y programado e individualizado hasta donde sea posible». Más adelante
se abordará lo respectivo a la progresividad, punto articulador con el eje de los beneficios administrativos.
37
En concordancia, con el artículo 10A del Código Penitenciario y Carcelario.
38
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia T-286 de 2011. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chajub.
39
Artículo 12, Ley 65 de 1993, Código Penitenciario y Carcelario.
42
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
43
cual inicia con la observancia de requisitos subjetivos y objetivos (entre otros, haber
cumplimiento de una tercer parte de la condena)47. En cuarto lugar, se encuentra la fase
de mínima seguridad o período abierto, la cual inicia con la valoración positiva de los
factores subjetivos y objetivos (haber cumplido cuatro quintas partes de la sanción, entre
otros criterios), y se caracteriza por una restricción mínima de la libertad. Por último,
la fase de confianza, coincide con el término requerido para la libertad condicional,
y procede cuando ésta es negada por el Juez de Ejecución de Penas y Medidas de
Seguridad.
El paso de los internos por las diferentes fases de tratamiento se encuentra a cargo
del Consejo de Evaluación y Tratamiento (CET), los cuales son definidos por el
Código Penitenciario y Carcelario como «grupos interdisciplinarios, de acuerdo con
las necesidades propias del tratamiento penitenciario. Estos serán integrados por
abogados, psiquiatras, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, médicos,
terapeutas, antropólogos, sociólogos, criminólogos, penitenciaristas y miembros del
Cuerpo de Custodia y Vigilancia». Desde esta perspectiva, se introduce dos principios
fundamentales que se encuentran en esta concepción del tratamiento penitenciario como
un tratamiento interdisciplinario y científico, con el fin de tener un enfoque integral y
especializado en la aproximación al condenado48.
47
Establece la Resolución 7302 de 2005 en su artículo 10, en lo que respecta a la Fase de Alta Seguridad: «Los programas educativos
y laborales que se ofrecen en esta fase se basan en la intervención individual y grupal, permiten el fortalecimiento de competencias
psicosociales y ocupacionales a través de la educación formal, no formal e informal; vinculación a actividades industriales, artesanales,
agrícolas, pecuarias y de servicios, los cuales se complementan con los Programas de Cultura, Recreación, Deporte, Asistencia Espiritual,
Ambiental, Atención Psicosocial, Promoción y Prevención en Salud.»
48
Según el parágrafo 2º del artículo 9 de la Resolución 7302 de 2005, dicho cuerpo debe garantizar, al menos, tres enfoques: el jurídico,
el biopsicosocial y el de seguridad, para cumplir con su carácter de interdisciplinar. Adicionalmente al principio de interdisciplinariedad, en
este punto podría destacarse el principio de subordinación o instrumental, según el cual el régimen penitenciario utilizará todos los medios y
recursos de un tratamiento interdisciplinario que resulte adecuado para dicho fin, y en caso de conflicto de intereses entre ambos, el tratamiento
primará sobre el régimen, en razón de la legislación que brinda el ideal resocializador (GUILLAMONDEGUI, 2010:42). Sin embargo, las
dinámicas reales de los establecimientos impiden que este principio se pueda hacer real, y no rige la regulación del tratamiento penitenciario.
44
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Fase 1:
Observación, diagnóstico
y clasificación
Fase 2:
Alta seguridad o periodo cerrado
Fase 3:
Mediana seguridad o periodo semiabierto
Fase 4:
Mínima seguridad o periodo abierto
Fase 5:
Periodo de confianza
Fuente: elaboración propia
El Sistema de Oportunidades, por su parte, se caracteriza por ser una metodología por
medio de la cual los establecimientos penitenciarios desarrollan un plan de acción que
le permite integrar programas educativos, artísticos, culturales, recreativos, laborales,
espirituales y de atención psicosocial, todos estos orientados al tratamiento penitenciario.
Actualmente, se encuentra regulada por las Resolución 3190 de 23 de octubre de
2013, la cual modifica las resoluciones 2392 de 2006, 13824 de 2007 y 649 de
2009 del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario – INPEC. Esta metodología se
divide en PASO inicial, medio y final. El Sistema de Oportunidades es dado a conocer
al interno en su primera fase de tratamiento en el momento de la motivación, e ingresa
al mismo en la fase de alta.
45
deporte y la recreación, bajo un espíritu humano y solidario»49. Dicho tratamiento
debe cumplir como propósito el restablecimiento de los lazos sociales que permitan al
individuo privado de la libertad, a través de las actividades mencionadas anteriormente,
suplir sus necesidades particulares, y al mismo tiempo poder restablecer su derecho a la
libertad individual, a través de las mismas50. No obstante, la Resolución 7302 de 2005
diferencia el tratamiento penitenciario51 de la atención integral52, escindiendo de esta
manera las actividades ocupacionales y resocializadoras de las de tipo psicosocial.
46
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
criterio esencial para promoción entre fases, así como para la concesión de beneficios
administrativos, subrogados, medidas sustitutivas, o cualquier otro beneficio judicial o
administrativo.
53
También, la Constitución Política introduce aspectos relevantes en materia de tierras, participación electoral, conformación de las entidades
territoriales indígenas, explotación de recursos naturales, entre otros.
47
Un poco más cerca de lo relativo al tratamiento penitenciario, y en consonancia con lo
dispuesto por el artículo 246 de la Constitución, las autoridades indígenas se encuentra
autorizadas para ejercer funciones jurisdiccionales dentro de su territorio de conformidad
con sus usos y costumbres, y aplicando sus propias normas y procedimientos. Asimismo,
la Ley 270 de 1996, Estatutaria de la Administración de Justicia, reconoció la jurisdicción
indígena en su artículo 11, como una jurisdicción que constituye la Rama Judicial del
Poder Público. En el mismo sentido, el artículo 12 de esta misma disposición estableció
que la función jurisdiccional se ejerce como propia y habitual, y de manera permanente
por las corporaciones y personas dotadas de investidura legal para hacerlo, y precisó
los órganos o entidades competentes para ejercer dichas funciones jurisdiccionales,
entre las cuales incluyó la jurisdicción especial indígena, cuyas autoridades solo podrían
ejercer sus funciones jurisdiccionales dentro del ámbito de su territorio y conforme a sus
propias normas y procedimientos, todos estos enmarcados en la Constitución y a las
leyes. Por último, dispuso que la Constitución y la ley establecerían las autoridades que
encargadas del control de constitucionalidad y legalidad de los actos proferidos por las
autoridades de los territorios indígenas.
54
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia Sentencia C-713 de 2008. M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
48
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Dependiendo del tiempo de disfrute de libertad y las actividades que se pueden realizar
en ese tiempo, los beneficios tienen mayores o menores exigencias en el texto legal.
A continuación se presentan los tipos de beneficios y los requisitos que para su concesión
exige cada uno de ellos:
Hace falta profundizar en relación a la definición de los beneficios administrativos como «derechos» y no como «actos potestativos de las
56
49
parte de la pena, o el 70% en caso de delitos de competencia de Jueces de Circuito
Especializados57, no cuenten con requerimientos judiciales. Adicionalmente, requiere
que no se haya registrado fuga o tentativa de fuga en cualquier etapa del proceso o de
la ejecución de la pena, haber trabajado, estudiado o enseñado y observado buena
conducta. Quien observe mala conducta o retarde «su presentación al establecimiento
sin justificación, se hará acreedor a la suspensión de dichos permisos hasta por seis
meses; pero si reincide, cometiere un delito o una contravención especial de policía,
se le cancelarán definitivamente los permisos de este género».
3. Derecho a solicitar permiso de salida durante los fines de semana: Este derecho
se traduce en un permiso para salir los fines de semana incluyendo los lunes festivos,
cada dos semanas hasta el final de la condena, siempre y cuando se cumplan con
los requisitos exigidos para el anterior artículo58.
autoridades del Estado». Esta definición implicaría reducir las restricciones para el acceso a los beneficios e integrarlos dentro del proceso
resocializador con el objetivo de acercar nuevamente a los internos a sus familias, comunidad y brindarles alternativas de socialización
externas a la marginación penitenciaria en instituciones educativas o empresas. Posada Segura (2008) prefiere referirlos como derechos que
como actos potestativos del Estado. No obstante, la Directiva permanente 0010 del 31 de agosto de 2012 del INPEC sostiene que «no
constituyen un derecho de la población reclusa ya que su otorgamiento es discrecional de las autoridades judiciales».
57
De acuerdo con el artículo 49 de la ley 504 de 1999, su vigencia se extenderá por ocho años, es decir, desde el primero de julio de 1999
hasta el primero de julio de 2007. No obstante lo anterior, la vigencia de dicha norma fue extendida de manera indefinida por la ley 1142
de 2007 y su aplicación ha sido reiterada por la Corte Suprema de Justicia. Al respecto, véase la sentencia T- 58034 del 17 de enero de
2012 de la Sala de Decisión de Tutelas No. 1 de la Sala Penal Corte Suprema de justicia. M.P: Augusto J. Ibáñez Guzmán.
58
Artículo 147B, Ley 65 de 1993, Código Penitenciario y Carcelario.
50
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
51
término de la distancia, que se confiere bajo medidas de vigilancia y seguridad,
siempre y cuando se den los eventos estipulados en la ley. Según lo establecido por
el artículo 139, este permiso excepcional se concede «en caso de comprobarse
enfermedad grave, fallecimiento de un familiar cercano o siempre que se produzca
un acontecimiento de particular importancia en la vida del interno».
«con el artículo 79, numeral 5, de la ley 600 de 2000 se trasladó a los Jueces
de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad la competencia que la Ley 65
de 1993, reglamentada por el decreto 1542 de 1997, le había atribuido a
las autoridades penitenciarias para conceder los beneficios administrativos,
dejando a éstas, únicamente la potestad de presentar propuestas o allegar
las solicitudes de reconocimiento de esos beneficios»59.
Una vez presentados cada uno de los beneficios administrativos contemplados dentro de
la legislación penitenciaria, resulta importante destacar que las anteriores medidas no
cobijan a la totalidad de la población penitenciaria. En los últimos años, gradualmente
se han introducido medidas que excluyen a las personas investigadas o condenadas por
ciertas conductas al goce de estos beneficios por considerarse de mayor peligrosidad
59
Consejo de Estado. Rad. 250000-23-26-000-2001-0485-01(ACU)
52
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
60
Ley 1121 de diciembre 29 de 2006, por la cual se dictan normas para la prevención, detección, investigación y sanción de la
financiación del terrorismo y otras disposiciones.
