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«El argumento de este libro, asi como su atenta consideracién de pricticamente todas las cuestiones relativas a la compleja nocién de, 7 r uliiculturalidad, lo convierten en una lectura indispensable para todos fy C : aquellos que ya estén hartos de anélisis simplistas respecto al temas | u d a d a n | a MITCHELL COHEN, Times Literary Supplement : a 7 > resulta en absoluto extrafo... que te6ricos politicos canadienses como Will m Uu | t | Cc Uu | t U ra | nlicka y Charles Taylor estén destacando en problemas de cultura, identidad : y derechos colectivos. ¥ Ciudadania multicultural, de Kymlicka, es una poderosa confirmacién de todo clio.» > STEPHEN HOWE, New Statesman & Socieny :El reconocimiento de los derechos de las minorfas eonllée unos resgos obvios. Los nazis -y también los defensores de 1’, artheid- hicieron uso y abuso del Ienguaje de lo Dicho lenguaje lo han empleado también por « famentalistas intolerantes y beligerantes para ju sblos que no pertenecen a su grupo, asf como p: intro del grupo propio, De ahi que una teorfa lit inorias deba explicar emo coexisten los derec! derechos humanos, ¥ también cémo los dereck ‘mitados por los principios de la libertad indivic social. Tal explicacién constituye justamente e De la "Introduccién" oteca de Socials doonageaB Bibli cs it ISBN 84.493. straagaolsozeu EES L. }. Coe, \& ae Ciudadania multicultural PAIDOS ESTADO Y SOCIEDAD Ultimos utulos publicados: 34. G. Bosetti (comp,), feguierda punto cero 35. C. Lasch, La rebelidn de ls dives 36. ICP. Ftoussl, El debate prohbido 37, RLL. Heilbroner, Visioves del futuro 38. L'V. Gerstner, Jt. y otros, Reinvantendo la educeeién 39, B Barry, La justicia coma imparcialided 40. N, Bobbio, La duda y la eloceién 41. W, Kymlicka, Ciudadara multicultural 42. J Rifkin, Bl fin del tabajo 43. C. Castells (comp.), Perspectivas feministas en teorta politica 48. MH. Moore, Gesitin estrardgieay creaciay de valor en el sector piiblico 45, P. Van Parijs, Libertad real para todos 46. P. Kelly, Por in futuro altemativo 47. PO, Costa, 1. M, Pérez Tornero y F. Tropes, Tribus urbanas 48. M. Randle, Resistencia cfvil 49. A. Dobson, Pensamiento poltico verde 50. A. Margalit, La soctedad decente 3. D. Held, La demacracia y el orden global 52. A. Giddens, Politica, sociologra y teorfa social 53. D. Miller, Sobre la sacionalidad 54. S.Amin, El eqpizallemo en la era dela globalteacién 55. R.A. Helfetz, Lideraxgo si respuestas facilae 36. D: Osbamey P. Plastrik, La educeidin de la buroeracia 37. R, Castel. La mexariorfosis dela cwestion social 458. Ur Beck, cQud es la glabalizacion? 58. R Heilbfonery W. Milberg, La crit de isn en el pansaniento ezondmico 60. P. Kotler y otros, Et marketing de las naciones Gt. R. Jaureguly ottos, E tiempo gue vivimos 9 el reparta del teahaja 62, A. Gore, Miserias del presente, igueza de lo posible 63. 2 Braezinski, El gran tablero mundial 64, M, Walzer, Tracado sobre la tolerancia Reinares, Terrorismo y antiterorisino 66. A, Etzioni, La nueva regia de ora 67. M,C. Nussbaum, Los lonites del patrotismso 68. P. Pott, Republicanisino 68, C Mouffe, El retome deo politico 10. D.Zolo, Cosrnspalis TI. A Touraine, ¢Cémo salir del beralismo? 72. S. Strange, Dinero loco 73. R Gargarella, Las teartas de a justicia despuds de Rawls Ti. J. Gray, Falso amanecer 75. E. Reinares y P, Weldman, Sociedades en guerra civil 76, N, Garcfe Canchini, La globalizecian tmaginada 77, BR. Barber, Un lugar para todos 7B. O. Lafontaine, Bi corazdn lare ala equierda 79. U. Beck, Un nuevo mundo feliz 80. A. Calsamiglia, Cuestiones de lealtad H. Bélar, El corazdn de la ropublica 3: eM, Guthenno, El porvenir de la libertad Rifkin, La era dl acceso Will Kymlicka Ciudadania multicultural Una teorfa liberal de los derechos de las minorfas ‘Titulo original: Multicultural citizenship. A liberal theory of minority rights Publicado en inglés por Clarendon Press, Oxford SUMARIO Traduecién de Carme Castells Auleda Cubierta de Victor Vino Agmdecimientés 0.0... ceeeeeesetseceeseteeteetevtee 9 Le Tatroducciéa eee B 1, Los temas B 2. Eseruccura del libro « 1» 2. Las politicas del mulriculturalismo a 25 1, Estados multinacionales y Estados poliécnicos . 26 2, Tres formas de derechos difecenciados en funcidn del grupo 46 3. Derechos individuales y derechos colectives 0.0.2.6... 57 1, Resericciones internas y procecciones excernas ........... 58 2. La ambigiiedad de los «derechos calectivos» . vee TL Repensando la tradici6n liberal 20.2.0... 1 1. La historia de las perspectivas liberales sobre las minorias, nacionales .. ane lle at ee cooled platudlctoteclchaadeleclalalorhala dy 2. El fiacaso de los cratados de las minorias «2... 87 SEES Ss ib pi ere eo ca de . La desegregacién racial en los Escados Unidos... 89 esinapaleers 7 Aabwtbsen eee ear 4..La polietnicidad y el renacimiento éenico estadounidense .- 91 5. Los derechos de las minorias en la ttadicién socialisca . 102 © 1995 by Will Kymlick: ay © 199686 dase edclones en castellano, 5. Libertad y cultura We eee TIL Ediciones Paidés Ibérica, S. A, 1. La definicidn de las culturas <0... see 12 Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona 2. Liberalismo y libertad individual «2.00002... s ss 17 p Editorial Paidés, SAICE, 3. Las culcutas societales como contexto de eleccién .... 120 Spade elas Alcee 4, El valor de le pertenencia culcural 122 pain paldos.com 5. Casos dificiles . . 134 ISBN: 84-493-0284-6 6. Individualizar culcaras : 2 144 Depésito legal: B-39.712/2000 7. Conclusién . eee Vitteee 149 Arde Cag ec rae eonier niet (Barcelona) 6, La justicia y los derechos de las minorfas ............. 131 7 i 1. El argumento de la igualdad .... ttle etelalt 82 : 2. Fl nanel de Ins nacros a arierdne hisrarione 164 Impreso en Espafa - Printed in Spain § — Ciudadanéa multiculcural 3. El valor de fa diversidad culeural .... 4, La analogia con los Estados ...... 5. Conclusién 7. Asegurar la yor de las minorias . 