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Cairo 2 LA CUESTION DE LO POPULAR Lo popular como mito Ala hora de analizar el concepto arte popular, las ambi fsliedades del primer tgrmino presentan tantos proble’ teomo las del segundo, Las dificultades de aquel proviens de la aplicacién abusiva de un modelo de arte a realidacdes {que no le corresponden (Ia categorfa de arte moderno deve- nnida arquetipo universal); mientras que los apuros del se- undo resultan de la diversidad de acepciones que tiene et vocablo pueblo, enredado en ideologias y manejado desde diferentes lugares disciplinales. La cuestion de qué es el pueblo, de quiénes son pueblo, es compleja porque el co tenido de este término aparece simulténeamente recor desde enfoques distintos. Por eso, unas veces se enti por pueblo la masa; otras, el conjunto de cidadanos suje- fos de derechos y obligaciones juridicas, una entidad meta fisica ideal, las mavorfas demogrificas, las clases explota das, el conjunto de los sectores subalternos, etcétera. Partamos del ambito politico, probable tierra natal de! término, Para el pensamiento liberal tradicional, el puc- blo (definido como Tercer Estado, opuesto a la Nobleza y al Clero) encarna el ideal republicano de la Nacién; es la Sede de la soberanfa, el sujeto de los derechos civicos, depositario de la voluntad general, eteétera, El marxismo dogmatico tiene actitudes dispares ante el término pueblo, Por un lado, lo trata con desinterés: como no lo identifica =e ide ln tuchar de Por atin, clerle pry Naren’ Sour Chau analiza i ge else! in nai pt de ce ramen Los stad cnendon Wy ete eo proce de perfcconamicno en pose fo cto Pros compere tao acl nda eds tin proce de ercimienta morale intlectual "ae Stes’), como lave, movida por et espe el EspiruUniveral (Hegel por ls prdcias soca Mla) Desde est concep, a clara populares nate nal pad as wren sadn lt Ta om eran iromisblemente nei las vnguardistes pcan gue ode salad por un grip darts nlc pertar de su esencial embotamiento y le hara realizar “las Teves objets dea histor (De Sousa Ch 1986 108) arn segunda open a romantic, lo populate pecs n pucblo organic, in suet eeador aa etl tal ana pore Exp de Pueblo Voie) ee cys os opel kn a utilitarismo de la Tustracién (De Souza Chaui, 1 Exe pho Geno por nsinive e trate cnmetde rm cn la tradicién, bueno y sensible por natural sr or naturaleza, sentimen- talmente puro y emotivo) es fundamento de los rasgos ca- racteristicos principales que el romanticismo otorga a la ultra popular: primitivismo (la cultura popular supone npre preercion de tadiiones)comuntaismo icin populares elect y anon, en cuanto Man fesacion espontanea del Expt del Pueblo) promo (os originales sgnos populates no se contamina pr Ri bitos extratos). America Latina ene una larga talon deantagonismos entre ambos grupos En el Paragusy os liberates y los nactonall ie historicos de las Hineas iustrada y romantica, Tmibricadas en ka trama de ka cultura hegemnica, any bas posieiones rema momento, de hao de suclta, 10 ‘en un punto connin: fy concepeidn del pucblo ia previa at 1 unidad abstracts, como una es Se propia historia, Ese es el mito baisico que concilia a los foponentes. Ciertos mitos deben justificar y persuadir; {tian come el canto de sirena de la operacién hegeménica, Barthes dice que ellos constituyen el instrumento mas apro nelo para la inversidn ideolégica; producen una prestidigi- facién que trastoca lo real volvigndolo inocente e inmdvik “al mundo entra en el lenguaje como una relacién dialéetica deactividades [..] sale del mito como un cuadro armonioso tde esencias” (Barthes, 1981:238). Este mito duleifica y tran- fquiliza, esconde meticulosamente todo rastro de conflicto, fnge equilibrio y simetrfa, Mitificada, la historia pierde su sentido de consiruccién v de proceso; sus momentos ¥ sus ‘agentes aparecen congelados en una mueca que niega la Oposicién o la presenta como un acto abstracto, una exte- Horidad absoluta, (La historiografia oficial, madre de mitos, Corrige con amabilidad los hechos de la Conquista, presen: tada como un encuentro idflic; distraza las oposiciones en- tre los “padies de la patria”, simplifica maniqueistamente Jas confrontaciones, Al final, la historia se convierte en una gesta ejemplar de héroes ilustres y epopeyas gloriosas.) ‘Tocados por el mito oficial, pueblos, sectores, etnias yy clases se detienen en el acto, olvidan sus diferencias v se Kunden en un solo molde redentor. Los liberales ilustrados mitifican el pueblo al retomar, de hecho, la antigua divisién romana que distingue Populus y Plebs. El primero, portador de la volumtad universal y sede de la Razén, nada tiene que 1. 1 tiherlismo tine un tone srstocrtico; el malonaliso, ungue cre opulent ligarse presume de popular se presenta como depositary SESSPAE? nactnat vineulado con lara yrlsnaia la recuperation dl ‘cao como ratty fandamento des aaclonalad, avidad social (Mi o,losdiversag lo sus lifer eontenicka que undo: el pueblo come partic el poputlacha), Desde otro di Persiguiendo el mismo fantasin, atmhats punictonoy desembocan en los terrenos miticos del populist, eo pacio inmutable y sereno que desconoce conllctis yh admite contradicetones. All, el pueblo es concebddo ct tun conjunto social homogéneo ¥ compacto ubical sci pre en un punto ideal; es una entidad nebulosa, conceit almente inasible, ala que solo puede accederse a tres el rodeo de lo emotivo y lo literavio. “El concept le escribe Bobbio- no esta jams racionalizado en el opi lismo, sino, més bien, intwido © pestulido apox:ul mente” (Bobbio, Matteuci y Pasguino,1981: 128 tanto, segiin este autor, el populism no th tuna doctrina, Esta misma vaguedad le permite lll sts tanto en la derecha como en la izquictda ¥ ubicsnse sl. mienzo o al final de nostilgieas historias « de proyecon uutépicos: el pueblo es neutralizado a través dle nen aabstractas que lo convierten en paradigamay en la sir de un pasado a punto de perderse o la espera de in i clerta meta que alguna vez se aleanzar, En los svi puntos sein analizadas con brevedad dos vets listas: la del nacionalismo oficial st ambas marcan fuertemente la definicion de lo popular ft Jo menos en el sentido que estamos darido a exe came en st relacion con la produeeién artisticn Pueblo, Nacién, indo y tradicién Los dispositivos miticos del nacionalismie dis las diferencias en aras de un absteacte ideal