61
El catálogo de casi 100 delitos incluye «delitos dolosos contra la Administración Pública; delitos contra las personas y bienes
protegidos por el Derecho Internacional Humanitario; delitos contra la libertad, integridad y formación sexual; estafa y abuso de
confianza que recaigan sobre los bienes del Estado; captación masiva y habitual de dineros; utilización indebida de información
privilegiada; concierto para delinquir agravado; lavado de activos; soborno transnacional; violencia intrafamiliar; hurto calificado;
extorsión, lesiones personales con deformidad causadas con elemento corrosivo; violación ilícita de comunicaciones; violación ilícita
de comunicaciones o correspondencia de carácter oficial; trata de personas; apología al genocidio; lesiones personales por pérdida
anatómica o funcional de un órgano o miembro; desplazamiento forzado; tráfico de migrantes; testaferrato; enriquecimiento ilícito de
particulares; apoderamiento de hidrocarburos, sus derivados, biocombustibles o mezclas que los contengan; receptación; instigación a
delinquir; empleo o lanzamiento de sustancias u objetos peligrosos; fabricación, importación, tráfico, posesión o uso de armas químicas,
biológicas y nucleares; delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes y otras infracciones; espionaje; rebelión; y desplazamiento
forzado; usurpación de inmuebles, falsificación de moneda nacional o extranjera; exportación o importación ficticia; evasión fiscal;
negativa de reintegro; contrabando agravado; contrabando de hidrocarburos y sus derivados; ayuda e instigación al empleo, producción
y transferencia de minas antipersonal.» (Artículo 68A, Código Penal). El catálogo de casi 100 delitos incluye «delitos dolosos contra la
Administración Pública; delitos contra las personas y bienes protegidos por el Derecho Internacional Humanitario; delitos contra la libertad,
integridad y formación sexual; estafa y abuso de confianza que recaigan sobre los bienes del Estado; captación masiva y habitual de
dineros; utilización indebida de información privilegiada; concierto para delinquir agravado; lavado de activos; soborno transnacional;
violencia intrafamiliar; hurto calificado; extorsión, lesiones personales con deformidad causadas con elemento corrosivo; violación ilícita
de comunicaciones; violación ilícita de comunicaciones o correspondencia de carácter oficial; trata de personas; apología al genocidio;
lesiones personales por pérdida anatómica o funcional de un órgano o miembro; desplazamiento forzado; tráfico de migrantes; testaferrato;
enriquecimiento ilícito de particulares; apoderamiento de hidrocarburos, sus derivados, biocombustibles o mezclas que los contengan;
receptación; instigación a delinquir; empleo o lanzamiento de sustancias u objetos peligrosos; fabricación, importación, tráfico, posesión
53
distinta naturaleza, que no permite señalar que exista un criterio único de exclusión (ya
sea la gravedad, la peligrosidad, el alto daño generado o el impacto).
El tercer inciso, por su parte, plantea que esto no es predicable respecto de la detención
preventiva y de la sustitución de la ejecución de la pena para persona «mayor de
sesenta y cinco (65) años, siempre que su personalidad, la naturaleza y modalidad del
delito hagan aconsejable su reclusión en el lugar de residencia»62; mujer a quien le falte
dos (2) meses o menos para el parto y durante los seis (6) meses siguientes al mismo63;
persona en «estado grave por enfermedad, previo dictamen de médicos oficiales»64; y
mujer «madre cabeza de familia de hijo menor o que sufriere incapacidad permanente,
siempre y cuando haya estado bajo su cuidado. En ausencia de ella, el padre que
haga sus veces tendrá el mismo beneficio»65.
o uso de armas químicas, biológicas y nucleares; delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes y otras infracciones; espionaje;
rebelión; y desplazamiento forzado; usurpación de inmuebles, falsificación de moneda nacional o extranjera; exportación o importación
ficticia; evasión fiscal; negativa de reintegro; contrabando agravado; contrabando de hidrocarburos y sus derivados; ayuda e instigación
al empleo, producción y transferencia de minas antipersonal.» (Artículo 68A, Código Penal).
62
Artículo 314-2, Ley 906 de 2004, Código de Procedimiento Penal.
63
Artículo 314-3, Ley 906 de 2004, Código de Procedimiento Penal.
64
Artículo 314-4, Ley 906 de 2004, Código de Procedimiento Penal.
65
Artículo 314-5, Ley 906 de 2004, Código de Procedimiento Penal.
54
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
el respeto por los derechos humanos y, por supuesto, el respeto por las disposiciones
constitucionales. De acuerdo con la Corte Constitucional,
Lo anterior implica que las normas que prescriban la privación de la libertad como
66
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-1001 de 2005. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
67
Sobre la libertad de configuración del legislador, véase Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-327 de 1997. M.P. Fabio Morón
Díaz.
68
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-774 de 2001. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
55
consecuencia de alguna conducta definida como delictiva son de creación exclusiva
del órgano legislativo, y no es viable que otras autoridades, como las autoridades
administrativas o judiciales creen disposiciones en donde la consecuencia de una
conducta sea la privación de la libertad69. De igual manera, la reserva judicial70 implica
también que, como regla general, las únicas autoridades facultadas para disponer de la
privación de la libertad de las personas son los jueces de la república, ya sea mediante
la imposición de medidas de aseguramiento o penas como consecuencia de la comisión
de una conducta delictiva, y con las excepciones de la captura en flagrancia o la orden
excepcional de la fiscalía, ambas consagradas en la Constitución, ninguna autoridad
distinta de los jueces de la república puede decidir acerca de la privación de la libertad
de una persona71.
Por último, hay que decir que la Corte ha dispuesto de manera reiterada que la privación
de la libertad debe ser una situación de carácter excepcional y su disposición debe
corresponder a criterios de razonabilidad y proporcionalidad 73, los cuales se establecen
como límites y garantías del derecho a la libertad frente a la libertad de configuración74.
Una vez revisado el marco general del principio de libertad y de su privación como
excepción, resulta fundamental aproximarse a los distintos principios que rigen los
beneficios administrativos. De esta, es preciso aclarar que los beneficios administrativos
69
Sobre este punto, la sentencia C-024 de 1994 es enfática en que ninguna disposición administrativa –decretos, acuerdos municipales,
ordenanzas departamentales, reglamentos de policía o similares- puede establecer causales de privación de la libertad, en desarrollo del
principio de legalidad. Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-024 de 1994. M.P. Alejandro Rodríguez Caballero.
70
Un desarrollo del concepto de reserva judicial para la privación de la libertad en el sistema penal acusatorio se encuentra en la
Sentencia C-1001 de 2005, Op. Cit.
71
Al respecto, véanse las sentencias de la Corte Constitucional C-024 de 1994, Op. Cit. y C-176 de 2007. M.P. Marco Gerardo
Monroy Cabra.
72
Sentencia C-176 de 2007, Op. Cit.
73
Al respecto, véanse las sentencias de la Corte Constitucional C-327 de 1997. M.P. Fabio Morón Díaz; C-774 de 2001, Op.Cit., y
C-730 de 2005. M.P. Álvaro Tafur Galvis
74
Sentencia C- 327 de 1997, Op. Cit.
56
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
no parten de criterios subjetivos por parte de las autoridades penitenciarias, sino que
deben estar establecidos previamente por la ley y su aplicación debe atenerse a los
criterios objetivos plasmados en ésta. Así lo ha entendido la jurisprudencia de la Corte
Constitucional al manifestar que:
En el mismo sentido,
Como se mencionó anteriormente, la Ley 906 de 2004, a través del numeral 5º del
artículo 3877, que establece como competencia de los jueces de ejecución de penas el
estudio de estas solicitudes, afianza el principio constitucional de reserva judicial de la
libertad, extendido a la fase de ejecución de la pena. En conclusión, se puede afirmar
75
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia T-972 de 2005. M.P. Jaime Córdoba Triviño.
76
Ibíd.
77
El texto de la norma referida es el siguiente: «Art. 38. DE LOS JUECES DE EJECUCIÓN DE PENAS Y MEDIDAS DE SEGURIDAD. Los
jueces de ejecución de penas y medidas de seguridad conocen: (…)5. De la aprobación previa de las propuestas que formulen las
autoridades penitenciarias o de las solicitudes de reconocimiento de beneficios administrativos que supongan una modificación en las
57
que los beneficios administrativos tienen reserva legal y judicial. Reserva legal puesto
que deben estar establecidos previamente en la ley y reserva judicial ya que solamente
son los jueces de ejecución de penas los investidos para reconocer tales beneficios.
Por otra parte, respecto de los permisos en concreto, ha sido abundante la jurisprudencia
que ha tocado alguno de sus puntos. Respecto de los permisos excepcionales hasta de
veinticuatro (24) horas, la Corte Constitucional considera que no resultan discriminatorias
las limitaciones de acceso a este beneficio para quienes tienen antecedentes de fuga
o por delitos de competencia de jueces y fiscales regionales o del Tribunal Nacional,
en tanto es posible encontrar antecedentes que hagan inapropiada la concesión de tal
beneficio78.
De otra parte, en lo que se refiere a las normas que prohíben la concesión de los
beneficios de 72 horas y régimen abierto, la Corte encuentra que la disposición de
acuerdo con la cual se exige haber descontado el 70% de la pena para acceder al
beneficio de 72 horas a los condenados por delitos de competencia de los jueces
penales de circuito especializado no resulta discriminatoria sin ningún reparo o reflexión
de fondo al respecto79.
condiciones de cumplimiento de la condena o una reducción del tiempo de privación efectiva de libertad»
78
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-394 de 1995. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa. Sin embargo, en salvamento de voto,
el magistrado Alejandro Martínez Caballero manifiesta que las normas penitenciarias contienen disposiciones que de alguna manera
permiten garantizar que los beneficios no sean utilizados para fugas o la comisión de delitos, pues se prevén mecanismos para que las
autoridades penitenciarias verifiquen la viabilidad de la concesión del beneficio, motivo por el cual no hace falta excluir de entrada y sin
ninguna posibilidad de los beneficios a ciertas personas, en este caso, las juzgadas por la justicia regional (hoy justicia especializada) o
las que tengan ciertos antecedentes. Considera el Magistrado disidente que el fundamento de los permisos excepcionales es humanitario,
mientras que los beneficios administrativos propiamente dichos derivan de la función resocializadora del tratamiento penitenciario. En este
sentido, manifiesta el Magistrado:
«Se evidencia la irracionabilidad de una norma que presupone que todos los que han cometido cierto tipo de delitos seguirán siendo
siempre personas de extrema peligrosidad, lo cual no sólo implica una confesión de la inutilidad de las penas como instrumentos de
resocialización sino una estigmatización de esas personas que vulnera su dignidad humana. De esa manera, además, la norma permite
tratos crueles, como prohibir que un individuo acompañe a sus familiares cercanos en momentos extremos. Y, finalmente, se trata de
una disposición que se funda en la sospecha sobre la propia idoneidad de las autoridades carcelarias, puesto que si ellas -que son
quienes deben responder por la seguridad de los presos y el cumplimiento de sus condenas- consideran que se reúnen las condiciones de
seguridad para conceder tales permisos ¿por qué desconfiar de su criterio?»
79
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-392 de 2000. M.P: Antonio Barrera Carbonell. Esta decisión es reiterada en sentencia
C-426 de 2008. M.P. Clara Inés Vargas Hernández. En tal sentencia, en salvamento de voto el magistrado Humberto Sierra Porto salva
el voto afirmando que en la sentencia C-392 de 2000 no hubo un pronunciamiento de fondo sobre el numeral 5 del artículo 147 de
la Ley 65 de 1993 y debió haberlo en esta oportunidad. En sentencia C-708 de 2002, M.P: Jaime Córdoba Triviño, la Corte también
decide estarse a lo resuelto en Sentencia C-392 de 2000.
80
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-592 de 1998. M.P. Fabio Morón Díaz.
58
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
para acceder al beneficio de salidas hasta por 15 días, quienes no hayan accedido a
la libertad condicional no pueden tener orden de captura vigente y haber cumplido al
menos 4/5 de su condena. De igual forma se demanda el artículo 147B por disponer
que quienes no hayan accedido a la libertad condicional, para acceder al beneficio
de salidas los fines de semana deben haber cumplido 4/5 de su condena y cumplir
los requisitos del artículo anterior. Sin embargo, la Corte Constitucional sostiene que
el análisis de la función de la pena no puede limitarse a la resocialización, sino que
es necesario tener en cuenta la pretensión de la disuasión general de la pena, que
hace relevante diferenciar las consecuencias para unas u otras conductas también en
el ámbito de la concesión de beneficios. Como consecuencia de lo anterior, la Corte
resuelve declarar exequibles las disposiciones acusadas81.
81
Ibíd.