1. Pama alcanzar este ideal de una sociedad y organizacién politica homo- _s€nea,* los gobiernos,a lo largo de la hiscoria, han seguido diversas polit ‘cas con respecto a las minorfas culcurales. Algunas minorfas fueron fisicas mente eliminadhs, ya fuese mediante expulsiones masivas (lo que hoy s¢ denomina «limpieza étnica») o bien mediante el genocidio. Otras minorfas fueron asimiladss de forma coercitiva, foreindoles a adoprar el lenguaje, la religién y las costumbres de la mayoria. En otzos casos, las minotfas fueron sracadas como extranjeros cesidentes, sometides a segeegacién fisica'y dis- criminacién econémica, sf enman pieretén te dane ne rns Alo largo de la historia se han realizado diversos incencos de peoteger las minorias culeurales y de regular los conflictos potenciales encte las cul. curas mayoritarias y las minoritatias. Por ejemplo, a principios del siglo Xx, tracados bilarerales regularon el tratamiento de los conciudadanos naciona- les en otto pafs, Ast, Alemania accedié a conceder decerminados derechos y privilegios a los ciudadanos de etnin polaca que habieaban dentro de sos 3, Sobel supuesta de homogeneidad culeural en el pensemiento politico occiden- sal, vésse McRae, 1979; Van Dyke, 1977; Walzer, 1982, pigs. 1-3; MeNeill, 1986, 23, Sobre la celidad de la hecerogeneided culeucal en la historia y sus causas,véase ‘McNeill, 1986, Acerca de la reciente magnitud de esta diversi, véase Cacles y Miller, 1993, pig 8. ‘1 aucor us la expresin polity, que puede eaducirse por forma de gobiceno, de ad- iministracién de los asuntoscolectivos, 0, coma en eat caso, por sociedad y organizacin politica. (N. de at.) Ineroduecién 15 fronteras y Polonia, a st vez, proporcioné derechos recfpproces a los ciuda- anos de etnia alemana residences en Polonia. Este siscema de tratados se extendié, adoptando obviamente un tracamienco multilaceral, con el adve- nimiento de la Sociedad de las Naciones. No obscante, dichos cracados resultaban inadecuados por una razén muy clara: slo se concedia Ia proteccién contra la discriminacin y la opre- sidn a una minorfa en el caso de que un cercano «Estado afin se inceresa- se por ella. Por otto lado, dichos tratados resultaron ser desestabilizadores, habida cuenta de que rales Estados afines, de existir, a menudo emplearon las disposiciones del-cratado como pretexco para invadie o intervenir en na~ ciones mas débiles. Ast, la Alemania nazi justificé su invasién de Polonia y Checoslovaquia alegando que dichos paises violaban el tratado acerca de los derechos de los ciudadanos de ecnin germana esidentes en sus respectivos cerritorios. ‘Tras la segunda guerra mundial, era obvio que la cuestién de los derechos de las minotias debfa abordarse de forma diferente. Muchos liberales crefan ye el gnfasis en los «derechos humanosm resolveria [os conMlictas de EES migorts{ Dicio de ore forma, mis que proteger directamente a los gru pos vulfiéfables mediante derechos especiales para los miembros de grupos concrecos y explicitados, las minorfas culturales se protegerian indirecta- mente garancizando los derechos civiles y politicos basicos u todos los in= dividuos, con independencia de su filincin 6 grupo de pertenencid] Los derechos humanos bisicos —como ls libercad de expresi6n, asociaciér con ciencia—, si bien se atribuyen 2 los individuos, se caracterizan por ejercer- se en comunidad con otros individuos; de ahi que pueda afirmarse que pro- regen la vida del grupo. Los liberales dicron por supuesto que, alli donde se protegieran dichos derechos individuales, no era necesacio atribuir dere- cchos adicionales 2 los miembros de minorfas écnicas o nacionales especificas: [[laendencia general de los movimientos dela posgusem en pro dels derechos bhumanos ha consistido en subsumir el problems de las minorias nacionales bajo el problema mis genérico de asegursr los derechos individuales bisicos a todos los seres huumanos, sin sludir a la pertenencia a grupos écnicas. La pre- risa principal ha sido creer que los miembros de las minorias nacionales no necesitan (y pot canto no tienen derecho a, o bien no se les pueden conceder) derechos espectfices. La doctrina de los derechos humanos se preseneé como susticuzo del concepro de los derechos de las minorias, lo que canlleva fa pro- fanda implicacién de que las minorfas cuyos miembros disfrutan de igunldad de cratamicato individual no pueden exigir, legicimamence, fcilidades para el mantenimmiento de su particulacismo étnico (Claude, 1955, pig. 211). | Guiadas por esta filosoffa, las Naciones Unidas eliminaron coda refe- tencia a los derechos de las minorfas étnicas y nacionales en su Declaracién 16 Ciudadania mutticuleurs La sustitucién de los derechos especificos de geupos minoricarios por unos derechos universales fue aceptada por muchos liberales, en parte por- {que parecfa una excensién nacural de Ia via mediante la que se protegtan los derechos de las minorias religiosas. Como se cecordaré, en el siglo XVi los Bs- «ados europeos eseaban inmersos en el conflicto entze catélices y protestan- ces acerca de qué religiéa debia gobernar sus patses, Finalmente estos con- Aictos se resolvieron no mediante la concesin de derechos especiales a minorias religicsas coneretas, sino mediante la separacién de la Iglesia y el Estado y el refuerzo de la libertad religiosa de cada individuo. Por tanto, las minorfts religiosas gozan de una proceccién indirecta, ya que se les garan- tiza la libertad individual de culeo, de manera que la gente se puede asociat libremente con otros corteligionarios, sin remor a la disctiminacién o a la desaprobacién del Estado, ‘Muchos liberales de posguerra han considerado que a tolerancia reli- sgiosa baseda en In separacién de la Iglesia y el Estedo proporcione un mo- delo para aborder las diferencias ecnoculeurales, Desde esta perspectiva, la identidad étnica, como la religién, es algo que la gente debetfa poder ¢x- ppresar libremence en su vida privada, pér0 qlié Wo conciere al Estado. El Estado no se opore a la libertad de las persons para expresar su filiacién culeural concrera, pero no abona tales expresiones; més bien, adaptando la frase de Nathan Glazer, el Bscado se comporta con «desatenci6n benigaa» Glazer, 1972, pag. 25; 1983, pig. 124). Los miembros de grupos éenicos y nacionales estén procegidos contra le diseriminaciéa y los prejuicios: tie~ nen por tanto libercad para incentar mancener todos aquellos aspeccos de sit herencia 0 identided étnica que deseen, siempre que ello no encre en con- tradiccién con los derechos de los dems. No obstante, sus esfuerzos son uramente privadas, por lo que no les corresponde a organismos ptiblicos concedes idencidades o discapucielaces legales a la pertenencia culeural 0 @ la idencidad éxnica. Esta separacién del Estado y la etnicided imposibilica cualquier reconocimiento legal o gubernamental de los grupos éenicos, asf como cualquier uso de criterios émnicos en Ia distcibucién de derechos, re- cursos y deberes,* Muchos liberales, especialmente desde posiciones de izquierda, han he- cho una excepcién en el caso de Ia acién positiva para los grupos raciales ue se encuentran en una sicuacién de desventaja. Pero, en cierto sencidl ésta es Ia excepcién que confirma la regia. Generalmente, la accién posit. vase defiende como una medida temporal que debe evolucionar necesaria 4, Acerca de las adhesiones liberales 2 esta postura, véase Glazer, 1975, pg. 220; 1978, pig, 98; 1983, pig. 124; Gordon, 1975, pig. 105; Porcer, 1975, pig. 295; Van den Berghe, 19810, pig. 347; Ajeenscar, 1984, pigs. 251-252; Rosey, 1991, pig. 209; Ku aches, 1991. niu, 22: Edwards, 1985: Brora. 