Вы находитесь на странице: 1из 16
capitulo 5 SATU EL MARCO INSTITUCIONAL DE LA EPOCA: LA CONSOLIDACION ESTRUCTURAL DE LOS NUEVOS REINOS Demetrio Ramos Las Leyes Nuevas de 1542, que normalmente s6lo son consideradas por su re- solucién reformista —al marcar la decision de la Corona para extinguir el escla- vismo indigena y eliminar en el plazo de una generacién las encomiendas-—. ties nen también otro significado bien importante, con serlo tanto el que las corresponde en el ordenamiento social segtin esos conceptos, por lo que las re- Presentaron también a la estructuracién institucional juridico-politica y admi- nistrativa de los territorios americanos. Se diferencia asi una época inicial cons- titutiva —1501 a 1542—, pues antes de las Leyes Nuevas, predomind un posibiliamo idealista en las medidas ordenadoras que se dictaron: se intent construir una nueva sociedad desde ingenuos planteamientos, que se derrumbaban al tratar de hacerlas realidad, una y otra vez: se crearon capitanias o gobernaciones, para in centivar los descubrimientos, en favor de los navegantes, que apenas dieron te sultado practico: se restablecié cl virreinato colombino, con facultades de nom. brat tenientes para las otras islas, y fue un semillero de conflictos; se intentaron los sistemas de «mamparo».. y ast sucesivamente, sin que se lograra un futuro tranquilizador, pues la reform de los jeronimos fracasé también, desborddndo- se las decisiones particulares sin sujecién a norma alguna—. como fue el caso de Hernan Cortés. Como luego, la ordenacién expansiva —aceptando Ia reali. dad impuesta de la conquista—, pero sometida a una normativa, como la de las Ordenanzas de Granada de 1526, también se desbordé, lo que dio origen a un insistente movimiento reclamatorio, que cabe simbolizar en las peticiones, me- moriales y comparecencias del P. Las Casas. {Qué hacer? Porque, mientras tanto, se habia producido la gran expansiGn, que llev6 a la conquista del continente suramericano, con las penetraciones deside Coro, desde las bocas de Orinoco, desde Maracapana, desde Santa Marta y Magdalena arri- ba, o desde Cartagena, por la.fachada del mar Caribe. Como por el Pacifico, se saltaba (porque sc dej6 un vacio intermedio) de Panama a Tumbez, para pene- tar en los Andes, asumir el ambito incaico y abrirse de nuevo la expansion al Alto Peni y Chile; como por el Rio de la Plata penetraron las gentes de Pedro de Mendoza, hasta el Paraguay y el Guaird, por un lado, y hacia el Chaco, en el Oeste, por otro. Con ello los resultados cosechados en el drea del Caribe. podian tener unos efectos mucho mayores en el inmenso continente del sur, donde se sumaban peligros atin mas alarmantes: los choques entre unas y otras huestes Ay, in la descomposicion anarquica de las mismas, como se dio en el caso de Almagro y los Pizarro—; y en paralelo, las reacciones que promovian los inten tos restablecedores de los aparatos de dominio indigenas, como sucedid con el {remendo levantamiento de Manco Inca, en 1536, iras del cual se estabilizd un inconato de resistencia, en la zona agreste de Vilcabamba, que podia pasar a la ofensiva, y lo peor no eran los hechos, sino el futuro que cabia augurar de la suma de (odo ello, que permitia intuir incluso un desplome final. EL CAMBIO DE LOS EJES DE GRAVEDAD Con las Leyes Nuevas, al mismo tiempo que se decidia eliminar aquellas for mas de articulacién social de dependencia, se generalizaban y reproducian —al tiempo que se les daba mayor efectividad— aquellos instrumentos de autoridad que la experiencia habia revelado como tiles y estabilizadores pilares de orde- nacidn, ya que significaban, en contraste con la cesién de poder en favor del conquistador, un ejercicio directo de la autoridad real, acorde con la linea politi- ca de la época. Tales eran las Reales Audiencias, existentes en Santo Domingo, México y Panama, perfectamente establecidas para gobernar el Caribe, pero in. 3 (Conon tener on evena en tds os ‘sds ae sone tone ‘mercontas ue fost a 0 Emin dre tex el ic cuando ean ‘as tera Toe conc seepedco de denorinactn par Saparece, como parecia Igico —puesto que tampoco cumple con aquel cometi= do inicial de drgano de un comercio nacionalizado, cuando éste se ha abierto a Ja participacién privada inmediatamente—, sino que nuevamente se adapta a ‘otro cometido paralelo. Este tipo de transformacién serd, en la préctica, una ca- racteristica general de la época, tal como si hubiera una prevencion a crear orga- ‘nismos nuevos —dada la experiencia del pasado— para, en cambio, utilizar al ‘maximo los existentes, con las modificaciones precisas, hasta el extremo —como fen cl mencionado— de mantenerse la denominacién inicial de Casa de la Con: ‘ratacién, aunque en realidad no fuera la prevista contratacion ta que se realizara, Algo semejante sucedid con el Consejo de las Indias, que creado en 1523 como organismo de direccién y de justicia que descargara asi la funcién del Real Consejo, de la Corona de Castilla, pero sin desligarse claramente del mismo hasta el extremo de ser consejeros de Castilla los que inicialmente le integra mn, como el Dr. Bernal o el propio Fonseca, que por tal motivo no se titule Presidente—, ya en 1542 ha cobrado plenitud, con una funcién cada vez mas, exigente, que obligard a la visita o inspeccién regia, a la intensificacién de fun- ciones y, por consiguiente, a una reglamentacion de sus tareas La Junta Magna de 1568, ya en época de Felipe TI, puso de manifiesto la insu- ficiencia de competencias dei Consejo, de forma tal que se reunié esta gran junta =e ahi el nombre— constituida por miembros de los distintos Consejos, con inclusién de algunos juristas y canonistas, para reordenar todos los asuntos in- dianos, desde los eclesiasticos a los hacendisticos, desde los econdmicos a los $0- iopoliticos y de defensa. Pero tampoco por esa superposicién momentinea hizo risis entonces el Consejo y se le sustituyd por otro organismo, sino que, tras Ia Misita realizada por Juan de Ovando, igualmente se le transformé, para adaptarle alas necesidades crecientes, con las juntas especializadas que fueron haciéndose precisas. En esa linea de reordenacién estuvo la propia tarea que impuso el mismo Juan de Ovando, con las Relaciones Geogréficas que se pidieron a todas las auto- ‘idades de América sobre las caracteristicas de su respectivo territorio, pobla- i6n, recursos, creencias,ctc., para saber debidamente lo que cada dmbito era y ia, con el fin de gobernarle con pleno conocimiento. Como también se deci 6 encomendar a persona competente la recogida de relaciones, memorias y re~ hhist6ricos, para saber lo que en cada caso habia sucedido y cual era el ori- cierto de la situacidn creada. Asi nacia, adherido