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Los Focos de Hamer

por el Dr. Harry Watt, Munich.

Artículo publicado en el nº 36, octubre-noviembre 1988, de la revista científica raum&zeit, die neuen
dimension der Wissenschaft (Espacio & Tiempo, la nueva dimensión de la ciencia). Ediciones Ehlers-
Verlag GmbH, Poazlagasteig 5, 8157 Dietramszell. Redacción: Hohenzollernstr. 60 800 Munich 40.

Sin duda no es fácil descubrir qué es lo que el doctor Ryke Geerd Hamer ha
encontrado en el transcurso de esta última década, a saber: una manera de considerar
al hombre en su existencia biológica y psíquica, que permite comprender la naturaleza
de los tumores, y clasificar no ya únicamente a los tumores malignos, sino también a
innumerables y variadas afecciones que hasta ahora nos veíamos obligados a aceptar
como una fatalidad generalmente inexplicable, y en cuyo misterio se intentaba penetrar
estableciendo relaciones de causa y efecto con los supuestos factores de riesgo.
Sin embargo, el hecho de que lo fundamentado y la precisión de su enfoque hayan
sido verificados y confirmados millares de veces y, sobre todo, que este
descubrimiento permita una terapéutica eficaz, con curación en un 97% de los casos,
hace de todo punto inexplicable que, a pesar de las posibilidades de verificación hasta
en sus menores detalles, los responsables de la medicina y la salud hasta ahora hayan
rechazado en bloque e ignorado sistemáticamente todo el asunto. O mejor dicho, lo
hayan condenado al silencio, imponiendo un hermetismo total para evitar su difusión en
la práctica y la enseñanza médica.
Para comprender esta paradoja es preciso haber vivido muy de cerca nuestro
escenario médico, nuestra justicia, y nuestra sociedad, movidos todos ellos (sobre todo
en sus cimas más altas) por el afán de beneficio. Renunciar a la materia muerta, a los
citostáticos, a las radiaciones y al bisturí, a los marcadores tumorales, a los receptores,
a las muestras, a los edificios esterilizados, a la medicina nuclear, en pocas palabras,
apartarse de los grandes centros e instalaciones de exterminación de tumores y de
pacientes conduciría a una quiebra, si no total por lo menos parcial, de ramas enteras
de la industria (Y no serían tan solo las industrias farmacéutica y médica las que
correrían esta suerte...). (La medicina contemporánea está unida por un hilo conductor
a la medicina de los campos de concentración, cita un renombrado analista).
Sin embargo, y a nivel global, todo esto sería positivo. Muchos procesos de elevado
coste y erróneos, (según Hamer) serían entonces innecesarios. Quien tenga dudas
sólo tiene que solicitar a una pequeña editorial de Colonia (Amici di Dirk
Verlagsgesellschaft) la documentación, e inhalar la información a disposición de todos,
sin preocuparse en exceso por las pruebas: porque todo lo que se dice es verificable, y
la prueba ha sido aportada infinidad de veces. Para reproducir la demostración se
precisa una mañana, un escáner y... pacientes.
Y pasan cosas...
Todo esto, debemos reconocerlo, parece bastante misterioso. A mí también me pareció
misterioso cuando, nueve meses después del período de interinidad y del inevitable
examen para la obtención del diploma de Estado, una paciente puso ante mis narices
un libro en cartón amarillo, titulado «Fundamento de una Nueva Medicina - Tomo I: El
sistema ontogenético de los tumores, cánceres, leucemia, psicosis, epilepsia.»
También me pareció misterioso cuando, pocas semanas más tarde, ingenuamente y
sin complejos, me presenté en la casa del Dr. Hamer en Sülzburstrasse, Colonia (tuvo
la gentileza cuando le llamé por teléfono, de recibirme inmediatamente, y me costaba
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un poco seguirle, a pesar de que lo conseguí bastante bien). Vi el pequeño despacho