de tot Mediante ellos, kt Nacion dev riz dle Unc ¥ fimdamento 'y corolario de ka historia, ¥ su coneuph 4 priori, otra esencia que Hot de los avatares de los procesos au ricnlos historivos, sustanei lista echa mano ypravida por en jombra, Trabados los mov ates, of populisine dispositivos para escamotea dde lo popula; Por un lado, el fundamento de la specificidad nacional es buscado en fa tradicién, la tierra Ja surgre absolutizando factores biologico telaricos que Jb constituyen més que condicionamientos de procesos incretos. Por otxo, se pretende fraguar lo popular en la Jorina del Estado, en euyo indiviso contenido terminaria nacionalismo oficialista hace de esta figura (lo 10 unidadl homogénea) una consigna y, tras radia el eonflicto en todos los planos: la diferencia nina siempre ubicada en el exterior del sistema, .guayo, Arditiescribe que, desde sn que la visi6n autoritaria se funda sobre una jv oryanicista de la sociedad y una concepeién del orden, Jomo terreno homogéneo y cerrado, “el conflicto y la dist joncia pasan a ser considerados elementos externos que iniioducen en el interior de un sistema naturalmente inénico con el propésito de perturbar y desestabilizar funcionamiento” (Arditi, 1987: 20), Es que, absorbida ia diversidad social pierde su complejidad n todo compacto desde el cual lo diferente es udlo una anomalfa ajena al "s onal” y la di- iyencia es explicada como una desviacién (“malos pa- wyuayos") 0 como un fenémeno de infiltracién de “ideo- fas foriineas”, (Asi, para el discurso oficial los liberales ios"? los febreristas, semifascistas o subversi- listas, delincuentes terroristas; y todos los nistas, Pero, de hecho, los partidos tr suponen mas © menos mein bos a posites, com if es de la oposic explicitame aueoneebir lo nacior ‘simmisme,) De aqui la negaici6n del conflieto y ka permanente nec sidad de encubrir los aspe ulictorios ¥ escannone diferencias y tensiones internas: el “alma nacional” Y anima un pueblo heroico que avanza en épica pesta deal to antepasado guarani hacia algtin futuro glories ‘triunfal. EI nacionaligmo echa sobre la historia ‘medusiana, un manto de lava que petvifica alos ac pricticas ylos converte en monument, [2s ob se ‘versi6n boba y cursi de sf misma y convirtiéndola: siva y domesticada mereanefa, en pintoresca artes también es un buen sistema para oscurecer la depeniericia y la dominacién, para velar las contradicciones sociale’ «ic ‘altan al enfrentarse lo nacional y lo popular coneretos. {Un herb ah hs tna ack Por eso, al mismo tiempo que el pueblo y el indie, pur ios de conilictas, son convertides e lilad y colocados en los ssavia de ka naciona. tires de ki radickin, los sectores actuales son expubsados de la escer donde se juezan los verdadero “destinos: de la Nacion”, Pisto ex sobre todo claro en el easo del indfgena, quien, como dice Lauer, “por momentos parece tener toda la iden Hidad dle A «tina, pero siempre termina siendo el lepositario universal de su miseria” (Lauer, 1982: 112), ps tnsores Desdle ms hacia la izquierda, aunque conectada con discurso liberal, viene otra forma de manipulacién po- julista. Las vanguardias exaltan al pueblo en abstracto, jero, de hecho, lo menosprecian al considerarlo incapaz lc asunir sus propias gestiones. A partir del mito de que fl pueblo es ingenuo y pasivo se supone que debe ser edu- ilo y concientizado, controlado y conducide hacia la fonda correcta. De Souza Chaui sostiene que, ocupando fl antiguo lugar de los ilustrados, 1a nueva vanguardia ;pular supone tres tipos de cultura: la alienada (corres- Painted a clase dominante a cultura dl pue- lo (sca, atrasada, trivial, primitiva, lidica, decorativa y conformist) y la cultura popular revolucionaria (movida por las vanguardias): {a cultura popular es aquella producida por artists e intelectu ‘optaton parser pueblo” y se detcan a In concienizacion ‘or lo tanto, dos pueblos y dos culturas populares: «puchlo atrasado, inconsciente¥ st cultra trivial inculas linet pueblo, consciente, cate, avanzade ¥ la elt van sta cilizar las loves objeteas dea historia (I ‘encltisia iso, prescriptive ¥ podagigicn, exe discurs0 lis formas ciomplares de autoriarisme, en Partita ae fo niche tas (De Sones Chat, 1986: 109), nes se escuchar la vor del pueblo” Ia denen 1 que decile repr lows ses de este y hablar en su nombre, Esta aetitud prote ejercer la tutela de los sectores populares (tenidos coi ‘menores de edad o minusvilidos) sin escuchar lo que cll consideran que son sus necesidades y proyectos ¥ sin ¥« conocer, como dice Colombres, que son estos misinias sve tores los tinicos autorizados a modificar los datos de s1 propia realidad. En diferentes dosis, el paternalismo se filtra ei aquellas actitudes que intentan decidir lo que con no al pueblo, desconociendo el derecho a la autodeter nacién. Un debate sucedido en la capital del Paragtay c1 1986 puede acercar un ejemplo de esa actitud sobreprutes tora. Fn febrero de ese ano, los indigenas chiriguano, de Santa Teresita (Mariscal Estigarribia, Chaco Parag decidieron representar en Asui ‘su ceremonia religiosa (el Areté Guasti) con el fin de core guir fondos para su cooperativa. Apenas anunciado el piv yecto, ciertos indigenistas criticaron la impertinencia «k mostrar en la ciudad los secretos de Ia tierra inesgnits Se publicaron sobre el tema enfrentados articulos, cart abiertas y declaraciones, pero a nadie se k girse a los representantes indigenas y discutir con ellos temores de que el “buen salvaje” perdiera la inoc: contaminara sus rafces ancestrales, Por mas de que, para simplificar los ejemplos, se vs Toque ambas posiciones enfrentadas en un terreno ai deslizadizo como el del populismo, las posturas dle eve cha o de izquierda se resbalan con fa y se confunden. El populismo nacional menudo por sectores de artistas ¢ inteleet Uifican las figuras del pueblo y Ia Nacién e invox y tradiciones idilicas. Y lo hacen mediante 1 {que descubre su coincidencia con el oficial en stt pasion or ciertas exdrijulas: lo autictono, teliricn, ataviee, a te xenon ot roe a7 uilo, eteétera, La proyeecién re- 's el latinoumericanismo, que ca Latina uniformada por una ndencia comdn y un mismo pasado indigena y co- lonial, y vuelta una sola por idénticos proyectos. En esta nueva sustancia, toda particularidad se vuelve apenas Ia Mlifereneia especifica de un género abstracto y totaliza- Alor y, una vez mas, las practicas aparecen disecadas y las vonitadieciones internas embozadas, (La version de dere- tha del paternalismo vanguardista es el caudillismo: ina suerte de dictadura popular, a lo Albino Jara 0 Morinigo, .