al Consejo, el Cronista layor de Indias, pues se pretendia hacer de sus veridicas narraciones otro 30 asesor para el buen gobierno. Con igual criterio se desplegé en la misma época de Juan de Ovando —de 1, a principios del xvi, poca en la etapa de su presidencia, en la que siguen afios inmediatos— otra actividad, quiza la fundamental de su linea politica, tendia a revisar todas las decisiones y resoluciones reales, para conocer cual Jo que estaba mandado en cada caso, pues al cabo de los aiios, se habian ymulado tantas disposiciones, repetidas unas, modificativas otras, y contradic- fas muchas, que no era facil saber cual era lo que estaba vigente, cual Io inne- trio y cual lo contraproducente y perjudicial. Esa tarea aspiraba a ordenar jo lo legislado, para apartado lo ya imiitl, recopilar y refundir las distintas dis iciones aplicables cn forma de leyes orgdnicas. La tarea fue inmensa y durd ichos alos, desde el titimo tercio del siglo XVI. Mientras ese inmenso trabajo fdico se realizaba, Diego de Encinas —oficial del Consejo— reunié e impri= id a fines del Xv1 las disposiciones fundamentales en un gran Cedulario Indiano mo se le llama comiinmente—, para que los distintos organismos, cabildos, . tuvieran a la mano una coleccién legislativa primordial. Porque. en. re sd, aunque Juan de Ovando Hlegé a tener lisios algunos libros de legislacién re~ ilada, ésta s6lo lego a ser realidad —tras la tarea de Antonio de Ledn Pinelo Juan de Soldrzano Pereira— en la &poca de Carlos Il, en 1680, para publicarse gran cédigo, inmediatamente de la sancién real, en 1681, con el titulo de Reco- icidn de heyes de las Indias ‘Todas estas tareas, emprendidas a largo plazo, indican ya ese predominio de idea de que a la sorpresa de las Indias, de la primera época, habia sustituido jesde mediados del siglo xvi— la de un criterio decidido, ante la experiencia sumulada, que solo precisaba perfeccionamientos, ampliaciones complementa- SY, en suma, un acabamiento, que diera digno y conveniente remate a todo lo ‘ya estaba conseguido. Por es0 aparecera, como veremos, la preocupacién ia defensa, con trascendencia institucional 93 {ISTORIAGENERAL DELOS HECHos DELOSCASTELLANOS| en esta pin, om deta a eta Gl ra mis pina de ‘tonto de lrrere 5 Tordesas (18801625) Ntrtator espa de ‘ihr ts eo tre el mundo en emp de 6) lies Antonie Loin Pl primer Ire» pts hspenocinerama ural de Lima (Po cone ‘mayer de nd Oras sya cr Eton par ion ubicaba en Madd en 1830 por rime ve sty importante Ambion “Dieu sae lo Iinponania. fra y dpe de a ‘meni de a Lye de ns, ublcadern 1628 1s aibcines dt Const sepreme ‘rst que acaba el mare ‘ofr cant se precaba part et [ebioma y admiration de as Inch fueron opm 1 Congo ‘ie cyano deca propo ta dsinacon fe td oe deta tammtaracon ya ea Pe ‘ambi learn 180 spacer ‘ergo Rrra Slows aralie rn de edn hse ‘fil por men ome bal ej, EI Real Consejo de las Indias, en la época de la consolidacion A lo largo del siglo y medio de esta segunda época hispanoindiana, el R Consejo tiene caracteristicas diversas, pues si en época de Ovando —que prin ro fue visitador— se impuso un régimen presidencialista, ya que los fundame tales poderes, como la «consulta», estaban en sus manos, luego se suceden all nativas, que estin en funcién de fas caracteristicas de cada reinado. El Real Consejo de las Indias fue adquiriendo, eso si, cada vez mayor p: gio, pues incluso logra equiparacién con el Consejo de Castilla, tomando por {tanto el titulo de Supremo, por abarcar todas las funciones de su dmbito terri rial, excepto las especificas —Inquisicién, Guerra y Hacienda—, como tamb sucedia al de Castilla, Se reunia en el Real Aledzar de Madrid, como antes residencia real de Valladolid, o en su defecto, en el lugar que sefialara el pre dente. Tenia también Gran Canciller propio, si bien el cargo se suprimié en I para ser restablecido en 1623, pero vinculado ahora al Conde-Duque de © Fes, con caricter hereditario, por lo que siguieron sus sucesores en posesi tal titulo, ejerciendo las funciones a través de «teniente», entre otras, la de at tificar los documentos con el sello real, cuya conservacién corria a'su cargo Ademas del Presidente y del Cancilier, el Consejo se componfa de un m ro fijo de plazas de Consejeros, que en 1609 eran ocho, como letrados, si bien dian existir otros de «capa y espada, es decir, militares, que en la primera ép no existieron, Era, como puede deducirse, una consecuencia derivada de las gericias de defensa, que los erecientes ataques piraticos y guerras imponian. G todo, el mimero mismo de consejeros letrados fue en aumento; si bien en 16 traté de reducir otra vez ocho —por lo que se insistié en ese tope—, aunque mis tarde, en 1691, se fijaba ya en diez. Habia, ademés, una {Srmula co mentaria, que consistia en designar consejeros supernumerarios, de la que abus6 sobre todo en época de Carlos TT. Ademds, a veces —no muchas, cie mente— se designaron algunos consejeros como contrapartida de servicios p niarios a la Real Hacienda, como se daban los oficios vendibles. Estas fo irregulares fueron suprimidas en 1687, por los riesgos que se derivaban. Por lo general, la Corona designaba consejeros entre aquellas personali que se habian distinguido por sus servicios y conocimientos, y si fue preten Varias veces reiterada, el reservar también el acceso a quienes hubieran ej alguna alta funcién en América con éxito y competcneia evidente, no lleg6 a un hecho lo que hubiera sido tanto como el establecimiento de una carrera na, No obstante, hay casos bien patentes, como el de don Luis de Velasco, ue fue del segundo virrey de Nueva Espana, y quien, despues de residir ea xico desde la ninez, Ileg6 a ser también virrey de Nueva Espafia y Peri, com padre, y luego de volver a serlo en México, paso en época de Felipe IIl'a de pefiar nada menos que la presidencia del Real Consejo de las Indias. El crecimiento del numero de consejeros era consecuencia del incremen trabajo, por lo que el ntimero de oficiales y subalternos también progres final del siglo xvuz, el nimero parecié estancarse, posiblemente a causa de nurias de la Real Hacienda, pues no era nada excepcional el adeudo de ste Las tareas del Consejo se dividan en tres ramos: el de Justicia —por nar como alto tribunal de apelacion, al que correspondian las residenci de Gobierno y el de Camara —que veremos en que forma lleg6 a ser fun comendada a un organismo especifico, aunque vinculado con el Cor Algo semejante sucedié con los problemas de defensa y con los hacendis El trabajo se organizaba por los secretarios, que inicialmente eran dos, tis res de las dos mesas, la de Nueva Espana y la del Pent, es decir, de los dos natos. Desde 1600 hubo ya cuatro secretarios, dos