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Cynthia Priscilla Michel Temores

Lógica y retórica
Dr. Gerardo Gutiérrez Cham
31 de Mayo del 2010

Análisis Crítico del Discurso


Al adentrarse en un texto que corresponde a lo que podría definirse
como un problema social; es decir, dicho reglamento; quedan obviadas las
claras relaciones de poder. El análisis crítico del discurso si bien esta
basado en identificar las relaciones de poder en los discursos escritos.
Hablar de poder nos transfiere a su origen en latín
possum/potes/potuí/posse, se refiere a las acciones de ser capaz, tener
fuerza o incluso dominio ya sea de tipo moral o político. Una institución
que ha redactado un reglamento como el siguiente, sin duda esta inmersa
en una multiplicidad de relaciones donde busca ejercer el modo de control
sobre estas.

Para Foucault la implementación de un reglamento tenía como fin


implícito la vigilia y el castigo de aquellos que desobedecían. Un
reglamento podría quitarle al ser humano la calidad de ser social para
convertirlo en alguien culpable de alguna falta. Sin duda la actividad
discursiva ejercida en el reglamento siguiente tendrá algún cimiento en
las palabras de Foucault.

El mismo análisis crítico del discurso dicta que al hablar de procesos como
podría ser la redacción de un reglamento escolar, este habrá sido
elaborado bajo pretexto de someter a quienes formen parte de la
institución escolar. Implementar una fuerza de poder en el contexto
simbólico de este.

Capítulo V.

De las medidas que deben tomarse para mejorar las condiciones de los
alumnos
después del examen individual de los mismos

El uso de la palabra medidas deja en claro que la escuela de donde


procede tal reglamento lo elabora haciendo completo uso de su autoridad.
Sin embargo, la aplicación de tal palabra pareciera que se pretende evitar
un evento de amenaza. Hoy en día el decir: tomar medidas tiene
intrínseco el verbo evitar. Se habla de una mejora de la condición del
alumnado que ha sido puesto bajo examinación por las autoridades
correspondientes. Desde el inicio del reglamento es evidente la
trivialización del alumno. Visto como un objeto de estudio, que ha de ser
metódicamente examinado con el fin de ser aprobado para formar parte
de la institución escolar. Dicha institución tiene como prioridad el
cerciorarse por la seguridad; pero, ¿seguridad para quien? ¿Las
autoridades?

Art. 34°. En caso de que algún niño necesite permanecer bajo la


vigilancia
especial del médico, se anotará la cédula sanitaria respectiva con las
palabras “en observación médica”, y el médico deberá, siempre
que visite la escuela, fijar su atención en dicho niño, durante las
lecciones y fuera de ellas. Precisará, además, si el niño de que se trata
necesita una asistencia médica constante, y si es necesario
disminuir ó modificar sus deberes escolares ó sus ejercicios físicos.
Asimismo, cuando un niño necesite estar colocado en la clase en lugar
especial para mejorar de luz, ó en sitio más cercano al maestro, en
caso de audición defectuosa, el inspector médico lo indicará
especialmente.

El artículo anterior intensifica la trivialización del concepto de alumno o


niño ya que sólo se le es referido como objeto de vigilancia, sin ningún
poder o relación hacia la institución. De tal articulo se puede deducir que
se ha permitido exhibir a aquel alumno que no goce de una “buena
salud”. La anotación de las palabra “en observación médica” aparece
entonces como una marca o estigma que a mi particular entendimiento
me transporta al trato que tenían los judíos en tiempos de la Segunda
Guerra Mundial. Las marcas de discriminación son constante en el texto,
la existencia de dicha anotación dentro de su cedula médica lo excluye de
formar parte de un grupo social reconocido o aceptado. Lo somete a una
vigilancia constante dejando entredicho que sus actividades serán
alteradas con el fin de facilitar su mejoría.

Art. 35°. Cuando un alumno tenga padecimiento de la vista ó del oído,


tales
como leucomas, cataratas zonulares, otitis crónicas, ú otros que no
fuese
posible remediar médicamente y que dificulten el ejercicio de la
lectura, la
escritura y el dibujo, el médico inspector indicará al maestro las
condiciones higiénicas especiales en que deba colocarse al
alumno y la forma en que deba impartírsele la enseñanza respectiva.

