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Bernardin Cédric M2 FLE

ENSAYO : HEROES Y MITOS MODERNOS

La necesidad de héroes hoy en día sigue siendo viva: la notamos en varios ámbitos como en
el cinema con sus “superhéroes” que atraen masas, en la lucha libre de México que también
tiene a sus aficiones, o en los relatos de acciones heroicas anónimas... La necesidad existe,
pero no se vuelve un héroe de la vida real quien quiera. El héroe tiene que cumplir con unos
criterios que evolucionaron a lo largo de la historia humana y el camino para la posteridad
no parece del todo sencilla. Entonces, ¿Para qué necesitamos a héroes o ser héroes? Para
intentar contestar esta pregunta, primero veremos cómo se puede definir un héroe hoy en la
actualidad, antes de analizar las condiciones para entrar al patrimonio cultural de un grupo
de individuos. Una vez la necesidad de héroes, personajes patrimoniales, y mitos comprobada,
intentaremos entender las funciones del objeto de mito para el común de los mortales.

Después de la Segunda Guerra Mundial, se operó un cambio en la percepción de la guerra y


del héroe. Desde entonces, la guerra se volvió sinónima de víctimas y sufrimiento. El mito
del héroe guerrero que lucha contra el enemigo ya no convenció a las masas. El héroe
moderno sigue tratando de salvar el mundo, pero ya de forma pacífica, buscando causas
nobles y justas: podemos mencionar las exploraciones del Comandante Cousteau en todos
los mares del mundo, quien en aquella época afirmaba preocuparse por el medioambiente y
dar a conocer las bellezas de nuestro planeta, contribuyendo por otra parte a desarrollar su
figura heroica y su leyenda personal de explorador de los tiempos modernos.

Al hablar de causas y luchas, es inevitable pensar en los héroes políticos, ya que ellos
destacan por el peso de poder, en mayor o menor grado, que adquieren. Aunque el siglo XXI
se encuentre con dificultades a la hora de escoger a sus héroes políticos, no se puede negar
la importancia que tuvieron algunas personalidades políticas durante el siglo pasado: Ernesto
Guevara que buscaba implementar un cambio social en el continente americano por medio
de la guerrilla, Nelson Mandela y su lucha contra el Apartheid, así como mucho más
recientemente, el presidente Colombiano que recibió el Premio Nobel de la Paz en el 2016
por la reconciliación entre el gobierno colombiano y los Farcs. Cabe mencionar que los que
fallecieron ya se convirtieron en un mito y/o personaje patrimonial, respaldados por las
nuevas

Sin embargo, paulatinamente, el héroe político está cediendo su lugar al pueblo que busca
estar en pie de lucha por causas diversas, pero siempre en nombre de la colectividad. Tal es
el caso de la agrupación Acción Cívica en España, que lucha por alcanzar la justicia para
todos, después de numerosos casos de corrupción en ese país, o el emblemático ejemplo de
la gente que se juntó después del temblor en la ciudad de México, hace unos meses, para
ayudar a salvar lo que aún se podía. Estos grupos muestran una lucha por una causa justa y
noble, manifestando así justicia, humanismo y solidaridad, y al final de cuenta, un heroísmo
colectivo que al mismo tiempo preserva un cierto anonimato protector.

De esta forma, nos damos cuenta que la sociedad civil también es capaz de “producir” héroes
colectivos pero también individuales. El héroe de la sociedad civil puede ser “cimarrón”, un
ser humano sin derechos que escogió la libertad para organizar su vida según sus ritos y
costumbres. También se puede usar la política con fines de justicia, de humanismo o de
solidaridad, tal como lo hizo Eva Perón, quien aprovechó el poder político de su marido para
luchar a favor de los derechos de los más pobres y de las mujeres, entre otras cosas. Para
terminar, cabe mencionar a otro héroe de la sociedad civil, el héroe deportista. Más en la
tradición guerrera pero no hay enemigo, sino un oponente que hay que vencer respectando
unas reglas. Esto que puede generar admiración de la parte de un público interesado por sus
proezas como Teddy Riner, con diez títulos mundiales de judo o François Gabart que acaba
de dar una vuelta al mundo a vela en solitario en solamente 42 días, hazaña nunca alcanzada
antes.

A lo largo del tiempo, el concepto de héroe fue variando de un ideal guerrero individualista
a uno más pacífico y colectivo. La constante permanece en su función social que nunca
cambió, la de crear un sentimiento de admiración hacia el héroe por su forma de ser o sus
acciones. No obstante, nos podemos preguntar cuáles son las condiciones de un héroe para
que éste se vuelve mito o puede encarnar una nación.