1980. fe, 44 Incroduccién 47 y ripidamente hacia una sociedad «ciega en materia de color» percenencia écnica. Lo que se precende es cemediar afios de discriminacién y, por tanto, acercarse al tipo de sociedad que habria existido si hubiéramos observado la separacién de Estado y etnicidad desde el principio, De ah que Is Conven- cin sobre Discriminacién Racial de las Naciones Unidas impulse progra- ‘mas de accién positiva slo donde éstos poseen este cariccer temporal y te- rapéutico. Lejos de abandonar el ideal de Ia separacién del Estado y le ‘ecnicidad, la accién positiva es un método para intencar logcar dicho ideal. Algunos liberales, especialmente entre posiciones de derecha, conside- ran contraproducente buscar una sociedad uciega en materia de color» ode percenencia étnica mediante politicas que «cengan en cuenta la raza», Tax les liberales aducen que la accién positiva exacerba el problema que se su= pone deberia resolver, habida cuenta que hace que la gente sez més cons- cience de las diferencias de grupo y tenga mayor resentimiento hacia los ‘otros grupos. Esra dispura enere los liberales acerca de la necesidad de pro- gramas de acci6n posiciva cetapéutica es habicual en muchas democracias Tiberales.> Pero lo que la mayorfa de los liberales de la posguerra, tanco de dece- cchas como de izquierdas, contindan rechazando es la idea de una diferencia- cin permamente en los derechos o estatus de los miembros de deretminados ‘grupos. Rechazan concretamence la aficmaci6n segtin la cual los derechos es- ppecificos de grapo son necesarios para reconciliar diferencias culcurales tradi- cionales mas que para remediar discriminaciones hiseéricas. Como veremos en los capftulos siguientes, los liberales de posguerra se han opuesto por doguier y de forma repetida a la idea de que deberia concederse a los gru- pos étnicos o nacionales especfficos una identidad politica permanente o win estatus constieucional.é Sin embargo, cada vez esta més claro que los derechos de las minorias, no pueden subsumirse bajo la cacegoria de derechos humanos. Las pauras y_ Procedimincés tradicionales vinculados a los derechos humanos son sim- plementé incapaces de resolver importantes y concrovercidas cuestiones re- lativas @ las minorfas culcurales como las siguientes: gqué lenguas deberfan acepeatse en los Parlamentos, burocracias y cribunales? ¢Se deberian dedi car fondos piiblicos para escolacizar en su lengua materna a todos los gru- 5, Sobre este debate, véase Rosenfeld, 1991; Sowell, 1950, 6. Para diversos ejemplos, véase Basch y Henderson, 1980, pégs. 241-248; 1992, ‘Bigs. 69-70; Clinton, 1996; Gordon, 1975, 1978 y 1981; Glaze, 1975, pig. 220; Van Dyke, 1982, pigs 28-30; Svensson, 1979, pigs. 430-435; Adam, 1979; Degansar, 1987: Knopf, 1982, pigs. 29-39; Laforest, 1991; Ajeensta, 1988, cap. 8; F. Morton, 1985, pigs. 73-85; Schwarz, 1986, cap. 1; Broce, 1980, pigs, 44-45; Asch, 1984, pigs. 75-88 y 100-104; Weave, 1985, pigs. 141-142. Para mis referencias y dscusin, vése Kym lick, 19892, cap. 7: cambién Kymnlcka, 1991 pos émnicos 0 nacionales? ¢Se deberfan trazar fronceras internas (distritos. legislacivos, provincias, Estados) rendences a logeat que las minorigs culcu. rales formen una mayorfa dencro de una cegién local? ;Deberia devolver poderes gubernamentales el nivel cencral a niveles locales o regionales con- trolados por minorias concretas, especialmente en temas culeuralmente de licados como la inmigracién, las comunicaciones y la educacién? ;Debe- ‘fan diseribuirse Jos organisms politicos de acuerdo con un principio de proporcionalidad nacional o étnica? {Se deberfan conservar y proteger las zonas y lugares de origen cradicionales de los pueblos indigenas para su ex. clusivo beneficio, procegiéndolas de Ia ustrpacién de los colonos 0 de los explocadores de cecursos? ¢Qué grado de integracién cultural puede exi- gitse de los inmigrances y los refugiados antes de que adquieran la ciuda dania? El problema no es que las doccrinas tradicionales sobre los derechos hhumanos den una respuesta errénea a tales euestiones, sino, mas bien, que menudo no dan ninguna, El derecho a la libercad de expresién no nos dice cual es Ia politica lingifstica adecuada; el derecho a vorar no nos dice como dleben trazarse las fronceras politicas o cémo deberfan distcibuirse los pade- res entre los discincos niveles de gobierno; el derecho a ia movilidad y libre Circulacién nada nos dice sobre cémo debe ser una politica adecuada de inmigraci6n y nacionalizacin, Estas cuestiones se han dejado a les proce- dimiencos habituales de coma de decisiones mayoricarias de cada Escado, Voy a soscener que el resultado de ello es que las minorias culturales son vulnerables a injuscicias significativas a manos de la mayorfa, asf como el agravamiento del conflicto etnoculeural, “Para resolver estas cuestiones. mnera equicative-debemos com- plement: ipios tradicionales de los derechos humsnos con una teo- sfade los derechos d¢ Bs as. Ta necesidad de dicha ceocis ha qucdado dolorosamente clara en EUfOpa Oriental y en la ancigua Unién Soviecica, Las disputas sobre la ausonomia local, el crazado de fronceras, los derechos lingiisticos y fs politica de nacionalizacién han sumido gran parte de la te- gi6n en confliccos violencos, Hasta que no se resuelvan las cuestiones rela Civas a los derechos de las minorfas hay pocas esperanzas de que se pueda restaurac la paz 0 de que se respecen los derechos humanos bisicos Por tanto, no resulea sorprendente que los derechos de las minorfes ha- yan recuperado una posicién preponderance en las relaciones intetnaciona. les. Por ejemplo, la Conferencia sobre Seguridad y Cooperacién en Europa {CSCE) adopts en 199] una Declaracién sobre los Derechos de las Mino- tfas Nacionales