para el Consejo (asum Gobierno y Justicia) y dos para los de Cémara, uno para Nueva Espafia y’ también para Peri, Pero en 1609 volvi6 a reducirse el niimero de secretario vez a dos, situacién que ya se mantuvo durante el resto del siglo XvIL Las sesiones del Consejo, reguladas por las Ordenanzas de 1571, eram’ malmente diarias excepto los festivos—. En ellas se estudiaban los as que preparaban las secretarias y se votaba el dictamen, razondindose por e el voto de cada uno. Lo que era decidido se elevaba, como propuesta, © nombre de «consulta». El presidente, con algin consejero, presentaba las sultas» al Rey, para su decision, aunque no siempre fue asi, pues en la €po duque de Lerma, estas «consultas» pasaban antes a conocimiento del 94 de Estado, por corresponder a un thomento en el que se pretendié aleanzar con 4 una unificacién de funcionamiento para todos los reinos, a) La Junta de Puerto Rico y ta de Guerra de Indias. Ante Va denuncia que de la situacién que podia amenazar a Puerto Rico hizo, en 1583, el gobermador de la Isla, Felipe II dispuso que se reuniera una Junta, compuesta por el presidente interino de Indias, un consejero del de Guerra y los dos secretarios, para que es- tudiaran lo que seria necesatio para prevenir aquella necesidad. Pero el caso es que ésta, que siguié reuniéndose para casos semejantes, Hamada «de Puerto Rico» desde 1597, llegé a ser institucionalizada, al fin, para tratar de las necesi= dades defensivas del Caribe y golfo de México, Esta Junta fue la que decidid, por ejemplo, no solo el levantamiento de fortificaciones en todos los puntos amena- zados, sino también el traslado de Ia terminal de las flotas de Tierra Firme del puerto de Nombre de Dios, que se abandonaba, al mas seguro de Portobelo, cuya fortificacién se encargé al vallisoletano Vargas Machuca. La continuidad de un organismo especializado que se ocupara de las necesi- dades militares y de defensa, vino a transformar la Junta, que inicialmente tuvo cardcter ocasional, en otra, de cardcter permanente, que con el nombre de Junta de Guerra de Indias fue creada por cédula de Felipe ITT el 25 de agosto de 1600. En abril de 1608, cl entonces presidente del Consejo de Indias —y por tanto de la Junta de Guerra— «consulté» al monarea que declarase propio de este organis- mo, ademas de los problemas de guerra, «las materias todas que son de gobierno Y justicia militar», como también incorporé las facultades de propuestas. La composicidn de la Junta, que en un principio estaba constituida por el presiden- te del Consejo de Indias, mas dos consejeros de éste y otros tantos del de Guerra, fue ampliada en afos posteriores. Asi, por el decreto de 1677, que atendié tam= bién a la reforma de la Junta de Guerra, entre otras cosas determind que fueran cuatro consejeros de Indias y otros tanto’ de Guerra los que la integraran; lo que fue en aumento, pues en 1669 eran ya doce los consejeros, seis de cada uno de los ‘que lo formaban. Ademais de los consejeros, eran llamados también, cuando el asunto lo exi- s#ia, personas peritas en la materia de que se tratara, que vinieron a integrase en el mismo como supernumeratios. Tal lo fue, por ejemplo, Juan Pedrosa, que habia sido proveedor de la Armada del Océano. b) La Camara de Indias. Con el modelo de la Camara de Castilla, érgano inicialmente dedicado a la atencidn de siiplicas y mercedes, que se nutria de las ‘Penas pecuniarias que se derivaban de contravenciones ¢ incumplimientos, llez6 ‘@constituirse también, por el decreto de reforma ya mencionado, del 25 de agos- to de 1600, la Camara de Indias, que estaria formiada por el presidente del Con- gjo y varios consejeros de Indias que especificamente habian de quedar adscri- a estas funciones. En realidad, no era una Junta que generaba una nueva ‘dn, como fue el caso de la de Guerra, sino consecuencia de las frieciones ie se produjeron en el seno del Consejo en relacién con una de las misiones inicialmente tuvo de proponer al Rey, mediante «consulta» generalmente en las personas merecedoras a su juicio de ocupar alguno de los cargos im- tantes de Indias (oidores, presidesites de Audiencias, gobernadores, etc), asi 10 de las que, en virtud del Patronato Real, podrian ser «presentadas» a a para los obispados y dignidades eclesidsticas. En suma, de proveer a los ibramientos, lo que significaba un poder inmenso. Pero estas facultades, hacia 1573 se las acaparé el presidente del Consejo, ejercerlas directamente, lo que efectué no sin que el propio Consejo dejara aspirar a reasumirlas, a impulso de la explicable tendencia a compartir ese , maxime cuando se extendia al otorgamiento de mercedes. Por eso, des- de muerto Ovando, el Consejo logré recuperar tales fun; uuyeron, como solucidn intermedia, por esa decisién de agosto de 1600, a la ira, formada por el presidente y varios consejeros, hasta que, en 1609, se ex- i Ia Ciara, para devolver ese cometido al Consejo Pleno, aunque desde ees fue una reivindicacién que tuvieron los presidentes durante afios, que ron por lograr que se le atribuyeran todas las facultades que consideraban jas del cargo. Esa pugna se mantuvo hasta que en 1644 volvi6 a apelarse a la ula intermedia, al restablecerse la Camara de Indias, con lo cual no era el jo Pleno quien elevaba las propuestas, ni tampoco ei Presidente, sino com ia de unos consejeros designados por el Rey, que unidos al presidente re- jan las oportunas «consultasn. ‘Bimardo Vargas Mackucs habs acd on 15971 Smancct (lt ached cre Iataron a guete deind porSet Component Ex momonor ono march @ Pao donde lames om xr Slpubtcor ec expo de oem 1508 Es at Cro ‘mera pol cin spin pus hos fete sobre og ‘Sonos dete Meta Espa donde ‘amb se agen dere cps ‘iades ofa dina que se peor la mea Cm xi ita amibin sett ‘ies dels segue er Tis wider bra onl gue Iman dexomor Io renee tht Padre La Casa arte hob none elite desc de Sint: Moria ov Maid on 1622 Este organismo, vino Iuego a tener mayor autonom{a del Consejo de In pues si sus miembros eran consejeros del mismo, en cambio no eran votados) 4, sino por el Consejo de Castilla, con lo que se establecia de nuevo un ni el que fuera organismo supremo y tinico, en el pasado. Asi siguio actuand alto organismo hasta finales del siglo XVu, sin més alteraciones, aunque pi ue existié la intencién de disolverle, de lo que puede ser indicio que no apat ca mencionado en el decreto de reforma del Consejo de 1677, ni tampoco que es més extrafto— en la Recopilacién de Leyes de Indias de 1680. ©) La Junta Ordinaria de Hacienda. Inicialmente, el Consejo traté con ¢ indiferenciadamente de las materias de gobierno con las de Hacienda, y sus dulas a la Casa de Ia Contratacién bastaban para el libramiento de fondos. B