Вы находитесь на странице: 1из 77

1.

LA ENERGÍA ES DELEITE ETERNO1

EN 1881, en la calle Pearl de la ciudad de Nueva York, Thomas Alva


Edison, mejor conocido como "el mago de Menlo Park" construyó la
que fue, junto con la estación Holborn Viaduct de Londres, la
primera planta de potencia para generar energía eléctrica. La de
Edison iluminaba parte de Nueva York mediante una instalación de
alumbrado en paralelo. Antes de esa fecha, si fallaba alguna
lámpara, ¡toda la ciudad se quedaba sin luz!, como sucede con las
series de luces de los arbolitos de Navidad. Actualmente, ¿qué
ocurriría si cuando fallara un foco toda la ciudad se quedara sin luz?
Ni siquiera lo consideramos como una posibilidad. Conectar la
clavija de cualquier aparato eléctrico nos parece lo más natural. Sin
embargo, tener la posibilidad de hacerlo requirió de muchos años,
desde que se descubrieron las leyes de la electricidad y el
magnetismo hasta que se construyó la primera planta eléctrica de
potencia.

Pero, a su vez, la construcción de la primera planta eléctrica


necesitó la invención del foco, logro que disputaron Thomas A.
Edison y Joseph Wilson Swan.

En el debate entre Edison y Swan, decía el primero, refiriéndose a


Swan: "Ahí lo tienen. Tan pronto como alguien consigue hacer algo
bueno, no faltan otros tipos que salen con la novedad de que hace
años lograron lo mismo."

Swan, quien permaneció callado durante mucho tiempo, escribió en


la revista Nature, en enero de 1880:

Hace quince años utilicé cartón y papel carbonizado en la


fabricación de una lámpara eléctrica basada en el principio de la
incandescencia. La hice en forma de herradura, tal como dicen
ustedes que la está usando ahora el señor Edison. Entonces no
logré obtener la duración que buscaba, pero desde entonces he
hecho muchos experimentos y creo que durante los últimos seis
meses conquisté completamente la dificultad que había causado
mi anterior fracaso; ahora puedo producir una lámpara eléctrica
duradera por medio de carbones incandescentes.

Años después, antes de que se realizara el juicio por la primacía del


invento, Swan y Edison se unieron y formaron la compañía Edison
and Swan United Electric Company, Ltd. que más tarde se
convertiría en la General Electric.

En la época de Edison se producía energía eléctrica para iluminar


las ciudades con los primeros focos eléctricos; el problema
fundamental que éstos presentaban era no disponer de un filamento
duradero (véase la figura 1).
Figura 1. Diagrama de un foco en el que pueden apreciarse las partes que
lo componen.

Los avances tecnológicos se asimilan rápidamente. Sin embargo,


olvidamos con facilidad la historia de su desarrollo y cuáles son sus
principios de operación. La primera locomotora, por ejemplo,
provocó serias protestas de los ingleses por las elevadas
velocidades que alcanzaba. En México, la ciudadanía también
protestó cuando aparecieron las primeras bicicletas que circulaban
por la Alameda central; hoy, ¿cuántos ciclistas se atreven a circular
por las calles de la capital? ¿Cuando prendemos un foco, sabemos
que tiene un filamento de tungsteno y torio que permite que dure
750 horas encendido?

A través de los años el hombre ha perfeccionado la capacidad de


hacer trabajos que requieran grandes esfuerzos físicos, para dejar a
las máquinas las tareas pesadas y dedicarse a labores más
creativas; sin embargo, como consecuencia ha aumentado el
consumo de energía por habitante, el cual es más alto en los países
desarrollados. Por otro lado, las máquinas han acortado el tiempo
que se requería para desempeñar muchas actividades, por lo cual
es fundamental producir energía utilizable a través de las diferentes
fuentes. Cuando se habla de energéticos nos referimos al
aprovechamiento de dichas fuentes, así como a su óptima
utilización.

Los energéticos han evolucionado a lo largo de la historia. Primero


se utilizó la energía mecánica de los músculos para efectuar las
labores pesadas. Posteriormente, las "bestias" de carga y la tracción
animal facilitaron aún más el transporte de cargas pesadas. Aquí
vale la pena aclarar que los animales, incluido el hombre, necesitan
de una fuente de energía fundamental para efectuar trabajo: los
alimentos. De esta forma, los alimentos eran y son la fuente
energética fundamental para desempeñar cualquier actividad.

La madera ocupó durante muchos siglos el primer lugar como


fuente energética y hoy se sigue utilizando ampliamente, sobre todo
en el campo. Desde que el hombre hizo la primera fogata, hasta
ahora que se calienta en una chimenea casera, han pasado miles y
miles de años. Posteriormente, el empleo del carbón ocasionó que
se abandonara la leña como combustible fundamental. Además, su
transformación en coque y el invento de la máquina de vapor
marcaron un cambio tecnológico, económico y social de gran
importancia: la Revolución Industrial.

Pocos años antes del inicio de la primera Guerra Mundial se empezó


a emplear el petróleo y el gas. Antes de que terminara la segunda
Guerra Mundial, Fermi realizó la primera reacción nuclear
controlada y en la década de los años cincuenta aparecieron los
primeros reactores nucleares comerciales, que aprovechan la
energía calorífica producida por la fisión o rompimiento de los
núcleos atómicos. En la década de los cincuenta y sesenta el
petróleo y el gas desplazaron al carbón, situación que prevalece
hasta nuestros días. Entre 1960 y 1985 proliferó la construcción de
reactores nucleares, sobre todo en los llamados países
desarrollados como EUA, Francia, la ex Unión Soviética (hoy
Comunidad de Estados Independientes), Japón, la ex Alemania
Federal, Inglaterra, etcétera. Posteriormente, los países en vías de
desarrollo como India, Argentina, Brasil y México construyeron sus
primeras centrales nucleoeléctricas.

Hasta 1990 había 424 reactores nucleares en todo el mundo.


Actualmente se siguen construyendo centrales nucleoeléctricas,
pero en un porcentaje decreciente, entre otras razones debido a los
accidentes nucleares, los desechos radiactivos y los movimientos
ecologistas internacionales. Algunos países, como México, que en la
década pasada tenían un ambicioso programa nucleoeléctrico, han
preferido continuar con el petróleo como principal fuente de energía
y diversificar el aprovechamiento de ésta con distintas fuentes
energéticas (geotermia, carbón, energía hidráulica, energía nuclear,
energía solar y eólica). Pese a lo anterior, los recursos energéticos
que posee cada país constituyen un factor importante para adoptar
una política energética. Un país sin petróleo, carbón, geotermia y
con baja insolación o soleamiento, difícilmente puede aprovechar
distintas fuentes de energía.

La transformación de las fuentes de energía en diversas formas de


energía utilizables nos proporciona gran cantidad de beneficios:
tener electricidad, agua caliente, gas para cocinar, calefacción,
refrigeración, ventilación, transporte, etcétera.

La energía hidráulica, la que se obtiene del petróleo, el gas, la


energía eólica o de los vientos y la que se obtiene de la biomasa
tienen un origen común: la energía del Sol. Por otro lado, las
fuentes de energía que no tienen un origen solar son: la energía de
la fisión nuclear, la geotermia y la que se obtiene de las mareas. La
fusión nuclear es un caso aparte, dado que se reproducen en
condiciones artificiales las reacciones termonucleares de fusión que
tienen lugar en el núcleo de nuestra estrella: el Sol. La energía solar
es producto de las reacciones de fusión nuclear que ocurren en el
Sol; así, la energía que recibimos del Sol tiene como origen la
energía nuclear.

Según una de las teorías más aceptadas, el petróleo, el gas y el


carbón provienen de la descomposición de organismos vegetales y
animales que vivieron hace 300 millones de años y que fueron
sepultados bajo el suelo marino y continental. Por otro lado, en las
plantas se lleva a cabo la fotosíntesis debido a la acción de los rayos
solares y éstas almacenan aproximadamente el 1% de la energía
solar recibida. Así, los combustibles fósiles como el petróleo, el gas
y el carbón, la energía que se obtiene de las plantas, árboles,
desechos orgánicos y los alimentos que consume el hombre son de
origen solar. La energía que las centrales hidroeléctricas
aprovechan de los ríos se debe a la evaporación del agua de los
océanos, provocada por el calentamiento de los rayos solares.
Posteriormente, al caer el agua desde diferentes alturas, se
transforma la energía potencial de los ríos en energía eléctrica. El
viento se origina por la diferencia de temperaturas en la atmósfera
terrestre, provocada por la forma en que inciden los rayos solares,
en combinación con la rotación de la Tierra.

Sin embargo, la energía solar se origina por la fusión de los núcleos


atómicos, donde se funden elementos ligeros como el hidrógeno y
en el proceso se liberan grandes cantidades de energía en forma de
calor, que se calculan usando la famosa fórmula de Einstein que
proporciona la equivalencia entre masa y energía: E=mc² (donde E
es la energía, m la masa y c la velocidad de la luz); parte de la
masa de los núcleos atómicos se transforma en energía calorífica,
que es precisamente la que el Sol nos proporciona en forma de
radiación. Por ejemplo, si se unen cuatro núcleos de hidrógeno se
forma helio, electrones positivos (positrones), rayos gamma y calor.
Si se calcula la masa de los productos antes y después de la
reacción de fusión nuclear se observará una diferencia o defecto de
masa faltante después de la reacción. Debido a que la energía debe
conservarse antes y después de la reacción, la masa faltante se
transforma en energía calorífica. En el caso de la reacción
mencionada, cuando se fusionan cuatro núcleos de hidrógeno se
produce un núcleo de helio, neutrinos, positrones, rayos gamma y
se liberan 25.7 MeV 2 (megaelectrón-volts) de energía calorífica.
Para darse una idea de lo que representa esta cantidad, la fusión
nuclear que tuviera lugar en un pequeño cuarto de dos metros por
lado bastaría para producir más energía que el reactor de Laguna
Verde.

2. UN ESTUDIANTE CON MUCHA ENERGÍA Y POCA POTENCIA


Cuando inclinamos la cabeza y fijamos la vista para leer estas líneas
nuestro cuerpo está empleando 84 kilocalorías por cada hora de
lectura. Pero esas 84 kilocalorías que empleamos para leer, el
cuerpo las debe recuperar mediante nuestra fuente de energía: los
alimentos. Un ser humano promedio debe consumir alimentos que
le proporcionen 3 000 kilocalorías diarias.3

Pero ahora surge una pregunta: ¿por qué tenemos que recuperar la
energía que invertimos en la lectura? La respuesta no es sencilla;
para responderla tuvieron que pasar varios siglos hasta que se
descubriera entre 1830 y 1850 el principio de la conservación de la
energía, que afirma que ésta no se crea ni se destruye, únicamente
se transforma, o expresada esta idea en forma general: la energía
del Universo se mantiene constante.

Volviendo a nuestro caso, la energía que nos proporcionan los


alimentos se transforma en energía utilizable para desempeñar
todas nuestras actividades. Para aquellos que se estén quedando
dormidos, sólo mencionaremos que se consumen 500 kilocalorías
durante 8 horas de sueño (alrededor de 1/6 de la energía que
necesitamos diariamente), pues el organismo humano requiere
cierta cantidad de energía para que todos los órganos trabajen
adecuadamente y se lleven a cabo los procesos fisiológicos del
organismo (esta cantidad se denomina metabolismo basal y
corresponde a más de la mitad de la energía que consumimos a
través de los alimentos).

Antiguamente se creía que podía existir una máquina capaz de


moverse indefinidamente y se le denominó móvil o máquina de
movimiento perpetuo (véase el recuadro 1). Una máquina cuyo
único resultado fuera extraer calor y convertirlo íntegramente en
trabajo sería un móvil perpetuo de segunda clase; es decir, una
máquina que efectuara trabajo sin una fuente externa de energía.
Los beneficios que nos reportarían estas máquinas serían
invaluables; sin embargo, las leyes de la termodinámica se han
encargado de demostrar que su construcción es imposible.

Recuadro 1

Lázaro Carnot y La Real Academia de Ciencias de


París. En el año de 1775, la Academia de
Ciencias de París había tomado una decisión: no
examinaría ninguna solución a los problemas de
la duplicación del cubo, la cuadratura del círculo,
ni analizaría ninguna máquina de movimiento
perpetuo.

Lázaro Carnot, padre de Sadi Carnot, también


había declarado: "es inútil que se les explique
que toda máquina se reduce a una palanca; al
parecer el símil se les hace demasiado vago y
confuso. Yo puedo demostrarles no solamente
que toda máquina abandonada a sí misma tiene
que detenerse, sino que además, puedo señalar
el instante preciso en que debe hacerlo."

Por ejemplo, si tomamos una rueda y le damos un impulso inicial


para que gire, al cabo de un tiempo la fricción provocará que parte
de la energía que se utilizó para moverla por un lado se transforme
en energía calorífica del aire que la rodea y por el otro ocasione el
calentamiento de la rueda. Así, la fricción provocará que la rueda se
detenga.

La ley de la conservación de la energía se formuló entre 1830 y


1850, gracias al trabajo de muchos científicos, entre los que
podemos mencionar a Herman von Helmholtz, James Prescott
Joule, Julius Robert Mayer y Ludvig Colding. Esta ley afirma que la
energía no puede crearse ni destruirse, de manera que la energía
total de un sistema permanecerá constante.

La primera ley de la termodinámica no es otra cosa que la ley de


conservación de la energía para los sistemas termodinámicos, es
decir, aquellos en los que interviene el calor. Expresada
matemáticamente, ésta señala que el cambio de energía interna de
un sistema es igual a la energía recibida en forma de trabajo
externo hecho sobre el sistema más la energía en forma de calor
que absorbe dicho sistema (∆ U +W=Q, donde ∆ U es el cambio de
energía interna, W es el trabajo y Q la energía calorífica).

A partir de la formulación de la ley de la conservación de la energía


quedó establecido que es imposible construir una máquina capaz de
crear energía, a la cual se le denominó máquina de movimiento
perpetuo de primera clase. La ley de conservación de la energía
para los sistemas termodinámicos permite transformar energía
calorífica en trabajo y trabajo en energía calorífica. Pero en los
procesos naturales se observó que el trabajo que realiza una
máquina sí se puede transformar totalmente en calor, aunque la
energía calorífica no se puede transformar totalmente en trabajo.

Fue así como surgió la segunda ley de la termodinámica, la cual


señala que es imposible que exista una máquina o proceso cuyo
único resultado final sea transformar calor en trabajo de una fuente
calorífica que esté a la misma temperatura. Dicha forma de la
segunda ley se conoce como postulado de Lord Kelvin. A su vez,
Rudolph Clausius formuló un postulado equivalente en el que afirma
que es imposible la transferencia de calor de un cuerpo frío a uno
caliente. En otras palabras, en todos los procesos que ocurren en la
naturaleza el calor fluye de los cuerpos calientes a los fríos y no al
revés. Decir "voy a enfriar mi café" no es lo mismo que "voy a
calentar el aire con mi café". Afortunadamente, no somos puristas
en el uso del lenguaje, aunque en física la situación es distinta. El
postulado de Kelvin dice que es imposible que exista una máquina
cuyo único resultado final sea transformar energía calorífica en
trabajo con una fuente de calor a la misma temperatura, como lo
habíamos señalado anteriormente. En otras palabras, afirma que es
imposible que exista una máquina de movimiento perpetuo de
segunda clase. Con una máquina de este tipo aprovecharíamos la
energía calorífica del aire que nos rodea para transformarla en
energía mecánica de un motor de coche, con lo cual tendríamos una
fuente de energía prácticamente ilimitada, o moveríamos la turbina
de un turbogenerador con el calor del agua de los ríos.

Una de las consecuencias más importantes de la segunda ley de la


termodinámica es que en los procesos en donde se transforma calor
en trabajo útil para, por ejemplo, mover un motor, siempre
existirán pérdidas de calor que no se pueden transformar en trabajo
útil, o puesto en términos de eficiencia, que cuando se trate de
obtener trabajo de una máquina térmica la eficiencia teórica nunca
podrá ser del 100 por ciento. La eficiencia real de cualquier motor
es todavía inferior al valor teórico.

Sin embargo, si tenemos cuando menos dos fuentes de calor a


diferentes temperaturas sí es posible transformar calor en trabajo a
través de un proceso cíclico que se denomina ciclo de Carnot. Es a
través de este proceso cíclico como funcionan todos los motores de
combustión interna, en particular los de los automóviles.

Hoy se sabe, gracias a la primera ley de la termodinámica, que es


imposible que exista una máquina de movimiento perpetuo (véase
la figura 2). En el caso del cuerpo humano, el equivalente de la
máquina perpetua del primer tipo sería creer que nuestro
organismo es capaz de realizar cualquier actividad sin ingerir nunca
un solo alimento.

Figura 2. Cadena de Stevinus de Brujas. En esta figura se observa un plano


inclinado que tiene una cadena con balines. Como de A a B hay cuatro
balines y de B a C hay dos, se podrían pensar que los cuatro balines del
lado izquierdo jalaran a los dos que hay en el lado derecho, por simple
diferencia de pesos. Si a esto añadimos que la cadena es continua,
entonces se moverá indefinidamente; con ello se tendría una máquina de
movimiento perpetuo. Afortunadamente, Simon Stevinus descartó dicha
posibilidad y señaló que la cadena quedaría en equilibrio.

