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DERECHO Y HUMANIDADES / N° 12 / 2006 / 17-27 Democracia y pluralismo agonistico (CHANTAL MOUFFET ‘UwiverstDab DE WESTAGNSTER Resumen: La autora presenta cn este trabajo la problemisica que tre de la mano el establecer que la poltica adversacial es algo obsoleto, y por esa razén, desplazarla por lo moral y lo jutidico, atendiendo a su imparcialidad. A través del tabajo nos muestra las consecuencias de buscar siempre el consenso en materia poltica, dejando de lado la “derecha y Ia iaquierda”, y cambiindolo por lo “bueno y lo malo”, olvidando la distincién noso- t108/ellos que siempre debe exist en la politica, es decir la lucha agonistic. Absteact: ‘The authoress presents in this work the problematic that beings to establish thae the adversarial politic is obsolete, and for this reason, co displease it for the moral and the juciical thing, attending to the impartiality they can give. Across this work she shows us the consequences of looking always for the consensus in politcal matter, leaving at the side the “right and the left side”, and changing it for "good and bad", forgetting the distinction we/they who always must exist in he poli- ties it is to say the agonistic fight Palabras Clave: Teoria Politica, Democracia, Moral, Key words: Political cheory, Democracy, Morality. Desde hace tiempo estoy preocupada por lo que considero la incapacidad creciemte en que nos ‘encontramos para concehir los problemas que enfrentan nuestras sociedades en términos politicos, ¢s decir, como problemas que requieten decisiones no meramente téenicas sino propiamente politicas, decisiones tomadas entre alternativas reales que suponen Ia disponibilidad de proyectos en conflicto pero igualmente legitimos concemnientes ala forma de organizat nuestra vida en comin. Parecerfa que, ‘en ver del fin de a historia, lo que estamos presenciando fuera en realidad el fin de la politica. zNo es ése, acaso, el mensaje que, atin de modos diferentes, estin transmitiendo las tendencias mas recientes en teoria y sociologia politica, por no mencionar las pricticas dominantes de los partidos politicos ‘establecidos? Ellos sostienen que e] modelo adversarial de la politica se ha vuelto obsoleto y que he- ‘mos ingresado en una nueva etapa de modernidad reflexiva en la que puede construirse un consenso inclusivo en torno de un “centro radical”, Todos los que estin en desacuerdo con este consenso son desestimados como arcaicos o condenados como malvados. En tiempos recientes la moraidad ha sido promovids al puesto de narrativa macstra y esti reemplazando a los discursos politicos y sociales, desacreditados a la hora de prover lineamientos para la accién colectiva. A tal punto se esti convir- Profesra de Tent Polca en a Ualveniad de Wessninter (Landes), ha ido doce nvesigaoea en muchas univers Aades de Buopa, Nomeaneaca y Sudamsicay es meio dol College Iteration de Piosoptie de Pa Fe sutra Je gyno and StS Tenures Ral Donat Pts Guta con Pest Lac) etre ot 7 CHANTAL MOUFFE, ‘endo nipidamente en el nico voeabularo legkimo, que en Inger de pensar en términos de derecha 0 iaguierda somos ahore instados a pensar en téaminos de lo bueno lo mal. ‘La consecuenia de este desplavamiento de la politica por la moralidad es que la esfera piblica dlemoctitca ha tesoiado seriamente debiitada por la falta de un debate propiamente “agonisico” alrededor de posibesalernativa al orden hegemnieo existente. De abi la ceecente desaeccién hacia Jas instiuciones democrticasliberles, que se manifesta a tavés de la declinacin de a paricipacin electonl 0 de la atzaccisn que ejercen los partidos populistas de derecha que desafian al exablthmert polite Hay muchas razones para la desaparcin de una perspectva propiamente politica: algunas tie- ten que ver con el predominio de un séyimen de globalizacin neoliberal, owas con el ipo de cultura consumista individualsta que impregna las sociedades industriales mais avanzadas. Desde una pers: pectiva mis estritamente politica, est claro que cl colapso del comunismo y la desapazicisn de las fronteras politicas que hablaa estructurado el imaginario politico durante la mayor parte del siglo XX hhan conducido al desmoronamiento de los refeentes politicos de la sociedad. La difuminacion de ls fronteras entre derecha © izguierda que hemos presenciado constantemente y que tantos celebran ‘como un progreso,constituye desde mi punto de vista une de ls principales razones para la erecinte izrelevancia de la esfera pablicapoltiea democrétca y tiene consecuencias muy negatvas para la pol- tica democriica. Volveré sobre este punto més adelante, pues quisiera examinat en primer lugar la responsabilidad de la reoria politea en relacién con a incapacidad en que nos hllamos actuamente para pensar en términos politicos 1.as limiraciones de ia teoria democritica liberal Como teésica de la potiea, estoy paricularmenteinteesada en el rl que ha jugado la teoxa po lca en la desaparcin de una visién propiamente politica. En afios recientes la comprensién tradi clonal de la democracia como agregaciéat de intereses ~el modelo “agregaivo”” ha sido