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Akal Cuestiones de antagonismo Disefo de interiory cubierta: RAG Traduceidin de Raiil Sénchez Cedillo Reservatios todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art, 270 del Cédigo Penal, podrin ser castigados con penas dle multa y privacign de libertad quienes reproduzcan sin Ia preceptiva autorizacién o plagien, en todo o en parte, una obra literara, atistica o eientifica fijada en cualquier tipo de soporte. Titulo original: Ce wwe gui n'en est pas un © Les Editions de Minuit, 1977 © Ediciones Akal, §. A.,2009 para lengua espaiiols Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid patie Tel: 918 061 996 Pax: 918 044 028 wws.akal.com ISBN: 978-84-460.2400-5 Depésito legal: M. 20.778:2009 Impreso en Lavel, S. A Homanes (Madrid) El espejo, del otro lado L...] ella repuso: «;Entonces despues de tode ba ocurrido de verdad! . [N. del T] En voz muy baja, cucbicheando, en tono de confidencia, no deja por ello de falsear lo que son las cosas. eSon? ¢Pars él? ¢Paru otro? g¥ quién es él para revelar asi lo que serfa? Alicia se queda paralizada, Se cierra. Helada Puesto que estamos exponiendo los derechos al goce de cada cual, pasemos por casa det abogado, La consulta se hard fuera. Dentro, dice: «la mujer escucha a través de las puerias». —«He hecho el amor con una chica, en la casa de una chica. ZA qué penas puedo en- Srentarme?» —«A nada» Aquello va més allé de lo que cabia imaginarse. Todo por nada, Gratuitamente. Ni siquiera la sombra de un peligro. De una pena, de una deuda. De una pérdida. ¢Cémo continuar midiendo en medio de tales excesos? Ahora bien, hace falta una continuacién. De la historia Prosigamos: «Ast que me be acostado con una sefora a la que no conozco, en la casa de otra sentra a la que no conozco. ¢A qué penas puedo enfrentarme?» —«Cuatro atios.» —«¢Por qué?» —«Violacton de domicilio, malos tratos, Dos mds dos son cua- 110, 2x 2=4, 2 = 4, Cuatro altos.» —«¢Como suspender el requerimiento judicial*?» —«Eso depende de las dos. De una y de la otra. De las dos, a la vez. Hay que empezar identificando esas dos no-unidades. Pasando después a sus relaciones.» —«He identi- ficado a una. Aquella a la que se le puede asignar el coeficiente casa.» —«zY bien?» —«No puedo aportar otras caracteristicas, ella me niega el acceso a su propiedad» —«Qué lata, ZY la otra? La vagabunda, la errante: gla unidad mévil2» —aSe ha eclip sado en la naturaleza» —«Entonces...» —«¢Puede ayudarme a reencontrarla?> — «Mi mujer se pondré furiosa. Voy a cubrirme de oprobio.»» —«Yo le transportaré, le trasladaré. Yo Hevaré el peso, yo seré el indecente.» —«De acuerdo.» cPero donde en la naturaleza? Que es grande. ¢Aqui? ¢Alli? No hay mis remedio que detenerse en alguna parte. Y si con cterta rudeze se le ponen los pies en el suelo, é se dard cuenta inevitablemente de que esté completamente embarrado. Algo que no te- nia que ocurrir bajo ningiin concepto. —«¢ Qué diré mi mujer?» ¢Qué cabe pensar de un hombre de leyes que se ensucia los pies? gY quién prohibe, en tiltima instancia, la see ciedad? ;El jurista? eSu mujer? Una vez mds, ¢por qué abonar en la cuenta de la otra lo que uno se niega a cargar en su cuenta? Porque podria parecer algo asqueroso, El lado repugnante del hombre de bien. Del que pretende serto El topografo, que ba venido, sin embargo, para (re)conciliarse con la ley, se muestra completamente desanimado. Si la evaluactén en cifras le sale a «cuatro aitos», calcula el mérito del abogado en sceron. Desde abé tendré que volver a empezar * '!, Asi, pues, el dificil reco- rrido que la chiquilla, la mujer, deben hacer necesariamente para realizar su «femi- nidad», culmina con el alumbramiento de un hijo, con la maternalizaci Y, por consiguiente, del marido. Formaciones patologicas postedipicas Sin duda, esa evolucion es susceptible de deteuciones, de estasis, en determina- dos periodos de su desarrollo, o incluso de regresiones. Asistimos entonces a las for- maciones patolégicas especificas de la sexualidad femenina, El complejo de virilidad y la homosexualidad De esta suerte, el descubrimicnto de la castracién puede desembocas, en ba mujer, cn laclaboracién de «un podctoso complejo de vitilidad», «En ese caso, la chiguilla © §. Freud, «La feminité>, cit. 31 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Melanie Klein Segunda mujer que plantea objeciones « las teorias freudianas sobre la sexuali- dad emenina; Melanie Klein. Como Karen Horney, veremos cémo invierte, «dat la vuelta» a algunas secuencias de acontecimientos consecutivos establecidas por Frend. Y, de mievo como aquella, defenders que la «envidia del pene» es una for- macién reactiva, secundaria, que palia la dificultad qne la chiquilla, la mujer, tiene para sostener su deseo. Pero Melanie Klein pondra en tela de juicio la sistemitica frendiana mediante la exploracién, la reconstruccién del mundo de los fantasmas de la pequefia infancia. Las formas precoces del complejo de Edipo Las diferencias con Freud se anuncian, por asi decirlo, enseguida; desde el «principio». Puesto que Melanie Klein se niega a asimilar la masturbacion clitori- diana a una actividad masculina, El clitoris es un érgano genital femenino; por lo tanto, resulta abusivo no ver en el mismo mas que un pene «pequefio» y pretender gue la nifia s6lo obtiene placer acaticiindolo en calidad de tal. Ademés, la erotiza- cién privilegiada del clitoris es ya un proceso defensivo contra la erotizacion vaginal, mas peligrosa, mas problematica, en ese estadio del desarrollo sexual. Las excita- ciones vaginales son las mas precoces, pero los fantasmas de incorporacién del pene del padre y de destrucci6n de la madre rival que acompafian a éstas provocan en la chiguilla la angustia ante medidas de represalia por parte de ki madre, que para vengarse podria llegar a despojarla de sus érganos sexuales internos. Puesto gue ninguna verificacién, ninguna prueba de la «realidad» permiten verificar la in- tegridad de los citados organos, y por ende desprenderse de la angustia provocada por tales fantasmas, la chiquilla se ve llevada a renunciar, provisionalmente, a la erotizacién vaginal?®, Como quiera que sea, la nifia pequefia no ha esperado al «complejo de castra: cién» para acercarse a su padre. En su caso, ef «complejo de Edipo» operarta en la economia de las putsiones pregenitales, y sobre todo de las pulsiones orales®. De ‘ad suerte, no sdlo el destete del «buen seno» acarrea la hostilidad de la nifia peque- 2 Melanie Klein, «Les stades précoces du conflit oedipien», Essats de psychologie, Paris, Payot, Bibliotheque scientifique [para consultar en castellano las obras de M. Kelin, véase Obras completa, Barcelons, Paidés, 1990] * M. Klein, «Les premiers stades du conilit cedipien et la formation du surmoi», Paychanalyse des enfants, Paris, Payot, Bibliotéque scientifique. 39

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