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wit VIOUVD AOTE. ap upioipy, OVIATY TARIGVD: 2p seututjard oyprasgy (pepssa ey 0p 9p OpeuoloIpuoout Jaqap UN Op PIOUD\SIXa BI d1Gos Jue}suo9 urmefuegjuey Jonuvuuuy vorugyod eT) : (IUOW B Oysorop AepT? samp for saojaug, snag & jody oqmoruy 10d epepury juejsuoD uruefueg £ onmopuesuog [op S001) quey ponuewuy 3100) Disero de cubierta: JN,Diseto gre, 8. FILOSOFIA v LETRAS Bhiyas M343 Mhegao42, Reservados ts los derechos. El contenido de esta bra vés de ealguler medio, sin Ta precepva auarizacién, (© Estudio preliminar de Gaoner Aue, 2012 ‘© Ediién de Eto Gascts, 2012 De la traducein dl texto La Fudamentacidn dela Metafsica de as ‘Castumbres de Irsaaiol Kant: Manuel Gala Moret, 2005 "© Dela taduecién del exo Des principe, ‘é Benjamin Constant Pedro Lamba, 2012 (© Dele wadbocibn de texto cerca de un pretend derecho a mentr ‘por anora ls hombres por flantopia de Immanvel Kat: Peco ‘Madrigal, 2012 (© Dela traduocién del texto de La Meta de las Coctabres, e mmanvel Kant: Adela Cortina y fests Con, 2005 Printed in Spain, peso en Espa INDICE Bsrupto mas.aanax por Gabriel Albiac, Deu mentr sa grado, oe juego del diablo, sv Pa xt LA POLEMICA KANT/CONSTANT ‘ACERCA DE LA EXISTENCIA DE UN DERECHO. ‘AMENTIR ‘Textosineluidos: QOLNOA Isa. iAsop aye eanofgns[B1oU e|? :eon9 eanoadsiad wun apsap nsond b BqRanEE|d 2s wey “opunuL [O WoD vIOUprOWEOD ELL 29 ap cavonTestad jap wo uEOMe apuaitD id &| SUEY op pupyrumy ef sensowaP ap yYE coud sts eqeoqand enb ope) uaa ote tm spoung jo &‘opesesuooaiquioy un eA wi HE on TE 9st sy ox “umsUED w eBENP ysandsas BUR todns [96 | “upeG “0D 9 sex6nID 9p seyPpq 20d opeype 1 nosy awapeyy e| 2p ITA WouEnA) (L6C1) sadiny mz agaywayosuayy sno sypoy soimouuan to W049 ¢ © 4 HOUNV I YO WINE ¥ OFAC, OdlaNaLLd NA-aa YOUROY “ENVY TANYA ‘WwW 26 :ilAY DERECHOA MENTIR? En la obra La Francia en el afio 1797, 63 par- «De las reacciones politicas’», por Ben- jamin Constant (en la pagina 123, 18 de esta edi- (on), se encuentra escrito lo siguiente: El principio moral que declara ser un deber de- cir la verdad, si alguien lo tomase incondicional y aisladamente, tomnaria imposible cualquier socie~ en las consecuen- cias muy inmediatas que un filésofo alemén sacd de ese principio, yendo hasta el punto de afirmar que la mentira dicha a un asesino que nos pregun- tase si acaso un amigo nuestro, perseguido por él, no se refugiaba en nuestra casa, no seria un crimen. 20 de esta edicin), ese principio de la siguiente manera: cones ocasionales de ls reglas que constituyen la moral objeti- vd? A Constant hay que situarlo en el trnsio de los valores re- volucionarios que habian desembocado en el Terror, que se cencaminaban hacia el Estado constitucional. A Kant conviene de los principioséticos en moral po- Iitica, es decir, en moral palica. Dos discursos que, al menos en cdo al alemén en Tes lettres a Kramer. (Nota de! ei © Confieso aqui que esto fue dicho por mi en algin lugar, pero no puedo ators acordarme dénde, nands résidant d Paris, editado por Kat! kant 27 Es un deber decir la verdad. El concepto de de- ber es inseparable dél concepto de de €s aquello que corresponde en un ser a los derechos del otro. Donde no hay ningiin derecho, no hay nin- agin deber, Por consigniente, decir la verdad es un El mpatov beddo¢ se encuentra aqui en la roposicién: «decir la verdad es un deber, pero solamente en relacién a quien tiene el derecho a la verdad», Se debe observar en primer lugar que la ex- presién «tener derecho a la verdad» se encuentra desprovista de sentido.-Se debe, al contrario, de- cir que el hombre tiene derecho a su pi cidad (veracitas), esto es, a la verdad subjetiva en su persona. Pues, tener objetivamente dere~ cho a una verdad, significaria lo mismo que de- cir que depende de una voluniad, como en gene- ral sucede en as cuestiones sobre lo mio y to Tuyo, que una proposicién dada pueda ser verda- dera o falsa, lo que producirfa entonces una ex- re, cuando no puede rehusar a responder si o no, tiene la facultad (el derecho) de ser inveridico (also, mentiroso). La segunda 28 cHAY DERECHO.A MeNTIR? cuestién consisté en saber si no esti absohuta- mente obligado, en una cierta declaracién a la que lo obliga una injusta coaccién, ha ser inver!