¢ autoproclama representante legitima del pueblo y iativa de la oligarquia.) Hist6ricamente, los misioneros son los grandes pione- s del tutelaje: vefan (y en gran parte siguen viendo) al ‘ncligena como a un nifo ignorante que debe ser formado, fen la verdad civilizada, cuando no como a un bérbaro 0 un semibruto convertible a ser humano cabal mediante la tedencién cristiana; de hecho, la “conversion es la figura {lave del proceso evangelizadn* Megemonias Al mito que idealiza el concepto de pueblo ylo convierte ‘en contenido homogéneo de la Nacién se contraponen defi- niciones clasistas de ese concepto. El pueblo, considerado 4.11» site as mismosjestites son contandentes Pores sesh sora de quien “de racomates no tenian ms quel apenas Cardi I ingens “Si entenento ..] es my coe, come de ‘de sta te ee is caps inllgencla ¥ jo oe ivan, gf dspam a anes Br Benes + panos ‘a partirde las condiciones sociales de su produceién, part ‘a designar el conjunto de diferentes clases y f Clases explotadas.’ Pero esta definiciin ambien present problemas a la hora de observar lo popular en Amerie Latina, Por una parte, es tedricamente sospechoso tant abordar lo campesino ¥, sobre todo, lo étnico desde el eon Cepto de clase, como encarar lo proletario desde el wérmitie popular en ambos casos, el cruce de categorfas pertene ientes a Ambitos diversos ha servido més para embrolla Ta cuestion que para aclararla. Por otra, la presencia incl dible de fuerzas que actiian fuera del escenario de Ia pr uccidn econémica ha despertado en los tiltimos afios 1 especial atencién que obliga a ampliar el concepto ce hy popular para que incluya los diversos sectores explotal, Gptimidos, marginados 0 discriminados cuyos contin con el sistema dominante no tienen necesariamente cl ei icier de contradiecién de clase, sino que se abren en de diferentes demandas ¢ intereses sectoriales (sociales, ¢4 nnicos, regionales, sexuales, etcétera) y desde un sentido le identidad compartida. Por eso este texto opta por caracterizar lo popula su sentido mas amplio, a partir de las diferentes foray de subordinaci6n de las grandes mayorfas y de las win tas exeluidas de una participacién plena y efectiva, va se tn lo social, lo econdmico, lo cultural o lo politico, ew pricticas y discursos ocurren al margen o en contra de Gireccion dominante. Esta caracterizaci6n remite al cn) cepto gramsciano de hegemon‘a, que ha re tee desancy ee nc ft Petje ley racemes eles ebjtvanncte p tes sin ot Ta ia lo subalterno popular existe una oposicion entre Jj cultura de los seetores dominantes y la de los subordina~ los: la una busca justificar Ia dominaciGn a través de sus nivos complices ¥ sus diversos mecanismos ideol6gicos (on su sentido de ocultacién y distorsién de Ia realidad), Jn otra no tiene por qué patrocinar un sistema que no le onviene y en el que participa como perdedora; entonces, p impuyna fa cultura dominante o, por lo menos, procura hantener la propia. Es decir, ambas buscan reproducirse a [raves de sistemas de representacién que apuntalen y mo- licen sus mandos de sentido; pero, en cuanto la cultura jominante es hegeménica, logra que su proyecto articule is y, all menos en patie, devenga vigente para todos jos sectores. “Ahora bien, este logro no supone una imposicién for ‘goss, sino la aceptaci6n de reglas de juego colectivas y la Fonsiruccidn de un espacio de negociaciones, renuncias, [pactos ¥ consensos basicos en funcién de intereses com- aries. Bate ‘concepto de hegemonfa permite, asi, sortear > simplificaciones maniquefstas que enfrentan To domi- juunte y lo dominado de una manera tajante y definitiva, foro si fueran dos sustancias completas, encerradas cada misma y opuestas metafisicamente, La cultura nica no opera mediante la mera imposicién coer- fitiva o la transmisién unilateral y automatica de las im- Jones ¥ valores que la legitiman, sino a través de una in- forrelacion compleja de [uerzas, un foreejeo confuso que 1 es ui bre todo por Garcia wn canaries de To sbelter “io sbaniacn gue we eee munca culmina en vietorias 6 derrotas definitivas, sino en tina tensidn permanente de equilibrios siempre inestables Segtin la definicién de Portanti Accln hogemvnica serfa aquela const ficasy culturalesdesplegeda por una clase fundamental, fe la cual logra articular bajo su droceion a otros grupes sc ‘mediante a constriecion de una voluntad colt ‘andolos parcalmente, traluce sui Intereses corpo ‘ernie (Portantern, 1981: 151. Este necesario sacrificio parcial es el que abre un m gen de acci6n politica para que los sectores populares. muevan como sujetos pasivos y silenciosos, manipul al antojo de los dominantes, sino que resistan, cuestione' se opongan y puedan crear aeciones contrahegeménic:s Por eso, para ser hegemonizados, deben ser mfnimamcvt: sseduicidos, envueltos y persuadidos, y deben reconover in tereses propios en el proyecto articuiador y sentirse ident ficados en muchas de sus propuestas. El campo en el que se juega lo hegeménico es un te reno resbaladizo en el que las lineas procedentes de dile rentes direcciones no solo se enfrentan, sino que se c cruzan, se repelen, convergen 0 se entreveran formanc tramas hibridas; es un Ambito crepuscular en el que alias yadversarios pueden confundirse y donde las diversas py iciones tanto avanzan, chocan e intercambian sus Iga ‘como se repliegan y capitulan en una refriega imprecist que tiene més de escaramuza y de escarceo que de batall sloriosas. (Es que siempre debe haber un grado de sutile y manipulacién en la estrategia de lo hegeménico, apovials fen argumentos miticos que, para facilitar st articul ayudan a disimular la existencia de intereses cont tos.) Por eso ciertos fenémenos conforman ca rizos ¥, por eso, la cultura popular es ambipuar es y no © ‘ontestataria, Se opone y no se pone a lo hegemonico. Fa ‘pio intenta conserva, ekahorar y reproducir sus pro pias formats y resist lay doninantes, @ aproppiane de ell indokas; pero estes abjetives nuinca som lat ckarw Jos hechos y la cultura subordinada term Cobijando senhales opwestas, cntrepando terreno, clau iloy transigiend, Por atta parte, la misma cultura nie, al menor deseuido, es