Sin embargo, existe otro problema: los alimentos que consumimos


proporcionan más energía de la que empleamos para desempeñar
nuestras actividades. ¿Dónde queda la energía sobrante que nos
proporcionan los alimentos? ¿No habíamos señalado que la energía
se conserva? Efectivamente, pero cuando efectuamos un trabajo
muscular, parte de la energía se pierde en forma de calor y si los
alimentos tienen grasa, una parte se acumula en las llantitas de
nuestro cuerpo (véase el cuadro I que muestra la energía de
algunos alimentos).

CUADRO I. Energía de los alimentos (en kilojoules).

kJ(por cada 100 g


del alimento)

Arroz blanco 1 522.9

Espaguetis crudos 1 543.8

Harina de maíz (sin


1 518.7
germen)

Harina de trigo
1 522.9
suave

Maíz de grano 1 510.4

Palomitas 1 615.0

Pan blanco de trigo 1 284.4

Pan de centeno 1 092.0

Pan integral de trigo 1,196.6


Papas 313.8

Plátano 510.4

Garbanzo 1 522.9

Chícharo 1 410.0

Lentejas 1 422.5

Cacahuates tostados 2 368.1

Coco 1 238.4

Nuez de acajú 2 330.0

Pistaches 2 502.0

Ajo 560.6

Apio 79.4

Calabaza 125.5

Cebolla 188.2

Col 117.1

Coliflor 138.0

Espárrago 96.0

Espinaca 125.5

Haba 493.7

Frijol 150.6
Lechuga 62.7

Pepino 62.7

Perejil 179.9

Pimiento 129.7

Rábano 96.2

Betabel 184.0

Tomate 87.8

Zanahoria 171.5

Aceituna 485.3

Aguacate 384.9

Ciruela 196.6

Fresa 150.6

Limón 121.3

Mango 246.8

Manzana 242.6

Melón 184.0

Naranja 175.7

Papaya 133.8
Pera 234.3

Sandía 92.0

Toronja 158.9

Uva 284.5

Azúcar 1 606.6

Chocolate 2 209.1

Miel de abeja 1 280.3

Huevo 619.2

Jamón 1 267.7

Embutidos 1 707.0

Pollo 711.2

Cerdo 903.7

Ternera 794.9

Vaca 1 020.8

Pavo 1 121.3

Tocino 2 604.9

Atún 1 204.9

Camarón 359.8
Ostión 184.0

Filete de Pescado 376.5

Fuente: OMS, 1987.

El interior del cuerpo debe tener una temperatura constante de


aproximadamente 37ºC. Para ello, el sudor actúa como un
termostato, es decir, controla la temperatura del cuerpo para que
ésta permanezca sin cambio; prueba de esto es el sudor que
acompaña a la fiebre.

Los alimentos que ingerimos se transforman en energía química


utilizable por reacciones de oxidación; es decir, el oxígeno que
respiramos se emplea para transformar los alimentos en energía
química. La energía química, a su vez, se transforma en energía
mecánica cuando movemos algún músculo, pero parte de la energía
química se pierde inevitablemente en forma de calor. Los músculos
esqueléticos tienen cuando mucho una eficiencia del 20%, lo cual
quiere decir que el 80% restante se pierde en el ambiente. Debe
mencionarse también que los desechos que producimos contienen
energía almacenada que no aprovechó el cuerpo, lo cual no significa
que otros organismos no la puedan aprovechar (incluido el
hombre). De hecho, el abono es un excelente nutriente para el
crecimiento de las plantas y también de éste se puede obtener gas
metano para cocinar.

Por lo tanto, la energía que consumimos en los alimentos sí se


conserva. Únicamente tenemos que considerar la energía química
que no se transforma en movimiento de nuestros músculos y que se
pierde irreversiblemente en el ambiente que nos rodea (véase el
cuadro II).

CUADRO II. Consumo de energía en diversas actividades cotidianas.

kJ
(Kilojoules)
Dormir 4.52

Sentarse 5.82

Pararse 7.32

Caminar 15.50

Trabajar sentado en
7.5
la oficina

Cocinar 8.8

Limpieza moderada 18.0

Fuente: OMS, 1987

Muchas actividades humanas requieren grandes esfuerzos


corporales; por esto, es deseable que las máquinas realicen el
trabajo pesado, para dejar al hombre las tareas más creativas. Sin
embargo, la conservación de la energía nuevamente hace su
aparición. Para que las máquinas realicen trabajo se requiere una
fuente de energía, un combustible que, al igual que los alimentos,
provea la energía necesaria para realizarlo. El desgaste físico y el
tiempo que se necesita para ir caminando de la ciudad de México a
Cuernavaca es enorme si se compara con lo que se consume
cuando se hace el viaje en camión (aunque lo que pagamos por el
camión hubiera alcanzado para invitarle un refresco a cada pasajero
en Tres Marías si hiciéramos el viaje a pie). La gran ventaja del
camión es que el motor realiza el trabajo, en lugar de nuestro
cuerpo; además, la potencia que desarrolla el camión, es decir, la
energía por unidad de tiempo, es mayor que la de nuestro cuerpo.

Por otro lado, ni nuestro cuerpo, ni un motor de camión


transforman toda la energía en trabajo mecánico, inevitablemente
una parte se transforma en calor y es irrecuperable.

Sadi Carnot se encargó de demostrar en su libro Reflexiones sobre


la potencia motriz de fuego (véase el recuadro 2), de 1824, que la
eficiencia teórica máxima a la que opera cualquier máquina térmica
es:
donde Tmax. es la temperatura máxima y Tmin. es la mínima.

Otra forma equivalente de expresar la eficiencia es considerando


que la temperatura máxima es la de entrada y la mínima es la de
salida. Entonces la fórmula sería:

Recuadro 2

Sadi Carnot y la eficiencia de las máquinas


térmicas. "La potencia motriz del calor es
independiente del agente empleado para
realizarla, su magnitud está fijada únicamente
por la temperatura de los cuerpos entre los que
se efectúa, a fin de cuentas, su transferencia."

Por ejemplo, una máquina de vapor tiene una temperatura máxima


de 200 grados Celsius, es decir, que el agua que entra a la caldera
tiene esa temperatura máxima, y la temperatura mínima es de 100
grados, que es la temperatura a la cual se elimina el vapor a la
atmósfera. Por lo tanto, la eficiencia (si se convierten los grados
Celsius a Kelvin, para lo cual bastará sumar 273.16 a cada
temperatura) será de 21%. Aunque en la práctica, como existen
pérdidas de calor de otro tipo (fricción, turbulencia, conducción de
calor, mezcla de diferentes sustancias, etcétera), la eficiencia real
de estas máquinas es de 15%. La eficiencia real de un motor de
automóvil común es de 22%. La temperatura máxima que alcanza
la gasolina mezclada con el aire en el interior del motor es de
alrededor de 120ºC, mientras que la temperatura a la que salen
expulsados los gases es de 50ºC aproximadamente, que sería la
temperatura mínima. En el caso de los motores diesel la eficiencia
es de 40%. En todas las máquinas térmicas existe un fluido o gas
que alcanza tanto la temperatura máxima como la mínima. En una
caldera es el vapor de agua y en un automóvil es la gasolina o el
diesel.

En todas las máquinas térmicas a las que se refiere Carnot, la


eficiencia teórica máxima es de poco menos del 60%; es decir, que
no puede existir una máquina térmica con una eficiencia superior a
este valor (véase el recuadro 3).
Recuadro 3

Denis Papin y la olla express. Cuando el físico


francés Denis Papin presentó su invento de la
olla express ante la Real Sociedad de Londres, la
olla estalló frente a los distinguidos miembros.
Posteriormente, solicitó otra demostración, dado
que ahora la olla poseía una válvula de
seguridad; sin embargo, todos los miembros se
opusieron a la nueva demostración, temerosos
de salir sin vida, dado el peligro potencial que
representaba el invento. La única excepción fue
la del presidente, el físico Robert Boyle, quien
permitió la demostración, siempre y cuando se
efectuara ante un número razonable de
personas.

Ahora, si se trata de una máquina que transforma combustible en


calor o que evita el uso de calor, la máquina puede ser 100%
eficiente. En la turbina de una presa, la eficiencia puede llegar a
90%, al igual que la de una caldera grande de una central
termoeléctrica; la eficiencia de un generador eléctrico puede ser de
98% y la eficiencia de una estufa de cocina es de 85%
aproximadamente.

Supongamos que un estudiante con mucha energía dedica 8 400


kilocalorías a leer este libro. A primera vista nos sorprendería toda
la energía que le ha dedicado; sin embargo, es necesario saber
cuánto tiempo le dedicó a esta tarea. Cuando nos enteramos que
leyó todo en 840 horas, es decir, un poco más de un mes, resulta
que sólo empleó 10 kilocalorías diarias, en promedio, para leer. Si
comparamos esta cantidad con las 84 kilocalorías que se necesitan
para leer durante una hora, el estudiante leyó alrededor de siete
minutos diarios. Éste es precisamente el caso de un estudiante con
mucha energía y poca potencia.

Un buen lector podría leer cinco horas diarias, y así leería todo el
libro en dos días y utilizaría tan sólo 840 kilocalorías. Así podría leer
10 libros como éste y emplear las mismas 8 400 kilocalorías.

Por lo tanto, cuando se habla de energéticos, y en particular de las


centrales de energía, es muy importante conocer no sólo cuánta
energía se produce, sino la rapidez con la que se produce dicha
energía; la energía por unidad de tiempo. Lo mejor, por lo tanto, es
desarrollar mucha potencia.

Si ahora regresamos al ejemplo de la energía empleada en la


lectura, se había dicho que se utilizan 84 kilocalorías por cada hora
de lectura, pero ¿no sería deseable que fueran 84 kilocalorías por
cada dos horas? Así podríamos leer más y comer menos.
Desgraciadamente, un hombre no puede hacer esto... pero una
máquina sí. Aunque la máquina no entiende lo que lee.

El tiempo es fundamental en el trabajo que realiza una máquina y


por esto se introdujo el concepto de potencia, que se define como la
rapidez con la que se realiza un trabajo o como la energía por
unidad de tiempo. Si en una casa empleamos un foco de 100 watts
de potencia, la compañía de luz nos cobra la energía, que es igual a
la potencia multiplicada por el tiempo; es decir, tendremos que
pagar determinada cantidad por 100 watts-hora = 0.1 kilowatts-
hora (kWh) por cada hora que prendamos el foco. Si lo usamos dos
horas cobrará 0.2 kWh.

Si en lugar de un foco de 100 watts usamos uno de 60 watts, la


cuenta será de 0.06 kWh por cada hora que esté prendido. Al de
dos horas la compañía de luz nos cobrará 0.12 kWh. Por lo tanto,
cuanto menor sea la potencia de los aparatos que se utilicen, o
menor el tiempo que permanezcan encendidos, menor será la
cuenta de luz.

Los medidores de luz que se encuentran instalados en todas las


casas-habitación miden el consumo diario de energía en kilowatts-
hora. Por ejemplo, un departamento amplio consume diariamente
alrededor de 5 kWh.

Las plantas o centrales de energía eléctrica deben ser de mucha


potencia para poder satisfacer en todo momento las necesidades de
todas las casas. Así, la producción de electricidad depende de la
demanda de la población que tiene que satisfacerse.

En el Sistema Internacional de Unidades la energía se mide en


joules; sin embargo, como es una unidad muy pequeña, para medir
el consumo de energía doméstica se emplea otra unidad, tal vez
más conocida: el kilowatt-hora, abreviado kWh (1 kilowatt-hora =3
600 000 joules). Otra unidad que se mencionó anteriormente es la
kilocaloría; 1 kilocaloría = 4 186.8 joules. También se utiliza
frecuentemente el BTU (British Thermal Units) con la siguiente
equivalencia: 1 BTU =1/9.478X10-4 joules.

La unidad de potencia es el watt (véase el recuadro 4) y sus


múltiplos: el kilowatt, el megawatt, el gigawatt y el terawatt,
abreviados W, kW, MW, GW y TW, respectivamente. Un watt
equivale a un joule/segundo, o en forma abreviada 1W = 1J/s. En el
cuadro III aparecen las unidades de energía y potencia, cómo se
abrevian y su equivalencia. Y en el cuadro IV están los múltiplos y
submúltiplos que se utilizan como prefijos en todas las unidades.

Recuadro 4
Sociedad inglesa de lunáticos. Durante la
segunda mitad del siglo XVIII existía en
Birmingham, Inglaterra, una sociedad llamada
Sociedad Lunar, porque sus miembros se reunían
el primer lunes posterior a la Luna llena. A la
asociación de lunáticos, como se les llamó,
pertenecían: James Watt, Erasmus Darwin,
Matthew Boulton, John Wilkinson y William
Small, entre otros.

CUADRO III. Unidades de energía: conversión.

1 watt·segundo = 1
1 joule =
newton·metro =

1 kilogramo·metro2 /
segundo2

1 J = 1 W·s = 1 N·m = 1 kg·m2/s2

6.242 x 1018 eV (electrón-


=
volt)

6.242 x 1012 MeV


=
(megaelectrón-volt)

= 107 ergs

= 0.2388 cal (calorías)

2.778 x 10-7 kW·h (kilowatts-


=
hora)

9.478 x 10-4 BTU (British


=
Thermal Units)

3.725 x 10-7 hp·h (horse


=
power-hora)

= 0.7376 ft·lbf (pies·libras


fuerza)

Unidades de Potencia: Conversión

1 joule/segundo = 1
1 watt =
kilogramo·metro2/segundo3

1 W = 1 J/s = 1 kg·m2/s3

= 0.001 kW (kilowatts)

6.242 x 1018 eV/s (electrón-


=
volt/segundo)

= 0.001341 hp (Horse Power)

3413 BTU/h (British Thermal


=
Units/hora)

CUADRO IV. Múltiplos y submúltiplos.

Prefijo Símbolo Potencia Cantidad

1 000
000 000
exa E 1018
000 000
000

1 000
peta P 1015 000 000
000 000

tera T 1012 1 000


000 000
000

1 000
giga G 109
000 000

1 000
mega M 106
000

kilo k 103 1 000

100 1

mili m 10-3 0. 001

0. 000
micro M 10-6
001

0.000
nano n 10-9
000 001

0.000
pico P 10-12 000 000
001

0.000
femto f 10-15 000 000
000 001

0.000
000 000
atto a 10-18
000 000
001

3. FORMAS DE ENERGÍA

La energía del Universo se manifiesta en diversas formas físicas y


químicas: energía cinética y potencial, que en conjunto constituyen
la energía mecánica, energía calorífica, electromagnética (eléctrica
y magnética), nuclear y química.
Cuando hablamos de las formas de energía no nos estamos
refiriendo al origen de ésta, sino únicamente al tipo de energía; en
cambio, cuando aludimos a las fuentes de energía sí nos referimos
a su origen, es decir, de dónde se obtiene. Una fuente de energía
como el petróleo produce una forma de energía: calorífica,
mecánica, química o eléctrica. También, cuando hablamos de
fuentes estamos diciendo implícitamente que se trata de energía
aprovechable, es decir, energía que el ser humano puede utilizar
para realizar todo tipo de actividades.

Existen los siguientes tipos de fuentes de energía según su origen y


aprovechamiento:

1) Energía del petróleo, gas y carbón. La energía química se


convierte en calor para posteriormente transformarse en
electricidad u otras formas de energía. Cuando la energía que
proporcionan el petróleo, el gas o el carbón se obtiene en grandes
cantidades, se transforma en energía eléctrica a través de las
centrales termoeléctricas o carboeléctricas. En el caso de los
transportes la energía se transforma en cinética o mecánica
(pasando por la energía calorífica o térmica) o bien en energía
calorífica cuando se trata de un calentador o una estufa.

2) Energía hidráulica. En ésta se aprovechan las caídas de agua que


se originan por la diferencia de altura en un terreno, por lo tanto se
trata de energía potencial. La energía hidráulica es energía
mecánica, primero potencial, cuando el agua de un río es detenida
por la cortina de una presa y se establece una diferencia de altura,
y después cinética, cuando se deja caer el agua de la presa. Dicha
energía cinética es la que se utiliza para mover un turbogenerador y
producir energía eléctrica en las centrales hidroeléctricas.

3) Energía geotérmica. Es la energía calorífica del interior de la


Tierra, la cual se transforma en energía mecánica y eléctrica a
través de un turbogenerador.

4) Energía nuclear. En ésta, la energía que une a los núcleos de los


átomos se transforma en energía calorífica, y ésta, a su vez, en
mecánica y eléctrica.

5) Energía solar. En ésta se aprovecha directamente la radiación


solar para producir calor o electricidad.

6) Energía eólica. Es la que utiliza la energía cinética de los vientos,


que puede aprovecharse como tal o, a su vez, convertirse en
electricidad.

7) Energía de la biomasa. Es el aprovechamiento de la materia viva


y los desechos orgánicos como combustibles, por lo tanto se trata
de energía química, que se pueden transformar en cualquier forma
de energía. El caso de la madera es un ejemplo.
Existe también una clasificación de las fuentes de energía de
acuerdo con su duración. Las fuentes no renovables son aquellas
que después de cierto tiempo de explotación acabarán por
agotarse. Éste es el caso de los combustibles fósiles, la fisión
nuclear y la energía geotérmica. Por otro lado están las fuentes de
energía renovables, entre las que se encuentran la solar y la eólica,
dado que son fuentes que para todo fin práctico nunca se agotarán.