La verdadera vida del héroe a menudo comienza después de su muerte, con la adoración de
la cual él es el objeto, ya que lograr hazañas en pro de la sociedad no es suficiente, pues es
necesario que éstas sean públicas. Personas como Aquiles quien fue durante siglos modelo
de excelencia aristocrática, así como Juana de Arco o Vercingétorix, llamados a encarnar la
historia nacional y ofrecer a los ciudadanos un sentido patriótico, son un claro ejemplo de la
permanencia de la figura del héroe en la memoria histórica de una colectividad. De esta
manera, productos de un discurso, los héroes son exaltados a través de la historia de la
escritura.
En la actualidad, podemos observar que los medios de comunicación son un acelerador de
creación de notoriedad y contribuyen a la construcción del héroe o a su rápida destrucción,
en algunas ocasiones. Los héroes de la telerrealidad son un triste ejemplo de la brevedad del
momento de gloria y nadie apostaría que se convirtieran algún día en un personaje
patrimonial. La historia nos ha hecho ver que un personaje histórico puede adquirir una
dimensión patrimonial si es lo suficiente consensual para un grupo humano y puede cargar
un peso simbólico lo suficiente fuerte para agarrar una dimensión identitaria para ese grupo.
Por lo tanto, los personajes patrimoniales necesitan ser vistos y escuchados, pero también
admirados e incluso queridos por su forma de ser, sus ideas o sus realizaciones. En Francia,
parece ser que algunos de estos personajes patrimoniales descansan en paz en el panteón,
como signo de reconocimiento de la nación, como Victor Hugo o Marie Curie.
El mito alrededor del héroe tiene también que ser entretenido gracias a un trabajo de
conservación y de mediatización. El objetivo es que las instituciones gubernamentales,
escolares y asociaciones de la sociedad civil actúen para que la memoria colectiva acerca del
héroe sea transmitida a las nuevas generaciones. Sin este trabajo colectivo, el héroe y su mito
están en peligro de desaparición, pues tal como dice el dicho popular: una persona muere dos
veces, una en cuerpo físico y otra cuando la gente deja de hablar de ella. Aunque hayan
pasado siglos, sigue presente en la mente de muchas personas el mito de los 300 guerreros
de Esparta que lucharon hasta la muerte contra el enemigo persa durante la Batalla de las
Termopilas durante la Segunda Guerra Médica por una película de acción estadunidense.
Reportajes, documentales, películas, libros, conmemoraciones oficiales de nacimiento, son
ejemplo de medios tradicionalmente usados para mantener vivo el mito acerca del personaje
patrimonial.
A pesar de sus virtudes y proezas cuando era vivo, el personaje emblemático casi siempre
necesita ser muerto para volverse un personaje patrimonial. “Sin público no hay héroe”
escribió André Malraux, y no hay admiradores sin difusión: el individuo se vuelve héroe en
parte gracias a su notoriedad que se tiene que entretener vivo y tras su muerte.

El éxito de la lucha libre en México es muy revelador de la sobrevivencia de los héroes a


través del tiempo. Aunque la gente sepa que los luchadores son comediantes y que todo es
ficticio, se dejan llevar por su pasión, una pasión que se encarna bajo la forma de un luchador.
De la misma forma, la gente que va al cinema a ver películas de superhéroes sabe muy bien
que no existen, pero aun así encuentran algo en los personajes y la historia que les permite
identificarse a los que tienen “superpoderes”. Al final de cuenta, el héroe puede ser un
personaje ficticio o real, no es lo que realmente importa, sino el sentimiento de admiración
que inspira a su público por su lucha a favor de lo que le parece noble y justo.
Pero ¿por qué esta necesidad de admirar, de tener modelos? Para el niño, según Jean Epstein,
existen dos tipos de héroes: “los que le permiten convertirse en ser social” es decir los que le
enseña a comportarse como los demás en la sociedad y “los que ofrecen al niño la posibilidad
de afirmarse como individuo”, ósea la forma de diferenciarse del otro. El ser humano tiene
la necesidad de imitar a otros por esencia, para aprender por mimetismo, y esto a lo largo de
toda su vida, no solamente en sus primeros años. Cada uno teniendo su propio carácter y
gustos, los héroes sirven también para crearse une identidad singular.
También son necesarios los “héroes del cuotidiano”, para terminar, los que por su oficio o de
forma desinteresada ayudan al otro o construyen juntos un mundo mejor: necesitamos seguir
ejemplos y no siempre buscar excusas por no hacer las cosas pensando en el bien presente y
futuro de los demás.

Sin importar el tipo de héroe o heroína que tenga un pueblo, ni la forma de elogiar su grandeza,
es evidente que como seres humanos nos encontramos en un proceso de creación y perfección
constante de esos modelos a quien dedicamos tanta atención, porque necesitamos
mantenerlos vivos a toda costa y dirigir reflectores hacia él o ella, ya que los héroes no viven
en silencio ni fuera de la luz, por el contrario, necesitan absorber una gran cantidad de energía
por parte de sus masas y deben ser capaces de encarnar sus sueños colectivos hasta lograr
convertirse, a través de la memoria histórica, en seres emblemáticos o patrimoniales. La
existencia de héroes en las sociedades se debe a una necesidad inherente por admirar y crear
modelos de superhombres o supermujeres, sobre los cuales, un grupo de personas proyecta
sus sueños. Sea un héroe griego de origen semidivino, cuya gloria brilla más allá de la muerte
o un héroe moderno llevado a la cima por los medios de comunicación durante su efímera
vida, existe todavía un patrón que garantiza la continuidad del modelo heroico, por ejemplo,
gracias a sus brillantes éxitos en la guerra o por su generosidad y fuerza de carácter. Ya sea
el héroe de la novela o el que atrae la atención de los reflectores, todos los héroes proceden
de un ensueño fundamental de la humanidad con el objetivo de materializar nuestras
representaciones internas.

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