permeada ¢ invadida, bolas subalternos y ve sus imagenes transgredidas, sus valores cambiados, ‘Ouras complicaciones deben, ademés, ser considera- Jus, Aunque se admita que las rélaciones entre Ja cultura jyemonica y la subalterna no consisten en oposiciones. jas, sino en complejas interacciones histéricas, lanteadas de manera contingente, puede pensarse atin de las fracciones en pugna sea en sf misma idad compacta, Pero la cultura subalterna es un con- ;nio de realidades plurales, un otimulo de culturas que ac jan como fuerzas distintas segiin sus propias dinémicas: Jentras algunas de ellas avanzan, otras pueden retirarse teiler; mientras una resiste, bien puede otra contempo- iy: Tampoco la cultura dominante configura un todo in- jpraclo y compacto, Algunas de las frecuentes confusiones rgen al encararla derivan de una comprensién de- jasiaclo simplista de su naturaleza, que identifica entre st sclistintas fracciones como si fueran conceptos perfecta- jente equivalentes. Es que la cuestion de lo hegeménico es bastante en= slacla, ¥ lo es més atin para las sociedades capitalistas jopendientes, en las que el Estado se organiza sobre frag- juntos coloniales y no sobre distintos pucblos previa~ jente constituidos como tales segtin historias propias. fh realidad, précticamente solo en Europa occidental el ‘puievo Estado burgués se construye sobre una sociedad ci- 4il previa, sobre una nacién ya formada: se conquista la hogemonfa antes que el poder. Pero en el Paraguay, como ‘América Latina en yeneral, la historia es otra y se crea ive el Histo y la Sociedad ev nniay, por lo tanto, ana diferencia Patatal y hezeneniea (io todo fo hegeménico es estataly viceversa). Ad wel Panay luce tna eseisié fonive cultura estatal y ¢ fe el micleo ele podter test constituide por-un ejéreite autoritarin y oxcurantis ‘otra parte, la Iglesia ta tiene una culty papel particular en ki eseena hog je arriba, la cultura internacional spe visa x provee i justifieaciones. Com parte de esta, Ia cultura de masas irrumpe con sus p {sticas y aleances. De este mado, dentro del campo hegemnico don) nante se puede disti c, par lo menos, ki culty dita internacional y la de masas. racterizada sucintamente para que puet itados los perfiles de la cultura suball se define en parte por su posicién respecto de aquelhis. cesta operacian de recorte del dmbito de la cultura popula es necesaria tanto para ir avanzando hacia la comprensid de las formas estéticas surgidas en su interior, como pati cenriguecer el concepto de pueblo con los aspectos int ue cohesionan la comunidad y le permiten estruct de manera imaginaria, La cultura oficial estatal Algunos aspecios de la cultura oficial aseguran su ion hegeménica enraizandose bien en la sociedad evil través de su apoyo en diferentes tradiciones culturales son asimiladas y mitiicadas. Por i lado, la cultura ici se nutre de la agraria (tradicionalismo, totalismo comin {ario,fijsmo), del nacionalismo (culto al héroe yal tet, epicismo, ideas de patria y pueblo), del liberalismo ve clo (catillismo, aspectos formales del republicani idea de soberania), dela cultura eclesial (Fe como clemenin del Estado catdlico usado como ar Identificacion de atetsmo con subver nternacional (ideas de progrese, orden mundial, iad) y, maturalmnente, cel lisse mit ¢ vision tae a histo ricturados a través de jnico, intolerante ¥ persona: clos en torn a un relato mitico ingenuo vo, pero bastante elie, cuyo argumento os l siguiente: impulsada por el Progreso, la 2c] desarrollo lineal de una gesta épica que jwe desde un punto fijo pasado, constituido por jestiraje (indio noble + hidalgo espaio), hasta uno pre- We, pletorico de bfenestar (escuelas + crecimiento econé- (0 caminos + Haipd). El actor, sano y bueno, moreno c, es el Pueblo, personificacién dela Nacién, cuyos, 1 un Estado monolitico y todopoderoso divi- Ip por un Ider infalibley eterno, heredero directo de los ‘slo la naefonalidad (la Tradicion), en quien remata 1] Paraguay eterno con Stroessner”); el futuro “lado, Este espacio mitico estd cerrado sobre s, ihmutable y sereno, goza de estabilidad y armonia (idea \ paz qiue vive la Reptiblica") y se construye sobre suiclo févti y peneroso (la Tierra). Pero afuera acecha el jemnivo: el Comunismo (lo ot la diferencia, el conficto) incuba gérmenes desestabilizadores y anti nel tejido nacional y debe, por lo tanto, sr destruido. Lis cultura estatal no coincide en su totalidad con la he- ‘solo porque exsten ambitos hegeménicos no Autales, sino porque muchos de sus elementos no gozan logitimidad, no son aceptados y deben ser impuestos av son empeados despecivarene par rebar arc. “Lt connie pecs a ts epider teres in ara ol ae “tia ugh Chat, nepaplno al inasr bron ite oneal eet” oa i er orci ca es Sol ie con la of juccion jurid tuna porekin pequena de la eultura letrada coi I: fa rolativa a algunos aspector: de ka pr y lacducacién, sobre todo la universitaria fy cuyo ambito coineiden la cultura estatal, la eruita ya Jesial), Por otra parte, no toda la cultura erudita es domi- inte; hay fuertes aspectos suyos que son impugnadores J statu quo. En realidad, en el Paraguay, la cultura eru- iy es la Giniea que ha dado formas abiertamente contesta- vias, asi como, junto con la popular, es la que ha podido + formas artisticas mas vigorosas. » del campo hegeménico, el arte erudito, como iltura erudita en general, mantiene espacios propios dlisenso y resistencia ante la cultura estatal, asf como {los discursos del centro, en los cuales él mismo se fun- imenta, En este punto reside la gran contradiccién del » erudito desarrollado bajo dictaduras militares latinoa- jricanas: configura un hecho exclusivista y minoritario, ijpido aparte de las grandes mayorfas que no pueden ac- jor a suis c6digos cerrados, a sus circuitos especializados, {sus altos precios, pero crece al costado de las preocu- Lacultura ilustrada se nutre de la internacional; est jones oficiales y sus proyectos culturales. Por eso es di- sus argumentos hegeménicos de algunas tradiciones es ablar de “arie de elite” para referirse a una practic les, como el liberalismo (a cultura como “instruceinn’) y junicnida a raya de cualquier instancia de poder. el nacionalismo (exaltacién de lo particular e+ Por una parte, aunque el arte erudito se desarrolla en- nal, tendeneia al populismo), ¢ internaliza y reproxlues eli unchado a Ja 6rbita de las culturas internacionales hege- ‘mentos de la cultura oficial (autoritarismo, (onicas, la dependencia cultural no constituye ms que uno La cultura erudita es portada fundamentalmente po Jos condicionamientos que tiene la producci6n artistica, norias productoras de cultura, grupos de intelectusk iperable siempre por su capacidad de seleccionar ¥ refor artistas provenientes en general de sectores sociales nel ilar los: mensajes emitidos por las metrépolis, asf como altos, y se desarrolla desde la especial heutralizar ideolégicamente sus contenidos segtin nece- cién de conocimientos y los mitos de la cultura superior {dades histéricas propias, Cualquier “penetracion cultural” un sentido aristocritico y cerrado. \ecle ser reapropiada; no solo se impone, también seasume. 