I . E L H I L O D O R A D O : L A E N E R G Í A
S O L A R

Al golpe del oro


solar,
estalla en astillas,
el vidrio del mar.
J.J. Tablada

I. 1. INTRODUCCIÓN

DURANTE siglos, tanto el hombre como los demás seres vivos han
aprovechado la energía solar, no sólo como una opción
energética sino como fuente de vida, pues sin esa estrella no
habría vida en la Tierra. El cuerpo humano produce vitamina D
cuando los rayos ultravioleta provenientes del Sol llegan a la piel.
La vitamina D es esencial para el crecimiento de los huesos.
Nuestro organismo, como necesita alimentos, depende
indirectamente de la energía solar, pues ésta es indispensable
para que se lleven a cabo las reacciones de la fotosíntesis. De
hecho, las plantas pueden almacenar 1% de la radiación solar
que les llega. Debido a que todos los seres vivos se alimentan
unos de otros, formando una gran cadena alimenticia, toda la
flora y la fauna terrestre vive gracias al aprovechamiento directo
o indirecto de la energía solar. Prueba de esto es que más de
90% del material orgánico que permite la vida marina, llamado
fitoplancton, se halla precisamente en aquellas capas del océano
donde llega la luz del Sol.

Sin embargo, tal parece que no sabemos aprovechar las ventajas


que nos brinda la naturaleza. ¿Cómo sería la vida sin el Sol? La
respuesta inmediata es: no habría vida. El invierno nuclear sería
poca cosa comparado con un planeta que no recibiera la energía
solar.

Si queremos mantener las condiciones naturales de vida es


necesario que no alteremos mucho el medio, pues dichos
cambios pueden volverse en nuestra contra. Entre los casos más
conocidos se encuentran los daños provocados por las
explosiones nucleares, los materiales no degradables, los
contaminantes químicos, los desechos industriales, los cambios
en la capa de ozono de nuestra atmósfera, etcétera. Pero esos
daños, de los cuales nos mantiene al tanto la ecología, no
preocupaban a los hombres del pasado.

¿Hasta qué punto el avance tecnológico se convierte, en algunos


casos, en retroceso? La respuesta a esta pregunta depende de
muchos factores y mejor la dejaremos abierta, pues aunque por
un lado los avances tecnológicos han permitido mejorar las
condiciones de vida de la población en general, también han
acentuado la pobreza de algunos países. La dependencia
tecnológica y la imposición de modelos técnicos importados
ocasionan saltos tecnológicos con grandes huecos y deficiencias.
Si se quiere satisfacer la demanda de energía que requiere cada
habitante del planeta es indispensable buscar fuentes de energía
que se puedan mantener a largo plazo. Esa necesidad existe y
debe satisfacerse; es necesario solucionar problemas como el
pronóstico sobre el agotamiento del petróleo, que comenzara a
sentirse a mediados del siglo XXI, cuando las reservas de crudo
serán insuficientes para satisfacer la demanda mundial.

La acción de una fuente de energía prácticamente inagotable


como el Sol se aprecia en muchos fenómenos cotidianos. Si
dejamos una manguera expuesta a los rayos solares, al abrir la
llave, el agua saldrá en un principio caliente. De hecho, éste es el
sistema que emplean los australianos para facilitar el trabajo de
lavar los platos después de comer. Otro ejemplo muy conocido es
cuando intentamos sentarnos en los asientos de plástico negro
de un automóvil que ha estado expuesto a la luz del Sol.
¿Cuántas veces se ha quemado usted?

Un experimento sencillo pero ilustrativo para observar el


aprovechamiento de la energía solar consiste en concentrar los
rayos del Sol en un punto para producir fuego. Esto lo podemos
hacer con una lupa, cuando no tengamos a mano cerillos. El
punto donde se concentran los rayos de luz se llama foco de la
lupa. Pero el experimento podría hacerse más interesante si
utilizáramos una lupa de hielo; de esta forma estaríamos
produciendo fuego a partir del agua.

En las últimas décadas, la energía solar ha cobrado importancia


como fuente energética, puesto que las reservas de combustibles
fósiles no son eternas. Esto ha ocasionado que, por ejemplo,
sean parecidos los precios de un calentador solar y de uno de
gas, lo que no sucedía hace 60 años. Así, con respecto a los
costos, los sistemas solares son cada vez más baratos, con la
gran ventaja de que el combustible, la luz del Sol, aparece todas
las mañanas sin cobrar.

Debe quedar claro que la energía solar no constituye ninguna


panacea universal de la cual los hombres obtendrán todo lo que
necesitan. La energía solar contribuye modestamente como otra
posibilidad energética y no se trata de defenderla a ultranza
como la única fuente de energía. Un planteamiento realista sería
considerarla seriamente como una opción energética con sus
deficiencias tecnológicas, sus desventajas económicas actuales y
sus ventajas a largo plazo.

En nuestro país, que posee regiones con el promedio mundial de


insolación o soleamiento anual más alto, el aprovechamiento de
la energía solar constituye, sin lugar a dudas, una buena opción.
El que esta fuente de energía sea rentable depende de las
investigaciones que se realicen, de los recursos económicos
destinados a su estudio y del interés que se preste a su
desarrollo. Por lo pronto, ya satisface las necesidades energéticas
de muchas viviendas, se ha empleado en algunas comunidades
que carecen de electricidad y también se han construido algunas
plantas de prueba. Pese a lo anterior, actualmente la energía
solar no contribuye con ningún porcentaje al consumo energético
nacional, aunque ya empieza a contar y es deseable impulsarla.

I.2. UN FOCO CELESTE

El Sol es una estrella común y corriente. Esto quiere decir que en


el Universo existen millones de estrellas como ésta. Sin embargo,
aquéllas se localizan a miles de millones de kilómetros de nuestro
planeta y por esta razón, para nosotros no son más que débiles
puntos de luz en el firmamento. La estrella más cercana a la
Tierra es el Sol, que se encuentra a 149 450 000 km de
distancia; nuestra estrella tiene un diámetro de 1 391 000 km,
aunque para nosotros no es más que un plato amarillo de unos
cuantos centímetros de diámetro. Tiene una masa de 2 X 10 30
kilogramos (un dos con treinta ceros), cifra difícil de imaginar
para nosotros, que estamos acostumbrados a las masas de los
objetos terrestres, pero es 333 veces más pesado que la Tierra.

El núcleo del Sol tiene una temperatura de 15 millones de grados


Celsius y ésta va disminuyendo hasta llegar a la superficie solar,
donde la temperatura promedio es de 5 770ºC, más que
suficiente para derretir un automóvil.

En el interior del Sol, como en todas las estrellas, se llevan a


cabo reacciones de fusión nuclear. En este tipo de reacciones se
unen los núcleos de átomos ligeros, como el hidrógeno y el helio,
para formar átomos más pesados y en el proceso se liberan
grandes cantidades de energía; la energía que nos envía el Sol
es, por lo tanto, de origen nuclear. Dos núcleos de deuterio
(isótopo del hidrógeno) se fusionan y transforman en helio; los
núcleos de helio, en carbono, y así sucesivamente hasta
constituir elementos cada vez más pesados. Actualmente, el Sol
está compuesto de 73.46% de hidrógeno y 24.85% de helio (el
resto son elementos más pesados).

Durante las reacciones nucleares, parte de la masa de las


partículas que intervienen se convierte en energía, la cual se
puede calcular empleando la fórmula de Einstein E=mc2 (donde E
equivale a la energía, m a la masa y c a la velocidad de la luz,
que es igual a 300 000 km/s). De esta forma, el Sol irradia la
energía proveniente de la fusión de los núcleos atómicos que lo
componen y como lo hace en todas direcciones, una parte nos
llega a la Tierra. El Sol existe desde hace 4 600 millones de años
y se cree que seguirá viviendo durante un periodo similar; por lo
tanto, para cualquier fin práctico, el Sol es una fuente inagotable
de energía.

La radiación que emite el Sol en todas direcciones, producto de


las reacciones nucleares, corresponde a una parte del llamado
espectro electromagnético. Cada cuerpo, según sus
características intrínsecas, emite un patrón de radiación
electromagnética (una forma de radiación característica) que
puede identificarse en el espectro electromagnético. En la figura
8 pueden apreciarse las diferentes formas de radiación
electromagnética, que dependen de la cantidad de energía que
ésta posea. Para nosotros la más común es la luz visible, pero
también los rayos X o los rayos infrarrojos constituyen otras
formas de radiación electromagnética.
Figura 3. Espectro electromagnético.

La radiación electromagnética no es otra cosa que el tipo de


partículas o de ondas (en el sentido físico) que nos llega de un
cuerpo, en este caso del Sol. Los rayos del Sol están compuestos
por diminutas partículas, llamadas fotones que viajan a la
velocidad de la luz.

En 1905 Albert Einstein propuso una teoría corpuscular en la que


señalaba que la luz estaba compuesta de paquetes de energía
radiante llamados fotones, término acuñado por G. N. Lewis en
1926. Posteriormente, varios experimentos demostraron que las
partículas atómicas, incluidos los fotones, podían presentar
patrones de interferencia y difracción, características que
corresponden a una onda y no a una partícula. Sin embargo, ¿la
luz está compuesta de ondas o de partículas? A finales de la
década de los veinte la respuesta la dio la mecánica cuántica,
teoría que señala que la luz tiene manifestaciones de partícula y
de onda, es decir, tiene una naturaleza dual, de dos; no se
pueden excluir ambos conceptos. La luz se comporta como onda
o como partícula, según el instrumento que se use para
analizarla.

En la figura 4 pueden apreciarse las características físicas de una


onda de luz. Un ejemplo cotidiano de una onda lo podemos
observar en el movimiento que se produce en el agua de un
estanque cuando se tira una piedra al centro de éste; se
formarán una serie de anillos concéntricos que se harán cada vez
más grandes, hasta llegar al borde del estanque. Aquí debe
señalarse que las ondas de luz, a diferencia de las de un
estanque, se pueden propagar en el vacío, cosa que no sucede
con las ondas de un estanque, porque requieren de un medio
para propagarse. La luz se comporta como una serie de
partículas en movimiento o como una onda transversal que se
propaga en diferentes materiales o en el vacío.

periodo = tiempo en que la onda


T-
completa un ciclo

v frecuencia = = número de ciclos


- por segundo

λ longitud de distancia que hay al


- onda = completar

un ciclo o entre cresta


y cresta

o entre valle y valle

C
λ v
-

C Velocidad de la luz = 300 000


- km/s.

λ
longitud de la onda de luz
-

v
frecuencia de la onda de luz
-

Figura 4. Características físicas de una onda de luz.

El tipo de radiación electromagnética dependerá de las


características físicas que posean los fotones. La energía
contenida en los rayos del Sol se calcula a partir de la fórmula de
Planck, E= hv, donde E es la energía de los fotones, h es la
constante de Planck, que equivale a 6.625 x 10-34 Js, y la letra
griega v es la frecuencia a la que oscilan los fotones o la
frecuencia de las ondas de luz.

De esta fórmula se desprende que hay fotones que poseen gran


cantidad de energía (como los rayos gamma) y otros que son
menos energéticos (los rayos infrarrojos, por ejemplo). Esto se
traduce en que hay fotones que ni siquiera pueden atravesar la
atmósfera terrestre, mientras que otros cruzan los tejidos
blandos del cuerpo y chocan únicamente con los huesos: estos
últimos constituyen los rayos X, que se utilizan para tomar
radiografías.

Una característica común que comparten todos los fotones es


que viajan a una velocidad constante en el vacío: a la velocidad
de la luz, que es la más alta que existe en el Universo. Una
propiedad curiosa de estas partículas es que un fotón en reposo
tiene una masa igual a cero.

A pesar de que la velocidad de la luz es muy grande, un rayo del


Sol tarda aproximadamente ocho minutos en llegar a la Tierra.
En la vida cotidiana, sin embargo, la luz de un foco parece que
nos llega instantáneamente. (Por ejemplo, la luz de un foco
colocado a 1 m de distancia, tarda 0.33X10-8 s.)

Los rayos que provienen del Sol traen consigo fotones de


características diferentes (rayos gamma, rayos ultravioleta, luz
visible, rayos infrarrojos y ondas de radio) y estos constituyen el
espectro del Sol.

En la figura 5 puede apreciarse cómo gran parte de la radiación


solar (el 90% aproximadamente) está constituida por rayos
infrarrojos y luz visible.

Figura 5. Espectro del Sol. Fuera de la atmósfera, la radiación solar está


constituida por 7% de rayos ultravioleta, 47% de radicación visible y
46% de rayos infrarrojos. En la superficie, en condiciones ideales (cielo
despejado y a nivel del mar) los porcentajes son: 4% de ultravioleta,
46% de visible y 50% de infrarroja. La curva corresponde a la radiación
de cuerpo negro a aproximadamente 6 000º K.

1.3. DE LOS ESPEJOS DE ARQUÍMEDES A LOS HORNOS


SOLARES

Según narran los antiguos historiadores, en el año 212 a. C., a


petición del rey Herón, Arquímedes quemó las naves romanas
que sitiaban la ciudad de Siracusa. Para llevar a cabo tal hazaña,
Arquímedes utilizó varios espejos planos o tal vez escudos
reflejantes que en conjunto formaban un gran espejo cóncavo,
pues en esa época ya se utilizaban espejos pulidos de plata y
cobre para concentrar la luz del Sol. Un espejo cóncavo sería, por
ejemplo, el que tiene el faro de un automóvil. Este tipo de
espejo, cuando posee la forma de un paraboloide de revolución,
tiene la propiedad de que todos los rayos luminosos que inciden
sobre él desde cualquier dirección se concentran en un punto: el
foco del espejo. De esta forma, mediante la concentración de la
energía de los rayos solares se logra alcanzar altas temperaturas
y, quizá, como Arquímedes, incendiar grandes objetos. También
Euclides, en sus trabajos de óptica, menciona que es posible
obtener temperaturas elevadas mediante un espejo cóncavo, y
Filón de Bizancio aprovechó el calor del Sol en un termoscopio
(antecedente del termómetro), que consiste en un termómetro
rudimentario, que indica la diferencia de temperatura sin precisar
su magnitud.

Durante el Renacimiento, el ingeniero francés Salomón de Caus


construyó una bomba de agua con un motor inventado por él,
cuya fuerza motriz provenía de vapor calentado por los rayos
solares. En un texto, escrito en 1615, describe dos sistemas que
funcionaban con energía solar: una fuente y una estatua sonora.
Esta última estaba hueca y contenía dos tubos de órgano;
cuando el aire se expandía debido al calor solar, la estatua
empezaba a cantar.

En los siglos XVII y XVIII se construyeron los primeros hornos


solares; aproximadamente en 1690, en Dresde, Alemania, E.W.
von Tschirnhausen construyó un horno solar con un espejo
cóncavo parabólico de 1.6 m de diámetro para cocer el barro
utilizado en la producción de objetos de cerámica. También
construyeron hornos solares Jorge Luis Leclerc, conde de Buffon,
escritor y naturalista francés, y los ópticos franceses A. J.
Fresnell y Villette.

En 1774, el científico inglés Joseph Priestley descubrió nada


menos que el oxígeno (aunque no le dio ese nombre),
concentrando los rayos solares sobre lo que llamaba cal de
mercurio (hoy óxido de mercurio), con una lente de 0.30 m de
diámetro; al gas desprendido lo llamó aire desflogisticado.
Posteriormente, A. L. de Lavoisier, a partir de este hallazgo dio el
nombre de oxígeno a ese gas y formuló la teoría de la
combustión, demostrando que el oxígeno es un componente del
aire. Además, construyó un horno solar con una lente de más de
1 m de diámetro que alcanzaba temperaturas de 1 700º C, en el
que se podía fundir platino.

El primer diseño de un colector plano para aprovechar el calor


solar fue concebido en la segunda mitad del siglo XVII por el
naturalista suizo Horace de Saussure. Éste consistía en una caja
perfectamente sellada con varias capas de vidrio. Los astrónomos
J. Herschel y J. Langley, así como el ingeniero C. Tellier también
fabricaron varios colectores, en los cuales trataron de
perfeccionar el diseño de Saussure.

En el siglo XIX, el clérigo escocés Robert Stirling construyó un


motor de aire caliente con un pistón que, acoplado a un espejo
parabólico, empezaba a girar cuando los rayos solares se
concentraban en el extremo exterior del pistón y se alcanzaba
una temperatura adecuada. Otro gran pionero de la energía solar
fue el inventor sueco John Ericsson, quien también construyó un
motor de aire caliente. El interés de Ericsson por la energía solar
lo llevó a instalar un laboratorio dedicado a la investigación solar
en la ciudad de Nueva York. En 1868 diseñó un espejo
rectangular de 2X3.5 m de sección parabólica y sobre la línea
focal de la parábola colocó un tubo por el que circulaba aire; al
concentrar los rayos solares en la línea focal, el aire se calentaba
y proporcionaba el calor necesario para que trabajara una
máquina de vapor. Ericsson había construido un motor solar.
Además, diseñó varios instrumentos para medir la radiación y
otras propiedades físicas del Sol, útiles para el aprovechamiento
de este tipo de energía. Un detalle curioso es que Ericsson no
quiso patentar ni comercializar sus motores solares hasta que no
se hubieran perfeccionado, por lo cual dejó muchos inventos sin
patente.