82
En radicado 11001-03-24-000-2001-0029-01(6770) la Sección Primera Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de
Estado se pronuncia sobre la supuesta nulidad de esta norma y la circular número 0082 del 22 de mayo d 2000 alegada por la
Defensoría del Pueblo por no atender a la reserva legal y establecer requisitos adicionales a los legales, afirmando que ésta no hace
más que desarrollar lo establecido en el artículo 147 de la ley 65 de 1993 y reiterando su legalidad. Al respecto, véanse también
las sentencias expediente núm. 6688, Consejera ponente doctora Olga Inés Navarrete Barrero y Expediente núm. 6687, Consejero
ponente doctor Camilo Arciniegas Andrade del Consejo de Estado. No se comparte el criterio del Consejo de Estado, pues, entre
otros, estas normas imponen como requisitos para la concesión de beneficios administrativos el no ser objeto de investigación por parte
de organismos de inteligencia del Estado, y haber cumplido el 70% de la pena y haber realizado actividades de redención durante
todo el tiempo de la condena para condenas superiores a 10 años. Una primera objeción es que, de acuerdo con la realidad de los
establecimientos penitenciarios en Colombia los internos no tienen acceso inmediato a actividades de redención de pena, por lo que es
absurdo exigirles haberlas realizado durante todo el tiempo de ejecución de la condena. Además, desde esta perspectiva, el Consejo
de Estado no tiene un criterio claro de evaluación frente al tema de la reserva legal pues en algunos apartes considera ajustados a la
ley el decreto y la resolución por «desarrollarla en aspectos concretos» y, en otros, simplemente considera racional la medida, sin tener
en cuenta la competencia de la autoridad. De igual forma, el uso arbitrario y casi sin ningún control de las sanciones disciplinarias por
parte de las autoridades de los establecimientos da lugar a la exclusión de internos sin tener en cuenta su proceso de resocialización.
59
medida en que a través de sus Directores Regionales, Directores de Establecimientos
y Dependencias de cada uno de los Establecimientos se tramitan las solicitudes de
beneficios administrativos presentadas por los internos. Esta Directiva, a partir de lo
planteado por la Sentencia T-1093 de 200583, caracteriza los beneficios como
Desde esta perspectiva, los beneficios administrativos son entendidos por el INPEC no
como derechos sino como actos potestativos de la autoridad judicial; que hacen parte
integral y a la vez son consecuencia del tratamiento penitenciario, es decir, no se pueden
mirar aislados del proceso de resocialización; y que se constituyen en mecanismo de
incentivo y evaluación del progreso del condenado en su reintegración social, lo que
implica entonces que el sentido de los beneficios es el de incentivar a los internos a
mostrar un buen comportamiento y a participar de actividades de resocialización y
redención de pena para poder gozar de ellos.
La Directiva establece el término para tramitar las solicitudes relacionadas con beneficios
dentro de los quince días hábiles siguientes a la fecha de su recibo. Cuando no sea
83
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia T-1093 de 2005. M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
84
Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Directiva 0010 de 31 de agosto de 2012. P.3.
60
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
posible resolver en ese término, en todo caso se debe responder explicando al solicitante
los motivos de la demora y señalando la fecha en que se resolverá. De igual manera,
la Directiva presenta de forma organizada los pasos y distintos documentos que deben
compilar y solicitar a los internos y a otras autoridades, tanto del propio Establecimiento
como externas, para el trámite y la verificación del cumplimiento de los requisitos. Dentro
de estos requisitos, se señala un requisito subjetivo, consistente en la buena conducta
según concepto del CET85 para el cambio de fase, la exigencia de la acreditación
por parte de la autoridad judicial para tener en cuenta el tiempo redimido como pena
cumplida, el no tener sanciones disciplinarias internas y la verificación del lugar donde
el interno gozará del permiso por parte de la oficina de Trabajo Social86.
85
Directiva 0010 de 2012, p. 4.
86
Ibíd. p. 5, numeral 8.
87
Ibíd, p. 5.
88
Ibíd. p. 6, numeral 3.
89
La idea de haber superado la libertad preparatoria no es para nada clara ni en la jurisprudencia ni en la directiva del INPEC, más si
se tiene en cuenta que para acceder al beneficio de libertad preparatoria se exige haber cumplido 4/5 partes de la condena.
90
Ibíd. P. 7.
91
Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-371 de 2002. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
61
Por último, prescribe la directiva que el interno deberá presentarse periódicamente ante
el director del establecimiento de reclusión.
En el caso del permiso de hasta quince días y permisos los fines de semana se exigen
los mismos requisitos que los consagrados en la ley y el procedimiento y documentos
son casi iguales que en el caso de las 72 horas, adicionando para el segundo el
presupuesto de que se hubiera negado la libertad condicional, tal como lo prevé la Ley
65 de 1993.
Por último, la Directiva desarrolla algunos aspectos relativos al trabajo extramuros para
condenados o como gracia para sindicados. Se exigen los mismos requisitos de la
libertad preparatoria con la excepción del cumplimiento de la condena, que para el
caso del extramuros es de 1/3 para condenados, y no se exige una fracción para
sindicados, en cuyo caso la decisión la tomará el Juez de Conocimiento. Realmente no
es clara la distinción sustancial entre el trabajo extramuros y la libertad preparatoria,
con la excepción de que éste debe realizarse con el acompañamiento y cuidado del
cuerpo de Custodia y Vigilancia del respectivo establecimiento. De igual manera, el
trabajo comunitario es una posibilidad en la que pueden realizarse actividades «de
mantenimiento, aseo, obras públicas, ornato o reforestación en el perímetro urbano o
rural de la ciudad o del municipio sede del Establecimiento de Reclusión»92. El trabajo
comunitario implica un convenio interadministrativo con el Alcalde del Municipio y para
su realización debe disponerse personal de la guardia o de la Policía Nacional en el
cuidado y custodia de los internos.
92
Ibid. p. 9.
62
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Capítulo 4.
Diagnóstico sobre el estado de cosas del tratamiento penitenciario
en Colombia
Una vez visto lo anterior, a continuación resulta esencial entrar a presentar, como se
mencionó desde el inicio algunas conclusiones sobre el tratamiento penitenciario en
Colombia, a partir de la aproximación al diagnóstico realizado en el marco del proyecto
durante el 2013. Para esto, a continuación se desarrolla, en primer lugar, una breve
caracterización socio-demográfica de la población privada de la libertad, e institucional
en relación con la satisfacción y garantía de derechos a esta población. En segundo
lugar, se hará una presentación general de aspectos positivos y algunos hallazgos sobre
el tratamiento penitenciario en Colombia entendido desde una perspectiva integral. A
continuación, en cada uno de los ejes de trabajo se presentarán la caracterización de
la resocialización, el enfoque diferencial y los beneficios administrativos en el marco de
este diagnóstico.
Desde esta perspectiva debe iniciarse este panorama señalando que la población privada
de la libertad en los últimos 24 años se ha incrementado en 376%93 mientras que la
93
Fuente: INPEC (2014-a). Series históricas de población de internos, 1991-2014. Disponible en:
http://www.inpec.gov.co/portal/page/portal/Inpec/Institucion/Estad%EDsticas/Estadisticas/Estad%EDsticas
63
población nacional sólo ha aumentado en un 136%94. De esta manera, para enero de 1991
la población privada de la libertad ascendía a 32.026 personas, y para este mismo año la
población nacional se calculaba en 34.830.570 habitantes, lo cual daba como tasa de
encarcelamiento de 92 personas por cada 100.000 habitantes.
Gráfico
Gráfico No.No.2: 2:Variación
variacióndedelala población
población privada
privadadedelalalibertad (1991
libertad - 2014)
(1991 - 2014)
120.000
120.000
100.000
100.000
80.000
80.000
60.000
60.000
40.000
40.000
20.000
20.000
1991 1993
1991 1995 1997
1993 1995 1997 1999 2001 2003
1999 2001 2003 2005
2005 2007 2009 2011
2007 2009 2013
2011 2013
Fuente: elaboración propia con datos del INPEC (2014 -a)
Fuente: elaboración propia con datos del INPEC (2014 - a)
94
Fuente: Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Dirección de Censos y Demografía, grupo de proyecciones, 2014.
95
En esta cifra no se reporta la población privada de la libertad con prisión domiciliaria, vigilancia electrónica, recluida en cárceles
municipales, departamentales o distritales, ni en establecimientos de la fuerza pública. En promedio, esta población suma más de 40.000
personas privadas de la libertad adicionales a la cifra destacada anteriormente. Fuente: INPEC (2014-a).
64
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
8.977
9.045
8.352 8.579 8.243
9.000
7.637
6.945
7.000 5.870
5.000
3.000
2014
2011 2012 2013
Enero Junio
Fuente: elaboración propia a partir de información suministrada por INPEC Sisipec 30 de septiembre de 2014
96
La población de hombres a enero de 1991 ascendía a 30393 personas y se incrementó a enero de 2014 a 111646, mientras que
la de mujeres sumaba 1633 y en enero de 2014 se registraban 8977 mujeres privadas de la libertad.
97
Una caracterización sobre las mujeres privadas de la libertad puede encontrarse en Briceño-Donn (2006). A pesar de que muchos
de los datos resultan altamente desactualizados para aproximarse a las circunstancias especiales que se presentan con respecto a la
privación de la libertad de mujeres, si se establece un punto de partida con recomendaciones específicas orientadas al tratamiento.
65
Gráfico No. 4: relación entre incremento de la población privada de la libertad y la tasa de
encarcelamiento (1991 - 2014)
120.000 250
100.000
200
80.000
150
60.000
100
40.000
20.000 50
2004
2000
2002
2003
2005
2006
2008
2009
2007
2001
1992
1993
1995
1996
1998
1999
1997
1994
2010
2014
2012
1991
2013
2011
66
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Gráfico No. 5: variación entre la población privada de la libertad y reformas penales (1998 - 2014)
57,8%
Decreto 100 de Política de Ley 906 de 2004 Ley 1142 de 2007 Ley 1453 de 2011
1980 Código Penal Seguridad sistema Penal Oral “Convicencia y Estatuto de Seguridad
y Decreto 2700 de Democrática Acusatorio Seguridad Ciudadana.
1991 Código de Ciudadana” 50,4%
Procedimiento Penal 53,2%
38,1%
36,8%
35,6%
34,1% 34,1%
34,1%
29,0% 32,8%
27,8%
21,0% 24,2%
60.021
15,8% 15,9%
120.032
100.451
113.884
117.231
84.444
44.398
45.064
49.302
52.936
68.020
66.829
63.603
75.950
62.277
69.970
51.518
14,5%
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 jun - 14
Año
Población Hacinamiento
Fuente: INPEC 2014 - b:12
67
Por otra parte, se puede evidenciar que a pesar de que la capacidad penitenciaria se
ha incrementado en un 79%, en los últimos doce años, con la política de ampliación de
cupos desarrollada a través de los CONPES enunciados con anterioridad, el crecimiento
de la población ha sido de un 144%. En la tabla que se presenta a continuación se
muestra cómo la variación en la capacidad penitenciaria ha tenido efectos en la tasa de
hacinamiento importantes, pero con una estabilidad restringida por la misma dinámica
de crecimiento de la población penitenciaria con una velocidad mayor de la que ha
podido tener la generación de cupos.
Sin embargo, como se puede ver reflejado en el siguiente gráfico, las variaciones en
la tasa de hacinamiento se ven impactadas con el aumento de cupos penitenciarios,
pero su comportamiento presenta cierta independencia:
98
Todos los datos anuales son tomados según el reporte de enero.
99
Tasa de encarcelamiento por 100.000 habitantes.
68
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
70.000 60%
50%
60.000
40%
50.000
30%
40.000 20%
30.000 10%
20.000 0%
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Capacidad Hacinamiento
100
De modalidades delictivas. Como se puede evidenciar la cifra es mayor a la de la totalidad de personas privadas de la libertad. Esto se da
por cuanto cada persona puede estar vinculada a más de una modalidad delictiva.