y, posceriormence, establecié un Alco Comisionado para las Minorfas Nacionales en 1993, Las Naciones Unidas han estado deberiendo ddos textos imporrances: una Declaracién sobre los derechos de las personas ercenecientes a minorias nacionales 0 écnicas. reliaiosas v linetifericas Ineroduecisn 19 (1993), y un borrador de una Declaracién Universal sobre los Derechos In- digenas (1988). El Consejo de Europa adopré una declaracidn sobre los de- rechos de Ias lenguas minoritarias en 1992 (Ia Carca Europea para las Len« ‘guas Regionales o Minoritarias). Podrfan dacse otros ejemplos. Sin embargo, estas declaraciones siguen siendo objeto de controversias Algunas se adopteron precipitadamente, para ayudar a evicer la escalada del conflicto en Europa Oriental. A resultas de ello, escas declaraciones son bastante vagas, y, 2 menudo, parecen estar motivadas mas por la necesidad de apaciguar a las minorfas beligerances que por un sentido claro de lo que Ja justicia exige. Por consiguience, ni la justificacién subyacente a estos derechos ni sus limices estén todavia clasificados. Creo por tanto que resulta legitimo y, de hecho, ineludible, comple- smentar los derechos human ales con los derechos de las minio- fas. En un Estado multiculcural, una teorfa de la justicis omniabaecadera incluind canto derechos universales, asignados a los individuos indepen- dientemente de su percenencia de grupo, came detetminados derechos di ferenciados de grupo, es decir, un westatus especial» para las cultucas mi noritsrias. El reconocimiento de los derechos de las minarias conlleva unos ries- g0s obvios. Los nazis —y también los defensores de la segcegacién cacial y el apartheid— hicieron uso y abuso del lenguaje de los derechos de las mi- norfas. Dicho Lenguaje lo han empleado también por doquiier nacionaliscas y fandamentalistas incolerances y beligerantes para justificar ln dominae ci6n de los pueblos que no percenecen a su grupo, asf como para reprimir a los disidentes dentro del grupo propio. De ah gue una ceoria liberal de los derechos de las minorias deba explicar cSmo coexisten los derechos de fas mi nnorfas con los derechos humanos, y también cémo los desechos de las mino- sfas estdn limitados por los principios de liberted individual, democracia y justicia social. Tal explicacién constituye justamente el objetivo de este libro 2, ESTRUCTURA DEL LiBEO. Decie que las sociedades modernas son crecientemente «multiculeura- les» es casi una ttivialidad. Sin embargo, la vaguedad del cémino oculca a menudo importantes distinciones. La primera parte del segundo capitulo considerard diversas formas de pluralismo cultural. Concretamente, guiré entre Estados «multinacionalesm (donde la diversidad culcural surge de la incorporacién de culcuras que antetiormente poseitn aucogobierno y 7. Para un resumen de estos progresos, véase Lernes, 1991; Thornberry, 1991; Bloed, fannum. 1993. 20 Gtudadania mulciculearsl estaban concentradas territotialmente a un Estado mayor) y Estados «po- ligenicos» (donde la diversidad cultural surge de la inrnigracién igdividual y familiar), Exploraré cambién las diferencias encre «minorfas nacionales» (en Estados multinacionales) y «grupos étnicos» (en Estados poliétnicos); ‘me ocuparé después de la relacién encre raza, eniz y nacionalidad. El resto del capitulo segundo’ proporciona una ripologia de los diferen- tes cipos de los detechos de las minorfas que pueden exigir grupos émnicos y nacionales. Conctetamente, distinguiré: * derechos de autogobierno (la delegaci6n de poderes a las minorfas na- Cionales, @ menudo « través de algiin tipo de de federalismo); + derechos poliéenicos (apoyo financiero y proreccién legal para devermi- nadas préctices asociadas con determinados grupos Etnicos 0 religio- 0s); y ‘+ derechos especiales de representacién (escatios gasantizados para grupos éznicos o nacionales en el seno de las insticuciones cencrales del Estado que los engioba). Daré ejemplos de cados ellos en diversos paises y exploraré algunas de las diferencias clave encre dichos pafses en términos de repzesentacién ins- titucional y proteccién consticucional. Estas cres formas de derechos diferenciados por grupos se suelen déscri- bir como «derechos colectivos». En el capitulo tezcero exploraré la conexién entre derechos colectivos y derechos individuales. Muchos liberales creen ‘que los derechos colectivos se contradicen incrinsecamente con los dere- chos individuales. Argumentaré que hay que distinguir encre dos signifi- cados de derechos «colectivos». Los derectios colectivos pueden refetitse al derecho de un grupos limicar la libertad de sus propios miembros en nom- bre de la solidaridad de geupo o de la purezs culcuaral («tescricciones incer- ras»), 0 bien pueden aludir al derecho de un geupo a limiear el poder polt- tico y econémico ejercido sobre dicho grupo por la sociedad de la que forma parce con el objeto de asegurar que los recursos y las instieuciones de que de~ pende la minorfa no sean vulnerables a las decisiones de la mayorfa («pro- tecciones externasn), Soscendré que escas protecciones no encran necesaria~ ‘mente en conflicto con la libertad individual. De hecho, el rasgo distintivo de una ceoria liberal de los derechos de las minorias es precisamente que Gea acepra algunas protecciones externas para los grupos étnicos y las mi- nosfas nacionales, pero es muy escéptica ante las rescricciones intemas, En el capftulo cuarto esbozo le telacién histérica entre el liberalismo y los derechos de las minorias. Los liberales del siglo x1x, asf como los del pe- Hfodo de encreguettas, apoyaron de forma generalizada los derechos de las minotias, Las razones que explican el cambio en Ia teotfa liberal tras la se- ganda guerra mundial son complicadss, de ab que intente dar cueara de ntroduceiéa = 21 algunas de ellas. Parte de la explicacién se basa en el declive del imperio britdnico y en el fracaso de In Sociedad de Naciones. Otto factor importan- te es la creciente influencia en todo el mundo de la concepcién estadouni~ dense de una Constitucién ciege en materia de etnicidad. Argumencaté que esta concepcién estadounidense fue configurada por Factores ‘inicos (como, por ejemplo, la segregracién racial y la magnicud de la inmigracién) que no son necesariamente aplicables a otros paises. De hecho, sostendré que la creencia estadounidense en una Constitucién ciega en maceria de etnicidad 1o ¢s ni siquiera vélide para los Estados Unidos, puesto que ignora el