En 1860, con el apoyo de Napoleón III, Augusto Mouchot


construyó un colector solar en forma de cono truncado de 2.2 m
de diámetro, que se utilizó primero en una caldera y
posteriormente en una planta para bombear agua. En la
Exposición Mundial de París, celebrada en 1878, Mouchot exhibió
una estufa solar y un motor solar que empleaba su colector.
También en la Exposición Mundial que se realizó en el Palacio de
las Tullerías, Mouchot y Abel Pifre llevaron un motor solar
integrado a la prensa de una imprenta. Más tarde, en esta
imprenta se editaría la revista Le Journal du Soleil.

Hasta entonces se había probado que cualquier máquina térmica


podía funcionar mediante la energía solar; sin embargo, ¿podía
convertirse directamente esta energía en electricidad?

En 1839, Edmund Becquerel (abuelo de Henry Becquerel, el


descubridor de la radiactividad natural) mientras trabajaba con
celdas electrolíticas observó que al iluminar uno de los electrodos
se producía un voltaje y así descubrió el efecto fotovoltaico, es
decir, la conversión directa de luz en electricidad. Cincuenta años
después, W. Smith encontró que el selenio (elemento derivado
del mineral de cobre) tenía propiedades fotovoltaicas; Charles
Fritts construyó las primeras celdas solares de selenio, y en 1878
G. W. Adams y R. E. Day observaron el efecto fotovoltaico en un
semiconductor de selenio. En 1905, Albert Einstein, partiendo del
concepto de cuanto, propuesto en 1900 por Max Planck, propuso
que la luz está compuesta de cuantos o paquetes de energía y
explicó satisfactoriamente otro efecto, llamado fotoeléctrico, que
se presenta en los metales. Con esto, se daban las bases que
llevarían a Niels Bohr, Max Born, Louis de Broglie, Werner
Heisenberg, Edwin Schrödinger, P.A.M. Dirac y Wolfang Pauli,
entre otros, a establecer alrededor de 1930 la mecánica cuántica.
En el efecto fotoeléctrico, cuando la luz llega a metales como el
platino o el cesio, los electrones pueden empezar a moverse, y si
los fotones de los rayos de luz tienen frecuencias y energía
apropiadas, hacen saltar a los electrones de la superficie
iluminada y se genera una corriente eléctrica.

Sin embargo, durante muchos años nadie se ocupó de mejorar


las celdas solares. Tuvieron que pasar casi ochenta años para
que Gordon Pearson, Darryl Chapin y Calvin Fuller,
investigadores de los Laboratorios Telefónicos Bell, utilizaran
silicio con impurezas en lugar de selenio para fabricar las celdas
solares como una solución para tener una fuente de energía en
las instalaciones telefónicas de las áreas rurales. Así surgieron las
primeras celdas solares que tenían una eficiencia de 15%. Una
de las desventajas era su costo, que las hacía inaccesibles. Por
esto, cuando se empezaban a olvidar las celdas solares, a la NASA
se le ocurrió que la fuente más indicada para los satélites
espaciales serían las celdas solares y dedicó mucho tiempo y
dinero para perfeccionarlas y producirlas. Las celdas solares
están constituidas de una unión de materiales semiconductores
tipo n y tipo p, en las que se presenta el efecto fotovoltaico.

La primera aplicación a mediana escala de la energía solar se dio


en una planta desalinizadora, construida en el desierto de
Atacama, en Las Salinas, Chile. Ésta tenía un área de captación
de media hectárea; proporcionaba 20 mil litros de agua potable
al día para una mina de nitrato de sodio y funcionó
ininterrumpidamente de 1872 a 1912.

A principios de este siglo se construyeron varias plantas solares


de baja potencia. En 1913, Franck Shuman y C. V. Boys hicieron
una máquina termosolar de 50 caballos de vapor, que se usaba
en la planta de El Cairo, para extraer agua del río Nilo e irrigar la
zona.

A pesar de estas contribuciones, durante la primera mitad del


siglo XX, el aprovechamiento de la energía solar permaneció en
el desván del olvido debido a que, entre otras razones, los
dispositivos solares no podían competir con las máquinas que
empleaban combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el
carbón.

En 1949 las actividades en torno al aprovechamiento de la


energía solar empezaron nuevamente a prosperar. Se construyó
el primer gran horno solar en Mont Louis, cerca de Odeillo,
Francia, bajo la dirección de Félix Trombe y en la década de los
años sesenta se fabricó el famoso horno solar de Odeillo, que
aprovechaba la fachada de un edificio para formar un gran
espejo parabólico para concentrar los rayos solares en otra
construcción cercana. En el foco de esta original construcción se
alcanzan temperaturas de 4 000º C.

En Natick, Massachusetts se construyó en la década de los


cincuenta un espejo de grandes dimensiones que concentra los
rayos solares en el foco de la parábola y que alcanza
temperaturas de 4 400º C, suficiente para derretir acero. En este
espejo se hacen pruebas de calor para conocer las resistencias
de diversos materiales destinados a proteger al ejército
estadounidense. En Baristow, California, se tiene una planta con
1 800 espejos que concentran el calor del Sol en una torre
central de 90 m de altura. Ahí, un fluido como el agua, el aceite o
las sales fundidas se emplea para producir vapor de agua y
mover un turbogenerador. La central solar de Baristow produce
10 MW (megawatts). En Francia se encuentra la central
electrosolar Themis, que genera 2.5 MW. Esta planta tiene 201
heliostatos o espejos de 53 m² orientados a una torre de 101 m
que en la parte superior posee una caldera en la que se funden
sales, mismas que se aprovechan para generar vapor, como se
había mencionado anteriormente, y producir energía eléctrica.
Las sales tienen la ventaja de que almacenan el calor.
Finalmente, el Instituto de Ingeniería de la UNAM tiene una
pequeña planta solar con colectores cilíndrico-parabólicos que
siguen el movimiento del Sol, con una capacidad de 10 a 15
kilowatts; en esta planta se emplea aceite como fluido de trabajo
para calentar agua y producir vapor.

I.4 ¡O SOLE MIO!

Antes de tratar lo referente al aprovechamiento de la energía


solar se deben entender algunos conceptos fundamentales; en
primer lugar, ¿qué se entiende por energía?

La energía puede definirse como la capacidad que tiene un


cuerpo o sistema de realizar trabajo; entendido este último como
producto de la fuerza que se ejerce sobre un cuerpo, multiplicada
por la distancia que se recorre aplicando dicha fuerza. Esta
relación se expresa matemáticamente de la siguiente manera: W
= F·d (donde W = trabajo, F = fuerza y d = distancia). Dicha
definición de trabajo sólo es válida cuando la fuerza aplicada y la
distancia recorrida están en la misma dirección; cuando no es
así, el trabajo es igual al producto de la componente o
proyección de la fuerza sobre la dirección en la que se mueve el
objeto por la distancia recorrida. Matemáticamente esto equivale
a W = F·d·cos θ (donde θ es el ángulo que forman la fuerza con
la dirección de movimiento del objeto).
Si elevamos a una persona que pesa 60 kg en condiciones
ideales (esto es, sin fricción) a una altura de 10 m, y aplicamos
la fuerza en la misma dirección en la que movemos a la persona,
el trabajo realizado será: W F·d = m·g·d = (60) (9.8) (10)= 5
800 joules (donde m es la masa y g la aceleración de la
gravedad, que en nuestro planeta es igual a 9.8 m/s²).

Por tanto, para elevar a una persona con una masa de 60 kg a


una altura de 10 m se necesita una energía de 5 880 joules. Pero
si quisiéramos elevarla a una altura de 20 m se necesitaría el
doble de energía para realizar ese trabajo.

En nuestro ejemplo, el trabajo lo realiza una persona; sin


embargo, el desarrollo de la tecnología ha permitido que sea una
máquina la que lo lleve a cabo. Primero fue una carreta y un
caballo, después el ferrocarril, el automóvil, el camión, el avión,
etcétera. El desarrollo tecnológico ha permitido que el hombre
descargue cada vez más trabajo en las máquinas; sin embargo,
al igual que el hombre, las máquinas requieren de una fuente
que proporcione la energía necesaria para realizar cualquier tipo
de trabajo. En el ser humano, la fuente de energía son los
alimentos; en el caso de las máquinas existen diferentes fuentes
de energía, entre las que se encuentra el Sol.

Está claro que el hombre y cualquier máquina requieren de una


fuente de energía para realizar cualquier trabajo. Sin embargo, la
eficiencia con la que se realiza éste nunca podrá ser de 100%,
dado que la naturaleza ha impuesto su ley: todo sistema que
realice un trabajo siempre tendrá pérdidas de energía calorífica,
que se manifiestan de diversas formas: por ejemplo, la fricción
de las ruedas en el pavimento, el rozamiento de un pistón en un
motor, la transpiración del cuerpo humano, etcétera. Por lo
tanto, una parte de la energía empleada para realizar un trabajo
se transforma inevitablemente en energía calorífica y por ello la
eficiencia de cualquier máquina térmica nunca será de 100 por
ciento.

En los sistemas de conversión de energía, por ejemplo en una


presa, la eficiencia se define como el cociente de la energía útil
que se extrae del sistema, dividida entre la energía que entra al
mismo. Como la primera siempre será menor que la segunda, la
eficiencia de conversión de cualquier máquina, planta, central o
dispositivo siempre será menor que 1 o, expresado en
porcentajes, menor que el 100 por ciento.

Otro concepto fundamental que ya habíamos mencionado es el


de potencia, que se define como la rapidez con la que se realiza
un trabajo; o en otras palabras, la energía consumida por unidad
de tiempo.
La figura 6 muestra la potencia máxima que pueden desarrollar
diferentes máquinas utilizadas durante los últimos 200 años.
Como puede apreciarse, en este sentido el buey es superior al
hombre.

Figura 6. Potencia máxima de diferentes máquinas. (Tomado y


adaptado de Scientific American, La energía, Alianza Editorial, num.
561, Madrid, 1975.)

Ya mencionamos que las unidades de energía que se utilizan


comúnmente son los kilowatts-hora; asimismo, las de potencia
son los kilowatts. Los rayos del Sol proporcionan energía radiante
o radiación y como se había explicado antes, no es otra cosa que
una onda electromagnética o millones de fotones de diferentes
frecuencias.

Para medir la cantidad de energía que llega del Sol se emplea


como unidad el watt-hora y para conocer la potencia de dicha
radiación se usa el watt. Sin embargo, en el caso del
aprovechamiento de la energía solar, lo que interesa es la
cantidad de energía por unidad de tiempo y por unidad de área
que llega perpendicularmente a la superficie terrestre. Esta
cantidad se denomina irradiancia, intensidad de la radiación,
soleamiento o insolación y las unidades para medirla son los
watts/m² y el langley/día.

La Tierra gira alrededor del Sol en un movimiento que se


denomina traslación y que realiza durante un año. La trayectoria
que describe nuestro planeta es una elipse que se acerca a una
trayectoria circular; el Sol se encuentra en uno de los dos centros
de esta elipse, denominados focos. El movimiento de la Tierra y
de la mayor parte de los planetas tiene lugar en un plano,
llamado eclíptica. Como el Sol está en uno de los focos de la
elipse, nuestro planeta está más cerca del Sol en una época y
más lejos en otra. La Tierra alcanza su máxima aproximación al
Sol cuando se encuentra a 1.45 x 108 km, posición llamada
perihelio, a la que llega hacia el 4 de enero de cada año.

A partir de ese punto se va alejando del Sol, hasta que, hacia el


5 de julio de cada año, alcanza la posición más separada, su
afelio, a 1.54 x 108 km de distancia.

Pero nuestro planeta no sólo se mueve alrededor del Sol, sino


que gira en torno a un eje imaginario, en un movimiento que se
llama rotación. El eje de rotación de la Tierra no es perpendicular
al plano de la eclíptica, sino que forma un ángulo de 23.45º.

Si medimos el ángulo que forman los trópicos de Cáncer y de


Capricornio con respecto al ecuador, desde el centro de la Tierra,
el primero será de + 23.45º y el segundo de - 23.45º. Esta
inclinación del eje de la Tierra con respecto al plano de la
eclíptica es lo que ocasiona fundamentalmente las estaciones y,
por lo tanto, la cantidad de radiación que recibimos del Sol, en
cada caso.

En el solsticio de invierno, el 21 de diciembre4, los rayos


solares llegan al Hemisferio Norte durante menos tiempo, porque
es el día más corto del año, y el Sol se encuentra al mediodía en
el punto más bajo del cielo; en consecuencia, en el día el
soleamiento es mínimo. En el Hemisferio Sur ocurre lo contrario.
Posteriormente, el 21 de marzo, en el equinoccio de primavera,
cuando el día y la noche duran lo mismo, el soleamiento es igual
en ambos hemisferios y el Sol al mediodía cae verticalmente
sobre el ecuador, pero el eje de rotación de la Tierra forma un
ángulo de 23.45º con respecto a la perpendicular del plano de la
eclíptica y, por lo tanto, este plano imaginario corta a la Tierra
formando un ángulo también de 23.45º respecto al ecuador. En
el solsticio de verano, que ocurre el 22 de junio, los rayos solares
llegan al Hemisferio Norte durante más tiempo, porque es el día
más largo del año y el Sol alcanza el punto más alto en el cielo;
éste es el caso México. Por lo tanto, en el Hemisferio Norte en
ese día ocurre el soleamiento máximo. En el Hemisferio Sur
ocurre lo opuesto. Finalmente, el 22 o 23 de septiembre, en el
equinoccio de otoño, se repite la misma situación que en el
equinoccio de primavera, día y noche duran lo mismo en ambos
hemisferios y el soleamiento es intermedio entre los puntos
máximo y mínimo (solsticios de verano e invierno en el
Hemisferio Norte, o al contrario en el Sur) y el eje de la Tierra
forma un ángulo de -23.45º con respecto al ecuador. En la figura
7 se muestra en forma gráfica cada uno de los cuatro casos.
Figura 7. Radiación solar durante los solsticios y los equinoccios.

Para comprender mejor cómo llegan los rayos solares en los


equinoccios y los solsticios, en la figura 8 se muestra la
trayectoria aparente del Sol en las cuatro situaciones, vista
desde la latitud de la ciudad de México o de Colima.

Figura 8. Trayectoria del Sol desde una latitud de 16º N como la de la


ciudad de México o la de Colima, durante los solsticios y los
equinoccios. (Tomado de: Everardo Hernández et al., Atlas de la
República Mexicana, Universidad Veracruzana, 1991.)

Cuando los rayos de Sol llegan perpendicularmente a una


superficie es cuando puede aprovecharse la mayor cantidad de
radiación; por eso, la cantidad de radiación que recibe nuestro
planeta depende de la inclinación de los rayos solares.

La radiación que llega a la Tierra es variable y dichos cambios


deben conocerse para saber la cantidad de radiación que puede
aprovecharse en cada lugar del planeta. En otras palabras, la
radiación solar no es constante sino que cambia según las
estaciones del año, las condiciones atmosféricas y la latitud de
cada región.

Pese a lo anterior, para todo fin práctico se considera que en el


límite superior de nuestra atmósfera llega una cantidad de
radiación promedio por unidad de tiempo por cada m², que se
denomina constante solar. El valor de esta constante es igual a
1367 watts/m². Esto quiere decir que en el borde de la
atmósfera, a cada m² le llegan 1 367 watts de potencia solar. Si
consideramos la mitad de la superficie de la Tierra (debido a la
noche) se tendría una energía de 1.7 X 1017 watts-hora cada 60
minutos de Sol, cantidad muy superior a la energía eléctrica que
se genera en todo el mundo a lo largo de un año (7 X 10 15 Wh).
Sin embargo, la atmósfera y la eficiencia de los sistemas solares
ocasionan que esta cantidad sea mucho menor (2.16 X 1020 Wh/
año).

La Tierra tiene una atmósfera cuyo límite se fija


convencionalmente a 2 000 km de altura sobre la superficie y
está compuesta de las siguientes capas: troposfera, estratosfera,
ionosfera y exosfera. Ésta funciona como un gran invernadero,
que guarda parte del calor proveniente del Sol; el efecto de
invernadero permite que la temperatura terrestre no sea la de un
témpano de hielo. Sin embargo, el efecto invernadero también
puede provocar un calentamiento global del planeta, lo cual
ocasionaría daños ecológicos. Para entenderlo se debe mencionar
que cuando la radiación llega a un objeto, éste la absorbe y a su
vez emite una radiación en forma de ondas electromagnéticas
que no necesariamente tiene la misma longitud de onda.

El Sol emite una radiación caracterizada por el espectro solar.


Esa radiación es absorbida por el sistema atmósfera-Tierra. Dicho
sistema atmósfera-Tierra se calienta y a su vez emite una
radiación de características diferentes a la absorbida.

A pequeña escala, si los rayos solares llegan a un invernadero, el


vidrio o los vidrios dejan pasar la longitud de onda corta, y el
suelo y las plantas absorben esa radiación, pero, a su vez,
emiten una radiación de longitud de onda larga. Esta radiación de
onda larga no puede salir porque el vidrio no deja pasar esa
radiación. Así, como el calor no puede salir se eleva la
temperatura en el interior del invernadero. En nuestra atmósfera
ocurre un efecto similar.
Para saber cuál es la cantidad de radiación que llega a la
superficie de nuestro planeta y no sólo a la frontera de la
atmósfera, debe hacerse un análisis global de los diferentes
procesos físicos y químicos que tienen lugar desde que la
radiación solar atraviesa la atmósfera hasta que llega a la
superficie terrestre. Este proceso global se llama balance
energético de la radiación solar.