- dico a fin de evitar un crimen que lo amenaza 0 amenaza a otra persona. La veracidad en las declaraciones que no se pueden evitar, es un deber formal del hombre con relacién a cualquier otro’, por mayor que sea el perjuicio que se deduzea de esta conducta para lo para otra persona, y si alterando la verdad no cometo una injusti una declaracién de manera injusta, falsificén- dola, cometo, por esa falsificacién, que también puede ser llamada mentira (aunque no en el sen- tido de los juristas), un: ia de cardcter general en la parte més esencial del deber, esto es, hago, en aquello que a mi se refiere, que las declaraciones no tengan en general ningan cré- dito, y por tanto, también que todos los derechos fundados en contratos desaparezcan y pierdan su fuerza, lo que supone una injusticia causada a la humanidad en general. No puedo retorcer aqui el principio hasta el extremo de hacesle dccir «la falta de veracidad es la transgresion del de- ber hacia uno mismo». Este principio pertenece a la ética y aqui se trata de un deber de derecho dela virtud ro ve en esta transgresién, mas qui mentiroso hace recaer sobre si mismo. kan 29 Se define, por tanto, a la mentira como una declaracién intencionalmente no verdadera he- cha a otro hombre, y no hay necesidad de agre- gar que deba perjudicar a otra persona, como cexigen los juristas en Ia definicién que de ella presentan (mendacium est falsilo. in prae- Judicium alterius). Pues, haciendo inttil la firen- te del derecho, ella perjudica siempre a otras personas, incluso cuando no sea @ un hombre determinado y si a la humanidad en general. Esta mentira practicada por bondad puede, por tanto, ser susceptible de penalidad de acuerdo con las leyes civiles; pero aquello que apenas por in dente escapa a la punicién puede también ser juz- ¢gado de injusticia de acuerdo con las leyes exterio- tes. Por ejemplo, si una persona impidiera por ‘medio de una mentiva, que un individuo llevado por un arrebato asesino, llegara a cometer un ase- sinato, seria juridicamente responsable de todas as consecuencias que de ello pudieran derivarse. Pero si se restringe a la verdad estricta, la justicia pablica de nada le podria acusar, por mas impre- vistas que sean sus consecuencias. Es por consi- iente posible que, después de haber respondido jonestamente «sin, al asesino que os pregunta si su enemigo se encuentra en nuestra casa, éste con- de forma inapercibida escaparse de manera que no estando més al alcance de! asesino, el cri- 30 cir DERECHOA mewn? ‘men no pueda ser cometido; sin embargo si hubié- seis mentido y dicho que la persona perseguida no se encontraba en vuestra casa, y ella hubiese realmente salido (aun en el caso de que no tuvié- tais conocimiento de ello), y el asesino la encon- ‘trase después huyendo y cometiera su crimen, con raz6n podrias ser acusado de ser el autor de su muerte, Pues si hubiéseis dicho la verdad, tal como la conoefais, tal vez el asesino, al buscar a Su enemigo en vuesira casa, fuese capturado por los veciros que acudicran y el crimen habria sido impedido, Por consiguiente, quien miente, or mis bondadosa que puede ser su intencién, debe responder por las consecuencias de su ac. cién, delante del tribunal civil, y arrepentirse de ella, por mds imprevistas que puedan ser; porque la verdad/veracidad es un deber que debe ser Considerado la base de todos los deberes que se fandan sobre un contrato, y la ley de esos debe- Tes, desde que se permita la menor excepeién, se toma dudosa e intl. Es por tanto un sagrado mandato de Ia razén, ue ordena incondicionalmente y no admite li- mitacién, por cualquier