esta- tus de los indios americanos, de los portorriquenos y otros pueblos. En el capitulo quinto analizo el papel de la culcura en la ceorfa demo- cexdtica liberal. Primero defenderé una determinada visin del liberalismo, basada en un compromiso con la libertad de eleccién y con (una forma de) Ja autonomia personal. A continuacién explicaré por qué dicha visién libe- ral no sélo es consistente con el interés por la percenencia cultural o écnica, sino que incluso exige tomar dicho dato en consideracién. Argumentaré que Ia elecci6n individual depende de Ia presencia de una cultura societal, definida por Ie lengua y Ia historia, asf como que Ia mayorfa de las personas se sienten fuertemente vinculadas con su propia cultura. A pattir de dicha concepcién del liberalismo, exploraré en el capitulo sexco tres de los principales argumentos en favor de los derechos diferent dos en fancién del grupo para minorias nacionales y grupos. Concrecamente, distinguiré entre los argumencos basados en Ja igualdad, cuyo objetivo es mostrar que las minosfas tienen que hacer frente a ciercas desventajas in- justas que pueden cectificarse mediante un derecho difecenciado en fancién del grupo; y diversas argumentaciones batadas en la historia, cuyo objetivo 5 mostrar que la minora tiene cierto derecho histético a un derecho dife- renciado en funcién del grupo, fundamencado en unm soberania previa, en tratados 0 en algiin otto acuerdo o precedente histérico. También abordaré las tesis que reivindican el valor intrfnseco de la diversidad cultural y cémo esto se relaciona canto con la igualdad como con las argumentaciones his- trices. El capitulo séptimo se centra en las cuestiones de cepresentacién poli- tica, especialmente en fas propnestas para garantizar escafios en el cuerpo legislativo central para los miembros de determinados grupos émnicos o na- cionales. Discutité algunas de las dificultades practicas y ceéricas que plan- tean tales propuestas y consideraré formas alternatives de asegurar una voz ‘las minorfas en la toma de decisiones politicas. También abordaré la ven- si6n entre los derechos de autogobierno (que reclaman la delegacién del poder del gobierno central 2 la comunidad minoritaria) y los derechos de Fepresentacién (que exigen que se garantice Is representacién de las mino- fas en el gobierno central), 22) Ciudedanfa muleicultural: En el capitulo actavo discutiré cmo deberian responder los liberales a situaciones en las que las minorfas exigen el derecho a restringig las liber- tades civiles y polfticas bisicas de sus propios miembros. He sefialado ya gue una ceoria liberal de los derechos de la minorfa no puede justificar ta- les «restricciones internas»; esto es, no puede aceprar Ia idea de que resul- ta moralmente legitimo para un grupo oprimir a sus miembros en nombre de Ia solidaridad geupal, la ortodoxia religiosa o la puseza cultural. Tal con- ducta conculca el compromiso liberal con la auronamia individual. Estd claro que algunas minorias descan tales restricciones intecnas y no compar- ten el compromiso liberal con la auronomia. ¢Se sigue de ello que los Estados liberales deberian imponer las normas libecales sabre las minorfas ilibera- les? Esto plantea complicadas cuestiones sobre el significado de la colecan- cia y sus limices. De ahi que aborde la relacién entre los valores de colerancia y auronom/a individual en [a teorfa liberal y subsraye algunos de los faccores que deben renerse en cuenta a I hora de evaluat la legitimidad de imponer valores liberales « minoriasiliberales, En el capiculo noveno me ocupa de la preocupacién acerca de que los derechos diferenciados en funcién del grupo concedidos a cultutas minori- ‘arias inhibirin el desarrollo de una identidad comparcida, necesaria para un orden social estable. A muchas personas les preocupa que la ciudadanfa di- ferenciada en funcién del grupo fomence que los grapos se centren en sus diferencias y no en sus objerives compartides. Se supone que la ciudadania iene una funci6n integradora, pero, puede desempefiar tal funciGn si la ciudadania no es una identided legal y politica comin? Argumentaré al respecto que los derechos de represencacién y los derechos poliétnicos son coherentes con la ineegracién de los grupos minoritatios y que, de hecho, pueden ayudar a este integracién. El derecho al autogobierno, por otra par- fe, plantes una scria amenaza a la uni sucial, puesto que propicia que la minocia nacional se considere a sf misma como un pueblo separado que po- see derechos inttinsecos a contar con su propio gobierno. Sin embargo, ne- gar el derecho al aucogobierno también puede amenazat Ia unidad social, alencando la secesién. Creo que una de las tareas més urgentes a las que deben enfrencarse los liberales en le actualidad es la de identificat las bases de la unidad social en los Estados multinacionales. En el capsculo final expongo, a modo de conclusién, algunas especula- ‘ciones acerca del fucuro de la ciudadanfa mulciculcural. Muchas personas, de todas las tendencias politicas, esperaron y dieron por supuesto que las idencidades éenicas y nacionales serian una fase transivoria de la historia humana. Se suponia que las lealcades escrechas de miras se desvanecerfan a medida que el mundo se integrase politica y econémicamente cada vez mis. En realidad, la «globalizacién» ba propiciado en muchos casos que las minosfas mancengan una identidad y una vida grupal distinta. La globali- Introduccion 23 zacién ha hecho que el mito de un Estado culeuralmence homogéneo sea todavia més irceal y ha forzado a que la mayoria, dentro de cada Escado, sea ms abierta al pluralismo y a la diversidad, En un mundo de libre comer- cio y comunicaciones globales, la nacuraleza de las identidades éenicas y nacionales estd expetimentando un cambio, pero el reco del multiculcuca~ lismo sigue en pie, Capieulo 2 LAS POLITICAS DEL MULTICULTURALISMO Las sociedades modernas tienen que hacer frente cada vez més a geupos minoritarios que exigen el reconocimienco de su idencidad y la acomoda- cin de sus difecencias culcurales, algo que 2 menudo se denomina el reco del «multiculturalismo». No obscance, el término «multiculeuralismo» abar- ca formas muy_diferences de pluralismo culcural, cada una de las cuales plancea sus propios retos. Existen diversas formas mediance las cuales las ‘minotfas se incorporan a las comunidades polfticas, desde la conquista y la colonizecién de sociedades que anteriormente gozaban