Hacer un balance preciso de la radiación solar resulta una tarea


compleja. Hasta ahora sólo se han hecho aproximaciones. Por
otro lado, la radiación solar que recibe cada punto de la Tierra
varía, dependiendo de la radiación directa y difusa que reciba.
Por ello, hablar de un balance global resulta una aproximación de
la radiación promedio anual que recibe la superficie terrestre,
aunque permite darse una idea de lo que sucede.

Solamente 47% de la radiación solar que absorbe nuestra


atmósfera llega a la superficie terrestre; 31% directa y 16%
indirectamente, como radiación que se difunde en la atmósfera y
se denomina, por ello, radiación difusa.

Por otro lado, la radiación solar que se desaprovecha se divide en


los siguientes porcentajes: 28% se va al espacio exterior por
reflexión en la capa superior de la atmósfera, 6% se pierde por
difusión de aerosoles5, 7 % se refleja en el suelo terrestre y
17% lo absorben las distintas capas de la atmósfera. La suma de
estas pérdidas da un total de 53 por ciento (véase figura 9).

Figura 9. Balance energético de la radiación solar para longitudes de


onda corta (< 4 µm).

Por lo tanto, en los diferentes dispositivos solares se puede


aprovechar, en promedio, 47% de la radiación que llega fuera de
la atmósfera. Pero esto sólo ocurre con la radiación solar de onda
corta (menor de 4 micrómetros). La Tierra absorbe esa radiación
(47%), pero a su vez emite radiación de onda larga, tal y como
ocurre en un invernadero. Posteriormente, de esa radiación de
onda larga (mayor de 4 micrómetros) que emite nuestro planeta,
18% sale de la atmósfera. De esa manera, únicamente 29% (47-
18=29%) de la radiación total absorbida queda en nuestro
planeta. En la figura 9 se muestra este balance energético.

El aprovechamiento de la energía solar se refiere a la conversión


directa de la radiación solar en calor y en electricidad, llamadas
conversión fototérmica y fotovoltaica, respectivamente. La
energía solar es la causa indirecta de que pueda aprovecharse la
energía que proporcionan las plantas y los animales, mejor
conocida como biomasa. También al Sol se deben los
movimientos de las diferentes masas de aire que ocasionan los
vientos; así, la energía eólica o de los vientos es indirectamente
energía solar. Además, el depósito de organismos que alguna vez
estuvieron vivos en las capas de la corteza terrestre no es otra
cosa que los componentes del petróleo y el carbón. De esa
manera, los combustibles fósiles son también indirectamente
producto de la energía solar. Finalmente, la energía hidroeléctrica
proviene de una enorme máquina térmica, cuyo combustible es
precisamente la energía solar. Cuando los rayos del Sol calientan
el agua de la Tierra se produce vapor de agua; éste se eleva
formando nubes; ahí, el vapor de agua se condensa y se
precipita, lo que aumenta el nivel de agua de, por ejemplo, una
presa.

Como se mencionó antes, los movimientos de rotación y


traslación de la Tierra hacen que varíe la cantidad de radiación
que recibe el planeta. Así, para conocer la radiación por unidad
de tiempo por unidad de superficie que recibe un lugar
determinado de la Tierra, deben conocerse varios parámetros
como la latitud y la longitud geográficas, la altura sobre el nivel
del mar, la concentración de vapor de agua y la concentración de
bióxido de carbono en la atmósfera. La medición de estas
variaciones ha permitido hacer un mapa mundial de la radiación
mensual que reciben diferentes lugares de la Tierra (véase figura
10). Por ejemplo, la latitud y la longitud de Ciudad Universitaria
en el Distrito Federal, es 19º20' Norte y 99º11' Oeste y el
promedio de radiación anual por día en el año de 1966 fue de
5.278 kWh/ m². Esto quiere decir que en promedio cada m² de
Ciudad Universitaria recibió ese año 5.278 kWh por día. Si esa
energía pudiera aprovecharse sería suficiente para satisfacer el
consumo de electricidad de un departamento común.
Figura 10. Radiación total mundial (durante el mes de julio de 1966.)
(Tomado y adaptado del Solar Energy, Universidad de Wisconsin, julio,
1966.)

En la figura 11 se muestra un mapa de soleamiento o insolación


para la República Mexicana y cada una de las líneas corresponde
a los lugares que reciben la misma cantidad de radiación. Como
puede apreciarse, los estados de Sonora y Baja California son los
que reciben anualmente mayor cantidad de Sol. Por otro lado,
cabe señalar que la ciudad de México se encuentra entre las
cinco ciudades del mundo que reciben mayor cantidad de
radiación solar.

Figura 11. Radiación solar en la Republica Mexicana. (Tomado y


adaptado de Alternativas Energeticas, Alonso C., A y Rodríguez V., L;
datos de Galindo, I. Y Chávez A.)
1.5. ¿CÓMO SE APROVECHA TANTO SOL?

Los principales sistemas y dispositivos solares pueden clasificarse


no sólo como fototérmicos y fotovoltaicos, sino también conforme
a su temperatura de operación. En los fototérmicos, la
temperatura puede ser baja, intermedia o alta. También pueden
clasificarse de acuerdo con su uso en viviendas, industrias, en el
campo o en la ciudad, para satisfacer la demanda de energía del
país o en comunidades rurales (sistemas de generación de
energía centralizados o descentralizados).

En la figura 12 se muestran algunos de los sistemas y


dispositivos solares más utilizados de acuerdo con la clasificación
anterior.

Figura 12. Diferentes dispositivos y tipos de sistemas solares.

1.6. COLECTORES PLANOS Y TUBULARES

El calor se transmite siempre de los cuerpos calientes a los fríos,


y nunca de manera inversa. Existen tres formas de transmitir el
calor: por radiación, por convección y por conducción.

Para comprender mejor las diferentes formas de transmisión del


calor, veamos un ejemplo cotidiano. Si tomamos el Sol en la
playa y pasan algunas horas observamos que nuestra piel se
quemó; el Sol emite energía radiante compuesta de fotones u
ondas electromagnéticas. Dicha radiación atraviesa la atmósfera
y llega —en un día despejado al nivel del mar— a la superficie
como 4% de rayos ultravioleta, 46% de radiación visible y 50%
de rayos infrarrojos. Cualquier cuerpo al que le llegue radiación
tiene la propiedad de absorberla, produciendo calor que a su vez
ocasiona que se eleve la temperatura. Volviendo al caso de
nuestro cuerpo, éste absorbe la radiación solar y una de las
formas en que ésta se manifiesta es en los rayos ultravioleta que
queman la piel. Si nos levantamos rápidamente, huyendo del
calor excesivo, notaremos que una brisa nos refresca un poco.
Los vientos se originan por las diferencias de temperatura que
existen entre distintas capas de la atmósfera y por la rotación de
la Tierra, y así se crean corrientes de aire llamadas de
convección, a través de las cuales el calor se distribuye en la
atmósfera terrestre. La transmisión por convección ocurre
también en líquidos, por ejemplo cuando hervimos agua.

Por lo tanto, si seguimos con el ejemplo anterior, nuestro cuerpo


(que está más caliente) habrá transmitido parte de su calor a la
corriente de convección de la brisa y como resultado final
percibimos menos calor. Si caminamos descalzos sobre la arena
nos percataremos rápidamente de la conducción del calor:
tendremos que correr para no quemarnos las plantas de los pies,
debido a la transmisión de calor por conducción de la arena a
nuestros pies.

En los sistemas solares fototérmicos se deben aprovechar al


máximo estas formas de transmisión de calor o, visto de otra
manera, tienen que evitarse las pérdidas de calor por estas tres
formas de transmisión.

Entre los sistemas que convierten la energía solar en calor


aprovechable se encuentran los colectores planos y tubulares,
que se utilizan principalmente para el calentamiento de agua o
aire.

El principio general de funcionamiento de un colector es el


llamado efecto invernadero; aquí hay que recalcar que nuestra
atmósfera opera como un gran invernadero. Como se dijo
anteriormente, cuando la luz pasa a través de una o varias capas
de vidrio u otro material transparente se transmite la radiación
que tiene una longitud de onda corta. Si en el interior de un
sistema con un vidrio perfectamente aislado del exterior se
coloca un material pintado de negro (el color que absorbe mayor
cantidad de radiación) para que absorba al máximo la radiación,
el material absorberá la radiación solar, se calentará y se elevará
la temperatura; posteriormente, ese material emitirá a su vez
radiación de longitud de onda larga, como los rayos infrarrojos
lejanos a la parte visible del espectro. La radiación emitida
dependerá de la temperatura que posea el material. 6 Pero
como la radiación es ahora de longitud de onda larga no podrá
atravesar la capa de vidrio, quedará atrapada en el interior y, en
consecuencia, provocará que la parte interna del colector esté a
una temperatura más elevada que el exterior, tal y como sucede
al entrar a un invernadero.

Si en el interior de una caja, con uno de sus lados de vidrio, se


coloca una serie de tubos que conduzcan adecuadamente el calor
y por los que circule agua, se obtendrá agua calentada por el Sol.

Asimismo, el color que poseen los objetos está directamente


relacionado con la absorción, reflexión y transmisión de la
radiación solar. Por ejemplo, las hojas son verdes porque de
todos los rayos que reciben, únicamente reflejan aquellos cuya
longitud de onda corresponde al color verde; el resto de
radiación visible que tiene otras longitudes de onda es absorbida
por la hoja. Una hoja de papel blanco, en cambio, refleja la
radiación de todas las longitudes de onda que le llegan y por eso
la vemos blanca. En contraposición con el blanco, el color negro
absorbe todas las longitudes de onda.

En la Parte I del Libro III de la Óptica, Newton se refiere a dicho


fenómeno como sigue: "¿Acaso la luz no engendra calor en los
cuerpos negros con mayor facilidad que con los de otros colores,
debido a que al incidir sobre ellos no se refleja hacia afuera, sino
que, penetrando en ellos, se refracta y refleja muchas veces en
su interior hasta que se absorbe y pierde? [se refiere a la emisión
de calor]".

La combinación del efecto invernadero, la absorción de radiación


de los objetos negros y el aislamiento para evitar las pérdidas de
calor constituyen los principios físicos fundamentales para
comprender el funcionamiento de un colector plano o tubular.

Existen tres tipos de colectores: planos, tubulares y de


concentración. Los colectores planos funcionan a bajas
temperaturas, entre 80 y 60ºC, y se utilizan principalmente para
calentar o enfriar agua y aire en las casas, pero también para
secar granos, obtener agua potable, en albercas, lavanderías,
baños públicos, embotelladoras, refrigeración, etcétera. Los
colectores planos tienen una eficiencia del 40 al 65% y hasta
ahora son los dispositivos solares más desarrollados y utilizados
en el mundo. Sin embargo, para obtener temperaturas más
altas, entre 60 y 165ºC, se utilizan los colectores tubulares.
Éstos consisten en dos o tres tubos, dos interiores de metal y
uno exterior de vidrio, generalmente concéntricos. Entre el tubo
de vidrio y el tubo metálico externo, que debe ser negro (y
puede ser de cobre) se hace el vacío (véase figura 13), ya que la
forma tubular permite que los tubos soporten grandes presiones,
así como captar la mayor cantidad de radiación solar. Debe
señalarse que se hace el vacío para reducir las pérdidas de calor
por conducción y convección, con lo cual se consiguen
temperaturas más elevadas. El resultado final es que en los
colectores tubulares la pérdida de calor por convección y
conducción se reduce considerablemente, la temperatura de
operación aumenta y su eficiencia real oscila entre 60 y 70%. Los
colectores planos y tubulares tienen la ventaja de que funcionan
tanto con radiación difusa como directa. Los colectores de
concentración, por su parte, reúnen la radiación solar en un
punto o una línea y permiten alcanzar altas temperaturas;
pueden estar fijos o seguir el movimiento del Sol (éstos se
describirán más adelante).

Figura 13. Colectores tubulares.

I.7. EL CALENTADOR SOLAR

Tal vez la aplicación más sencilla y económica que tienen los


colectores planos sea el calentador solar con tanque de
almacenamiento.

Los colectores planos deben orientarse hacia el sur en el


Hemisferio Norte (como es el caso de México). A partir de
cálculos complejos de la radiación máxima que recibe una
superficie inclinada, en los que intervienen consideraciones
teóricas y empíricas, la máxima captación de un colector plano se
logra cuando el ángulo de inclinación es aproximadamente igual
a la latitud geográfica del lugar. Esto permite lograr una
incidencia máxima en todas las épocas del año. En el caso de la
ciudad de México, un colector debe tener una inclinación de 19º.
Una segunda aproximación demuestra que en verano la
inclinación del colector debe ser igual a la latitud del lugar menos
10º y, en invierno, la latitud del lugar más 10º. Para la capital
esto equivale a 9º en verano y 29º en invierno.

Para construir un colector plano puede usarse una caja de


aluminio anodizado (para reducir costos, la tapa posterior de la
caja puede ser de aluminio común). La caja del colector debe
tener una superficie aproximada de 1.5 m² y 10 cm de espesor
(véase la figura 14).
Figura 14. Colector plano para un calentador solar.

La tapa superior del colector, por donde llegan los rayos solares,
puede ser de vidrio o de fibra de vidrio y tener una segunda capa
de vidrio, colocada aproximadamente a 7.5 cm de la base. La
caja debe estar perfectamente sellada para evitar pérdidas de
calor y el deterioro de los materiales, y tener dos salidas de
agua. En el interior lleva una lámina con tubos soldados pintados
de negro (por ejemplo, cromo negro electrodepositado sobre un
recubrimiento de níquel) para que absorba y transmita la mayor
cantidad de radiación. Los tubos pueden ser de cobre y deben
estar uniformemente repartidos en forma de peine para que
circule el agua por toda el área del colector.

La siguiente capa debe ser aislante (espuma de poliuretano


rígida, por ejemplo) para impedir que el calor fluya hacia la parte
posterior del colector.

Hasta ahora se ha descrito una parte del calentador, la otra es el


sistema de almacenamiento. Como el Sol es una fuente de
energía intermitente, se requiere un tanque para que el
calentador solar dé servicio continuo. La ventaja de los colectores
planos es que funcionan con la radiación difusa, esto es, incluso
cuando el cielo está nublado, aunque obviamente la potencia
disminuye
Como sistema de almacenamiento de un calentador solar sencillo
puede utilizarse un tanque cilíndrico de acero con una capacidad
aproximada de 200 litros. El tanque debe colocarse arriba del
colector (con 1 m de altura de diferencia para fines prácticos);
debe tener dos salidas y dos entradas de agua, para que dos de
ellas vayan al colector y el flujo de agua viaje continuamente
debido al efecto de termosifón.

El tanque tiene dos tubos en la parte superior; por uno entra el


agua fría, que va hasta el fondo del mismo, y por el otro sale el
agua caliente. Como el agua fría es más densa que la caliente, al
llegar a la parte inferior del colector, y que es donde se calienta,
tenderá a subir para salir y almacenarse en el tanque. Este ciclo
se realiza sin necesidad de bombear agua debido al efecto
termosifón antes mencionado. La diferencia de densidad entre las
capas de agua crea una fuerza que induce una corriente, la cual
hace que el agua circule continuamente (véase figura 14).

Con un colector solar de este tipo pueden calentarse 200 litros de


agua a una temperatura de 30 a 60º C; incorporado a una
vivienda puede resolver el abastecimiento de agua caliente y su
costo, para cuatro personas, es de aproximadamente 350 nuevos
pesos (además, no hay que olvidar el ahorro de gas).

Existen otros tipos de colectores planos que tienen otros diseños


y sistemas de almacenamiento, en algunos casos más eficientes,
pero más costosos y complejos.

1.8. EL SOL EN UN PUNTO O EN UNA LÍNEA

Cuando se desea calentar a temperaturas elevadas un líquido,


sólido o gas se emplean los llamados colectores de
concentración, que aprovechan la radiación solar directa. Para
lograr un aprovechamiento máximo, estos colectores deben tener
un mecanismo que les permita seguir el movimiento del Sol a lo
largo del día, con el objeto de que sea mayor la intensidad de la
radiación. Esto se puede lograr manualmente o con un pequeño
motor unido al colector. Este tipo de colectores se denomina de
seguimiento.

Existen también los colectores estáticos que, aunque poseen una


forma geométrica más adecuada para que permanezcan
inmóviles, son menos eficientes (véase figuras 15 y 16).
Figura 15. Colectores solares de concentración con seguimiento del Sol.
(Tomado y adaptado de Alonso C., A y Rodríguez V., L., Alternativas
energéticas, FCE-CONACYT, México, 1985.)
Figura 16. Colectores solares de concentración estáticos o sin
seguimiento del Sol. (Tomado y adaptado de Alonso C., A y Rodríguez
V., L., Alternativas energéticas, FCE-CONACYT, México, 1985.)

En las figuras 15 y 16 se muestran algunas de las formas típicas


de ambos tipos de colectores.