especie de conveniencia, lo siguiente: ser verdadero/veridico (honesto) en todas nuestras declaraciones, La observaci6n del Sr. Constant sobre la des- consideracién de esos principios rigurosos, per- kane 31 dios en vano en ideas inejecutables,y por ello, Techavable, es razonable y al mismo tiempo jus, ta, «Siempre que (dice en Ia P. 123, 12 de esta edicién) un principio demostrado como verda, dero parece inaplicable alas eircunstancias, asf acontece porque no conocemos el principio in- ‘ermediario que contiene el medio de la aplion. ciém». Cita (p. 121, 16 de esta edicién) la doctri- a de la igualdad coino el primer anillo que forma la cadena social: aque (P. 122, 17 de esta cdicién) ningtin hombre puede ser vinculade sino por las leyes a cuya formacién contribuyd ¢s un principio universal, igualmente verdadero en todo tiempo y bajo toda citcunstancia. En une Sociedad muy estrechamente constituida este Principio puede ser aplicado de modo inmediato, ¥ no necesita, para tornarse habitual, de ningtin Principio intermediario. Pero en una sociedad muy numerosa debemos agregar todavia un nue- 0 principio a aquel aqui citado, Este principio intermediario esl siguiente: que los individuos, bara la formacién de las leyes, pueden contribuiy © en persona o mediante representantes. Quien uisiera aplicar el primer principio a una socie- dad nomerosa sin agregar el intermediatio, eau. saria infaliblemente la destruccién de ella. Este hecho, que evidenciarfatnieamente la ignoran cia 0 inhabilidad del legislador, nada demostra. 32 Hav DeRECHOA MewnR? tia contra el principio». Concluye (en la pagina 125, 21 de esta edicién), de este modo: «in prin- cipio reconocido como verdadero por consi- Suiente munca debe ser abandonade, cualquiera Que sea el peligro aparente que en el que se en- Cuentra» (y con todo ese buen hombre habia abandonado por si mismo el principio incondi. sional de veracidad, por causa del peligro que traeria para la sociedad, porque no puede descu- brir ningiin principio intermediatio que sirviese Para prevenir ese peligro, y realmente, en esta casién, no hay ninguno a introducit), Benjamim Constant, o por utilizar sus propios términos, el «fildsofo francés» ha confundido la accién por la cual alguien perjudica (nocet) a otro dieiendo una verdad que no puede evitar confesar, con el acto de aquél otro que comete luna injusticia respecto de otro (laedit). No es mids que por efecto del azar (casus) que la vera cidad de la declaracién ha podido resultar lesiva a quien se refugiaba en la casa; y no es el efecto de un acto libre (en el sentido juridico), pues el derecho a exigir de otto que mienta en nuestro provecho tendria como consecuencia una preten. sién contraria a toda legalidad. Cada hombre, Por tanto, tiene no solamente el derecho sino in. cluso el mas estricto deber de enunciar Ia verdad on las proposiciones que no puede evitar, aunque KANT 33 Se perjudique a si mismo o a ottos, Hablando en Propiedad, no es él mismo el causante del dato due experimenta quien sufre a causa de su con. dicta, sino que ello es producto del azar, ya que en este caso el individuo no es absolutamente Ii, bre para escoger, por euanto la veracidad (desde | que resulta forzado.a hablar) es un deber in. condicionado. El «fil6sofo alemény no podtd, Por tanto, admitir comio principio la proposicién (©, 124, 20 de esta edicién): «decir la verdad ea lun deber, pero solamente en relacién a quien tie- ne el derecho a la verdad. En primer lugar, porque se trata de una formu lncién poco clara del principio, Ia verdad no es luna propiedad respecto de la que le puedan ser conferidos derechos a un individuo que lleguen a Ser negados a otto. ¥ a continuacién, sobre todo, Porque el deber a la veracidad (la sola cuestiOn de la que aqui se trata) no admite esa distincién entre Personas respecto de las que exista tal deber, y Personas en relacién con las cuales nos podamos tiberar de sus mandatos, porque