de trabajo, en un desorden aceptable (pero en el que todo era localizable), y el
parabrisas con dos agujeros de bala colgado en un rincón (recibió estos obsequios al
recoger de la imprenta los primeros ejemplares de su libro). Los despachos de la casa
editorial, instalados en unas estancias laterales, y libros apilados a lo largo del estrecho
pasillo. Y luego, un grueso dosier de más de 10 centímetros de grosor, repleto de
órdenes, informes de investigaciones y procedimientos interpuestos contra él.
No hay duda, aquí pasan cosas...
Y luego, la impresión de que le costaba mucho interrumpir la conversación, tanto
cuando tuve que apresurarme a marchar para acudir a otra cita, como a la mañana
siguiente, cuando le telefoneé para darle las gracias por haberme recibido la víspera
así como por el libro que me había regalado, y para excusarme por haber tenido que
dejarle de una forma tan poco orgánica, con sus inmensos deseos, tan comprensibles,
de comunicarse. De todas maneras se le veía con estrés, aparentemente sin ser
consciente de ello, ya que a pesar de todo se mantenía sereno y combativo. Debe ser,
me decía yo, que está ya tan acostumbrado...
Pero el colmo de lo insólito es que se haya retirado a este médico el permiso para
ejercer la medicina. Con ocasión de su tesis de agregación, quiso publicar sus
descubrimientos, reservando sin embargo la primicia para la facultad de Medicina. Sólo
abjurando, retractándose públicamente, hubiera obtenido de nuevo la autorización para
ejercer. Y no lo hizo.
Trabajo médico a ciegas, humillado.
Poco después de obtener el doctorado en medicina, al finalizar los estudios que me
habían dado una cierta base pero que me dejaban desamparado ante una
aglomeración inextricable, no sistemática, de hechos y contenidos aparentemente
desprovistos de toda relación unos con otros, luego de un examen que hasta hoy no he
logrado comprender, que era sólo charla - aparentemente una comedia -, me había
retirado del trabajo clínico con mal sabor de boca, casi, por así decir, por instinto,
simplemente porque no podía soportarlo. Y he aquí que ahora se me ofrecía esto.
Según un dicho, la fortuna viene cuando duermes. Para asumir responsabilidades es
necesario saber retractarse. Es justamente ese saber retractarse lo que, por desgracia,
les falla a la mayoría de colegas, doctores y profesores, para poder dar el acuerdo o
examinar con imparcialidad y completa neutralidad aquello con lo que se puede dotar a
nuestra facultad. La ineptitud en reconocer su ignorancia y sus errores (que en sí
mismos no son un deshonor), conduce sin transición al crimen consistente en practicar
desvergonzadamente y sin sutileza errores mortales, a partir de aquí superficiales en
todos los grados hasta llegar hasta al Ministerio Federal de la Salud (Ver acerca de
este tema las «Cartas para una Nueva Medicina», que difunde la casa editora
anteriormente mencionada). Tras la lectura y la visita, hubiera preferido, de haber
podido hacerlo, transferir inmediatamente mi permiso para ejercer a este médico, que
hubiera sabido servirse mejor de él que yo mismo...
Todo está relacionado. Los seguimientos, de los que el Doctor Hamer me mostró las
pruebas contenidas en su dosier, y los descubrimientos capitales en el campo médico,
se iniciaron simultáneamente el 18 de agosto de 1978 ante la pequeña isla de Cavallo,
a lo largo de Córcega, cuando su hijo Dirk fue mortalmente alcanzado mientras dormía
por el tiro de fusil de un príncipe italiano. El Doctor Hamer escribe especialmente en la
dedicatoria de su libro: A causa de su muerte yo mismo caí poco después enfermo,
presentando un S.D.H. (un Síndrome Dirk Hamer), un conflicto de pérdida con cáncer