creceate- ‘mente desplazado por un auevo paradgiaa que, bajo el nombre de “democracia delberativa” ipida- ‘mente esti imponiendo los téxminos de a discusién. Uno de sus principios centrales es que las cues- tiones poliicas son de naturaleza moral y, por consiguient, susceptibles de watamiento racional. EL ‘objetivo de una sociedad democritica cs, desde esa perspectva, la creacin de un consenso racional alcanzado por medio de procedimientos delberavos apropiados cuya finalidad es lade generar dei- siones que representea un punto de vista imparcal,en interés de todos por igual Todos los que po- ‘nen en euestin la mera posbilidad de semejante consenso racional y que afiman que la politica es un dominio en el cual siempre es razonable esperar discord, son acusados de socavar Is posbilidad misma de la democracia. Tal como lo expresa, por ejemplo, Habermas: “Si as cuestiones de justcia no pueden tascender la autocomprensin ca de formas de vida en competenia, si as oposciones y conficwos de valores existencialmente relevantes deben penetar todas ls euestones concrovetias, eszouces en kim aniisis cerminaremos en algo parecido a la concepein que Carl Schmit tene de la polities”. Esta tendencia teria a asimilar la politica a la moralidad, entendida en términos racionalistas v universalistas, borra la dimeasién de antagonismo que es inezadicabe de Is politica. Fsto ha contri buido al actual desplazamieato de Io politico por lo jusiieo y lo moral, que son percbidos como terzenos paticularmente adecuados para alcanzar decsiones imparcles. Hay, por consiguiene, un fuerte wincuo entze esta clase de tora politica y el rewoceso de lo politico. ¥ éa es Ia az6n por la «que me preocupa el hecho de que el modelo deliberavo de democracia sea habinsalmente presentado = HABERMASS, ingen, Rp Smpason Papen Cazdono Law Review, Va. 17, Marzo de 1996, NS, pig 1493, 18 DEMOCRACIA Y PLURALISMO AGONISTICO. como el mis apropiado para la etapa actual de la democracia, Sin dud, este tipo de teoria se combina bien con la politica de la tercera via y su pretension de situase “ms alli de la iquierda y la derecha”, pero ~como argumentaré en un momento- es precisamente esta perspecsiva post-poiitca la que nos ‘ele inapacts de pena de wo odo poli, de formula preamps y de ropont es: puestas politicas, Este desplazamiento de lo politico a lo juridico es muy claro, por ejemplo, en la obra de Joho Rawls, quien manciona a la Corte Suprema como el mejor ejemplo de lo que él denomina el “libre cjercicio de la razén piblica", que es desde su perspectiva el modelo mismo de la deliberacién demo- critica. Otro ejemplo puede hallarse en la obra de Ronald Dworkin, quien en muchos de sus ensayos ‘otorga primacia al poder judicial independiente, considerado como el imérprete de la moralidad polit- ca de tna comunidad, Segtin él, rodas las cuestiones fundamentales que enfrenta una comunidad poli- tica en el terreno del empleo, a educacidn, la censura, la libertad de asociacién, et., son mejor resuel- tas por los jueces, en la medida en que interpreten ia constitacién con referencia al principio de la igualdad politica. Es muy poco lo que queda para la discusién en la arena politica. Tncluso pragmatistas como Richard Rony, pese a que llevan a cabo una entica importante y de largo aleance dl enfoque sacionalis, fallana la hora de proporcionar una alternativa adecuada, De hnecho, el problema de Rorty ¢s que, aunque de un modo diferente, también tezmina prvilegiando el conscoso ¥ perdiendo In dimensién de lo politico. Si bien el consenso por el que aboga ha de ser a canzado mediante la persuasion y la “educacién sentimental”, no a través de la argumentacin racio- ‘nal, ceee sin embargo en la posibilidad de un eonsenso inclusivo ¥, por lo tanto, en Is eliminacién del santagonismo, De hecho, l situacién actual puede ser vista como la realizacidn de una tendencia que, como lo hha argumentado Cael Schmitt, se inscribe en el corizén mismo del liberalism, euya incapacided cons titutiva pare pensar en términos verdaderamente politicos explica que tenga siempre que recur a otros tipos de discurso: econdmico, moral 0 juridico. Sé que puede parecer paradijico, 0 incluso per- ‘verso, emitir « Schmitt —adversario declarado de lx democracia liberal en wn intento por remediar las deficiencias de los te6ricas democriico-tberales, pero estoy convencida de que menudo pode- ‘mos aprender mis de los cedcos intansigentes que de los apologstas blandos, {La fuerza de la estica de Schmitt radicaen el hecho de que pone en primer plano lo que const- tuye la principal debilidad del pensamiento iberal: su incapacidad para aprehender la especificidad de lo politico. En Ei enapto de o pot escrbe: “El pensamicato liberal elude 0 ignora al Estado y ala politica de un modo genuinamente sistemitieo, y en su lugar se mueve en el seno de una polaridad tipica y recurrente entre dos esferss heterogénens, las de la ética y la economia, espitita y negocio, edlucacién y propiedad, La desconfianza ertica freote al Estado y a la politica se explica a putir de los principios de un sistema para el cual el individuo es y debe segue siendo tanto rrminu « quo como terminus ad quer?” En otras palabra, el pensamiento liberal es necesatiamente ciego 2 lo politica en virtad de si individualismo, que lo vuelve incapaz. de comprender la formacién de identidades colectivas. No obs- tant, lo politico versa desde el comienzo acerca de las formas colectvas de identificacién, puesto que en este campo tratamos permanentemente con la formacién de un “nosotros” opuesto a un “ellos” Lo politico se rclaciona con el conflicto y el antagonismo, su aifirmtia gufica, como lo expresa Schmitt, esl distinciGn entre el amigo y el enemigo. No resulta sorprendente, pues, que el racionalis smo liberal no pueda captar su naturaleza, dado que el racionalismo requier la negacin misma dela inesradicabilidad del antagonismo. El liberalismo necesita negar el sntagonismo desde el momento en que, al poner en primer plano el momento ineludible de ls decision —en el sentido esereto de tenet SCHMITT Ca, lama dee peli Manoa Edo) Madi 1991, ig 99. » CHANTAL MOUFFE, ‘que decid en un terreno indecidible— lo que el antagonism cevela es el limite mismo de todo con: senso racional Desde mi punto de vista, es esta negacin del antagonismo lo que impie ala ceoia liberal pen- sar politica democritica de un modo adecuado. Lo politico en su dimensién antagénica no puede sex borrado por cl simple hecho de su negacién, del deseo de su desapatcion, que es el pico gesto liberal; semejante negacin s6lo conduce sla impotenca,imporencia que carcteriza al pensamieato liberal cuando es confeontado con la emergencia de ancagonismos que, sepin la tcora, dcberan perte- necer a una época ya superada en la cual la zn todavia na habefa logrado controlar cirtas pasiones supuestamente arcacas. Tal como lo mosteaté en in momenta, este lo que se encuentea en la rae de la incapacidad actaal para captar la naturleray las causas del nuevo fendmeno del populism de derecha que est incusionando en Europa. Es por exo que considero de la mayor importacia prestar stencin a Schmit: cuando afiema que “el fendmeno de lo politico s6lo se deja aprehender por refe- rencia ala posibilidad real de la agrupacion segin amigos y enemigos, con independencia de las conse- cuencias que puedan derivarse de ello para a valoraci6n religiosa, moral, etética 0 econémiea de lo politico", Esta es una percepcién crucial y consdero que Schmite esti en lo cierto cuando lama nuestra atencién al hecho de que lo politico esti ligado a exstencia de una dimension de hostidad ‘en las sociedades humanas,hostldad que puede adoptar muchas formas y manifestarse en muy diver- 505 tipos de svaciones sociales. Desde mi punto de vista, este reconvcimiento deberia constituir el punto de panida para una reflexiéa adecuada acerca de los objetivos de la politica democritic Ciertamente, Schmitt nunca desarrollé ests inticiones de un modo teérico,y esa es la razéa por la cual eel curso de mi trabajo he tratado de Formularls con mis rgurosidad a ravés dea crtca del esencialismo desarrolado por varias corrientes del pensamiento contemporineo. Esta erica revela {que uno de los principales problemas de! liberalism es que desplieya una ldgiea de lo social basada en tuna concepein del ser como presencia y que concibe la objervidad como inherente a as cosas mise smas, Hsta es a azn por a cual no puede aprehender el proceso de constracein de las identidades poliicas. Es incapaz de reconocer que solamente puede haber una identidad euando ela se construye como “diferencia” y que wda objesvidad social se constituye por medio de actos de poder. Lo que se nigga a admits es que toda forms de objetvidad sociales en Shima instancia politica y que debe evar Tas marcas de los acos de exclusiba que tigen su constituei, Fmplearé la nocién de “exterior consttutivo” para explitar mi argumento, Este ming ba st <0 propuesto por Henry Staca para referzse a una serie de temas desarolldos por Jacques Dertia 4 teavés de nociones tales como las de “suplemento”, “marca” y“difraa’, Su objetivo es el de subeayar ‘Lhecho de que la ereacién de wna identdad supone el establecimieato de wna diferencia, diferencia que ¢8 a menudo construda sobre fa base de wna jerarqu: por ejemplo, ence forma y materia Regro Y blanco, hombre y mujer ete. Una vez que henos comprendido que toda idemidad es relacional y ‘gee la affmacién de una diferencia ~es deci, la percepeién de un “otro” que consttaye su “exterior” cum precondicién para la existencia de cualquier identidad, podemos formulae mejor la Wea de ‘Schmitt acerca de la posibilidad siempre presente de la relacion amigo/enemigo; o, para devtlo de ‘90 modo, podemos comenzar a percibir de qué modo una relacién socal puede converdrse en el terreno de produc de un aneagonismo. De hecho, como ya lo he indieado, exando nos refetimos a la identidades politics ~que son siempre identidades coleetivas- estamos teatando con le creaci6n de un “nosotros” que solamente puede existira partir de la demarcacién de un “ellos”. Esto no significa, por supuesto, que esa relacién sea necesariamente antagénica. Pero sf sighfiea que siempre existe Ia posibilidad de que esa relacién nnosoteos/dllos se convierta en una relacign entre