69
Con el panorama que se presenta en la Tabla 2 y el Gráfico 6, se ve evidenciado que casi
el 70% de las conductas punibles por las cuales se encuentra las personas privadas de la
libertad en Colombia está asociado únicamente a 5 delitos (homicidio; hurto; fabricación,
tráfico y porte de armas de fuego o municiones; tráfico, fabricación o porte de estupefacientes;
y concierto para delinquir). En este sentido debe resaltarse que en la práctica, si bien
pueden concurrir en el Sistema Penal una pluralidad de conductas, el Sistema Penitenciario y
Carcelario gestiona y atiende la detención preventiva y la ejecución de la sanción penal de
manera prioritaria unos casos concretos de conflictos sociales, concentradas en unas pocas
conductas delictivas. Si bien este panorama debe ser estudiado con mayor profundidad,
esta caracterización de la población privada de la libertad debe dar luces y orientar el
tratamiento penitenciario.
16,76%
31,01%
16,60%
7,28%
14,60%
13,75%
Homicidio Tráfico, Fabricación y porte de estupefacientes
Hurto Concierto para delinquir
Fabricación, tráfico y porte de Otros delitos
armas de fuego o municiones
Fuente: elaboración propia con datos del INPEC (2014 - c)
Por otra parte, es importante resaltar que si bien existe una coincidencia en las modalidades
delictiva principales entre hombres y mujeres, pues las cinco conductas principales
están asociadas con los mismos delitos, pero superan el 70% de la estadística general,
y la mitad de este porcentaje representa delitos de tráfico, fabricación o porte de
70
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
estupefacientes (es decir, una tercera parte de las mujeres que se encuentran privadas de
la libertad, lo están en razón de este delito). Adicionalmente, las tendencias porcentuales
presentadas en el gráfico anterior, varían relativamente, tal como se presenta en la Tabla
3 a continuación:
Sitación Jurídica
Modalidad Delictiva Total Porcentaje
Sindicadas Condenadas
Tráfico, fabricación o porte de estupefacientes 1.224 2.750 3.974 35.43%
Hurto 443 927 1.370 12.22%
Concierto para delinquir 584 465 1.049 9.35%
Homicidio 327 720 1.047 9,34%
Fabricación, tráfico o porte de armas de fuego o municiones 261 409 670 5.97%
Extorsión 150 167 317 2,83%
Secuestro extorsivo 74 195 269 2,40%
Rebelión 96 144 240 2,14%
Otros delitos 950 1.329 2.279 20,59%
Total 4.190 7.106 11.215 100,0%101
Fuente: elaboración propia con datos del INPEC (2014 - c)
Tabla No. 4: población privada de la libertad diferenciada por rango etareo y sexo
18 a 29 años 30 a 54 años 55 a 64 años 55 a 64 años
Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer
45.845 3.055 56.873 4.681 4.487 381 1.640 75
42,12% 37,29% 52,25% 57,14% 4,12% 4,65% 1,05% 0,92%
Fuente: elaboración propia con datos del INPEC (2014 - c)
101
Véase cita anterior.
71
A pesar de que la cifra de privación de la libertad de las mujeres es significativamente inferior, es
importante destacar que en lo que respecta al rango etario existe alguna correspondencia de los
porcentajes entre hombres y mujeres por edades. No obstante, hay que destacar que existe una
tendencia más marcada de mujeres entre los 30 y los 54 años, que en el caso de los hombres,
así como resulta inferior en la franja de los 18 a los 29 años y de las personas mayores de 64.
Por su parte, debe destacarse que de la población total penitenciaria, 881 personas han sido
reconocidas como pertenecientes a grupos indígenas102 y 3.816 a comunidades de afro-
colombianos. Sin embargo, el INPEC no reporta cifras específicas de otro tipo de comunidades
étnicas. Adicionalmente, debe destacarse que existen subregistros de la población étnica en
los establecimientos penitenciarios, por lo que no se podría establecer un porcentaje real de los
miembros de las comunidades étnicas privados de la libertad.
Con respecto a la situación jurídica, una de las discusiones principales que se han dado con
relación a la privación de la libertad se orienta hacia el carácter excepcional de la detención
preventiva. De las 117.037 personas privadas de la libertad, 75.612 están condenadas y
41.425 están bajo medida de detención preventiva. Esto quiere decir que tan solo el 64,6% de
la población de adultos privados de la libertad en establecimientos del INPEC están en fase de
ejecución de la pena, ya sea que ésta esté en firme o no. Asimismo, respecto del 35,4% restante
que se encuentra en virtud de la medida de aseguramiento, el 15% (más de 6000 personas)
llevan más de 2 años esperando que se determine su responsabilidad penal en el marco del
proceso.
0
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
Sindicados Condenados
Fuente: elaboración propia con datos del INPEC (2014 - c)
102
Hay que destacar que esta cifra reportada en septiembre del presente año, coincide con la presentada en la formulación de este
proyecto.
72
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Por otra parte, se registra según el INPEC una cifra de reincidencia de 17.740 personas,
16.403 hombres y 1.337 mujeres.
Tabla No. 5: participación según regionales del INPEC en actividades de trabajo, estudio y enseñanza
73
De esta manera, debe partirse la discusión señalando que un primer factor que incide
negativamente en el desarrollo de la política es la subsistencia del estado de cosas de
inconstitucionalidad, que fue enunciada en la ya citada T-153 de 1998 y reiterada por
una pluralidad de fallos constitucionales, diagnósticos e informes que apuntan a evidenciar
la ausencia de garantía de derechos básicos, que no están suspendidos o restringidos en
virtud de la ejecución de la sanción penal. Desde una perspectiva de derechos, la dignidad
humana, y por tanto su vulneración, representa una de las restricciones más significativas a la
posibilidad de adelantar cualquier proceso de restablecimiento de derechos e intervención
penitenciaria que permita apoyar al sujeto en su preparación para una vida en libertad,
respetuosa de la legalidad y que permita la construcción del tejido social.
Las mínimas condiciones vitales de subsistencia exigidas para llevar una vida digna durante
la privación están gravemente limitadas por las condiciones de habitabilidad y satisfacción
de derechos: hacinamiento, salubridad, dificultades para el acceso a una atención
médica, servicios penitenciarios colapsados e impersonales, inconvenientes con el acceso
a una alimentación saludable, ausencia de servicios públicos esenciales. Frente a esto, el
hacinamiento ha sido la problemática que se ha tomado como prioritaria para analizar
y enfrentar la crítica situación del Sistema Penitenciario y Carcelario, en cuanto éste se
entiende que incide en la satisfacción de los demás derechos que deben garantizarse
durante la privación de la libertad, puesto que no existen los cupos suficientes para la
atención de la población penitenciaria, y el espacio tiene que comenzar a priorizar la
habitación, sobre las demás funciones que deben cumplirse en el establecimiento.
74
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Sin embargo, por su parte la Comisión Asesora para la Política Criminal, en su diagnóstico
sobre la crisis permanente del Sistema Penitenciario y Carcelario, plantea que la crisis no
se restringe al hacinamiento, sino que también se ve afectado tanto por la ausencia de
satisfacción de derechos, así como por la ejecución y los recursos con los que cuentan las
autoridades penitenciarias para el cumplimiento de sus funciones:
104
En este sentido se concibió el convenio entre la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia y la Unidad de Servicios
Penitenciarios, para la generación de nueve nuevos establecimientos o pabellones en establecimientos ya existentes que alivien la grave
situación de hacinamiento con aproximadamente 6.300 cupos, pero que tenga como eje la rehabilitación del condenado.
75
labores, y fundamentalmente en lo que respecta al tratamiento penitenciario, que atiendan
los asuntos ocupacionales, transversales, de atención integral y jurídica de la población
penitenciaria y carcelaria, que sea suficiente y esté especializado en las labores que debe
cumplir.
Por último, se debe señalar que si bien el tratamiento penitenciario se entiende enmarcado
en el sistema progresivo, las iniciativas orientadas a la participación de la familia en el
tratamiento penitenciario no es representativa, por lo que si bien existen aspectos jurídicos
que favorecen las distintas medidas adoptadas en el marco del sistema progresivo, la
concepción de este tratamiento no involucra otro tipo de sujetos que favorezcan una
adecuada reinserción del condenado. Lo mismo se puede decir de la comunidad, debate
que deberá profundizarse en el siguiente punto de resocialización. Sin embargo, como
conclusión general debe señalarse que cualquier medida que se proponga en este punto
debe ser respetuoso del derecho a la libertad que tienen los ciudadanos, y que no puede
verse afectado por las sanciones penales de sus familiares o miembros de su comunidad.
3. Resocialización
A partir del marco conceptual del tratamiento penitenciario y del diagnóstico general
presentado anteriormente, debe señalarse que la resocialización, como propósito principal
del tratamiento penitenciario, presenta en las prácticas penitenciarias dificultades importantes.
105
Según la presentación realizada por el INPEC ante el Consejo Superior de Política Criminal y Penitenciaria, la institución cuenta
con una planta administrativa de 2.947 personas y una planta del cuerpo de custodia y vigilancia de 12.848 personas, para un total
de 15.795 funcionarios. Sin embargo, señalaba que ésta debía ser de más del doble (31.384 personas), con 8.680 funcionarios
administrativos y 22.704 de custodia y vigilancia (INPEC, 2014-b: 24).
76
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Esto parte del sentido que le atribuyen tanto los internos, como población objeto de las
mismas, y los funcionarios del personal administrativo, como operadores. Si bien existe
coincidencia sobre a qué se hace referencia cuando se habla de resocialización (actividades
de estudio trabajo y enseñanza, y en algunos casos también de contenido terapéutico), no
es claro que exista una fundamentación sólida sobre la finalidad o los propósitos de la
misma. En este sentido, los funcionarios que intervienen en el tratamiento penitenciario,
y que no tienen la formación especializada que se requiere en los distintos componentes
que deben desarrollarse en este marco, carece de dicha fundamentación. Por otra parte,
debe destacarse que en muchas ocasiones las labores propias de las áreas de atención y
tratamiento, por falta de personal, están a cargo de funcionarios de custodia y vigilancia.
Adicionalmente, las condiciones penitenciarias hacen que dentro de las dinámicas internas,
la finalidad de la ejecución de la sanción, es decir la resocialización, pase a ocupar un
lugar secundario en las labores cotidianas, prevaleciendo sobre ésta la seguridad.
Por otra parte, se evidenciaron en las visitas a los establecimientos penitenciarios altos niveles
de desocupación de los internos. Muchos de estos permanecen en los patios encerrados,
sin desarrollar actividades recreativas o más directamente articuladas con el proceso de
tratamiento penitenciario. Sin embargo, hay que destacar, cómo se desarrolló anteriormente
en la caracterización, que, según la información suministrada por el INPEC, la ocupación
supera el número de personas condenadas en los distintos establecimientos.
77
las áreas psicosocial, tanto por recursos como por la concepción misma del tratamiento
penitenciario, no asumen un papel central y prioritario en el proceso de resocialización, ni
en la gestión administrativa de la prisión, puesto que la mayoría de recursos son invertidos
en la construcción de cupos o en el aumento del pie de fuerza.
Por si parte, la atención médica se entiende en estricto sentido como una prestación
orientada a la satisfacción de un derecho fundamental, en los términos dispuestos por el
Sistema General de Salud y Seguridad Social. Han sido reiteradas las denuncias sobre la
deficiencia de CAPRECOM en la garantía del derecho a la salud de la población privada
de la libertad106, lo cual plantea una restricción a contar con unas mínimas condiciones de
posibilidad para el tratamiento penitenciario. Adicionalmente, la salud es abordada desde
una perspectiva estrictamente física, dejándose de lado las distintas circunstancias que deben
ser abordadas para poder construir un proyecto de vida en libertad y el restablecimiento de
los derechos. Si bien no debe apostarse por la medicalización del tratamiento penitenciario,
la garantía del derecho a la salud debe ir de la mano con una atención psicológica y
articulada con el proceso de tratamiento penitenciario.