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testicular. Esta coincidencia asombrosa entre un choque conflictual y dramático y mi
propio cáncer me llevaron a descubrir la Ley de Hierro del Cáncer.

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Vigilancia total.
Dirk Hamer murió el 7 de diciembre de 1978 en Heidelberg como resultado de su
herida de bala. Sin embargo, el contencioso legal no siguió su curso habitual, a saber
que se le pidan explicaciones al asesino a quien se abre el proceso sino que, cosa
curiosa, y que causó la indignación del Doctor Hamer, lo que sucedió fue exactamente
lo contrario. De repente, y como el asesino era un personaje tan representativo como
protegido, la bala salió rebotada, y por haberse atrevido a formular una acusación tan
monstruosa contra este asesino, fue el padre de la víctima quién hasta hoy mismo, es
objeto de persecuciones penales, consta en la lista de búsquedas internacionales y
está sometido a una vigilancia total.
Publicado en noviembre de 1987, el libro que he mencionado anteriormente
corresponde a un estadio relativamente reciente de las investigaciones científicas del
Doctor Hamer. Algunos años antes había publicado la obra titulada «El cáncer,
enfermedad del alma». El resultado de estas investigaciones pone a prueba a cualquier
médico que se haya aplicado con sabiduría al estudio de la medicina académica.
Cuando, por ejemplo, se dice que todo cáncer es desencadenado por un choque
psíquico brutal, un conflicto agudo y dramático, vivido en soledad, que el dogma de la
siembra hematógena es completamente inexacto, que el infarto de miocardio
corresponde a un fenómeno de involución de la disfunción cerebral propiamente dicha
e indica, por lo tanto, una mejoría sobrevenida en el curso de una enfermedad, como
por ejemplo, en la leucemia, que para el Doctor Hamer es expresión de curación y,
como tal, inofensiva, cuando el lector formado en medicina académica se encuentra así
confrontado con cosas absolutamente increíbles que, a primera vista, parecen
incomprensibles, sólo una lectura exhaustiva y sin prejuicios es capaz de disipar la
confusión inicial.
Ciertamente, embarcarse en esta aventura puede salir caro, pero eso no significa nada
en comparación con el enriquecimiento y la revelación de las relaciones de causa y
efecto que el Doctor Hamer pone en evidencia. Más bien todo esto es una liberación
para los pacientes, que van a verse libres de la fatalidad, del carácter pretendidamente
ineluctable de su destino.
En tanto que los estudios de medicina clínica me dieron la impresión de páginas de
libros arrancadas de mi vida, sin corresponderse con nada vivo o natural, y cuyos
contenidos hacían pensar en esculturas confusas y raras colocadas en el paisaje del
mundo, la medicina adquiría aquí de repente una forma equilibrada y coherente, a no
confundir sin embargo con la pretensión de ser exhaustiva. Las premisas permiten
sacar conclusiones lógicas entre la historia de la evolución del hombre, del cerebro, de
los órganos y de los mecanismos comportamentales biológicos que corresponden a
estas estructuras.
Es así como la reacción a un conflicto biológico se corresponde exactamente con la
alteración funcional de un área cerebral específica, y sincrónicamente, en el arranque
de un cáncer en el correspondiente órgano. El encadenamiento acontecimiento
psíquico-cerebral-órganico debe ser aquí concebido como un suceso absolutamente
simultáneo en los diferentes niveles.

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Transformaciones en el cerebro.
Las modificaciones acontecidas en las áreas cerebrales son denominadas con el
término Focos de Hamer, y son observables en el cerebro. Durante la fase activa del
conflicto se observa un estado vasoespástico que, una vez resuelto el conflicto, deja
lugar a un edema intra o perifocal. Llegado el caso éste puede representar un peligro
mortal (cuando se da, por ejemplo, en el tronco cerebral). Sin embargo, y por sí mismo,
este edema que la medicina académica interpreta erróneamente como una metástasis
cerebral anuncia únicamente la fase de curación.
Es el código erróneo que emite el área cerebral afectada durante la fase vasoespástica
lo que induce a la proliferación tumoral en el órgano-diana. Este crecimiento se
produce tan solo durante la fase vaso-espástica de la actividad conflictual. Una vez
esta fase ha concluido, es decir, cuando el conflicto ha quedado resuelto, la
proliferación se interrumpe y, en función de los tipos específicos de tejidos histológicos,
se produce un enquistamiento, una restitución cicatricial o una reducción bacteriana.
La rigurosa correlación existente entre perturbación de la esfera comportamental, la
función cerebral (Focos de Hamer) y la enfermedad orgánica, concuerda precisamente
con el origen embrionario de los órganos, o más concretamente, con los componentes
orgánicos por un lado, y por otro con las partes del cerebro que se han ido
desarrollando sucesivamente en las diferentes etapas de la evolución. Es así como los
Focos de Hamer, que se corresponden con los tumores malignos de los tejidos de
origen endodérmico, se localizan en el tronco cerebral, en tanto que los de los tejidos
de origen mesodérmico se localizan, bien en el cerebelo, bien en la médula cerebral, y
los casos que se producen en los tejidos de origen ectodérmico se encuentran
localizados en el córtex cerebral.
La terapéutica exige un exacto conocimiento de estos procesos. Intuición de los
estados de dependencia psíquica del paciente y un máximo de experiencia y de
manejo, de tacto, en el dominio de las complicaciones y situaciones de crisis
relacionadas con la fase de curación consecutiva a la conflictolisis. Sobre el plano
orgánico, la fase de curación comporta -a imitación de la fase de crecimiento tumoral-,
diferencias características según que el tejido dependa de una u otra de las tres capas
embrionarias.

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La Ley de Hierro del Cáncer.
Para mayor claridad, citemos textualmente el libro: «La Ley de Hierro del Cáncer es
una ley biológica, empírica, que se basa en la experiencia y en la observación. Ha sido
verificada sin excepción en los casi 10.000 casos que he examinado hasta ahora. Se
trata de un sistema superdeterminado de tres funciones correlativas, de manera que
conociendo una de ellas se está en disposición de deducir las otras dos».
En un principio, la Ley de Hierro del Cáncer se enunciaba así:
• Primer criterio: toda enfermedad cancerosa se inicia con un S.D.H. (Síndrome
Dirk Hamer), es decir, un choque conflictual, extremadamente brutal, agudo y
dramático, vivido en soledad.
• Segundo criterio: en el instante en que se produce el Síndrome Dirk Hamer, es
el tipo de conflicto lo que determina la localización del cáncer en el órgano.
• Tercer criterio: a partir del Síndrome Dirk Hamer, se produce una correlación
exacta entre la evolución del conflicto y la evolución del cáncer en el órgano.
Actualmente, la Ley de Hierro del Cáncer se enuncia como sigue:
• Primer criterio: toda enfermedad de cáncer se inicia con un S.D.H. (Síndrome
Dirk Hamer), es decir, con un choque conflictual extremadamente brutal,
dramático y vivido en soledad que, en el momento en que se produce el
Síndrome Dirk Hamer provoca en el cerebro un Foco de Hamer, y también en
ese mismo instante, el arranque de un cáncer en el órgano.
• Segundo criterio: en el momento en que se produce el Síndrome Dirk Hamer,
el tipo de conflicto determina a la vez la localización cerebral del foco de Hamer
y la localización del tumor canceroso en el órgano.
• Tercer criterio: a partir del Síndrome Dirk Hamer, existe una correlación entre la
evolución del conflicto, la modificación del Foco de Hamer en el cerebro y la
modificación del tumor canceroso en el órgano.
El Sistema Ontogenético de los Tumores es un sistema global y lógico. Naturalmente,
se desprende como consecuencia de la Ley de Hierro del Cáncer y del descubrimiento
del Foco de Hamer en el cerebro. Pero este sistema ontogenético de la medicina, y en
particular de los tumores, reviste para la medicina una importancia comparable a la de
la tabla periódica de los elementos para las ciencias físicas y naturales. ¡Pone de
relieve las correlaciones existentes en el interior de toda la medicina!

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El Sistema Ontogenético de los Tumores.
El Sistema Ontogenético de los Tumores se anuncia así:
Primero: A las tres capas embrionarias les corresponden tipos específicos de tejidos
histológicos parecidos, si no idénticos. Sin embargo, la capa embrionaria media o
mesodermo, se subdivide en un mesodermo antiguo (o mesodermo cerebeloso), y un
mesodermo nuevo (o mesodermo cerebral). El mesodermo cerebeloso tiene un
comportamiento análogo al del endodermo del tronco cerebral, en tanto que el
mesodermo del cerebro se comporta como el ectodermo cerebral.
Segundo: Cuando un Síndrome Dirk Hamer provoca un Foco de Hamer, las esferas
orgánicas correspondientes a este foco de Hamer presentan una reacción específica,
en función de la capa embrionaria de la que se derivan:
Endoderm Foco de Hamer en el Tronco cerebral.
o Carcinoma adenomatoso (tumor: proliferación de tejido).
Foco de Hamer en el Cerebelo.
MesodermCarcinoma compacto (tumor: proliferación de tejido).
o Foco de Hamer en la Médula cerebral.
Carcinoma necrótico (tumor: desaparición de tejido).
Ectoderm Foco de Hamer en el Cerebro.
o Carcinoma ulcerativo epitelial (tumor: desaparición de tejido).

Tercero: La fase de curación consecutiva a la solución del conflicto difiere mucho


según sea la capa embrionaria.:
• Endodermo: se detiene el crecimiento celular, se produce un enquistamiento o
una reducción bacteriana, por ejemplo, por medio de los bacilos de la
tuberculosis.
• Mesodermo:
1. Mesodermo cerebeloso: se detiene el crecimiento, se produce un
enquistamiento o reducción bacteriana tal como en el endodermo. Por
ejemplo, en el carcinoma mamario.
2. Mesodermo cerebral: se produce una restitución, con tumefacción
y crecimiento abundante como en un sarcoma o, tras una osteolisis, un
exuberante callo como el osteosarcoma. La proliferación abundante es
absolutamente inofensiva y cesa espontáneamente al final de la fase
normal de curación.
• Ectodermo: tendencia a la expulsión de la necrosis ulcerosa con restitución o
restitución cicatricial.

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Los conflictos psíquicos como inductores.
Hace milenios que la humanidad experimenta, más o menos conscientemente, que en
último extremo todas las enfermedades tienen un origen psíquico. Esto se ha
convertido en un conocimiento científico, sólidamente anclado en el patrimonio de los
conocimientos universales (tan solo la medicina moderna convierte a nuestros seres,
antaño amados, en un saco repleto de fórmulas químicas). Ni que decir tiene que lo
mismo sucede con las enfermedades tumorales malignas: era, hasta ahora, algo
evidente para cualquiera más o menos consciente de una realidad espiritual. Pero
nadie había llegado siquiera a suponer, y menos aún a revelar con pruebas
fehacientes, de forma tan precisa y detallada, las relaciones existentes de causa y
efecto. Lo específico de estas enfermedades es lo que de característico existe en este
tema en el suceso psíquico.
El aspecto ontogenético nos da la clave. El tema del conflicto, determinante de la
dirección general y de la orientación, define exactamente la localización del proceso
psíquico concomitante, a saber, no en función de la situación objetiva del conflicto sino
según la forma en que el interesado lo resiente subjetivamente. El tronco cerebral,
cuyo dominio es el control del equilibrio homeostático interior del organismo, presenta
lógicamente Focos de Hamer, y crea tumores endodérmicos cuando se producen
conflictos profundamente viscerales, tales como el conflicto de la comida, el conflicto
del miedo a la muerte y los conflictos de miedo visceral.
En lo que respecta al cerebelo, su perfeccionamiento corresponde, a nivel filogenético,
al paso del medio acuático a la tierra firme. Se localizan en él Focos de Hamer, y
tumores de tejidos y membranas mesodérmicas (melanomas, cáncer de seno,
mesoteliomas de la pleura, del pericardio, del peritoneo), así como motivadores de
conflicto relacionados con el medio inmediato y su delimitación (daño a la integridad
física y moral, deshonra, conflictos sexuales interiorizados, conflictos familiares, y
conflictos de nido).
Por el contrario, la médula ósea, gracias a la cual el organismo se abre por entero al
exterior, está relacionada por un lado con todos los tejidos de origen ectodérmico y las
partes del organismo ectodérmicas: el epitelio pavimentoso de la piel exterior, de la
mucosa bucal, de la rinofaringe, de la laringe, de los bronquios, de la parte del esófago,
la pequeña curvatura del estómago, el píloro, el bulbo duodenal, los islotes del
páncreas, el epitelio de las vías biliares, la vejiga, la pelvis renal, la vagina, el cuello y
el orificio del útero, el recto, la mucosa ectodérmica de las coronarias (¡el interior de los
vasos branquiales está compuesta de epitelio pavimentoso!); y por otro lado, el
ectodermo propio del Sistema Nervioso Central, compuesto de neuronas centrales y
periféricas, células ganglionales, neuroglías y epitelio sensorial de los ojos, de la nariz
y de las orejas, además de la neurohipófisis.
Es de remarcar que las células que no se dividen manifiestan alteraciones, pero no
proliferación con formación tumoral. En su origen, existen conflictos resultantes de la
inmediata confrontación y del contacto con el mundo exterior: el conflicto territorial, el
conflicto de demarcación de territorio, la rivalidad territorial, el desamparo moral, el
terror, el miedo, el pánico, el disgusto, la fetidez, la resistencia. Es precisamente este
tema territorial y la cuestión de la integridad del territorio los que especifican la
referencia individual al mundo exterior.
Se comprende mejor aquí lo que se entiende por conflicto biológico: disputas que nos
afectan por nuestra propia naturaleza, y no ya situaciones conflictuales en el sentido
del concepto psicoanalítico, que describe los fenómenos de otra manera. Las esferas
comportamentales fijadas biológica, genética y filogenéticamente, con sus modelos
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específicos, constituyen aquí el fundamento, el entarimado sobre el que se desarrolla
el conflicto y, en caso favorable, se resuelve.

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No todos los conflictos son generadores de cáncer.
En el estado de la actividad conflictual, la simpaticotonía es netamente preponderante,
y se acompaña de pérdida de peso. Una vez que el conflicto se ha resuelto o se ha
suprimido esta fase de estrés, aparece una inervación de reposo con
parasimpaticotonía, o vagotonía pronunciada, laxitud, recuperación del peso,
programación de débil circulación sanguínea. Es preciso destacar aquí que no todo
conflicto es generador de cáncer, si no, no quedaría ya nadie con vida. Para que se
produzca un cáncer es necesario que se produzca un choque conflictivo fulminante,
masivo, que no pueda ser resuelto o integrado.
Cuando se confronta a un paciente con un diagnóstico de cáncer, disparado por su
médico, la amenaza que inmediatamente resiente el paciente puede ser canalizada de
diferentes maneras. O bien, bajo el dominio de un conflicto de miedo a la muerte,
desarrolla un cáncer alveolar en los pulmones (endodérmico), o, tomando repentina
conciencia de la precariedad de su condición mortal que le condena a ser
definitivamente desechado, hace una desvalorización masiva con reacción
cancerígena (mesodérmica) en los huesos, que se manifiesta por osteolisis, a la que
erróneamente se tomará por metástasis ósea.
Otro punto a tener en cuenta es que se encuentran Focos de Hamer en el origen de las
psicosis: en las esquizofrenias. Siempre existen dos focos localizados en los dos
diferentes hemisferios y correspondientes a dos conflictos distintos en activo.
La terapéutica.
En la terapéutica del cáncer, el Doctor Hamer distingue tres niveles:
1. En el plano psíquico, una terapéutica inspirada en el sentido común. Se
observará en principio que el paciente sufre con un conflicto del que hasta
entonces no ha podido hablar. Algunos conflictos vienen determinados por el
entorno, por lo que sería necesario empezar tratando el ambiente o como
mínimo, los más allegados, cosa a menudo imposible. En fin, lo que resulta
determinante es lo que produce el conflicto, importando poco que, visto de forma
objetiva, nos parezca grave o insignificante. Desde el momento en que para el
paciente reviste capital importancia, es esencial que se lo tenga en cuenta, de
donde vemos la necesidad de comprender a fondo el punto de vista subjetivo
del paciente. En efecto, desvelar el conflicto es el punto crucial de la terapéutica,
¡para esto no existen esquemas, modelos o planos preconcebidos!
2. A nivel cerebral, conviene seguir atentamente la evolución, y poner a punto una
terapéutica de las complicaciones cerebrales.
Los edemas cerebrales consecutivos a la conflictolisis pueden ocasionar serias
complicaciones. Sin embargo, éstas pueden ser controladas con la cortisona,
etc., aun a riesgo de prolongar la fase de curación. Por ejemplo, si enfocamos
evitar una tumefacción amenazadora que puede producir consecuencias graves,
es indispensable efectuar un escáner cerebral que informe acerca de la
evolución general de la enfermedad. Es especialmente recomendable efectuar
un escáner cerebral como punto de partida, que irá sirviendo luego como base
de comparación, y permitirá eventualmente descubrir nuevos focos posteriores.
3. A nivel orgánico, la terapéutica de complicaciones orgánicas trata únicamente
las secuelas producidas por cánceres desactivados, es decir, inofensivos, que
puedan ocasionar molestias mecánicas (pequeña cirugía), o bien, remedia
complicaciones aparecidas durante la fase de curación. Por ejemplo, el drenaje
de la ascitis o del líquido del pericardio. En cuanto a la curación del cáncer, es
totalmente inútil ponerse a recortar o a eliminar órganos.
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La moderna falta de instinto.
La duda puede hacernos plantearnos la siguiente pregunta: Si los choques
conflictuales (Síndrome Dirk Hamer) desencadenan tales enfermedades, ¿por
qué no alcanzan a todos de la misma forma, ni trastocan en igual grado?.
Respuesta: Todos tenemos capacidad para aguantar una fuerte dosis de conflictos sin
por ello caer enfermos, a condición de que dispongamos del suficiente tiempo para
prepararnos con antelación. Es el fogonazo repentino el que nos hiela de espanto y
nos paraliza, es el Síndrome Dirk Hamer lo que desencadena el proceso. Lo que tiene
de determinante es la absoluta imposibilidad de integrar este choque conflictual.
Los fenómenos que se desarrollan en las profundidades del subconsciente, los estados
del alma y eventualmente, las enfermedades, vienen a recordarnos nuestra naturaleza
cuando la disonancia llega a convertirse en insoportable. El terreno sobre el cual se
siembran tales choques conflictivos biológicos se desarrolla paralelamente a la síntesis
de la vida. El instinto, que de forma ordinaria debe guiarnos hasta los límites de lo
aceptable, ha debido sumergirse por debajo del nivel de percepción, cuando los
inestimables descubrimientos del Doctor Hamer, en lugar de ser acogidos con
entusiasmo, son recibidos con la prohibición de ejercer la medicina, y se despliegan
esfuerzos inimaginables a fin de mantenerlos en el hermetismo. No en todas partes,
eso es cierto. En el Estado francés, en América y a la chitacallando también en nuestro
país, este nuevo sistema se aplica ya con éxito por parte de un cierto número de
colegas.
Siguen las persecuciones contra el doctor Hamer.
Durante este tiempo, el autor de estos descubrimientos, sin autorización para ejercer y
con una discreción prudente, está obligado a defenderse contra las tentativas de los
tribunales de hacerle internar a la fuerza en un manicomio, lo que le exige estar
implicado en un procedimiento penal. Sin delito cometido que justifique esta
estratagema, se inventa sin empacho uno hecho a medida -el fin justifica los medios-, y
es así como se convoca al interesado a comparecer ante la cámara correccional del
tribunal de gran instancia de Coblenza, en el primer piso del Palacio de Justicia, calle
Karmelinstrasse 14, sala 105, el 21 de julio de 1988, a las 14 horas. Por lo que sé, ésa
es la última citación. A pesar de que a esta reunión fue invitado un cierto experto, el
profesor Horn, director del hospital psiquiátrico regional, 5470 Andernach, el ingreso a
la fuerza en el psiquiátrico fracasa. Pero la cacería a caballo prosigue.
Ante esta situación llevada al límite del absurdo (y que en nuestros días no es la
única), deberemos sin duda esperar largo tiempo antes de que nuestros pacientes
puedan tener acceso normal y regular a un tratamiento de este tipo. ¡Cuántos
monumentos no se han erigido con considerable retraso!.
Conclusión.
En resumen, se puede decir que este sistema lógico y coherente permite, con medios
relativamente modestos, curar con eficacia a enfermos que hasta ahora sucumbían a
su mal, o debían seguir viviendo en condiciones deplorables y presas del pánico.
Considera al hombre en su totalidad y no ya -como dice el doctor Hamer- bajo la forma
de un conglomerado de células independientes, llevando una vida propia y portándose
bien casi que por casualidad en un caso propicio, y singularizándose igualmente al
azar cuando van mal. Se ha puesto en evidencia la coherencia, la unidad de los planos
psico-cerebral-orgánico, y ello descompone y desquicia por completo al conjunto de la
medicina científica vigente hasta ahora. Más le valdrá que empiece cuanto antes a
mostrarse dispuesta a dejarse sacar de quicio...

