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Este documento narra la historia de un niño astuto que pone en apuros a un obispo durante una clase de latín. Cuando el obispo intenta enseñar la clase y envía a varios estudiantes al rincón por cometer errores, el niño le pregunta cuántos "Dominus vobiscum" hay en la misa. Al no poder responder de inmediato, el obispo queda en evidencia. Impresionado por la agudeza del niño, el obispo lo toma bajo su protección y le da una beca para el
Исходное описание:
Al Rincón quita calzón de Ricardo Palma
Recurso educativo esencial :)
Este documento narra la historia de un niño astuto que pone en apuros a un obispo durante una clase de latín. Cuando el obispo intenta enseñar la clase y envía a varios estudiantes al rincón por cometer errores, el niño le pregunta cuántos "Dominus vobiscum" hay en la misa. Al no poder responder de inmediato, el obispo queda en evidencia. Impresionado por la agudeza del niño, el obispo lo toma bajo su protección y le da una beca para el
Este documento narra la historia de un niño astuto que pone en apuros a un obispo durante una clase de latín. Cuando el obispo intenta enseñar la clase y envía a varios estudiantes al rincón por cometer errores, el niño le pregunta cuántos "Dominus vobiscum" hay en la misa. Al no poder responder de inmediato, el obispo queda en evidencia. Impresionado por la agudeza del niño, el obispo lo toma bajo su protección y le da una beca para el
La historia que a continuacin vas a leer trata sobre
la astucia de un nio que pone en apuros a una autoridad de la Iglesia. El liberal obispo de Arequipa, Chaves de la Rosa, a quien debe esa ciudad, entre otros beneficios , la fundacin de la Casa de Expsitos, tom gran empeo en el progreso del seminario, dndole un vasto y bien meditado plan de estudios, que aprob el rey, prohibiendo slo que se enseasen Derecho natural y de gentes. Rara era la semana, por los aos de 1796, en que su seora ilustrsima no hiciera por lo menos una visita al colegio, cuidando que los catedrticos cumpliesen con su deber, de la moralidad de los escolares y de los arreglos econmicos. Una maana se encontr con que el maestro de latinidad no se haba presentado en su aula, y por consiguiente los muchachos, en plena holganza, andaban haciendo de la suyas. El seor obispo se propuso remediar la falta, reemplazando por ese da al profesor titular. Los alumnos haban descuidado por completo aprender la leccin. Nebrija y el Epitome haban sido olvidados. Empez el nuevo catedrtico por hacer declinar a uno musa, musae. El muchacho se equivoc en el acusativo del plural, y el seor Chaves le dijo: - Al rincn! Quita calzn! En esos tiempos rega por doctrina aquello de que la letra con sangre entra, y todos los colegios tenan un empleado o bedel, cuya tarea se reduca a aplicar tres, seis y hasta doce azotes sobre las posaderas del estudiante condenado a ir al rincn. Pas a otro. En el nominativo de quis vel quid ensart un despropsito, y el maestro profiri la tremenda frase: -Al rincn! Quita calzn! Y ya haba ms de una docena arrinconados, cuando le lleg su turno al ms chiquitn y travieso de la clase, uno de esos tipos que llamamos revejidos, porque a lo sumo representaba tener ocho aos, cuando en realidad doblaba el nmero. -Quid est oratio?- le interrogaba el obispo. El nio o conato de hombre alz los ojos al techo (accin que involuntariamente practicamos para recordar algo, como si las vigas del techo fueran un tnico para la memoria) y dej pasar cinco segundos sin responder. El obispo atribuy el silencio a ignorancia, y lanz el inapelable fallo: -Al rincn! Quita calzn! El chicuelo obedeci, pero rezongando entre dientes algo que hubo de incomodar a su ilustrsima. - Ven ac, trastuelo. Ahora me vas a decir qu es lo que murmuras. - Yo, nada, seor Nada y segua el muchacho gimoteando y pronunciando a la vez palabras entrecortadas. Tom a capricho el obispo saber lo que el escolar murmuraba, y tanto le hurg que, al fin, le dijo el nio: -Lo que hablo entre dientes es que, si su seora ilustrsima me permitiera, yo tambin le hara una preguntita, y haba de verse moro para contestrmela de corrido. Picle la curiosidad al obispo, y sonrindose ligeramente, respondi: -A ver, hijo, pregunta. - Pues con venia de su seora, y si no es atrevimiento, yo quisiera que me dijese cantos Dominus vobiscum tiene la misa. El Seor Chaves de la Rosa, sin darse cuenta de la accin, levant los ojos. !Ah ! - murmur el nio, pero no tan bajo que no lo oyese el obispo. Tambin l mira al techo. La verdad es que a su seora ilustrsima no se le haba ocurrido hasta ese instante averiguar cuantos Dominus vobiscum tiene la misa. Encantle, y esto era natural, agudeza de aquel arrapiezo, que desde ese da le cort, como se dice el ombligo. Por supuesto que hubo amnista general para los arrinconados. El obispo se constituy en padre y protector del nio, que era de una familia pobrsima de bienes, si bien rica en virtudes, y le confiri una de las becas del seminario. Cuando el seor Chaves de la Rosa, no queriendo transigir con abusos y fastidiado de luchar sin fruto con su Cabildo y hasta con las monjas, renunci en 1804 al obispado, llev entre los familiares que le acompaaron a Espaa al cleriguito del Dominus vobiscum como cariosamente llamaba a su protegido. Andando los tiempos, aquel nio fue uno de los prohombres de la independencia, uno de los ms prestigiosos oradores en nuestras asambleas, escritor galano y robusto, habilsimo poltico y orgullo del clero peruano. Su nombre? Qu! No lo han adivinado ustedes? En la bveda de la Catedral hay una tumba que guarda los restos del que fue Francisco Javier de Luna Pizarro, vigsimo arzobispo de Lima, nacido en Arequipa en diciembre de 1780 y muerto el 9 de febrero de 1855. Ricardo Palma (Peruano) Tradiciones peruanas Tomo I
Mi amigo el presbtero espaol don Jos Mara Sbarbi,
ocupndose en El Averiguador, peridico madrileo, de esta tradicin asegura que son ocho los Dominus vobiscum.