Sin embargo la realidad es otra, por falta de personal especializado o idóneo, muchos de
estas juntas no se pueden conformar para así desarrollar la progresividad del interno, en
algunos casos, el condenado llega a finalizar su pena sin haber superado la fase de alta
seguridad. De igual manera, cuando algunas juntas se conformar, en la mayoría de los
casos el personal no es el idóneo (por ejemplo, funcionarios de custodia y vigilancia, sin las
106
En el informe presentado por el INPEC (2014), se señaló que 21 establecimientos presentan una insuficiencia de red, 37
establecimientos sin suministro de medicamentos, 61 establecimientos sin suministro de insumos. Entre otros aspectos, los problemas
principales se encuentran en la ausencia de contratos laborales a los profesionales y a las IPS, la necesidad de mantenimiento de
equipos, la ausencia de servicio en las áreas de sanidad o ausencia de red de prestación para atender urgencias, y mayores niveles de
complejidad del primer nivel.
78
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Por su parte, se reconoce que existen directivas para un acompañamiento a los post penados.
Sin embargo, éste no puede ser llevado a cabo por carencia de recursos, en consonancia
con lo dispuesto en general para todo el tratamiento penitenciario. El acompañamiento en la
fase de post pena debe procurar que el condenado en libertad, o quien haya purgado toda
su condena, pueda reintegrarse a la comunidad, reconstruir los lazos sociales y disminuir
todas las posibilidades de reincidencia.
Estos procesos carecen de solidaridad por parte de la sociedad y el sector privado que
apoye la inclusión de los post penados. En este sentido, se produjeron los beneficios
tributarios introducidos por la Ley 1709 de 2014 para que el sector privado se involucre
en los procesos de resocialización, así como en la post pena. Sin embargo, estas mismas
circunstancias no son predicables de la sociedad civil. Así las cosas, la prisión continúa
creando un distanciamiento entre la sociedad y el penado, sin involucrarla en la generación
de condiciones positivas para que los internos y los post penados puedan reintegrarse con
mayor facilidad en la vida en sociedad, que permitan evitar la exclusión social que genera
el haber sido etiquetado por el Sistema Penal. En este sentido, no existe, a excepción de
algunas iniciativas aisladas de los entes territoriales, ONGs, y en menor medida empresas
privadas, una política de restablecimiento de derechos que continúe una vez las personas
recuperan su libertad. De esta manera, se evidencia una carencia sustancial de políticas
públicas de inclusión social y tolerancia hacia la población penada.
Tal como se especificó en el apartado anterior, es claro que las áreas con las que cuentan
los establecimientos para llevar a cabo las actividades ocupacionales y los programas
terapéuticos son precarias e insuficientes. Estas condiciones se ven directamente afectadas
por la infraestructura de los establecimientos: mientras que los establecimientos de primera
generación, no existen estos espacios y en muchas ocasiones tienen que desarrollarse en
los patios, los establecimientos de segunda y tercera generación cuentan con áreas para
las actividades, pero a veces no están terminados, carecen de la adecuación en servicios
públicos o implementos necesarios para las mismas.
79
importantes dificultades para la participación en actividades de algunos internos, porque
dado el régimen interno, la disposición de los espacios del establecimiento condiciona la
participación en los distintos programas, dado que muchos de estos no se encuentran en el
área interna.
Los implementos y materiales para las actividades productivas no suelen ser proveídos por
los establecimientos, sino que los internos deben ingresarlos a través de sus familias o
comprándolos en el expendio, por lo que su participación queda condicionada a contar
con recursos para financiar el proceso productivo. Adicionalmente, para aquellos elementos
que ingresan, los establecimientos cobran una especie de «tributo», que habitualmente está
en el 10% del valor de lo ingresado, lo cual también limita los recursos para el desarrollo
de las actividades. En relación con los programas transversales, en muchas ocasiones no se
cuentan con los materiales mínimos o herramientas para su desarrollo.
80
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Esta situación tiende a hacerse más compleja si se tienen en cuenta otros hallazgos producto
de las visitas a algunas comunidades étnicas y a la información obtenida durante la
investigación que se realizó de las diferentes etnias que habitan el país, en especial, los
censos de 1993 y 2005 elaborados por el DANE. Por ejemplo, una misma etnia habita
en distintos lugares del territorio nacional, tal es el caso de la etnia Senú, que habita en
Córdoba, Sucre, Antioquia y Choco; de la etnia Nasa (Paéz) que habita en Cauca, Huila,
Tolima, Putumayo y Caquetá; de la etnia Inga que habita en Putumayo, Nariño, Cauca
y Bogotá; de la etnia Guambiana que habita en Cauca y Huila; y de la etnia Embera
que habita en Antioquia, Bolívar, Caldas, Caquetá, Cauca, Choco, Córdoba, Nariño,
Putumayo, Risaralda y Valle del Cauca, entre otros ejemplos.
Esta circunstancia plantea, entre otros aspectos, que algunas etnias presentarán características
y tradiciones diferentes dependiendo de su ubicación geográfica en el territorio nacional,
producto del paso del tiempo, bien porque colectivamente han decidido hacer esos cambios
o bien porque se han visto permeadas por particularidades propias de las regiones donde
habitan o porque sus estrategias para el mantenimiento, fortalecimiento y consolidación de
sus identidades, de sus usos y costumbres fueron diferentes dentro de cada etnia en cada
momento histórico. De manera, mientras unas etnias acudieron a la práctica y fortalecimiento
de su idioma o dialecto como forma de hacer perdurar su identidad, otras se aferraron a
la lucha por el territorio donde se encontraban sus referentes culturales y su historia, sus
lugares de culto, espirituales y sagrados. Por otra parte, a partir de una aproximación a
los procesos de interrelación entre etnias y comunidades, se puede concluir que éstas se
organizan atendiendo más un criterio de proximidad territorial que de pertenencia a una
misma etnia, circunstancia que como ya fue planteada, dificulta la construcción conjunta y
acordada de usos, costumbres, tradiciones, cosmovisiones para todos los comuneros que
pertenecen a una misma etnia pero que se encuentran ubicados en diferentes lugares de la
geografía nacional.
Por otra parte, debe señalarse que la población indígena recluida presenta bajos niveles de
escolaridad. Se encuentran muchos miembros de las comunidades privados de la libertad,
81
sin terminar la primaria, otros tantos analfabetas y algunos otros no saben leer, otros no
saben escribir y otros no logran darse a entender fluidamente en el idioma español. En
el plano ocupacional o productivo, en términos generales esta población se dedicaba en
sus comunidades a la agricultura, trabajos manuales y artesanales, y a participar en las
actividades comunitarias.
Una parte significativa de estos indígenas privados de la libertad provienen de zonas rurales,
y vivieron la mayor parte de su vida en el resguardo. Este primer grupo de comuneros se
caracterizó por mantener un fuerte vínculo con sus usos, tradiciones y practicas ancestrales,
por reconocer la autoridad del cabildo gobernador y porque todavía conservaban algo de
su dialecto o incluso de su vestuario. Por el contrario, algunos otros indígenas privados de
la libertad en distintos centros penitenciarios visitados ya no viven con su comunidad desde
hace mucho tiempo y se han trasladado con sus familias a centros urbanos para trabajar,
estudiar o por fenómenos de la violencia como el desplazamiento forzado. Este grupo
de indígenas se caracteriza por un fuerte proceso de desarraigo y aculturación, que se
constata por su manera de comportarse, por el poco conocimiento que tiene de los procesos
comunitarios de su etnia, por desconocer la autoridad indígena, por su nula participación
en las actividades de la comunidad, y haber olvidado los dialectos, usos, costumbres y
prácticas tradicionales de su comunidad. Habitualmente este último grupo de comuneros ha
sido juzgado y condenado por la justicia ordinaria, mientras que los primeros son juzgados
y condenados por la justicia especial indígena.
107
Por ejemplo, algunos establecimientos penitenciarios manifiestan no tener ningún interno identificado como indígena o que
82
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
En lo que respecta a las condiciones de reclusión, debe destacarse que los únicos
establecimientos que cuentan con un lugar especial de reclusión para los indígenas privados
de la libertad son el EPMSC–ERE de Cali y el EPAMSCAS–ERE de Popayán. Respecto de
este último se debe advertir que el establecimiento de reclusión especial no es exclusivo para
indígenas sino que en él también están recluidos otros internos de condiciones especiales
como población LGTBI, ex miembros del ejército nacional, discapacitados, ex funcionarios
públicos, personas de la tercera edad y extranjeros.
Así mismo, se pudo constatar que aunque los establecimientos penitenciarios citados cuentan
identificándose como tal no cuenta con el certificado del resguardo al que pertenecen, por lo que dicha información no es registrada en
el SISIPEC. Sin embargo, al aproximarse a los patios se encuentran comuneros que se identifican como indígenas pertenecientes a una
comunidad étnica.
108
En varios establecimientos penitenciarios manifestaron que el certificado expedido por el gobernador del cabildo era la única prueba
válida de la vinculación del comunero privado de la libertad con su comunidad y ante la ausencia del mismo, no era procedente su
inclusión en SISIPEC como población excepcional. Cabría preguntarse si esa certificación constituye la única prueba válida que demuestre
la condición de indígena de una persona y de su pertenencia a la respectiva comunidad.
109
Se pueden encontrar casos de internos cuyo desplazamiento a la comunidad se puede hacer únicamente por avión, como ocurre para
ciertos lugares, por ejemplo, del Amazonas; o algunos otros en los que se requiere desplazarse durante hasta 17 días por lancha, hasta
varias horas o casi días en bus.
83
con lugares especiales de reclusión para indígenas privados de la libertad, los mismos no
fueron diseñados con un enfoque diferencial étnico. Igualmente se pudo verificar que los
indígenas privados de la libertad tanto condenados como sindicados permanecen en un
mismo patio, con los demás internos, sin respetarse aunque sea el principio de separación
entre sindicados y condenados. En el caso de las mujeres indígenas privadas de la libertad
se pudo constatar que no cuentan con lugares especiales de reclusión dada su condición
de minoría étnica e incluso en algunos establecimientos destinados para hombres están
destinados algunos patios o espacios para albergar a las mujeres infractoras, entre estas
mujeres indígenas privadas de la libertad.
Por su parte, estos establecimientos padecen de las mismas dificultades enunciadas como
generales para el acceso a servicios básicos, principalmente la ausencia de agua potable
durante todo el día sino solamente restringida por unas horas, y totalmente limitada en las
noches, lo cual tiene una importante inciden. Lo mismo puede señalarse de las condiciones
de hacinamiento que afectan las condiciones de habitabilidad, y el desarrollo de las
actividades ocupacionales, programas transversales, actividades artísticas, deportivas o
culturales, que resultan ser un privilegio para algunos pocos, y que resultan un reflejo del
diagnóstico de resocialización enunciado anteriormente, con el agravante de que éste no
tiene en cuenta la diversidad cultural y la articulación con el enfoque diferencial que debe
ser comprensivo del marco tradicional de la persona privada de la libertad perteneciente a
dichos grupos.
110
Una de las quejas reiteradas que se encuentran en los internos están orientados a los escasos espacios y tiempos destinados a la
realización de las actividades deportivas. Muchos improvisan elementos de gimnasia en los patios y acondicionan espacio para el
desarrollo de actividad física.
84
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Por otra parte, los indígenas que se encuentran privados de la libertad en establecimientos
del INPEC, algunos fueron condenados por la Justicia Ordinaria por la comisión de delitos,
mientras otros lo fueron por la Justicia Especial Indígena, por las distintas infracciones
contempladas por ésta. En algunas ocasiones, los comportamientos contemplados como
delitos no son tales en el marco del derecho propio, así como distintas infracciones en éste
no son tenidos como conductas punibles en el derecho penal colombiano. Sin embargo,
la mayoría de la población indígena privada de la libertad se encuentra por los siguientes
delitos:
1. Delitos contra la vida y la integridad personal, integrados por los tipos penales de
homicidio, tentativa de homicidio, por modalidades de participación de homicidio y
lesiones personales que representa el conjunto de delitos cometidos con mayor frecuencia
por los indígenas privados de la libertad.
2. Delitos contra la salud pública, en este caso integrado por el tipo penal de tráfico de
estupefacientes que se constituye en la segunda causa por la que se encuentran privados
de la libertad una parte considerable de los indígenas recluidos en los establecimientos
penitenciarios, presentándose en algunos casos variaciones considerables según los
establecimientos111.
3. Los delitos contra la libertad, integridad y formación sexual, integrados por los tipos
penales de acceso carnal violento, acto sexual abusivo, acoso sexual, tentativas de estos
delitos y abuso sexual, constituye el grupo de delitos que en tercer lugar son cometidos
con mayor frecuencia por los indígenas privados de la libertad112.
4. Finalmente, los delitos contra el patrimonio económico integrados por los tipos penales
de hurto, hurto calificado y agravado, y extorsión, constituyen el grupo de delitos que en
cuarto lugar son cometidos con mayor frecuencia por los indígenas privados de la libertad.
111
No hay que perder de vista la problemática que padecen distintas comunidades indígenas en relación a la presencia de cultivos
ilícitos y el desarrollo de conflictos y alteraciones del orden público en su territorio. Adicionalmente, debe tenerse en cuenta la distinta
significación que cuentan ciertos cultivos, como por ejemplo el de la mata de coca, que se establece como un elemento constitutivo de su
identidad y su cosmovisión, además de que suele ser utilizada tanto para rituales, sanaciones y actividades de rearmonización espiritual
y corporal como para atender determinados quebrantos de salud de los comuneros.
112
Por ejemplo, con respecto de algunos delitos mencionados acá, al igual que en los anteriores, es importante resaltar los choques
culturales que pueden presentarse. En algunas comunidades indígenas las mujeres pueden casarse a partir de los 12 años, mientras que
para la justicia ordinaria es un delito tener relaciones sexuales con una menor de edad. No obstante, muchas prácticas, usos y tradiciones
de las comunidades indígenas han sufrido modificaciones necesarias para su debida armonización con la Constitución Política y la Ley
Colombiana, y con los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por Colombia.
85
Por su parte, existen personas privadas de la libertad condenadas por la Justicia Especial
Indígena, en virtud de sus faltas cometidas contra el derecho propio, que no son consideradas
delitos en la legislación ordinaria. Los ejemplos prevalentes de tal situación se encuentran en
conductas tales como el hecho de denunciar ante la justicia ordinaria a la máxima autoridad
del cabildo por el manejo irregular de unos recursos; el incumplimiento en un pago; y la
sospecha de homicidio.
Sobre este último punto, hay que destacar que en una aproximación hacia los fundamentos
del enfoque diferencial en el tratamiento penitenciario de las autoridades penitenciarias,
debe señalarse que se evidencia una carencia de competencias y conocimientos que
permitan garantizar esa diferencia, por cuanto en la mayoría de los establecimientos no existe
personal con formación técnica o especializada en materia de comunidades indígenas u
otras minorías. Adicionalmente, la gran mayoría de los funcionarios de los establecimientos
no conocían las pautas o procedimientos para llevar a cabo en sus labores dicho enfoque
diferencial, así como el marco legal y jurisprudencial para el tratamiento de la población
indígena.
86
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Otro aspecto que debe destacarse es los escasos contactos existentes entre los establecimientos
penitenciarios y las organizaciones indígenas o autoridades de las comunidades a las que
pertenecen los indígenas privados de la libertad. Una aproximación más profunda entre las
autoridades nacionales y las autoridades propias permitiría dotar de mayores herramientas
a los establecimientos penitenciarios para adoptar criterios que orienten hacia los usos y
costumbres de los comuneros, en el marco del enfoque diferencial, los planes ocupacionales
adecuados a la cosmovisión indígena, así como los programas transversales. Asimismo,
esto resulta sustancial frente a la atención médica, la alimentación, el estudio, los proyectos
productivos y la atención psicosocial, que permita a esta población el mantenimiento y la
conservación de sus identidades y en la protección de la diversidad étnica y cultural.
87
5. Beneficios administrativos
La concesión de los beneficios administrativos resulta un tema complejo en la medida en
que en ella inciden de manera directa e indirecta distintas autoridades estatales, desde
el poder legislativo, hasta el judicial y administrativo, encargados de tramitar y evaluar
las posibilidades. La política pública penitenciaria está compuesta de una diversidad y
multiplicidad de actores estatales y no estatales; sin concentrarse la responsabilidad
exclusivamente en cabeza del INPEC, del Ministerio de Justicia o del poder legislativo.
En primer lugar, el órgano legislativo del Estado cuenta con un papel protagónico en la
medida en que es él quien define los requisitos para acceder o no acceder a los beneficios
y lo que implica cada uno de ellos. Entre otras, leyes como la 1098 de 2006 excluyen
de tajo la concesión de beneficios a los autores de ciertas conductas sobre ciertos sujetos
pasivos. Posterior a ello, se exige haber cumplido cierta porción de la pena y haber
participado en actividades de redención de estudio o trabajo, por lo que entran a jugar las
Áreas de Atención y Tratamiento y las Áreas Jurídicas de los establecimientos, encargadas
de brindar estas oportunidades y tramitar los cómputos, así como los Jueces de Ejecución
de Penas que validan los cómputos de la pena y las redenciones. Además de eso, se
exige tener buena conducta, por lo que influyen la guardia de los establecimientos (quienes
están en contacto directo con los internos y pueden dar reportes positivos o negativos de su
comportamiento) y los Consejos de Evaluación y Tratamiento –CET- de los Establecimientos
que determinan los reportes de comportamiento. Así mismo, para algunos beneficios se
exige encontrarse en fase de mediana y para otros en fase de mínima seguridad, por lo que
de nuevo hay que tener en cuenta a los CET y los jueces, quienes se encargan de ubicar a
los internos en fases y validar los cómputos de pena. Además de eso, se exige a los internos
contar con arraigo familiar y contrato de trabajo en el caso de los beneficios de libertad y
franquicia preparatorias, por lo que las familias de los internos y la empresa privada toman
un papel relevante en el proceso, así como lo tienen las oficinas de Trabajo Social de los
establecimientos que realizan las visitas y otras que se relacionen.
Por último, se exige no tener requerimientos de otras autoridades, por lo que autoridades
como la Policía Nacional y la Fiscalía entran a participar como fuentes de información. Toda
esta documentación y trámites deben realizarse antes de que el expediente sea enviado al
juzgado, y la mayoría de internos deben realizarla sin el acompañamiento y asesoría de
algún abogado o defensor.
Visto lo anterior, en este aparte se han organizado los hallazgos relativos a la concesión
88
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
de los beneficios administrativos en dos grandes grupos: a) los relacionados con lo que
ocurre dentro de los establecimientos teniendo en cuenta a las oficinas jurídicas de los
establecimientos y a los internos como principales actores y b) los relacionados con lo que
ocurre fuera de los establecimientos, involucrando en un grupo a otras autoridades del
INPEC, del Estado y de la sociedad civil y en otro grupo por su relevancia a los Juzgados
de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad.
Este cambio de fase depende del Consejo de Evaluación y Tratamiento de los establecimientos.
A pesar de que éste debería darse por regla general una vez los internos tienen cumplida
cierta porción de su pena (1/3 para mediana seguridad, por ejemplo), muchas veces se
presentan demoras en este trámite por parte del personal del establecimiento, que traen
como consecuencia la imposibilidad de los internos de gozar de los beneficios a pesar de
que materialmente cumplan con los requisitos. Sin embargo, en muchas ocasiones es tal la
demora en el cambio y ubicación de fase a los internos que pueden demorarse hasta un año
y tener que interponer acciones de tutela para que se realizara su cambio de fase.
89
Adicionalmente, se ha estimado según las conversaciones sostenidas con los internos en las
distintas visitas que las solicitudes de beneficios administrativos se resuelven en un término de
entre 3 y 6 meses. En algunos casos se llega al extremo de que las solicitudes se quedan sin
respuesta, se demoran más de un año o los internos tienen que acudir a acciones de tutela
para que se resuelvan sus solicitudes.
Debido al alto número de solicitudes de internos que se quedan sin resolver, se hace necesario
que cuando éstas se realicen ellos puedan quedarse con una copia de recibido de las
mismas. Sin embargo, en algunos establecimientos los internos sostienen que no se les dan
recibidos como una estrategia de la administración para evadir demandas y otras acciones
jurídicas en su contra con posterioridad.
De otro lado, como medida para garantizar que los internos lleguen a un sitio apropiado
una vez salgan a gozar de algún beneficio, el INPEC realiza visitas a los sitios donde
supuestamente van a llegar. Cuando el interno es del municipio donde se encuentra el
establecimiento la visita la realiza la trabajadora social o quien haga sus veces del propio
establecimiento, mientras que cuando son de otros municipios, la visita debe hacerla la
persona encargada de esa actividad en el establecimiento de la jurisdicción donde el interno
pretende llegar. En esos casos los internos e incluso algunos funcionarios afirman que existen
muchas demoras debido a los trámites internos que implican organizar una visita por parte
de funcionarios de otro establecimiento, y sobre todo si esta visita debe realizarse en otra
parte del país. Esta situación se agrava si se tiene en cuenta que muchos de los internos de
las distintas regionales se encuentran ubicados en establecimientos que no se corresponden
con su lugar de origen.
La falta de personal profesional suficiente y cualificado en las oficinas jurídicas es una constante
en casi todos los establecimientos del país. Muchas veces esta deficiencia se reemplaza con
personal de la guardia o practicantes de consultorios jurídicos. Algunos establecimientos
no cuentan con ningún abogado, hay sólo un profesional para centenares de internos o el
personal sin la cualificación necesaria apoya las gestiones para resolver las solicitudes de
beneficios administrativos.
90
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Por su parte, se presentan otras dificultades que afectan especialmente a los internos e
internas del país y parecen ser, entre otros tantos, algunos de los principales obstáculos para
que accedan a los beneficios. Estas dificultades tienen que ver fundamentalmente con la falta
de conocimientos y claridades frente al tema y el aislamiento del mundo exterior –incluso de
las leyes y sus propios derechos- al que se encuentran condenados.
91
El aislamiento social y jurídico de las personas privadas de la libertad en Colombia es tan
grande que ni siquiera conocer los beneficios a los que tienen o podrían tener derecho, sus
requisitos o el trámite para obtenerlos, algunos han sostenido haber tenido que pelear para
poder ingresar un Código Penitenciario al establecimiento o no poder consultar los que
se encuentran en las bibliotecas y la imposibilidad económica de acceder a un abogado
privado anula materialmente su derecho a la información y a acceder a la justicia.
A pesar de todas las debilidades destacadas anteriormente de las oficinas jurídicas y otras
dependencias de los propios establecimientos, también se han encontrado fortalezas en
términos de innovación por parte de los éstos y sus funcionarios para sortear las dificultades
que se han enunciado aquí.
92
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
las internas. Además de lo anterior, también se han realizado charlas con los internos sobre
los beneficios para que éstos tengan conocimientos básicos sobre el tema.
