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El laberinto se acaba, finaliza la sucesin de calles, de aceras manchadas con el dulce nctar de

la primavera. Sabor extrao, amargo y pendenciero. No hay pjaros, ni regueros, no existe


luna, ni arrepentimiento. Los hechos son certeros, borrosos sin embargo a la luz del
razonamiento. Por qu? me pregunto sin aliento. No entiendo qu hago aqu entre tan cruel
tormento.

Te tengo, en mis fras manos llenas de sufrimiento. La ruleta avanza y nos movemos contra el
tiempo. No hay viento capaz de llevarse mis pensamientos, ni marea que me ahogue mis finos
argumentos. La sal baa mis heridas y yo lucho contra todo el ocano. Una cuerda me sostiene
y me lleva ro adentro, donde las truchas cantan y los tritones tocan sabiendo.

Que extraas sensaciones adolezco, que yo jurara que en este mundo nada es cierto.
Entonces, por qu estoy tan contento?. La respuesta se esfuma rpido y vuelvo a un hondo
agujero, lugar ttrico y sin ventanas, me desespero ante el paso del tiempo. Las agujas corren y
corren y el reloj est sonriendo. Mi nariz es lava y mis orejas se esfumaron al lugar de tu
encuentro.

No entiendo nada, me invade el desconsuelo, que si era tan cruel el destino por qu estara tan
contento. Que me lo explique el gnomo o si no ese pjaro lento. En el extrao vaivn de mis
pensamientos me sumerjo a ver si la claridad invade mis ojos. Que aqu es mejor mirar de
reojo ante tanta desidia mal contada, ante tantas canciones aladas, que finalmente no traen la
respuesta adecuada.

Que plegarias no tengo, porque como ateo me defiendo. Entonces, qu hacemos mi vida, que
en esta maana fra anhelo tu sabrosa compaa, tus pechos firmes y coquetos, con los que
jugaba a ser un nio travieso. El recorrido de tu espalda, pasando por tus firmes nalgas, un
viaje a la albufera en el recndito paraje a tu cueva. Que ya compre el pasaje, y mi maleta est
preparada para el jaque mate.

Y es que ciertamente en la galera de las sonrisas, la tuya la guard en el macuto de las prisas,
lugar de grandes recuerdos en los que el peligro es si muerdo. Pero tranquila cario que no me
duermo ante tal esfuerzo, ni me muevo de tu lado, que si acabas yo te miro a las pupilas para
que sepas que la noche se transforma en hermoso da.

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