de aucogebierno hasta la inmigracién voluntatia de individuos y familias. Estas diferencias en Ia forma de incorporacién afectan a la nacuraleza de los grupos minori- tarios y el tipo de relaciones que éscos desean con la sociedad de Ia que for~ ‘man parce. De aby que las generalizaciones sobre los objetivos o las consecuencias del malticuleuralismo pueden ser bascante equivocas. De hecho, gran par- te del debare piblico sobre el muleiculturalismo acusa dicho defecto. Por ejemplo, quienes se oponen al multiculcuralismo suelen afirmar que éste encapsula 2 las minorfas en un gueto, impidiéndoles su integracidn en el ‘geueso de la sociedad; los parcidacios del mismo responden, por el concra- rio, que la preocupacién por la incegracién es un reflejo del imperialismo caltural, De hecho, ambas acusaciones constituyen generalizaciones excesi~ vvas que ignoran las diferencias entre los grupos minoricarios y malincer- ppreran sus auténticas mocivaciones. En el presente capfculo, me centraré en dos modelos amplios de diver sided culeural Bn eljprime?tcaso, la diversidad cultural surge de la incor- poracién de culeuras, que previamente disfrucaban de aurogabierno y estaban ‘ertitorialmence concentradas a un Estado mayor. Una de las caractecisti- ces discintivas de las culeuras incorporadas, a las que denomino «minorias nacionales», es justamente el deseo de seguir siendo sociedades distincas respecto de Ie culcura mayoricaria de la que forman parce; exigen, por can- to, diversas formas de aitonomia o aucogobierno para asegurat su supervi- vencia comio sociedades distinas. tEnel caso, la diversidad culcural surge de Ie inmigracién in- dividual y familiar. Escos emigrances acostumbran a unirse en asociaciones Ane mee of euenecranrec nine vow 2 dannminar «arinns érnicasy. A. eo Sludadania mutticultural grandes tasgos, dichos grupos desean integrarse en la sociedad de la que Forman parte y que se les acepte como miembros de pleno dereaho dela misma, Si bien a menudo pretenden obrener un mayor reconocimiento-de su identidad étnica, su objetivo na es convereirse en tuna naciGn separada y surogobernada paralela a la sociedad de la que que forman parce, sino mo- dificar las instiruciones y las leyes de dicha sociedad para que sea més per- meable a las diferencias culeurales, Se rrata, naturalmente, de modelos generales, no de leyes de la naturale 24, pot lo que cada categoria general requerics mayor refinamienco y precision a medida que veyamos avanzando en el andlisis y argumentacién, Sin em- bargo, no podemos empezar a entender y a evaluat les politicas del mult culturalismo a menos que comprendamos cémo la incorporacién histérica de los grupos minoritarios configura sus insticuciones colectivas, sus iden- tidades y sus aspiraciones, Por consiguiente, empezaté por describir la natti~ raleza de estas dos categorias amplias (aparcado 1) y, a continuacién, abor- daré las exigencias especificas implicicas en cada una de ellas (apactado 2), 111. Estapos sruttunacionates ¥ Estapos rouETNicos ~ Una fuente de diversidad cultural es la coexistencia, dentro de un de- terminado Estado, de mds de una nacién, donde «nacién» significa una co- munidad histérica, més o menos completa insticucionalmente, que ocupa tun eerricorio o una tierra nacal determinada y que comparce una lengua y una culeura diferenciadas. La nocién de «nacién», en este sentido sociolé- ico, esté estrechamente relacionada con la idea de «pueblo» o de «cultu- 2»; de hecho, ambos conceptos resultan a menudo intercambiables, Un pafs que contiene mas de una nacién no es, por tanco, una nacién-Estado, sino un Fetado muleinacional, donde les culeuras mis pequefias conforman las «minorfas nacionales». La incorporacién de diferentes naciones en un solo Estado puede ser involuntaria; ejemplos de ello son la invasién y con- quista de una comunidad cultural por orca o la cesién de la comunidad de tuna potencia imperial a orca oel caso en que el suelo patric es invadico por sgentes dispuestas a colonizar dicha comunidad. No obstance, la formacién de un Estado multinacional también puede darse voluncariamence, como sucede cuando culvuras diferentes convienen en formar una federacién para su beneficio mutuo, Muchas democracias occidentales son multinacionales. Por ejemplo, en los Estados Unilos existen diversas minorias nacionales, entre las que se cuentan los indios americanos, los porcorriquefios, los descendientes de mexicanos (chicanos) que vivian en el sudoeste cuando los Estados Unidos se anexionaron Texas, Nuevo México y California tras la guerra mexicana de 1846-1848. los narivas hawaianns. Ine chamneme de Guam v arme iele. as polficas del multiculeuralismo 27 dios del Pacifico. Todos estos grupos fueron involuntariamente incorpora- dos a los Estados Unidos mediante ls conquista o la colonizacién, De haber existido un equilibrio de poder discinto, estos grupos hubieran podido re- tener 0 establecer sus propios gobiernos soberanos. Ocasionalmente, en Puerco Rico o entre las principales tribus indias emerge Ia reivindicacién de la independencia, aunque la preferencia histérica de estos grupos no ha sido dejar los Estados Unidos, sino aleanzar la autonomia denero de ellos. La mayorfa de estos grupos fueron adquiriendo un estacus politica es- pecial a medida que iban siendo incorporados. A las cribus indias se las Feconocié como anaciones internas dependiences», con sus propios gobier- nos, cribunales y derechos establecidos mediance cracados; Puerto Rico es tuna commonwealth y Guam un «protectorado». Cada uno de estos pueblos est federado con Ia organizacién politica estadounidense y goza de expe- ciales comperencias de aurogobierno. Asimismo, cales grupos disfruan de derechos respecco de su lengua y el uso de su tertitorio. En Guam y Hawai, la lengua indigena (chamorro y ha~ waiano) tiene el mismo estacus que el inglés en las escuelas, les tribunales yy todo lo que suponga traco con el gobierno, mientras que en Puerco Rico la Ginica lengua oficiales el espafol. El Trarado de Guadalupe Hidalgo, fir- mado en 1848, garantizé los derechos lingitisticos a los chicanos del sudo- este, aunque éstos fueron abrogados tan pronto como los colonos angléfo- nos constituyeron la mayorfa de la poblacién. Los nativos hawaianos, los esquimales de Alaska y las tribus indias cambién tienen legalmente reco- nocidas sus exigencias cerritoriales, reservandoles deverminadas zonas del territorio para su uso exclusivo y garancizindoles