El hombre en la actualidad nada lleva a efecto si no es en funcin de lo
que de ello obtendr. En el mbito de lo material esto es fcilmente apreciable. No tanto as en el de las relaciones personales en las que generalmente lo que se espera a cambio no es sino un paliativo a nuestra muy comn sensacin de exilio y no-pertenencia; a nuestra soledad interna.
Y precisamente el principal obstculo para la prctica efectiva de la
meditacin es ese utilitarismo producto de nuestras carencias y condicionamientos. Se espera que la meditacin nos d algo a cambio y eso ha llevado a confundirla con la reflexin, con un buscar ese 'algo' que llene nuestro vaco.
La meditacin es el reino del Perfecto Silencio. Ni es un escape ni un
entrenamiento. Es prestar atencin. No se entretiene uno ni debate o pelea con sus imgenes mentales, sino que se les deja pasar "como las nubes por el cielo". No hay tensin o relajamiento. Tan slo se mantiene la postura y se vigila la respiracin. Sintate y respira. Zazen.
El Ser Es. No es presa de deseos, apegos o aversiones. No desea, puesto
que es absoluto, por lo tanto no emprende acto, pensamiento o movimiento alguno ya que ello supone el deseo de hacerlo y, siendo absoluto, nada hay sino el ser mismo. No hay objeto desiderable para el ser porque no hay objetos sino nicamente el Ser.
Todo 'intento' nos desva del Ser, de nuestra identificacin con l. No hay "para qu" meditar. Por qu entonces meditar? No hay "por qu" meditar.