se trata de un de. ber absoluto vilido en cualquier circunstancia Pata poder transitar desde una metafisica del derecho (que hace abstracién de todas las condi- ciones de la experiencia) a un principio de la pol. tea (que aplica esta ideas a casos de la experien. Cia), buscando resolver mediante ese principio 34 car DeRECHO A MeNTIR? un problema politico, al mismo tiempo que se permanece fiel al principio general del derecho, el fildsofo resaltara: 1) un axioma, esto es, una proposicién apodicticamente cierta, que resul- ‘ta inmediatamente de la definicién del derecho exterior (el acuerdo de la libertad de cada uno con la libertad de todos, siguiendo una ley uni- versal); 2) un postulado de Ia ley piiblica exte- rior, en cuanto voluntad unificada de todos se~ gin el principio de la igualdad, sin la cual no habria libertad para cada uno; 3) un problema, que consiste en determinar el medio de preservar la armonfa en una gran sociedad, manteniéndose fiel alos principios de libertad e igualdad (es de- cir, los medios de un sistema representativo). Ese medio es un principio de la politica, cuyo dispositive y reglamentacién suponen decretos que extraidos del conocimiento experimental de os hombres, no responde a otro fin que a un me- canismo de administracién del derecho y de los medios de organizarlo convenientemente. No es preciso que el derecho see reglado des- de la politica, sino mas bien que la politica lo sea desde ef derecho, «Un principio reconocido como verdadero (y agrego: reconocido a priori, y por tanto apodictico) nunea debe ser abando- nado, cualquiera que sea el peligro aparente que en el se encuentran, dice el autor (p. 21 de esta xan 35 edicién). Lo que hay que entender aqui, no como el peligro de causar mal (accidentalmente), sino, en general, el de-cometer una injusticia. Es eso lo que aconteceria si yo subordinase el deber de veracidad, que es enteramente incondicionado y constituye la suprema condicién juridica de cual- quier declaracién, a un deber condicionado a tal © cual consideracién particular. Y que por una cierta mentira, no cometo, por intermediacién de esa accién, una injusticia hacia nadie, sino que viol6 en general el principio del derecho relativo a cualquier declaracién inevitable (cometo una injusticia formaliter, auque no materialiter), lo que os considergblemente peor que cometer una injusticia contra una persona concreta, porque semejante accién no supone siempre necesaria- mente el sometimiento a un principio a este res- pecto. Quien acepta la pregunta que otro le dirije de responder si, en la declaracién que va a efectuar, tiene o no intencién de ser veraz, aquél que —digo yo— acepta esta pregunta sin reaccionar con in- dignacién por li’ofensa de sopecha que contra é1 se levanta acerca de su veracidad, y reclama el permiso para reflexionar antes sobre una posible excepcién, es ya un mentiroso (in potentia), por- que demuestra que no reconoce la veracidad como un deber en si mismo, sino que se reserva 36 gilay DeRECHO.4 weNTIR? la potestad de hacer excepciones a una regla que por esencia no admite ninguna excepeién, por- que de otro modo se contradeciria a ella misma. Todos los principios juridicos précticos deben contener una verdad rigurosa, y los principios aqui llamados intermediarios solo pueden conte- ner la determinacién que permite su aplicacién a sos que se’ presentan-(siguiendo las reglas de la politica), pero nunca pueden establecer ex- porque destruirian la universalidad en virtud a la cual exclusivamente merecen el nom- bre de principios. TO — lV. IMMANUEL KANT, «SER SINCERO ES TAMBIEN UN DEBER HACIA UNO MISMo»® 429 La mentira §9 El mayor ataque que puede serle hecho al de- ber del hombre hacia si mismo, considerado so- lamente como ser moral (la humanidad en sw persona), es lo contrario de la veracidad: la mentira (aliud lingua promptum, aliud pectore inclusun

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