su represencacién en de- teminados organismos reguladores. En resumen, en los Escados Unidos las minorfas nacionales poseen diversos derechos cuyo objetivo es reflejar y proteger su estatus como comunidades culturales distincas; ademas, dichas ‘minotfas han luchado para conservar y aumentar tales derechos.' La mayor parte de estos grupos son relativamence pequefos yestin yeo- gréficamente aislados. Todos juntos Gnicamente consticuyen una fraccién de la poblacién total estadounidense. A resultas de ello, estos grupos han sido marginales para la auroidentidad de los escadounidenses; de ahi que, de hecho, muchas veces fos politicos y los teéricos estadounidenses hayan 1. Para un estudio de les derechos de las minorfas nacionales en los Estados Unidos, véase O'Brien, 1987, Sobre lt invisibilidad de estas grupos en la historia conssitucional y polfcice de los Estados Unidos, véase Ball, 1989; Resnik, 1989; Aleinikoff, 1994, Sobse la ‘cuestin de la secesién de las cribus Indias, véase Jensen, 1993. La abeogacién de los dere- ‘choslinglfsticos de los chicanos se asemejaal destino de los més en Canali, cayos derechos racionales fueron reconocidos cuando Manitoba ingress en la Confederacin, pars ser abo- Tides cusndo los calonos ingleses fuecon mayaritaris en Ia provincia. Compsrese Glazer, $902 fe 77 one Whainerain 1ORK hor AKA? Charrrnnd 1001 w 109% née 341 28° Ciudadanfa mulsiculearal negado ¢ infravalorado 1a mera existencia de las minorias nacionales y de sus derechos de aucogobierno. . En otros pafses Ia existencia de minorfas nacionales cesulta més pacen~ te. El desarrollo histérico de Canadé ha implicado la federacin de cres geu- pos nacionales distincos: ingleses, franceses y aborigenes.? En su origen, la incorporacin de la comunidad quebequesa y aborigen a la comunidad po- litica canadiense fue involuntaria. Los cecritorios indios fueron invadidos por los colonos franceses que, a st vez, fueron conquistados por los ingle- ses, Mientras que en el caso de Quebec la posibilidad de la secesién es muy teal, la preferencia hist6rica de estos grupos —como sucede con las min ‘fas nacionales en los Estados Unidos— no ha sido abandonar la federacid sino renegaciar los eérminos de ésta para aleanzar un mayor nivel de auto. no Gran parte de los momentos decisivos de la historia canadiense se han cenerado en estos intencos de renegociar los eétminos de la federacin entre ingleses, franceses y aborigenes. Los términos de la federacién se recogen en una serie de documentos protegidos por la Constitucién, incluyendo los tratados y las reivindicaciones territoriales con los aborigenes, asi como el acuerdo de confederacién entre las colonias angléfonas y francéfonas de la Norteamérica britdnica de 1867, La tentativa més reciente de renegociacién finalizé en octubre de 1992, cuando mediante un referéndum nacional se rechazé una propuesta para enmendar fa Constiucién (el Acuerdo de Charlottetown). Dicho acuerdo hubiera reforzado el «derecho inctinseco al autogobiernon de los aborige- 2. ea gaps conden a ios un cia evident spud ipenivo ronal see rome sAcinbln Navn lepiod casos cru nos deaminase he ms Nace Be peo goss pis shorn cron nse con eer een bese corde lngens (nei, mel eso si elo in Bein kp sac cal enue nme ies tae es ee pops ends comuntarar svete, Enamel teehee Sk Ses ence gp lingo, dexeneeemr seade center ney ulna esi ron npn serps ence eee oe Shen pucbls dios Por ae pres mle pecan ae decir scales anes oe rn eon a epee eae province Quer one af as rac bn occa Poca fn ncn ade Qube 7 trl fare nal seep ee meteor vin ce to rn pope tod nr enti fea, de errant eae Me, 1506: Ct) Zyebe, 95, ng 24 Sone wo de lng et mood pot sabres ns queue mis en ena vns Cats 958 pope a e595: Lone 199 no, 195 Las politicas del mulsieuleuralisme 29) nes y hubiese concedido un estatus especial a Quebec, como «la tinica so- ciedad con una mayoria lingiifstica y culeutal francesa en Canada y Norte- améticen Otras muchas democracias occidentales son también multinacionales, ya see porque incorporaron por la fuerza a las poblaciones indigenas (como, por ejemplo, Finlandia y Nueva Zelanda), o porque se consticuyeron median- te la federacién, més 0 menos voluntaria, de dos o més culearas europeas (como, por ejemplo, Bélgica y Suiza). De hecho, muchos paises del mundo son multinacionales en el sentido de que sus fronceras se crazaron de forma que incluyeran el territorio ocupado por culturas preexistentes que a menudo dis- ponfen de autogobierno. Este es el caso de la mayoria de pases del anciguo Bloque comunista (véase Dreyer, 1979; Connor, 1984) y del Tercer Mundo (Rothchild y Olorunsola, 1983; Selassie, 1993; B. Davidson, 1992). ‘Afirmar que estos pafses son Estados «multinacionales» no significa negar que, a algunos efectos, los ciudadanos se auroconsideren un tnico pueblo, Por ejemplo, los suizos tienen un fuerce sentido de lealtad comin, pese a sus divisiones culeurales y lingilisticas. De hecho, los Estaclos mul nacionales no pueden sobrevivir 2 menos que sus diversos grupos naciona- les mantengen su lealtad a la comunidad politica mas amplia en la que ¢s- tn incegrados y con Is que cohabitan, Algunos estudiosos desctiben dicha lealcad comiin como una forma de idencided nacional y, por canto, consideran que Suize es un Estado-nacién, algo en mi opiniéa erréneo, Debemos discinguir el «pattiotismon», el sen timiento de lealtad a un Estado, de Ia identidad national, él sentido de per- tenencia @ un grupo nacional. Ei Suiza, como en la mayoria de Estados multinacionales, los geapos nacionales sienten lealcad hacia el Estado en su totalidad s6lo porque éste reconoce y respeta su existencia camm nacién di- ferente. Los suizos son pattiocas, pero la Suiza a la que son leales se define ‘como una federacién de distintos pueblos. Por esta razén, es preferible con- siderarle un Estedo mulcinacional e incerprecar los sentimientos de lealrad comtin que genera dicho Estado como patriatismo compartido, no como wna idencidad nacional comin. ~ La segunda fuente de pluralismo culeural es la inmigracién. Un pais ‘manifestard pluralismo cultural si acepta como inmigrantes a un gran ni- mero de individuos y familias de otras culeuras y les peemice mantener al- gunas de sus particulacidades émnicas. Esco siempre ha sido un aspecto im- portantisimo de la vida en Australia, Canada y los Estados Unidos, que poseen los tres mayores indices de inmigracién per edpita del mundo. De hecho, més de la