Los rayos solares se concentran en un punto o a lo largo de una


línea, dependiendo de la forma que tenga el colector. Si
utilizamos una lupa para concentrar la luz del Sol, se observa
fácilmente que a cierta distancia, llamada distancia focal, los
rayos solares se concentran en un punto denominado foco de la
lente. Si en ese punto colocamos por ejemplo, un trocito de papel
celofán, éste arderá rápidamente. Pero si en lugar de una lupa,
usamos un espejo cóncavo cuya forma sea un paraboloide de
revolución (véase la figura 17), se logra también la concentración
de los rayos solares en un punto, con la gran ventaja de que es
mucho más económico hacer un espejo cóncavo que una lente.
Comúnmente se utilizan acrílicos aluminizados por
electrodepositado. Estos colectores tienen una eficiencia de 40 a
60% y cuando son de pequeñas dimensiones alcanzan
temperaturas de 100 a 300ºC.
Figura 17. Espejo cóncavo en forma de paraboloide de revolución. Éste
concentra los rayos solares en un punto y puede alcanzar temperaturas
elevadas.

Las antenas parabólicas instaladas en las azoteas de algunas


casas tienen la forma de paraboloide de revolución. Así que
dichas antenas también podrían utilizarse como bases para
hornos solares, siempre y cuando tuvieran un espejo (y tal vez
serían más útiles).

Para concentrar los rayos solares en una línea pueden emplearse


varias configuraciones de espejos. La más común es un cilindro
parabólico y el casquete de esfera (véase la figura 18).
Figura 18. Concentración de los rayos solares en una línea.

Los colectores de concentración tienen diversas aplicaciones,


entre las que se encuentran las estufas o cocinas solares. Basta
colocar el sartén en el foco del espejo concentrador para
preparar cualquier platillo y calcular que la curvatura del colector
sea la adecuada para que el punto donde se concentran los rayos
solares no esté alejado del colector. Aquí debe aclararse que
como el Sol no es un punto, en realidad se trata de una zona
alrededor del foco del espejo, en la cual la temperatura es
máxima. Los colectores de concentración pueden emplearse
como hornos solares, para fundir cualquier material o adaptarse
a un motor Stirling para el bombeo de agua o en la ventilación.
En regiones con insolación intensa pueden emplearse a mediana
escala para la generación de energía eléctrica en plantas de
potencia de 1 a 100 MW.

La cantidad de energía captada en el colector depende del


tamaño de la superficie expuesta a los rayos del Sol, mientras
mayor sea la superficie de captación la temperatura focal será
más alta. Los heliostatos se utilizan para aprovechar una gran
extensión. Éstos consisten en un espejo cóncavo, formado por
muchos espejos planos, en cuyo centro hay una torre central, en
la cual se concentra la energía solar. Dichos colectores pueden
estar fijos o puede ser que cada uno de los espejos que
constituyen el heliostato tenga un motor programado para seguir
el movimiento aparente del Sol (véase la figura 19).

Figura 19. Heliostatos. Conjunto de espejos que concentran los rayos


solares en una o varias líneas o en una zona pequeña. Con los
heliostatos se consiguen temperaturas muy elevadas y se pueden
utilizar para generar energía eléctrica.

I.9. ESTANQUES SOLARES

El aprovechamiento del calor solar a través de estanques con


agua salada se originó en 1901 cuando A. V. Kalecsinsky se
percató de que en el lago de Medve, en Hungría, la temperatura
que alcanzaba el agua en verano a una proflindidad de 1.32 m
era de 72ºC; más que suficiente para un buen baño de agua
caliente.

El mismo fenómeno ocurre en diferentes lagos del mundo. En


México existen varios estanques solares naturales, entre los que
se encuentran los de Guerrero Negro y Texcoco. En 1954, en
Israel se empezó a experimentar con estanques solares
artificiales para aprovechar el calor solar almacenado en el fondo
(los pioneros fueron Rudolph Broch y Harry Tabor) y la
experiencia israelí culminó en el año de 1979 con la construcción
de la primera planta termoeléctrica que utiliza un estanque solar
y tiene una potencia de 150 kW.

Los estanques solares son depósitos de agua con sal, en los


cuales la concentración de esta última aumenta con la
profundidad. Este fenómeno se presenta en forma natural,
debido a que la sal del agua, por ser más densa, tiende a irse al
fondo del estanque. Si se tienen tres capas de agua con
diferentes concentraciones de sal, ocurre lo siguiente: los rayos
solares calientan la capa superficial, pero como ésta se encuentra
en contacto con el ambiente, su temperatura dependerá de la
temperatura del ambiente en las distintas épocas del año; en la
segunda capa, que tiene una mayor concentración de sal, la
temperatura aumentará gradualmente, y en la tercera y más
profunda, donde la concentración de sal es más alta, la
temperatura será igual a la máxima temperatura de la segunda
capa, con la gran diferencia de que será muy superior a la
temperatura ambiente y permanecerá más o menos constante.
Las sales tienen la propiedad de almacenar el calor. Por esta
razón, la capa más profunda del estanque tiene una temperatura
mayor. En consecuencia, aparentemente la densidad tendría que
ser menor. Si calentamos agua común habrá evaporación,
convección y radiación y al cabo de un tiempo el agua cederá su
calor al medio. En un estanque solar, la primera capa tiene sal en
una concentración constante; en la segunda, la concentración de
sales aumenta gradualmente o, en términos científicos, se
establece un gradiente de sales, y al cambiar la temperatura
también se presenta un gradiente de temperatura, cuyo máximo
valor ocurre en la tercera capa. En esta última, el gradiente de
sales ocasiona que la densidad sea mayor que en la segunda y
con ello se evita la convección de calor, lo cual ocasionaría que el
agua se enfriara rápidamente. Por eso, la única pérdida de calor
entre las capas es por conducción de calor y como ésta es lenta,
la temperatura de la capa profunda es elevada (véase la figura
20). Así, en el lago Medve de Hungría, se llegan a alcanzar en
forma natural temperaturas de 72ºC.
Figura 20. Diagrama de un estanque solar. En A se tiene una
concentración de sal constante. Cuando se está a una profundidad
entre 40 y 110 cm, la concentración de sal empieza a aumentar
linealmente y en la capa C es donde la concentración de sal es más alta.

Otro tipo de estanque solar que sí permite la conducción del calor


por convección en todas las capas de agua u otro líquido se
puede construir empleando un material que sea a la vez
transparente y aislante para que no haya transferencia de calor a
la superficie que está en contacto con el ambiente. Este sistema
se utiliza en las albercas, para mantener el agua templada. Con
frecuencia se emplea un plástico grueso con burbujas de aire que
cubre completamente la superficie de la alberca.

1.10. CELDAS SOLARES

Las celdas solares convierten directamente la luz solar en


electricidad, debido al efecto fotovoltaico. La luz está compuesta
de fotones con diferentes energías. Cuando un fotón con energía
suficiente choca con un átomo de algún material, por ejemplo el
silicio, el átomo absorbe la energía del fotón y un electrón del
material queda en un estado excitado por la energía absorbida, lo
que permite, en algunos casos, que se mueva libremente. Si en
lugar de uno son varios los electrones que circulan libremente,
puede producirse una corriente eléctrica bajo ciertas condiciones
y, por lo tanto, generarse electricidad a partir de energía solar.

Para imaginarnos cómo es un átomo supongamos que el núcleo


de éste es el Sol y los planetas son los electrones que giran a su
alrededor. Para comprender lo que ocurre cuando llega un fotón,
pensemos que éste es un cometa. Si el cometa choca con Plutón,
a nivel atómico este último adquiriría una energía que le
permitiría salir del Sistema Solar. La regla del mundo atómico
establecería que todos los planetas únicamente pueden estar en
la órbita de algunos otros pero no permanecer en estados
intermedios. Si un planeta pasa a una órbita inferior producirá un
cometa y si éste choca con un planeta, este último pasará a la
órbita inmediata superior. Por lo tanto, si queremos producir un
efecto cometo-planetario, es decir, una corriente de planetas,
siguiendo las reglas del mundo atómico, se necesitaría que los
cometas poseyeran la energía suficiente para que los planetas
salieran del Sistema Solar.

Para producir el efecto fotovoltaico se utilizan materiales


semiconductores, es decir, aquellos que no son buenos
conductores de la electricidad, como el cobre y la plata, y que
tampoco sean buenos aislantes, como el corcho o la cerámica. Un
ejemplo de semiconductor son los materiales que se emplean en
los transistores que posee cualquier radio. El silicio, por ejemplo,
es un material semiconductor.

En los materiales semiconductores existe una región que separa


a la banda de valencia, en la cual los electrones están ligados al
núcleo atómico, de la banda de conducción, en la que los
electrones pueden circular libremente. Dicha región se denomina
banda prohibida. En los materiales aislantes ésta es mayor de 5
eV (electrón-volt) y en los semiconductores, como el silicio es de
1.1 eV. Para lograr la conducción se requiere que los electrones
de la banda de valencia pasen a la de conducción, y una forma
de lograrlo es que los fotones de los rayos solares proporcionen
la energía que se requiere para que los electrones salten la
banda prohibida.

Si a un material semiconductor se le introduce una pequeña


proporción de otro material, lo cual se denomina una impureza,
se puede conseguir que se tenga un electrón de más o de menos
en la banda prohibida. Si esto ocurre cerca de la banda de
conducción, el material se denomina tipo n (por negativo). Y si el
electrón de más o de menos está cerca de la banda de valencia,
el material se llama tipo p (por positivo).

Al juntar un semiconductor tipo n con uno tipo p, se presenta el


efecto fotovoltaico, es decir, habrá un flujo de huecos (falta de
electrones) hacia el lado del semiconductor n y uno de electrones
hacia el lado del semiconductor p. Los fotones provenientes del
Sol llegan a la celda solar y la radiación absorbida generará
electrones en la banda de conducción y huecos en la de valencia.
Con ello, se generará una corriente eléctrica del lado p al n y
habrá un voltaje. De esta forma, si se conecta una resistencia
entre los dos electrodos (positivo y negativo) se presentará un
flujo de corriente.
En resumen, cada celda solar tiene tres capas y dos electrodos
(véase la figura 21). La capa que está expuesta al Sol debe
aprovechar al máximo la radiación solar por unidad de área y por
esta razón el electrodo negativo está formado por pequeñas
tiritas de un material conductor. Las celdas de unión p-n se
descubrieron en 1954, en los Laboratorios Telefónicos Bell de
Estados Unidos y se utilizaron como una fuente de energía en los
teléfonos rurales, y posteriormente se emplearon para cubrir las
necesidades de energía eléctrica de los satélites artificiales,
aunque el principio de operación lo descubrieron Adams y Day en
1878, utilizando selenio, y las primeras celdas las construyó
Charles Fritts, en 1879.

Figura 21. Esquema de una celda solar. Al unir un material


semiconductor tipo n con uno tipo p e iluminarlo con fotones de energía
adecuada, provenientes del Sol, se producen en la banda prohibida (la
que está entre la banda de valencia y la de conducción) pares electrón-
hueco que generan una corriente eléctrica.

Las celdas solares tienen la ventaja de aprovechar tanto la


radiación directa como la difusa, poseen una larga vida y
convierten directamente la energía solar en electricidad. Por otro
lado, no se han usado ampliamente porque hasta ahora son
demasiado costosas y, por lo tanto, no pueden competir con
otras fuentes de energía como el petróleo y el gas. Además, su
eficiencia de operación es baja, normalmente de 10%. Sin
embargo, desde el descubrimiento de las celdas de silicio amorfo
hidrogenado, en los últimos años han disminuido
considerablemente los costos, aunque la eficiencia máxima (8%)
que se obtiene con este material es menor que la que se
consigue con otros. En el cuadro V aparecen algunos materiales
con los que están hechas las celdas solares que se fabrican o se
estudian en México, sus eficiencias máximas y el área de
captación de cada una de ellas.

CUADRO V. Materiales de algunas celdas solares: eficiencia y área

Eficiencia
Área (cm2)
máxima (%)

Silicio amorfo 8 0.04

Sulfuro de cadmio 10 1.00

Silicio
18 2.00
monocristalino

Silicio
7-14 2-3
policristalino

Arsenuro de galio 22 0.10

Teluro de cadmio 8-9 0.02

Fuente: Alonso C., Antonio y Luis Rodríguez


Viqueira, Alternativas energéticas, CONACYT,
1985.
Como cada celda genera corrientes entre 10 y 40 miliamperes
(mA) por cm² y voltajes de 0.4 a 1 volt, se tienen que unir varias
celdas en serie o en paralelo, para formar páneles con potencias
de 2 a 60 watts-pico que sean útiles para satisfacer diferentes
necesidades de energía eléctrica; éstos deben estar cubiertos
para evitar el deterioro. Mediante la unión de varios páneles
puede abarcarse una área adecuada para satisfacer cierta
demanda y, al igual que en los colectores planos, las celdas
deben orientarse hacia el sur, con una inclinación adecuada.

Por ejemplo, si se quiere tener una potencia de 100 watts, se


requerirían 120 V (volts) y 0.8 A (amperes). Para ello, se
necesitaría un pánel que tuviera 300 celdas solares en serie
(0.4x300=120 V) y 20 celdas solares colocadas en paralelo
(0.040x20=0.8 A).

I.11. Y EN LAS NOCHES, ¿QUÉ?

Hasta ahora se han mencionado varios sistemas que convierten


la energía solar en calor o en electricidad, pero nuestro planeta
gira sobre su propio eje en un ciclo de 24 horas y, en
consecuencia, cuando anochece no puede aprovecharse la
energía solar. Si nuestras necesidades de energía pudieran
satisfacerse durante el día no habría ningún problema; sin
embargo, nuestras costumbres vampirescas nos han hecho
depender cada vez más de la luz artificial, a tal grado que en las
ciudades resulta caótica la falta de electricidad durante la noche.
Las necesidades del consumo de energía están dirigidas cada vez
más a que las personas realicen sus actividades a cualquier hora
del día. Aunque debe recalcarse que la demanda de energía
siempre será mayor durante el día.

Como nuestro planeta no recibe la luz del Sol a todas horas, se


dice que la energía solar es una fuente intermitente, dado que no
es posible aprovechar la radiación solar en forma continua.

Para resolver este problema se ha propuesto utilizar los sistemas


de almacenamiento de energía, de tal forma que la energía que
no se consume cuando hay Sol se guarde en un sistema de
almacenamiento para utilizarla durante la noche. Así se lograría
tener energía en forma continua, pero a cambio aumentaría el
costo de los dispositivos solares ya que se necesitarían sistemas
que almacenen la energía.

Existen dos tipos de sistemas de almacenamiento de energía: los


químicos y los físicos.

En el apartado IX de la segunda parte se describen los sistemas


de almacenamiento de energía.

I.12. LA INVESTIGACIÓN SOLAR EN MÉXICO


Nuestro país tiene algunas regiones (Sonora y Baja California)
con el promedio de radiación más alto del planeta. Estas zonas
coinciden con los desiertos que se hallan alrededor de los
trópicos de Cáncer y de Capricornio, y en ellas pueden
construirse centrales de energía solar para satisfacer la demanda
que requiere nuestro país. Además, como en las zonas desérticas
el suelo es poco productivo y el clima contribuye a que no se
habiten, son las más apropiadas para construir plantas solares de
varias decenas de megawatts de potencia.

Hoy en día, la energía solar no contribuye significativamente a


satisfacer las necesidades nacionales de energía. Según algunas
fuentes, en 1985 el petróleo y el gas natural ocupaban el primer
lugar, con el 90.46% del total de la demanda de energía. En
segundo lugar se encontraba la biomasa, con el 4.6%; la energía
hidroeléctrica contribuía con el 3.3%; después seguía el carbón,
con el 1.5% y, finalmente, la energía geotérmica con el 0.2%.
Por otro lado, cabe mencionar que más de 20% de la población
rural no tiene acceso a la energía eléctrica.

El promedio diario de energía solar que llega a la República


Mexicana es 5.5 kWh/m². La utilización de la energía solar se ha
probado con éxito como alternativa para satisfacer las
necesidades de electricidad en las comunidades rurales. También
se ha usado ampliamente en la vivienda. Cabe destacar el hecho
de que una casa puede ser autosuficiente, en lo que respecta al
consumo externo de energía, si se emplean algunos dispositivos
solares y si la arquitectura de la vivienda está diseñada para que
el clima esté controlado naturalmente con diversos sistemas
solares llamados pasivos. De lo anterior se desprende que el uso
de la energía solar contribuye a eliminar nuestra dependencia de
los energéticos y a la descentralización energética.

Las dos principales desventajas del uso de la energía solar son,


en primer lugar, el costo elevado de los sistemas solares, en
comparación con los convencionales y, en segundo lugar, el
mantenimiento de los sistemas solares. Es necesario crear
sistemas de almacenamiento de energía solar que sean poco
costosos, sencillos, eficientes y duraderos.

Sin embargo, estas desventajas pueden ser controladas por la


investigación básica y aplicada que se realice en México. En el
cuadro VI se resume la investigación solar que se lleva a cabo en
nuestro país. El futuro de la energía solar depende de estas
investigaciones; por mencionar sólo un ejemplo del avance
logrado, en los últimos seis años el costo de las celdas solares ha
disminuido en un factor de diez.

CUADRO VI. Investigación solar en México.


