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i 4 Cc ¢ ] 2 ] Mitos griegos ere Ce Cee etc sentido de las cosas por medio de una serie Pees acteurs con el nombre de mitologia, Aquellas viejas historias, que na~ rraban grances prodigios con un poderoso aliento postico, ha- eR ee cece ceca personas que se veian abocadas a la desgracia por culpa de Pere ee en Coen om tra del extenso repertorio de la mitologia griega. Sus paginas rere iene one ete RC de Pandora y con el caballo de Troya, por qué el rey Midas con- Se eee a ace Minotauro, qué le sucedié a Orfeo cuando bajé a los infiernos y Pe OSC u eu URC Ce Er con unas fragiles alas de cafia y cera. El conjunto es, en fin, tan Se Ce ee Mace aoe los mitos hen pervivido durante treinta siglos: porque, hoy como ayer, cumplen a la perfeccién su propésito, que es ilus- trarnos sobre los vaivenes de la vida humana por medio de la Poe ey 4 Eee eras MS Ca Msc) Perec cr emer ee cs Cesc leccionados entre los mas tamosos y atractivos, que han sido narrados con amenidad y sencillez, pero ARR usa uaa I} bro cuenta con magnificas ilustraciones realizadas § Penney Mi 4 MIGHT ii AeA Mitos griegos Maria Angelidou Adaptacion de Miguel Tristan (Werner “Las eitoriales Papadopoulos Publishing y Viens Vives haw coproducido un tino de eit mits ries con texto de Maria Angeidocistraciones de Sveti, ‘ral presente eicin se han seclonado tore mitas de os vento que comport libro original, texto de Maria Angrlidow a sido adapta, anpiadoy refund ‘or el escrito Miguel Titan pa su dfn ene bit educative. Primera edicion, 2008 empresiones, 2009, 2008 2010, 2010,2011, Sestateimpresion, 2011 Depssito Lega: 37.222-2011 ISBN: 978-6-516-9065-5 ‘Num. de Orden V.V: DX87 ‘MARIA ANGELIDOU Sobre el text original, © SVETLIN Sobre Is lustrciones (© MIGUEL TRISTAN Sobre la adaptacin del texto original las notas. [ESANTIAGO MURAS Sobre ss atvidades ‘© PAPADOPOULOS PUBLISHING Sobre a coproduccisn dl libro orginal © VICENS VIVES PRIMARIA, S.A. Sobre la coproduccin dl ibro original ya presente dc seg el art. 8 del Real Deceto Legislative 1/1996, (bra protegida por el RDL1/1996,de 12 de abril, por el quese aprueba el Testo Refundido 4a Ley de Propiedad Intletualy por la LEY 23/2006, de 7 de juli, Los nractones debs derechos reconoeidos «favor dl titular o beneficerios dl © podein scr demtandadon de acuerdo con losaticulos 138 a 14 de dich Ley y porn se sancionados con as penas seals en los articulos 270,271 +272 del Codigo Penal. 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En aquel lugar idilico, llevaban una vida de lo mas placentera: paseaban con calma por sus amenos y coloridos jardines, celebraban grandes banquetes en sus palacios de mérmol y tomaban a todas horas néctar y ambrosia, un licor y un alimento dulcisimos que asegu- raban su inmortalidad. Mientras tanto, los hombres hacian su vida abajo, en la Tie- rra, Habfan sido creados con arcilla, y pasaban sus dias cultivan- do los campos y criando ganado. En los momentos dificiles, re- zaban a los dioses para pedirles autilio, y después les agradecian la ayuda recibida haciéndoles ofrendas? De cada cosecha que los hombres recogian y de cada animal que sacrificaban, quemaban la mitad en los templos, y asi la ofterda, convertida en humo, llegaba hasta la cima del Olimpo, Todo iba bien hasta que un dia, tras haber matado a un ro- busto buey para comérselo, los hombres empezaron a discutir sobre qué parte del animal debian quedarse y cual tenfan que entregar a los dioses. 1 El Olimpo es un monte real, que se cuenta entre los mas altos de Grecia, 2 ofvenda: regalo que se le hace a un dios parz mostrarle agradecimiento por tun favor o para pedir ayuela —Quedémenos con la carne y quememos los huesos —pro- ponfan unos. —iNo digéis locuras! —exclamaban otros—. Si les damos a los dioses la peor parte, nos castigaran sin piedad. —Pero zde qué vamos a alimentarnos si entregamos la carne? El mismisimo Zeus, padre de los dioses, entré en la disputa. —La carne del buey debe ser para nosotros —dijo. Los hombres, sin embargo, se resistieron a entregarsela, a que la discusién se prolongé durante mucho tiempo. Al final, Zeus propuso que fuese Prometeo quien decidiera como debia repartirse el buey. —Prometeo es sabio y justo —dijo—, y