amigo y enemigo, Ello sucede euando los otros, que 2 fd pl 68 DEMOCRACIA Y PLURALISMO AGONISTICO ‘hasta entonces eran considerados como simplemente diferentes, comienzan a ser percibidos como ‘cuestionando nuestra identidad y amenazando nuestra existencia. Desde ese momento, cualquier for- sma de relacién nosottos/ ellos, sea religiosa, éeniea o econdmica, se convierte en sede de un antago- Lo que es importante en este punto es el reconocimiento de que la condicién misma de posibili- dad de formacién de ls identidades polticas es al mismo tiempo la condicién de imposibilidad de una sociedad de la cual pudieraeliminarse el antagonismo. Fl antagonismo es, por consiguiente, una p bildad siempre presente, como lo subrayara repetidamente Schmitt, Esta dimension sntagénica es lo aque he propuesto denominar “lo politico” para distinguirlo de “la poltica”, que refiere al conjunto de pricticas e insttuciones cuya findidad es crear un orden, organizar la coexistencia humana en condi- ciones que son siempre conflictivas porque estin atravesadas por “lo politico”. Para utilizar la tesmi- nologia heideggeriana, podriamos decir que “Io politico” esti situado en cl nivel de lo ontolégico, ‘ientzas que la politica pertenece al de lo éntico. El pluzalismo agonfstico Estas consideraciones acerca de las limitaciones de la teoria democritica liberal deberian ayudar al lector a rastrear el origen de mi conviecién de que, para comprender Ia naturaleza de la politica democritica y el desafio al que se enfrenta, necesitamos una alternativa a las dos principales perspecti- vas en cizculacién en la teria politica democritica. Uno de esos enfogues, el modelo agregativo, con- cibe a los actores politicos como movidos por la prosecuciéa de sus intereses; el otro modelo, el deli- Dezativo, subraya el rol de la raxin y las consideraciones morales. Lo que ambos modelos dejan de Jado es el rol central de lo que yo llamo las “pasiones” en la creacién de las identidades politicas 0 colectivas. Desde mi punto de vista, no es posible comprender la politica democsitica sin reconocer a Jas pasiones como una fuerza propulsora en el campo de la politica. Es por eso «ue estoy trabajando en la elaboracién de un nuevo modelo que denomino “plurismo agonistico”, que pretende abordar todas las cuestiones que no pueden ser apropiadamemte tratadas por los otros dos modelos debido a su perspectiva individualist y racionalista, En pocas palabras, mi argumento es el siguiente. Una vez que reconocemos la dimensin de “Jo politico” comenzamos a darnos cuenta de que uno de los principales desafios para la politica demo- Critica consiste en la domesticacion de la hostilidad y en Ia tentatva de desactivar el antagonismo potencial existente en las relaciones humanas. De hecho, la cuestién furdamental para la politica de- ‘mocritica no es cémo artibar a un consenso racional —es decis, a un consenso sleanzado sin excla- si6n—, lo cual requeriia la construccién de un “nosotros” que no twviera el eotrelato de un “ellos”. Esto es imposible porque, como hemos visto, la demarcacién de un “ellos” es la condici6n misma ppara la constitucién de un “nosotros”. La cuestin crucial para la politica demoerética es, entonces, ‘como establecer esta dstincién nosotros/ellos ~que es constitusva de la politiea- de un modo tal que sea compatible con el reconocimiento del pluralismo, El conflicto en las sociedades democriticas n0 puede y no deberia ser erradicado, puesto que la especifcidad de Ia democracia moderna reside, preci- samente, en el reconocimiento y la legitimacién del conficto. Lo que la politica democritica require €5 que los otros no sean vistos como enemigos a set destntidos sino como adversarios cuyas ideas sezin combatidas, incluso de modo virulento, pero cuyo derecho a defenderlas munca ser puesto en ‘uestién. Para decitlo de otro modo, lo importante es que el conllicto no adopre la forma de un “an- ‘agonisme” (enfrentamiento entre enemigos) sino la forma de un “agonismo” (enfrentamiento entre adversarios. Podriamos afirmar que el objetivo de la politica democritica consiste en transforrar el antagonismo potencial en agonismo. a CHANTAL MOUFFE Es por eso que sostengo que la eategoria central de la politica democritica es la categoria de “adversico", el aponente con quien compartimos wna lealtad comin hacia los prineipios democrit- cos de “libertad ¢ igualdad para todos" al dempo que diseatimos acerca de sv inteepretacion. Los adversarios lnchan unos contra otas porque quieren que ss interpretacion devenga hegeménica, peo tn ponen en cucstin la legiimidad de sus oponentes para luchar por la victoria de su posicién. Esta confrontacién entre adversaios es el modo en que concibo la “lucha agonistiea”, que considero que es la condicién misma para una democracia vivazt, Para el modelo agonstco la taea primera dela poli tica democritica no es eliminar las pasiones o selegals a la esfera prvada pasa estblecer ua consenso zacional en Ja esfera piblica, sino, por at deczlo, “domestica” esas pasiones movilizéndolas hacia ropasitos democritcos, mediante la creacién de formas colecivas de identificacién alrededor