mitad de coda la inmigracién legal mundial se produce en tuno de estos tres paises. Antes de 1960, se esperaba que los inmigrances a estos paises abando- nasen sn herencis distintiva v se asimilasen coralmente a las pautas culeu- 30° Cludadania muleiculeurat rales existences, fo que se conoce como modelo inmigrarorio de. «anglocon- formidads. Asi las cosas, a algunos grupos se lés-riégaba la entraela si no se les consideraba asimilables (por ejemplo, las cestricciones a la inmigracién china en Canadé y los Estados Unidos o la polftica de inmigracion de «s6lo blancos» en Australia). La asimilacién se consideraba esencial para la esta~ bilidad politica, algo que se racionalizaba posteriormente mediance la de- nigracién etnocéncrica de las otras culcuras. Esce compromiso compartido con la angleconformidad queda oscure- cide por el popular —pero equivoco— contraste entre el melting por esta- dounidense y el «mosaica érnico» canadiense, Pese a que el «mosaico éeni- com tiene una connocacién de espero por la integridad de las culturas inmigrantes, en la préctica simplemente significa que los inmigrantes a Canada pueden escoger entre dos culturas 2 las que asimilarse. Aunque Ca- nad es binacional, Ia «tensa tolerancia que franceses e ingleses se profesan recfprocamence no se extendié a los extranjeros que se resistieron a la asi- milaci6n o fueron considerados inasimilables».? Sin embargo, a principios de los afios setenta, y bajo la presién de los grupos inmigrances, los tres pafses abandonaron ef modelo asimilacionis- tay adoptaron una politica mas tolerante y pluralista que permite y, de hecho, estimula que los inmigrantes mantengan diversos aspeccos de su he~ rencia éenica. En la actualidad se acepra (aunque no de una manera uné- nime) que los irimigrances debetfan tener libertad para mantener algunas de sus antiguas costumbres respecto de Ia alimentacién, la indumenca- ria, la religién, asf como derecho a asociarse entre sf para mantener tales priccicas. Tal conducea ha dejado de considerarse ancipatriécica o antiame- rican 3. Porter, 1987, pig. 154; véase Reite y Breton, 1994; Palmer, 1976, De ser cieeto «que los grupos iamigrantes parecen més cohesionades en Canad, ello se debe probable- ‘mente a que éstos contienen una mayor proporcién de inmigrantes recientes que los pri pos éxnieas en los Estados Unidos, to cual, a su ve2, se debe al mayor nice de inmigta- cidn del Canad, En 1981, el 16,19 de los cesidentes en Canadié habian nacido en el extranjeto, compardo con el 6,2 % de los Estados Unidas (Laceko, 1994, pigs. 28-29) Sin embargo, el proceso de integracin de los inmigrances asentados, asf como de sus hi- js, es similar en ambos pases. El cérmina melting-pur eambign es hasta cierto punto ea) “ xoco, Este cérmina alude fundamencalmente a la fusion biolégiea de diversos grupos ce os (blancos) « través de los macrimonios mixtos, més que 1 In fusign de sus précticas eulzurales. Segun Theodore Roosevele, las «represenrances de muchss razas anciguas del ‘mundo se estin uniendo en ua nuevo tipo», pezo vel crsol en el que se han fundido eodos os nuevos tipas hasta convertrse en uno solo se configuré desde 1776 hasca 1789, y nues- tra nacionalidad se 6 definiivamence, con codas sus caracteristias esencales,en el hom bre de la épocs de Washington» (cicado ea Gordon, 1964, pég. 122). Esto es particular- mente cierto en el caso de fa lengua, como se comentari més adelante en este mismo anil, aa Las policicas del muleiculeuratisma 31 Es importante distinguir este cipo de diversidad culeural del propio de las minotfas nacionales. Los grupos inmigrances ni son wnaciones» ni ocu- pan tierras nacales, su especificidad se manifiesta fundamencalmente en su vida familiar y én las asociaciones voluntarias, algo que no cesulta contra~ diccorio con sti inteBTaCISn institucional. Tales grupos participan en las instituciones piblicas de la(s) culcura(s) dominante(s) y se expresan en tals) lengua(s) dominante(s). Por ejemplo, en Australia y los Estados Unidos, los inmigrantes (2 excepcién de las personas mayores) deben aprender el inglés para lograr la ciudadania; ademds, el inglés es una de las asignaturas, bl gatorias en Ia escolarizacién infantil. En Canadé, deben aprender cualquie- ta de las dos lenguas oficiales, ftancés 0 inglés. El_compromiso para asegurar una lengua comtin ha sido una de las ca- sacteristicas constantes de la hiscoria de la politica de inmigracién. De he- cho, como Gerald Johnson dijo de los Estados Unidos, «una de las peque- fas paradojas de Ja hiscotia es que ningtin imperio plucilingiie del viejo mundo se atrevié a ser tan despiadado como para imponer una tnica len- gua a codo el conjunto de le poblaciéa, algo que sf hace la reptiblica libe- ral, "que defiende el principio de que todos los hombres han sido creados iguales"».' El rechazo de la angloconformidad no significé el debil miento del compromiso de asegurar que rodos los inmigrantes acabarfan siendo angléfonos, algo que se considera esencial si éstos van a tener que incluirse en el grueso de la vida econémica, académica y politica del pais Asf pues, si bien por une parte los grupos inmigrantes han afirmado cada vez més su derecho a expresar su particularidad étnica, por otra desean hacerlo dentro de las instituciones piblicas de la sociedad angléfona (o francéfona, en Canada). Al cechazar Ja asimilacién, dichos grupos no pre- tender insteurer une sociedad paralela, como sucedle de forma cacaccerfstica Com'las minorias nationales. A consecuencia de ello, canto Estados Unidos ‘como Australia cuenta con diversos «grupos écnicas» a modo de culruras imprecisamence agregadas dentro de Ia sociedad angléfona preponderante; es decir, poseen lo que denominaré «poliernicidad». De igual manera, en Canadé existen subcultaras étnicas eanco en ia sociedad angl6fona como en la francéfona. Es posible, en ceorfa, que los inmigrantes devengan minorias naciona- les, a condicidn de que se establezcan conjuntamente y consigan compe- tencias de autogobierno. Esco es justamence lo que sucedié con los coloni- zadores angl6fonos a lo largo del imperio briténico, con los colonizadores hispanos en Puerto Rico y con los colonizadores franceses en Quebec. Los 4, Johnson, 1973, pig. 119. Véase eambiga Telefon, 1989, caps. 3-4 y Carlson, 1975. Pace un estudio oraiabareador de la iscoria de ls dvechoslingteieos en los Es- tados Unidos, vése Kloss, 1997.

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