1 historia del arte producido en América Latina desde la Colonia es riea en ejemplos de discursos enteros que, adap- faulos a serisibilidacles paticulanes, han sido desmontados y Jearmaders seein las demands de proyectos locales Por otra parte, es eierto que ef ante erudite erece en Ain dmbite separake de fas rupresentaciones de los sect iw wy eantes ‘ln, diatribucion v conse ‘mediante la coercion." Es el “consenso a patos” del que hit blab Gramsei, Por ejemplo, ciertas ideas como las de Po via, Anticomunismo, Lider Maximo de ka Ni etcétera, no necesitan ser demasiado convincentess st ponen sin mas. Ademas, el florid discurse oficial ehows ei la prietica con Ia cultura de la corrupeion, la reali la represién y el nuevo especticulo de los desya internos del partido gobernante, por lo que sus idilieo a gumentos pierden crédito como avales de cons ‘Afortunadamente, en el Paraguay el Estado tiene poo confianza en el arte como medio para promocionar si 1) tos; a ese efecto mas bien recurre a la enseftanza, la previ oficial, la television y los diferentes rituales militares. Las teas propuestas artisticas oficiales consisten en monumenioy piiblicos medioeres que prosiguen sin ninguna im: el género declamatorio y acartonado de las alegor ‘monénicas mediante un kitsch mustio y aburrid. La cultura erudita yreforzar relaciones sociales mn, Pero tambien es cierto que, al no coinciit exactamente con los faciores historicos que lo condicio nan, el arte culto puede vob n agente que impnishe ‘esos factores; su proclamada “auitonomia relativa” encuet ‘ra aqui su gran ventaja: el deslase que existe en yy sus condiciones deja cierto margen por el que puclet ‘colarse posibilidades innovadoras y eriticas. ¥ si bien pot sf misma la prictica de lo artistico no habré de protay nizar los grandes cambios en la realidad historia «uw Ii condiciona, s{ podra vincularse con necesidades colectivis ¥y provocar innovaciones y rupturas que ayuden a destiti ficar las certezas oficiales, discutir los contornos de la sew sibilidad colectiva y anticipar porvenires propicis. Si la ideologia oficial encubre los conllictos y prese tuna visiéa homogénea, jerdrquica ¢ inalterable del mundo, Jas tendencias eriticas del arte intentan delatar la existen cia del conflicto, desbloquear el proceso que Io consti ‘desaudar sus oposiciones; en pocas palabras: romper vl hechizo paralizante del mito oficial y constituirse en antidoto contra el orden natural y universal que proponen y justifican los discursos oficiales. Con respecto al arte popular, las minorias cultas actitudes distintas: o lo desprecian por considera practica de segunda, sin verdadera dimensi efectivo ajuste formal, o lo tienen por un obsticulo resi dual del pasado, que debe ser superado, o bien adoptan tuna postura paternalista que decide desde afuera lo quc supone que le conviene 0 no, 0, por tiltimo, apoyan las rei vindicaciones de espacios simbélicos populares ¥ breyuin por el reconocimiento de la especificidad cultural dle ls sectores subalternos. La cultura oficial de la Iglesia trascicnden fo meramente confesional, Es quc religioso, “pese a sun auslononia y especifieidad, ie de una realidad social mis amplia y se la sobre el conjunto de kas practicas sociales” (Giménez, 978: 38). Esa repercusién crea problemas cuando acttia, sn de doctrinas, ritos, normas y valores, lose cl interior de la institucién al conjunto de la socie- jad (Aniti y otros, 1986: 14). Entonces se produce una cul- 1 intolerante, autoritaria y dogmdtica que censura la di- fenicia y no auimite opciones alternativas a sus verdades. foro lejos de constituir una unidad compacta, la cultura Jesial contiene elementos que apuntalan la dominacién, Jolesia de la stimision y el silencio, la fe como obedien- ¥ resignaciGn, el orden como jerarquia verticalista) Jo como aspectes que permiten impugnarla (teologias ‘sy liberadoras, compromiso con las mayorias, de- iuncia de la corrupeién); de hecho, desde ciertos ambitos, Juyos han venido no pocas propuestas renovadoras y plan- asa corms payed, Hamada oge a, “casa clavads”, Su coms Hci conse tl fll calara rant Fotografie IT Ahir Depatente de Bctmentcln e {Went Anes Vente del Bato, Asien, ; sedueir y ser amitida. Bs deci; la evangeliza fn debid apelar a mecanismos ideoldgicos persuasivos, ieptables en parte; debid reformular sus estrategias para iercultural que hicieran qustentable la misi iscanos y jesuitas tuvieron jue construiv poder hegem@nico. Lo hicieron no tanto a faves del terror a las condenas infernales y los esplendo- ‘Uorados de los templos, sino mediante una tentadora ‘le didlivas, alianzas y agasajos y la efectiva mani julacidn de ciertas instituciones basicas de la cultura gua 1 (los liderazgos cacicales, la educacién de los nifios, la Hiiparacidn de los sacerdotes catdlicos a los chamanes: piligenas, eteétera). Th veces las nuevas formas de la fe fueron impuestas © Jropestas como sucedneos de figuras, creencias locales vitos dlemolidos. Otras veces, no fueron impuestas, sino Construccin de ura ops ed. Ftografi:Tclo scuba Jag 2011 Jumnidas por los propios indigenas, que no encontraban en ‘hives Departamento de Documentacin ¢ Enis dl Cie A facervos tradicionales los signos adecuados para enfren- {ex Visole unc del Baro, Anan, balicamente los traumsiticos cambios que trajera la ista. Pero también se dieron casos de identificacion Ba actulidad, no existe arte eligi Men Fee pcos yn dee. tras lo hubo -el colonial jesuitico y franciscano- Ive 1 SE oe ate cuales lograton ser conserva arte impuesto, paternalistay totalmente dominante. Isr ce Torinae de