de abjetivos demacriticas, Para evitar todo malemtendido, permitaseme subrayar que esta nociéa de adversario debe ser t= jantemente distinguida de la forma én que ese término es utlizado en el discurso liberal. De acuerdo con mi comprensién del concepto de “adversatio”, ycontrariamente a la visin liberal, a presencia del antagonismo no es eliminada sino “sublitada” De hecho, lo que los libeeales aman “adversario” es simplemente un “eompetidor” Flos conciben el campo de la politica coma un terreno neutral en el cual diferentes grupos compiten para oeupar las posiciones de poder y euyo objetivo es simplemente desalojar a ottos para ocupar su lugar, sin poner en cuesin la hegemonia dominance ai trnsformar profundamente las relaciones de poder. Es simplemente una competencia entre étes. Ea mi caso, por el ontario, la dimensién anragénica est siempre presente, puesto que lo que esti en juego esl cha entre proyectos hegeménicos opuestos que nunca pueden set reconciiados racionalmente, de modo tal que uno de ellos debe ser derrorado. Se ata de una canfrontacién real, pero una confiontaciin aque se desarrolla bajo condiciones reguladas por un conjunto de procedimientos democsiticasacepta- ds por los adversarios. Los teércos liberales son incapaces de reconocer no solamente Is seaidad elemental de la dis- cowdiaen la vida social y la imposibildad de halla solucionesracionalese imparcals para las euestio- nes poiicas sino tampoco el rol integrtivo que juege cl canfico en la democracia moderna. Para funciona decuadament, la democracia ruicre de a confrastacin ente posiciones poticas emo- crivicas. Si ella esté ausene, existe siempre el peligro de que la conftontaion democritica sea reemn- plazada por uaa confrontacidn entre valores morales no negociabes o formas de identificaion esea- Cialis. El exceso de énfasis en el consenso, junto con la aversin hacia la confrontacién, conduce a Js apava ya la desafeccidn hacia la putcipacion politica. Es por eso que una sociedad democritica nceesita del dcbate acerca de posibles attnatvas. Debe proporciona formas politcas de identifiea- cin alrededor de posiciones democriticasclaramente dferenciadas, 0 —para deitlo en los exmninos de Niklas Luhman— debe haber una clara “division en la cima”, una opcién teal entre las politicas fpropuestas por el gobierno y las de la oposicién. Si bien el consenso es indudablemente necesatio, dlebe ser acompaiiado del dsenso. El eonsenso es necesario en las insttucones que son constnuivas de fa democraca y en los valores ético-polices que deberian constiui la asocacion politica, pero siempre habré desacuerdo en rclacién al significado de esos valores y al modo en que ellos debesian sc implementados. En una democracia pluralist, tales desacuerdos no solo son legtimos sino que son también necesaros. Ells habiltan diferentes formas de identicacion de Ja ciudadania y son la ‘materia dela poliea democrtica. Cuando la dinimica agonistica del plualsmo es obstaculizada de- bido a la catencia de formas democriticas de identificacion, ls pasiones no cuentan con una sida dlemocrévcay el tereno queda preparado para la emergencia de varadas formas de police arculadas Alrededor de identidades esencalistas de tipo nacionalisa, religiso o &tnico,y pars Ia multplicacion de ls confrontaciones eatorno a valores morales innegocables. «Param detrlo de ete ape, vase Chactal Moule, La pr omvin, Gain,Barcloos 208, 2 DEMOCRACTA ¥ PLURALISMO AGONISTICO ‘Mis all de la izquierda y la derecha Es por eso que debemos ser suspicaces frente a a tendencia actual a celebrar el desdibujamiento de las fromteras entze inquietda y derecha y a abogas por una politica situada “mas alld de la iaquierda y la derecha”. Una democracia que funcione adecuadamente reclama la confrontacién vital entre posi- ciones politcas democriticas. Los antagonismos pueden adoptar muchas formas y s ilusora la creen- cia de que podrian ser erradicados. Para que sea posible transformarlos en relaciones agonisticas en. ‘necesario proporcionar una salida politica para la expresion del conflicto en el marco de un sistema democritico pluralista que oftezca posibilidades de identificacién en tomo a alternativas politicas democriticas. Es en este contexto que quisiera tract a colacién las consecvencias perniciosas de la tesis tan de ‘moda que ha sido presentada por Ulrich Beck y Anthony Giddens, quienes sostienen que el modelo adversarial de politica se ha vuelto obsoleto. Desde su perspectiva, el modelo de politica basado en la opoxiciGn amigo/enemigo es earactetistico de la modemidad industrial clisica, a “primers modemni- dad”, pero ellos sostienen que ahora vivimos en una “segunda” modernidad, diferente de la anterior, tuna modernidad “reflexiva” en la cual el énfasis deberia ponerse en la “sub-politia”, en las cuestiones cde “vida y muerte”. ‘Como en el caso de la democracia deliberativa que he cxticado al comienz0, aunque de modo diferente, lo que se encuentra en la base de esta concepein de la modernidad ceflexiva es la posbil- dad de la eliminacién de lo politico en su dimensién antagénica y la creencia de que las relaciones amigo/enemigo han