Art. 36°. Cuando el reconocimiento demuestre que un niño es anormal


se
indicará á los padres, verbalmente si presencian el examen, ó, en caso
contrario, por medio de una carta (forma n.° 8), la necesidad de que
el enfermo sea sometido á un tratamiento médico que mejore su
salud y que lo ponga en aptitud de aprovechar mejor la enseñanza que
reciba en la escuela.

Aquí se nos permite adentrarnos en el estilo y forma de redacción del


discurso reglamentario. La implementación de condiciones higiénicas
especiales dejan ver el manejo de una burocracia establecida por la
dirección escolar y el médico a cargo. Sugiere así mismo una modificación
en el modelo de enseñanza del estudiante, una vez más manipulado cual
títere sin movimiento; tal significado define la exclusión de la cual el niño
será parte.

El adjetivo de anormal que ha sido impreso en el niño es exactamente a


lo que Foucault refería al separarlo de la sociedad y someterlo a una
condena. El niño ha perdido el trato de sano. Es por ello que se ha de
notificar de inmediato a los padres por medio, claro, del modelo
burocrático ya establecido, el uso de la forma no.8. Se permite a partir de
entonces el tratamiento para mejorar la calidad de la salud del niño en
cuestión; así y sólo así podrá valorar la privilegiada enseñanza escolar.
Una vez más la voz suprime al niño al mencionar que el ser anormal
impide que desarrolle su capacidad cognitiva.

Art.° 37. Si el aviso de que trata el artículo anterior no diere resultado,


se
procurará excitar á los padres, por medio de los profesores y del niño
mismo,
para que, en beneficio mismo del educando y de la escuela, se
lleve á cabo
dicho tratamiento.

Subrayo la frase en beneficio mismo del educando y de la escuela debido


a la voz de discriminación que parece imponer la institución al instar que
el niño sea sometido a un tratamiento que resultaría benéfico. Además
vemos la imposición de que los padres han de comprender que dentro de
la relación la escuela es quien tiene control sobre las decisiones
académicas.

Art.° 38.—Para mejorar las condiciones de los alumnos que sin estar
enfermos necesiten cambiar de medios de vida para llegar á alcanzar
un
desarrollo físico más perfecto, el respectivo médico inspector, de
acuerdo con el director de la escuela y con los maestros
correspondientes, y previa consulta con el jefe de servicio higiénico
escolar, propondrá á la Dirección General de Educación Primaria los
niños que necesiten ir á colonias escolares.

Art. 39°.— Para la determinación de los niños intelectualmente


anormales ó retardados se tendrán en cuenta las observaciones de
sus
maestros, acerca de sus aptitudes mentales. Comprobado el
diagnóstico
desfavorable, el médico inspector, previa consulta con el jefe del
servicio
higiénico escolar, autorizará el pase del alumno de que se trate á una
escuela especial para retardados. Los niños imbéciles ó idiotas
serán separados de las escuelas y se les internará, si ha lugar á ello, en
establecimientos especiales, siempre que lo considere posible la
Dirección General de Educación Primaria. […]

Transitorio
Este reglamento entrará en vigor diez días después de que sea
promulgado, con excepción de sus artículos 38 y 39 que principiarán á
regir con posterioridad cuando lo determine el Ejecutivo.
México, 20 de julio de 1908.

Los adjetivos con que la escuela califica al estudiante hoy en día pueden
parecer insultantes e incluso escandalizar a millones debido a la
responsabilidad que tiene la institución educativa de formar a los niños,
muy a pesar de su discapacidad (si es que existe tal y no es simplemente
un rezago por parte del estudiante que no ha comprendido). Sin embargo,
es por demás mencionar, que la exageración a la que se recurre con el fin
de supeditar al estudiante no representaba tal en 1908 pues los adjetivos
usados no referían a ningún insulto agravante a la condición del alumno.
Empero, no se ha de pasar por alto que la escuela si esta implementando
una discriminación al alumno anormal al buscar su aislamiento con
aquellos de su misma condición intelectual.

Queda a modo de conclusión, discutir la evolución que han tenido las


escuelas (y sus reglamentos escolares) en 100 años; pues al día de hoy
existe una dependencia como la Secretaria de Educación Pública que
regule (controle) la educación primaria así como los reglamentos. La
posición de poder de la escuela sigue en completo poder, sin embargo los
discursos que se usan en la actualidad difieren mucho de los presentados
en dicho reglamento. Afortunadamente.

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