la sensibilidad guarant y preservados vicio de la colonizacién europea, las misiones aplicar stes de identificacion colectiva. Estos factores programa sistemtico de destruccién de los fundamentoy I "desplazamientos en el proyecto ™i Culturales originales, reemplazados por valores, discu soy Ciintraly, & contrapelo suvo, fundaron mérgenes, § figuras provenientes del cristianismo, Ast, en principio, ; = i Mbjertos mss alls del control riguroso de los maestros de He intern mlsiones se eacontabe iesinas atu filler Apovandose en esos espacios residuales ls indigenas talar la coereién de la Conquista; por eso no amit nin Hitiitn, cn muchos easos, pasar de la copia mecdnica ala fauna forma de decision partiipativa de las et aoa easclation de los modelos curopeos. Imponerse sobre la anulacidn del otro, Pero n ras destinadas a constituir versiones degradadas yecto de dominacién puede ser completamente cin MMi gran arte curopeo pudieron acceder a su propia ori enue sus fuerzas son relatvasy porau ls domi Fe a ee vente las grictas del sistema mist euentan con las propias, con as que resisten @, por Ie ww Mere constrayernda modelos alternativos. Estos desvios del nos, negocian. ee ominante conforman kx base de gran parte del peel eeerersrnleted rarageaye cf desarvolkado por sectores ind tn tos espucien cise de fy reprenentacton, 1 pois Oe tay ietianic In puta coorelée y necesiiaba frenat y mestizos sobre todo a partir del siglo XIX, nego de Hlesmmontace el sister ch hay rnisiones, ‘Enmascarado tal tad alga), Festi de San Balt: Fos Femando allen, Compania Rosado, bal, 2008, Arto ds autor La cultura catélica universitaria, mas allé de los fine: ‘que proclama, se organiza, de hecho, mediante una estrv« ura autoritaria ¢ intolerante, dispuesta a coartar represi vamente todo desarrollo sistematico de un pensamiento critico y creativo. (La Universidad Catdlica ha cerrado «1 los dtimos afos la Facultad de Sociologia por acusala de subversiva, ha clausurado el Centro de Teatro y Arle Visuales, por miedo a los descontroles de la creaci ha despedido a profesores tildandolos de “comunistas” « ‘inmorales” segin las sanciones contempladas en el tene: broso Canon 810) En su relaci6n con la cultura religiosa popul tura ofcial dela Iglesia acta como polo heseménico’ “la religion popular -escribe Giménez es también relipion dominada que vive resistiendo a la religio adelante: “la religion popular se opon cultura subalierna se opone a fa cultura h mene, 1978: 241). partir de all tien fess que varian “entre los poles estremas de la acalturactin A CUNNTHON DE LO FO 108 fovzacla y la tolerancia paternalista (Giménez, 197%: 243), Jesde st posicion subalierna, la cultura religiosa popula nila las senuales oficiales, rechivando o alte- franco elementos suyos o incorporando signos vinculados {bon sus ideas, valores y sentimientos; una vez selecciona- obre ellos desplegando sus {Jos estos clementos se impone propias posibilidades ret E} caso del kurust jegud es apenas un ejemplo de los Jontos existentes en la religiosidad popular: aunque se basa ten el culto eclesisstico de la cruz, escoge solo aquellos as- ppectos rittales que congenian con la sensibilidad comu- Titaria y, enseguida, desarrolla sus propias formas mez- clindolas con otvos signos religiosos (como el culto a los muertos, de origen guarang). El resultado es un ritual que poco tiene del espiritu eclestastico oficial: un exuberante Iontaje consistente en un cobertizo de ramas del que pen- {len rosarios de mant y cientos de cltipa (panes de maiz) de Ccaprichosas formas, que alberga las cruces funerarias de sntes muertos; tun complejo ritual de peregrinaciones, Visitas comunitarias, cénticos, libaciones, juegos y ora- iones que culminan con el convite de los panes. Resulta significative que, aun cuando la Iglesia haya cambiado la Fecha del dfa de la eruz para el 14 de setiembre, la celebra- cién popuilar se siga realizando el 3 de mayo. ‘Lo mismo podria decirse de ciertas festividades, como, Ja llamada de La Ria," que, en torno a la veneracién tra- jonal al Santo Patrono, se desdobla en dos escenas pa- ralelas: la una, ocupada por una representaci6n eseénica salitica, de Fuerte contenido politico y social; la otra, con- vertida en una animada pista de baile, expuesta a todos los lexcesos que provoca el cruce entre devocién, especticulo y regocijo colectivo. Estas representaciones fueron vistas con 12. La Ringe fap a presencia detuning herent ira de ne) tye fv toc ia en To pa hey ene etna nas Co desconfianza por la culiwa oficial el dictador Jose Gi Rodriguez de Francia reprimis ste realizacion y la Ilesia las prohibié en o A respecto, es intere decreto de Monsetior Bogarin que apela a la Iglesia y Estado en el seno de la cultura afic Amt regreso de a segunda visita pastoral, publiqaé wna ps ‘ircularprohibiendo e juego de mascara (alios Comba ‘acostummbrado desde tiempo immemorial csi cle fet religiosas de alptin Santo, pero que degener en escdrala 9+ ‘uplela. Consegut que el Poder Civil apevara esta dligun ion como fo hizo, mandando circular a todos los fetes Politicis eo sentido de hacer cumplirla prohibiclon de a Atoridad Estes {ca (Bogarin, 1986: 37-38) La cultura hegemdnica internacional Si la cultura hegem6nica local presenta sus vertade como vilidas para todo el cuerpo social, la de los sn des centros de poder internacional convierte las su ‘universales: sus signos son elevados a paradigmas planet. ros. Con la ayuda de sus grandes mitos encubridores ~ itn Urumentos ideol6gicos por excelencia-, la eultura mul uniforma las sensibilidades mediante la difusién whi ci corbi de ideas, costumbres y valores empaquetados, El art hegemsnico internacional propone e impone los cédiz4 eslilisticos, las innovaciones v las tiltimas tendencias;y | respuestas formales dadas a sus propias situaciones hist ricas pasan a constituirse en patrones de curso mundial En el Paraguay, colonia de colonias, como dice Edarile Galeano, la dependencia se encuentra redoblada por li ‘mediacion de las submetr6polis regionales: Buenos Airs ‘San Pablo. Es una subdependencia que distorsions y ck tite las informaciones y posterga sus efectos, rebotes sici pre tardios de ecos superpucstos. Ahora bien, las operaciones de hi I astern sional no pueden ser consid esq ado y maniquetsta que las convierte en kinees de at combate heroieo y fatal. Fa prinier Iypar, ells