si retuvo el Consejo la facultad de dirigir todo lo relativo a contaduria, para la branza no fue asi, pues la Corona dispuso en 1557 que solo dispondria la Cs dela Contrataci6n si, con la eédula del Consejo de Indias, concurria la orden d de Hacienda, sin la cual no podria pagarse nada. Es més, en 1559 llegé a apa tarse del Consejo de Indias la administracién de las rentas americanas, para U ficar los ingresos fiscales en la jurisdicci6n de los Contadores Mayores de tila un de Sliran (15751859 4@ Pero para los pagos fueron tantos los inconvenientes y retrasos derivados wa edi reo ets Jq espera de una W otra célula, en aplicacin de lo dispuesto en 1557, que en Ww cwn er Yale sacrnds —segiin lo preciso Sénchez Bella— se decidid que la disponibilidad de fond ‘ue nr ina come aor Ge la Hacienda indiana se reintegrara al procedimiento simple anterior, vol¥ sensu Gitenesmjanee — dosé —como nos informa Solérzano en su Politica Indiana— «al Consejo de dobre ete tr nes tibo dias esta administracién, porque se embarazaban las resoluciones con di soaleruira Enema everderose Jos papeles en que iban juntos todos los negocios de Gobierno y Hacienda: “Elndactingnées Tat? winc's con advertencia de que dos del Consejo de ella pasasen al de Indias las. pt rn tiers Bee gue fueran Tlamados por él, de orden de Su Majestad, para confer 1o que avai riots avngue’n estas materias se dudase. ¥ esta forma se ha ido guardando algunas veces, 6 "2 fete decor Brest se reflere en la del afto de 1584, dada sobre el gobierno del mismo Consejoy- org faa emir terans “No obstante, dada Ia escasez de fondos con que se encontrd la Ca momo de ierance fen Contratacién en 1593, cuando se apelé a los recursos que tuvicra, que volvi6. "ato cond a gmp para eonduo ae compl rete cidirse en 1594 que sélo se libraran entregas con autorizacién del Conse penne igenonpacién Bare Hacienda, con lo que qued6 restablecida su intervencién. Mas como a esta i sma: sBi The pimer dele mpodidad se sumaban las derivadas de otras facultades, como la que reteni (ee corey Consejo de Hacienda de pereibir la parte del almojarifazgo —impues iii; to Demeter s€ alia que se cobraba en Sevilla en los embarques de mercanefas para Am ren ie ania ca, por ser puerto de Castilla, las incomodidades y problemas se multipli "Pale Inman 1042) Pores de tal forma que se llegé a decidir eliminar los roces y competencias, naocintonne ds devcho maer®, una actuacién conjunta, para lo cual se cred otra junta especializada, snore 2 a eoptacon dist amo Junta Ordinaria de Hacienda, Yo que tavo lugar en 1597. ‘nei detndas 4108” Este nuevo organismo estuvo inicialmente compuesto por consejeros de dias, encargados de entender concretamente en estos problemas, en comunil cién con el de Hacienda, es decir, como puente de competencias. Sin em ya en 1599 esta Junta Ordinaria tuvo que ampliarse, segin la tendencia habit ios organismos mixtos, con la integracién de dos consejeros del de Hacienda de Castilla, que habia seguido entendiendo en varios problemas ultramarinos, la expedieién de licencias para introdueir esclavos negros las negociaciones asientos, contra lo que habia venido interponiendo reclamaciones el Consejo Indias, alegando su jurisdicion. ‘Asi vino a funcionar ya normalmente la Junta Ordinaria de Hacienda, que limitaba a las cuestiones normales. Por es0, cuando se planteaban iniciativas temas nuevos, se constituyeron juntas especiales de actuacién reducida conere ‘mente a su estudio, aunque fuera asunto de cardcter hacendistico. Tal sucedio no pocas ocasiones, por ejemplo, con la junta reunida en los primeros anos d siglo Xvi, para estudiar la forma en que deberfan crearse los Tribunales d CCuentas de Indias, en la que estuvieron presentes miembros de los dos con Y lo mismo se repitié més tarde, en tiempos del Conde-Duque de Olivares, do se creé el impuesto del papel sellado, con el fin de su aplicacién en América asunto en el que intervino el célebre Palafox y Mendoza—; como también do se trat6 de aplicar la idea de la Unidn de Armas, que inicialmente se vio Junta de Guerra de Indias, en 1626. Incluso se lleg6 también a tratamientos: ‘aplicacién, como el despacho sostenido entre Rodrigo de Aguiar —del Conse yeel virrey Conde de Chinchén, antes de partir para el Pert, con una especie 36 Geta de lo tratado; como se dio también antes de su embarque, con el marqués de Cadereyta, para igual fin, al pasar a Nueva Espatia ‘Sélo tuvo mayor permanencia y detallado cuidado, entre todas las cuestiones especiales, el problema de los azogues —que se suministraban a los mineroe.. sus embarques y cargo en cuenta, como sucedia en América con la distribucion y cobros. La Casa de la Contratacién y Sus nuevas funciones Desde la organizacion primitiva de la iales —Factor, Contador y Tesorero- cuando se transformé, muy pronto en ins Aaa}, Besora en las tareas de descubrimiento, con las actividades consiguientes desde la misién cartografica, derivada de la obligacion de llevar el padion seal 6 Toe, Ba, que se reaistraba todo nuevo descubrimiento, hasta el examen de ps, Hotos. Pero ahora, esa modificacién de funciones se aerccienta, a impuleo tea Puesta en marcha del sistema de flotas en la década de los 60, para dl comercrs Rarmal con América, pues la supervisién seria también competencia de la Cass, ast como las visitas a los navios, para comprobar cargas y ircunstancice de iy oa sce plane ae Sire gaxign, Del mismo modo, la Casa hered del pasado la mision de superve, meses saw dele Fades, pudieran embarcar las que probuban Saiy dade arcs Korizadas. En este sentido, extenderian los oficiae ‘taste el din ripe ds dates y Hes [as listas de embarque, donde constaran nombres y demas detalles pon rents. fntedniny seid pe ia» Ca enc el miner Pero a estas misiones de los Oficiales de la Casa se unieron pronto la de re- $SRciGn cle metales, propios de la Real Hacienda o de particulares (en cuyo caso Serian entregados a sus consignatarios). como tambie! Casa de la Contratacién, con los tres off a Casa ya sufrié un cambio profundo istrumento dedicado al apresto de arma~ Gite no uviera en América a sus herederos, para poner el saldo a dispostcion de Auicnes pudieran reclamarlos, aunque otra cosa eta la entrega, que se dilalabs 7 arie®: Por aprovechar la Corona esas cantidades acumuladas ante urgencies los oficiales de la Casa, segiin las érdenes recibi Ba retgnciGn © confiscacién de remesas de particulares, por necesidades de Real Hacienda, para efectuar pagos inaplazables, bienes que a veces eran al julisfechos por juros de heredacl, es decir, por titulos rentables y consolidaden, Mas £1 paralelo, la Casa de la Contratacion tiene un desdoblamiento dices, conshtuirse la Real Audiencia de la