encontrar la solu- cin més adecuada. Los demas aceptaremos su decisién y, en adelante, todos los animales serén repartidos tal y como Prome- te0 disponga. Prometeo pertenecia a la raza de los titanes, que habian sido cengendrados antes incluso que los dioses. Todo el mundo lo ad- miraba por su sabiduria y astucia, No sélo podia prever el futu- ro, sino que dominaba todas las ciencias y todas las artes: dicina y las matemiticas, la misica y la poesia... Su mente era poderosa y veloz. como un caballo al galope. Cuando Zeus le ex- puso el dilema del reparto del buey, Prometeo se sent6 a medi- tar y entabl6 en su conciencia un largo didlogo consigo mismo. —Es natural que los hombres se resistan a entregar la carne —se dijo al principio—. Son ellos quienes han criado al buey, y tienen derecho a quedarse con la mejor porcién. —Si, Prometeo —se contesté a si mismo—, pero olvidas que los dioses son codiciosos y egoistas, No aceptaran que los hom- bres se queden con la carne. la me- PROMETEO, EL LADRON DEL FUEGO —Pero los dioses no la necesitan... Beben néctar a todas ho ras, y disponen de ambrosia para Ilenar su est6mago. En cam bio, los hombres han de comer para sobrevivir. —Siles entregas la carne a los hombres, Zeus se enojard. —Entonces, hay que conseguir que Zeus crea que la decisior de quedarse con los huesos a ha tomado él mismo... Prometeo ide6 enseguida la trampa que necesitaba. Luego despellejé el buey, lo descuartizé y dividié los restos del anima en dos grandes montones, Cuando todo estuvo listo, llamé < Zeus y le dijo que eligiese el mont6n que prefiriera, i —Escoge bien —le advirtié—, porque ya sabes que, en ade- ante, todos los animales que sacrifiquen los hombres se reparti- én del mismo modo que este buey. Prometeo dij aquellas palabras con la cabeza baja, para evi- tar que Zeus reconociera en sus ojos el brillo temeroso del enga- fo. Zeus miré los dos montones. Uno le parecié gris y poce apetitoso, mientras que el otro le atrajo por su brillante aspecto, Asi que no tuvo que pensérselo mucho. Sefialé el montén res- plandeciente y dijo: —Fse es para nosotros. Hermes, el hijo de Zeus, se hallaba presente en la conversa~ cién.’ Como era experto en idear trampas, no resultaba fécil en- ganarle. Se acercé al ojdo de Zeus y le dijo en un susurro: —No te precipites, padre, Hay algo extraiio en este reparto... iNo has visto que Prometeo ha agachado la cabeza al hablarte? El siempre mira a la cara... 3 El dios Hermes suele actuar como mensajero de los otros doses, ¥ es el pro- tector de los viajeros y los mercaderes, asf como de los ladrones y los menti- n -Soy el padre de los dioses —replicé Zeus—, asi que es légi- co que Prometeo me tenga algo de miedo. No 1 primero que agacha la cabeza al mirarme. Y te aseguro que no sera el ultimo. Luego, Zeus, volvi6 a dirigirse a Prometeo, sefalé el montén que le apetecia y dijo: iNos lo llevamos! Zeus no tardé n advertir el gran error que habia cometido. Sucedia que Prometeo habia puesto en un montén la carne y las visceras del buey, y Iuego lo habfa tapado todo con el estémago, que es la parte més sosa del animal, En el otro montén, habia colocado los huesos y los tendones, pero los habia cubierto con Ja grasa, cuyo brillo despierta el apetito. Zeus, por supuesto, ha- bia elegido este tiltimo montén. Asi que, cuando llegé a la cima del Olimpo y descubrié el engafo, se volvi6 loco de rabia, jPrometeo se ha burlado de mil —rngié, y su célera se no: 16 en la tierra, porque el cielo se llené de rayos—. ;Pero voy a vengarme, ya lo creo! De ahora en adelante, los dioses nos con- formaremos con la piel y los huesos de los animales, jpero los hombres tendrn que comerse la carne cruda! En efecto, aquel mismo dia, Zeus les robs el fuego a los hom- bres para que tuvieran que comerse los alimentos crudos. Sin fuego, la vida en la Tierra se volvié insoportable. Los hombres no podian hacer nada contra el frio glacial que les helaba las manos ni contra el miedo a la oscuridad que los atormentaba de noche. Prometeo, al verlos sufrir tanto, se conmovid, «Pobre gente», se dijo, «he de ayudarles de alguna manera». Al dia siguiente, Prometeo subié al monte Olimpo y, sin que nadie lo viera, acercé una pequefia astilla al fuego que Zeus les habia arrebatado