su eonstitt yen paras ayentes de dependeneia y uniformizaeiéon; tam bien apartan propaestas innovadoras que ayudan a moxi Havas propuesias eviticas del arte: un fuerte remanente Ae-contestacton se alimenta de los eentros urbanos interna tionales. (No toda ka cultura internacional es dominante.) Tin seyundlo lugar; las eulturas locales no absorben con pa sividad ka dependeneia: colocadas en posiciones subalter- has y; consecuentemente, proxistas de mecanismos de re- sistencia, pueden siempre enfrentarla,clegir mensajes que Ie convengan y reelaborariosa partir de devisiones propias. La cultura de masas, aunque comesponda a un mo- mento de In cultura global hegeménica, es analizada parte, puesto que constituye un caso particular dotado de dlinamicas y caracteres espectficos. Ta cultura de masas Impulsada por Ja industria cultural trasnacional, Ja coultura de masas traspone fronteras e invade apartadas re- jgiones como una corriente tibia que avanza aniformando y endulzando, prometiendo mundos inaccesibles y sem brando suenos promiscuos. Realizada por las grandes cor poruciones econémicas y producida por los “ejecutores es- pecializados”, desciende hasta las mayorfas y las distrae ‘con sus mensajes transparentes y su belleza facil, con mo- delos imposibles de ser remitidos a ninguna experiencia rela ni convertidos en indicio de otras verdades, Los mecanismos massmedisiticos son los hegeménicos por cexcelencia: persuaden, seducen y, mediante la revelacién de secretos ¥ la oferta de emociones rapidas, obtienen los consensos mayoritarios. Son conocidos sus efectos perni ciosos: su programatica renuneia a promover reflexiones y actitudes ereativas, su formidable capacidad de banali- zar todas las experiencias y de espectacularizar todos los acontecimicntos, Pero estos nocivos atributos suyos no ican que se consideve a los imassmedia poderosias fu lem just ‘as satdnicas que habran de corromper i Ia cultura de los puicblos, Ni apocaliptices 1 conveneldos de que fa cultna de la gran cultura y la pericion ores: los oltos, de que representa tuna opeién decisiva para ampliay vdemocratizar el campo cultural, haciendo ms digeribles sus signos y difundicnce sus conquistas. Ambos simplifiean su proceso y se detic nen en posturas fijas. Por eso, aunque resulta imprescin dible analizar de manera critica el tema de las industria culturales, nada se adelanta con intentar impugnarlo 1 abstracto; inmersos, querémoslo no, en un mundo 1 sido por la logica de Ia industrializacion de la cultura, "h sociedad del espectaculo” y las comunicaciones de masts, no existe otra opciGn que asumir ese condiefonamiento desde allf imaginar posiciones nuevas. ‘anticados por i religoidad popu ol ren dc sano eesti Una mer ecm elconjunte de nage aa ae Beli, Waa 2008 Ate il aon ones. de: masas con la cultura popular son eomplejos; no esti de mas insistir, por tuna parte, en el hecho de que los sujetos populares no co forman una masa pasiva, Ficilmente maleable y dispuesta a absorber cuanto se le propone. La cultura popular puede cnriquecerse con los medios de masa si es capaz de seleccio. nar fos mensajes que le interesan y tergiversar sus sentidos adaptindolos a los propios; doblegadas o desobedecidas, muchas sefales de la cultura masiva se pasan al campo de la iconografia popular y se convierten en emisarios de men- sajes nuevos. Por otra parte, no resulta pertinente compret der la cultura de masas como puro agente de devastacién cultural: ella busca hacer negocios y debe para ello ganarse la adhesion de los grandes puiblicos. Intenta, asf, coincidi con el gusto y la sensibilidad de amplios sectores populares, fomar imagenes suyas y copiar sus suefios. Por eso la tura popular se reconoce continuamente en simbolos de ki ‘masiva y se apropia, a su vez, de ellos, La cultura de masas no tiene propuesta artistica al- ‘guna, al menos si manejamos el concepto de arte referido, ‘una experiencia intensa que compromete la verdad y mo- viliza el sentido. En puridad, pues, no cabe hablar de arte de masas, sino de una estética masiva, La cultura popular Ubicada frente a la posici6n hegeménica, la eultura po- ular comprende las précticas y discursos simbélicos de los sectores subaltemnos; sectores que, por la particularidad de sus memorias y sus proyectos, no terminan de reconocerse cen las imagenes hegemdnicas ni se identifican fundamen- talmente a partir de ellas. Debido a su paxticipacién desven- tajosa en el producto social o su situacién de marginalidad n el acceso all poder, estos Sectores no Tes conviene apo- yar fos aspectos dontinantes de ka cultura hegeméniea {st ut diseriminacién, eteétera) y desarrollan 0 mantienen formas culturales alternativas. Por motives que veremos, li dilerencia espectica de lo popular tradicional, Iaespecificidad dle sus formas, se manifiesta mas como con servacién que como refutacidn, Pero a este nivel, kad de lo propio constituye no solo una expresidn de resistenci sino, a veces iplica ‘Grupo de mjres durant tual Kivu valizado una semana dsp {dela crema Inetatlca mascllo, Alan Pep, Sobre el asin ‘Sswador del radish guarantee ito femenino sopone un hres ‘oct cultural Fotografia: Rocio Ortega, Jagua 2011 Archivo dela Partiendo de una escala de “niveles de impugnacién' propuesta por Lombardi Satriani (y refiriéndose conereta ‘mente a la cultura popular religiosa), Giménez dlice que lt sola “alteridad” semiolégica, morfolégica y sociolégica de kt cultura popular constituye ya de por sf una forma de in pugnacién implicita “por posicién”, en la medida en que cll niega de facto la pretensién universalista de la cultura do minante (Giménez, 1978: 242). Es decir que, dentro de un campo de fuerzas donde las posiciones hegeménicas inten tan generalizar sus verdades legitimadoras, una postura ii ferente actiia de hecho como contrahegeménica, va por cl solo hecho de representar una verdhul discordnte 6 paralela, Lad cearieter allernativo, constitiye 0 awibto vo de Te cul propiedad suya » fal poputar. Pera est ceonvierte fr cultura stubalerna en continuo si, mucho menos, en UA Conjunto homoxence, sino que, mas bien, La configura bajo la forma separada de bolsones de diferencia, lo que Duvignaud Hamaria chos" dle alteridad: microespacios, todavia desconectados fentre sf, en los que se conservan o se gestan formas parti culares reductos desde los que se resisten, se rechazan 0 se aceptan