Contratacidn, para entender en pleitos e, snaciones y conflictos de cardcter mercantil, a cuyo efecto existian akera one adores. que eran los jueces letrados de ese nuevo organismo. Consecrencwneny ante un miembro del Consejo, que era letrado. Sin embargo, no fue un cambio de signo duradero, pues en 1615 hubo otra Presidente letrado, aunque tampoco para restablecer la antigua cosiemnbs Gescle entonces, se sucedieron presidentes de uno u otro cardctos Havte fr Hae’ Si8lO: Sin-que predominaran los que fueran miembros del Consefo de lias como los derivados de la extensién de la venta ita * Aunque en este caso se dieron en los secundarios. No obstante, cabe Tae rdeseease insblito de que en 1632 se legs a dara Contaduria a perpetoidad saitaesa ke tet a indo. Com estos des- nimi ae apr de Hentos, asi como con el ineremento buroeritico, trato de termina eo a ogres quis amie ea Tra pac egies come hemos dicho, alcanzaba tambien al Consejo, en Ia Bi in el comer aa. {as plantillas de ambos organismos se reducian a lo indispensable Sin one 97 Marin Eniqes de Aare, vine ole Noes Epa pat np gl arnt rns ti BOTS, natn oo Teese of mrs Compa ea Dero oft dees cont ee ‘an bargo, la depuracién prevista —que la crisis de la marina parecia facilitar— sOl vino a ser consecuencia de los acontecimientos que se precipitaron con la cién dinastica. En cualquier caso, esa reforma de 1691 pone de manifiesto incluso en los peores momentos del reinado de Carlos M1 era palpable el ansia renovacién, |. LA ADMINISTRACION SUPERIOR EN LOS REINOS DE LAS INDIAS Desde el primer momento se hablé en plural de «las Indias». ¥ aunque consecuencia de la nocién, también plural, que se tenia de las Indias asi (India Gangética y extragangética), en el caso americano se consolidé ese ci rio al diferenciar, ya en el periodo constitutivo, las Islas del Mar Océano y la rra Firme. Esta pluralidad de cardcter geogréfico pasé inmediatamente a tex caracter politico-administrativo al diferenciarse primero, la jurisdiccién de drarias, como Lugarteniente, y luego las jurisdicciones territoriales de las Res Audiencias, como cabezas dé un «Gobierno Superior, que ejercia una fine de autoridad y supervision sobre los gobernadores de las provincias indianas. E Ambito de los gobiernos superiores eran los reinas, cualidad derivada de la nai raleza juridica de la Real Audiencia, que representaba al Rey mismo, sello real y tenfa capacidad de oir en apelacién las causas —como el Rey- cluso de expedir reales provisiones. Pero si inicialmente las Audiencias actuaron —en Santo Domingo y México— como tales cabezas superiores, pronto se superpuso a esta ultima 8 rey dela Nueva Espamta, como luego a la de Lima el del Pert, que si en res no eran otra cosa que los presidentes de tales Audiencias, con titulo gubernat de mayor dignidad, al asumir también una funcién de superioridad. diferenci de la que la Audiencia tenia, le dio al virrey cada vez mayor representacién yi cendencia, Por tales motivos, para esta época de plenitud, parece mas pro} menzar la consideracién de los Gobiernos Superiores por los virreyes, cuando en el Ambito de un virreinato existen ya varias Audiencias, aunque st perioridad no resulte verdaderamente asumida sobre todas ellas, aunque sie do abogue para s{ cuestiones que considere pertinentes, sobre todo en el 0 militar. Los virreyes Si en el comienzo de nuestra época, con la crisis que sucede al ejercicio de funcién virreinal en Nueva Espana, tras el gobierno de don Luis de Velasco, ‘mismo en Peni, como consecuencia del papel poco lucido del Conde de parecia inclinarse la Corona a una supresion de los virreyes, sustituidos por, sidentes de Audiencias, esto al fin no sucedid, sino que, al contrario, se dec designar a dos personajes —uno para cada virreinato—, en cuyas cualidad confié para llevar a cabo una reordenacién plena. Estos virreyes, que revalor ron la institucién con su gestidn, fueron don Martin Enriquez de Almansa. d tinado a desempefiar el gobierno superior en la Nueva Espafia, y don Francis de Toledo, que lo fue para el Peri. Este, ademés, asistio previamente a las reum nes de la Junta Magna, en 1568, donde se examinaron todas las cuestiones p dientes y se decidié Ia politica que deberla seguirse en cada uno de los ran Las mismas instrucciones que se dieron a Toledo sobre descubrimientos y p ccidn en ese afto de 1568 venian a regular también la forma en que podrian ef ‘uarse entradas expansivas, en sustitucidn de las antiguas conquistas, con m ficacién de lo que fue sefialado en las Leyes Nuevas de 1542. Esas instrucci fueron muy pronto superadas por una amplia y orgénica ordenacién que dio lipe II en 1573, conocida con el nombre de Ordenanzas de nueva poblacién, co que se cerraba definitivamente el capitulo expansivo al viejo estilo. Asi pues virreyes quedaban abocados fundamentalmente a los problemas de orde y consolidacion, en los que centrarian toda su amplia labor. ‘Consecuentemente, el virrey de nuestra época viene a estar definido por funcién promotora y reguladora de todo lo que exige orden y funcional Util y justo, capaz también de ejercer una vigilante tutela sobre los distinto deres ¢ instituciones, cuerpos politicos y corporaciones, para cubrir las neces 98 1 dao nos representa won imagen is el ey en conc for praia de tod Tas mares “htop 7 ean os tres, twa pt te ei wire Abarqaergd, 003i "ue este eal bien fe or rs pes pra lt rgaizcin amir de ‘irom En materia hacendistica, el virrey estaba en cambio muy limitado, pues podia ordenar libramientos sobre las Cajas, si éstos no estaban aprobados por Corona, como tampoco crear sueldos, ni finiquitar las cuestas de los Oficiales Real Hacienda, que correspondia a la Contaduria Mayor del Consejo. En cuai al gobierno econémico, habia de actuar el virrey en unin de los Oficiales, Independencia era completa pues, como los oidores, eran de nombramiento la Corona —a propuesta del Consejo— y también permanentes. De aqui que «Consejo de Hacienda del Peri» que cred el virrey Conde de Canete en I fuera considerado ilegal y disuelto por su sucesor, segtin se le mandd, Tal cra Independencia de la Hacienda que incluso se decidié, ya en 1559, apartar Consejo de Indias la administracion de las rentas fiscales, y que los Conta Mayores de Castilla entendieran también en las de Indias, para que «nuestra cienda esté junta y unida». ‘Otra actividad que también estaba al margen de las competencias del vi era la de los tribunales de la Inquisici6n, que se instalaron, de acuerdo com previsto en la Junta Magna de 1568, en las capitales de los respectivos virreins J. luego, también en Cartagena de Indias, tribunales todos ellos que estarian netidos y en relacidn directa con el Consejo Supremo de la