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En cualquier caso va a producirse con todo ello una desmitificación, una revelación, en
la que se verá si se apuesta por el bienestar de los pacientes, o por el disfrute de las
ventajas derivadas de una situación fantasmal, que funciona únicamente porque la
gente cree en ella. Donde el parasitismo de una corporación debatida más que nunca
ha hecho su agosto, podemos esperar ver levantarse las mayores barricadas, y
formarse las mayores resistencias a la Nueva Medicina del doctor Hamer. Es además
una situación clásica. Simplemente, cada vez que en el transcurso de la Historia se ha
producido una situación parecida, la sorpresa de los contemporáneos y las
controversias suscitadas han sido análogas y se han producido efectos similares.
Los puntos de vista y las concepciones, enlazados en espiga y orquestados sin la
menor verificación, como las tesis a la moda que han invadido el escenario del cáncer
durante las últimas décadas, corresponden más a una infatuación pasajera de la época
que a una realidad insoslayable. El presente es tan solo una hipótesis que no se ha
superado (Robert Musil). Como consecuencia, el doctor Ryke Geerd Hamer ha saltado
muy por encima de la sombra de su tiempo. Es un desafío a la esencia humana de los
médicos actuales. El obstáculo que les toca franquear exige por su parte un esfuerzo
intelectual y espiritual a la vez.

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