La Política Penitenciaria o al menos las normas de orden legal que la rigen en Colombia
son incoherentes entre sí al menos en dos sentidos: en un sentido de lógica aritmética y en
un sentido de las finalidades declaradas de la pena. En primer lugar, en términos de lógica
aritmética, si el tratamiento penitenciario es un tratamiento progresivo que busca readaptar
a una persona a la vida en sociedad, no tiene sentido que se le exija una cantidad superior
de cumplimiento de la pena a quien pretende acceder a un beneficio administrativo como
los permisos de salida durante 15 días, los fines de semana o la libertad preparatoria para
empezar a superar la situación de privación de la libertad y aislamiento (4/5 partes) a la
que se le exige para hacerse beneficiaria del subrogado de la libertad condicional (2/3),
y además de eso se le exijan otros requisitos difíciles de cumplir para una persona privada
de la libertad.
Contrario a la supuesta prevención de algunas conductas enunciada por los teóricos del
derecho penal y de las penas, estas normas solamente logran marginar aún más a los
93
autores de ciertos delitos a través del encierro en las penitenciarías, y se convierten en anti-
incentivos para la participación en actividades de educación, enseñanza y trabajo como lo
expresan internos algunos internos. Negar de tajo los beneficios es negar de tajo la utilidad
del tratamiento penitenciario.
Por su parte, de acuerdo con los hallazgos de campo en la investigación, hay una situación
generalizada de ausencia del derecho de acceso a la justicia en los internos condenados
o incluso en los procesados que no cuentan con recursos económicos para contratar a un
abogado. Si bien se dice que formalmente a quienes no tengan acceso a un abogado
de confianza se les designará un Defensor Público, los internos de muchas partes del país
coinciden en que los Defensores solamente les conceden una entrevista en la que les hacen
firmar un documento de constancia de su asistencia, y no vuelven a tener noticia de ellos.
Una restricción importante que se les presenta a los internos es la exigencia documentos
que son materialmente imposibles de conseguir para la concesión del beneficio de libertad
preparatoria. Se supone que para que se les conceda el permiso, a los internos se les exige
llevar un contrato de una empresa con personería jurídica y la empresa debe pagarles
Seguridad Social y cumplir otras condiciones que se verificarán en una visita de funcionarios
del Establecimiento. Si bien es comprensible que tal solicitud busca garantizar la seguridad
de la sociedad y el cumplimiento de las leyes laborales, en el contexto colombiano su
exigencia es inviable si se tiene en cuenta desempleo masivo de este país y podría decirse
que solo pueden acceder a ella los internos que tengan familiares o amigos cercanos
propietarios de empresas, pues si prácticamente no hay oportunidades para los internos
recién salidos en libertad, mucho menos las hay para los que aún se encuentran cumpliendo
sus condenas.
Por su parte, desde la perspectiva de los funcionarios de las oficinas jurídicas y de los
encargados de la tramitación y concesión de los beneficios administrativos, uno de los
motivos de demora para el trámite se debe a que se requieren documentos relativos a los
antecedentes y requerimientos de los internos por parte de autoridades como la Policía
Nacional, la Sijin y la Fiscalía y que algunos de estos documentos son bastante demorados
debido a que se deben solicitar a una oficina en Bogotá y no se pueden tramitar por internet.
94
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
En primer lugar, respecto de este punto, se percibe una actitud negativa de los Jueces
de ejecución de Penas y Medidas de Seguridad para la concesión de los Beneficios
Administrativos, por requisitos que no se encuentran contemplados en la ley como el tipo
de delito o la modalidad de la conducta de los cuales supuestamente derivan una especie
de peligrosidad en la que se funda la negación de los beneficios o en algunos casos la
exigencia del pago de la multa o de una caución como presupuesto para su concesión
cuando la ley en ninguna parte lo exige y existe jurisprudencia constitucional que se opone
a esa tesis.
También es una queja de los internos el hecho de que en los juzgados y en las oficinas
jurídicas se presentan demoras para sistematizar y organizar los cómputos de redención de
pena, por lo que en algunas ocasiones no alcanzan a tener el tiempo de pena cumplida
para cambiar de fase y en consecuencia no se les conceden los beneficios debido a que
no cumplen con ese requisito. No hay claridad acerca de si esta dificultad corresponde
exclusivamente a los juzgados, a los establecimientos o a una mala comunicación entre
ambos.
De igual manera, se ha afirmado que los jueces manifiestan un extraño apego al texto
escrito de la ley al no conceder los beneficios u otras alternativas a la privación de la
libertad porque falta cualquier requisito mínimo como el cómputo de algunas horas, sin tener
en cuenta las consecuencias negativas sobre los derechos de las personas privadas de la
libertad de sus decisiones. Lo anterior se atribuye a una cultura del encarcelamiento en que
se cree que la prisión y el aislamiento son la solución a la delincuencia y a los problemas
de la sociedad.
Como fue posible mostrar a través de lo presentado en las páginas anteriores, se sostiene
la tesis de que son una buena cantidad de autoridades del Estado e incluso la empresa
privada sobre quienes recae la responsabilidad debida al frecuente desconocimiento de los
beneficios administrativos, al hecho de que no se suelan conceder o, en el mejor de los casos,
a la falta de celeridad en su trámite. Tanto las autoridades judiciales como la legislativa y
95
las administrativas cuentan con responsabilidades y deben actuar coordinadamente para
garantizar que los internos e internas del país puedan acceder efectivamente a todos los
beneficios administrativos contemplados en la ley.
No hay que olvidar que el propio INPEC y la Corte Constitucional han sostenido que los
beneficios administrativos hacen parte del tratamiento penitenciario en la medida en que
son uno de los medios a través de los cuales las personas privadas de la libertad pueden
reencontrarse progresivamente con la sociedad, con sus familias y con la comunidad para
recuperar la confianza y los hábitos propios de la vida en libertad en un marco de respeto
por la legalidad y los derechos de las demás personas.
96
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Tercera Parte:
Lineamientos y Recomendaciones
Capítulo 5.
Elementos para una política integral sobre el tratamiento penitenciario
en Colombia
97
1. Panorama internacional sobre la Política Penitenciaria y Carcelaria
1.1. En materia de resocialización y beneficios administrativos
El principal conjunto de reglas internacionales relacionadas con el tratamiento de las
personas privadas de la libertad son las Reglas Mínimas para el tratamiento de los reclusos
de las Naciones Unidas. Estas son el resultado de varias discusiones desarrolladas a lo
largo del siglo XX en el marco de los Congresos Internacionales Penales y Penitenciarios,
de la primera mitad de siglo, y de los Congresos sobre la Prevención del Delito y el
Tratamiento del Delincuente, de la segunda mitad113. Además, el Consejo Económico y
Social y la Asamblea General de las Naciones Unidas han proferido otras resoluciones que
amplían, complementan o reiteran estas Reglas Mínimas, con lo cual el siguiente conjunto de
instrumentos internacionales resulta relevante para desarrollar lineamientos para la Política
Penitenciaria en Colombia:
• Reglas Mínimas para el tratamiento de los Reclusos. Adoptadas por el Primer Congreso
de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente,
celebrado en Ginebra en 1955, y aprobadas por el Consejo Económico y Social en
sus resoluciones 663C (XXIV) de 31 de julio de 1957 y 2076 (LXII) de 13 de mayo
de 1977.
Si bien el carácter vinculante de tales instrumentos ha sido objeto de discusión, resulta valioso
113
En relación con el desarrollo histórico de estos congresos, consultar el documento de UNODC (2010), Congresos de las Naciones
Unidas sobre prevención del delito y justicia penal, 1955-2010, 55 años de logros, disponible en:
http://www.unis.unvienna.org/pdf/2010-Crime_Congress/Spanish_Poster_Book.pdf.
En relaciones con los antecedentes de las Reglas Mínimas, ver también POSADA (2009: 91-94).
98
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
El punto de partida que ofrecen estos instrumentos internacionales reconoce que la privación
de la libertad como pena restringe o suspende algunos derechos de los ciudadanos,
especialmente el de la libre locomoción. Sin embargo, tal situación no cancela los demás
99
derechos de que son titulares los seres humanos y, por tal motivo, la lógica de la privación
de la libertad en este contexto señala que la restricción solo puede afectar algunos derechos
que no pueden ser ejercidos de manera plena por las mismas posibilidades que un régimen
de privación de la libertad exige.
Esto muestra que por más drástico y restrictivo que pueda ser cualquier régimen penitenciario,
éste no puede desconocer los derechos de las personas privadas de la libertad, en especial
su dignidad humana. Al respecto, el principio 1 de Los Principios básicos señala que «toda
persona sometida a cualquier forma de detención o prisión será tratada humanamente y con
el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano».
Con lo anterior, las Reglas Mínimas recomiendan que la privación de la libertad y las
condiciones de vida en la prisión no deben incrementar el sufrimiento derivado de la
restricción de determinados derechos como consecuencia del castigo. Por tal motivo, el
tratamiento penitenciario y los beneficios administrativos deben apuntar a contener en la
magnitud inherente esa manifestación aflictiva de la privación de la libertad, lo cual significa
realizar el mayor esfuerzo posible por reducir las expresiones de prisionización y los efectos
criminógenos y desocializadores que trae consigo.
114
Regla 57 de las Reglas Mínimas.
100
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Para llenar aún más de contenido el sentido rehabilitador presente en las reglas anteriores
habría que adicionar una reciente interpretación realizada por la Organización de
Naciones Unidas. Como ya se había mencionado al inicio de documento, las críticas
al ideal rehabilitador de la pena habían generado un gran escepticismo alrededor del
logro de su cometido116, a tal punto que la elaboración del sentido de la respuesta estatal
basada en la privación de la libertad se encaminaba, o bien por los caminos de la función
incapacitadora y retributiva, o se persistía en una idea de corrección cada vez más vaciada
115
Esta orientación también se encuentra en el artículo 10-3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece que
«el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados»;
también está presente en el artículo 5.6 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Ver UNODC, 2013-b:16).
116
Ver supra, capítulo 1, apartado 2,3.
101
de su propio contenido. Frente a esto, las Naciones Unidas han propuesto una nueva
interpretación en relación con la función resocializadora, tomando como ocasión para
ello la Opinión Técnica Consultiva No. 002 de 2013117, en la cual la pena de prisión,
por un lado, debe desarrollar alternativas para el ejercicio efectivo de los derechos que
las personas privadas de la libertad previamente no habían podido ejercer y, por otro,
debe reducir al mínimo los efectos negativos del encarcelamiento118. En ese sentido, la
resocialización se caracteriza por ser «un proceso de personalización, tendiente a disminuir
el nivel de vulnerabilidad del condenado frente al sistema penal, dotándolo de los medios
necesarios para que pueda tomar conciencia de su rol y salirse del estereotipo selectivo del
poder punitivo» (GUILLAMONDEGUI, 2010:9).
117
El uso de brazaletes de monitoreo electrónico como alternativa al encarcelamiento en Panamá. Opinión Técnica Consultiva No.
002/2013, dirigida al Ministerio Público y al Ministerio de Gobierno de Panamá (UNODC ROPAN: 2013-a)
118
«Teniendo en cuenta el fracaso en la aplicación de las ideologías “re”, hay una clara necesidad de reinterpretar los artículos
mencionados previamente en el contexto de los objetivos del encarcelamiento. Esta perspectiva es expuesta por el Prof. Zaffaroni como la
doble función del encarcelamiento: (1) una alternativa al ejercicio de los derechos fundamentales, que han sido sistemáticamente negados
a los delincuentes en la fase anterior al encarcelamiento, y (2) la mitigación de los daños y la minimización de los efectos negativos del
encarcelamiento» (UNODC ROPAN, 2013-a: 8).
