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El espíritu del Renacimiento llevó a Pico Della Mirandola a afirmar que el destino del
hombre no viene de lo Alto, no está determinado por nada material ni espiritual, sino
que surge del hombre inocuo: " La suerte es hija del Alma". El hombre pasa de ser un
mero espectador en el Medioevo a tener confianza en si mismo y convertirse en artífice
de si mismo y su destino. En la Florencia del S.XV se escriben textos de exaltación a la
grandiosidad humana, destacando la famosa oración sobre la dignidad del hombre de
Pico de la Mirandola, en la que de forma sencilla y sublime se recoge la nueva imagen
del hombre que el califica y apellida como: "el gran milagro y animal admirable". La
grandeza del hombre reside en su libertad para hacerse a si mismo, esto es, en
convertirse en libre escultor y modelador de si mismo. Cuenta, Pico, que una vez que
Dios terminó la creación del mundo, buscó alguien que apreciara el plan de tan grande
obra, amara su hermosura y admirara su grandeza; fue entonces cuando creó al hombre
y le dio libertad para escoger el camino que quisiera en directa alusión al mito de
Prometeo, narrado por Platón en Protágoras. El hombre no tiene una naturaleza fija,
concreta y determinada, él es el artífice de su propia suerte y según lo que cultive
aquello florecerá. El hombre puede emplear mal su grandeza, pero la meta tiene que ser
la perfección, por ello Pico dice que debe apoderarse de nuestra alma una cierta santa
ambición de no contentarnos con lo mediocre sino anhelar lo bueno y tratar de
conseguirlo con todas nuestras fuerzas. La libertad es una llamada hacia la perfección,
hacia la plena realización; se desvanece el mito del Pecado Original rompiendo con la
concepción medieval. Para, Pico, el hombre se hace a si mismo, actuando en el mundo,
es dueño y señor de todas las cosas, modelador de sí mismo y del mundo. La libertad no
es una meta sino un punto de partida para el proceso de realización de las
potencialidades humanas. Bruno, también está contra la astrología y afirma que el
verdadero cielo se encuentra en nuestro espíritu; el hombre necesita desarrollar el
intelecto dejando el ocio de lado. Pompornazi, es otra corriente distinta a la de Pico,
afirma con la misma intensidad la excelencia del hombre; la libertad quedaba limitada
por el inmutable orden de las cosas a las cuales todos los seres están atados. Pompornazi
es el máximo representante del aristotelismo paduano; en su libro: De incostationibus
reduce a causas naturales todos los fenómenos maravillosos o milagros que se atribuían
a causas sobrenaturales. Defiende una concepción de la naturaleza rígidamente
naturalista y determinista (carácter antropológico). El orden de la naturaleza es único e
indestructible y el hombre está ligado y atado a ella; en nombre de la razón científica,
Pompornazi atacará y polemizará a Pico, al que acusa de moverse por razones
extracientíficas. Este califica el hombre de " Miraculu Magnum ", por su intelecto
especulativo por el que puede convocar el orden del mundo y el margen de libertad
posible dentro de las leyes generales de la naturaleza. En segundo lugar por su intelecto
operativo que le permite actuar en el marco que le impone el orden universal y en tercer
lugar el método ético, es decir la virtud universal que podemos lograr en esta vida.
Pompornazi sostiene un punto de vista naturalista respecto al alma sin que sea lícito
pensar en una vida inmortal. La grandeza del hombre reside en su virtud moral que es
recompensa de sí misma; el valor de la vida humana no depende de la duración de la
miseria. Para, Pico, el hombre alcanzó la perfección cuando se modula a sí mismo y
exalta la libertad sobre la necesidad. Pompornazi reduce la libertad al marco de las leyes
de la naturaleza y se realiza cuando actúa normalmente. El hombre puede recuperar la
acción de los astros mediante su comportamiento moral. Estos son los dos polos
opuestos del Renacimiento.
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