a los hombres y la guard6 en una cascara de B nuez. De regreso a la Tierra, en: cendié con aquella astilla una an- torcha y se la regalé alos hombres para que pudieran calentarse de nuevo. Pero, cuando Zeus vio desde el Olimpo que el fuego volvia a arder en la Tierra, su furia no tuvo limites. —;Prometeo nos ha vuelto a engafiar! —bramé—. {Nos ha dejado en ridiculo delante de toda la humanidad! Zeus se veng6 entonces por partida do- ble. Primero castig6 a los hombres envidn- doles a una mujer llamada Pandora, de la que os hablaré més adelante. Luego, mand6 que encade- naran a Prometeo a una de las montafias del Céu- caso, cerca del mar Negro, Alli, el titén pasé mi- les de aitos sin poderse mover, soportando a cielo abierto el frio intenso de la noche y el ca- lor asfixiante del dia, Cada mafiana, Zeus envia- ba una feroz aguila al Céucaso para que le comiese el higado a Prometeo, y cada noche el higado se regeneraba por si mismo, para que el dguila pudiese devorarlo de nue- vo al amanecer. La vida de Prometeo, pues, se convirtié en un auténtico infierno, pero Zeus siempre pensé que el ca: tigo era justo, pues no habia falta mas grave que engaiiar a los dioses. 4 La caja de Pandora Un dia, poco antes de enviar a Prometeo al Céucaso, Zeus bai del Olimpo para visitar a su hijo Hefesto, Hefesto era herrero, y trabajaba en una oscura cueva subterrénea situada en la soleada isla de Lemnos.' Su fragua’ era lo mas parecido al infierno. El fuego estaba siempre encendido, y el hierro al rojo vivo irradia- ba un calor insoportable. Y, sin embargo, Hefesto se sentia muy a gusto en aquel lugar, donde trabajaba sin descanso, dia y no- che, fabricando cadenas para los presos, herraduras para los ca- ballos, cascos y espadas para los guerreros... En realidad, Hefe to utilizaba el trabajo para aislarse de los otros dioses, que se burlaban de él porque era feo y cojo. Nunca recibia visitas, asi + que se qued6 de lo més sorprendido el dia en que Zeus entré en su fragua. 4Qué te trae por aqui, padre? —pregunts. Zeus tenia la mirada ausente. Parecia perturbado por un gra- ve disgusto. —Prometeo nos ha engafiado de nuevo —dijo—. Primero, nos dejé sin carne, y ahora ha subido en secreto al Olimpo y les 1 Hefesto era el dios griego del fuego y de la herreria; Lemnos es una isla del ‘ar Egeo, stuada cerca de Tarquia. 2 fragua: taller donde trabaja el herrer, calentando los metales con fuego para darles forma 5 hha devuelto el fuego a los hombres... jNos ha dejado en ridicu- Jo! Pero voy a demostrarle hasta dénde Mega nuestro poder. Les daré un escarmiento alos hombres que nunca olvidaran. ;Quie. res ayudarme, Hefesto? —Naturalmente, padre. Dime: ;qué debo hacer? —Quiero que crees a una mujer —:A una mujer? En aquel tiempo, ya existfan las diosas, pero la Tierra atin no habia sido pisada por ninguna mujer, —La utilizaré para vengarme de los hombres —explicé Zeus. —2Y cémo quieres que sea? —Ha de ser muy hermosa. Fijate en Afrodita y hazla como ella, Afrodita era le diosa del amor, y poseia una belleza perfecta. taba a la vista que cualquier mujer que se le pareciera desper- taria grandes pasiones entre los hombres. Hefesto, pues, modelé una figura con arcilla a imagen y semejanza de Afrodita. Emples toda la fuerza de sus grandes manos para dar forma al tronco, a la cabeza, a los brazos y a las piernas, y luego fue modelando los finos labios, el la-go cuello, la espesa melena... La belleza de la criatura era tan deslumbrante que Zeus, sentado en la sombra, quedé impresionado, Se lamaré Pandora —le dijo a Hefesto—, porque llevar en si todos los dones imaginabl Entonces, Hefesto se incliné sobre Pandora con la intencién de soplarle en la boca, pues asi era como se les infundia a los hombres el aliento de la vida. Pero Zeus lo detuvo. 