Inquisicién, radi do en la Conte. Por consiguiente, como se ve, los poderes de los virreyes no eran tan 01 modos como suele creerse, tanto por las apelaciones que cabia elevar a las diencias, en resoluciones gubernativas, como por la facultad que éstas tenia concretamente su fiscal— de estar a la mira del cumplimiento de las leyes. como de elevar a la Corona los informes que considerara oportunos; como mismos cabildos podian hacerlo, en reclamacién de lo que consideraran né rio defender 0 alegar. Incluso los prelados y provinciales de las Ordenes te tl deber moral de estar pendientes del ejercicio de las funciones de gobie justicia, méxime cuando los obispos tenian acumulada la funcién de prot tle Indios. ‘A estas posibilidades de reclamacién 0 censura sobre las actuaciones del rrey durante su ejercicio, que podian dar lugar a una visiza por persona que Viata la Corona, sucedian a posteriori los juicios de residencia, al que qued Sometido el virrey al cesar en su funcidn, que generalmente estaba a cargo. quien le sustituia. Hubo algin caso en el que, como consecuencia de las maciones o denuncias, al enviar un visitador la Corona estuviera facultado deponer al virrey si existia claro riesgo, lo que llegé a poner en prictica el Palafox y Mendoza, cuando sustituyé al virrey ejerciente, Diego Lopez Pac Duque de Pastrana, en 1642. ‘Mas si en el siglo xV1 eran los conquistadores los que constituian un grape presién que condicionaba en cierto modo las actuaciones virreinales, mai Cuando se habjan convertido en encomenderos poderosos, ya desde finales de} Centuria y a lo largo del siglo XV1l es la prepotente sociedad criolla la que pi nna con sls miras a los virreyes, contando con Ia fécil alianza de oidores, inqul dores y obispos, sustituyéndose asi el poder directo, por un conjunto de fuer {que se equilibraban o entraban en frecuente pugna, pero que evitaban el personal. La suplencia del virrey, en caso de vacante, fue facultad que estuvo atrib fala Audiencia de la capital virreinal, hasta que se decidié en época de Felipe tener designada persona conereta como suplente, de antemano, por la que se llamé de mortaja, por no poder leerse, sino en caso de fallecimiento virrey. 2. Las Reales Audiencias A las Audiencias de la época constitutiva y las creadas por Leyes Nuevas = en total cuatro, las de Santo Domingo, México, Los Confines (trasladada prong a Guatemala) y Lima— se unié enseguida la de Nueva Galicia, para el gobierna Y justicia del Occidente y Norte de la Nueva Espa, que a diferencia de las ame icriores no tenia presidente, denomindndose alealdes a sus oidores. Mas, dada la extensi6n del ambito suramericano, a mediados del siglo se cred Ia Audiencia de la Nueva Granada en Santa Fe y, después las de Quito y Chuquisaca, que divie dian ast el Ambito de Ia de Lima en tres, una al Norte —Quito— y otra en el te rritorio del Alto Peri, Ia de Chuquisaca. que extendia su jurisdiccién hasta ef 100 ‘Rio de la Plata, Mas todavia se cted otra Real Audiencia en el territorio de Chile, Ia de Concepcién, que fue extinguida en 1573. De esta forma, con el restableci- ‘miento de la Audiencia de Panamé, el nimero de Audiencias que dividian el te- ‘fritorio americano eran nueve, a fines del siglo XV1, cinco de las cuales estaban Sobre el litoral del Pacifico, tres sobre las mesetas internas (México, Nueva Gra- ‘nada y Chuquisaca Charcas) y una, la de Santo Domingo, en las Antillas, cuya sisiiccion se extendia desde la Florida al eres firme de ‘Venezuela, y que era tinica instalada en el costado atléntico de América. Asi se reproducia con este desigual reparto la preferente basculacién del desarrollo poblador espaol hacia 1 Pacifico. Pero esa misma proliferacién manifiesta, igualmente, que este drgano colegial —con el que se sustituyé el régimen de gobiernos de la conquista— hhabia arraigado, con eficacia indiscutible, a pesar de que su composicidn estu- ‘Viera muchas veces incompleta, por las vacantes que padecian. Ese prestigio se pone de manifiesto, también, en que s6lo se suprimid una, la de Concepcion, y ‘no por razones de ineficacia. Por cl contrario, en el siglo XVI se crearon dos audiencias mas, la de Santiago de Chile, en 1606 —con lo que se Henaba el hueco dejado por la supresién de la de Concepcién—, y la de Buenos Aires, que fue la nica que no se perpetuo, pues establecida en 1661, fue extinguida en 1671 y, esta vez si, por mostrarse im- potente para frenar el contrabando, que fue el motivo principal que se tuvo pre- sente para su creacién. Cuando Solérzano Pereira defini, en su Polftiea indiana, a tas Reales Au- diencias en el siglo xvn, lo hizo precisamente valorando ese prestigio, pero tam- bien ofteciendo la complejidad de competencias que las caracteriz6, por 1o que las vio como «castillos roqueros... donde se guarda justicia, los pobres hallan de fensa de los agravios y opresiones de los poderosos, y a cada uno se le da lo que fs suyo con derecho y verdad». Esto no quiere decir que fueran organismos per- fectos, libres de toda presién interesada —como no lo hubiera sido ninguno— sino que, con todo, constituian un alto tribunal de respeto que, por su compos cin plural y régimen, garantizaba las apelaciones y la posibilidad de hacer oir Jas quejas, fo que frend no pocos abuso: Todas las Audiencias no tenian el mismo niimero de oidores. Unas, ademas, tenian por presidente al virrey de ahi que se las llamara virreinales—, mientras otras le tenian propio. Pero, en definitiva, todas tenian las mismas facultades y poderes. Con la nica diferencia de que sdlo los virreinales suplian al virrey, en Casos de vacante o imposibilidad, puesto que asumian entonces los propios po- eres de gobierno del mandatario, hasta que se establecié la costumbre de tener designado cl suplente de antemano, Fue la suplencia audiencial una facultad discutida por las otras audiencias, por ejemplo, las de Quito y Chuquisaca (Ila- mada también de los Charcas), que sostenian que cada una deberia hacerse cargo de los poderes virreinales para ejercerlos entonces era su distrito respective y no solo por la de Lima, Pero tantas veces lo intentaron, el Consejo resolvid en favor de las virreinales. Por lo demis, las resoluciones judiciales de todas tenian idéntico valor, sin que pudiera apelarse a otra de una decisién tomada por la que vio la causa. La tinica apelacién que cabfa, y eso segiin la indole y cuantia de lo discutido, era ante el Consejo de Indias. Sin la época primera o constitutiva hubo audiencias gobernadoras es det con fucultudes de gobierno ejercidas colegialmente—, en esta época de plenitud, sino son virreinales en cuyo caso las ejerce el virrey—, correspondian tales fa- cultades por entero al presidente. Del mismo