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De 1a ESTETICA decia on cierta ocasién una damg que debia ser una cosa muy profunda, pues a cuantos profesores habia preguntade por sus lfmites sélo le supieron responder Ancertidumbres. Pero, cierta o incierta, la institucién superior de ensefianza respeta esta asignatura ya que, si no otra cosa, sus relaciones oscuras con una filosofia asimismo indeterminada otorga a su palabra una leve aura sagrada y, a sus conceptos, el valor de sublimes ornamentos, Claro estd que el filésofo que detenta semejante disciplina no puede asegurar en rigor que su razonada opinidn estética sea consultada en toda ocasién, pero, en cambio, su presencia junto a las dems tareas de Ja arquitectura y su enseiianza siempre es aplaudida come la mismisima encarnacién de 1a razén, mientras permanezca muda, Asi, la BSTETICA existe entre nosotros como una ciencia indeterminada, oscura e incierta, aunque no por ello menos profunda, y, en tanto que institucionalmente muda, enmudecida o Simplomente callada, estd més o menos consagrada como la forma mds elevada de los saberes exéticos de ostentacién. Su lugar en el sistema de ensefianza de la arquitectura es hoy, entre nosotros, el de una ciencia ornamental y e1 de una vana presencia Pero, si por un instante abandonamos e1 terreno de los argquitectos y nos adentramos en el reino de los filésofos, nuestra consternacién serd todavia mayor. La "Estética", dijo wa vez Hegel, apenas inaugurar las lecciones suyas que llevan precisamente este titulo, es una fea palabra: pues "estética" quiere decir tan poco como teorfa de 1a sensibilidad y 1a reflexién filosofica sobre ae ignifica mucho ads. Por la misma época, otro filésofo conocido, llamado Schelling, tenfa que scribir, cuando ya la palabra, 1a materia y 1a institucién de la estética contaban con més de un siglo de glorias y de subsisvencia, que tal cosa como una filosof{a o una ciencia del arte todavia no existia, Con Hegel o Schelling, o con Goothe y Schiller, 1a edad moderna eché, quizds, los cimientos para uma posible teorfa del arte y 1a arquitectura desde un punto de vista filosdfico; sin embargo, apenas avanzado el siglo XIX, el pensamiento rondntigo puso fin al espiritu de sistema en el que se basaron aquellos intentos, puso en cuestién la misna ide dei arte segim su concopeién clésica y puso en crisis el plan de una estética. Hubieron grandes estudiosos de 1a historia del arte, pero on ninguno de ellos se logré rozer aquello que presunieron y en parte lograron los sistemas de Hegel y de Schelling: 1a comprensién goneral del arte como espiritu. Bn su lugar se puso en marcha una recepcién formalista y academicista do las obras artisticas que se ha hecho fuerte on las medianias académicas hasta los alos dol structuraliono. En cuanto a nuestro pretérito nds inmediato, las cosas todavia resultan més fascinantes: 1a nocién misma de arte fue liquidada por la vanguardia con ambivalentes objetivos de los que imo no sabria decir si acaban en la emancipacién o en 1a barbarie. En cualquier caso, ellos modificaren 1a manera de sentir, de ver y do Comprender el arte; transformaron sus usos y sus intenciones; y con ello hicieron inviable también 1a vieja concepeidn de 1a estética que tenfan y tienen los, profesores. Estos no vieron, naturalmente, nada; para ello estaba 1a institucién que los sostenia “para que no pensaran. Siguieron con la Estética; continuaron hablando de Aristételes y de Platén como si nada pasara. Al fin y al cabo, si los principios de la reglamentacién ostatal y burocrdtica respaldaban con todo su peso la existencia universal de una disciplina "EstSeiea", zpor qué habria que Poneria on cuestién?. Por lo dends, los fildsofos de la academia son gente mala y teroa, y tienen que defender su gremio con tesdn, Goethe decia que a los filésofos, cuando ofan hablar de colores, les sucedia lo que a los toros cuando se encuentran frente a un trapo rojo: se ponian furiosos. En os colores, lo mismo que en las formas sensibles, la filosoffa ha visto una amenaza para sus conceptos suprasensibles, Desde una edad temprana ella consideraba que el arte, puesto que apela a los sentidos, era su peor 42 EN TORNO A LOS ESTUDIOS UE ESTETICA EN LA ENSERANZA SUPERIOR DE ARQUITECTURA, DONDE SE DA CUENTA DEL GONTENIDO DE. DICHA MATERIA, SU UEILIDAD & TMPRESCINDIBLE. NECESIDAD COMO ACTIVIDAD REFLEXIVA Y CREADORA, ASI COMO SE CRETICA LA DEGRADACIGN DISCIPLINARIA DE LA ENSERANZA E INVESTIGACION, Y DONDE SE TRATAN ALGUNAS COSAS MAS DE GRANDISINO INTERES PARA TODAS LAS CLASES DE PUBLICO Eduardo Subirate 43 enemigo. La estética platénica ya acufié el extrafio concepto de mimesis, el cual no sirve para explicar 1a experiencia o la creacién artistica como creen nuestros malos profesores, Sino precisamente para condenar el arte, Platén quiso declarar a toda costa que, como experiencia