3 Pandora, en gricga significa ‘lena de dones 16 —Espera, Hefesto —dijo—: una criatura perfecta merece el soplo perfecto. Entonces, Zeus llamé a los cuatro vientos: el del norte, que trafa el frios el del sur, que trafa el calor; el del este, que trafa las penas y las alegrias; y el del oeste, que traia palabras, muchas pa- labras. En cuanto los vientos soplaron sobre Pandora, la criatura empez6 a moverse. Lego, Zeus convocs a los dioses y les dijo: —Quiero que le concedais a esta mujer todos los dones que pueda tener un ser humano, Durante todo un dia, los dioses desfilaron por la fragua de Hefesto para concederle a Pandora los mas variados dones: dul- aura y gracia, inteligencia y picardia, habilidad para tejer y la- brar la tierra, fertilidad para dar a luz muchos hijos, buena voz para cantar, una sonrisa amable que inspiraba confianza... Cuan- do Pandora hubo recibido todos los dones, Zeus le dij —Ahora ya estas preparada para ir junto a los hombres. Pero antes debo entregarte mi regalo... Miralo. Zeus sacé una preciosa caja de oro y se la tendi6 a Pandora. —Es muy bonita... —dijo ella—. ;Qué hay en el interior? —Es mejor que no lo sepas, Pandora. Ahora prométeme que nunca, bajo ningin concepto, abriras esta caja. —Lo prometo. 8 LA CAJA DE PANDORA —Tienes mi bendicién, Pandora —dijo Zeus, y toc6 con sua- vidad la cabeza de la joven—. jAh, se me olvidabal Quiero ha- certe un iiltimo regalo... Entonces, Zeus hinché sus pulmones de aire y soplé sobre el cuerpo de Pandora. De ese modo, le proporcioné un tiltimo don, el mas peligroso de todos: la curiosidad. Luego, Hermes, el mensajero de los dioses, condujo a Pando- ra hasta la Tierra, y la dej6 a las puertas de la casa del titan Epi- meteo. Epimeteo era el hermano de Prometeo, pero no se le pa- recia en nada, Mientras que Prometeo era habil y astuto, Epime- teo destacaba por su torpeza y su ingenuidad. Cuando Epimeteo vio a Pandora, quedé tan deslumbrado por su belleza que deci- did casarse de inmediato con ella —No lo hagas le dijo Prometeo. —;Por qué no? —replicé Epimeteo—. ;Qué hay de malo en casarse con una mujer? La soledad, hermano, es una carga muy pesada, y estoy seguro de que Pandora me alegraré la vida... —Esa muchacha es un regalo de los dioses, y los dioses nos detestan desde que les robé el fuego. —:Quieres decir que Pandora es un castigo? Menudo dispa- rate! ;Como va a ser un castigo una mujer tan hermosa, que can- ta como los pajaros y me mira con tanta dulzura? —Te olvidas de que puedo ver el futuro —concluyé Prome- teo—, y sé que Pandora no nos traerd nada bueno, Epimeteo, sin embargo, estaba tan enamorado que no hubo forma de hacerle cambiar de opinién. A los pocos dias se casé con Pandora, y fue feliz con ella durante cierto tiempo. Con los dones que habia recibido de los dioses, Pandora llené la casa de su marido de bonitos tejidos y planté en su jardin las mas her- ig ‘ MITOS GRIEGOS ‘mosas flores. A todas horas se ofan risas y cantos en aquel hogar afortunado. Pandora aprovechaba cualquier ocasién para acari- ciar a su esposo y dirigirle tiernas miradas, asi que Epimeteo no podia pedirle nada mas a la vida. Pandora, en cambio, no logra- ba ser feliz del todo, porque, noche y dia, ofa en su interior una voz que preguntaba sin descanso: —iQué habré en la caja de oro? ;Que habré en la caja de oro? La invisible avispa de la curiosidad se habia apoderado del al- ma de Pandora, y zumbaba en sus oidos con virulencia: —1Qué habré en la caja de oro? ;Que habré en la caja de oro? Antes de dejarla partir, Zeus le habia colgado a Pandora una cadena de oro al cuello. La joven la miraba de continuo, con cierta ansiedad, pues de la cadena colgaba una llavecita dorada que servia para abrir la caja de oro, Mas de una vez, Pandora es- tuvo a punto de descolgar la lave y abrir la caja, pero siempre acababa por decirse: «No, no puedo hacerlo, Le prometi a Zeus que jamis abriria esa caja». Sin embargo, lleg6 un dfa en que Pandora no pudo aguantar més, Su curiosidad era tan fuerte que ni siquiera podia dormir, jue cedié al fin a la tentacién y abrié la caja, Al instante, so- n6 un zumbido atronador, como el de un enjambre de miles de abejas enloquecidas. Pandora comprendié que habia cometido tun grave error. Y es que Zeus habia encerrado en aquella caja to- das las desgracias que arruinan la vida de los seres humanos: la fealdad y la mentira, la tristeza y la angustia, el odio furibundo, el trabajo inttil que agota y no sirve de nada, la peste que mata a hombres y bestias... Pandora no levanté la tapa de la caja més que un poquito, pero fue suficiente para que salieran al mundo todas las desgracias. Empujadas por los vientos, la maldad, la

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