119
Ver también las reglas 67, 68 y 69 de las Reglas Mínimas.
120
Al respecto, la regla 60.2 de las Reglas Mínimas señala: «Es conveniente que, antes del término de la ejecución de una pena o
medida, se adopten los medios necesarios para asegurar al recluso un retorno progresivo a la vida en sociedad. Este propósito puede
alcanzarse, según los casos, con un régimen preparatorio para la liberación, organizado dentro del mismo establecimiento o en otra
institución apropiada, o mediante una liberación condicional, bajo una vigilancia que no deberá ser confiada a la policía, sino que
comprenderá una asistencia social eficaz.»
102
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
• Los vínculos de las personas privadas de la libertad con la vida más allá de la prisión
En relación con el mantenimiento del vínculo con las familias, las Reglas Mínimas señalan
lo siguiente:
81. 1) Los servicios y organismos, oficiales o no, que ayudan a los reclusos
puestos en libertad a reintegrarse en la sociedad, proporcionarán a los liberados,
en la medida de lo posible, los documentos y papeles de identidad necesarios,
alojamiento, trabajo, vestidos convenientes y apropiados para el clima y la
estación, así como los medios necesarios para que lleguen a su destino y puedan
subsistir durante el período que siga inmediatamente a su liberación.
121
En relación con el desarrollo de estos aspectos, ver las reglas 70 a 81 de las Reglas Mínimas.
103
2) Los representantes acreditados de esos organismos tendrán todo el
acceso necesario a los establecimientos y podrán visitar a los reclusos. Se les
consultará en materia de proyectos de readaptación para cada recluso desde
el momento en que éste haya ingresado en el establecimiento. 3) Convendrá
centralizar o coordinar todo lo posible la actividad de dichos organismos, a fin
de asegurar la mejor utilización de sus actividades.
104
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
A pesar de que algunos indígenas han sido infractores de la ley penal, no por ello se les
puede negar sus derechos a ser juzgados teniendo en cuenta sus costumbres o sus normas
propias, o su derecho a que aún privados de la libertad puedan conservar sus costumbre
e instituciones propias, o sus métodos tradicionales que utiliza para la represión de los
delitos cometidos por sus miembros, y, en todo caso, cuando se apliquen sanciones penales
no podrá desconocerse la situación económica, social y cultural del indígena privado de
la libertad, y darle prioridad al establecimiento de diferentes tipos de sanción distintas al
encarcelamiento.
De manera que en el caso de que una medida administrativa o legislativa en materia penal
afecte los derechos de las minorías étnicas o que indígenas estén siendo investigados y
juzgados mediante la jurisdicción ordinaria, bien sea porque el delito fue cometido por
fuera del territorio o resguardo, o porque se afecte a una persona no indígena, tienen los
siguientes derechos:
3. A contar con una defensa idónea (artículo 12 del Convenio 169 de la OIT).
105
5. A que se descriminalice la conducta cuando la misma es considerada legítima por
su resguardo o comunidad étnica o cultura (artículo 7 de la Constitución).
8. A que existan condiciones carcelarias que respeten la diversidad cultural, que permita
la vivencia de la propia cultura, idioma, religión, incluyendo el culto y la asistencia de
chamanes o guías espirituales propios, el acceso a la propia alimentación y medicina
tradicional y al uso del vestido, así como la cercanía con la familia y con su grupo
étnico (artículo 7 de la Constitución Política de Colombia, artículo 27 del Pacto de
Derechos Civiles y Políticos; artículo 43 de las Reglas Mínimas para el tratamiento de
los reclusos).
106
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
se requieren para adelantar las acciones efectivas, de cara a la intervención del problema
previamente definido.
El tratamiento penitenciario debe ser entendido desde un punto de vista integral, lo que
hace necesario considerar que la resocialización, como principal función de la pena en el
momento de la ejecución penitenciaria, no se satisface solo con la existencia de actividades
de trabajo, estudio y enseñanza dentro de los programas institucionales, sino que éstas
deben apuntar a crear herramientas para la socialización de los condenados y su efectivo
regreso e incorporación a sus redes sociales y familiares con posterioridad a la ejecución
de la pena. Así, tanto los beneficios administrativos como los enfoques diferenciales para el
tratamiento en poblaciones indígenas deben considerarse como elementos integrados que
deben contribuir con la resocialización en el sistema penitenciario colombiano.
En este sentido, los actuales programas transversales, que se articulan con los procesos de
resocialización en los establecimientos penitenciarios, deben procurar no solo abrirse a los
distintos miembros que conforman las redes de apoyo del condenado, como sus familias,
sino que también deben generar estrategias para un mayor acceso a los mismos por parte
de la población penitenciaria.
Si bien se reconoce que la pena de prisión en Colombia tiene diferentes funciones, como la
retribución justa y protección al condenado, la función resocializadora debe ser el criterio
principal que fundamente la privación de la libertad de los ciudadanos cuando se encuentren
en la fase de ejecución de la pena. Esto, además, significa que el castigo no puede
funcionar solamente como neutralización de amenazas o una estrategia de incapacitación
y alejamiento de determinadas personas de la sociedad.
107
alternativas para el ejercicio efectivo de los derechos que las personas privadas de la
libertad previamente no habían podido ejercer; asimismo, tomar en serio la resocialización
implica reducir al mínimo los efectos negativos del encarcelamiento, de tal manera que la
vida en prisión no se convierta en la preparación de una futura carrera delictiva.
108
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Las políticas, por lo general cuentan con recursos escasos para su desarrollo. La Política
Penitenciaria no es una excepción a ello. Sin embargo, se han invertido millonarios recursos
en infraestructura y seguridad de las instalaciones, dejando de lado la asignación de recursos
necesarios para el desarrollo de la misión principal. Resulta importante, por lo tanto, que sin
dejarse de lado la asignación de recursos para la garantía de unas condiciones dignas de
privación de la libertad, así como unos mínimos de seguridad, la perspectiva resocializadora
del tratamiento penitenciario cuente con el respaldo económico suficiente para adelantarse.
Para la ejecución de una Política Penitenciaria que integra una perspectiva restaurativa,
109
el mantenimiento de los vínculos sociales y familiares de la población privada de la
libertad es un asunto clave. Este tipo de situaciones contribuyen a que el tratamiento
resocializador tenga mayores niveles de efectividad, debido a que en su reintegración
a la sociedad, el pos penado va a contar con redes de apoyo que no se han visto
afectadas por la prisión.
Por tal razón, una perspectiva restaurativa debe permitir que la prisión esté abierta
a las familias y a la sociedad, con lo cual es preciso una articulación más amplia
entre el tratamiento penitenciario, los enfoques diferenciales y los beneficios no solo
administrativos sino también judiciales. Esto debe implicar también que la prisión no
puede ser una sanción que recaiga sobre los allegados al condenado. Las condiciones
de vida de la privación de la libertad, como lo señalan las Reglas Mínimas, deben ser
las más parecidas posibles a la vida normal y no al revés, es decir, extender los efectos
de la vida en prisión a la vida en sociedad.
110
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
111
• La magnitud actual del uso de la detención preventiva afecta la ejecución de la
Política Penitenciaria.
La política penitenciaria está orientada a una fase concreta del proceso penal, esto es, la de
la ejecución de la pena. En este sentido, es fundamental destacar que la excepcionalidad
de la detención preventiva como garantía personal del proceso debe tomarse en serio. Si
bien la política penitenciaria debe garantizar la satisfacción de los derechos de la población
privada de la libertad que se encuentra en detención preventiva, aun cuando ésta no sea su
población objetivo por regla general, resulta fundamental plantear que debe contemplarse
una política carcelaria específica, articulada con la arquitectura institucional propuesta por
el Código Penitenciario y Carcelario.
En este aparte resulta importante destacar lo planteado por la Comisión Asesora de Política
Criminal respecto a la necesidad de contar en la ejecución penitenciaria con un principio
orientador y humanista que busque la maximización de la resocialización dentro del
tratamiento penitenciario (2012:21). Esto debe partir de rescatar el carácter excepcional
de la detención preventiva y la necesaria diferenciación entre la Política Penitenciaria y la
Política Carcelaria; la primera dirigida a la ejecución de la pena (criminalización terciaria)
y la segunda orientada a asegurar la administración de justicia en el marco del proceso
penal (criminalización secundaria).
Como marco general, la Política Criminal integral necesita, en las distintas fases del Sistema
Penal, de una coherencia y racionalidad en todas las actuaciones que hacen parte del
mismo. De esta manera, la Política Penitenciaria como sub - fase del Sistema Penal debe
estar en consonancia con lo establecido en el marco de la Política Criminal. Asimismo, es
112
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
fundamental que en el marco de la Política Criminal, las actuaciones del Sistema Penitenciario
estén en armonía con el último eslabón del Sistema Penal: la fase de post-pena. Ni la Política
Criminal debe dejar en segundo plano la ejecución de la pena, ni la Política Penitenciaria
puede renunciar a los compromisos que surgen una vez la persona recupera su libertad, ya
sea durante el cumplimiento de la sanción o con posterioridad a la misma.
• Infraestructura
• Capacidad institucional
En primer lugar, es necesario un trabajo mancomunado entre las Oficinas Asesoras Jurídicas,
las áreas de atención y tratamiento y los consejos de evaluación y tratamiento de los
establecimientos, que permita un adecuado seguimiento y envío de los certificados de
redención de pena para que sean registrados y avalados dentro de un término prudente
por los jueces de ejecución de penas y medidas de seguridad con el propósito de que los
trámites de cambio de fase de seguridad no se frustren por la ausencia del aval judicial
respecto la redención.
113
humano para estas actividades y los establecimientos deben tener el personal de más alta
calificación e idoneidad para dirigir las actividades y programas de resocialización en los
establecimientos penitenciarios.
• Revisión normativa
114
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
Por otro lado, de acuerdo con la Directiva 0010 del 31 agosto de 2012 del INPEC, las
directivas de los establecimientos pueden conceder los beneficios de trabajo extramuros y
trabajo comunitario, previa la realización de un convenio interadministrativo con la Alcaldía
del Municipio para la realización de actividades de mantenimiento del espacio público.
Sin embargo, en el desarrollo de la incampo no fue posible constatar que tales beneficios
se concedieran con la excepción de internos que realizaban actividades agrícolas o de
conservación del espacio en los alrededores de algunos establecimientos acompañados
del personal de custodia y vigilancia. No obstante lo anterior, valdría la pena impulsar
iniciativas de convenios interadministrativos con los municipios y otras entidades territoriales
que permitieran emplear a los internos y les dieran la oportunidad de realizar alguna
labor retornando progresivamente a la libertad, acompañados de personal de custodia o
vigilancia o de la Policía Nacional.
115
mismos para determinadas modalidades delictivas, en especial si se tiene en cuenta
que la legislación colombiana ha hecho una clara distinción entre los beneficios de tipo
administrativo y los de tipo judicial, o subrogados penales.
En tal sentido, es preciso que también la Política Penitenciaria y Carcelaria tenga claro
las presiones que sobre ella puede generar determinadas lógicas, propias del populismo
punitivo, que demandan un uso privilegiado de la prisión y, además, hacen de ella un
lugar completamente ajeno y alejado de toda dinámica social. Es recomendable, por ello,
adelantar, de la mano de un seguimiento efectivo y confiable, estrategias que sensibilicen a la
ciudadanía en general sobre la orientación, no solo retributiva sino también resocializadora
y restauradora, del castigo penal, a fin de que puedan reducirse las brechas que la
estigmatización de la prisión genera en la sociedad.
116
Lineamientos para el fortalecimiento de la Política Penitenciaria en Colombia
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Investigación realizada por
Diagramación y edición