Sistema Lugar donde se investiga

Instituto de Ingeniería de la UNAM,


Instituto dde Investigaciones en
Materiales de la UNAM7 , Instituto
Politécnico Nacional; Instituto dde
Investigaciones Eléctricas; varias
Colectores planos universidades e institutos en toda la
República; fábricas de calentadores
solares en el D.F., Guadalajara,
Cuernavaca y Sinaloa, CFE y la
Secretaría de Agricultura y Recursos
Hidráulicos.

Colectores Instituto de Investigaciones en


evacuados Materiales de la UNAM.

Instituto de Ingeniería de la UNAM e


Colectores de
Instituto de Investigaciones
concentración
Eléctricas.

Instituto de Investigaciones
Eléctricas (en Palmira, Morelos);
Estanques solares
Sosa-Texcoco;Fertimex e Instituto
de Ingeniería de la UNAM.

Instituto de Investigaciones en
Materiales de la UNAM, Centro de
Celdas solares
Investigación y estudios Avanzados
del IPN, el IPN y el IIE.
I I . L O Q U E E L V I E N T O N O S E
L L E V Ó

EOLO, según la mitología griega, era el dios de los vientos. Hijo de


Zeus y la ninfa Menalipa, con sólo inflar sus enormes cachetes podía
producir huracanes, sirocos, ventiscas, tempestades e incluso
brisas, según su variable estado de ánimo.

Las investigaciones que se realizan actualmente sobre la energía


eólica se dirigen a aprovechar el viento como energético para
producir electricidad, calor, energía mecánica o cualquier otra forma
de energía.

La energía eólica está clasificada como una fuente no convencional.


Es prácticamente inagotable y no contamina. Sin embargo, su
principal desventaja es que cuando no sopla el viento no se produce
energía. Por esta razón es una fuente intermitente y, como tal,
requiere de un sistema de almacenamiento para aprovecharla
continuamente.

La historia de la energía eólica o de los vientos se remonta al año 3


500 a.C., cuando los sumerios armaron las primeras embarcaciones
de vela. Después, los griegos construyeron máquinas que
funcionaban con el viento. Así, desde la Antigüedad éste ha sido el
motor de las embarcaciones. Han pasado 5 000 años y los veleros
surcan aún los mares.

Sin embargo, ésta es sólo una de las bondades del viento. Otra
aplicación familiar, cuya imagen aparece inmediatamente, son los
molinos de viento. La historia del molino de viento es confusa. Hay
quienes afirman que el primero de estos molinos surgió en Seistán,
Persia (hoy Irán), aunque parece que existen indicios anteriores de
su existencia en la isla griega de Miconos.

Los chinos utilizaron desde la antigüedad los molinos eólicos para


bombear agua y regar sus tierras; un caso notable del uso de esta
energía fueron las carretillas impulsadas con velas para facilitar el
transporte de mercancías de un lado a otro. Ya en el siglo XIX, los
chinos construyeron un vagón de ferrocarril de pasajeros que tenía
una gran vela; la principal desventaja era que la espera, en
ocasiones, era bastante larga.

II. 1. LA INVASIÓN DE LOS MOLINOS

Los molinos de viento emigraron rápidamente a Europa. Por un


lado, llegaron al norte de África y a España, y por otro, al norte de
Europa, a través del Mar Caspio. La primera alusión directa a ellos
en Europa lo encontramos en 1105, cuando por encargo del Papa,
el Abad de Savigny construyó varios molinos en diversas provincias
francesas.

A principios del siglo XIII los molinos eólicos invaden toda Europa.
Y es precisamente al final de este siglo cuando aparecen los
famosos molinos holandeses usados para bombear agua. Así, cabe
señalar que otra aplicación importante de estos molinos fue para la
molienda de granos.

Un testimonio famoso de los molinos de viento es, sin lugar a


dudas, la lucha contra los molinos de viento que se narra en El
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de
Cervantes Saavedra, publicado en 1605.
—¿Qué gigantes?— dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los
brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos
leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho—, que
aquellos que allí se parecen no son gigantes sino molinos
de viento, y lo que en ellos parecen brazos son aspas que
volteadas del viento hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió Don Quijote—, que no estás
cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes, y si
tienes miedo quítate de ahí y ponte en oración, en el
espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual
batalla...

Entre las aplicaciones poco usuales de la energía eólica figura un


ventilador que construyó el biólogo Stephen Hale, en 1752, para la
prisión londinense de Newgate, donde las condiciones sanitarias no
eran precisamente las más adecuadas. Esto se debía, en parte, a
que en esa época se aplicaba un impuesto elevado a las
construcciones con ventanas grandes y las prisiones no eran la
excepción. El sistema de Hale se extendió posteriormente a otras
cárceles. Pero no sólo la práctica eólica tuvo sus logros. En 1759
John Smeaton presentó ante la Royal Society de Londres un tratado
titulado: Cuestiones experimentales relativas a la fuerza natural del
agua y el viento.

En 1782 aparece el motor de Watt y con él se abre la puerta para la


Revolución Industrial, con sus máquinas térmicas, más eficientes,
más baratas y que podían funcionar continuamente, lo cual trae
como consecuencia que se preste menos atención al uso de
sistemas eólicos. A finales del siglo XVIII y durante todo el XIX, el
aprovechamiento de la fuerza de los vientos quedó como mera
curiosidad, salvo unas cuantas excepciones, como las turbinas con
aspas de madera y después de acero, diseñadas por Daniel
Halladay y Stuart Perry a finales del siglo XIX.

Pero mientras el petróleo era una fuente duradera y barata a finales


de la centuria pasada y en la primera mitad de la actual, hoy se
sabe que más temprano que tarde se va a agotar, razón que ha
llevado a estudiar otras fuentes de energía, como la eólica.

El viento se produce por el calor que genera el Sol, combinado con


el movimiento de rotación de nuestro planeta. Los rayos solares
calientan la corteza terrestre y al aire que la rodea. Esto ocasiona
que el aire se dilate, pierda presión, se eleve y lo sustituya el aire
frío que viene de los océanos. Durante las noches, el proceso es al
revés, es decir, el mar guarda mejor el calor que la corteza, el aire
se dilata y ahora de la corteza proviene el aire frío. En las montañas
ocurre un ciclo diurno y nocturno parecido. Estas diferencias de
presión en nuestra atmósfera ocasionan corrientes de convección.
Esto es, corrientes más o menos circulares que van de la parte alta
de la atmósfera a la baja, para luego regresar a la primera (la
rotación de la Tierra hace más complejo el patrón de circulación del
aire, porque las fuerzas inerciales ocasionan que en las capas altas
de la atmósfera del Hemisferio Norte el aire se desvíe hacia el este
y en las bajas hacia el oeste, mientras que en el Hemisferio Sur
ocurre a la inversa). De estas corrientes, únicamente las fuerzas
horizontales son dinámicas y pueden transformarse, por medio de
unas aspas, en energía utilizable. Las corrientes verticales son
convectivas y no poseen la energía dinámica para ser
aprovechables. De hecho, el viento se define como el movimiento
horizontal de las masas de aire en nuestra atmósfera.

A pesar de que el uso de la energía eólica para el transporte y la


agricultura es muy antiguo, la conversión de esta energía a
electricidad pertenece a este siglo, entre otras razones porque la
electricidad aprovechable surgió a finales del siglo pasado (en
1881).

Hoy es común utilizar ventiladores en lugares donde hace mucho


calor para producir una agradable brisa. Éstos consisten en un
motor eléctrico unido a unas aspas. El proceso inverso, o sea,
aprovechar el viento para generar energía eléctrica, es una de las
aplicaciones más importantes de la energía eólica, y al aparato
capaz de realizar esta conversión se le denomina aerogenerador.

II. 2. DEL VIENTO A LA ELECTRICIDAD

Existen muchos tipos de aerogeneradores. Si los clasificáramos de


acuerdo con la potencia que producen se dividirían en pequeños,
que generan alrededor de 3 kilowatts; medianos, que llegan a
producir hasta 1 000 kilowatts (es decir, 1 megawatt), y los
grandes, que son de 1 MW en adelante. Para dar una idea de estas
cifras, la potencia de los aerogeneradores grandes es cien veces
menor que la de una planta termoeléctrica común. Por ello, para
conseguir una potencia elevada deben instalarse varios
aerogeneradores grandes en un mismo lugar.
Si clasificáramos a los aerogeneradores por sus características
geométricas, serían de dos tipos: con el rotor vertical u horizontal.
En los primeros, el eje de giro del aparato es perpendicular al suelo.
Los más conocidos son los de Klemin, Savoius y Darrieus, diseñados
en 1925, 1929 y 1931, respectivamente. Los aerogeneradores con
rotor horizontal tienen las aspas como las hélices de los aviones,
unidas a un rotor paralelo al piso (véase la figura 22).

Figura 22. Diferentes tipos de rotores para aerogeneradores, aerobombas


y molinos.

El aerogenerador consta de una torre situada en un lugar


apropiado. Sobre ella sobresalen aspas de grandes dimensiones.
Éstas giran debido a la fuerza ejercida por el viento, y con ellas el
rotor que, por medio de un sistema de transmisión, está conectado
a un generador capaz de producir energía eléctrica (véase la figura
23).

Figura 23. Diagrama del mecanismo interior de un aerogenerador de 0.1


MW. (FUENTE: ERDA-NASA.)
La potencia máxima que proporciona un aerogenerador depende
fundamentalmente de dos características: la velocidad del viento y
el radio de las aspas. Concretamente, la potencia es proporcional al
cubo de la velocidad del viento. Así que para poseer un
aerogenerador de gran potencia se necesita escoger un lugar en
donde los vientos sean veloces la mayor parte del año (entre l0 y
40 km/h aproximadamente).

II. 3. VIENTOS DE MÉXICO

En México, el sureste, el norte y el centro son las regiones más


apropiadas para colocar sistemas eólicos; destacando La Ventosa,
en Oaxaca, donde los vientos alcanzan velocidades promedio de 20
a 25 km/h. En 1984, el Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE)
elaboró el primer mapa de vientos máximos en la República
Mexicana, así como un sistema electrónico que permite conocer con
bastante precisión las características fundamentales del viento en
un lugar determinado. Recientemente, el IIE publicó el primer
Atlas Eólico de la República Mexicana.

Según el libro Alternativas energéticas, del doctor Antonio Alonso


Concheiro y el ingeniero Luis Rodríguez Viqueira (coeditado por
CONACYT-FCE, en 1985):

El aprovechamiento de la energía eólica en México se


limita a las aerobombas de eje horizontal y aspas
múltiples, instaladas en localidades rurales del norte y el
sureste del país.
En México sólo existe un fabricante de aerobombas y uno
de aerogeneradores. Estos últimos se producirán
comercialmente después de la fase de prueba y
demostración. Ya están instaladas dos unidades, una en
el Ajusco y otra en la parte oeste de Michoacán.

El estudio de Alonso Concheiro y Rodríguez Viqueira señala que sólo


hay tres instituciones y una asociación civil dedicadas a la
investigación y el desarrollo de la energía eólica en México: el
Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE),la Universidad
Autónoma Metropolitana-Unidad Azcapotzalco, la Escuela Superior
de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del IPN y el Grupo del Sol.

De estas instituciones, la que presta más atención al desarrollo de


la energía eólica es el IIE. Ahí, señalan los autores de Alternativas
energéticas:

Los trabajos se enfocaron inicialmente a volver a diseñar


equipos desarrollados en otros países, adecuándolos a la
disponibilidad de materiales, y a habilidades técnicas y
artesanales de nuestro país.
Actualmente el IIE cuenta con un aerogenerador de
velas para aplicaciones mecánicas, una aerobomba de
tipo Savonius, una de 1.5 kWe y un aerogenerador con
rotor tipo Savonius de 200 W.

También se encuentran en proceso de construcción un prototipo de


aerobomba mecánica, del cual se instalarán dos aerobombas en
San Rafael, San Luis Potosí.

Respecto a la conversión eléctrica, el IIE posee la estación


eoloenergética de El Gavillero, en Hidalgo. En ella se construyeron
dos aerogeneradores tipo Dunlite, de 2 kW para vientos de 5 m/s,
que abastecen de energía eléctrica a la comunidad, y también el IIE
diseñó un aerogenerador denominado Albatros, con un rotor de 11
m de diámetro, que desarrolla una potencia de 8.5 kW.

En el cuadro VII se resumen las instituciones dedicadas a la


investigación eólica en México.

CUADRO VII. Investigación eólica en México.

Instituto de Investigaciones
Eléctricas, Universidad Autónoma
Aerobombas y Metropolitana-Unidad Azcapotzalco,
aerogeneradores Escuela Superior de Ingeniería
Mecánica y Eléctrica del IPN y Grupo
del Sol. Dos fabricantes comerciales.

Condiciones del Instituto de Investigaciones


viento en la Eléctricas e Instituto de Geografía
República Mexicana de la UNAM.

El alto costo de los aerogeneradores y las aerobombas representa


actualmente la desventaja fundamental para integrarlos a mediana
escala; lo mismo sucede con el sistema de almacenamiento de
energía.

Finalmente, respecto a la energía eólica se debe señalar que en


nuestro país los aerogeneradores pueden ser una opción en
comunidades rurales sin electrificar, así como una fuente de
energía, dentro de la diversificación de fuentes opcionales de
energía. Sería muy conveniente crear institutos dedicados a la
investigación de fuentes como la eólica, la solar, la fusión y la
biomasa, tal vez financiados por Petróleos Mexicanos.

El desarrollo de los sistemas eólicos, solares y los que aprovechan


la biomasa en nuestro país debe apoyarse mucho más de lo que se
ha hecho hasta ahora. Es deseable que se instalen plantas de
generación de energía eléctrica piloto para cada sistema, apoyadas
por un grupo de investigación, como se ha hecho con otras fuentes
de energía

I V . E L O R O N E G R O Y E L G A S

EL PETRÓLEO se origina por la acumulación de plancton verde y


restos animales en los sedimentos del fondo marino, el cual,
mediante una descomposición anaeróbica se transforma lentamente
por procesos bioquímicos e inorgánicos en gotas de petróleo (del
latín aceite de piedra) o hidrocarburos. Estas gotas se alojan en una
roca sedimentaria, llamada roca madre, de donde su extracción es
casi imposible. Posteriormente, el petróleo migra a otro tipo de
rocas de grano grueso y por lo tanto permeables, en las que se
forman depósitos, donde se almacena.

Cuando está en el proceso de almacenamiento, en ocasiones existe


una roca de grano fino impermeable que cubre la capa donde éste
se almacena e impide que el petróleo siga migrando. Es así como se
llega al estado que se conoce como trampa de petróleo. Es en esta
etapa cuando el petróleo puede extraerse.

Como el petróleo es menos denso que el agua, con el paso del


tiempo se separa de ésta y se acumula en la parte superior de la
trampa. Finalmente, en la parte más alta se encuentra el gas
natural (véase la figura 24).

Figura 24. Formación del pétroleo.


El crudo es una mezcla de compuestos orgánicos que varía según la
calidad del mismo; sus componentes son los siguientes: de 85 a
90% de carbono; de 10 a 14% de hidrógeno; de 0.2 a 3% de
azufre y algunos rastros de otros materiales como vanadio y níquel.

Una vez que se sabe qué es el petróleo y de qué se compone, el


siguiente paso es saber dónde se encuentra y para localizar un
yacimiento petrolífero se necesita la exploración. Como no se
conoce un método directo para detectarlo desde la superficie, se
necesita un estudio geológico de la región para examinar la
composición de las rocas; esto puede hacerse mediante la
percepción remota, es decir, tomando imágenes desde un satélite o
un avión, y posteriormente se puede obtener una descripción
geológica del lugar. Mediante investigaciones sísmicas la
información obtenida se completa aún más. Todo el proceso que se
sigue se conoce con el nombre de prospección.

A continuación se perforan los lugares escogidos, de los que se


recogen muestras de diferentes capas para probar si efectivamente
es correcta la información proporcionada por los sismógrafos. Una
vez terminado el análisis de muestras se procede a la perforación,
cuyo objetivo es encontrar y explotar el yacimiento petrolífero
(véase recuadro 6).

Recuadro 6

¿Compañía Mexicana de Petróleo "El Águila"? "El


Águila" en realidad pertenecía al consorcio
petrolero Royal Dutch Shell. En 1913, esta
compañía había obtenido una producción tan
elevada que se vio obligada a organizar una flota
de barcos, dedicada exclusivamente a llevar sus
productos al extranjero. Todo el petróleo se
exportaba, incluso el destinado al alumbrado
local. En diez años "El Águila" ganó alrededor de
164 millones de pesos. Y en 1922, las empresas
petroleras extranjeras exportaban 99% de la
producción.

Para la perforación se utiliza una barra giratoria que tiene en la


parte inferior una especie de paleta de diamante (el material más
duro que se conoce en la naturaleza), llamada trépano, que perfora
el suelo. El trépano se lubrica con un barro especial que fluye hacia
abajo por el interior del barreno y hacia arriba por el exterior del
mismo. Cuando se estima que el pozo petrolero tiene posibilidades,
se rodea la perforación con un tubo de mayor diámetro, fijado con
cemento.
Recuadro 7

"Deje que el señor termine." En una reunión con


el gobierno mexicano, el representante de la
compañía extranjera "El Águila", que explotaba el
petróleo mexicano, le dijo al presidente Lázaro
Cárdenas que su compañía sí era mexicana y que
pagaba todos sus impuestos. Sin embargo, en
ese momento intervino don Jesús Silva Herzog
padre, sacó un periódico de años atrás y se puso
a leerlo en voz alta en la reunión. En él se decía
claramente que "El Águila" sí era extranjera y
que no pagaba debidamente sus impuestos.

