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Más adelante, el autor nos dice que hay una depuración de las galas sentimentales y los excesos
de la lírica romántica española en Bécquer, que quiere superar “el epigonismo romántico”. Busca
una salida a la modernidad en el hallazgo de las impresiones, en el esfuerzo de síntesis y en la
elaboración lírica de anécdotas, “acercándose a los caminos por los que se aventuró Baudelaire”,
o sea, dice, el simbolismo, que vendría a ser la gran influencia modernista.
Siguiendo con los puntos que plantea García Montero, dice que Bécquer toma conciencia de una
nueva época y que se esfuerza por encontrar respuestas en complicidad con el autor. Esto
también es de lo más moderno de Bécquer. No creerse dueño absoluto del texto es algo que
planteará más tarde Roland Barthes, pero aquí ya está el germen que influirá, por ejemplo, en
Machado o Borges, como hemos visto en clase.
Sin embargo, a pesar de que habla de Bécquer como la principal influencia modernista (por el
problema general que Bécquer nota que afectaba a la creación estética a partir de la crisis
romántica) también cita características de su poesía que sugieren diferencias. La poesía de
Bécquer, según el mismo, tenía que ser breve, seca, “que hiere el sentimiento con una palabra y
huye”, “desnuda de artificio”, con capacidad de síntesis. Estas ideas sobre la poesía son lo
contrario a lo que muchas veces fue el modernismo que, acaso, abusó del artificio. Bécquer
busca retomar la sencillez primitiva de los versos orientales.
Antes de concluir quisiera citar dos coincidencias más entre la poesía de Bécquer y el
modernismo. La primera es la similitud entre la crítica a la ciencia por parte del modernismo y la
crítica que hace Becquer al sermón positivista, es decir, a la ciencia positiva. Lo otro, tal vez más
central, es la crítica al cristianismo. Esto es central en el modernismo y en Bécquer se hace
presente, quizá no tan directamente. Según García Montero, Bécquer vive el cristianismo como
nostalgia, como idea y forma de una época muerta, imposible.
En fin, Bécquer vivió una época de transformación y progreso vertiginoso y sabía que las
innovaciones eran necesarias. Cito a García Montero para terminar y para ver cómo ve él a
Bécquer: