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. dividuales. SISTEMA MONTESSORI (*) La doctora Montessori llama a su sistema “mi método”./Lo enun- cia previa una critica acerba y desconsiderada al régimen vigente. La violencia del ataque revela la vivacidad de su espiritn y la hipér- bole, natural en su expresién, nos advierte las singularidades de su temperamento apasionado. No hay en ella las yeleidades ambulato- rias, tan peculiares en Feriére, pero tampoco encontramos la dulce se- renidad y el tono piadoso del Pastor Oberlin, ni la concentracién auto- ritaria y amargada de Froebel. Mucha abnegacién, igual fervor vo- eacional y la combatividad propia de su espiritu, que la expone al contacto aspero del medio que roza. Su impetuosidad la coloca en un estado permanente de exaltacién, olvidando que la verdad no nece- sita de ruinas para asentarse, Pongue’ no hay neeesidad de forjar nie- blas para hacer la luz. rE Las ideas de la doctora Montessori reposan sobre los mismos prin- eipios que han inspirado a Froebel: el de la libertad, la actividad es- ponténea y la individualidad. Las diferencias radican en la impor- tancia que la primera atribuye al aspecto biolégico sobre el ‘social. Aisla al nifio del ambiente colectivo, para contemplar tinicamente su. situacién de ser en condicién de crecimiento. Hn ese sentido, la edu-— eacién tiende, para ella, a proporcionar ‘‘el desarrollo”, nunca a preparar la adaptacién del nifio a las necesidades de la vida social. Por eso aconseja buscarse, no la limitacién de las tendencias y activida- des, para someteilas al imperio de las exigencias colectivas, sino la de la libertad, la de la més amplia expansién de ae actividades in- Todo tiene en el nifio una fuente tmica y eterna: la vida. De (*) La primera parte de este trabajo, aparecié en ‘El Monitor do, la Educa- cién Comin’’, N* 750 de junio ppdo. alli que no debamos ahogar las energias que de ella surgen, sino dar paso libre a sus explosiones. Tampoco se originan en el exterior: el ambiente no los toca, porque “los origenes del desarrollo, en sucesiOn filogenética, como autogenética, son ‘‘interiores‘‘. Son estas tres ideas profundamente germanas las que basan te6ricamente su sistema: la del instinto que‘funda la libertad, la de ‘desarrollo’? y lo “‘interno”’, es decir, que nada entra de afuera en el alma por los sentidos y la experiencia, No importa que al articular précticamente su reforma la haga reposar en la modificacién total del medio extremo y que en alguna parte nos diga: ‘Si carece de medio externo adaptado, el nifio “no puede realizar esta vida porque no encuentra medio de utilizar la fuerza enorme que la naturaleza ha puesto en él, para dirigirlo a un ejercicio enérgico y continuado que debe perfeceionarle en sus funcio- nes superiores’”, No aparece en su doctrina el ser social, Ja visién del hombre que el nifio encierra en su porvenir, la humanidad, en fin; sino “el ser vivo, eon sus reaeciones de jdefensa, su enérgica protesta, sus ‘gritos, sus quejas, sus caprichos, la timidez, la desobediencia; la mentira, €l egofsmo, el -espiritu de destruccién’”’. Este es el ser vivo, real, el ser social es una abstraccién. Pero si aquel es el ser real, la represin y el castigo no hacen sino agravar el mal, pues ‘esas reaceiones represen- tan el principio de enfermedades del alma y también de enfermeda propias del sistema nervioso, que comprometerén la personalidad fu- tura’’. : La exaltacién de su temperamento la conduce siempre a conclu: siones extremas, morigeradas después en su aplicacién, porque sin du- da alguna,’ posee ese don de clasticidad prdetica, que suele ser virtud femenina. Asi, la exclusiva condicién ‘‘interna”’ de los factores de des- arrollp y expansién de vida, eede su lugar a un concepto de adaptacion al medio exterior, ¥ las exigencias que este criterio le impone la Hevan _a modificar totalmente las condiciones de edificacién y el mobla- je de la escuela, pues los que actualmente existen son calificados por ella como instrumentos de tortura y vejacién, que contribuyen a “Ga esclavitud del nifio”. La eschela resulta una efrcel y la educa- cién que en ella se da ‘‘una intoxicacién éspiritual’’. Pero a través de la hipérbole y del abuso del sustantivo y el adjetivo. condenatorios, hay criticas acertadas, que han sido con mucha anterioridad for- muladas por los educacionistas franceses, pero con la moderacién “propia del espiritu medio y cireunspecto que los earacteriza. Greard sefialaba los inconvenientes de los bancos, que dada la forma en que estaban confeccionados, trababan la cireulacién. y, libertad de +16 — a movimientos, sin darle, empero, el papel tragico de ‘‘un cadalso’’, anotando posteriormente, que modificaciones sucesivas han ido corri- giendo en parte, defectos y deficiencias. I Sigamos con el desenyolvimiento de sus ideas. La libertad biold- gica, de libre expansién de la naturaleza vital del nifio, se manifiesta en la actividad y en la accion, que no se realizan con relacién a un fin exterior, sino con el de ejercitar la energia interior, que es la que de- termina el mévil de los actos. De alli la importancia del juego en Froe- bel, que buseaba hacerlo construetivo, para disciplinar y sistematizar la inteligencia del nifio. La doctora Montessori, dentro de su doctrina bivlégica del aislamiento, prefiere la actividad que invita a la concen- tracién solitaria, al recogimiento de la vida interior. Observa la aten-» cién concentrada en el trabajo de los nifios, que hacen y deshacen re- ~ petidas veces una misma cosa y cree encontrar en ello un recurso utili- zable como terapéutica pedagégiea. Al referirse a esta observacién di- ce: “la primera vez que me pereaté de la existéneia de estos caracteres me quedé estupefacta, pregunténdome si no era un milagro o alguna cova excepeional, porque ante mis ojos no se habia todavia desenvuelto la teoria psicolégiead se crefa y crefa yo entonces, que el nifio pequefiito fuera incapaz de-fijar su atencién’’, Y el hallazgo la remonta al recuerdo de la concentracién de Arquimedes y de los hombres de ciencia, para - exclamar : ‘‘He aqui observaciones que se han utilizado por muchos y antes que nadie por mi. He interpretado una ley del alma capaz, de resolver el problema de la educacién’’. Hay, efectivamente, una concentracién producto de la actividad superior de la inteligencia, solicitada por la profunda atencién de un problema ¢ientifieo y hay la de la ocupacién en’ distracciones apropia- das a e:pfritus de limitado campo de conciencia. Los juegos provocan en el nifio esta atencién concentrada, propia, no del despliegue de labor intelectual alguna, sino de la limitacién que corresponde a su actividad conseiente. glya repeticién continuada de una misma cosa, que tanto admira la doctora Montessori, pone de manifiesto la naturaleza de la concentracién, que no es sino el resultado de la mayor ‘estrechez del campo de actividad de la conciencia infantil. Esta actividad libre es la que debe condueir a formar la ind vie dualidad del nifio, para lo que es necesario estimular el sentimiento de su personalidad, acostumbrandolo a realizar por si mismo las ta- I BN. reas pertinentes a su persona. Para ello es indispensable modificar dos cosas: la solicitud del adulto, y el ambiente. Para lo primero, aquel debe limitarse a ayudar al nifio a actuar y expresarse, pero no debe ‘‘actuar en su lugar’’ sin una necesidad absoluta. Al hacerlo, obstaculiza su expansién, deteniendo o desviando en algiin detalle el desenvolvimiento infantil. Bl adulto debe reducirse a ayudar a éste, a hacer por si todo cuanto le sea posible hacer. En vez de vestirlo, Je ayudard a vestirse; en vez de lavarlo, lo ensefiara a lavarse; en ver de Ievarle Ja comida a la boca lo ensefiaré a comer y asi sucesiva- mente. Ensefiar a un nifio, agrega, a lavarse, a comer, a vestirse, es un trabajo mucho més largo, dificil y paciente que darle de comer, lavarlo y vestirlo. Lo primero es la tarea de un educador ; lo segundo, es el trabajo inferior y fécil de un sirviente. _ Dentro de este concepto, y tendiendo a lo que ella Hama la dig- _ nificacién del nifio, se pronuncia contra los premios y castigos. Sus © funciones no son superiores a las que ya formulara en 1816 Roberto Owen, el fundador de las Infant Schools de New-Lanark: “Desde hace tiempo, dice Luis Reybaud, adversario decidido de las ideas de Owen, al decir de Bulsion, Owen estaba dominado por la idea de que _ los eastigos y las recompensas que regulan nuestras relaciones en este mundo, entraban en mucho en las miserias que nos roen y los celos que nos divide: desigualdades, cismas, situaciones arbitrarias y falsas, fuentes de las que exaltan a los unos y humillan a ‘los otros, crean oprésiones que reinan de individuo a individuo, de casta a casta, de fortuna a fortuna, de mérito a mérito, de cardcter a ¢aracter. Quiso _ensayar y ensay6 en los nifios un régimen que excluyese el estimulo : “y el reproche, y el resultado, dice el mismo Reybaud, superd las_es- peranzas: no por dejar de ser recompensados los alumnos de New- Lanark se mostraron’ menos entusiastas en el estudio, menos pruden- tes por el hecho de no sufrir eastigos’’, Owen aplicd también én su escuela el sistema de enseiianza laica y asi, dice el mismo Reybaud, vivian: unos al lado de los gtros y en la mejor inteligencia, eudkeros, anabaptistas, eatélicos, presbiterianos ¢ independientes. La doctora Montessori encuentra en el estimulo rae recompen- sa peligros graves: ve, en ellos un aliciente a los bajos sentimientos, como Ia glotoneria, la vanidad y el amor propio. Es indudable que para que el estimulo sea eficaz, debe ser aplicado con extrema pru- dencia y acierto, pero su exclusién absoluta no podria hacerse sin una transformacion completa de la moral reinante, sobre todo la que.tiene ba- se religiosa, Ella esté fundada en el estimulo, ya que la propia concep- ‘ ; ‘

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