modo que habia de desempefiar las obligaciones militares, como un Capitan General. Mas si como gobernador, e1 presidente estaba obligado a consuttar a los oidores en los casos de importancia como lo hacian los virreyes—, también se apelaba de sus decisiones de gobier~ no ante la propia Audiencia, con lo que se trababan en un ejercicio de poder, que s6lo a lo largo del siglo se diferencio cada vez mas, aunque en los casos de su- plencia —cuando faltaba presidente— volvia la Audiencia a asumir todos los poderes colegialmente. La evolucién mayor se dio en relacién con los imperativos militares, puesto que al no ser lo mismo hacer frente a un esporédico peligro indigena que a un alzamiento como los que ahora se dan, 0 a un ataque de los piratas, como los {que se prodigaron desde fines del siglo XVI a Io largo de todo el XVUL, se hizo ne- cesario en el presidente una capacidad para la direccidn de la fuerza armada — generalmente las milicias vecinales—, que un letrado no podia tener. De aqui {que comenzaran a nombrarse como presidentes de las Audiencias mas a cabaile- 01 Et maim dea vena tambon denoinado hance. ‘mano en Epa ai Bajo Ed ‘eda consldindse}romande Iie emt propa ot os yes ‘Canien:Fomaton pore de ler un ina es re Pras porn geodon Se Sraon cpus tr doen cl ‘in formato por lr odoes yo ‘imino leader dl men. Feet se tanipond a dri ‘Geindoe te proper Sueno ‘Siem So Domingo. Poenormene cane ri ‘natipand send tos mas Imrarannes to de Mev ede {ia Conportan ombur ocho es ee ee on piaen a ln que peta ‘ikaw. Ese nor na neice Snes are ey a ude poteliegreiplereh) ‘chsones hobleon de aa sobe Samper def iano Cojo de Indl a que na Se pai mesic pct bn “remign gue ao ea esporide, Sina redder Turan armada De ah {slow eabaliers de apa espe, toe, lon mitares, see "ste asectoofela lt mayor cdad tea ramters ere Meson) Dorteanénes #1 Pas. Pe st fundacin expats de misoneos aoe 1680 legaban Bate sgoeias \Egeae import serie ‘Hispatcamren bordel “dctneron que defn a ‘arupadan como medio de socrnamieas 9 se anna 40 orm acute aradras come sor emia tr ipo de atest ‘re sempre eahan dentro Sela Teade No bmn tas ets ‘lab eaten impo ates ‘paral ordnamicno ros de capa y espada —militares—, que a juristas. Tal fue ya el caso de don J de Borja, en Santa Fe de Bogota, a causa dela guerra de los pijaos, a los de Sai Domingo, Guatemala, Panama o Chile, por la pirateria 0 el peligro araucat También se dan ahora frecuentes casos de incorporacién a las Audiencias letrados locales, en funciones de suplencia, por las vacantes de oidores que producian en muchas, a causa de traslados o fallecimientos. Este cambio p traslado era habitual, pues si bien todas las Audiencias eran iguales en sus buciones, los sueldos de los oidores no, pues estaban escalonados de acu con la importancia del territorio y las complicaciones judiciales que se dabat por lo que iban pasando de unas a otras, hasta ocupar las presidencias, sigui do una carrera de ascensos. Por esta misma raz6n, en México y Lima actuab normalmente los oidores divididos en dos salas —la civil y la del crimen cuando en las otras Audiencias donde también los oidores se reducian a cu tro y hasta tres— no se diferenciaban. Por tiltimo, otro rasgo significative del glo XVII consistié en que no todos los oidores llegaban de Espana, pues empezs ton a incorporarse criollos a las Audiencias, incrementandose poco 2 poco nniimero de personas extraidas de las fimilias de mayor mérito IV, LAS PROVINCIAS MENORES Los dimbitos de jurisdiccién de una Audiencia —que eran las Provincias yores 0 reinos— se dividian en provincias, al frente de las cuales estaba el pectivo Gobernador, con funcion judicial y también, como Capitan Genes con ejercicio de las atribuciones militares en su provincia. Estos Gobernado: de ahora ya no procedian de los conquistadores —que recibian el titulo como compensacién premial, derivado de las capitulaciones—, sino que eran designae dos todos por la Corona, previa consulta de la Camara de Indias, y con duraciom 102 temporal, hasta que se decidierd su sustitucién, 1o que figuraba ya en el titulo de nombramiento, con Ta formula de «por el tiempo que mi voluntad € merced fueren. Como los de la época constitutiva, podian designar zenienes, para cjercer sus funciones en algin lugar concreto, en su nombre. ‘Las vacantes —por fallecimiento o imposibilidad— podian cubrirse en si ‘plencia, hasta tanto llegara el gobemador designado por el Rey, de forma tan ‘Givers como se ve concretamente para el caso del Rio de 1a Plata, donde si se llegaron a nombrar por los mismos vecinos de Asuncién, también hubo gober- adores suplentes enviados por el virrey del Peni o por la Audiencia de Chareas. Los eabildos de las capitales de provincia llegaron a poseer facultad de asumir en suplencia la gobernacién, que seria ejercida por los alcaldes, como lo obtuvo tl procurador que envio Venezuela a la Corte, cuyo privilegio se generaliza ense- guida, mermando asi la capacidad de designacién de suplentes que normalmen- te ejercié la Audiencia respectiva Hubo también algin caso de gobernador subordinado a otro gobernador, desde principios del siglo xvIT, como fue el de Santiago de Cuba, que To estuvo, desde 1607 al de La Habana, en el noroeste de la isla, en lo gubernativo y en lo mmilitar, con el fin de que hubiera unidad de mando y criterio comin, ‘Al introducitse, en los tltimos afios del siglo XVI, el procedimiento de la venta de oficios, al que se apel6 para la obiencién de recursos por la Real Hacienda, Tego a deslizarse la provision de gobernaciones, sino por venta, si por «servicio see tmicon a edonutvon de una cantidad, en favor del fisco, que el aspirante sacgenas Sesbnir cpa Ray hacia para merecer la merced, En los casos que se dieron —no tan numerosos rsa illo qu or, Pomo be cree figuraba siel oficio era simplemente perpetuo 0, ademés, remun- Stee a i rs et Sur ade (fib es decir, con posibilidad de pasar el cargo, antes de morir, a un heredero. fhe dicubrigieym inporanes de No fie aceptada la aplicacion de estos procedimientos sin ef natural disgusto, error Colne por lo que normalmente aparecian como excepcidn, dejando la sensacion de onoots vel archy nitcoo efor wabria de snerse el sistema, aunque rd ftigron Lucie ent mx bet es Que no habria de mantenerse el sistema, aunque en la pi fe rephienind ons neva meaner Gikos hasta casi el final del reinado de Felipe V, en el siglo Xvi, como fue el de ‘Sogn tbe. dnd pe Cotayre, un mercader que logré la gobernacién de Yucatan por compra. moron 50 ‘Un caso de gobernacion familiar transmisible, como fue la de los Villalobos, para la isla Margarita, que venia prolongindose desde la segunda década fll Xvi, quedé extinguido al finalizar el