las sefiales dominantes. La situacién de subordinacién y la diferencia de sus for ‘mas constituyen, pues, elementos fundamentales para defi- nir lo cultural popular: Ahora bien, en cuanto se incorpora el concepto de “diferencia” no puede desconocerse el punto de vista propio de la cultura considerada diferente, Sucede ‘que la inclusion de este punto de vista impide que lo popular sea determinado solo por la posicién objetiva que ocupan cen la sociedad algunos sectores: exige la perspectiva propia de estos, Ia manera en que ellos se autocomprenden y se presentan, La definicion de lo cultural popular debe asumir, por eso, el movimiento por el cual los sujetos sociales cons- truyen sus particulares identidades. Es decir, para hablar de lo cultural popular, deben ser consideradas las condiciones ‘externas que marcan la subordinacién, asf como la misma ‘autocons de identidad colectiva, el reconocimiento de pertenecer a un grupo, a una clase o comunidad y el sen- parte de su experieneia y su destino. Para comprender a complejidad del concepto “pueblo” ~desde la pers- iva de las pricticas culturales~ conviene, por tanto, en- ‘cararlos sectores populares no solo a partir de una posicién, ‘objetiva verifcable, sino también desde la consideracién de ‘cémo sienten ellos su historia comtin y cémo se expresan. ‘a partir de ella: emo experimentan, perciben y asumen su lugar social como base de identificacién colectiva.” 18, BL comet de iter tho ease rien lo ste pts (sai, 1:9). alas spe Ieper qs leu un vos sect ke esc nts duis ocincioun, Lom leet es onesyplarer mune veal IMevnanmnte spt div ene sites epee ce is lait ween vs culrale? se apical Dele esta doble consideracion result cearse a lo popular como predlieado de y Ios titulos de pueblo, clase, etnia, eles solo a partir de criterios estadisticos 0 sein uhicacioney asignadas en estructuras y casilleros. socioecd también desde el reconocimiento que eada se ticular tiene de sf y que el resto de la coleetividad ei Ii due se inserta tiene de él, En ghtima instancia, y dese ol punto de vista de la identidad cultural, es campesino 0 i digena quien se reconoce ¥ es reconocido como tal. ¥, 1 cespecificamente, es un indigena nivaklé no solo quien lie caracteristicas éinieas y ocupa (0 no vcupa) det lugar en el conjunto social correspo siente nivaklé, es considerado como tal y diagrama simbélico de una comuni Laateneién prestada en paralelo a iva del rupo ya sts propios ¢ il sobre texlo para tratar las particularidades sectoriales de stica. Es que, en cuanto procesan histo- y saberes propios, estas produeciones sit- stes de identificacién. Por eso, para dis- Inuit ka prsictica cultural de un sector determinado, debe tamente, el lugar que ocupa en la estruc~ ra productiva o en sus afueras, Debe tenerse en cuenta la spresi6n politica, la explotacién econémica, Ia marginacién ul la discriminaci6n social. Debe observarse el idioma las diferentes lenguas indigenas) y la religion. ién debe considerarse cémo se asume el pasado (lah indfgena o, en el caso de fos mestizos, la criencia colonial), cémo viven estos sectores su diferen- ‘a, como se autodefinen ante los valores, imigenes y sim- ‘holes de estas, cémo viven la imposicién de nuevas pautas & {maginan el destino de su particularidad cultural Recapitulando: considerado sectorialmente y desde de vista de su produccién artistica, el concepto blo designa tanto la posicién objetiva de un grupo, jon de exclusién ylo de opresién) como el proceso cual él elabora en forma simbélica e imagina Por eso, la referencia a lo colectivo se vuelve Tundamental para caracterizar lo popular; y Ia solidaridad social, la cohesi6n de grupo y la "conciencia compartida” de 1acidn son factores tan definitorios de lo popular 10 el hecho mismo de la dominacién. La cultura po- ppular se refiere, asf, al conjunto de practicas de un grupo suubalterno que se reconoce como comunidad particular y produce sus propios sfmbolos 0 hace suyos los ajenos de facueralo con sus necesidades colectivas. Estos simbolos se ‘yuelven especificos del grupo, son incorporados a la cons~ (rucci6n de sus subjetividades y constituyen propuestas alterna ws de la cultura dominante, nfeguen, incor poren, Los stiyos. rt solo a Ins col la posicion social ob- le dentidad resulta ilgralia del peridco Cubic, iad co 1867 dst la Ga Ziple Minna (1864-1870), Lam ac de ata i las pr sk ‘combate open va tee fdades len ser aie este texto se rel unieas, mestizas y suburbanas tndicionales, pu «5 populares las produceiones culturales de los. (es grupos turales, urbanos o suburbanos parale Tos a la institucionalidadd formal hegemonica; grupos ate, conscientes de un caricter colective propio, son eapatees de taducirlo en formas culturas alternativas (trabajacley res, inmigrantes, comunidades barriales, organizaciones fgremiales, movimientos sociales, minorias por st diferencia sexual, racial 0 religiosa, ete¢tera). {o tanto, serdn propias de un grupo no solo las formas cul turales producidas por dl, sino aquellas que, provenientes de otros sectores, devienen aptas para expresatr aspectos ce la identidad de ese grupo. Cariruto 3 LA CUESTION DE LO ARTISTICO POPULAR Si, cada uno por su lado, los términos “arte” y “popu- lar” son responsables de tantas ambigitedades, juntos su- man equivocos y engendran confusiones nuevas. ‘Luego de discutir algunas interpretaciones, en este capitulo se propone un concepto operativo de arte popu- Jar que permita considerar ciertas expresiones del pueblo como formas artisticas diferentes y deje de lado exclusio- nes discriminatorias que consideran la cultura hegemé- nica como la tinica capaz de dar una version postica de st Lo popular como popularidad En primer lugar, sera discutida la interpretacién segtin la cual es arte popular aquel que alcanza determinado ni- vel de difusién y que, por lo tanto, es aceptado por las ma- yorfas, Ciertas canciones, peliculas y obras de literatura y {eatro, asf como ciertos personajes, son tenidos por popu- lates en este sentido, Tal acepeisn de lo popular, vinculada con la utilizacién de los medios masivos v la figura de las industvias cultuvales, privilegia el momento de la divulea- del de I prod ‘cirapeos piensan que, si originariamente el Hie papailar” significaba “arte del pucblo y pars ‘el pueblo”, hoy conveitide sl pusblo en mam,

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