humana, vale decir como forma de acceso a la verdad, el arte era sélo un medio de tercera clase. Demostré con este curioso concepto nada mds ni nada menos que el arte no podria competir con la reina filosofia. Pero 1a opinién de Platén no es un gran grano de sal. Los mayores fildsofos de la edad moderna, Como Descartes, Spinoza, Leibniz o Fichte no tuvieron relacién alguna con el arte de su tiempo y con ninguna forma de arte. La estética moderna metodoldgicamente més importante, la de Kant, no menciona un sdlo cuadro, ni una sinfonfa, ni un edificio, ni una obra literaria. Naturalmente hay excepciones, como la mencionada obra de Schelling. Para 61 tiene el arte el mismo rango que la Filosofia, pero sélo porque previamente ha convertido la ereacidn artistica en portador de lo absoluto. Su planteamiento no sirve por esta razén para e1 mundo moderno. En cuanto a Hegel, a é1 le debemos uno de los intentos mds nobles de convertir 1a estética en una reflexién conceptual sobre la obra de arte y su espfritu, Y¥) no obstante, hoy tampoco podriamos darnos por contentos con sus simples esquematismos. Es muy bella su investigacién sobre las creaciones artisticas: pero no es cosa de seguir sus ideas como epigonos, sino dé seguir su ejemplo como renovadores. Con todo esto no quiero otra cosa que poner de manifiesto un precedente malo. Allf donde los filésofos han mostrado con respecto al arte una actitud ambigua, los funcionarios de filosoffa oxhiben una relacién nefasta. Desde 1a perspectiva que reina en nuestras aulas y de los programas de estética vigentes; serfa verdaderamente provocativo reivindicar una asigatura de estética considerada come reflexién consistente sobre las obras de arte, y no como reproduceidn de lo que alguna vez dijeran fildsofos. Es de todo punto inusual y sorprendente mostrar en nuestras clases un cuadro, una fachada o una sinfonia. En cambio, se habla mucho de Platén, demasiado de Kant y de Descartes, 0 ineluso de Sto, Tomdés, hombres todos ellos que nunca supieron articular palabra frente a un cuadro o a una iglesia. Todo esto por lo que toca a la filosofia considerada en si misma, es decir, bajo el aspecto de su degradacién institucional. Pero cuando su mundo roza el de la arquitectura los disparates se vuelven tan sin cuento como en un cuadro de Bruegel o del Bosco. Si un fildsofo al hablar en su academia de lo sublime no menciona el Museum de Schinkel solamente hace el ridiculo; pero cuando ni sigquiera lo cita ante un piblico de futuros arquitectos hace un verdadero espectdculo. Aqui, el arte, el dibujo, las formas y los estilos, la arquitectura, la convergencia de aspectos artisticos con momentos culturales y sociales, es excesivamente flagrante para que el fildsofo, a expensas de apelar a las estéticas del pasado, haga capa a su real insensibilidad e incomprensién artisticas. Los programas de estética que hacen gala de este espiritu mediocre no son sin embargo menos nefastos para los mismos fildésofos, que para los estudiantes de arquitectura: aquellos $e condenan a la estupidez absurda de una jerga de especialista; estos a una labor reproductiva, en la que la instrumentalizacién permanente del conocimiento acaba por borrar la menor huella de reflexidn. Si el fildsofo no se detiene a meditar sobre el edificio que Gropius cofistruyé para la Bauhaus de Dessau no llegard nunca a comprender qué significa la liquidacién histérica del sujeto transcendental kantiano, ni podré asumir sus consecuencias culturales y sociales. Pero si el arquitecto nunca se entera de la experiencia (1a "verdad" segin 1a jerga) filoséfica que se encierra en este edificio considerado como obra de arte, tampoco podrd averiguar nunca la relacién entre 1a Bauhaus y el movimiento moderno en general, 0 cosas como el llamado "international style", 44 las nuevas formas de 1a cultura objetivada, la constelacién filoséfico-critica de la destruccién del sujeto o el problema actual de la crisis de la vanguardia, y de la modernidad. Mucho me tomo, sin embargo, que las cosas todavia no acaban. aqui. Ya Hegel mostré con respecto a la arquitectura en especial una relacién irritada. Un edificio -decfa en sus lecciones- podra ser una obra de arte, pero ello no le impide aparecer también como un objoto decorminado segin su utilidad. Esto significaba para el filésefo un Anconveniente: la verdad estética no podia encarnarse ahi en toda su pureza. Para aquellos que haciendo caso omiso a los malos tiempos en que vivimos o precisamente por eso, por ser malos, persiguen una reflexién critica a través 'de la arquitectura y de su interpretacién filoséfica, este limite constituye la gran ventaja de la arquitectura por encima de las demds artes. La catedral gética brinda un excelente ejemplo en el que 1a reflexidn filosdfica sobre sus momentos artisticos no puede separarse de la recepcidn de aspectos culturales, técnicos ¥ Socieles. La reconstruccién positivista de Semper o de Viollet Le-Duc, en el siglo pasado, sirve aquf como modelo negativo de lo que pretendo proponer bajo esta sintesis. Estos autores llegaron a ofrecer una interpretacién légica Y¥ consistente del gético considerado como estructura constructiva. Explicaron, como nadie lo hiciera ni antes ni después de ellos, cémo se sostenian las catedrales. Desde e1 punto de vista filosdfico su visién resulta insuficiente, sin embargo, porque no es lo mismo explicar por qué una cosa no se cae al suelo, que tratar de entender edmo legs a levantarse. Pero es aqui precisamente donde la reflexién "estética" tendria la palabra si no se limitase a lo que la barbarie de nuestros manuales bautizan con sérdida tozudez como "historia de las ideas estéticas". Porque los componentes estilisticos del gético no pueden remitirse a una teorfa estética tomista o aristotélica, sino més bien a su 1dgica y teorfa del conocimiento. Aigo parecido sucede, por citar algo m4s moderno, con el arte de vanguardia, el cubismo por ejemplo. Los profesores ignoran que el més interesante ensayo sobre Picasso o Juan Gris lo ha escrito un orftico que tradujo sus principios artisticos a las categorias de 1a epistemologia kantiana, y no a las de su "estética". Bn el mismo sentido, e1 que quicra entender cabalmente el frontén occidental del templo de Zeus en Olimpia no podrd hacer nada con la estética aristotélica, en cambio encontrard mucha luz en su teorfa ética y politica. Mas, por seguir el primer caso de las catedrales géticas, tampoco 1a séla remisién al campo de 1a légica puede explicarlas. Las catedrales son realmente muy altas y muy anchas. Sus dimensiones remiten a otro nivel de la realidad; no sélo 1a légica, sino también la mistica del 3. XII, asf como el mito de 1a ciudad celeste, son elementos imprescindibles para su reconstruccién critica, Finalmente, la dimensién ospiritual de esta obra de arte no puede comprenderse cabalmente si no se parte de otro andlisis geheral sobre la nueva concepeién del poder, de la economia, de la expansién militar o de la misma ciudad, desde finales del siglo XI, Cuando la asignatura estética sea capaz de integrar estos momentos de manera coherente y sélo entonces, podrd darse por satisfecha; pero en este momento sucederd también algo mds, A semejante labor de interpretacién no se le podria escapar 1 significado histérico y cultural que las catedrales tuvieron para la posteridad. En el arte gético se cifré toda una conciencia nacional, una nueva identidad histérica, tanto en su época, como en el renacimiento y en el romanticismo. Y en los siglos XIX y XX la idea do la catedral y la concepcién general del gético fueron uno de los puntos de partida mds importantes que inspiraron nuevas utopias sociales, arquitecténicas y diddctica , de cuyos frutos todavia podrfamos vivir hoy. Al llegar a este punto, la reflexidn filoséfica sobre la realidad del gético supera su cometido museal: se convierte en un cuestionamionto de probi los que puede dotar de este esta dimensién de proundidad q tendrian. La reco! cidn sist fonémeno arquitecténico y cultural adquiere la forma y el contenide de una reflexidn critica. Yo no puedo negar que la amplitud de esta visiéa ri necesidades reproductivas de una universidad téenic tocnocratica, Ella parte de otras premisas de una crisis de nuestra cultura y la cot s5lo uma cuidada y entusiasta labor reflex puede fre1 ones superiores de onserianza. Claro esta que mayor eficacia ni la critica disereta que encierra este su timida propuesta de rma tendrfan Sino so ofreciera a ol organizativo e institucional. Aqui solamente pretendo apuntar un aspecto. La coneepesé asignatura de estética bajo estos crite lleva di consige otra concepeién de 1a ensenanza. o @3 un saber acabado, fija estéril y sin espiritu de + luego, $i no se da por acabada tampoco se ren juez ni someter a nadie bajo la legisiacién de cualesquiera tribunaies. La es bud: presupone una asignatura te fan de ser nulos acaso puede y sus formas, del origen y losofia?)'o con 1a Alustrar el entusiasmo que 1a Studia La Eduardo Subirats 45 Libros de Arquitectura Coleccién Arquitectura/ Perspectivas Edmund Goldzmat. El urbanismo en la Europa socialista Christian Norberg-Schulz Intenciones en arquitectura N. J. Habraken et alt. El disefio de soportes Coleccion Biblioteca de Arquitectura Rudolf Wittkower Sobre la arquitectura en la Edad del Humanismo Ensayos y Escritos Nikolaus Pevsner Historia de las tipologias arquitecténicas Coleccién Tecnologia y Arquitectura Serie Construcci6n alternativa Patrick Bardou Varoujan Arzoumanian Arquitecturas de adobe Frel Otto et alt. Arquitectura adaptable Otro titulo fuera de coleccién Ludwig Hilberseimer La arquitectura de la gran ciudad Editorial Gustavo Gili, S.A.

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