siglo, para contar con gobernadores tan ac- tivos y elicientes como lo fue Vargas Machuca, quien supo hacerse cargo de la sin- gularidad econémica y social de la isla, donde no hubo nunca encomiendas. V. LA JURISDICCION LOCAL En las provincias coexistian las reptiblicas de espafoles, en las ciudades y vi- las (que, no obstante, al menos en las importantes, tenian también barrios ind jgenas) con las reptblicas de indios, del ambito rural, ambas organizadas en 1a Epoca constitutiva, pero ahora mucho mejor perfiladas, ante la decadencia de la encomienda y la politica de reagrupacion de parcialidades indias, que se reinen © reduce en pueblos, de donde procede el nombre de reducciones dacio a las nuc- Yas entidades, donde la tradicién prehispanica queda hormads en la institucio- nalizacién de molde espanol. a) Los cabildos de las poblaciones de espanoles. La jurisdiccién local en los niicleos de poblacidn espanol, es decir, el gobierno de ia ciudad o villa y se jus- ficia, era ejercida por los propios vecinos y moradores a través de los cabildes municipales, que estaban constituidos por los regidores y que —con los cometi- dios que se distribuian— eran una especie de gobierno senatorial, presidido por fos dos alealdes —en las ciudades cabeceras— o por uno, en las de menor rango, y que en conjunto se denominaban regimiento y justicias, por residir en los aleal des esta misiosi. Su competencia se extendia hasta los limites del ambito propio de cada nucleo, que se denominaba término, y que, normalmente, era muy extenso. Es digno de seftalarse que la Corona se relacionaba directamente con los ca bildos cabecera de provincia, a los que remitia las provisiones y cédulas que pu- dieran afectarles, que eran leidas en la sesién celebrada tras su recepcion para fecatarlas y decidir cumplirlas 0 suplicarlas, Ante el cabildo habian también de presentar sus titulos los gobernadores 0. en su caso, los virreyes, ast como los ofi- ios Si asap aco — ir eon Cavite meaner cesta inate acer Loetcmer cyh meee ie au lathe ee oe wie ean probe te td of gue onl git peers ‘dim oftos lo gue les eran caigenes fuals Zeales, para que fuera reconocida su autoridad, En dicho acto, presta Juramento solemne de guardar las leyes y —en los casos en que hie neoena Otorgarian las fianzas correspondientes que estuvieran previstas, centro de actividad del cabildo estaba en las Casas Capitulares, desde {he se gobernaba la ciudad, de acuerdo con las Ordenanzas de la misma Bey Peideres y alealdes, por representar a los vecinos, en sus intereses y meee es. fecuentemente entraban en pugna con los gobemadores de la povieeta, Presentante del Rey y ejecutor de una politi artes integrantes de un todo. En la época de que tratamos, los cabildos se preocuparon también de cre Subst Ja infraestructura de comunicaciones, por lo que los caminos, pica Mantenimiento de los mismos, retuvo su atencion y consumo de rerdvece aqui las derramas y sisas—, asi como la prevencién de los efectos de les oy rma’ due se escalonaron a lo largo del siglo. Otro campo de atencibn eng al reematnto y precios de ls articulos de primera necesidad, por lo que creak las tasas, las renuncias, que era la forma de terior poseedor, brir durante «deseos inequivocos de actividad y progreso al cambiar la eonfere Por ultimo, es de sefialar que a las grandes ciudades amerleanes ¢& 1a de México— se superpuso al cabildo un corregidor —~que Hamace ano, para diferenciarle del rural, del dmbito indigena-~, con'sl Hivde eng funcionamiento del municipio, como sticedia en era visto por el cabildo como li mente solicitaron de la Corona b) El gobierno rural. Si cleos urbanos de cada provin sus términos y jurisdiccién qu pueblos de indios, que en su 1. El gobierno del ambito: el Corregimiento de indios ‘Ya en la época consttutiva subsisti, tras Ia conquista, un poder que se ext dia impropiamente sobre un Ambito rural, poder que venia determnnds por peacaracion de la prepotencia del que recibié en encomienda a las parcial, tic en él se hallaban establecidas, tratando persistentemente de trash {unciéin de encomendero —con simple derechos econdmicos en irra Sobre el propio territorio, Pero, fracasadas estas pretensiones senoriales por tos ron primero las visitas a la tierra de los oidores de ta res feataban de conocer y ordenar el territorio, tasar los tri. Sempo reconocian lo que era valido de la época prehis- Hes caciques que habian de mantener la cohesion de las secuentemente, se designaron seguidamente unos jst nombre de Alcaldes Mayores de indios —en Ia Nueva # ya normalmente esa supervision y administrar la rolicidn de los hechos fue muy diversa, pues para que seers efectivo, para ordenar los repartimientos y para evi. saciques, se fucron estableciendo también corregidores Sende no habja alcaldes mayores—, que como ellos ha- a los pueblos indios que se les seftalaban, aunque des. de Indios en alzada, vinculado a la jurisdicci6n del el que configura la organizacién del dmbito rural, que mpulsé indirectamente. Heo. se file con alin retraso, hasta que el licenciado —eerciendo el gobiermo— modelé en 1565 la institucisn Mio rural, y que aqui uniformemente recibis el titulo de ién que {ue estudiada hace afios por Lohmann después a consolidarla, mediante sus resoluciones gara su titular de mantener la justicia, prevenir necesi- e gobernar el ambito indigena correspondiente, como 3a en Epoca del virrey Luis de Velasco cuando, en 1601, ferdenamiento completo de las funciones del Corregidoz Ta experiencia acumulada, i a este funcionario, como gobernador de indios, su ide un salario mediocre, fueron causas que promovie- aprovechamientos, como nos lo revela el auto acor- de Lima en 1666, por el que traté de prevenir los Bercantiles que el corregidor realizaba con las comunit ela importancia alcanzada por la funcién que se le butos y de intervenir en los envios de los turnos de mi. denciatenia en Peri, como en los repartimientos WBacian de trabajadores indios en Nueva Espana, la figura ide numerosas reclamaciones y de una ordenacién en Jndias, en 1680. No menos conflictiva fue la otra fun- los corregidores de administrar las Cajas de Co- nulaban los superavit que lograban las comunidades ‘que muchas veces utilizaron los corregidores en su {cargo hubo numerosas peticiones elevadas al Consejo, jentos, pues si primero lo fueron por la Corona, en Juego se facultd al virrey para designar a los de varias #2 Ser todos provistos por el monarca, dadas las quejas Bes virreyes cubrian las vacantes. Con todo, la polémica alo interesado, al pretender heredar su poder otras “Goctrineros, hacendados y mineros, por tener manos lit jGe mano de obra, aparece en el fondo de la cuestién. Asi

Вам также может понравиться