En ese momento, el representante de la


compañía extranjera se puso nervioso y trató de
interrumpir a Jesús Silva Herzog, pero el general
Cárdenas lo detuvo y le dijo: "Deje que el señor
termine."

Los problemas con los petroleros extranjeros se


fueron haciendo más graves y se organizó otra
reunión con el general Lázaro Cárdenas. El
propio Presidente trató de convencer a los
dueños de las compañías de petróleo que
pagaran a sus obreros mexicanos una deuda de
26 millones de pesos. Sin embargo, uno de los
representantes le dijo al Presidente:

—¿Y, quién garantiza que el aumento será sólo


de 26 millones de pesos?

—Yo lo garantizo —contestó el Presidente.

—¿Usted? —replicó el representante.

—Sí, lo garantiza el Presidente de la República —


respondió el general Cárdenas.

El emisario de la compañía esbozó una ligera


sonrisa. El Presidente se puso de pie y les dijo a
todos: "Señores, hemos terminado."

Toda vez que se alcanza cierta profundidad, se retira el barreno y


se coloca una válvula de control en la boca del pozo, continuando la
perforación con un trépano más pequeño (véase la figura 25). Una
vez que se ha encontrado el codiciado oro negro se averigua la
extensión del yacimiento, para lo cual se perforan varios pozos
alrededor. Cada barril tiene 158.98 litros de petróleo.
Figura 25. Diagrama de un pozo-petrolero. (Tomado de Man, Energy and
Society, Earl Cook, W. H. Freeman, 1976)

Hasta finales de 1991, el país contaba con una reserva probada de


65 500 millones de barriles de petróleo, y los principales centros
productores son los complejos marinos Cantarell y Abkatún. Más del
90% de la producción proviene de la Sonda de Campeche, Chiapas
y Tabasco (véase el cuadro VIII). En la actualidad se consumen
diariamente 2.6 millones de barriles de petróleo, de los cuales,
aproximadamente la mitad, 1.8 millones, se exporta al extranjero
(56% a Estados Unidos). Si el consumo y las reservas
permanecieran constantes, el petróleo se acabará en el año 2060.

CUADRO VIII. Derivados del petróleo.

Derivados Uso

Gas propano y butano Gas doméstico

Gasavión Motores de combustión de avión


Gasolina para
Motores para automóviles
automóviles

Turbosina Turborreactores y propulsores

Combustible para
Tractores agrícolas
tractores

Diesel Motores diesel

Nafta Materia prima petroquímica

Gasolinas especiales Pinturas y solventes

Combustible para
Lámparas y señales de ferrocarril
lámparas

Papel encerado, velas y aislante


Cera y parafina
eléctrico

Lubricantes Lubricación general

Bitumen Carreteras

Producción de vapor, acero,


Aceite combustible calentamiento industrial y
producción de electricidad

Gasóleo Calefacción doméstica

FUENTE: Susana Chow Pangtay, Petroquímica y Sociedad, Col.


La Ciencia desde México, FCE, 1987

V I . C A T A R A T A S D E E N E R G Í A
LA UTILIZACIÓN de la energía hidráulica, esto es, el
aprovechamiento de las caídas de agua en los ríos, data de la época
de los griegos, quienes empleaban la rueda hidráulica para bombear
agua, llamada noria, que inventó Filón de Bizancio en el siglo III
a.C. Sin embargo, la descripción detallada de la rueda hidráulica,
así como sus aplicaciones se debe al ingeniero y arquitecto romano
Marco Vitrubio Polión, quien la describe ampliamente en su libro De
architectura. Tanto la rueda hidráulica vertical como la horizontal se
usaron en la Edad Media y el Renacimiento, no sólo en la
agricultura, sino en las minas, en la industria textil y maderera y en
el transporte. Entre 1835 y 1837 se instaló la primera turbina
hidráulica, construida por el ingeniero Bénoit Fourneyron. La
palabra turbina la inventó el ingeniero francés Claude Burdin. En el
año de 1881 se construyó en Godalming, Inglaterra, la primera
planta hidroeléctrica y la producción de energía eléctrica a gran
escala empezó en 1895, cuando se construyó la presa de 3.75 MW
(megawatts) en las cataratas del Niágara.

Los rayos solares calientan los océanos, provocando que el agua se


evapore y suba a la atmósfera para condensarse en las nubes y
caer en forma de lluvia o nieve. Una parte cae en el mar y el resto
en los continentes. Esta última es la que se aprovecha. El agua que
cae en la tierra forma ríos que, debido a las condiciones
topográficas, generalmente desembocan al mar. Para aprovechar la
energía hidráulica se requiere, además de que los ríos transporten
grandes volúmenes de agua, que las condiciones topográficas sean
adecuadas, es decir, que haya grandes caídas de agua en su
trayecto hacia el mar.

Para convertir la energía hidráulica en electricidad, generalmente se


construyen varias plantas hidroeléctricas a lo largo de un río. Por
ejemplo, en el río Grijalva, de la parte más alta del río a la
desembocadura están las siguientes presas: San Miguel, La
Angostura, Netzahualcóyotl, Chicoasén y Malpaso (véase el
recuadro 9).

Recuadro 9

Hidroeléctrica de Batopilas y la Société du


Necaxa. La primera central hidroeléctrica
mexicana se construyó en 1889 en Batopilas,
Chihuahua.

En 1900, "un empresario francés", el doctor


Vacquié, a nombre de la Société du Necaxa,
obtuvo la concesión para aprovechar las aguas
de ese río en la generación de electricidad.
También el mismo año, llegó a México el
ingeniero estadunidense Fred Stark Pearson
quien, tras visitar la región de Necaxa y realizar
los proyectos preliminares necesarios para la
instalación de una central hidroeléctrica, formó
en Ottawa, Canadá, la Mexican Light and Power
Company, Ltd., que obtuvo la concesión de la
compañía francesa, procediendo a continuación
al montaje de la central, cuya primera unidad
entró en operación en diciembre de 1905". JOSÉ
LUIS HERNÁNDEZ GALÁN, La energía de la Tierra,
CECSA, México.

En una presa se construye una gran cortina de concreto armado


que detiene el agua que fluye del río. De esta forma se acumulan
millones de metros cúbicos de agua que poseen una energía
potencial, cuyo valor depende de la diferencia de los niveles
superior e inferior de agua (la altura de la caída de agua) y el
volumen de agua acumulada. En la cortina de la presa hay unas
válvulas, llamadas compuertas; cuando éstas se abren permiten
que el agua circule libremente, cayendo desde grandes alturas
(entre 60 y 750 m) a un depósito inferior, para continuar su
trayecto hacia el mar (véase figura 26). Cuando se abren las
compuertas de una presa el volumen de agua que fluye por unidad
de tiempo (llamado gasto) es muy grande (por ejemplo, en la presa
Netzahualcóyotl circulan 240 m³ cada segundo). La energía que
inicialmente era potencial, ahora se transforma en energía cinética
debido al gran chorro de agua que cae. Éste choca con los
cangilones (especie de aspas en forma de cuchara con una estría en
el centro, en el caso de la turbina Pelton) de una turbina,
provocando que ésta gire a gran velocidad (alrededor de 100
revoluciones por minuto). La turbina, a su vez, está unida a un
generador de corriente eléctrica, parecido al generador de un coche,
pero de grandes dimensiones y de esta forma se produce
electricidad (véase la figura 26).
Figura 26. Diagrama de una central hidroeléctrica.

Cuando la caída de agua es grande (100 m o más), se utiliza una


turbina tipo Pelton, cuya eficiencia está entre 84 y 88%. Cuando los
saltos de agua son menores de 100 m, es más conveniente usar las
turbinas Francis (eficiencia de 94-96%) y Kaplan (eficiencia de 93-
95%). Las Francis se utilizan en caídas de agua cercanas a los 100
m y las Kaplan para caídas aún menores (véase la figura 27).

Figura 27. Diferentes tipos de turbinas hidráulicas.

Entre las ventajas que tiene una central hidroeléctrica está su alta
eficiencia (entre 80 y 90%) y además no contamina. Entre las
desventajas está la acumulación de sedimentos en el fondo de la
presa, por la erosión del agua, la cual ocasiona una reducción en la
vida útil de la presa; además, son escasos los lugares adecuados
para construirla.

En nuestro país, hasta 1981, el 36% de la energía eléctrica total se


generaba con 45 plantas hidroeléctricas. Sin embargo, en ese
entonces ya se estaban construyendo siete nuevas plantas.

V I I . L A G E O T E R M I A : T E T E R A
N A T U R A L

DESDE la Antigüedad, el ser humano ha usado las aguas termales


con diversos fines. Son conocidos el baño turco o hamán, el baño
sauna y las termas romanas. En el caso de México, el temascalli se
utilizó desde la época precolombina. Y ¿cuántas personas no han
aprovechado los manantiales de aguas termales de Los Azufres o de
Ixtapan de la Sal?

Las aguas termales, los géysers, los volcanes de lodo, las fumarolas
y las erupciones volcánicas son manifestaciones de un mismo
fenómeno: el calor terrestre. Este calor proviene del núcleo de la
Tierra, que posee una temperatura aproximada de 4000ºC y que
está constituido por un núcleo externo de materia fluida y otro
interno, sólido, de hierro. Se puede afirmar que el origen del calor
terrestre está relacionado con la formación de la Tierra. Éste
proviene del calor generado por el núcleo terrestre. La corteza
actúa como una especie de aislante de las capas interiores (manto y
núcleo) y por otro lado, los elementos radiactivos, tales como
potasio, uranio y torio, presentes principalmente en la corteza
continental, contribuyen parcialmente en la generación de calor por
decaimiento radiactivo (10 microcalorías/gramo/ año).

A partir del calor que produce nuestro planeta, la teoría llamada


tectónica de placas explica los fenómenos geofísicos que se
presentan en la superficie, tales como sismos y volcanes, mediante
el mecanismo que lleva el calor del interior a la superficie. La costra
de nuestro planeta está constituida de grandes placas de roca que
se deslizan unas sobre otras. Generalmente una placa oceánica se
mete abajo de una continental, provocando fracturas en las rocas
por donde pueden escapar gases y vapores de magma (sílice (Si02)
y minerales con hierro y magnesio), formándose burbujas
magmáticas que llegan a las proximidades de la superficie.

El agua que se ha filtrado por las fisuras de la corteza, a lo largo de


años, y que se encuentra cerca de una cámara magmática se ha
calentado debido a que el foco de calor está en contacto con una
roca impermeable conductora y ésta ha transmitido el calor hasta
una formación rocosa permeable. En esta última, el agua ha
quedado atrapada, formando un acuífero de agua caliente. Dicha
formación está sellada en la parte superior por una capa de sales,
que se han desprendido debido a que el agua filtrada disolvió las
sales al pasar por las rocas (véase la figura 28).

Figura 28. Depósito geotérmico.


De esta forma, a profundidades que oscilan entre 0 y 10 km se
puede encontrar un acuífero, en el cual potencialmente puede haber
agua caliente, vapor de agua o ambos.

La temperatura del suelo terrestre aumenta con la profundidad a


una razón promedio de 30ºC por kilómetro; sin embargo, las
variaciones de la temperatura no son las mismas en todos los
lugares de la Tierra.

La exploración de yacimientos geotérmicos permite localizar


aquellos lugares en los que es posible encontrar agua o vapor a
temperaturas elevadas y a profundidades cercanas a la superficie.
Como la perforación de un pozo geotérmico potencial es muy
costosa, se utilizan métodos indirectos que permiten aproximarse
poco a poco a las posibilidades del lugar en cuestión. Entre éstos
podemos mencionar la obtención de imágenes infrarrojas del lugar
desde satélites y después desde aviones, es decir, utilizando la
técnica denominada percepción remota; el análisis químico de
muestras de roca; la medición directa de la temperatura con
termómetros enterrados en el suelo; la creación de un modelo
geológico tridimensional del yacimiento; las mediciones de la
resistividad eléctrica del suelo y la densidad relativa de las rocas
(gravimetría), y la reflexión y refracción de las ondas sísmicas, a
partir de mediciones naturales o artificiales (con explosivos).

Una vez que se han agotado los métodos indirectos se procede a la


perforación del pozo, que es similar a la de un pozo petrolero.

Los pozos geotérmicos pueden ser de tres tipos: 1) vapor, 2) de


líquido (agua caliente) y 3) de una mezcla de vapor y líquido. Los
yacimientos geotérmicos que contienen líquido y vapor son los más
difíciles de explotar, dado que el agua contiene sales disueltas y
forma una mezcla llamada salmuera. Ésta ocasiona grandes
problemas de corrosión en las instalaciones geotérmicas, que deben
resolver los ingenieros geotérmicos, si quieren que una planta sea
duradera.

El funcionamiento de una central geotérmica como la de Cerro


Prieto, en Baja California Norte, que utiliza un ciclo binario (pues se
emplea un ciclo para el vapor y otro para el agua) es como sigue:

Se explotan varios pozos geotérmicos, de los que se obtiene agua


caliente y vapor, que llegan a un separador. Posteriormente,
mediante un proceso de centrifugación se separa el vapor y el agua.
El vapor de alta presión obtenido se envía a una turbina
especialmente diseñada para trabajar con vapor geotérmico (si se
quiere generar la misma cantidad de electricidad las turbinas deben
admitir un volumen mayor del que se requiere en una central
convencional). La energía del vapor se transforma en energía
cinética de rotación en la turbina, que gira a miles de revoluciones
por segundo. La turbina se une a través de un eje, llamado rotor, a
un generador capaz de producir energía eléctrica.
Sin embargo, una vez que se ha utilizado el vapor, éste pasa a un
condensador, lo cual permite que la planta proporcione más
potencia, en lugar de descargarlo a la atmósfera. Del condensador
se extraen los gases que no se pueden condensar y se eliminan a la
atmósfera (anhídrido carbónico y ácido sulfhídrico); el agua
obtenida del condensador se bombea para su utilización posterior.

A continuación, el agua separada se conduce a otros separadores y


evaporadores de baja presión, lo cual posibilita producir energía
eléctrica adicional. El agua de los condensadores pasa a una torre
de enfriamiento y el calor obtenido en ésta se aprovecha para que
trabajen los evaporadores (véase la figura 29).

Figura 29. Diagrama de una central geotérmica. (Basado en esquema de


Luis C. A. Gutiérrez Negrin.)

Por otro lado, el agua de desecho se envía a una laguna, llamada de


evaporación, aunque también se puede tratar para obtener
sustancias como ácido bórico, gas carbónico, agua pesada, cloruro
de calcio, bicarbonato, sulfato de amonio y cloruro de potasio (este
último se produce en Cerro Prieto y se usa como fertilizante).
También se puede usar en la pesca, dado que un depósito de agua
caliente es adecuado para la crianza de peces. Sin embargo, en
algunas centrales geotérmicas el agua se reinyecta para evitar la
contaminación de algunos subproductos geotérmicos.

La producción mundial de electricidad a través de centrales


geotérmicas fue de 4 760 MW y nuestro país contribuyó (en 1991) a
esta cifra generando 620 MW en la planta de Cerro Prieto, y 80 MW
en Los Azufres, Michoacán. México ocupa el tercer lugar en la
producción de electricidad a partir de energía geotérmica (primero
está EUA y después Filipinas) y fue también el tercer país que instaló
una central geotérmica en el mundo, la de Pathé, en Hidalgo, que
empezó a funcionar en 1959; sin embargo, como producía 150 kW
y requería mucho mantenimiento, tuvo que pararse.
La primera central geotérmica que se construyó fue la de
Larderello, en Italia, y fue construida por Piero Ginori Conti, en
1904 (véase el recuadro 10). El segundo país que instaló una
central geotérmica fue Nueva Zelanda.

Recuadro 10

El príncipe de la geometría. "En 1884, el doctor


Ferdinand Reynaut alimentó el vapor obtenido de
los pozos a un cambiador de calor, en el que
evaporó agua de un riachuelo próximo y, con
este vapor "limpio", hizo trabajar una máquina
de émbolo de nueve caballos de fuerza. Ésta fue
la primera aplicación geotérmica a la generación
de potencia, en este caso, mecánica, y aunque la
instalación no duró mucho debido a la corrosión
que sufrió el cambiador de calor, sirvió para
demostrar que era posible represionar un pozo
geotérmico sin que el vapor buscara otra salida,
como se había temido. En 1904, el príncipe Piero
Ginon Conti, que llegaría a ser el presidente de la
Societa Boracifera di Larderello, repitió el
experimento, pero esta vez alimentando
directamente vapor geotérmico, de varias
atmósferas, a una pequeña máquina de 3/4 de
caballo que accionaba un generador de corriente
directa. La electricidad así producida se usó en la
iluminación de la planta de Larderello y ésa fue la
primera aplicación geotermoeléctrica de la
historia." JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ GALÁN, La energía
de la Tierra, CECSA, México.

La temperatura promedio del agua o vapor geotérmicos está entre


150 y 340ºC, aunque con temperaturas menores también puede
aprovecharse la energía geotérmica. Las profundidades a las que se
encuentra un pozo geotérmico oscilan entre 200 y 3500 m. La
eficiencia real de una planta geotérmica es de 11 a 13%; y la
duración promedio de un pozo geotérmico es de 10 años.

Вам также может понравиться