sido erradicadas. Lo que se afitma es que en ls sociedades post-tradicionales no huallamos ya identidades colectivas construidas en términos de nosotros/ilos, lo cual significa que las fronteras politieas se han evaporada y que la politica debe, par consiguiente, ser “reinventada” ~para usar Ia expresisn de Beck. De hecho, Beck sostiene que el escepticismo generalizado y la centralidad de la duda actualmente dominantes impiden el surgimiento de relaciones antagénicas. Hemos ingresa- do en una era de ambivalencia en la cual nadie ya puede creer estar en posesion de la verdad —creen- cia que era, precisamente, el punto de donde surgian los antagonismos—, de modo tal que no hay ya suzones para sa emergencia. Todo intento de organiza identidedes colectivas en términos de iaquierda y-derecha y de definir un adversatio es de ese modo desacreditado como “areaico” © como propio del “Viejo Laborismo”, para hablar como lo hace Tony Blais La politica en su dimensién contficrual ¢s considerada cosa del pasado y el tipo de democracia recomendada es consensual y completamente despoltizada. Hoy en dia los términos clave del diseurso. politico son “buena gobernanza” y “democracia libre de divisiones partidatias”. Desde mi punto de vist, es la incapacidad de los partidos tradicionales para proporcionar formas distintivas de identifica- cidn en tomo a posibles alternativas lo que ha ereado el terreno para el actual florecimiento del popt- lismo de derecha. De hecho, los partidos populistes de derecha son a menudo los tnicos que intentan :movilizar pasiones y crear formas colectivas de identifcacién. Contra todos los que creen que la poli- tica puede ser reducida a las motivaciones individaales, ellos son bien conscientes de que la politica cconsiste siempre en la creacién de ua “nosotzos” contra un “ellos” y que ella supone la constitucién, de identidades colectivas. De ahi la poderosa atzaccidn de su discurso, puesto que proporciona formas colecivas de identificacin en tomo de al “pueblo”. Sia ese hecho le agregamos que bajo las banderas de Ia “modernizacién” los pantdos socialde- écratas de muchos paises se han identificado mas 0 menos exclusivamente con las clases medias y hhan dejado de ocuparse de las cuestiones que preocupan a los sectores populares ~cuyas demandas son consideradas como “arcaicas” o “retrdyradas”- no deberla sorprendemos la alienacién creciente de todos aquellos grupos que se sienten excluidos del ejerccio efectivo de la ciudadania por las que perciben como “Elites del establishment”. Fn un contexto en que el discurso daminante proclama que 2B (CHANTAL MOUFFE to hay alteenatva ala forma aceual de globalizacién neoliberal y que tenemos que aceptar sus dictados, no es sorprendente que cada vex mas gente estédispuestaa escuchas a quienes anuncian que si existen tales altenativas y que van a devolver ala gente cl poder de decide. Cuando la politica democeitica ha perdido su capacidad para dar forma ala discusin acerca de e6mo deberfamos organizar auesta vida én comin y cuando clla se limita a asegurar ls condiciones necesaras para el buen funcionamiento del mercade, se crean las condiciones para que demagogos talentosos articulen la frustracién popula. Deberiaros damnos cuenta de que en gran media el éxito de los partidos papulistas de derecha se debe al hecho de que proporcionan a l gente alguna forma de esperanza, ls ereencia de que las cosas podria ser diferentes. Desde ya que se trata de una esperanza tuoria, fundada en falsas premisas yen mecanismos inacepables de exclusion en los euales Ia xenofobiajucga habitalmente un papel cent Pero dado que son as tnicos que ofzecen una salida para las pasiones politics, u pretension de ofee- cer una alternativa resulta seductoray es probable que su ataccida aumente. Para elaborar una res- puesta adecuacla, es urgente comprendes as condiciones econémicas, sociales y polticas que explcan tsuneo de spurts 0 gue sone un enfogn eco ue no neg nesn ang nica de lo politico. La politica en el registro moral Picnso que también es crucial comprender que no es mediante Ia condena moral que el ascenso del populismo de derecha puede ser detesido, y es por eso que la respuesta dominante ha sido hasta ahora completamente inadecuada. Por supucsto que la reaccién moraista, como era de esperarse, ¢ combina con la perspectiva post-poltica dominaate. Vale la pena hacer un examen minucioso de esa reaccidn, dado que ella nos ayudata a entender Ia forma en que se manifiestan hoy en dia los antago- rismes politicos. Como ya he mencionado, el discurso dominante afrma el fin del modelo adversarial de la polite cay el advenimiento de una sociedad consensual siuada mis all de la ixquierda y la derecha. Sin crmbargo, tambica he sostenido que la politica conlleva siempre una distincién nosotros/elles. Es por «es0 que el consenso por el que abogan los defensores de una democraca libre de divisiones partdarias no puede existr sin trazat una frontera politica y sin definir en exterior, un “ellos” que asegure la identidad del consenso y la coherencia del “nosotros”. Liste “ellos” es hoy a menudo conveniente- mente designado como “extrema derecha”, término que se reiere a una amalgama de grupos y parti dos que abarca un amplio espectro, desde grupos marginales de extremistas y neonazis hasta la dere- cha autortaria y la variedad de nuevos partidos populistas de derecha. Desde ya que tan heterogénca construcciéa resulta initil para captar la naturalezay las eausas de este nuevo populismo de derecha. ero es muy sil para asegurar Ia identidad de los “buenos demécratas". De hecho, puesto que Ia politica supuestamente se ha vucko no adversarial el “ellos” necesario para asegurar el “nosotros” de Jos buenos demecratas no puede ser conecbido como un adversaro politico, De modo que la extrema derecha resulta muy prictca porque permite trazar la frontera en el nivel moral, eatre los “buenos ddemécratas” y la “mala extrema derecha”, que puede ser condenada moralmente en vez de ser com- batida poliicamente. Es por eso que la condena moral y el establecimiento de un “cordén sanitasio” se han vuelto las respuestas dominates de frente al ascenso de los movimientos populist de dexe- cha, ‘Lo que en realidad esta sucediendo es algo muy diferente de lo que los partdarios del enfoque post-poliico pretenden hacemos creer. No es que la politica ~con sus antagonismos supuestamente pasados le moda- haya sido superada por preocupaciones morales acerca de “cuestiones relacionadas con la vida” y con los “derechos humanos”, La politica en su dimensin antagénica esti todavia bien viva, 6lo que ahora se juega en el registro de la moralidad. Ciertamente, lejos de desaparecer se esta- 24 DEMOCRACTA ¥ PLURALISMO AGONISTICO lecen constantemente fonters entre nosotos yells. Pero puesto que el “ellos” ya no puede ser efinido en términos politicos, esas foateras son tazadas a partir de categorls morales, etre “noso- t203 los buenos” y “lls los mos” ‘La preocupacién que quiero compart con ustedes es que est ipo de politica que se juega en el registro moral no conduce # a ereacién de una “esfera piblice agonisica” que ~segin he anguments- dlo- es necesatia para una vide democritica robusta. Cuando el oponente no es definido en términos politicos sino en tézminos morales, no puede ser percibido como un adversario sino solamente como ‘un enemigo. Con los que son moralmente malos no es posible debate agonistico aluno, lis tienen que ser erradicados. Deberis, por consiguente, quedar claro que el enfoque que sostiene que el modelo smi- s0/encmigo dela poles ha sido superado termina en realidad reforzando el modelo antagénico de la paliica que ha declarado obsolet, pues construye al “ellos” como un enemigo moral, es dect,“ab- soluto”, v que pot consiguiente no puede ser transforrado en adversaio. En vex de ayudat a creat una esféra publica agonistica activa gracias a a cul la demoeracia pode ser mantenida viva y profun- dizada, todos los que proclaman el fin del antagonismo y el advenimiento de una sociedad consensual estin de hecho poniendo en peligeo a la democracia al crear ls condiciones para la emergencia de antagonismos que no pueden ser canalizados por ls instiuciones democrtias Sin una wansformacin profunda del modo en que es conecbida la politica demoertcay sin un intento seo de pensar la ausencia de formas de identifeacin que podsian permit toa movilizaci6n ddemocritica de ls pasiones, el desafio que presentan los partidos populistas de derecha pezmaneceri en pi, pese a sus recientes retrocesos en Avstra y en Holanda. En a politica europea estin siendo trazadlas nuevas fronteras poliias que aeatrean el peligro de que la antigua distincién entre derecha e inguierda sea pronto reemplarada por otra mucho menos conducente al debate democrtico phuraia De abi que sea urgente renunciar a ls usiones del modelo consensual de la police creat las bases de una esferapiblieaagonistia, Allimitarce a os lamados en pos de l ran, le moderacin y el consenso, los partidos demo- criticos estin mostiando sa falta de comprensin del funcionamiento de la logica police. No com- preaden la necesidad de consarresta el populism de derecha mediante la movliacin de los afectos ¥ pasiones en una direccin democritica. Lo que no entienden es que a politiea democriica necesita tener un anchie real en los deseos y fantasias de la gente y que, en vez de pone Ios intereses a los sentimientos y la razdn a las pasiones deberiaoftccer formas de identilicacin que representen un desafio real alas que promueve la derecha. Eso no significa que la sazén y la argumentacién raconal deban desaparecer dela poltca, sino que sa lugar necesita ser repensado. Estoy convencida de que lo «que esti en juego en esta empresa es nada menos que el futuro mismo de la democracia Hacia un orden mundial multipolar Para terminat, permitaseme presentar algunas teflexiones concernientes a la situaci6n intern cional y plantear algunas pregunta: acerca de los posibles escenarios para el futuro de la democracia a nivel mundial. En términos generales, podemos concebit dos grandes posbilidades. Estin quienes sbogan por el establecimiento de una “democracia cosmopolita” y de una “ciudadania cosmopolita” resultantes de la universalizacin de la interpretacién occidental de los valores democriticos ¥ de la implementacién de la version occidental de los derechos humanos, Segiin ese enfoque, un orden glo- bal democritico deberia surgir de ese modo, Hay diferentes variantes de esta perspectiva, pero todas clas compatten tna premisa comiin: que la forma de vida occidental es la mejor y que el progreso ‘moral requiere de la extensién de su implementacién a todo el mundo. Se trata del universalismo liberal, que apunta a imponer sus instituciones al resto del mundo con el argumento de que son las 2% CHANTAL MOUFFE Uinicas racionales y legitimas. Creo que, ain cuando esté muy lejos de las intenciones de quienes abo- saan por el modelo cosmopolita, esta perspectiva se adapta ala justficacién de In hegemonia de Occi- dente ya la imposicin de sus valores especificos. Quienes preconizan el advenimiento de una “Repiblica mundial” con un cuerpo homogéneo de ciudadanos cosmopolitas dotados de los mismos derechos ¥ obligaciones, una ciudadania que coinci- divi con la “humanidad”, no hacen sino negat la dimeasin de lo politico que es inherente a ls socie- dades humanas. Psan por alto el hecho de que la relaciones de poder son constitatvas de lo social y «que los conflctos y antagonismos no pueden ser erdicados. Es por eso que, si semejante Repiiblica sundial padiera ser algona vez. establecida, ella simplemente encamaria la hegemonia mundial de un poder dominante que habria sido eapaz de bortar todas las diferencias y de imponer su propia con- cepcién del mundo sobre el planeta entero. Esto tendria consecuencias muy negativas, y ya estamos presenciando el modo en que los intentos actuales de homogeneizar el mundo estin suscitando vio- Jentas reaeciones adversas en aquellas sociedades cuyos valores y culturas especificos pasan a sex con siderados ilegtimos partir de la universalztcin impuesta por el modelo Occidental Es por eso que frente a los modelos altamente problemiticos de la “ciudadania cosmopolita” es necesario oponer tna concepeiéa diferente del orden mundial, usa concepcida que recanozca el phi- ralismo de valores en su sentido fuerte weberiano y nietzscheano, con todas sus implicaciones para la politica. Contra las falsas promesas de los universalisas, necestamos escuchar a quienes nos advierten acetca de los pelgros implicados en las ilusiones de un discurso globalsta-universalista que concibe al Progreso humano como el establecimiento de una unidad muncial basada en la aceptacién del modelo ‘occidental y en el suo de lograt'a unificacién del mundo trascendiendo lo politico el condlicto Y la ‘egatividad. Ea el momento en que los Estados Unidos estén ~s0 pretexto de un “verdadero wniver- salismo” tratando de forzar al resto del mundo a adoptar su sistema, la necesidad de un orden mun- lal multipolar es mas urgeme que nunca. Estoy convencida de que debemos aévocar el estableci ‘miento de un orden mundial pluralist en el cual coexistan una serie de grandes unidades regionses y donde haya una pluralidad de formas de democracia que sean consideradas como leitiras. ‘A esta altura del proceso de globalizacién, no voy a negar la necesidad de un conjunto de insti- tuciones que regulen las relaciones internacionales. Pero esas instituciones deberian permite un sgni- ficativo grado de pluralsmo ¥ no deberlan suponer la existencia de una tnica estructura de poder nificada. Semejante estrucnira acarrearia necesariamente la presencia de un centro que setia el nico locus de la soberania. Es vano imaginar la posbilidad de un sistema munclal gobemado por la Razn yen el cual las relaciones de poder hubieran sido neutralizadas. Este supuesto “Imperio de la Razén” sélo podria ser la pantalla que ocultaia el imperio de un poder dominante que, idenifcando sus inte- reses con los de a humaaldad, rataria todo desaeuerdo como un desafioiegitimo a su liderazgo “ra ional”, Esa es, en mi opinion, una receta para el desastre. Es, por consiguinte, crucial advertir el modo cn que el enfogue universalista contribuye al chogue de civlzaciones cuya responsabilidad atibuye sus adversaris, Al intentar imponer la concepcién occidental de la democracia, considerada como la “inica legtima, sobre sociedades que la rechazan, cl termina necesariamente presentando a quienes no aceptan esta Concepcion como “enemigos de la cvilizacién”, con lo que niega sus derechos a mante- ner sus culzuras y se crean las condiciones para una confrontacién antagénica entre diferentes civiliza- clones. Es sélo reconociendo la legtimidad e wna pluralidad de formas justas de sociedad, y el hecho de que la democtaca liberal es tan solo una forma de democracia entre otrss, que pueden crearse las condiciones para una coexistencia “agonistica” entze diferentes polos regiotales con sus instivuciones cespeciticas, Este orden multipolar no eliminaria, ciertamente el conflict, pero es menos probable que este conflcto tome formas antagénicas que en tn mundo que no deja ninetin espacio al plumlismo. La DEMOCRACIA ¥ PLURALISMO AGONISTICO alternativa, desgraciadamente,¢s la “guerra civil internacional” respecto a la cual Schmitt nos previnie 2

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